miércoles, 13 de noviembre de 2019

La Revolución de Octubre y la cuestión nacional y colonial; Joan Comorera, 1940


«En oposición a la teoría imperialista de la socialdemocracia sobre los problemas nacional y colonial Lenin formuló con claridad extraordinaria la teoría marxista. El principio fundamental de la teoría marxista-leninista es esta: la cuestión nacional y colonial es una parte integrante de la revolución proletaria internacional. 

Desarrollando la teoría marxista-leninista sobre la cuestión nacional y colonial, el camarada Stalin la ha enriquecido con la aportación de cuatro factores nuevos, substantivos: 1) la cuestión nacional forma un todo con la colonial; 2) Las naciones no soberanas y las colonias tienen derecho a la separación política, a la existencia como Estados independientes; 3) La lucha contra el capitalismo y por la dictadura del proletariado de acuerdo con la lucha por la solución definitiva del problema nacional y colonial, 4) Las naciones son iguales en derechos y deben ser iguales de hecho.

Por consiguiente, el imperialismo –forma superior del capitalismo– no puede existir sin la esclavización política y económica de las naciones no soberanas y de las colonias, la emancipación de las naciones no soberanas y de las colonias no es posible sin la destrucción del capitalismo, la victoria del proletariado no podría ser duradera si las naciones no soberanas y las colonias no son emancipadas del capitalismo, solamente el triunfo del socialismo puede resolver de manera definitiva. el problema nacional y colonial. 

La aplicación consecuente de la teoría nacional y colonial elaborada por Marx, Lenin y Stalin. ha sido uno de los grandes principios de la Revolución de Octubre de 1917. El Imperio zarista era una cárcel de pueblos. Las formas más típicas y crueles del imperialismo eran aplicadas sistemáticamente por el zarismo a todos los pueblos que le estaban sometidos. La doble explotación nacional y social era la única ley para las naciones no soberanas y para las colonias del viejo Imperio zarista. Con la Revolución de Octubre, con la Revolución Bolchevique, la clase obrera triunfante aniquiló a la clase capitalista, puso término inmediatamente a la explotación nacional y social de las colonias. En la «Declaración las naciones no soberanas y de de los Derechas de los Pueblos de Rusia», redactada por el camarada Stalin y publicada el 15 de Noviembre de 1917, se reconoce: la igualdad y la soberanía de los pueblos de Rusia, el derecho de los pueblos de Rusia a la libre autodeterminación, a la separación y al establecimiento de Estados independientes, el libre desenvolvimiento de las minorías nacionales y de los grupos étnicos, y se ordena la abolición de todos los privilegios y restricciones nacionales y nacional-religiosas. 

Así es como la Revolución de Octubre unificó la inmensa diversidad de pueblos, grupos étnicos y minorías nacionales que constituía el Imperio zarista. Con la aplicación consecuente de la teoría marxista-leninista, desaparecieron automáticamente las corrientes disgregadoras que el zarismo contenía con sangre y mayor opresión, para dar paso libre a la voluntad indomable de pertenecer a la comunidad de pueblos libres e iguales, a la gran Patria Socialista. Así se consolidó la victoria del proletariado. Sin la comprensión y la aplicación consecuente de la teoría marxista-leninista, la Revolución de Octubre no habría vencido, como lo hizo, a todos sus enemigos interiores y exteriores. Sin la igualdad jurídica y de hecho de las naciones no soberanas y de las colonias, los hombres de octubre no habrían podido movilizar a éstas contra los enemigos del pueblo, contra la reacción interior y la intervención extranjera. La guerra civil se desarrolló fundamentalmente en los territorios de las naciones no soberanas y de las colonias, y los habitantes de estas naciones y colonias, fueron los peores enemigos de los generales blancos y extranjeros, los más firmes y abnegados colaboradores de los ejércitos bolcheviques. Los obreros y campesinos de las naciones no soberanas y de las colonias ayudaron al Ejército Rojo, por que éste luchaba contra burgueses y terratenientes, por que luchaba contra los agentes de la «rusificación», por que llevaba la bandera de las relaciones fraternales y de verdadera colaboración entre todos los pueblos, por que ponía fin con su sangre a la doble opresión nacional y social que secularmente venían padeciendo. 

Si la comprensión y aplicación de la teoría marxista-leninista tuvieron su importancia en el período de la guerra civil y de la intervención extranjera y consolidaron la victoria de 1917, no han representado un papel menor en el período posterior de construcción del Socialismo. La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) no es un conjunto de pueblos inferiores que rodean a un gran centro y son explotados por él. Es una armonía perfecta de pueblos ubres e iguales, en marcha constante hacia formas superiores de vida, de bienestar, de justicia, de libertad, de convivencia y mutua ayuda fraternal y sistemática. Las naciones más adelantadas dan la mano a las más atrasadas, aplicando firmemente este principio del camarada Stalin: 

«Ayudar y estimular a las naciones atrasadas para levantarlas al nivel cultural y económico de las más adelantadas, y considerar este igualamiento, ayuda y estímulo como uno de los requisitos previos para la cooperación fraternal entre las masas trabajadoras en las diversas naciones». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; El planteamiento de la cuestión nacional, 1921)

