martes, 28 de julio de 2015

Los pueblos deben aprender a comprender el carácter de los bloques imperialistas y dejar de servir de marioneta de uno u otro



«Nuestro partido presenta y defiende la tesis que tanto cuando las superpotencias se acercan entre ellas como cuando se riñen, son otras naciones las que pagan los platos rotos. La colaboración y la rivalidad entre las superpotencias presentan ambas caras de una realidad contradictoria, son la principal expresión de la misma estrategia imperialista que tiende a encantar a los pueblos su libertad y a dominar el mundo. Constituyen el mismo peligro, y es para esto que ambas superpotencias son los principales y los enemigos más peligrosos de los pueblos, es para esto que jamás se puede apoyar en un imperialismo para combatir el otro o para escapar de él.

Ciertos Estados, siendo amenazados por una u otra de las superpotencias, ligan su propia defensa a la protección militar de los Estados Unidos o de la Unión Soviética. Pero la protección militar de las superpotencias es una protección ilusoria, ya que tiene como objetivo hacer del país «protegido» un protectorado. La posición de dicho país bajo el «paraguas protector» de las superpotencias se acompaña siempre de concesiones políticas y económicas, de concesiones en el dominio de la soberanía nacional y de restricciones en la capacidad de decisión tanto sobre las cuestiones intentas como en las cuestiones externas.

Los pueblos no deben caer en la trampa del pretendido «frente antiimperialista» predicado por el socialimperialismo soviético, el cual desea comprometer y manipular a los que están en contra del imperialismo estadounidense y lo combaten. Unirse a este «frente» significa sacrificar los intereses superiores del país, exponer al pueblo al pueblo, de convertirse en siervo del socialimperialismo soviético y servir como carne de cañón para la realización de sus designios. Contrariamente a lo que pretende hacer creer Moscú, las contradicciones que oponen a los Estados Unidos con la Unión Soviética no se tratan de contradicciones entre imperialismo y socialismo, sino de contradicciones entre dos potencias imperialistas.

A la vez que se rechazan la demagogia y las tácticas engañosas sobre «el antiimperialismo» de los revisionistas soviéticos, es menester rechazar al mismo tiempo el «antisocialimperialismo» que propagaba los Estados Unidos y la burguesía monopolista mundial. Los pueblos no pueden permitirse convertirse en las víctimas de las rivalidades entre los Estados Unidos y la Unión Soviética, ni en juguete de sus maniobras imperialistas». (Enver Hoxha; Informe en el VIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1 de noviembre de 1976)

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