Cardenal polaco Stefan Wyszyński y su compatriota Edward Gierek en Roma, 1977 |
«En el campo polaco impera, pues, el sistema agrícola capitalista, alimentado y reforzado con sentimientos religiosos antisocialistas y antisoviéticos por la propaganda capitalista occidental y por el Vaticano a través de la iglesia polaca, que tienen luz verde para actuar. La misma situación se da en las ciudades polacas, y por tanto en las fábricas. La iglesia católica tras la liberación, a excepción de un período en la época de Bolesław Bierut, ha desempeñado y desempeña un importantísimo papel contrarrevolucionario. Ha conservado, afirmado y desarrollado sus posiciones ideológicas reaccionarias y continúa ejerciendo una profunda influencia política sobre el campesinado y la clase obrera, por no hablar ya de la intelectualidad polaca, que defiende y desarrolla el idealismo y otras ideologías reaccionarias. Władysław Gomułka y Edward Gierek han dado este importante papel a la iglesia católica y, queriendo o sin querer, lo han tolerado los revisionistas soviéticos. (...) La propia clase obrera polaca debe comprender esto. Comprender que el verdadero camino de salvación exige que la clase obrera polaca, bajo la dirección de un partido verdaderamente marxista-leninista e inspirada por el marxismo-leninismo, ponga al pueblo polaco en pie y le guíe en el campo de batalla para derrocar a las camarillas capitalista-revisionistas del interior, para liberarse del yugo de la Unión Soviética revisionista, para sacudirse el yugo del capitalismo mundial y para liquidar la corrosiva influencia de la iglesia católica. La clase obrera y el pueblo polaco deben comprender que su actual antisovietismo no se basa en la ideología marxista-leninista, sino que es un antisovietismo inspirado por las ideas chovinistas de la burguesía polaca». (Enver Hoxha; ¿Qué se oculta tras las huelgas de los obreros de los puertos polacos del Báltico?, 1980)
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