Todos, los pueblos de la URSS, comprendidos los más explotados antes por los señores feudales, han podido realizar este ideal de alcanzar, cultura y económicamente, a las naciones más avanzadas. Y es así como los pueblos soviéticos, en cooperación fraternal, iguales y libres de opresión nacional y social, han vencido las ingentes dificultades que se oponían a la construcción del socialismo en la sexta parte de la tierra; han creado la Patria del socialismo victorioso sobre las ruinas acumuladas por la guerra imperialista, por la guerra civil y por la intervención extranjera; han creado la Patria Soviética, inexpugnable e invencible, un baluarte de la paz en un mundo removido a fondo por la segunda guerra imperialista, luz y guía de los hombres y de los pueblos que sufren la explotación social y nacional, del proletariado internacional en lucha por su definitiva y total emancipación, la Patria de Lenin y Stalin en marcha acelerada hacia el comunismo. 

Hoy, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas es inexpugnable e invencible. Y uno de los factores sociales que la hacen inexpugnable e invencible, es la aplicación consecuente de la teoría nacional marxista-leninista. La URSS es un bloque monolítico de pueblos iguales. Las fuerzas centrífugas han sido eliminadas, no por la fuerza, sino por el reconocimiento de la igualdad jurídica y leal de naciones y colonias, de minorías nacionales y de grupos étnicos. Ningún agente del imperialismo puede ya apoyarse en ningún pueblo soviético, puede especular apoyándose en ellos, por que en la URSS no existe la opresión nacional, por que la URSS es una «unión voluntaria», por que la clase obrera triunfante ha liquidado definitivamente la cuestión nacional y colonial, porque, como dice el camarada Stalin, la URSS es ahora «un Estado socialista multinacional perfectamente constituido, que ha salido triunfante de todas las pruebas y cuya solidez puede envidiar no importa qué Estado nacional en cualquier parte del mundo». Esta fecunda experiencia de la Revolución de Octubre ha de servirnos a nosotros en nuestra lucha contra Franco y por la República Popular dirigida por la clase obrera. La no comprensión del problema nacional ha contribuido en gran medida a nuestra derrota, al triunfo de Franco y de su banda de asesinos. La no comprensión del problema nacional, fortalece el régimen de Franco, aleja nuestra victoria. Hemos de comprender y de asimilar la teoría nacional marxista-leninista da más grande para su lucha liberadora. Como decía Stalin:

«Lo principal que la burguesía de todos los países y sus acólitos reformistas tratan particularmente de conseguir, es extirpar en la clase obrera la fe en sus fuerzas, la fe en la posibilidad e inevitabilidad de su triunfo, para perpetuar con ello la esclavitud capitalista. Porque la burguesía sabe que si el capitalismo no ha sido aún derrocado y sigue subsistiendo, se lo debe, no a sus buenas cualidades, sino al hecho de que el proletariado carece aún de suficiente fe en la posibilidad de su triunfo. No se podría afirmar que los esfuerzos de la burguesía en este sentido hayan sido completamente ineficaces. Es preciso reconocer que la burguesía y sus agentes, dentro de la clase obrera, han logrado en cierta medida, envenenar el alma de la clase obrera con la ponzoña de la duda y de la falta de fe. Si los éxitos de la clase obrera de nuestro país, si su lucha y su triunfo pueden servir para elevar el ánimo de la clase obrera de los países capitalistas, y fortalecer en ella la fe en sus fuerzas, la fe en su triunfo, nuestro partido puede afirmar que no trabaja en vano. No cabe duda que así será». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Informe en el XVIIIº Congreso del Partido Comunista (bolchevique) de la URSS, 1939) 

Y hemos de explicarla sin vacilaciones, con la energía y continuidad características en los partidos: de la Internacional Comunista, hermanos del glorioso; Partido Comunista (bolchevique) de la URSS, maestro y guía de todos. El heho de que España no haya podido ser un Estado multinacional: está en la raíz de nuestros desastres históricos. La transformación revolucionaria de España en un Estado multinacional, de naciones libres e iguales, es condición: previa para el desarrollo y consolidación de la revolución proletaria. El proletariado de las naciones oprimidas, de Cataluña, de Euzkadi y de Galicia, deben tomar en sus manos la bandera de la liberación nacional y social, y el proletariado de la nación opresora debe enarbolar la bandera de la igualdad jurídica y real de todos los pueblos que componen la Península Ibérica, del derecho de todas los naciones hispánicas a la autodeterminación, a independizarse, a constituirse en Estados independientes; la bandera de la Unión voluntaria en el seno de un Estado multinacional. Es así como la clase obrera conquistará la República Popular, resolverá los problemas nacionales, fortalecerá la unidad, asegurará la cooperación fraternal de las masas trabajadoras de las diversas naciones, creará un bloque monolítico semejante al de la URSS, un bloque de naciones inexpugnables, libres e iguales». (Joan Comorera; La Revolución de Octubre y la cuestión nacional y colonia, 1940)

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