«Ahora hagamos una profunda radiografía de las organizaciones presuntamente más a la izquierda en Cataluña.
Candidatura de Unidad Popular (CUP)
Es lo más similar al «partido» que existe en la izquierda independentista, sólo que funciona a la inversa. Las organizaciones que veremos a continuación tienen capacidad de voto en la CUP, y las diferentes líneas ideológicas de las mismas confluyen en el seno de la organización. Por ende, la CUP, su ejecutiva y sus militantes de base ejercen un control ideológico y de dirección mínimo sobre el resto de organizaciones, siendo que, a la hora de tomar decisiones cruciales, se suelen imponer las líneas de las demás organizaciones por encima de las del propio partido. Esto ha llevado a la CUP a tomar decisiones que podríamos calificar, como mínimo, de dudosas.
[Nota: El caso paradigmático es la votación interna en que se decidió si el partido se presentaría a las elecciones generales el 10 de noviembre de 2019. Con tal de evitar que ganara el «no» la votación fue «a puerta cerrada», es decir, contando únicamente con las bases y «cuadros» de la CUP, e impidiendo votar a las demás organizaciones. Como esto va en contra de los propios estatutos del partido, la votación se realizó sin avisar a las demás organizaciones que deberían haber participado. La mayoría de organizaciones de la izquierda independentista estaban en contra de presentarse a las elecciones generales del 10-N. La justificación, sin embargo, no surgió de un análisis de la correlación de fuerzas con conclusiones negativas. Las reservas de la izquierda independentista se debían a que presentarse a las elecciones generales era, en realidad, legitimar un estado que, en su imaginario, está perdiendo cada vez más poder en Cataluña.]
Así que, en resumidas cuentas, tenemos que más que un partido director, la CUP es el punto de convergencia teórico y práctico de toda la izquierda independentista, incapaz de asumir el control, incapaz de establecer una línea y operando, las más de las veces, ya no como un partido burgués, sino como un frente de masas.
Coordinadora Obrera Sindical (COS)
Es, de los dos sindicatos que forman parte de la izquierda independentista, el más cercano a Endavant. Es un sindicato minoritario, pero suele adquirir posiciones más radicales, siendo más cercano en sus posiciones a CNT y CGT que a UGT y CCOO. Tiene una presencia notable entre los trabajadores de Transportes Metropolitanos de Barcelona y, muy especialmente, en el Cuerpo de Bomberos.
Intersindical-Confederación Sindical Catalana (Intersindical – CSC)
Cercano a Esquerra Republicana de Catalunya y a la Forja, la Intersindical-CSC se define como un sindicato de clase, aunque más enfocado en el nacionalismo.
Endavant - Organizatció Socialista d'Alliberament Nacional (Endavant - OSAN)
Uno de los dos grupos que conformaron la CUP de forma original. Son una «organización política», más de masas que de cuadros, que se estructura de forma asamblearia, aunque contando con una cierta jerarquía interna. Es la organización predominante a nivel ideológico en la izquierda independentista, siendo también una de las más antiguas. Es también, de todos los grupos que confluyen, el predominante en la CUP –Anna Gabriel y Carles Riera pertenecen a Endavant–. A pesar de su «gran» proyección teórica e influencia interna, no cuentan con demasiados militantes, y su influencia entre las masas es mínima. Podemos decir que, de las dos organizaciones «adultas» de la Izquierda Independentista, Endavant es la que tiene como objetivo principal «lo social» –es decir, el feminismo y lo que sea que entienden por marxismo, en este orden–.
Arran
Arran es, a efectos prácticos, la «juventud» de Endavant, aunque sería más acertado decir que Endavant es el ¿geriátrico? de Arran, ya que aunque no existe ningún vínculo real entre ambas organizaciones, la mayoría de ex militantes de Arran terminan por militar en Endavant. Al ser una organización juvenil, el rango de edad para militar se limita entre los 15 y los 25 años. Si Endavant es la que ejerce una mayor influencia ideológica interna, Arran es la organización más mediática, con mayor cantidad de militancia –con cerca de 600 militantes en Cataluña– y con mayor influencia en el ámbito juvenil, especialmente en el área metropolitana de Barcelona. Funcionan como la primera línea: son muchos, no están limitados a un marco de actuación concreto, tienen años de experiencia acumulada y militantes que, en lo que respecta a las acciones directas, son absolutamente capaces. «Están en todas partes, pero en ninguna a la vez». Arran no replica demasiado la línea ideológica de Endavant, aunque se esfuerza mucho en producir su propio contenido ideológico. Al ser la organización mayoritaria, es la que muestra más claramente las enfermedades que aquejan a la izquierda independentista: desorganización, horizontalidad «ultrademocrática» combinada con graves ataques a la democracia interna, indisciplina, cantonalismo, uso extendido de las drogas entre sus militantes, rencillas personales encarnizadas y un largo etcétera. Podemos decir que Arran está enfrentando una crisis interna de gran calado: a la base excesivamente joven que la conforma, se suman un gran estancamiento organizativo, la competencia con la Forja y los múltiples casos de represión acumulados. De las tres organizaciones juveniles es la más cercana a la posición «social» de la izquierda independentista aunque existe una pugna interna a nivel ideológico entre las posiciones «feministas» y las «socialistas».
