viernes, 27 de junio de 2014

El levantamiento del 9 de septiembre limpió el camino para la edificación del socialismo en nuestro país; Georgi Dimitrov, 1948

El segundo capítulo del Informe al Vº Congreso del Partido Obrero (Comunista) Búlgaro de Georgi Dimitrov de 1948, comenta brevemente la cuestión de la lucha durante la Segunda Guerra Mundial aplicando las tácticas antifascistas, que desembocaron en el levantamiento del 9 de septiembre de 1944, que dio el poder al Frente de la Patria, dirigido por el Partido Obrero (Comunista) Búlgaro. Pero se centra más en el periodo posterior al levantamiento, y las perspectivas que se abrían en Bulgaria con la destrucción de la camarilla monarco-fascista y la toma de poder popular del frente popular antifascista conocido con el nombre del Frente de la Patria. Ya en los años 30, analizando la cuestión de la lucha antifascista y la toma de poder, Dimitrov auguró la posibilidad tanto de que los comunistas pudieran tomar el poder en solitario –como pasó en Albania– como que en la lucha por derribar el fascismo se diera un gobierno no plenamente comunista, sino en alianza todavía con otras organizaciones antifascistas –como pasó en Bulgaria– :

«Yo quería prevenirlos contra toda una tendencia a la simplificación y al esquematismo en este asunto. La vida es más compleja que cualquier esquema. Sería falso, por ejemplo, presentar la cosa como si el gobierno del frente único fuese una etapa obligatoria en la senda hacia la instauración de la dictadura del proletariado. Sería tan falso, como lo era antes presentar las cosas como si en los países fascistas no hubiese ninguna etapa intermedia y la dictadura del fascista tuviese que ser obligatoriamente y directamente sustituida por la dictadura del proletariado». (Georgi Dimitrov; Por la unidad de la clase obrera contra el fascismo; discurso de resumen ante el VIIº Congreso de la Komintern, pronunciado durante el 13 de agosto de 1935)

Para que diera el primer caso, el de un gobierno basado en la alianza con otras fuerzas antifascistas, el partido comunista debía analizar que se dieran unas condiciones mínimas para otorgar su apoyo y participación en tal gobierno:

«¿Qué sería este gobierno? ¿Y en qué situación pudiera ser posible? Es, ante todo, un gobierno de lucha contra el fascismo y la reacción. Debe ser un gobierno formado como consecuencia del movimiento de frente único y que no limite de ninguna manera la actividad del partido comunista y de las organizaciones de masas de la clase obrera, sino, al contrario, que tome enérgicas disposiciones dirigidas contra los magnates financieros contrarrevolucionarios y sus agentes fascistas. (...) ¿Bajo qué condiciones objetivas será posible la formación de un tal gobierno? A esta pregunta puede contestarse de un modo muy general: bajo las condiciones de una crisis política, en que las clases dominantes ya no están en condiciones de acabar con el potente ascenso del movimiento antifascista de masas. Pero esto es sólo una perspectiva general, sin la cual apenas será posible, en la práctica, la formación de un gobierno del frente único. Solamente en presencia de determinadas premisas especiales, puede ponerse al orden del día el problema de la formación de este gobierno como tarea políticamente necesaria. Me parece que en este sentido merecen la mayor atención las siguientes premisas: Primero. Cuando el aparato estatal de la burguesía esté ya lo bastante desorganizado y paralizado para que la burguesía no pueda impedir la formación de un gobierno de lucha contra la reacción y el fascismo. Segundo. Cuando las más extensas masas trabajadoras y en particular los sindicatos de masas se levanten impetuosamente contra el fascismo y la reacción, pero no estén todavía preparados para lanzarse a la insurrección con el fin de luchar bajo la dirección del partido comunista por la conquista del poder soviético. Tercero. Cuando el proceso de diferenciación y radicalización en las filas de la socialdemocracia y de los demás partidos que participan en el frente único, haya conducido a que una parte considerable dentro de ellas exija medidas implacables contra los fascistas y demás reaccionarios, luche del brazo de los comunistas contra el fascismo y se manifieste abiertamente contra el sector reaccionario y hostil al comunismo de su propio partido». (Georgi Dimitrov; La ofensiva del fascismo y las tareas de la Komintern en la lucha por la unidad de la clase obrera contra el fascismo; Informe ante el VIIº Congreso de la Komintern, pronunciado durante el 2 de agosto de 1935)

Hablando, de los viejos debates de la Komintern, y de errores de derecha e izquierda, el búlgaro remarcó en 1935, unas exigencias para el gobierno del frente popular antifascista que serían luego aplicadas en Bulgaria en 1944:

«¡Camaradas! Nosotros exigimos de todo gobierno del frente único una política completamente distinta. Le exigimos que lleve a cabo determinadas reivindicaciones cardinales revolucionarias, congruentes con la situación, como, por ejemplo, el control de la producción, el control sobre los bancos, la disolución de la policía, su sustitución por una milicia obrera armada, etc». (Georgi Dimitrov; La ofensiva del fascismo y las tareas de la Komintern en la lucha por la unidad de la clase obrera contra el fascismo; Informe ante el VIIº Congreso de la Komintern, pronunciado durante el 2 de agosto de 1935)

Pese a estos avances, que pueden resolver tareas pendientes en el país, de carácter antifascista, antifeudal, anticolonial, etc. Como buen marxista-leninista, Dimitrov recordaba:

«Les decimos francamente a las masas: este gobierno no traerá la salvación definitiva. Este gobierno no está en condiciones de derrocar la dominación de clase de los explotadores y, por esta razón, no puede tampoco eliminar definitivamente el peligro de la contrarrevolución fascista. ¡Por consiguiente, hay que prepararse para la revolución socialista! Sólo y exclusivamente el poder soviético traerá la salvación». (Georgi Dimitrov; La ofensiva del fascismo y las tareas de la Komintern en la lucha por la unidad de la clase obrera contra el fascismo; Informe ante el VIIº Congreso de la Komintern, pronunciado durante el 2 de agosto de 1935)

