«Ahora bien, hallar la clave para la solución acertada de la cuestión nacional no significa todavía resolverla total y definitivamente, ni aplicar íntegramente esta solución en el terreno práctico concreto. Para aplicar con acierto el programa nacional planteado por la Revolución de Octubre, es preciso, además, vencer los obstáculos heredados de la etapa ya pasada de opresión nacional y que no pueden ser eliminados en poco tiempo, de golpe. Esta herencia consiste, en primer lugar, en las supervivencias del chovinismo de Gran Potencia, que es un reflejo de la pasada situación de privilegio de los grandes rusos. (...) Esta herencia consiste, en segundo lugar, en la desigualdad de hecho, es decir, en la desigualdad económica-cultural de las nacionalidades de la Unión de Repúblicas. La igualdad de derecho de las naciones, conseguida por la Revolución de Octubre, es una gran conquista de los pueblos; pero por sí sola no resuelve toda la cuestión nacional. Una serie de repúblicas y de pueblos que no han pasado o casi no han pasado por el desarrollo capitalista, que carecen o casi carecen de un proletariado propio y que, como resultado de esto, han quedado rezagados en los terrenos económico y cultural, no se hallan en condiciones de aprovechar íntegramente los derechos y las posibilidades que se les ofrecen con la igualdad de derechos de las naciones, y sin una ayuda exterior efectiva y prolongada no están en condiciones de elevarse al grado superior de desarrollo y alcanzar de este modo a las nacionalidades que se les han adelantado. Las causas de esta desigualdad existente de hecho no sólo residen en la historia de estos pueblos, sino también en la política del zarismo y de la burguesía rusa, que aspiraban a convertir las regiones de la periferia en regiones dedicadas exclusivamente a la obtención de materias primas y explotadas por las regiones centrales, desarrolladas en el sentido industrial. (…) Es un proceso prolongado, que requiere una lucha tenaz e insistente contra todas las supervivencias de la opresión nacional y de la esclavitud colonial. Pero tiene que ser superada a toda costa. Y sólo puedo ser superada mediante una ayuda efectiva y prolongada del proletariado ruso a los pueblos atrasados de la Unión, para conseguir su prosperidad económica y cultural. De otra manera, no se puede contar con el establecimiento de una colaboración firme y acertada entre los pueblos dentro del marco de un solo Estado federal. Por eso, la segunda tarea inmediata de nuestro Partido consiste en luchar para poner fin a la desigualdad existente de hecho entre las nacionalidades, y elevar el nivel cultural y económico de los pueblos atrasados. Esta herencia consiste, por último, en las supervivencias nacionalistas en toda una serie de pueblos que han sufrido el pesado yugo de la opresión nacional y que no han podido librarse todavía del recuerdo de los viejos agravios nacionales, En la práctica, estas supervivencias hallan su expresión en cierto apartamiento nacional y en la falta de una confianza plena de los pueblos antes oprimidos hacia las medidas que emanan de los rusos. Sin embargo, en ciertas repúblicas integradas por varias nacionalidades, este nacionalismo defensivo se convierte no pocas veces en nacionalismo ofensivo, en un chovinismo rabioso de la nacionalidad más fuerte, dirigido contra las nacionalidades más débiles de dichas repúblicas. El chovinismo georgiano –en Georgia–, contra los armenios, osainos, adzharianos y abjasianos; el chovinismo azerbaidzhano –en el Azerbaidzhán– contra los armenios, y el chovinismo uzbeko –en Bujará y Joresm– contra los turcomanos y los kirguíses». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Los factores nacionales en la edificación del partido y del Estado, 1921)
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