viernes, 31 de julio de 2015

Creación del FSLN y el contexto histórico en el que se desarrollan sus miembros; Equipo de Bitácora (M-L), 2015


«Como veremos de ahora en adelante, tanto por la teoría como por la acción, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) nacería como un grupo político-militar antisomocista de origen pequeño burgués:

«¿Podrías señalar cuál fue el origen social de este destacamento inicial? Wheelock: La mayoría del grupo era intelectual, de origen muy humilde, pero la base combatiente era campesina y artesana de la ciudad». (Jaime Wheelock; Vanguardia y revolución en las sociedades periféricas; Entrevista de Marta Harnecker, 1986)

Y se nutriría de ese mismo origen cuando fue dándose a conocer:

«El FSLN con la acción de Bocay, ejerce un papel aglutinador de los diferentes brotes rebeldes que, desde distintas direcciones y sectores, venían produciendo en el movimiento popular antidictatorial desde finales de los 50 y principios de los 60. Por esos años hay movilizaciones sin precedentes en el país y un estado intenso de agitación social. Hay tomas de tierras violentas y enormes manifestaciones estudiantiles; nace la Juventud Patriótica Nicaragüense, que arrastra aún inorgánicamente, a decenas de miles de jóvenes en varias ciudades. Surgen agrupaciones un poco espontáneas pero radicalizadas y politizadas de estudiantes y artesanos, que, incluso realizan acciones armadas. Todo aquello, sin embargo, sin organicidad y consistencia. De estos movimientos surgieron cuadros que también, con Bocay, entraron en la vertiente del FSLN para ayudar a su forja y a fortalecerlo». (Jaime Wheelock; Vanguardia y revolución en las sociedades periféricas; Entrevista de Marta Harnecker, 1986)

Esto es lo primero que debe ser entendido para ver la evolución del FSLN hasta el triunfo de 1979, y de ahí hasta nuestros días. El hecho que acabara siendo el refugio de la burguesía nacional años después no significa que haya que ignorar su origen que además nos permitirá entender sus desarrollos sobre todo iniciales.

Como ya expresamos con anterioridad, desde el punto de vista ideológico, Nicaragua sufrió un retraso gravísimo y el liberalismo se mantuvo como la ideología más avanzada por décadas, este queda momentáneamente interrumpido con la irrupción de Sandino, pero que tras su asesinato, en 1934, se vuelve a instaurar a través de la dictadura liberal dinástica somocista hasta que en 1961, cuando se funda el FSLN, y en base a la influencia de ciertos miembros se produce el «redescubrimiento» para el pueblo nicaragüense del marxismo-leninismo como ideología superadora.

Hablamos de «redescubrimiento» del marxismo en la sociedad nicaragüense en el sentido de que el marxismo aparecería en la sociedad nicaragüense hacia 1944 con la fundación del Partido Socialista de Nicaragua de pretendía línea marxista, pero lo cierto es que la línea de esta partido estaba a años luz del marxismo. Este partido se constituyó aparentemente como marxista pero su debilidad teórica le hacía prestar respaldo a la dictadura somocista ostentando en todo momento posiciones pacifistas, vacilantes, oportunistas, reformistas y hasta retardatarias, impregnadas todas ellas de los lineamientos teóricos del «revisionismo estadounidense o browderiano» –estructurado por el líder revisionista estadounidense Earl Browder–, y que por entonces gozaba de una amplia incidencia en las organizaciones latinoamericanas. Para que el lector nos entienda, a este partido le ocurrió algo similar a lo que ocurriría en Latinoamérica con las dictaduras militares y sus relaciones con ciertos partidos comunistas de corte jruschovista: es el caso del Partido Socialista Popular de Blas Roca en Cuba que mantenía posiciones vacilantes y oportunistas respecto a la dictadura de Fulgencio Batista.