La Forja
La Forja es la principal competidora de Arran en el ámbito juvenil, y una escisión suya. La escisión se llevaba gestando desde 2014, y se materializó a principios de 2018. A primera vista, no existen grandes diferencias entre ambas organizaciones: en los niveles organizativo, discursivo y estético son prácticamente idénticas. Sin embargo, la Forja representa el chovinismo más puro, relegando absolutamente todo lo que no tenga que ver con la independencia inmediata de Cataluña a un segundo plano. Tienen una mayor presencia en el ámbito rural, así como en las «segundas ciudades» –especialmente en Tarragona, Reus y Girona–. Quizá no se encuentre en el punto crítico en el que se encuentra Arran, pero adolece de los mismos males. Tiene una cantidad menor de militantes, alrededor de los 200 en todos los «Països Catalans», aunque suelen llevar a cabo acciones más agresivas, tomando el papel predominante en primera línea. Son conscientes de la mala praxis de Arran, y por eso manifiestan –aunque sólo sea formalmente– la intención de crear un partido de vanguardia en base a la unificación de toda la izquierda independentista. Sin embargo, carecen de las capacidades, de la fuerza, la influencia y la voluntad real para hacerlo. Algo bastante remarcable es que, a diferencia de Arran, con un perfil de militante promedio de universitario, la Forja cuenta entre sus filas con una buena cantidad de jóvenes que han optado por trabajar en lugar de estudiar; fenómeno que se ve acusado en sus asambleas de los territorios más rurales.
Poble Lliure
Poble Lliure es a la Forja lo que Endavant es a Arran. Es la organización más nacionalista de la izquierda independentista, y también la más repudiada por los demás integrantes –a excepción de la Forja, claro está–. La cantidad de militantes que la conforman es dudosa, pero es superior a la de Endavant. Curiosamente, y del mismo modo que ocurre con la Forja, Poble Lliure logra atraer al proletariado más «clásico» –obreros industriales, principalmente–, algo que ninguna de las otras organizaciones logra. Quizá se deba a la estética, al menor hincapié en la cuestión de género, a su «hooliganismo» –que también atrae a lumpens y hooligans per se–, o a la facilidad para rebajar el discurso al chovinismo. Su producción de contenido teórico es escasa, pero su actividad práctica es mayor que la de Endavant.
Sindicat d'Estudiants dels Països Catalans (SEPC)
El nombre lo dice todo. Son el sindicato de estudiantes de la izquierda independentista, y operan como tal. Son, sin lugar a dudas, los que acumulan una mayor cantidad de militantes, y están presentes en la mayoría de universidades catalanas, así como en una gran cantidad de institutos –usualmente públicos o concertados–. No tienen una línea ideológica clara, más allá del «feminismo de clase» llevado al extremo, y sus militantes suelen ser los menos formados a nivel ideológico. Las dinámicas asamblearias son llevadas al extremo, y la asambleas del SEPC en la universidad es un mundo ciertamente curioso. La mayoría de sus acciones se centran en realizar charlas de poco interés teórico o estratégico, llevar a cabo campañas llamativas o a realizar fiestas para recaudar fondos –algo endémico en toda la izquierda independentista–. Sin embargo, su enorme capacidad de movilización y la vocación inusitada de los miembros más volcados de cada asamblea lo convierten en una fuerza a tener en cuenta. Sería estúpido no reconocer que, gracias al SEPC y su capacidad de presión, el estudiantado catalán ha logrado toda una serie de ventajas que, por mínimas que sean, suponen un avance respecto a la actividad de cualquiera de los demás sindicatos mayoritarios. Tampoco hemos de olvidar que su sectarismo, sus tácticas basadas en el desprestigio personal o sus famosas «cazas de brujas» les han llevado a granjearse el rechazo de una parte bastante mayoritaria del estudiantado. De los tres ejes, relegan el socialismo a un segundo plano, y anteponen el feminismo a la independencia.
