martes, 28 de enero de 2020

Bebel exponiendo el cinismo de la teoría feminista del «techo de cristal»...


«Lo más notable de estas aspiraciones es que no transcienden el marco del orden social actual. No se plantea la cuestión de si se ha realizado en general algo esencial y radical para la situación de las mujeres. Apoyarse en el orden social burgués, es decir, capitalista, se considera la igualdad de derechos burgués entre el hombre y la mujer como solución definitiva de la cuestión. Uno no es consciente o se engaña en el sentido de que, por lo que se refiere a la libre admisión de la mujer a las profesiones industriales y comerciales, este objetivo se ha alcanzado realmente, y por parte de las clases dominantes recibe el más vigoroso impulso en su propio interés. Pero en las circunstancias dadas, la admisión de las mujeres a todas las actividades industriales ha de tener el efecto de que se acentúe cada vez más la lucha competitiva de las fuerzas del trabajo, y el resultado final es: disminución de los ingresos para la fuerza de trabajo femenina y masculina. (...) Es evidente que esta no puede ser la solución correcta. (...) A la gran mayoría de las mujeres les es indiferente que unos cuantos miles de sus compañeras pertenecientes a las capas mejor situadas de la sociedad lleguen a la enseñanza superior, a la práctica de la medicina o a una carrera científica o administrativa cualquiera. Ello no altera en nada la situación general del sexo. (...) El mundo femenino está especialmente interesado en combatir hombro con hombro con el mundo masculino proletario por todas las normas e instituciones que protegen a la mujer de la degeneración física y moral y le garantizan sus facultades de madre y educadora de los hijos. La proletaria tiene también en común con sus compañeros masculinos de clase y destino la lucha por la transformación radical de la sociedad, a fin de establecer una situación que facilite la completa independencia económica y espiritual de los dos sexos mediante las correspondientes instituciones sociales. Así que no solo se trata de realizar la igualdad de derechos de la mujer con el hombre en el terreno del orden social existente, lo cual constituye el objetivo del movimiento femenino burgués, sino, más aún, de eliminar todas las barreras que hacen que el hombre dependa del hombre, y, por tanto, también un sexo del otro. Esta solución de la cuestión femenina va vinculada a la solución de la cuestión social (...) Todos los socialistas debieran estar de acuerdo con las ideas fundamentales expuestas aquí. Pero no podemos decir lo mismo respecto a la manera en que pensamos realizar los objetivos finales, es decir, cómo deben de ser las medidas e instituciones individuales que fundamentan la pretendida independencia e igualdad de derechos». (August Bebel; La mujer y el socialismo, 1879)

Anotaciones de Bitácora (M-L):

Véase otras exposiciones marxistas similares:


«Entonces, ¿es realmente posible hablar de las feministas como las pioneras en el camino hacia el trabajo de las mujeres, cuando en cada país cientos de miles de mujeres proletarias habían inundado las fábricas y los talleres, apoderándose de una rama de la industria tras otra, antes de que el movimiento de las mujeres burguesas ni siquiera hubiera nacido? (...) Nos resulta difícil señalar un solo hecho en la historia de la lucha de las mujeres proletarias por mejorar sus condiciones materiales en el que el movimiento feminista, en general, haya contribuido significativamente. Cualquiera que sea lo que las mujeres proletarias hayan conseguido para mejorar sus niveles de vida es el resultado de los esfuerzos de la clase trabajadora en general, y de ellas mismas en particular. La historia de la lucha de las mujeres trabajadoras por mejorar sus condiciones laborales y por una vida más digna es la historia de la lucha del proletariado por su liberación. ¿Qué fuerza a los propietarios de las fábricas a aumentar el precio del trabajo, a reducir horas e introducir mejores condiciones de trabajo, si no el temor a una grave explosión de insatisfacción del proletariado? ¿Qué, si no el miedo a los «conflictos laborales», persuade al gobierno de establecer una legislación para limitar la explotación del trabajo por el capital?». (Alejandra Kollontai; Los fundamentos sociales de la cuestión femenina, 1907)

No hay comentarios:

Publicar un comentario

«¡Pedimos que se evite el insulto y el subjetivismo!»