Carlos Fonseca Amador dejaría constancia del nefasto papel jugado por los pseudomarxistas del Partido Socialista Nicaragüense (PSN):

«Durante largos años, la influencia del sector marxista en la oposición al régimen de Somoza fue extremadamente débil. La oposición antisomocista estuvo bajo la hegemonía casi total del sector conservador, fuerza política representante de los intereses de un sector de la clase capitalista. Una de las causas que contribuyó a la debilidad del sector marxista se originó en las condiciones en que fue constituido el Partido Socialista Nicaragüense –organización comunista tradicional de Nicaragua–. Esa organización nació en junio de 1944, cuando aún no había concluido la Segunda Guerra Mundial y en una época en que estaba en pleno vigor la tesis de Earl Browder, secretario del Partido Comunista de Estados Unidos, quien propugnó la conciliación con la clase capitalista y con el imperialismo estadounidense en América Latina. En aquellos años, el movimiento obrero nicaragüense estaba integrado básicamente por artesanos y esto fue una base para incurrir en desviaciones antiobreras. Paralelamente, la dirección misma del Partido Socialista era de origen artesanal y no de raíces proletarias, como demagógicamente se afirma en el Partido Socialista Nicaragüense. Se trataba de una dirección que padecía de un bajísimo nivel ideológico. Durante muchos años, en Nicaragua el intelectual revolucionario fue una rara excepción. Los intelectuales radicales y librepensadores de los años de la intervención armada de Estados Unidos, que como clase representaban a la burguesía que terminó claudicando, no pudieron ser relevados por intelectuales identificados con la clase obrera, en virtud de las razones expuestas anteriormente. En consecuencia, en Nicaragua el movimiento intelectual pasó a ser el monopolio de un elemento católico, que durante un período llegó incluso a identificarse abiertamente con el fascismo. De ese modo, permaneció cerrada para el movimiento revolucionario la puerta del pensamiento. El Partido Socialista Nicaragüense nació en un mitin cuyo objetivo era proclamar el apoyo al gobierno de Somoza. Esto aconteció el 3 de julio de 1944 en el gimnasio de Managua y para ser rigurosamente objetivos es necesario explicar este gravísimo error, no como producto de la simple mala fe de los dirigentes, sino tomando en cuenta los factores que lo propiciaron. La dirección marxista no guardo la debida serenidad ante la hegemonía que el sector conservador tenía sobre el movimiento antisomocista; no supo distinguir entre la justeza de la oposición antisomocista y las maniobras del sector conservador. Una vez que Somoza utilizó a su favor al sector pseudomarxista, desató una persecución contra el movimiento obrero que, debido a las condiciones de comodidad en que había nacido, no supo defenderse con la firmeza propia de los revolucionarios». (Carlos Fonseca Amador; Volviendo a Carlos [Recopilación Documental]: Nicaragua Hora Cero, 1969)

El PSN siempre ha sido un partidos autodenominados marxistas, y es además el partido político que más y mayores posturas derechistas ha albergado. En realidad la influencia de este tipo de partidos carcomidos por el revisionismo que en muchas ocasiones se presentaban por primera vez al público de la sociedad nacional, como es el caso del PSN, revistió de una visión negativa al comunismo.

El PSN sufriría en 1967 una escisión llamada Partido Obrero Socialista (POS) –luego denominado Partido Comunista de Nicaragua (PCN)–, una escisión de corte prosoviético que consideraba a la Unión Soviética revisionista, capitalista y socialimperialista de Leonid Brézhnev como país «socialista», «internacionalista» y posible aliado de la futura Nicaragua sin Anastasio Somoza. Este partido sería el «ala izquierda» del revisionismo soviético en Nicaragua –pues el FSLN siempre apoyó y demandó apoyo del revisionismo soviético y del campo revisionista–, y en algún momento pidió un programa más revolucionario que el del FSLN, y pese a albergar una fraseología «izquierdista» en comparación a los partidos prosoviéticos de la época, lo cierto es que era igualmente revisionista –como se ve en muchas de sus reivindicaciones de entonces–. En los 90, demostró su «inconsistencia revolucionaria» y con motivos meramente electorales, realizó una alianza sin principios con las fuerzas libero-conservadoras de la burguesía somocista con el objeto de desplazar del gobierno al FSLN, esa alianza fue: la Unión Nacional Opositora (UNO).

