La negación de la industria pesada en el desarrollo de la economía nacional superditandola a la agricultura o a la industria ligera, es una de las características más comunes dentro de todos los revisionismos a la hora de negar las leyes en la construcción del socialismo. En el siguiente caso a analizar: China, veremos como los dirigentes chinos se adaptaron a lo que ellos llaman «modelo stalinista» hasta la muerte de ficha figura reportando grandísimos avances. Después intentaran crear un modelo de industrialización «acorde a las necesidades nacionales» y al igual que sus homólogos jruschovistas de entonces argumentando «desniveles» entre los sectores, todo esto degenerará en uno; en intentar industrializar el país bajo una descentralización económica, y dos; superditar la industrialización a la agricultura, y tres; fomentar las técnicas del socialismo de mercado como la ley del valor y su gran rol en dicho modelo económico. Las estadísticas entre las diferentes etapas dejan muy claro todo el panorama e indica que «gracias a dicha innovación» tan poco nueva, China no fue capaz de industrializarse lo cual detenía la capacidad defensa del país, el apoyo a la maquinaria agrícola, o la producción y extensión de otras ramas, por ello la apertura al capital extranjero no es una anomalía, sino que es consecuencia directa de esta desviación económica tras desviarse del plan industrial de inicios de los años 50. Como dice el autor muy correctamente: «No queremos discutir aquí la línea política de tal o cual dirigente –en este caso Mao Zedong– sobre que tenía en mente al negar las políticas de de rápida industrialización. Eso no viene al caso y es básicamente irrelevante para la presente discusión que es demostrar la invalidez de renegar de la industria pesad ay su papel».
El documento:
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Violación del principio marxista sobre el papel determinante del desarrollo de la industria pesada
En el apartado anterior hemos tocado uno de los postulados más importantes en los que se basa el manual de economía política de Shanghái. También como hemos visto, los autores reconocen inequívocamente la importancia de la industria pesada pese aunque mantienen que la agricultura es la base de la economía y determina el desarrollo de otros sectores de la economía. A pesar de que los autores del manual estén acuerdo formalmente con la formulación de la función rectora de la industria pesada, tienen una concepción muy diferente del intercambio de trabajo entre los distintos sectores de la economía que la defendida por los fundadores del marxismo-leninismo. En concreto, los autores dan prioridad a la agricultura, seguido de la industria ligera y la industria pesada. En esta sección vamos a ser más cuantitativos con los datos y vamos a tratar de demostrar que esta concepción conduce a la violación del principio marxista-leninista sobre la economía política de las sociedades de transición socialista acerca del papel determinante de la industria pesada en el desarrollo económico. Hacemos hincapié en el cambio cualitativo que tiene lugar en el desarrollo de la industria pesada en China al comparar las figuras principales de control económico del Primer Plan Quinquenal y las reformas económicas que se concretaron en la década de 1960 que, en nuestra opinión, liquidaron una serie de características básica incorporadas por el Primer Plan Quinquenal.
El principio marxista-leninista del papel de liderazgo en el desarrollo de la industria pesada se había aplicado en la Unión Soviética y en las democracias populares de Europa del Este y se había convertido en una noción generalizada para los comunistas chinos que llegaron al poder. En este sentido, el Primer Plan Quinquenal se había convertido en la materialización y concreción de las condiciones de China, de lo que se consideraba un modus operandi bien aceptado y sin controversia. No está dentro del alcance de este trabajo la elaboración de las consideraciones clásicas que conducen los fundadores del marxismo-leninismo a la conclusión de la necesidad del papel de liderazgo de la industria pesada en la economía de transición [6], pero haremos repasos sobre la marcha. Concluyendo lo contrario, los autores del manual de Shanghái niegan los conceptos básicos de la economía política marxista. Marx reiteró que el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas está fuertemente relacionado con el nivel de productividad alcanzado, que depende del grado de mecanización del trabajo. La creciente mecanización del trabajo es necesariamente impulsada por un cambio en la composición en el producto social en favor de la industria con respecto a la agricultura y en favor de la industria pesada con respecto a la industria ligera. Este es un resultado necesario del análisis marxista de la realización del producto social, un resultado necesario de la teoría marxista de la reproducción y la reproducción ampliada. Esto es aplicable a los modos capitalistas, socialistas y comunistas de la producción, así como a la economía de transición entre unas y otras. Negar en los hechos el papel de liderazgo en el desarrollo de la industria pesada con respecto a otros sectores de la economía nacional no sólo es flagrantemente antimarxista, sino que también contradice la observación puramente fenomenológica sobre la fuerte correlación entre el crecimiento de la industria y el crecimiento general de la economía en los modos de producción modernos, incluyendo el capitalista.
En este punto es importante hacer dos observaciones. En primer lugar, nosotros no tocamos las características básicas del desarrollo económico de China durante los años del Gran Salto Adelante. Las reformas económicas fueron relativamente cortas en comparación con otras etapas de la historia económica de China. No queriendo discutir la esencia de los fenómenos económicos que se produjeron por el Gran Salto Adelante –que tampoco pueden ser calificados de ortodoxos–, preferimos establecer una comparación entre el espíritu del Primer Plan Quinquenal y las reformas económicas de principios de 1960 –pues si son reformas más amplias y con más consecuencias–. En primer lugar, esto está destinado a simplificar el análisis y establecer una clara demarcación entre dos períodos bien definidos de la historia económica de China. En segundo lugar, debemos advertir que no es necesariamente correcto ver el Primer Plan Quinquenal como una etapa uniforme. Como cuestión de hecho, un análisis más detallado de las cifras de control de los primeros cinco años muestra cambios en el Plan hacia 1956-1957 que reflejan ciertos cambios en las discusiones económicas de la época. Los pilares de la nueva doctrina económica, que se resumen en el manual de Shanghái, se establecieron precisamente durante el período de 1956-1957 a raíz del XXº Congreso del PCUS de 1956, y su homólogo nacional; el VIIIº Congreso del PCCh del mismo año. Estas ideas se consolidaron en los años posteriores, y estaban en nuestra opinión aplicadas consistentemente a principios de 1960. Cuando establecemos una comparación entre el Primer Plan Quinquenal y las reformas económicas de la década de 1960 estamos utilizando pues, una simplificación conveniente.