El comprender este último punto, hizo que Bulgaria de la mano de su partido comunista y bajo la dirección de Georgi Dimitrov, a diferencia de otras experiencias, si se propusiera a pasar a la etapa socialista: esto incluía expropiar no sólo a la burguesía extranjera, sino también a la burguesía nacional, realizar no sólo una reforma que garantizara el fin del latifundio, sino empezar la colectivización del campo para lograr el fin del kulak como clase, empezar a disolver las organizaciones burguesas y pequeño burguesas antifascistas que se oponían al cambio de rumbo y que empezaban ser superfluas para la sociedad socialista, empezar a reorganizar el frente bajo las normas marxista-leninistas, como medio para hilar el partido comunista con las organizaciones de masas de juventud, deportivas, de mujeres, sindicatos, etc. y para  adecuarse a las nuevas tareas socialistas.

El documento:

Un joven, posiblemente un partisano, sosteniendo un rifle, frente a una multitud durante una celebración de la victoria en Lovech, Bulgaria; signos en el fondo con consignas como «Muerte al fascismo»

«Camaradas:

El levantamiento popular del 9 de septiembre  es un punto de inflexión en nuestra historia.

Durante el 9 de septiembre de 1944 el poder político en nuestro país fue arrancado de las manos de explotadores de la burguesía capitalista y la minoría monarco-fascista y pasó a las manos de la vasta mayoría, al pueblo trabajador de ciudades y pueblos bajo la dirección de la clase obrera y su vanguardia –el partido comunista–. Habiendo triunfado con la ayuda decisiva del heroico Ejército Rojo Soviético, el levantamiento del 9 de septiembre limpió el camino para construir el socialismo en nuestro país.

La combinación durante el 9 de septiembre de 1944, entre el levantamiento popular antifascista y el avance victorioso del ejército soviético en los Balcanes, aseguró el triunfo de nuestro levantamiento y le otorgó un gran ímpetu. El odio contra el fascismo, acumulado en el curso de dos décadas, y la determinación de los trabajadores para acabar con él estalló en un levantamiento incontenible que barrió el régimen fascista de un solo golpe. El aparato policial antipopular burgués-fascista fue roto en pedazos y la milicia popular fue formada para aplastar la oposición de los elementos fascistas y defender el levantamiento popular. El poder fue arrebatado a la clase capitalista, la cual se unía alrededor de la monarquía y que a su vez estaba estrechamente aliada con el imperialismo alemán. Este poder pasó a manos de la alianza militante de obreros, campesinos, artesanos e intelectuales unidos en el Frente de la Patria, el cual estaba bajo el liderazgo de nuestro partido. El poder estatal radicalmente cambió de carácter: el instrumento para la opresión y la explotación de las masas en interés de los capitalistas fue desmontado, y un gobierno popular fue creado como instrumento para la aniquilación del capitalismo y para la liberación gradual de los trabajadores de la explotación de todo tipo.

Es totalmente cierto que la vieja máquina estatal burguesa no fue destruida completamente con el levantamiento del 9 de septiembre. Los comunistas eran todavía una minoría en el gabinete del gobierno recién formado. Muchos puestos claves estaban todavía en las manos de individuos que más tarde se destaparían como inestables y hostiles al régimen popular. Fue nuestro partido sin embargo el que animó y llevo la dirección del movimiento antifascista: en muchas localidades el poder estaba en realidad en las manos de los comités del Frente de la Patria. Nuestro partido fue el que tenía el ministerio del interior así como el recién creado instituto de asistencia para comandantes del ejército. Esto iba en el interés del pueblo, porque sólo nuestro partido podría organizar la supresión de la camarilla monarco-fascista, asegurar el orden interno y orientar al ejército en su participación en la guerra contra la Alemania de Hitler. El gran poder del partido y la influencia en el pueblo, así como su posición en los comités de Frente de la Patria, le permitieron asumir en la práctica un papel principal en el gobierno y emprender una lucha acertada contra los reaccionarios fascistas y sus títeres infiltrados dentro de las filas del Frente de la Patria.

De entre todos los elementos de la sociedad que empezaron a emerger en medio de todos estos sucesos políticos, fue la clase obrera la clase que realmente destacó. Las enormes masas que durante mucho tiempo fueron oprimidas bajo la bota militar de la dictadura fascista, empezaron a animarse en el ámbito de la actividad política, y bajo el liderazgo del partido jugaron su papel propio en varios cuerpos administrativos. Un nuevo tipo de gobierno democrático-popular fue creado y perfeccionado.

A pesar de que sus tareas inmediatas eran de carácter democrático, el levantamiento del 9 septiembre, no podía sino sacudir el propio sistema capitalista de nuestro país hasta sus cimientos, trascendiendo los límites de la democracia burguesa.

Esto era entonces, la característica más destacada del levantamiento del 9 de septiembre.

Uno no puede eliminar el fascismo, conceder derechos democráticos a las masas trabajadoras, y pretender consolidar y desarrollar estos derechos sin desafiar la propia regla interna del capitalismo, ya que como hemos recalcado el fascismo no es más que la despiadada dictadura terrorista del gran capital. La erradicación del fascismo no se puede completar sin desafiar a los grandes capitales. Por tanto no se pueden conceder derechos democráticos a los trabajadores si el gran capital conserva todo su poder político y económico. El levantamiento del 9 de septiembre entonces emprendió la tarea de solucionar los problemas de carácter democrático junto con el gran problema nacional de nuestra participación en la guerra para participar coherentemente en la destrucción final del hitlerismo, pero no podía ignorar sin embargo otros problemas de gran envergadura como es la dominación de la gran burguesía, por ello se preparó para dar los golpes más profundos y serios posibles a ésta con el fin de lograr la abolición entera del sistema capitalista y encarrilar la transición al socialismo.