En la sociedad nicaragüense, todo esto, aunado a la propaganda anticomunista que se desarrollaba –y se desarrolla– desde las metrópolis y que la burguesía nicaragüense en su conjunto propagaba a través de sus órganos de comunicación, suponía un enorme obstáculo que impedía que las masas entendieran la trascendencia del marxismo-leninismo como la herramienta emancipadora que es para los explotados. Cabe expresar que el Frente Sandinista por obvios motivos jamás educó ideológicamente a la militancia y a la masa para que estas comprendieran que el Partido Socialista de Nicaragua y sus escisiones eran renegados, oportunistas, muy alejados de lo que considerar marxista; de hecho y mirando en perspectiva, al FSLN y a sus dirigentes más oportunistas, eclécticos, y revisionistas, les beneficiaba el viejo actuar browderista del PSN sobre todo durante su etapa en el gobierno de los 80, ya que debido a la desviaciones oportunistas del PSN, ellos podían presentarse ante las masas como verdaderos marxista-leninistas, como revolucionarios sin vacilaciones. En cualquier caso, debemos expresar que esas agrupaciones políticas eran minúsculas organizaciones cuasi esnobistas, pequeño burguesas y no correspondían a auténticas organizaciones de clase proletaria como ya hemos descrito.

La teoría marxista-leninista –o lo que se creía era marxismo-leninismo producto de la propaganda revisionista– haría presencia masiva en la sociedad nicaragüense ya entrados los años 60 de la mano del FSLN y sus ideólogos. Carlos Fonseca Amador como fundador de la organización, tenía una gran simpatía e hizo un gran esfuerzo en el estudio del marxismo-leninismo para intentar comprenderlo y aplicarlo a la realidad nicaragüense. Pero para entonces muchas de las publicaciones, y muchos de los documentos a los que se podía acceder para estudiar el marxismo habían sido profundamente intoxicados por el revisionismo de todo tipo: contenido práctico-teórico amputado o desvirtuado. Estos hechos tendrían una repercusión negativa en los miembros del FSLN:

1) Estamos convencidos de que la dirigencia, y muchos de los teóricos del FSLN, tampoco tenían la necesaria formación ideológica, y documentación, que les permitiera diferenciar entre la Unión Soviética socialista e internacionalista y la Unión Soviética capitalista y socialimperialista; todo esto también era una resultante de la influencia temprana del revisionismo cubano –apologista del revisionismo soviético, encuadrado en la órbita socialimperialista soviética– en el FSLN debido al eco de la «Revolución Cubana» de 1959; tal situación hacía más difícil si cabe que los cuadros del FSLN realizaran un estudio dialéctico del revisionismo soviético como paso esencial para diferenciar marxismo-leninismo del revisionismo, no es ningún secreto que los revisionistas cubanos siempre han mostrado ese defecto producto de su oportunismo; y está claro que contagiaron ese gran defecto a los nicaragüenses del FSLN. Eso llevó a los nicaragüenses a fijarse en la organización partidista del revisionismo soviético, «a golpe de bastón», existente gracias a la metodología del centralismo burocrático que regía los partidos del revisionismo soviético. Pero por supuesto también a aceptar como teorías marxistas a esperpentos teóricos como la «división socialista internacional del trabajo» –vieja teoría burguesa imperialista para mantener el monopolio industrial sobre los países dependientes–, la de «los países no capitalistas y de orientaciones socialistas» –recordemos que en los manuales revisionistas soviéticos Nicaragua aparecía encuadrada en esta lista–, o defender la aplicación de la teoría de la «soberanía limitada» –como fue el caso de Checoslovaquia en 1968 o Afganistán en 1979–.

2) La influencia del revisionismo cubano fue altísima: debido en lo fundamental a lo ya comentado: el hito latinoamericano de la revolución de 1959, así como a las figuras mitificadas de Guevara-Castro. Esta influencia fue tan grande que muchos de los cuadros del FSLN fueron a instruirse a Cuba en estrategia militar que resultó en las fallidas incursiones foquistas del FSLN en la Nicaragua de los 60. De aquí arraigó la tendencia a una organización político-militar sin necesidad de que estuviera supervisada por el partido de la clase obrera, la negación del rol de la clase obrera y la postergación del trabajo en la ciudad considerándolo como algo secundario. A esto se sumaba la concepción militar del foquismo que tanto influenció al FSLN en los 60 que negaba la necesidad de evaluar las condiciones objetivas y subjetivas a la hora de organizar la lucha armada, también el «tercermundismo» y el «no alineamiento» como brújulas en la política exterior, una brújula» sin contenido de clase proletario.

