jueves, 30 de agosto de 2018
¿Dónde está la unidad de tareas y aspiraciones acerca de las cuales las feministas tienen tanto que decir?
lunes, 27 de agosto de 2018
Los intentos de exculpar toda responsabilidad de ciertos sujetos apelando a que son «productos del sistema capitalista»
viernes, 24 de agosto de 2018
Mehring resumiendo los méritos de Marx y Engels a la hora de mostrar la certeza del materialismo histórico
«Karl Marx ha realizado la síntesis del materialismo histórico en forma tan breve como convincente en el prólogo a la Contribución a la crítica de la economía política, publicado en 1859. Allí dice:
martes, 21 de agosto de 2018
Confusión entre exportación de mercancías y exportación de capital; Equipo de Bitácora (M-L), 2018
viernes, 17 de agosto de 2018
Falseamiento del leninismo: al afirmar que su concepto de imperialismo pone por delante lo político-militar a lo económico; Equipo de Bitácora (M-L), 2018
martes, 14 de agosto de 2018
Las tácticas revisionistas para lograr la aceptación y posterior acuñamiento de su doctrina entre las masas de cara al interior y al exterior
lunes, 13 de agosto de 2018
¿Por qué triunfó Georgi Dimitrov ante los verdugos fascistas que pretendían enjuiciarle en 1933?
sábado, 11 de agosto de 2018
Las acusaciones burguesas sobre Marx de que no existe tal primacía de la economía sobre la política
«La primera y honda preocupación del señor Barth es que Marx ha formulado la concepción materialista de la historia de un modo «por desgracia muy indeterminado» y que sólo «ocasionalmente lo explica y fundamenta con algunos pocos ejemplos en sus escritos»; recientemente ha dado una forma aún más drástica a su angustia en un seminario de la burguesía bismarckiana afirmando que la «llamada teoría materialista de la historia es una verdad a medias que Karl Marx habría formulado en horas de irreflexión periodística y que lamentablemente habría incluso intentado fundamentar por medio de pruebas aparentes». Con severa mirada de juez, el señor Barth separa tres escritos de Marx como «puramente científicos», o sea como los únicos dignos de que un docente alemán se ocupe de ellos, a saber, «El capital», la «Miseria de la filosofía», y el esbozo preparatorio de «El capital», el escrito «Contribución a la crítica de la economía política». Todo lo demás es «popular», y en nada incumbe al señor Barth. Del mismo modo, entre los escritos de Engels sólo considera como dignos de su atención el Anti-Dühring y el folleto sobre Feuerbach. El señor Barth se ajusta al principio opuesto cuando enjuicia a Kautsky, al que sólo conoce como «autor de un artículo» en Die Nene Zeit, el «órgano popular de los marxistas» que causa «mucho daño» por su difusión de las «precipitaciones marxistas»; de los «escritos puramente científicos» de Kautsky, el señor Barth nada sabe, o nada quiere saber. La razón por la cual emprende todas estas agudas clasificaciones, podrá ser advertida de inmediato.
jueves, 9 de agosto de 2018
Negación del proceso de monopolización en la etapa imperialista del capitalismo; Equipo de Bitácora (M-L), 2018
Esta barbaridad de Shuterland tampoco es nueva. Otro «experto marxista» nos decía:
«La primera característica es falsa porque los monopolios han existido junto con las pequeñas y medianas empresas desde siempre». (Santiago Armesilla; Reescritos de la disidencia, 2012)
¿Las pequeñas y medianas empresas «han existido desde siempre»? ¿Entonces la propiedad privada sobre los medios de producción y el comercio basado en productores individuales fragmentarios es una ley absoluta de la economía política en cualquiera de sus épocas? Estas absurdeces nos llevan, necesariamente, a dos conclusiones. Primero, Armesilla opina, a modo de un Karl Polanyi de intelecto más escuálido, que la propiedad privada es «intrínseco», algo innato, a la existencia de las sociedades humanas –lo cuál está demostrado como una falsedad–. Segundo. La existencia de las pequeñas y medianas empresas, de alguna forma, corrobora que la monopolización no ha alcanzado ningún grado significativo desde el siglo XIX: que «todo sigue igual». Lo cual es todavía más risible como veremos más adelante.
Hacer pasar semejantes alegatos del fijismo y la metafísica por algo cercano a una crítica constructiva y marxista es irrisorio. Demuestra, en su empeño por hacernos creer que nada evoluciona y que todo permanece, que ni siquiera ha centrado la vista al menos por un momento en los datos más recientes relativos a la fusión de grandes empresas y a la dependencia de las pequeñas y medianas empresas respecto a aquéllas.
Supongamos que su argumento se reduce a afirmar que, aunque exista la concentración progresiva del capital en grandes monopolios, esto no ha afectado en absoluto al carácter del capitalismo y de su política exterior. En este caso seguimos viendo su propuesta como un error peligroso que adormece al proletariado ante las tareas de su época; que impide su comprensión y que se tome partido en nuestras condiciones actuales.
La monopolización, en resumidas cuentas, genera una presión mayor en el mercado externo debido a que, cuando tiene lugar, propicia que el volumen de producción se expanda a ritmos a los que el mercado interno no puede seguir el paso. La mayor productividad acarrea que se generen condiciones donde la reproducción social necesita de muchos más recursos para tener lugar, siendo así que la lucha por las fuentes de materias primas y de mano de obra barata se enardecen como nunca. Asimismo, este mayor volumen de producción ocasiona que el mercado financiero deba expandirse a pasos agigantados para cubrir las operaciones empresariales cada vez más costosas. Estas condiciones son el caldo de cultivo idóneo para que el capital financiero –la fusión del capital bancario y del industrial, en palabras de Lenin–ganen un papel cada vez más protagonista en la escena del capitalismo monopolista. Este crecimiento lo sitúa en la punta de lanza de las operaciones del imperialismo; es el capital financiero el que busca esta expansión del mercado para garantizarse la maximización del beneficio; es él, por tanto, el que dicta la política de las potencias imperialistas y el que ocasiona que éstas finalicen el viraje que las lleva desde un dominio militar y colonial de las fuentes de materias primas a un dominio fiduciario de las mismas. La política del capitalismo, por tanto, se transforma en una política neocolonial a causa del avance de la monopolización. Creemos que esto es algo más que significativo y que sí demarca una diferencia entre el capitalismo pre-monopolista y el actual –y esto sin adentrarnos en el rol del Estado burgués en todo este proceso; en su transformación de árbitro de los negocios a un capitalista colectivo: un ejemplo más de las sociedades por acciones que brillan en el capitalismo monopolista como estrellas centrales de todo el sistema productivo–.