La tarea primaria era de defender y consolidar la victoria obtenida durante el 9 de septiembre. El partido tuvo que alcanzar una posición clara sobre las condiciones en las cuales el levantamiento fue realizado, sobre qué medidas imperativas debían ser tomadas, y sobre el alcance posible de las tareas que inmediatamente podrían ser realizadas dentro del país.

El levantamiento del 9 de septiembre fue realizado mientras la guerra contra Alemania nazi todavía se estaba llevando a cabo. El final victorioso de la guerra se tomó como prioridad sobre otras tareas, y lo cierto es que gracias a los acontecimientos y nuestros esfuerzos nada podría haber sido emprendido por parte de la reacción para impedir dicha victoria. No debemos pasar por alto de esta importante circunstancia, ni debemos olvidar al evaluar la actividad de nuestro partido durante este período concreto del país, que después del 9 de septiembre hasta el final de la guerra y la firma del tratado de paz, nuestro país, como ex satélite de la Alemania nazi, tuvo que estar bajo la supervisión de una comisión de control, en la cual dominaban británicos y estadounidenses siendo pues representantes antagónicos al régimen popular. De otra parte, mirando por el interés de su existencia nacional y en la defensa de su libertad, Bulgaria tuvo que unirse a la guerra contra la Alemania nazi bajo el manto y mando de la Unión Soviética.

Por entonces imperaba una sobrestimación de la situación internacional y nacional. Aquellas cuestiones sólo podrían abordarse cuando se alcanzara una madurez y se mantuviera la sangre fría suficiente para no caer en la quema de etapas, pudiendo entonces desarrollar correctamente y al tiempo que imperaba la realidad, la lucha que demandaba la clase obrera y demás clases trabajadoras contra el capitalismo. En cuanto a esto, nuestro partido era totalmente consciente de su responsabilidad histórica ante la clase obrera y toda la gente trabajadora; se hacía cargo de ella.

Con el 9 de septiembre también, nuestro partido se esforzó en hacer todo lo posible para reunir a las fuerzas democráticas y patrióticas de la nación entera en nombre de la destrucción final de la camarilla monarco-fascista, movilizando para dicha labor todos los recursos materiales y morales de todo el país, lucha que se unía, como no podía ser de otra forma, con la lucha común de todos los pueblos que anhelaban la libertad y que por ello se arroparon bajo el liderazgo de la Unión Soviética en dicha guerra antifascista. Nuestro partido realizó esta esencial tarea satisfactoriamente. Bulgaria contribuyó con lo mejor de sus capacidades a la liberación de los Balcanes de los invasores hitlerianos y a su derrota final. «Todo para el Frente de la Patria, todo para la victoria en la guerra contra la Alemania hitleriana», ese era el lema supremo del partido, del Frente de la Patria y de toda la nación durante este período. Todas las otras cuestiones fueron subordinadas a esta tan fundamental. El partido luchó contra cada modificación de esta táctica que se saliera de los esquemas de este lema. Nuestro gran partido se opuso a las desviaciones izquierdistas de sus propias filas, pues la impaciencia de camaradas individuales, les hacía pensar que nosotros inmediatamente debíamos tomar el poder y ejecutar la transformación de la sociedad socialista.

Nuestra política como decimos fue la de intentar lograr la mayor unificación posible de todos los miembros de la nación en todo el Frente antifascista,  por ello se debía incluir a las fuerzas democráticas y patrióticas, y en esta etapa inicial por lo tanto se debía incluir incluso a los elementos de la burguesía antialemana, todo sumaba y debía sumar para la destrucción total de la camarilla fascista pues de otro modo no podríamos avanzar en las tareas ya no socialistas sino democráticas, toda ayuda era poca, por entonces la participación victoriosa en la guerra, la defensa y el resguardo de nuestra independencia nacional, de su integridad territorial y de la soberanía estatal, era la única política correcta. Su realización era una condición previa y la garantía de la preservación para el remoto y futuro desarrollo de los logros históricos del levantamiento del 9 de septiembre. Esto permitió al partido permanecer cerca de las masas, reforzar sus posiciones y aislar a los enemigos del levantamiento popular y así aumentar, como decimos, la autoridad entre el pueblo.  El Comité Central de nuestro partido completó esta política firme y categóricamente.

A las mujeres se les concedió la justa igualdad y se les dio todas las facilidades para que participaran activamente en la vida pública. Amplias perspectivas se abrieron para la juventud. También se concedieron derechos de plena igualdad a las minorías nacionales y se fomentó su introducción en el aparato estatal. Una ley sobre la tierra [6] fue aprobada, y la propiedad se limitó a doscientos decares –excepto en la región de Dobrudja donde el límite era de trescientos decares–. Otra ley aseguró la confiscación de toda la riqueza que fuera ilegalmente adquirida. También se tomaron medidas para asegurar el carácter popular del ejército. La introducción de la institución de ayudantes de comandantes fue introducida en el ejército por medio de promocionar a los probados luchadores contra el fascismo.

El aparato estatal entero  fue revisado y puesto bajo una base nueva y popular. Los derechos democráticos y los derechos de las amplias masas fueron consolidados. Estos y cambios similares encontraron su expresión y confirmación en la abolición de la monarquía y la proclamación de la República Popular.

Sobre el frente económico todos los esfuerzos fueron concentrados en la rehabilitación de la economía devastada por la guerra nacional, la cual fue destruida sin piedad por los alemanes, siendo este sufrimiento alargado por dos sequías consecutivas. El tiempo no incitaba a cambios económicos pues faltaban la madurez y la planificación para ejecutar estos. La guerra estaba todavía en curso y el inestable estado internacional todavía de Bulgaria, con la presencia de la comisión de control aliada en Sofía, hizo imposible que se pudiera producir un asalto inmediato en la base económica contra la reacción capitalista. Los grandes latifundios, bancos y sociedades mercantiles permanecieron en las manos de los capitalistas privados.