3) La influencia del revisionismo yugoslavo es notoria: en el FSLN varios de los llamados «marxistas heterodoxos» –un nombre-disfraz para su revisionismo– reivindicaban la experiencia del revisionismo yugoslavo, y en especial estaban sorprendidos por el papel de Tito como jefe de los «no alineados», de ahí podemos entender que los miembros del FSLN copiaran la concepción de tomar al frente como un tipo de organización que prima ante el partido en la etapa de lucha de liberación nacional y de construcción socialista, la conciliación con las clases explotadoras nacionales a las que se tildan de «antiimperialistas» o la teoría de la posibilidad del «tránsito pacífico» e inclusión de los explotadores en el socialismo. La intromisión de las ideas de la «vía específica» –negación de los axiomas generales de la revolución bajo la excusa nacional– de los miembros del FSLN en los próximos años, partiría en gran parte de las teorizaciones yugoslavas. De igual modo se toma como referencia la teoría de los «países no alineados» como pilar de la política exterior del FSLN, así como la idea anarco-sindicalista de la «autogestión» en lo económico: esta última desviación se agudizaría enormemente en el ejercicio del poder en los 80, y más si cabe tras la vuelta al poder vía electoral de 2006.

4) La influencia del revisionismo chino fue alta: debido al hito propagandístico de la Revolución China de 1949 y la propia propaganda del revisionismo chino que vendía a Mao Zedong como presunto gran teórico marxista, que el «Pensamiento Mao Zedong era el marxismo de nuestra época» e incluso que el llamado «Pensamiento Mao Zedong» era la superación del marxismo-leninismo. De aquí podemos ver que se tomaron las teorías negacionistas del papel de la clase obrera en la revolución, la negación del trabajo en las ciudades, la supeditación de la lucha armada a la acción del campesinado dirigido por la vanguardia multiclasista foquista que poco a poco, y dados los fracasos, dio lugar a la adopción de una posición militar defensiva en las tácticas militares bajo lo que se denominó la «lucha popular prolongada», la consideración de las clases explotadoras nacionales como posibles aliados en la construcción del socialismo y la posibilidad de su «transformación pacífica», la recuperación de la teoría  menchevique de las «fuerzas productivas» que negaba la construcción del socialismo en los países poco desarrollados, la permisión de fracciones en el partido, la adopción de la idea «tercermundista» sin contenido de clase revolucionario en la política exterior, y la idea absurda de «país socialista con economía de mercado».

5) La influencia del revisionismo argelino fue vital: las tan en boga luchas de liberación nacional en el momento fueron un ingrediente claro en la evolución ideológica de los miembros del FSLN. Y es que partiendo de la idea de Ben Bella se adopta la visión de crear un frente y de disolver a los pretendidos comunistas en el mismo como ocurrió en Argelia, de imitar la «autogestión yugoslava», y de apostar por el «no alineamiento» y el «tercermundista», los lazos de amistad con el socialimperialismo soviético, la consideración de la burguesía nacional como un aliado hasta el comunismo, y en especial el tomar a la religión local como ingrediente para completar el componente ideológico de la organización, identificando marxismo y religión como compatibles. Vale decir que el FSLN se fundó bajo el nombre de «Frente de Liberación Nacional» en imitación al «Frente de Liberación Nacional» de Argelia (FLNA), posteriormente se le añadió, a iniciativa de Carlos Fonseca Amador, el nombre de Sandinista quedando conformado el nombre de Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN).

