«La comunidad del hombre con el hombre es el primer principio y criterio de la verdad y la universalidad. La misma certeza de la existencia de otras cosas fuera de mí está mediada para mí por la certeza de la existencia de otro hombre fuera de mí. De lo que yo veo solo, dudo; únicamente cuando otro también lo ve, es ello cierto. (...) La verdad no existe en el pensar, no existe en el saber para sí. La verdad es únicamente la totalidad de la vida y de la esencia humanas. El hombre particular para sí no tiene la esencia del hombre ni en sí como ser moral, ni en sí como ser pensante. La esencia del hombre reside únicamente en la comunidad, en la unidad del hombre con el hombre: una unidad que, empero, no reposa sino en la realidad de la diferencia entre el Yo y el Tú. La soledad es finitud y limitación; la comunidad es libertad e infinitud. El filósofo absoluto, a imagen de L'état c'est moi del monarca absoluto y de l'être c'est moi del Dios absoluto, decía o al menos pensaba –de sí en tanto que pensador, no en tanto que hombre–: la vérité c'est moi. El filósofo humano dice, por el contrario: también en el pensar, también como filósofo, soy hombre entre los hombres». (Ludwig Feuerbach; Principios de la filosofía del futuro, 1843)
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