Es cierto que los capitalistas ya no eran dueños absolutos de sus empresas y capitales. El control público se instituyó poco a poco. El papel de los sindicatos creció inmensamente. Pero por mucho que el dominio de los capitalistas fuera limitado, al seguir siendo los propietarios de las empresas ellos explotaban este incontestable hecho con el fin de impedir por todos los medios, el desarrollo de la producción y de las medidas gubernamentales. Al tener la posesión de una base económica, fueron capaces de ejercer una cierta presión sobre el régimen popular. Todavía habría que librar una dura lucha para eliminar por completo a los elementos capitalistas de sus posiciones políticas y económicas.

El golpe del 9 de septiembre contra los enemigos de pueblo representados por la camarilla fascista fue tan poderoso que durante un cierto tiempo la burguesía capitalista se arrastró y retiró a esperar mejores días. Sin embargo, esto no significó que ellos hubieran abandonado su intención de cambiar las tornas en un futuro próximo.

Con su base económica que todavía no había sido eliminada y apoyado por círculos reaccionarios estadounidenses y británicos, nuestra burguesía capitalista pronto intentó traducir estas esperanzas e intenciones en realidad. Ellos tenían sus propios agentes dentro del Frente de la Patria, ya que los reaccionarios elementos derechistas se habían ocultado en algunos partidos de Frente de la Patria. No estando preparado aún para comenzar una lucha abierta contra el régimen popular, se aprovecharon de estos elementos reaccionarios, los cuales poco después del 9 de septiembre comenzaron a emprender una lucha feroz contra el partido comunista y a desafiar su papel principal; esforzándose en trabar nuestra economía, dificultando realizar las medidas de gobierno, desacreditando al partido, debilitando al Frente de la Patria y preparando el terreno para una futura restauración de sus privilegios.

Nuestro partido tuvo que organizar una defensa estoica entre el pueblo trabajador para poder resistir contra los esfuerzos concertados y crecientes de la reacción local e internacional las cuales pretendían derribar los logros conseguidos el 9 de septiembre. Tuvo que estar muy vigilante y mostrar sus grandes poderes de maniobra, tacto y determinación para surgir como el vencedor en esta lucha de resistencia. Nuestro partido, bajo el liderazgo del Comité Central, realizó esta tarea decisiva con honor. Esto termino de señalar a nuestro partido durante aquel período como el líder del Frente de la Patria, de los obreros y de la gente trabajadora en general.

La clase obrera búlgara y las demás clases amigas recuerdan con que energía y determinación nuestro humilde partido los llamó a las calles contra el notorio «cuarto decreto» [7] de Damian Velchev [8], por el cual los elementos reaccionarios en el interior del gobierno del Frente de la Patria quisieron salvar de la ira de la gente a sus antiguos verdugos que se habían ocultado en el ejército, y usarlos –claro estaba– en un tiempo próximo como unidades de choque contra la voluntad popular y su gobierno. Al mismo tiempo nuestro partido desenmascaró al impostor «líder» de la Unión Agraria, el  notorio agente extranjero Georgi Mihov Dimitrov [9], al cual los círculos reaccionarios anglo-estadounidenses mantenían como soporte en la lucha contra nuestro régimen popular.

Georgi Mihov Dimitrov intentó organizar los elementos reaccionarios de la derecha dentro del Frente de la Patria bajo un bloque anticomunista. Estos elementos trataron de suprimir los comités del Frente de la Patria, fingiendo que estos ya se habían hecho anticuados al terminar la guerra, del mismo modo intentaba transformar el Frente de la Patria en una coalición de interpartidos ordinaria, y se oponía a la participación de Bulgaria en la guerra antifascista junto y bajo el liderazgo del ejército soviético. Ellos realizaron una insidiosa propaganda contra la milicia popular y los tribunales populares, mediante teorizaciones predicó el derrotismo y organizó también ese derrotismo mediante actividades en la práctica.

Nuestro partido tuvo éxito en la exposición de las intenciones de dichas demandas de Georgi Mihov Dimitrov y sus amigos políticos a los ojos de las amplias masas, desnudándolos como enemigos declarados del pueblo, en este trabajo aisló y rompió los contacto de dicha fracción reaccionaria a través de buscar las alianzas con las fuerzas más cercanas y sanas del Frente de la Patria, en este caso sobre todo dentro de la propia Unión Agraria. El  infame doctor Gemeto, pronto se hizo un general sin un ejército, y un ser despreciado y rechazado por las amplias masas populares, se ocultó en la legación estadounidense en Sofía y escapó ignominiosamente a los Estados Unidos.

El debut sin éxito y a la postre absoluto fracaso de Gemeto, como el principal agente del imperialismo estadounidense y británico en Bulgaria, obligó a estos a buscar otras herramientas. Con el cese de las hostilidades, o sea con el final de la guerra, la presión de los círculos reaccionarios británicos y estadounidenses en nuestro país aumentó. Bajo sus órdenes directas, Nikola Petkov [10] y Grigor Chesmedjiev [11] más sus seguidores, se separaron del Frente de la Patria y formaron una agencia de oposición antipopular, de la que se veía a kilómetros la perniciosa mano de su amo: el imperialismo estadounidense.

El  todavía estado inestable internacional de nuestro país, la intervención abierta de imperialistas anglo-estadounidense en nuestros asuntos interiores –el aplazamiento de las elecciones previstas hacia el 26 de agosto de 1945–, el considerable desastre económico existente, y otras dificultades debido a la destrucción del pillaje alemán y demás estragos de guerra, creó condiciones favorables para que los líderes de la oposición pudieran comenzar la actividad subversiva que tenía como intención desintegrar el Frente de la Patria, el poder popular y a nuestro partido.