Alerta Solidària
No es una organización al uso, sino que es un grupo de abogados que realizan trabajo antirrepresivo, tanto preventivo como activo, de forma voluntaria. Están a la disposición de todas las organizaciones de la izquierda independentista, aunque tienen lazos más estrechos con aquellas que suelen requerir más.
¿Cómo resumiríamos los rasgos de estas organizaciones en pugna y en cooperación permanente?
El partido. Lo primero que hay que tener en cuenta es que no existe un partido que unifique, dirija o ejerza un mínimo de influencia efectiva entre las diferentes agrupaciones que la configuran. Teóricamente, y en palabras suyas, esta fusión no se da con tal de respetar e incentivar la aparición de diferentes líneas estratégicas, surgidas del seno de las organizaciones que conforman la izquierda independentista y que, en realidad, no son únicamente «líneas estratégicas», como se empeñan en repetir, sino diferencias básicas en la línea ideológica. Lo que nos lleva al siguiente punto.
Eclecticismo. Es difícil definir ideológicamente cada una de las organizaciones que conforman la izquierda independentista, más aún intentar definir el conjunto a nivel ideológico. Es por eso que, para orientar al lector, usaremos los tres apelativos con los que se suelen definir a sí mismas, así como una apreciación personal en lo que respecta a sus inclinaciones: si tienden «a lo social» o «a lo nacional». En general, todas las organizaciones se caracterizan por un eclecticismo exacerbado. Como ejemplo, Arran, que es «marxista-leninista» hoy, marxista a secas mañana; o que recomienda lecturas de Andreu Nín a la vez que los trotskistas son continuamente vilipendiados a nivel interno. Al menos, verbalmente, ya que la organización esté plagada de ellos e, incluso, muchos trotskistas reconocidos son referentes ideológicos. La combinación constante de teorías, la ausencia de una línea teórica mínimamente definida y la escasa formación de la ingente mayoría de sus integrantes nos llevan a la forma que tienen de definirse como sigue.
La política de tres ejes. Socialismo, independencia y feminismo –con un cuarto «eje» asomando la cabeza, el ecologismo–. Entienden los ejes como luchas separadas entre sí que, por cuestiones que no se alcanzan nunca a comprender, se terminan «interrelacionando en el seno de la lucha revolucionaria». No hay gran cosa que añadir salvo, quizá, que esta separación surgió como un eslogan y ha terminado por calar en la propia base ideológica de las organizaciones.
Fraccionalismo y falta de coordinación. Las organizaciones que conforman la izquierda independentista, en realidad, no están atadas entre sí y actúan de manera independiente la mayoría del tiempo. Aunque se presten apoyo mutuo, y algunas de las organizaciones que forman parte de la misma han sido creadas para prestar apoyo al conjunto, cuando es necesario elaborar acciones conjuntas se crean las llamadas «Coordinadoras», en la que suele haber un representante de cada organización. Es necesario entender que, aunque cooperen, se defiendan entre sí y sigan una línea similar, las rencillas internas, las riñas, la lógica de grupos, el «barrer para casa» y, en muchas ocasiones, el boicot directo son el pan de cada día en el seno de estas formaciones.
El asamblearismo. No hay mucho que decir. Son asamblearios, aunque todas las organizaciones intentan combinar el asamblearismo con una estructura jerárquica que recuerda vagamente a la de un partido comunista. El personalismo, la cooptación de cargos y la falta de respeto absoluta a los procesos internos son comunes en todas las organizaciones.
Vayamos a ejemplos concretos de su política.
Entre los grupos independentistas, la CUP habla de socialismo. ¿Pero por qué socialismo aboga la CUP?:
«–Entrevistador ¿Qué es el socialismo para la CUP?
–D. F.: Una, la definición histórica de la izquierda independentista. Dos la CUP viene de toda la tradición obrera de este el país de la CNT, de Seguí, de Federica Montseny. (...) Hablemos del modelo poscapitalista. (...) La democracia cooperativista, que combina sector público, cooperativista y privado.
–Entrevistador: ¿Dejarían espacio para el sector privado?
–Sí, pero con marca social.
–Entrevistador: Mare de deu (Risas).
–D.F.: Marca social es la primera función de la economía. Saltar de la economía financiera a la economía productiva.
–Entrevistador: ¿Pero todo eso sería controlado desde el Estado? Porque el marxismo apuesta por eso.
–D.F.: No, cuando he dicho intencionado venidos de la tradición obrera de la CNT. Aquí hablamos de la economía ecológica, economía libertaria.
–Entrevistador: A ver si van a tener una amalgama que ni vosotros la entendéis vuestro ideario.
–D.F.: No, no, no. (...) Es el socialismo que yo veo, eh. La cooperación del trabajo. Gestionar democráticamente el trabajo, gestionar democráticamente la riqueza que trabajamos, y trasladarla del territorio a nuestras personas.