Independientemente de las consideraciones académicas relativas a la determinación de las diversas etapas de la historia económica de China, es evidente para nosotros que el espíritu del Primer Plan Quinquenal y las reformas económicas de la década de 1960 son fundamentalmente diferentes. El ámbito de aplicación del primer Plan Quinquenal fue muy bien definido e incluía la construcción de la base material para el socialismo a través de la industrialización del país:
«El magnífico Primer Plan Quinquenal para el Desarrollo de la Economía Nacional se puso en marcha en 1953. Una de sus tareas fundamentales fue la de establecer una base preliminar para la industrialización socialista del país». (Diez Grandes Años, Oficina Estatal de Estadística, Prensa para Lenguas Extranjeras, Pekín 1960, p. 80)
En principio, los revisionistas en el campo de la economía política no se oponían a las declaraciones a favor de la industrialización como criterio principal del éxito de la transformación socialista. La afirmación anterior no significa necesariamente que el Primer Plan Quinquenal fuera en principio mejor que los planes sucesivos, pero a diferencia de otros está claro también desde un inicio que si tenía un objetivo claro, unas directrices específicas:
«La tarea central en periodo de transición de China es llevar a cabo la industrialización socialista, y la política básica para la construcción del socialismo es dar prioridad al desarrollo de la industria pesada». (Diez Grandes Años, Oficina Estatal de Estadística, Prensa para Lenguas Extranjeras, Pekín 1960, p. 46)
El principio marxista-leninista del papel determinante en el desarrollo de la industria pesada fue codificado en el espíritu del Primer Plan Quinquenal como ya hemos repetido varias veces. Como muestra de análisis cuantitativo de datos, los economistas y los planificadores chinos hicieron poner en práctica este principio básico en la práctica económica. En retrospectiva, muchas críticas imperialistas y pequeñoburguesas sobre del primer Plan Quinquenal de China asocian estas políticas con las del stalinismo, que supuestamente «impuso» a China y a otros países progresistas desde el exterior dicho «dogma» [7]. Los ideólogos del imperialismo y sus seguidores siempre confunden el respeto por el mundo progresista que se vertió a la Unión Soviética y sus dirigentes, con la imposición política, especialmente en lo referente al período de pos guerra. No negamos el enorme respeto que el mundo progresista tenía para el modelo económico soviético; el cual volvió un país atrasado y agrícola en una superpotencia poderosamente industrializada que obtuvo la victoria en la más dura de todas las guerras. Sin embargo, es evidente para nosotros que los principios básicos de un modelo económico no se consideraron en ese momento para ser intrínseca a las condiciones histórico-económicas concretas rusas, sino que fueron una concreción de los principios económicos del marxismo-leninismo. Se reconoce en todo el mundo progresista que el célebre éxito de la Unión Soviética se debió a la concreción correcta de los principios económicos del marxismo-leninismo, siendo –como podía esperarse– el papel de liderazgo de la industria pesada de particular importancia. Como cuestión de hecho, las tasas más altas de crecimiento económico sostenido en la Unión Soviética como en China se lograron cuando se aplicó el principio de la función rectora de la industria pesada de modo consistente. Los economistas del revisionismo, el imperialismo y la pequeña burguesía sostienen lo contrario y niegan los hechos históricos flagrantes, aun a riesgo de hacer un espantoso ridículo:
«Dentro del Partido Comunista se luchaba con respecto al camino a seguir. Uno de los temas más candentes era cómo desarrollar y modernizar la economía. Un grupo de dirigentes del partido proponía un programa de industrialización rápida, que concentraba los recursos nacionales en las fábricas grandes y modernas y en la tecnología avanzada. Querían desarrollar los centros urbanos, con la idea de que el desarrollo poco a poco llegaría al campo. Decían que se necesitaba todo un aparatazo de planificación centralizada para manejar la economía y recomendaban preparar un vasto ejército de expertos y especialistas para administrar la nueva economía y el gobierno. Proponían motivar a los trabajadores y al personal de las empresas por medio de incentivos monetarios y diferencias salariales. Ese programa seguía los pasos de la Unión Soviética, que ejercía mucha influencia en China en ese tiempo. Pero Mao reconocía las fallas del modelo que se ponía en la práctica en la Unión Soviética y también en China en los años 50. El modelo soviético colocaba la técnica y la pericia por encima de la iniciativa y la actividad consciente de las masas. Mao rechazó la subordinación de la agricultura a la industrialización urbana. También decía que China tenía que descentralizar la industria y evitar la concentración del desarrollo en las ciudades y las costas, que eran más vulnerables a un ataque e invasión imperialista. Mao buscaba forjar un camino distinto de desarrollo económico y social. Para decirlo de otro modo, tras la victoria nacional en 1949 Mao luchaba contra dos legados. En primer lugar, luchaba contra el legado y la influencia y presión aún importante del capitalismo y del imperialismo occidental. Segundo, rompía con el legado del modelo soviético de desarrollo». (Raymond Lotta, El avance de Mao: Romper con el modelo soviético, 2006)
No queremos discutir aquí la línea política de tal o cual dirigente político –en este caso Mao Zedong– sobre que tenía en mente al negar las políticas de rápida industrialización [8]. Eso no viene al caso y es básicamente irrelevante para la presente discusión; que es demostrar la invalidez de renegar de la industria pesada y su papel. Es evidente para nosotros que la crítica estándar de lo que los ideólogos de la pequeña burguesía se refieren como el «modelo soviético» refleja, por una parte, su falta de comprensión de los principios básicos de la economía política marxista-leninista, y su desprecio para el estudio económico y hechos históricos, por otra. Además, los apologistas de las ideas resumidas del manual de Shanghái plagian básicamente muchos de los argumentos esgrimidos por los ideólogos imperialistas, entre los cuales los académicos estadounidenses son los más prolíficos de todos ellos. Raymond Lotta, como partidario típico de las ideas del manual de Shanghái, reproduce rasgos distintivos de la crítica burguesa del llamado «modelo soviético» que supuestamente resumido sería algo así; un desarrollo de la industria que se produce en detrimento de las zonas rurales. La objeción de Lotta no añade mucho a la patética refutación de Bujarin y Trotsky durante los años 30 en cuanto a la línea del Partido Bolchevique para la industrialización y la colectivización del campo. Tampoco Lotta difiere mucho de la típica crítica burguesa, típica en cuanto a la planificación centralizada como uno de los pilares básicos del modelo económico, algo que como Mao parece que rechaza. Es un hecho bien conocido de que las reformas económicas que siguieron a la finalización del Primer Plan Quinquenal en China involucraron una masiva descentralización de la gestión económica [9] y de toma de decisiones, reduciendo la planificación central a un órgano de coordinación de una gran masa de productores independientes que intercambian acuerdos laborales con el principio del intercambio de valores equivalentes –la conocida como ley del valor– y el llamado principio de la autosuficiencia, valiéndole este «desarrollo del marxismo» un aplauso entre los círculos más viciados de la intelectualidad burguesa por luchar contra el «dogma stalinista». A pesar de lo que los partidarios de las ideas del manual de Shanghái puedan creer a causa de su ignorancia, estos principios son comunes a la «contribución» de la Yugoslavia titoista a las teorías modernas sobre el ahora famoso «socialismo de mercado». Este es el modelo económico que Lotta y los autores del manual definen como «modelo económico marxista-leninista». El llamado «modelo soviético» del que habla ese renegado no se basó en amplias diferencias salariales e incentivos materiales. Los incentivos morales desempeñaron un papel crucial en la producción soviética. Sin embargo, las diferencias salariales e incentivos materiales, a pesar de que no deben convertirse en el principal incentivo para que las masas participen en la producción, son consistentes con el principio socialista de distribución y deben existir en el socialismo. Es utópico afirmar lo contrario, pero es cuanto menos irónico que se acuse de tal cosa desde el prisma de la estructura salarial china [10]. No es de extrañar, que Lotta apele al fenómeno de la conciencia cuando caracteriza el llamado modelo soviético como uno que «colocaba la técnica y la pericia por encima de la iniciativa y la actividad consciente de las masas». Como se verá en la última sección, se trata de una expresión de la metafísica y el idealismo en el tratamiento de la política y los fenómenos de la conciencia en cuestiones de economía política. Con esta digresión queremos ilustrar la idiosincrasia de aquellos que han sostenido y siguen sosteniendo contra el papel determinante en el desarrollo de la industria pesada con respecto a otros sectores de la economía.