Sin embargo, la oposición antipopular sufrió un gran fiasco. El boicot de las elecciones para la XXVII asamblea nacional ordinaria se mostró como un fracaso. Ya que en las subsecuentes elecciones del 27 de octubre de 1946 para la gran asamblea nacional, el Frente de la Patria consiguió una victoria brillante, persuadiendo y alcanzado entre los electores el 70 por ciento de los votos; pese a todo el chantaje, las amenazas de intervención extranjera, demagogia, propaganda anticomunista y la propia distorsión del programa de Frente de la Patria de parte de la oposición durante la campaña electoral. Tan solo nuestro partido consiguió más del 50 por ciento de los votos y una mayoría clara en la gran asamblea nacional, lo que evidencia la inmensidad de nuestra victoria.

A pesar de la resistencia activa de la oposición, el 5 de junio de 1947 se estableció un tratado de paz y reconocimiento de nuestro gobierno con los Estados Unidos, de igual forma sucedería con Gran Bretaña. El amplio trabajo educativo realizado por el partido y el Frente de la Patria entre los campesinos y demás ciudadanos temporalmente engañados por la oposición, logro aislar completamente a la oposición antipopular. Rechazados por el pueblo, los líderes de la oposición comenzaron a incubar argumentos para el derrocamiento violento de la autoridad popular con la ayuda de la intervención extranjera, lo que más tarde causó la caída del ala pseudoagraria del partido de Nikola Petkov.

Bajo el liderazgo de nuestro partido varia tramas reaccionarios fueron destapadas y liquidadas. El mismo destino sufrió la conspiración del grupo de Damian Velchev. El ejército fue purgado de oficiales reaccionarios como éste.

Nuestro partido cargo a sus espaldas la lucha contra la oposición reaccionaria hasta el final, en esta lucha contó con la mayor unificación posible de todas las sanas fuerzas democráticas y patrióticas bajo la bandera del Frente de la Patria. Esto expuso completamente la traición nacional de los líderes de oposición que actuaban en interés de las potencias extranjeras y que operaban como agentes a sus órdenes. Esto sin duda fue la manifestación de una lucha de clases aguda. Los enemigos de la clase obrera eran también los enemigos de nuestra nación. Al mismo tiempo, el partido hizo todo lo posible para consolidar las posiciones de la clase obrera, reforzar la alianza entre obreros y campesinos y cerrar las filas del Frente de la Patria. Basó su actividad sobre la idea que de ahí en adelante, tendría que liderar a un gran y creciente ejército político democrático en el Frente de la Patria, haciendo lo apropiado según las fuerzas disponibles y las posibilidades de todas sus varias secciones para acrecentar el desarrollo democrático del país. El partido se dio cuenta que algunos grupos asilados e individuos particulares, vacilaban y eran partidarios del Frente de la Patria pero de forma inconsciente, esto suponía que estos elementos se quedaran dormidos dentro de ese «ejército político», y que dependiendo del carácter de las tareas con que en adelante se tendrían que lidiar, era normal que estos elementos se quedaran fuera del Frente de la Patria. Se entiende que dentro de este «ejército político» una lucha constante tenía que librarse contra los agentes del fascismo y la reacción capitalista. Se sabía también que bajo el proceso de trabajo y lucha común bajo el liderazgo del partido comunista, las diferentes secciones de este «ejército político» se acercarían y finalmente serían solventadas, el Frente de la Patria se haría más sólido y la autoridad y el papel dominante de nuestro partido dentro de él, seguiría creciendo a pasos agigantados.

La política de nuestro partido para lograr la mayor unificación posible de todas las fuerzas democráticas y patrióticas bajo la bandera del Frente de la Patria indudablemente consolidó las posiciones de la clase obrera, condujo a nuestra completa victoria, a la victoria del pueblo trabajador sobre la reacción, y al aseguramiento de realizar el programa diseñado para el país.

El papel dominante de la clase obrera fue expresado claramente en la composición del nuevo gobierno del Frente de la Patria, el cual fue formado después de las elecciones a la gran asamblea nacional de 1946. Las posiciones claves fueron ocupadas por miembros del Partido Obrero (comunista) Búlgaro y los líderes del Frente de la Patria.

El Frente de la Patria también fue consolidado. Sus elementos derechistas fueron eliminados –hablamos de ejemplos como Damian Velchev, Vassil Yuroukov [12] y similares–. Nuestro aliado principal, la Unión Agraria, bajo el liderazgo de sus probados líderes partidarios del Frente de la Patria, arrancaron la vacilación de su liderazgo y expulsaron de sus filas a los elementos hipócritas y abiertamente se declararon a favor de una alianza militante entre campesinos y obreros bajo el liderazgo de clase obrera, también ayudaron notablemente a la construcción socialista y a la transformación socialista de agricultura sobre la base de las granjas cooperativas y a una política constante de limitar y posteriormente liquidar a los explotadores como los kulaks en los pueblos. Con ello la confianza mutua y la comprensión mutua entre los partidos del Frente de la Patria aumentaron.

La ofensiva de la reacción local e internacional fue golpeada violentamente. La lucha terminó con la victoria de la clase obrera frente a los explotadores. Una fase sumamente importante de la difícil lucha de nuestro partido y el Frente de la Patria para la defensa acertada de los logros históricos del 9 de septiembre, el levantamiento llegó a buen puerto.

En este contexto debe ser acentuado que si el asalto de la reacción local e internacional durante aquel período no asumió la forma de acción abierta armada, esto es debido a las medidas resueltas del gobierno popular, a la vigilancia y la energía de nuestro partido, y también en menor grado a la presencia sobre nuestro suelo de las unidades del ejército soviético de liberación –hasta febrero de 1947–, que por sí mismo prácticamente paralizó a la reacción con un miedo atroz.