–Entrevistador: Pero eso es socialismo utópico no es socialismo marxista, donde al final el Estado controla todas las líneas de producción.
–D.F.: Nosotros somos desde una óptica liberal, estatistas, apostamos por el sector público, apostamos por los sectores estratégicos: salud, educación y cultura no los tocamos. (...) No hacer negocios con ellos.
–Entrevistador: ¿Y quién decide si se promueve el sector público o el sector privado? ¿El Estado también?
–D.F. La lógica democrática de la sociedad». (David Fernández; David Fernández al programa «Al cap del dia», 12 de diciembre de 2012)
He aquí como David Fernández mete en su coctelera una mezcla de anarco-sindicalismo, socialdemocracia, eurocomunismo, chavismo, ecologismo y lo que se quiera meter. Las declaraciones de este tipo son comunes. Y demuestran bien su catadura. En una ocasión más reciente, Isabel Vallet, dijo que el modelo «alternativo al capitalismo» de la CUP no solo era el castrismo o el chavismo al que tanto adoran, sino que va más allá y se retrotraen a revisionismos más añejos:
«Isabel Vallet: Este apriorismo de: una alternativo al capitalismo sería reeditar Cuba, Venezuela, es muy simple. Primero porque de sociedades alternativas no solo ha habido estas, sino el ejemplo autogestionario yugoslavo y otros». (TV3; Tertulia, 7 de noviembre de 2014)
Vemos de hecho, que los líderes de la CUP insisten mucho en sus intervenciones en conceptos económicos como la «autogestión», algo muy cacareado precisamente entre los líderes del revisionismo yugoslavo, nicaragüense, cubano o el actual socialismo del siglo XXI, un concepto anarquista ampliamente refutado por el marxismo-leninismo en la teoría y la práctica:
«También se recurre a tesis del revisionismo yugoslavo, quién a su vez copió en su día las tesis del anarco-sindicalismo para convencer a las masas que la propiedad estatal es una forma «indirecta de la propiedad colectiva», ergo dicen que la forma directa sería la autogestión empresarial, la cual reniega abiertamente de cualquier plan centralizado a escala nacional y no hace distinción entre las capas trabajadoras, negando una vez más el papel protagónico a la clase obrera. (...) La autogestión puede definirse como la evasión de la propiedad estatal en las empresas y la búsqueda de auto regirse, por tanto niega el poner dicha empresa en propiedad y a disposición del bienestar general de todas las clases trabajadoras, es decir, es la perpetuación de la propiedad privada. Estas empresas no dependían ni se organizaban bajo ninguna pauta lógica, sino que estaban a merced del «libre arbitrio» de sus nuevos propietarios y del mercado anárquico no planificado. En lo referente a la planificación y organización, significaba una descentralización de las empresas que sumado al tema anterior de la propiedad, conducía a la competencia entre las diferentes empresas, ya que no tenían ningún impedimento en decidir a qué productos dedicar la fábrica, cuando y cuanto vender, y a qué precio, ya que no se regían bajo un mismo plan nacional estatal y centralizado». (Equipo de Bitácora (M-L); El revisionismo del «socialismo del siglo XXI», 1 de septiembre de 2013)
¿Qué consecuencias trajo la aplicación de ideas anarco-sindicalistas a Yugoslavia? Veamos algunos datos de los últimos años de vida de Tito y de los últimos años del moribundo régimen que son contrastables por cualquier fuente favorable o desfavorable. En 1978 había más de un millón de personas sin trabajo era una tasa de desempleo de cerca del 12%, una que en 1984 ascendía ya al 15%. Para 1980 había una deuda respecto a los imperialismos occidentales de cerca de de 20.000 millones con un 21% de los ingresos destinados a la deuda, siempre siguiendo fielmente los consejos y las reformas pedidas por el FMI. Al llegar el año 1984 el nivel de inflación alcanzado fue del 64%, que en 1989 alcanzaría la insoportable cifra de más de 350%. El número de huelgas que en 1980 asoló el país fue de 247, afectando a unos 13.000 trabajadores, para 1988 ascenderían a 1.851 afectando aproximadamente a unos 386.000 trabajadores. El nivel de emigración sobre todo destinada a países occidentales llegó en 1978 a 1,3 millones de personas, siendo más del 50% de ellos menores de 30 años. En la cuestión nacional, quizás la piedra angular de la propaganda titoísta, estaba lejos de solucionarse, existiendo un desequilibrio brutal entre regiones como Serbia y Eslovenia respecto a Macedonia, Bosnia o Kosovo en materia de desempleo, industrialización, analfabetismo, etc., un modelo basado en una competencia feroz entre repúblicas sazonadas de un nacionalismo rampante, todo este cóctel fue lo que derivó en la famosa Guerra de los Balcanes de los 90.