En términos de desarrollo económico de la primera década, 1949-1959, se puede dividir en tres etapas distintas: en primer lugar, el período de recuperación de 1949-1952, el Primer Plan Quinquenal a partir de 1952-1957 y el Gran Salto Adelante de 1957-59. El período de 1950 a 1952, tras la toma del poder por parte del gobierno revolucionario, se caracterizó por un crecimiento económico considerable, debido a los esfuerzos para restaurar las secciones latentes de las fuerzas productivas, sobre todo en la industria y otros sectores cruciales de la economía nacional. Según diversas fuentes, el PNB económico –Producto Nacional Bruto– creció durante ese período en un promedio de 25%. Esto se debió a la movilización de los cuadros políticos y la población activa en un momento en que industrias enteras habían sido improductivas después de un período de inestabilidad política, que llegó a un abrupto final después de 1949:
«Durante el período 1949-1952 el valor de la producción bruta de la industria aumentó en un 145% y el valor de la producción bruta de la agricultura aumentó en un 48,5 por ciento. En 1952 la mayoría de los principales productos de la industria y la agricultura o bien habían sido restaurados a sus niveles anteriores o habían superado en realidad a los registros anteriores a la liberación». (Diez Grandes Años, Oficina Estatal de Estadística, Prensa para Lenguas Extranjeras, Pekín 1960, p. 3)
Después de un breve, pero bastante espectacular proceso de recuperación, los planificadores chinos, con la ayuda de sus homólogos soviéticos, formularon lo que se ha conocido comúnmente como el Primer Plan Quinquenal. Este período es, sin la más mínima duda el período económico más exitoso de la historia económica de la China revolucionaria. Argumentar lo contrario es ignorar y mal interpretar hechos históricos abrumadores:
«Durante el período de 1952-1957 el valor de la producción bruta de la industria se incrementó en un 128%, un incremento medio anual del 18%, y el valor de la producción bruta de la agricultura aumentó en un 25%, un aumento anual del 4,5%». (Diez Grandes Años, Oficina Estatal de Estadística, Prensa para Lenguas Extranjeras, Pekín 1960, p. 3)
El éxito rotundo del Primer Plan Quinquenal resonó en todo el mundo. Fue elogiado en la prensa soviética, así como en la prensa de las democracias populares. Incluso los economistas burgueses admitieron el estimulante éxito logrado durante el Primer Plan Quinquenal, que, como se mencionó anteriormente, tiene su enfoque principal en sentar las bases de la industrialización de China:
«El Primer Plan Quinquenal de China -1952-1957- fue un plan técnico relativamente racional pensado para el desarrollo económico, que llevó consigo un impresionante progreso económico durante ese período». (BM Richman, Sociedad Industrial de China comunista, 1969, p. 47)
El éxito histórico de las políticas del primer Plan Quinquenal, que confirman la veracidad de la ciencia económica marxista, toca una cuestión más fundamental; la superioridad del modo de producción socialista con respecto al capitalismo. La superioridad del modo de producción socialista se ha demostrado sobre la base de priorizar el desarrollo de la industria pesada:
«Todo esto demuestra que los dos sistemas diferentes, el socialismo y el capitalismo, crean dos tipos completamente diferentes de desarrollo de la economía nacional y en esto el socialismo es incomparablemente el mejor sistema». (Diez Grandes Años, Oficina Estatal de Estadística, Prensa para Lenguas Extranjeras, Pekín 1960, p. 6)
Esta característica destacada es generalmente ignorada por los ideólogos del revisionismo y del imperialismo. Estos últimos lo hacen por razones obvias. Los primeros se enfrentan a la dura realidad de que sus teorías antimarxistas con respecto a la cuestión de la industria pesada y de otros puntos cruciales de la economía política del socialismo en la práctica, quizás a causa de sus perjuicios –enquistados en su mente por la propaganda burguesa– referentes al excelente crecimiento económico mostrado por la Unión Soviética y las democracias populares durante la década de los años 1930-50, logros que obviamente eclipsaron la de los países capitalistas más desarrollados. La superioridad de la forma de organización socialista de la producción fue liquidada con la eliminación del principio marxista-leninista del papel de liderazgo en el desarrollo de la industria pesada en la economía de transición socialista. Este es otro hecho histórico-económico que los partidarios del manual parecen ignorar apropósito. En su lugar, optan por concentrarse en discutir sobre el papel de la conciencia en la economía, mientras que no comprenden las leyes objetivas del desarrollo económico, la verdadera tarea de la economía política. Mientras que el pensamiento económico revisionista de China se resumen en el manual de Shanghái, haciéndose hincapié en los fenómenos de la conciencia con la presentación del concepto de «revolución en el mando», los economistas revisionistas en la Unión Soviética y otros países se concentraron en una conciencia más «crítica» del llamado modelo stalinista de industrialización, evitando errores idealistas obvios. Sin embargo, todos ellos, con independencia de su línea de pensamiento y razonamiento, convergieron en la demonización del «modelo antiguo» que era «excesivamente favorable a la industria pesada» y tendía a la «creación de desequilibrios económicos».