Sentar las bases del socialismo en Bulgaria

La victoria popular bajo la dirección de nuestro partido sobre la tentativa de la reacción capitalista de restaurar su poder creó las condiciones para apresurarse en el desarrollo político y económico de nuestro país, continuando así las transformaciones básicas y realizando las tareas constructivas de nuestro régimen popular.

En las condiciones creadas por las elecciones a la gran asamblea nacional y con la formación de un gobierno bajo la dirección directa del Partido Obrero (comunista) Búlgaro, no se podía alcanzar un mayor desarrollo de las fuerzas productivas, de la economía nacional o del bienestar de los trabajadores, sin la liquidación radical de la base económica de la clase capitalista. En Bulgaria se volvió a confirmar mediante la propia experiencia la tesis de Lenin y Stalin sobre la descomposición del capitalismo. Éste sistema –la democracia burguesa capitalista– cuando ve peligrar su propia existencia, de su misma crisis inherente e insoluble da a luz al fascismo, de ello podemos extraer que ningún cambio democrático serio y permanente es posibles bajo éste, y por lo tanto ningún progreso es factible sin atacar las bases mismas del sistema capitalista, sin tomar medidas en la dirección del socialismo. En la tarea de superar dicha barrea nuestro país fue enormemente aliviado por la ayuda fraternal recibida de un Estado socialista fuerte –la Unión Soviética–.

El camino fue abierto para un desdoblamiento completo de las tareas constructivas del gobierno popular, para  efectuar los cambios revolucionarios de nuestra economía nacional, para la eliminación de la base económica de la reacción capitalista, para la transición del capitalismo al socialismo; tareas y fines concretos que desde luego no pueden ser comprendidos sin emprender una lucha de clases inflexible contra los elementos capitalistas.

En esta situación, el partido tenía que formular nuevas tareas con el fin de armar a sus propios cuadros tanto en el partido, como en el Frente de la Patria, mediante una clara perspectiva. Hubo, sin embargo, un cierto retraso. Después de que las principales tareas del período anterior fueran en su mayor parte resueltas, el partido en general y equivocadamente, continuó guiándose por sus viejas consignas. Hemos permitido un cierto retraso en la destrucción de la oposición reaccionaria. Hemos continuado hablando de modo erróneo de la posibilidad de coordinar los intereses de los empresarios y comerciantes privados con los intereses generales del Estado en un momento en que toda la situación ya permitía tomar medidas radicales para la eliminación de la ley de los capitalistas en la economía nacional, cuando efectivamente se habían abierto los cauces necesarios para llevar a cabo las bases del socialismo en toda su esencia. Esto no se podía permitir.

Pero por suerte nunca hemos perdido la pista de la perspectiva general de nuestro desarrollo hacia el socialismo. Nosotros claramente siempre comprendíamos que la destrucción del fascismo y la realización de muchas reformas –como las que contaban por ejemplo en el programa del Frente de la Patria durante el 17 de julio de 1942– tenían que estar atadas también al de levantar nuestro objetivo último –el socialismo y en última instancia, el comunismo–. Hemos dicho una y otra vez que el prisma de nuestro partido como la vanguardia de la clase obrera, era la realización completa del programa de Frente de la Patria, pues éste creaba las condiciones necesarias para avanzar al socialismo. Nosotros siempre hemos recalcado que no había ninguna contradicción entre nuestra política dentro del Frente de la Patria y su lucha para unir a todas las fuerzas democráticas y progresistas bajo el Frente de la Patria para la realización de su programa; de un lado, y la lucha por el socialismo; por el otro. Pero en aquel tiempo la transición al socialismo todavía nos parecía una cuestión para el futuro relativamente distante, y la situación local e internacional no nos parecía propicia para tales medidas radicales.

Mientras tanto, el programa de Frente de la Patria, que como tal había sido proclamado en 1942 y especificado después del 9 de septiembre de 1944, en la declaración del primer gobierno del Frente de la Patria, para finales de 1946 ya en su mayoría se había realizado. Es más, con la proclamación de la República Popular y la elaboración del plan de «dos años», nosotros ya habíamos rebasado el primer programa del Frente de la Patria. El desarrollo del proceso revolucionario comenzado sobre el 9 de septiembre hizo que fuera indispensable tomar medidas decisivas para la liquidación de la gran propiedad capitalista privada y comenzar una política constante de golpear y aislar a los elementos kulaks en el campo, del mismo modo radical se debía revisar el aparato estatal y formular un nuevo programa para el Frente de la Patria con las perspectivas claramente formuladas hacia el socialismo, para una reconstrucción correspondiente del Frente de la Patria, para una próxima consolidación del papel dominante del Partido Obrero (comunista) Búlgaro dentro de éste.

Este retraso en el ritmo de la evolución económica y política de nuestro país demuestra que nuestro partido subestimó temporalmente sus propias fuerzas: las de la clase obrera y las demás clases trabajadoras, y sobreestimó equivocadamente las fuerzas de la reacción. Como el XVIº Pleno del Comité Central declaró:

«Nuestro partido careció de la claridad necesaria en cuanto a las perspectivas y el paso de nuestro movimiento hacia el socialismo». (5) (Georgi Dimitrov, XVIº Pleno del Comité Central, julio de 1948)

El partido no fue capaz de armarse en un análisis marxista-leninista en cuanto a analizar el 9 de septiembre como punto decisivo y de las posibilidades consiguientes que abría, fallando en comprender el momento adecuado de las etapas de nuestro desarrollo. Afortunadamente sin embargo, el partido, aunque con un cierto retraso y con un examen teórico  insuficiente de los problemas, hizo méritos para saber manejar todo esto y tomó medidas para asegurar la solución de las nuevas tareas asignadas por las nuevas condiciones contemporáneas.

