lunes, 12 de junio de 2017

La revolución en la «cuestión cultural» según los Juches; Equipo de Bitácora (M-L), 2015


«Los revisionistas coreanos también aluden en sus textos de que los marxista-leninistas han descuidado el aspecto ideológico en la construcción del socialismo, dicen esto sobre todo para poner por encima la superestructura y la ideología de la estructura económica y su base económica y justificar sus conceptos y planteamientos idealistas.

Pero ya que hablan de la lucha en el campo ideológico; ¿cuales son según los puntos de vista de los norcoreanos el paradigma para tratar la literatura por ejemplo? De nuevo una abierta negación de la doctrina marxista-leninista. En el campo de la cultura se niega el realismo socialista del marxismo-leninismo que se debe de sustituir por el Juche:

«El gran Líder Kim Il Sung creó ya en los inicios de la revolución la inmortal idea Juche y, sobre esta base, perfeccionó a nuestra manera el anterior método creativo del realismo socialista y estableció una brillante tradición artístico-literaria revolucionaria. (...) El método creativo del realismo socialista a nuestro estilo es un nuevo método que se diferencia de sus similares que le antecedieron con respecto al proceso socio-histórico de su creación, la base filosófica y el principio estético. Nuestro método creativo es un método autóctono del realismo». (Kim Jong Il; La literatura jucheana, 20 de enero de 1992)

¿Y en que se basa la cosmovisión jucheana en la cultura?:

«Las tareas del arte y literatura en la nueva época pueden ser resueltas satisfactoriamente sólo cuando los escritores y demás artistas tengan bien establecido un concepto artístico y literario basado en la cosmovisión jucheana. (...) El concepto jucheano considera la auténtica literatura de nuestra época como ciencia humanista jucheana. Nos referimos a una literatura de nuevo tipo que aborda cuestiones de la independencia y el hombre independiente, crea como prototipo al hombre jucheano y así aporta a la causa de la independencia de las masas populares. La ciencia humanista jucheana ve al hombre en su relación social, pero no queda ahí, sino, dando un paso más allá, lo representa como sujeto que cambia y transforma la naturaleza y la sociedad, de acuerdo con las exigencias de la independencia. (...) La representación del Líder es lo más fundamental de la edificación de la literatura jucheana, y constituye su tarea primordial a que debe atenerse firmemente. (...) El Líder es el máximo arquetipo del revolucionario comunista jucheano que representa la era y las masas populares. Y debe ser enaltecido por la literatura jucheana, pues se trata de un grandioso hombre que encarna en el supremo nivel los rasgos y las cualidades del comunista del tipo Juche. (...) Crear la sublime imagen del querido Líder, camarada Kim Il Sung, es la ardiente aspiración y el máximo deseo de nuestro pueblo y otros pueblos revolucionarios del mundo. (...) Desde que comenzamos a dirigir el campo artístico y literario, definimos la representación del Líder como la primerísima tarea de la literatura y la impulsamos fuertemente concentrando la dirección partidista y las fuerzas creadoras». (Kim Jong Il; La literatura jucheana, 20 de enero de 1992)

¡Oh, impresionante conclusión! ¡Básicamente los escritores sólo podrán crear obras realmente revolucionarias cuando se basen en una «una literatura de nuevo tipo» siguiendo la «cosmovisión jucheana»! ¿Y cuáles nos dicen aquí que son los principios fundamentales de tal nueva literatura? ¡Fácil! El Líder «debe ser enaltecido por la literatura jucheana»,  pues, «la representación del Líder es lo más fundamental de la edificación de la literatura jucheana, y constituye su tarea primordial a que debe atenerse firmemente», fin. ¿A estas alturas empiezan a entender los lectores las consecuencias de la idealización en Corea del Norte de la figura del Líder?

Como el lector posiblemente este sospechando, el revisionismo coreano a la hora de evaluar la cultura se junta con su creador, el revisionismo chino, y repite la misma desviación:

«La lucha por la cultura proletaria y contra la cultura burguesa y su influencia, es una cosa justa que todos nosotros debemos hacer. Pero, constatamos que en esta revolución cultural que se desarrolla en China hay algunas cosas chocantes. La cuestión principal es que la «cultura proletaria comienza y termina en China», «no hay nada mejor en el mundo». Para la propaganda china, los aspectos positivos y progresistas del pensamiento humano no tienen ningún valor, para ella, ¡lo único que importa son las «ideas» de Mao Zedong y todo lo que sale de las manos de los chinos! Este espíritu, por el curso que está tomando los acontecimientos en China, no es sano y acarrea grandes peligros». (Enver Hoxha; El culto a Mao Zedong: Reflexiones sobre China, Tomo I, 9 de agosto de 1966)

El «Juche» en cualquier campo de la cultura, bien en lo literario o artístico, también debe ser considerado como otra nueva escuela o subescuela de «izquierda» si se quiere, pero bañada en el idealismo revisionista-burgués. que persigue Si repasamos lo que hasta ahora hemos visto que dicen en la cultura los revisionistas coreanos, plantean retener gran parte de la herencia cultural feudal-burguesa en materia de idealismo religioso, de conceptos chovinistas de gran nación, de superioridad de raza por supuestos linajes de sangre; todo eso se mezcla con la idea de que el Líder es quién encarna esos valores culturales, y los potencia. Esto es de nuevo una manifestación de nacionalismo inadmisible:

«Exponiendo la peligrosidad de la desviación derechista y nacionalista en el partido, el Pleno del Comité Central del partido de abril también se refirió a su efecto nocivo sobre el frente cultural: una actitud liberal y ecléctica entorno a las cuestiones del desarrollo cultural y la influencia de la ideología burguesa hostil sobre la literatura y el arte y la falta de resistencia sobre estas tendencias nocivas y peligrosas. (...) La lucha por una cultura nacional en su forma y contenido socialista, hay que llevar a cabo un profundo cambio en la perspectiva política e ideológica de nuestros intelectuales, ayudándolos a liberarse de la herencia ideológica perniciosa. Debemos exponer la naturaleza reaccionaria y decadente de la degeneración de la cultura en  el mundo imperialista y descubrir una nueva forma de expresar en el arte, el comienzo de una vida nueva y socialista. (...) El partido se enfrenta a la tarea de luchar por una nueva cultura estrechamente unida a la vida y la lucha de la clase obrera, infundida con el espíritu del internacionalismo proletario, del genuino patriotismo y el amor por la patria y, en contraste con el cosmopolitismo y el nihilismo un profundo amor por el patrimonio cultural progresista de nuestro pueblo». (Jerzy Albrecht; Sobre el frente cultural polaco, 1949)

Contrastemos de nuevo la posición Juche con la de otros marxista-leninistas sobre que debe primar en la consecución de la literatura y el arte:

«Nuestra crítica, así como nuestra literatura y arte deben guiarse siempre por los principios del método del realismo socialista, que son el fruto de la experiencia mundial del arte revolucionario del proletariado, han sido elaborados por la estética marxista-leninista y confirmados por la práctica literaria y artística de nuestro país. Estos principios son inconmovibles y la fidelidad a ellos es indispensable, porque de lo contrario corremos el peligro de ser presa de las influencias extrañas y de alejarnos de las tradiciones revolucionarias. La innovación no implica la violación de los principios, sino por el contrario su justa aplicación». (Enver Hoxha; Profundicemos la lucha ideológica contra las manifestaciones extrañas al socialismo y contra las actitudes liberales ante ellas, 1973)

Pero pasando a limpio, ¿qué significa para la literatura o cualquier otra rama de la cultura el hecho de que los revisionistas coreanos la basaran exclusivamente en la adoración sumisa al Líder bajo historias idealizadas e irreales? Pues que los norcoreanos cayeron en el error clásico anarquista de crear una visión heroica e idealista de Kim Il Sung, Kim Jong Il, o el Líder de turno, algo que choca de lleno con el concepto de «héroe» del realismo socialista:

«El desarrollo creador del realismo socialista ha chocado también con algunas interpretaciones erróneas y teorizaciones de diverso origen, que se han manifestado sobre todo en el enfoque del problema de las contradicciones y del héroe en el arte. En algunos casos, las contradicciones de nuestra sociedad han sido presentadas sin vía de salida, con un pesimismo tétrico, característico de las concepciones burguesas y revisionistas. (...) También las teorías esquemáticas sobre el héroe, concebidas de manera idílica y sentimental, son igualmente dañinas y apartan al arte de la veracidad y del realismo. (...) En la actualidad los fenómenos de podredumbre y degeneración de la cultura burguesa se acentúan cada vez más. Sus «ismos» que brotan como los hongos constituyen el más claro índice de esa descomposición. A diario surgen escuelas y subescuelas «nuevas» que recuerdan a las innumerables sectas y herejías religiosas. Pero todas ellas tienen una base filosófica común que es el idealismo con sus infinitas sutilezas. Esta es la esencia también de las corrientes que, a primera vista, aparecen como protestas de izquierda, radicales, contra la sociedad oficial burguesa, contra su cultura y su moral». (Enver Hoxha; Profundicemos la lucha ideológica contra las manifestaciones extrañas al socialismo y contra las actitudes liberales ante ellas, 1973)

No hay color entre una exposición y otra: la una es progresista y científica que valora la cultural nacional y extranjera de todas las épocas, y la otra, basada en el caudillismo, el idealismo y el misticismo para la cultura.

Actualmente por el contenido reaccionario de la cultura Juche, solamente sirve para reforzar la explotación de la burguesía norcoreana:

«En los regímenes explotadores, las clases dominantes reaccionarias, desde los esclavistas, los señores feudales hasta los burgueses, en franco antagonismo con las masas trabajadoras, se han esforzado en explotar el conjunto de la actividad y la creatividad cultural de la sociedad en favor de la realización de sus intereses de clase, a fin de que esta actividad justifique la opresión, la explotación y el antagonismo de clase». (Zija Xholi; Por una concepción más justa de la cultura nacional, 1985)  (Equipo de Bitácora (M-L)El revisionismo coreano: desde sus raíces maoístas hasta la institucionalización del «Pensamiento Juche», 2015)

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