El análisis de las cifras de control del Primer Plan Quinquenal y el desempeño económico actual es un tema fascinante que, en nuestra opinión, ha sido descuidado por aquellos que dicen defender las tradiciones revolucionarias de los revolucionarios chinos. Las cifras concretas de crecimiento económico en los diferentes sectores de la economía nacional eran realmente impresionantes. Si bien en general el crecimiento económico era excelente, el crecimiento más impresionante fue en la industria pesada:
«Al comparar las cifras de producción de 1958 y 1949, se registraron los siguientes aumentos: acero –no incluyendo el acero producido por métodos indígenas– se incrementó en 4.960%; arrabio –no incluyendo el hierro producido por métodos indígenas– se incrementó en 3.680%, energía eléctrica 540%, carbón 730%, petróleo crudo 1.770%; máquinas de herramientas para corte de metales 3.060%, cemento 1.310%, tela de algodón 200%; papel 610%, el aceite vegetal comestible 180%, el azúcar 350%; cereales 130%, y el algodón 370%». (Diez Grandes Años, Oficina Estatal de Estadística, Prensa para Lenguas Extranjeras, Pekín 1960, p 6)
Observemos la primera tabla que traemos a nuestro documento:
La Tabla I muestra el cambio de año a año en el peso relativo de la producción bruta de la industria y la agricultura entre 1949-1957, esta tabla cubre el período de recuperación y el primer Plan Quinquenal (Diez Grandes Años, Oficina Estatal de Estadística, Prensa para Lenguas Extranjeras, Pekín 1960, p. 17). El peso relativo de la industria –tanto de bienes de consumo y medios de producción– fue de alrededor del 33,4% en 1950, con un peso relativo de la agricultura fue de aproximadamente 66,7%. Al final del Primer Plan Quinquenal la preponderancia de la agricultura se invirtió en la medida en que el valor de la producción bruta de la industria superó significativamente al de la agricultura, contando la industria con un nada despreciable 56,5% y la agricultura un 43,5%. Es importante tener en cuenta que una fracción significativa de lo que fue clasificada como la producción industrial también incluía a talleres de producción artesanales a pequeña escala. El peso relativo de su contribución al valor de la producción bruta de la industria se redujo significativamente al final del Primer Plan Quinquenal –entre otras cosas por el influyo de ideas revisionistas que se pusieron en práctica desde 1956 que ya hemos hablado–. Por motivos de brevedad el año tras año no muestran los valores absolutos del valor de salida grueso de cada uno de los dos sectores principales de la economía nacional. La declinación de la contribución relativa de la agricultura no implica necesariamente una disminución en la producción agrícola real, sino que sólo significa que la tasa de crecimiento de la industria fue significativamente más grande que en la agricultura. Es importante observar que la tasa de crecimiento de la agricultura durante ese período de tiempo superó significativamente las de China prerrevolucionaria y también superó la tasa de crecimiento de la población en el momento.
La Tabla I muestra el cambio cualitativo y cuantitativo en la evolución de los dos principales componentes de la economía nacional, pero no arroja luz sobre el cambio en la composición interna de la industria. El peso relativo de la producción de medios de producción en 1949 correspondía a un 26,6%, donde el peso relativo del valor de la producción de bienes de consumo alcanzó 73,4%. Antes de la puesta en marcha del Primer Plan Quinquenal, en 1952 el peso relativo de la industria pesada aumentó a 35,6%. Al final del Primer Plan Quinquenal, en 1957, el peso relativo del valor de la producción de medios de producción llegó a 57,3% de la industria. Estas cifras ponen de manifiesto el cambio cualitativo en la composición de la industria hacia la industria pesada. Esto indica un cambio importante en la composición de la economía china, que es consistente con los alcanzados por las democracias populares de Europa del Este durante el periodo de posguerra.
La Tabla II muestra el cambio anual en la tasa de crecimiento del valor de la producción bruta de la industria (Diez Grandes Años, Oficina Estatal de Estadística, Prensa para Lenguas Extranjeras, Pekín 1960, p. 89).
La Tabla II también muestra el cambio en el valor de la producción bruta de la producción de medios de producción y la producción de bienes de consumo. La tasa de crecimiento año a año de la industria en general fue realmente impresionante, como se indica en la segunda columna de la Tabla II. Este crecimiento es posible gracias a un más que impresionante crecimiento del valor de la producción bruta de los medios de producción. Las columnas tercera y cuarta muestran que la tasa de crecimiento de los medios de producción es siempre mayor que el índice correspondiente para los bienes de consumo. Esto no significa y de ninguna manera implica que las necesidades materiales de la población fuesen descuidadas, como la propaganda burguesa reclama siempre. De hecho, las tasas significativas de crecimiento de la industria pesada se acompañan de grandes tasas de crecimiento de la industria ligera –como es normal–, con tasas significativamente superiores a la tasa de crecimiento de la población. La dinámica del cambio en la composición de la renta nacional está estrechamente relacionada con el crecimiento de la economía en general y el crecimiento de la productividad en todos los sectores de la economía en particular. El crecimiento medio del PIB durante el período de 1957-1965 se redujo en más de un factor de 2,5 en comparación con las cifras correspondientes obtenidas en el período de 1953 a 1957, durante el cual el crecimiento de la importancia relativa de la industria se había convertido en prominente, eso dice mucho de la validez de las teorías marxista-leninistas y las teorías pequeño burguesas respecto a la industria pesada. La necesidad de dar prioridad al desarrollo de los medios de producción está muy bien demostrada por el análisis marxista de la reproducción ampliada de la producción social. Esto es parte del abecé del marxismo. Cualquier economía socialista tiene que seguir estas directrices con el fin de superar el atraso económico y lograr una verdadera independencia [11].