Este ejemplo confirma una vez más la vieja verdad de que es más fácil de aprender de memoria los principios del marxismo-leninismo que aplicarlos en la práctica como una guía para la acción, correcta y en el tiempo exacto, en todas las etapas del desarrollo social. Para el dominio de este arte, los líderes del partido, tanto superiores como de menor rango, deben trabajar sin descanso y aplicar un estudio diligente, para que a la hora de tomar medidas el partido no se quede atrás y ni se adelante demasiado.

Nunca olvidaremos la inestimable y oportuna ayuda que recibimos del gran Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética y en particular de Stalin personalmente; por los consejos y las explicaciones sobre los asuntos de la política de nuestro partido que actúa como fuerza principal de la democracia popular. Esto es algo que nos permitió rápidamente corregir estos y otros errores.

A mediados del año pasado –o sea en 1947–, bajo el liderazgo de nuestro partido, una serie de medidas trascendentales y fundamentales fueron realizadas para consolidar completamente  la democracia popular y preparar el terreno para poner las bases económicas de socialismo en Bulgaria. La nueva constitución de la Republica Popular fue adoptada, ésta legalmente consolidó los logros históricos del levantamiento del 9 de septiembre y del gobierno de democracia popular, lo que abría entonces las perspectivas próximas para el socialismo.

Sobre la iniciativa y bajo el liderazgo de nuestro partido, industria, bancos privados, comercio exterior, el comercio local al por mayor, la gran propiedad urbana y bosques fueron socializados, mientras que la maquinaria de granja e instrumentos fueron comprados en grandes cantidades para la agricultura. La mayor parte de los medios de producción  han pasado a ser propiedad pública.

La nacionalización de industria es la medida revolucionaria más importante de nuestra economía. Esto consolidó nuestro desarrollo planificado  hacia el socialismo. En la industria, el crédito, el transporte y el sector público han venido a ocupar una posición casi monopolística. Lo mismo en el comercio exterior y el comercio al por mayor local. En nuestro comercio local de venta al público el sector público ya pesa más que el sector privado. En la agricultura y la artesanía el sector público ha cultivado firmes raíces que se van haciéndose cada vez más fuertes por la creación de más de 70 estaciones de máquinas de tractores, de más de 1.000 cooperativas que cultivan la tierra con aproximadamente 300.000 hectáreas de tierra arable, hay también desarrolladas granjas estatales con casi 100.000 hectáreas de tierra, de nuevas cooperativas de artesanos y una rápida subida del movimiento cooperativo en las ciudades y el campo.

De la mano con estos cambios radicales y conforme a nuestra constitución y la del pueblo, nuestro aparato estatal fue a fondo revisado y, a pesar de algunos defectos, éste sigue mejorándose como un aparato de democracia popular.

Nuestro partido tomó la iniciativa y, como ya se sabe, reorganizamos el Frente de la Patria bajo nuestra guía, transformándolo en una organización política unificada con sus propias reglas y con un programa revisado que formula las nuevas tareas de transformar al país con miras hacía lograr el socialismo. Así, como consecuencia del trabajo firme del partido, los elementos de coalición del Frente de la Patria  fueron completamente abolidos. Este frente ahora se ha convertido una organización que reúne la alianza militante entre obreros y campesinos bajo el liderazgo generalmente aceptado de la clase obrera encabezada por nuestro partido. Todos los partidos y organizaciones públicas que componen el Frente de la Patria reconocen hoy la necesidad de construir el socialismo.

El IIº Congreso del Frente de la Patria de febrero de 1948 marcó una etapa muy importante para su posterior desarrollo. Los elementos hostiles, vacilantes e inestables que se habían infiltrado en el Frente de la Patria con el objetivo de disgregarlo, objetivo que realizaban mediante la labor de zapa desde dentro, fueron expulsados como dijimos. El Frente de la Patria sólo podía obtener beneficios de esto. En su lugar, después IIº Congreso del Frente de la Patria de febrero de 1948, nuevas fuerzas irrigaron al frente a partir de las filas de las clases trabajadoras, así como de sus organizaciones de masas. El Frente de la Patria como organización política de masas confirma la alianza militante de las clases trabajadoras de ciudad y campo bajo el liderazgo de la clase obrera, es por ello que ahora está más fuerte y más unido que nunca.

Hoy el Frente de la Patria incorpora una unidad moral y política cada vez mayor, algo que parte de las clases trabajadoras de nuestro país, esta unidad es la condición básica para llevar a un final acertado la lucha contra los elementos capitalistas y cumplir la edificación de las bases del socialismo.

La transformación del Frente de la Patria en una organización política unificada con un programa común, el del socialismo, con una estricta disciplina y con el reconocido rol del Partido Obrero (comunista) Búlgaro, es indudablemente un gran logro. Es por esta razón que condenamos toda la subestimación de su importancia y papel con las masas. Era y sigue siendo de vital necesidad de nuestro país. No podemos dejar de llamar a cuentas a los comunistas cuya actitud desdeñosa hacia el Frente de la Patria lleva agua al molino de nuestros enemigos de clase que están interesados principalmente en desacreditarlo.

Ni que decir tiene que en el marco del Frente de la Patria, algunas de las partes componentes de éste pueden preferir fusionarse o suspender su existencia como organización independiente, cuando lo consideren oportuno y útil. Pero eso es asunto suyo.

Estas profundas transformaciones y la cambiada correlación de clases y fuerzas políticas en nuestro país, junto con el apoyo activo de la Unión Soviética, prepararon el terreno para la edificación de las bases del socialismo en nuestro país como una tarea urgente, vital y práctica. Esta es ahora la política general de nuestro partido, que a la cabeza de la clase obrera, y estrechamente aliado al campesinado realizará esta correcta política firmemente y resueltamente, con plena confianza en su victoria y a pesar todas las dificultades internas y sobre todo externas.