En los hitos sociales y políticos de resistencia al titoísmo estuvieron las protestas, huelgas y absentismo laboral de 1948-1950 como métodos de resistencia al titoísmo y como reacción a las Resoluciones de los partidos comunistas de la Kominform que se oponían al camino antimarxista del titoísmo siendo además de secundadas por gran parte de la población, apoyadas directamente por algunos elementos del partido yugoslavo hasta que fueron purgados por significarse a favor de la Kominform. Después estuvieron las famosas protestas estudiantiles de 1968 por la situación económica y la situación en la educación. No menos relevantes fueron las variadas revueltas de los albaneses en Kosovo, entre las que cabe mencionar la de 1981 y 1989 debido a la fuerte opresión nacional y económica que sufrían. Toda esta resistencia al titoísmo acabaría con la intervención de las fuerzas represivas, con castigos como la reducción del salario, las vacaciones, la cartilla de racionamiento a los trabajadores, pero también en el encarcelamiento y asesinato de infinidad de estos patriotas y comunistas yugoslavos.
¿Este es el modelo exitoso que pretenden adoptar los pequeño burgueses y con el cual pretender seducir a las masas?
Desde la CUP, aparte de la «autogestión titoísta», se cita como medidas alternativas al socialismo la siguiente receta reformista:
«Isabel Vallet: Es obvio que cuando hablamos de redistribución de la riqueza lo hablamos a todos los efectos. Y si tu cambias el arco impositivo e intentas controlar al máximo el fraude fiscal y sobre todo tomas propiedad de aquello que ya es posesión tuya porque la has pagado con tu dinero, como por ejemplo buena parte de la banca». (TV3; Tertulia, 7 de noviembre de 2014)
Es decir, el antiguo lenguaje de cualquier líder keynesiano o tercermundista de un «mayor reparto de la riqueza» y «promover la intervención estatal para corregir los desajustes del mercado». Los marxistas ya refutaron estas reformas que se presentaban como sinónimo de medidas socializantes:
«El marxismo-leninismo nos enseña que el contenido del sector del Estado en la economía depende directamente de la naturaleza del poder político. Este sector sirve a los intereses de las fuerzas de clase en el poder. En los países dónde domina la burguesía nacional, el sector del Estado representa una forma de ejercicio de la propiedad capitalista sobre los medios de producción. Vemos actuar allí todas las leyes y todas las relaciones capitalistas de producción y de reparto de los bienes materiales, la opresión y de explotación de las masas trabajadoras. No puede aportar ningún cambio al lugar que ocupan las clases en el sistema de la producción social. Al contrario, tiene por objetivo el fortalecimiento de las posiciones de clase políticas y económicas de la burguesía. El Estado burgués (…) en sus condiciones de profundo retraso, y de debilidad de la burguesía local, interviene en tanto como factor que ayuda a acumular y concentrar los medios financieros necesarios y las reservas materiales útiles para el desarrollo de las ramas de la economía que claman de un porcentaje de capitales mayor, ramas que no pueden ser abastecidas por capitalistas particulares. Ayuda a aumentar las inversiones, a intensificar la explotación de la mano de obra y obtener más beneficios. Esto también aparece en el hecho de que el Estado efectúa inversiones en determinados sectores, susceptibles de sostener y estimular el desarrollo del capital privado, por ejemplo en el ámbito energético, los productos químicos que sirven de materias primas, de la metalurgia, los transportes, así como el dominio bancario y el comercio exterior. De hecho en todos los países dónde existe el sector del Estado vemos crecer las empresas y reforzarse el sector capitalista privado que goza de derechos ilimitados. (…) Con su demagogia sobre el sector del Estado, los revisionistas y los partidos políticos burgueses locales tienen como objetivo disimular y ocultar la opresión y la explotación de las masas trabajadoras, queriendo crear ilusiones sobre la supuesta creación de una «nueva sociedad» a través de la integración pacífica al «socialismo». Estas proclamas tienen el fin de ahogar el espíritu combatiente de la clase proletaria e intentar que renuncie a la lucha revolucionarias». (Llambro Filo; La «vía no capitalista de desarrollo» y la «orientación socialista», «teorías», que sabotean la revolución y abren las vías a la expansión neocolonialista, 1985)
Esto aclara la concepción de socialismo que alberga la CUP:
«En los países donde se ha desarrollado la civilización moderna, se ha formado –y, como parte complementaria de la sociedad burguesa, sigue formándose sin cesar – una nueva clase de pequeños burgueses que oscila entre el proletariado y la burguesía. (...) Aplicasen a su crítica del régimen burgués el rasero del pequeño burgués y del pequeño campesino, y defendiesen la causa obrera desde el punto de vista de la pequeña burguesía. Así se formo el socialismo pequeño burgués. (...) Este socialismo analizó con mucha sagacidad las contradicciones a las modernas relaciones de producción. Puso al desnudo las hipócritas apologías de los economistas. Demostró de una manera irrefutable los efectos destructores del maquinismo y de la división del trabajo, la concentración de los capitales y de la propiedad territorial, la superproducción, las crisis, la inevitable ruina de los pequeños burgueses