La industrialización de China, fue tomada muy en serio en el Primer Plan Quinquenal, que fue la razón principal de su éxito sonado. Se trataba de una expansión de la industria pesada, no sólo mediante el desarrollo de sectores industriales existentes, sino también por medio de la diversificación de la industria, la creación de nuevas ramas de la industria sobre la base de la tecnología moderna:
«China, un país agrícola atrasado, tuvo que ser convertido poco a poco en un gran país socialista con una industria moderna muy desarrollada, la agricultura moderna y la ciencia y la cultura moderna. En la ejecución de esta gran tarea fue necesario, además de hacer pleno uso de los equipos y el desarrollo de su potencial productivo existente, llevar a cabo la nueva construcción de capital a gran escala, la creación de nuevas ramas industriales, especialmente los de la industria pesada, proporcionando los distintos departamentos de la economía nacional con los nuevos equipos y la técnica y construyendo un material fuerte socialista bajo bases tecnológicas». (Diez Grandes Años, Oficina Estatal de Estadística, Prensa para Lenguas Extranjeras, Pekín 1960 p. 45)
La aplicación del principio marxista-leninista de la priorización del desarrollo de la industria pesada se refleja en la estructura de la inversión de capital en las distintas ramas de la economía nacional. La distribución de la inversión de capital en favor de la industria pesada ha sido posible gracias a la función de planificación socialista centralizada. Esta es una expresión directa de la prerrogativa del Estado socialista para organizar las fuerzas de producción de acuerdo con las leyes objetivas del socialismo y para satisfacer la ley principal de la producción socialista. Esto es absolutamente contrario a la concepción defendida por los autores del manual de Shanghái que, al igual que sus homólogos de la Unión Soviética después de Stalin, consideraron el principio del intercambio equivalente de valor –es decir, la ley del valor, véase la sección sobre el Papel de las relaciones mercantiles-monetarias– como el criterio principal que regula el intercambio de mano de obra en la economía nacional. Su concepción de mercado junto con su punto de vista premarxista de que los recursos destinados a la industria pesada y de otros sectores «no pueden superar la cantidad de grano para alimentos, materias primas, fondos de capital y mano de obra que pueda ser proporcionada antes a la agricultura» no deja espacio para un desarrollo sano de la industria. Pero aquí, como observamos en estos años, se adoptaron políticas de priorización de la industria pesada en términos de inversión de capital gracias a una seria planificación centralizada que era consciente de lo que necesitaba durante todo el Primer Plan Quinquenal:
«De los más de 86.000 millones de yuanes el Estado invirtió en la construcción de capital de 1952 a 1958, el 51,1% era para la construcción industrial, de los cuales el 43,8% era para la industria pesada. El saldo se divide de la siguiente manera: 8,6% para la agricultura, la silvicultura y la conservación del agua, el 15,3% para las comunicaciones, el transporte, el puerto y las telecomunicaciones, el 9% para el trabajo de la salud cultural, educativa y pública y los servicios públicos, y el 16% para la construcción de otras ramas». (Diez Grandes Años, Oficina Estatal de Estadística, Prensa para Lenguas Extranjeras, Pekín 1960, p. 46)
Las tendencias cualitativas antes mencionadas fueron reconocidas incluso por los economistas burgueses. Según fuentes burguesas del peso relativo de la industria –manufactura, minería, transporte y construcción– representaron alrededor del 27% del producto interno neto –sobre la base de 1/952 yuanes– en 1957, frente al 16,6% en 1952. Durante ese mismo periodo de tiempo que el peso relativo de la agricultura cayó del 48% al 39%, mientras se muestra crecimientos sostenido y estable de la producción y el PIB agrícola. (TC Liu y KC Yeh, La Economía de la parte continental de China, 1965, p. 88)
Esto fue corroborado por un sinnúmero de fuentes burguesas. Es bien aceptado por los expertos burgueses y académicos en general. Ni que decir tiene, los marxistas no tienen corroboración de ideólogos burgueses e imperialistas con el fin de ganar confianza en la exactitud de las principales leyes de la economía política marxista-leninista en general y el papel de liderazgo de la industria pesada en particular. Como cuestión de hecho, los economistas burgueses se reducen a un análisis cuantitativo acompañado de declaraciones políticas al azar en cuanto a lo que en su opinión podría haber motivado a tal o cual política económica. Su enfoque es puramente fenomenológico, ya que no entienden la esencia de la economía política marxista. Sin embargo, incluso este enfoque superficial en el análisis de los fenómenos económicos no puede escapar de los beneficios económicos más evidentes que las políticas marxistas-leninistas de la industrialización pueden traer en un período tan breve de tiempo, como un plan de cinco años.
La liquidación de los principios económicos en los que el Primer Plan Quinquenal fue concebido y ejecutado es un asunto complejo y no fue un proceso sencillo. No está dentro del alcance de este artículo evaluar las diferentes etapas de las reformas económicas que siguieron al Primer Plan Quinquenal, pues se dividieron en varias etapas. Como se mencionó anteriormente, el Primer Plan Quinquenal no acabo siendo homogéneo y se ejecutó una «corrección» hacia el final, a la luz de las discusiones económicas dentro de la dirigencia china. Es igualmente complejo de evaluar la justificación de las reformas económicas del Gran Salto Adelante. Por lo tanto, para simplificar el análisis del manual de Shanghái nos hemos concentrado en sus funciones centrales y sus similitudes con la disciplina económica revisionistas creada por sus homólogos en la Unión Soviética después de Stalin, en lugar de centrarnos en las complejidades de la evolución del pensamiento de los economistas chinos –que abarcaría otro extenso capítulo–.
La liquidación de los principios económicos en los que el Primer Plan Quinquenal fue concebido y ejecutado es un asunto complejo y no fue un proceso sencillo. No está dentro del alcance de este artículo evaluar las diferentes etapas de las reformas económicas que siguieron al Primer Plan Quinquenal, pues se dividieron en varias etapas. Como se mencionó anteriormente, el Primer Plan Quinquenal no acabo siendo homogéneo y se ejecutó una «corrección» hacia el final, a la luz de las discusiones económicas dentro de la dirigencia china. Es igualmente complejo de evaluar la justificación de las reformas económicas del Gran Salto Adelante. Por lo tanto, para simplificar el análisis del manual de Shanghái nos hemos concentrado en sus funciones centrales y sus similitudes con la disciplina económica revisionistas creada por sus homólogos en la Unión Soviética después de Stalin, en lugar de centrarnos en las complejidades de la evolución del pensamiento de los economistas chinos –que abarcaría otro extenso capítulo–.