Anotaciones de Georgi Dimitrov:

[6] El Derecho sobre la posesión de tierra, adoptado por la Asamblea nacional el 12 de marzo de 1946, determinó el tamaño máximo de una granja: 20 hectáreas –exceptuando el sur de la región de Dobroudja con 30– para campesinos, y de 3 a 5 hectáreas  para los no campesinos. La tierra de criminales de guerra y enemigos populares fue confiscada. La mayor parte de ella, 211.000 hectáreas, fueron distribuidas entre 128.000 campesinos sin tierra o campesinos pobres –a promedio de una hectárea por familia–. La ley animó a los campesinos a unirse en cooperativas de productores agrícolas.

[7] El «cuarto decreto» fue publicado el 23 de noviembre de 1944 por un grupo de reaccionarios miembros del gobierno de Frente de la Patria, encabezado por Damyan Velchev y Nikola Petkov a espaldas de los ministros comunistas. Su objetivo era salvar a los oficiales fascistas que habían cometido crímenes contra el pueblo de un justo castigo, ofreciéndoles la oportunidad de ir al frente y unirse a las fuerzas armadas de modo que ellos pudieran así redimir su culpa. En caso de que ellos fueran heridos o se les concediera una medalla, estas personas serían eximidas de su anterior responsabilidad. Esta cuestión sería resuelta, según el decreto, por el ministro de guerra, Damyan Velthev. El Partido Comunista Búlgaro se opuso firmemente a este decreto. El 4 de diciembre de 1944, su Politburó indicó en una declaración que el «cuarto decreto» era contrario al programa de Frente de la Patria y exigió su supresión inmediata. En respuesta a su petición, en todo el país hubo reuniones nacionales y demostraciones de fuerza que fueron sostenidas por los trabajadores, en apoyo a la demanda del partido. Bajo la presión de las masas, forzaron a los ministros reaccionarios a capitular; sobre el 7 de diciembre de 1944 el «cuarto decreto» fue anulado.

[8] Damyan Velchev, fue un general y político reaccionario, uno de los líderes del ala derecha en el círculo político Zveno, un participante activo durante el golpe del 9 de junio de 1923 y también del golpe de Estado fascista de 1934. Entre 1944 y 1946 fue miembro del primer gobierno del Frente de la Patria como ministro de guerra, pero a consecuencia de sus actividades antipopulares se le obligó a desocupar su puesto ministerial. Más tarde Damyan Velchev fue designado ministro plenipotenciario en Berna. Posteriormente rechazó volver a Bulgaria.

[9] Georgi Mihov Dimitrov, fue un político reaccionario y uno de los líderes del ala derecha de la Unión Agraria en el período anterior a la guerra. Durante los años de la Segunda Guerra Mundial emigró. Después de la liberación de Bulgaria, Georgi Mihov Dimitrov volvió a Bulgaria y, habiendo logrado la toma de la secretaria general de la Unión Agraria, desarrolló una actividad hostil al gobierno popular. Levantó la consigna demagógica de: «paz, pan y libertad» en ese momento, con la intención de poner fin a la guerra contra la Alemania nazi y dar rienda suelta a los fascistas y reaccionarios. A través de sus agentes Georgi Mihov Dimitrov, comenzó a propagar la consigna de la necesidad de un gobierno homogéneo de su partido, estableciendo un gobierno que dejara fuera a nuestro partido. Bajo la presión de las grandes masas de los miembros de los sindicatos agrarios que querían reforzar sus vínculos con el Frente de la Patria y purgar a la Unión Agraria de todos los elementos reaccionarios, en enero de 1945 Georgi Mihov Dimitrov se vio obligado a abandonar el puesto de secretario general y en mayo de 1945 en la Conferencia de la Unión Agraria fue expulsado de sus propias filas. Sin embargo, continuó su actividad subversiva contra el gobierno popular, como resultado de lo cual fue puesto bajo arresto domiciliario. Logró escapar y se escondió en la casa del Sr. Barnes, el representante político de Estados Unidos en Bulgaria. En septiembre de 1945, Georgi Mihov Dimitrov dejó Bulgaria. Fuera del país encabezó la actividad hostil de los reaccionarios emigrantes contra la República Popular de Bulgaria.

[10] Nikola Petkov, fue un político reaccionario, también miembro de la Unión Agraria. Entre 1943 1945, como uno de los representantes de la Unión Agraria, era miembro del consejo nacional del Frente de la Patria. Después de la liberación de Bulgaria se convirtió en ministro sin cartera en el primer gobierno de Frente de la Patria –de 1944 y 1945–; pero pronto comenzó una lucha insidiosa contra las empresas democráticas del gobierno popular. Entre 1945 y 1947 encabezó la conocida ala derecha de la Unión Búlgara Agraria, que junto con el ala derecha del Partido Socialdemócrata se separaron del Frente de la Patria para formar la oposición antipopular opuesta al Frente de la Patria. Por su actividad contra el gobierno popular y por haber conspirado mediante un derrocamiento violento contra éste, Nikola Petkov fue condenado a muerte en 1947.

[11] Grigor Cheshmedjiev, fue un militante reaccionario del búlgaro Partido Socialdemócrata. Entre 1944 y 1945 fue ministro de asistencia social, fue miembro del primer gobierno del Frente de la Patria  –de 1944 y 1945–. En 1945, encabezó a un grupo de socialdemócratas del ala derecha que dejaron el Frente de la Patria y el Partido Socialdemócrata, formando un partido socialdemócrata propio, y que aliado a la nueva asociación de Nikola Petkov, acabó derivando en actividades hostiles contra la República Popular.

[12] Vassil Yuroukov, partidario de Vassil Yuroukov, líder del ala derecha en el círculo político de Zveno.

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