y de los campesinos, la miseria del proletariado, la anarquía en la producción, la escandalosa desigualdad en la distribución de las riquezas, la exterminadora guerra industrial de las naciones entre sí, la disolución de las viejas costumbres, de las antiguas relaciones familiares, de las viejas nacionalidades. Sin embargo, el contenido positivo de ese socialismo consiste, bien en su anhelo de restablecer los antiguos medios de producción y de cambio, y con ellos las antiguas relaciones de propiedad y toda la sociedad antigua, bien en querer encajar por la fuerza los medios modernos de producción y de cambio en el marco estrecho de las antiguas relaciones de propiedad, que ya fueron rotas, que fatalmente debían ser rotas por ellos. En uno y otro caso, este socialismo es a la vez reaccionario y utópico.». (Karl Marx y Friedrich Engels; Manifiesto Comunista, 1848)
¿Puede haber algo más nefasto para el movimiento marxista-leninista internacional que propagar estas ilusiones cuando estamos hartos de que cualquier nacionalista-burgués o pequeño burgués etiquete su régimen de socialista a ojos de las masas trabajadoras? ¿No es acaso nuestro deber propagar las ideas de lo que es una verdadera revolución socialista contra el concepto de pseudorevolución de los nacionalistas y revisionistas?:
«La claridad en esta cuestión y el establecimiento de una neta línea de demarcación entre el socialismo auténtico y el pseudosocialismo, revisten una importancia capital para el desarrollo con éxito de la lucha de la clase obrera y de las masas trabajadoras. Sin tener una clara imagen de la sociedad socialista y sin atenerse a sus principios y leyes generales, la revolución se queda a mitad de camino. Es posible llevar a cabo la revolución, pero cuando falta la verdadera perspectiva socialista, puede desviarse y resultar inútiles la lucha y los sacrificios realizados por su triunfo. (…) La liberación de la conciencia del proletariado y de los pueblos de las influencias paralizantes del revisionismo, la difusión del marxismo-leninismo, que señala el único camino correcto para la lucha y la victoria, es hoy una tarea primordial para impulsar el proceso revolucionario en cada país y a escala mundial». (Enver Hoxha; Informe en el VIIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1 de noviembre de 1981)
Para finalizar su oda al eclecticismo, el líder de la CUP David Fernández nos dice:
«–D.F. Yo reivindico el comunismo, el socialismo, el anarquismo.
–Entrevistador: No son movimientos compatibles». (David Fernández; David Fernàndez al programa «Al cap del dia», 12 de diciembre de 2012)
Veamos lo que dice Vallet sobre cómo debe construirse su idea de socialismo y en qué modelos debemos fijarnos para evitar errores:
«A mí me gusta recordar uno de los discursos que Chávez dio en el último Consejo de Ministros donde decía que el socialismo no se decreta. (…) Vemos como referentes políticos a Cuba, que la hemos visto siempre, y ahora a Venezuela». (Isabel Vallet; Independencia y socialismo en los Països Catalans, 2015)
Aquí nos habla de que no se puede «decretar el socialismo» y cita a Chávez como ejemplo a seguir para no caer en este error. Precisamente el chavismo es un ejemplo de pseudosocialismo basado en decretazos para proclamar que existe socialismo donde no lo hay. ¿Ejemplo clarificativo? Llaman a sus productos producidos en las empresas públicas «productos socialistas», pero lo cierto es que las empresas públicas –o estatales como se quieran decir– no han cambiado sus relaciones de producción, siguen basándose en las leyes de producción capitalistas, de hecho en las empresas públicas chavistas la ley del valor sigue operando como eje central, la rentabilidad por tanto rige los salarios, los fondos de inversión y el destino de esos productos –de ahí la especulación y el mercado negro en Venezuela–. Es un capitalismo de Estado como el que opera en las empresas públicas de España, Alemania, Francia, el mismo que ha imperado siempre en los países capitalistas desde su nacimiento. No hablemos ya de la promoción de Chávez y Maduro de la abierta propiedad privada nacional y extranjera, que en sus discursos saluda como beneficiosas y necesarias. El chavismo no es ejemplo de lucha de clases sino de conciliación entre clases, no es un ejemplo de una «alternativa económica al capitalismo» –como dice la CUP–, sino de capitalismo disfrazado de ropajes socialistas. Tampoco es ejemplo de antiimperialismo como dicen, sino de modelo neocolonial, tampoco lo es Cuba, a la cual toman como modelo económico a seguir. Si Cataluña sigue este modelo revisionista cubano que tantas simpatías despierta en agrupaciones revisionistas como el PCE (r) y PCOE, a Cataluña le espera la economía del monocultivo recomendado por sus amos externos, el turismo de lujo como pilar para intentar equilibrar una balanza comercial negativa, el incremento de la deuda sin que ni siquiera la población vea una mejora sustancial, mendigar inversiones extranjeras rebajando las condiciones en su legislación, vendiendo la soberanía cada vez más. Defectos que en parte ya tiene la economía española en su totalidad. Modelo productivo que todos los países del socialismo del siglo XXI ya practican con los resultados de que su incapacidad, cobardía y debilidad en la comandancia de los asuntos económicos, refuerzan el descontento del pueblo, y el fortalecimiento de la derecha tradicional de esos países.