Las políticas económicas del Gran Salto Adelante no necesariamente se dirigen a liquidar el papel de liderazgo de la industria pesada, o al menos no en su expresión formal, aunque indirectamente si gracias a sus malos planteamientos y resultados. Lo que está claro para nosotros y esperamos que sea indiscutible en este punto; es que las políticas del Gran Salto Adelante iban acompañadas de un esfuerzo firme para descentralizar la gestión de la economía a favor de las autoridades locales y regionales, y en claro detrimento de la planificación central, algo tan crucial para una política consciente y sostenida de apoyo a la industria pesada. Las políticas económicas del Gran Salto Adelante fueron de corta duración y fueron seguidos por una serie de medidas, que conducen, entre otras muchas cosas, a la liquidación del papel determinante de la industria pesada y la consolidación y el desarrollo de los principios del «socialismo de mercado».
La dinámica del flujo de trabajo entre los sectores de la economía nacional sufrió un cambio cualitativo a partir de 1960 con el fin de acomodar a los postulados económicos que se resumirían más adelante en el propio manual de Shanghái. De hecho, el cambio cualitativo rápido en la composición de la economía nacional fue llevado a un punto muerto después de 1959 a 1960. Según las estadísticas oficiales chinas, la relación entre el peso relativo de la industria a la de la agricultura aumentó de un factor de 0,89 en 1953 para 1,3 en 1957, mostrando un cambio cualitativo en la estructura de la economía –véase la Tabla I–. El Primer Plan Quinquenal fue seguido por las políticas del Gran Salto Adelante, en la que se movilizan grandes masas de campesinos a participar en la industria bajo métodos inusuales para los marxistas: manufacturación. Si bien entre 1957 y 1960 la relación entre el peso relativo de la industria a la de la agricultura aumentó en un factor de 3,6, fue como resultado de un aumento brusco de la producción industrial y una clarísima disminución en un gran 20% del valor de salida de la producción agrícola, disminución producida por las utópicas políticas del Gran Salto Adelante que irónicamente descuidaron el campo para cubrir tareas industriales. Las políticas del Gran Salto Adelante llegaron a su fin abrupto en 1961. Por 1962 el peso relativo de la industria a la de la agricultura se había reducido a un factor de 1,6. Como resultado de las nuevas políticas, que finalmente liquidaron la aplicación del principio marxista- leninista de la preponderancia del desarrollo de la industria pesada con respecto a otros sectores de la economía, entre 1962 y 1965 aumentó la proporción del valor de la producción de la industria a la agricultura muy lentamente, 1,6 y 1,68. (Breve historia de la economía socialista de China, Beijing 1984)
La esencia de las reformas económicas que siguieron a la Gran Salto Adelante es claro para nosotros en lo que se refiere al desarrollo de la industria. Con la excusa de la «re-regulación» de las «desproporciones económicas» creadas por el abrupto cambio de dirección de los recursos a la industria –que no era otra cosa que crear las condiciones materiales al socialismo como hemos visto expuesto en sus propios textos oficiales–, las reformas económicas de la década de 1960 se concentraron en revertir estas tendencias. El desarrollo de la industria se desaceleró y la relación entre el peso de la industria pesada a la de la industria ligera se mejoró con el fin de reflejar un «sistema armónico» de las relaciones entre los sectores económicos:
«La relación proporcional entre la industria y la agricultura, y entre la industria ligera y la industria pesada ha mejorado. En 1962 el valor de producción bruta de la producción agrícola alcanzó 43.000 millones de yuanes, un aumento del 6,2% con respecto al año anterior, y el de la producción industrial 85.000 yuanes, un descenso del 16,6% con respecto al año anterior, la proporción de la valor de la producción industrial de la agricultura fue de 4,1 en 1960 y 2,1 en 1962. En la producción industrial, el valor de producción de la industria ligera fue 39.500 millones de yuanes, un descenso del 8,4% respecto a 1961, y el de la industria pesada 45,5000 millones de yuanes, un descenso del 22,6%, y su peso relativo pasó de 42,5: 57,5 en 1961 a 47.2:52.8 en 1962». (Breve historia de la economía socialista de China, Beijing 1984, p. 300)
A raíz de la «nueva regulación» de las políticas utopistas del Gran Salto Adelante que pretendían aumentar la producción industrial bajo la descentralización y los métodos de manufactura que dieron no esperados tanto en el campo como en la industria, se aprovechó dichas deficiencias para introducir en las reformas económicas de la década de 1960 la liquidación por completo del principio socialista de la preponderancia de la industria pesada argumentando que el Gran Salto Adelante era la prueba viva de lo erróneo de ese papel de la industria pesada, sobra decir al lector que los reformadores ignoraban los métodos del Gran Salto Adelante respecto al Primer Plan Quinquenal, así como los resultados exitosos de este último. El nuevo sistema de proporciones y crecimientos absolutos y relativos que surgió, era más propio de lo que se observa en el modo de producción capitalista [12].
La Tabla III muestra el cambio de la relación –o importancia relativa– del valor de la producción bruta de la industria ligera y pesada para el valor de la producción bruta total de la industria para el período de 1949-1975 (Breve historia de la economía socialista de China, Beijing, 1984, p. 481).
La cuarta columna muestra el cambio de la relación del peso relativo de pesado para la industria ligera –o la relación entre el valor de la producción bruta de pesado para la industria ligera–.
Estas estadísticas son de hecho reveladoras: el crecimiento de la relación de los pesos relativos de la industria pesada a la de la industria ligera entre 1952 y 1957 –0,55 a 0,82, o un aumento de un factor de 1,5– es similar a la del período comprendido entre 1957 y 1975 –forma 0,82-1,27 o un aumento de un factor de 1,55–. ¡En otras palabras, en el período de 5 años que media de 1952 y 1957, hay un crecimiento relativo similar de la industria pesada al que se lograría en los siguientes 18 años! Es interesante observar que la relación de los pesos relativos de la industria pesada y los de la industria ligera se mantuvo estable durante los años posteriores a la muerte de Mao. Es pertinente señalar que esta función es específica de este período. La liquidación del principio socialista de la preponderancia de la industria pesada no necesariamente lleva a la práctica económica de la congelación o incluso la disminución de la ratio mencionado anteriormente. Como cuestión de hecho, en los países capitalistas desarrollados esta proporción aumenta en función del tiempo, aunque a tasas inferiores a las típicas al socialismo –como los que se observan en la Unión Soviética, las democracias populares y el Primer Plan Quinquenal chino–.
