«Estimada A. M.: Nos ha alegrado mucho la declaración de los noruegos y los esfuerzos realizados por usted en cuanto a los suecos. ¡Sería endiabladamente importante lograr una declaración internacional conjunta de los marxistas de izquierdas. Una declaración de principios es lo más importante y, por el momento, lo único posible.
A mi criterio, tanto Roland-Holst como Rakovski –¿vio
su folleto en francés?– y como Trotski son todos «kautskistas», los más dañinos, en el sentido de que todos ellos,
en diferente forma, son partidarios de la unidad con los
oportunistas, todos, en diferente forma, embellecen el oportunismo, y todos ellos –de diferente forma– predican
el eclecticismo en vez del marxismo revolucionario.
Creo que su crítica del proyecto de declaración no
muestra –si no me equivoco– serias diferencias entre nosotros. Considero erróneo en teoría y perjudicial en la
práctica, no hacer una distinción entre tipos de guerra.
No podemos estar en contra de las guerras de liberación
nacional. Usted cita el ejemplo de Servia. Pero si los
servíos estuvieran solos contra Austria, ¿no estaríamos
acaso en favor de ellos?
El fondo del asunto ahora es la lucha entre las grandes
potencias por el nuevo reparto de colonias y por el sometimiento de las pequeñas potencias.
¿Una guerra de la India, Persia, China, eto., contra
Inglaterra o Rusia? ¿No estaríamos nosotros en favor de
la India contra Inglaterra, etc.? Llamar a esto «guerra
civil» es inexacto, es una exageración evidente. Es sumamente perjudicial extender mucho el concepto de guerra
civil, porque empaña la esencia del problema: una guerra
de los trabajadores asalariados contra los capitalistas de
un Estado determinado.
Al parecer, son precisamente los escandinavos los que están cayendo en un pacifismo pequeñoburgués –y provinciano, kleinstaatisch–, al negar «la guerra» en general.
Eso no es marxista. Hay que combatirlo, lo mismo que
su repudio a la milicia». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Carta a A. M. Kollontai, 4 de agosto de 1915)
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