«Toda la pandilla de Laváis, Flandins, Petains, Blums y Marquets, inmundicias burguesas en putrefacción, elementos corrompidos hasta la médula no son otra cosa que hermanos gemelos de los españoles Franco, Serrano Suñer, etc. Hace ya mucho tiempo que la burguesía ha dejado de ser representante de los intereses de la nación. La burguesía hoy traiciona los intereses nacionales y la defensa de estos intereses pasa a la clase obrera, que está llamada a liberarse a sí misma y a salvaguardar los intereses de la nación. Tal fue y tal es una de las más importantes enseñanzas que se derivan de la lucha del pueblo español y de los recientes acontecimientos de Francia. Habitualmente, la burguesía y los políticos socialdemócratas tratan de ocultar su política de traición y de capitulación esforzándose por hacer creer al pueblo que de este modo le salvarán de mayores y más duros sufrimientos. El arma venenosa que esgrimen para quebrar la resistencia popular ante el enemigo queda condensada en esta consigna infamante: «Antes la esclavitud que la muerte». Los acontecimientos de España y de Francia demuestran que esto es un engaño miserable. La capitulación nunca ha sido ni es la salvación. La política de la capitulación no solamente hace esclavos a los pueblos, sino que, también, los entrega como carne de cañón a los imperialistas extranjeros y los hunde en una guerra en la que ellos y sus hijos mueren defendiendo intereses ajenos. ¿Es que, acaso, la traición de la burguesía y de los terratenientes españoles puso fin a los padecimientos del pueblo español? No, en absoluto. En el momento en que las hordas bárbaras de Franco se lanzaron a la sublevación militar dieron una idea de lo que sería una España Nacional Sindicalista con esta consigna: «Ni un solo hogar sin pan y sin calor». Y el pueblo español, después de 16 meses de la «victoria» de Franco sufre más miseria y más hambre que nunca». (José Díaz; La burguesía no representa a la nación, 1940)
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