Estas estadísticas son de hecho reveladoras: el crecimiento de la relación de los pesos relativos de la industria pesada a la de la industria ligera entre 1952 y 1957 –0,55 a 0,82, o un aumento de un factor de 1,5– es similar a la del período comprendido entre 1957 y 1975 –forma 0,82-1,27 o un aumento de un factor de 1,55–. ¡En otras palabras, en el período de 5 años que media de 1952 y 1957, hay un crecimiento relativo similar de la industria pesada al que se lograría en los siguientes 18 años! Es interesante observar que la relación de los pesos relativos de la industria pesada y los de la industria ligera se mantuvo estable durante los años posteriores a la muerte de Mao. Es pertinente señalar que esta función es específica de este período. La liquidación del principio socialista de la preponderancia de la industria pesada no necesariamente lleva a la práctica económica de la congelación o incluso la disminución de la ratio mencionado anteriormente. Como cuestión de hecho, en los países capitalistas desarrollados esta proporción aumenta en función del tiempo, aunque a tasas inferiores a las típicas al socialismo –como los que se observan en la Unión Soviética, las democracias populares y el Primer Plan Quinquenal chino–.
Rafael Martinez
Anotaciones de NG:
[6] Lenin fue muy sincero con los pequeños burgueses que no comprendían el papel de la industria pesada y santificaban otras ramas como la agricultura para desarrollar el socialismo:
«Debo poner de relieve una vez más que la única base económica del socialismo es la gran industria mecanizada. Quién olvide esto no es comunista». (Lenin, III Congreso de la Internacional, 1921)
[7] Mao Zedong es uno de los que se quejan de la «imposición» soviética a la hora de elegir los métodos del Primer Plan Quinquenal:
«Durante el primer período que siguió a la liberación de todo el país, no adquirimos experiencia en la gestión de la economía nacional. También debimos, en el curso del período del primer plan quinquenal imitar los métodos soviéticos, aunque no nos satisficieran». (Mao Zedong, Mao Zedong y la construcción del socialismo, textos presentados por Hu Chi-hsi, Le Seuil, París, 1975)
[8] Uno de los que si se metieron a explicar las consecuencias de la negación de una industrialización en China, fue Enver Hoxha, así explicaba las consecuencias de este fatal viraje de la dirección china a finales de los 50:
«¿Qué podría hacer la gran China socialista sin una industria pesada? Ciertamente, Mao pensaba que gozaría de la ayuda de Unión Soviética para construir una, o que se volvería entonces hacia los créditos americanos. Viendo que la Unión Soviética «no se decidía» [Nota de NG: se refiere a la época jruschjovista], que no se le concedía la ayuda solicitada, Mao se echó a vaciar acero por estufas construidas sobre las aceras de los bulevares o por mini¬hornos de fundición [Nota de NG: se refiere a las políticas industriales por métodos artesanales del Gran Salto Adelante]. China se quedó atrás, quedó privada de tecnología moderna. Es verdad que el pueblo chino no sufría hambre como antes, pero tampoco hasta afirmar como lo hizo Mao que el campesino chino en 1956 vivía mejor que el koljosiano soviético, al mismo tiempo que efectivamente tenía un campo atrasado, se atrevía a volver a denigrar la colectivización de la agricultura y la construcción del socialismo en la Unión Soviética de la época de Lenin y de Stalin. Mao Zedong dice con desdén: «¿Qué sentido tiene hablar del desarrollo de la industria pesada? Los trabajadores deben tener garantizados los medios de sustento». En otros términos, es la «teoría del goulash» de Jruschov. Y para concluir, Mao, en su «decálogo» da a entender que en China no se cometió errores como en la Unión Soviética, o más bien -pero esto francamente no puede decirlo- como los cometieron Lenin y Stalin. Para camuflar sin embargo esta desviación, no deja de decir que «debemos desarrollar la industria pesada, pero debemos dedicar más atención a la agricultura y la industria ligera». Este diseño suyo fue aplicado de manera pragmatista, y es a ello que China debe su gran retraso, esto hizo que les falten más de dos décadas hasta el año 2000 para llegar a coger a los demás países incluyendo con la ayuda y los créditos que su nueva estrategia le permite conseguir del capital americano. Sin duda alguna, China puede apoyarse en sus propias fuerzas, dispone de fuerzas humanas inmensas, y posee también un potencial económico considerable, pero su retraso es debido a su línea errónea». (Enver Hoxha, Algunos juicios sobre el «decálogo» de Mao, 1976)
[9] Para el lector que no conozca las reformas en el ámbito de la economía, política, cultural y demás efectuadas en 1956 y posteriormente a la sombra del VIII Congreso del PCCh, dejaremos sólo un esbozo de las consecuencias teóricas de la descentralización económica y sus secuelas en la práctica:
«El Consejo Estatal actuaba sobre la decisión de las últimas reformas aprobadas por el Pleno del CC -en Septiembre de 1957-, promulgadas para el sistema de administración industrial, comercial y financiera. En el campo de industria el poder de autoridades provinciales aumentó trasladándose su control a muchas empresas antes manejadas por los ministerios del gobierno central. Por el decreto de noviembre de 1957 las empresas de las industrias de bienes de consumo -la mayoría de las cuales eran controladas por el Ministerio de la Industria Ligera-, la industria pesada no estratégicas, y todas las demás fábricas adecuadas para la descentralización debían ser trasladadas a cargo de las autoridades locales -principalmente a las de provincia-. Las autoridades provinciales ahora asumirían responsabilidades operativas para una amplia gama de industrias. (...) A las autoridades provinciales se les dieron el derecho a fijar los precios en los ámbitos de sus competencias. (...) Por lo tanto, el 80% de las empresas e instituciones controladas en 1957 por el gobierno central habían sido entregadas a las autoridades de nivel provincial a finales de junio de 1958, siendo pues aumentada la proporción de las empresas controladas localmente de un 54% en 1957 al 73% en 1958». (Parris H. Chang: Poder y Política en China)
[10] Pese a los bonitos discursos, a la muerte de Mao había una fuerte diferencia salarial debido a las grandes escalas de salarios introducidas a partir de 1956, recomendamos leer el libro recientemente traducido y publicado por nosotros: «El socialismo no se puede construir en alianza con la burguesía», de Jim Washington, publicado en 1980, para poder investigar más y mejor sobre la reforma salarial china de 1956, de momento dejaremos registrado las diferencias salariales en la China maoísta en 1976:
«Los albaneses han logrado resultados sin precedentes a través de sus luchas por construir y perfeccionar las relaciones socialistas de producción. El diferencial entre el salario promedio de un obrero y la de los principales ministros del gobierno es de uno a dos. Además, el sistema de pago ha sido generalmente depurado de bonos extra. Esta es sin duda la diferencia salarial más estrecha del mundo. En China, probablemente uno de los países más avanzados del mundo en este sentido antes del golpe de Estado en 1976, las diferencias salariales eran al parecer de uno a dieciséis, sin contar los bonos extra para los altos funcionarios». (Jim Washington, El socialismo no se puede construir en alianza con la burguesía, 1980)