No hace falta hablar mucho más sobre las palabras de Vallet, el socialismo del que ella habla ambiguamente en el resto de su discurso es un «socialismo» abstracto, de corte pequeño burgués, que no analiza las cosas desde un ángulo de clase proletario. En lo político deja todo a merced de una estrategia togliattista/chavista de «lucha dentro de las instituciones» –que es como ella llama a las herramientas de dominación política de la burguesía como el parlamento–, para que en el hipotético caso de poder llegar al poder seguir un modelo económico chavista-castrista –economía mixta basada en lineamientos titoístas y bujarinistas que no acaba con el trabajo asalariado ni la competencia entre empresas, ni con el desequilibrio entre regiones, ni con la precariedad–, todo esto por supuesto bajo una visión del problema nacional y la cultura bajo mentiras históricas clásicas del nacionalismo que causan el rechazo de catalanes y no catalanes.
La CUP hace bandera de una amalgama de ideas pseudosocialistas pequeño burguesas y burguesas, antimarxistas al fin y al cabo, porque como cualquier partido socialdemócrata permite mil tendencias ideológicas y mil grupos internos, no puede ser portador de la teoría revolucionaria de la clase obrera, de ahí sus riñas actuales.
La CUP utiliza el término feminismo sin ni siquiera intentar disimular el carácter interclasista intrínseco de dicha concepción. Hay que decir que el término «feminismo» es ampliamente reivindicado por el feminismo burgués del siglo XIX y XX, pues los marxistas jamás utilizaron ese término refiriéndose a ello como cuestión de género o cuestión femenina. La CUP cuando habla de referentes en esta cuestión aluden a famosos representantes del feminismo burgués y pequeño burgués, así en su artículo «Genealogía» citan como referentes a Clara Campoamor o Simone de Beauvoir, no les importa mezclar conservadurismo católico con existencialismo.
Precisamente figuras mitificadas por la burguesía y autoras de graves distorsiones en la cuestión de género contra las que han tenido que luchar durante décadas los marxista-leninistas:
«Lo gracioso es que entre la juventud, los estudiantes y los intelectuales sobre todo de los 60 y 70 estuvo muy de moda –y ahora en algunos parece que también– presentarse como «marxista» y admirador de este bastardo nacido de las más negras entrañas del capitalismo. Sartre, con el existencialismo daba a sus seguidores un conocido antisovietismo y antistalinismo latente, cumplía el papel de inoculador de la desesperanza, la desesperación, el egoísmo, el individualismo, los vicios, y la apatía en la masas populares, y siempre una visión de la vida idealista y metafísica, en resumen una ideología anticientífica y degeneradora en el modo de vida que en lo sucesivo frenaba y desviaba la lucha de clases. (...) Sartre mantuvo una pareja muy famosa: Simone Beauvoir, conocida también por ser afín al existencialismo y por ser icono de las feministas burguesas. Como a su marido, los medios de comunicación la encumbrarían pese a que su obra no solo carece del más mínimo rigor científico, sino que supone un propio atentado sobre cómo toman los marxistas y la cuestión de género». (Equipo de Bitácora (M-L); El existencialismo, Jean-Paul Sartre, y su pluma al servicio de la cultura burguesa, 23 de junio de 2015)
Por supuesto la gente de la CUP y los que apoyan a la CUP, suelen ser existencialistas, copian un modo de vida y pensamiento aburguesado, o en su defecto elementos subidos al carro del feminismo o del neoanarquismo.