[11] El búlgaro Dimitrov a consecuencia de su buena compresión de la economía-política marxista, estableció en 1948 los siguientes pasos económicos para la construcción del socialismo en su país, se puede intuir entrelineas las relaciones coherentes entre la industria pesada y las otras dos ramas: la agricultura y la industria ligera, y la importancia que tiene la industria pesada en el desarrollo de las otras dos:
«Esta es la tarea central que hoy que afronta las democracias populares y, en consecuencia, la clase obrera y su vanguardia, el Partido Comunista. Esta tarea abraza los siguientes aspectos importantes: (...) Apresuramiento en el desarrollo del sector público de la economía nacional y, en particular, de la industria pesada. (...) La renta nacional hacia 1948 ya excede a la de antes de la guerra en un 10 porciento, gracias principalmente a la nacionalización acertada de la industria, como apuntamos hace un momento. Además, la renta nacional es distribuida hoy de un modo mucho más justo, como consecuencia de la expropiación de las empresas industriales, bancos y el comercio al por mayor, que estaban en poder de la burguesía así como de la liquidación efectiva de los latifundios juntos al gran inmobiliario urbano, lo que dio al traste con los grandes ingresos de los explotadores. Sin embargo, nuestra tarea no es simplemente reconstruir todo sin más, pues existiría todo igual que ya existió anteriormente en nuestra economía nacional Debemos rápidamente seguir nuestra senda para lograr el próximo desarrollo de las fuerzas productivas de nuestro país para la temprana eliminación de su atraso económico con el objetivo de llevar a la transformación de nuestro propio país de un país agrícola-industrial a un país industrial-agrícola. La tarea es ahora, repito, la industrialización, la electrificación y mecanización de la economía rural, para poder así, alcanzar en 15 ó 20 años a otros países que en condiciones diferentes ya alcanzaron estos objetivos durante el curso de un siglo entero. Por esta razón es necesario crear una poderosa base eléctrica que explote los recursos de agua y de combustible del país, del mismo modo debemos rápidamente desarrollar la minería, aumentar nuestra propia industria siderúrgica y crear una industria de construcción de máquinas suficientemente desarrollada que pueda impulsar la creación de otras industrias pesadas, por último también debemos desarrollar, modernizar y amalgamar nuestra industria ligera. Es también necesario reforzar nuestra economía rural dotándola a ella de grandes máquinas agrícolas, principalmente tractores, y aumentando la producción del suelo a través de mejoras agro-técnicas de riego, electrificación, seguido todo ello de un amplio empleo de fertilizantes artificiales». (Giorgi Dimitrov, Informe al Vº Congreso del PCB, 1948)
[12] A continuación explicaremos con un texto de Stalin porqué el autor dice que al predominar el aumento de la industria ligera sobre la industria pesada en la tabla sobre los datos económicos chinos, dichas estadísticas parecen las de un país capitalista. Así mismo y de paso, se explicará la verdadera función de la ley del valor en el socialismo, que como se observara es muy diferente a la expresada por los chinos en el manual de economía política donde tiene un papel regulador:
«Es también completamente errónea la afirmación de que en nuestro sistema económico actual, en la primera fase de desarrollo de la sociedad comunista, la ley del valor regula las «proporciones» de la distribución del trabajo entre las distintas ramas de la producción. Si ello fuera así, no se comprenderla por qué en nuestro país no se desarrolla al máximo la industria ligera, la más rentable, dándole preferencia frente a la industria pesada, que con frecuencia es menos rentable y a veces no lo es en absoluto. Si ello fuera así, no se comprendería por qué en nuestro país no se cierran las empresas de la industria pesada que por el momento no son rentables y en las que el trabajo de los obreros no da el «resultado debido» y no se abren nuevas empresas de la industria ligera, indiscutiblemente rentable, en las que el trabajo de los obreros podría dar «mayor resultado». Si eso fuera así, no se comprendería por qué en nuestro país no se pasa a los obreros de las empresas poco rentables, aunque muy necesarias para la economía nacional, a empresas más rentables, como debería hacerse de acuerdo con la ley del valor, a la que se atribuye el papel de regulador de las «proporciones» de la distribución del trabajo entre las ramas de la producción. Es evidente que, de hacer caso a esos camaradas, tendríamos que renunciar a la primacía de la producción de medios de producción en favor de la producción de medios de consumo. ¿Y qué significa renunciar a la primacía de la producción de medios de producción? Significa suprimir la posibilidad de desarrollar ininterrumpidamente nuestra economía nacional, pues es imposible desarrollarla ininterrumpidamente si no se da preferencia a la producción de medios de producción. Esos camaradas olvidan que la ley del valor sólo puede regular la producción bajo el capitalismo, cuando existen la propiedad privada sobre los medios de producción, la concurrencia, la anarquía de la producción y las crisis de superproducción. Olvidan que la esfera de acción 'de la ley del valor está limitada en nuestro país por la existencia de la propiedad social sobre los medios de producción, por la acción de la ley del desarrollo armónico de la economía y, por consiguiente, también por nuestros planes anuales y quinquenales, que son un reflejo aproximado de las exigencias de esta última ley. Algunos camaradas deducen de aquí que la ley del desarrollo armónico de la economía del país y la planificación de la misma destruye el principio de la rentabilidad de la producción. Eso es completamente erróneo. En realidad, ocurre todo lo contrario. Si consideramos la rentabilidad, no desde el punto de vista de esta o aquella empresa o rama de la producción, y no en el transcurso de un año, sino desde el punto de vista de toda la economía nacional y en un período, por ejemplo, de diez a quince años -ésta sería la única forma acertada de enfocar el problema-, veríamos que la rentabilidad temporal e inconsistente de esta o aquella empresa o rama de la producción no puede en absoluto compararse con la forma superior de rentabilidad, sólida y constante, que nos dan la acción de la ley del desarrollo armónico de la economía nacional y la planificación de la misma, librándonos de las crisis económicas periódicas, que destruyen la economía nacional y causan a la sociedad tremendos daños materiales, y asegurándonos el desarrollo ininterrumpido de la economía nacional y el elevado ritmo de este desarrollo». (Stalin, Problemas económicos del socialismo en la URSS, 1952)
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