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El revisionismo español de corte anarcoide, jamás ha dedicado un solo minuto a analizar la fisonomía de los nacionalismos periféricos, ni mucho menos a refutar todas estas teorías de la CUP, no ha dedicado un solo artículo en sus medios para desmontar todo esto, eso sí, mientras tanto, varios de sus representantes llaman a votar por ella como hizo el PCE (r). ¡Magnífico trabajo de concienciación realizáis señores charlatanes!
Este no es la primera cuestión donde el PCE (r) patina a la hora de analizar a una organización nacionalista. Antiguamente, ETA cumplía el rasgo de ser una banda terrorista de visión nacionalista pequeño burguesa. El Partido Comunista de España (marxista-leninista) hasta su degeneración a finales de los 80, señalaba estos defectos y otros. En cambio aquí el PCE (r) también mantuvo una postura basada en el seguidismo total, incluso llegando a pedir el voto por sus organizaciones legales:
«A raíz de la detención de la Mesa Nacional de Herri Batasuna, surgió entre nosotros la propuesta de apoyar en las próximas elecciones a dicha coalición a fin de mostrar la solidaridad activa de la clase obrera respecto al MLNV y poder contrarrestar al mismo tiempo, en la medida de nuestras posibilidades, la nueva ofensiva terrorista emprendida por el Estado español contra el pueblo vasco. Pues bien, de todos es conocida cuál es la posición del PCE (r) respecto a las elecciones organizadas por el régimen, nuestra táctica boicoteísta, encaminada a aislarlo todavía más; ahora bien, en unas circunstancias como las que acabo de describir, el voto favorable a H. B. contribuiría a ese aislamiento y a una mayor confluencia de las fuerzas populares. (...) Ateniéndonos, además, al hecho de que el MLNV no suele hacer una utilización oportunista de su participación en las instituciones, nosotros deberíamos apoyarles, y hacerlo, además, de manera consecuente, sin poner por nuestra parte ninguna condición». (Informe Político presentado por el camarada M.P.M. (Arenas) al Pleno del Comité Central, junio de 1997, publicado en Resistencia núm. 36, junio de 1997)
¡Por supuesto Herri Batasuna no utilizaba las elecciones con propósitos oportunistas, claro que no! Un grupo infecto de ideas tercermundistas, nacionalistas, chovinistas, y socialdemócratas solo intentaba concertar mezquinas alianzas con la derecha nacionalista y católica del Partido Nacionalista Vasco (PNV) el cual había demostrado ser un traidor a los intereses del proletariado vasco desde hacía décadas:
«El que Herri Batasuna esté promoviendo una alianza o algo semejante con el PNV y otras fuerzas políticas de la gran burguesía vasca, no ha de llevarnos a regatearle ningún apoyo». (Informe Político presentado por el camarada M.P.M. (Arenas) al Pleno del Comité Central, junio de 1997, publicado en Resistencia núm. 36, junio de 1997)
La postura del PCE (r) sobre ETA no es sino el resultado de su incapacidad de aunar fuerzas y apoyos en Euskadi, por lo cual creyeron que no podían hacer otra cosa que actuar como comparsa para ganar simpatías. Por supuesto para el PCE (r) hubiera sido una labor muy tenaz y angustiosa realizar su propio análisis respecto a ETA y tomar una postura marxista al respecto, pero comprendedles, ellos son más de seguidismo a ultranza, por eso no son marxista-leninistas sino sujetos que creen ser marxista-leninistas; y en efecto, son otra cosa: maoístas para ser exactos. Los desarrollos de ETA y su partido afín Herri Batasuna son bien conocidos, yendo a la deriva en programas irreales y sin una conexión real con las masas, finalmente los restos de estas organizaciones derrotadas se han ido integrando en partidos como Bildu y Sortu, de aún mayor calado reformista y oportunista que las de entonces, y que andan lejos de haber logrado la hegemonía en Euskadi pese al mayor número de concesiones.
¿No es esta la misma situación que se ve hoy repetida en Cataluña donde el PCE (r) y sus apologistas apoyan públicamente a la Candidatura d'Unitat Popular (CUP) y al proceso en que resulta de aliado con los restos de Convergència i Unió (CiU), partido corrupto de la burguesía catalana nacionalista conocido por sus medidas antipopulares y por traficar con los intereses nacionales? Claro que es lo mismo. Repiten el mismo error que cometieron en los 80 con Herri Batasuna». (Equipo de Bitácora (M-L); Epítome histórico sobre la cuestión nacional en España y sus consecuencias en el movimiento obrero, 2020)
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