6) La influencia del revisionismo vietnamita fue significativa: como dijimos, a influjo de las luchas de liberación nacional los miembros del FSLN también se fijaron en la experiencia vietnamita. De aquí ciertos miembros tomaron la llamada «guerra popular prolongada», la identificación de la burguesía nacional como una clase antiimperialista y dispuesta a «pasar pacíficamente al socialismo», el carácter «tercermundista», los lazos de amistad con el socialimperialismo soviético, e incluso la tendencia a disolver el partido comunista en el frente como harían los vietnamitas en 1945. Creemos que uno de los rasgos más notables es que los revisionistas nicaragüenses pensaban como los revisionistas vietnamitas: que al haber llegado al poder por la vía armada nadie tenía derecho a juzgar su política ni a exigir muestras revolucionarias, una vieja desviación titoista absurda que como ya advertían los marxista-leninistas en aquel entonces no se sostiene, pues ser un gran jefe militar no te hace automáticamente un marxista-leninista.

7) La influencia del revisionismo browderista fue escasa pero decisiva: ya que pese a que el FSLN criticaría en los a 60 a varias organizaciones llenas de browderismo en sus extrañas desde los 40, lo cierto es que nunca superó la mancha que este dejó en la sociedad nicaragüense y latinoamericana, y adoptó posturas similares a las del browderismo bajo la teorías de que presuntamente «como los intereses de casi toda la sociedad y los comunistas eran los mismos  –en esta etapa la lucha contra Somoza– no era necesaria la organización del partido comunista marxista-leninista», es decir una tendencia liquidacionista del partido comunista y su rol, así mismo se manifestarían en el FSLN varias de las concepciones de constante búsqueda de la conciliación con la burguesía nacional o la prédica de los héroes nacionales como figuras superiores cualitativamente a los marxista-leninistas, también todo argumento presuntamente «antidogmático» generalizado y de manera consciente o inconsciente venía de las ideas revisionistas del browderismo.

8) La influencia del revisionismo trotskista fue escasa pero estuvo presente: influyó enormemente la teoría de la recuperación de la teoría  menchevique de las «fuerzas productivas» que Trotski hizo suya, y el concepto trotskista de organización se puede en el ver FSLN en la permisión de tendencias y fracciones en la organización, el antistalinismo y el rechazo a lo que denominaban «modelo soviético o stalinista» –es decir la repulsa a los axiomas básicos del marxismo-leninismo en la revolución y la construcción del socialismo– tendría una importancia vital. Con el devenir de los años esta tendencia se haría más notable pues el trotskismo y el rechazo al «stalinismo» era una forma de dar vía libre al modelo específico de pseudosocialismo nicaragüense. En las últimas décadas el FSLN se ha apoyado en todos los ideólogos neotrotskistas para combatir lo que ellos llaman los viejos «dogmas» del marxismo.

Como ha quedado claro: el tipo de desviaciones se repiten una y otra vez, algo comprensible pues cada revisionismo –como agencia ideológica burguesa en el seno del movimiento obrero– se alimenta de otros anteriores y contemporáneos. Claro está que el estudio de los miembros del FSLN del contenido práctico-teórico del marxismo-leninismo amputado por la influencia de estas corrientes, tendrían una repercusión negativa en los miembros del FSLN. Creemos que la inoculación del veneno revisionista de todas estas corrientes se podría haber detenido si el FSLN hubiera tenido una buena formación ideológica; y para empezar si sus líderes hubieran estado capacitados para entender los sucesos de su época bajo la herramienta del materialismo dialéctico. Estamos convencidos que todas sus desviaciones parten en gran medida de la no compresión de la regresión del primer Estado socialista: la Unión Soviética. Si los líderes nicaragüenses no supieron, o no quisieron, entender el destino al que fue llevado por los contrarrevolucionarios revisionistas como Nikita Jruschov y Leonid Brézhnev, no creemos que pudieran ser capaces de entender cualquier otro revisionismo. Expliquémonos:

En el caso concreto del revisionismo soviético –que emergió a la muerte de Iósif Stalin, cuya cabeza visible fue Nikita Jruschov en el Partido Comunista de la Unión Soviética– se podría tomar como punto de partida cronológico y oficial el infausto XXº Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética de 1956; pero lo justo sería investigar movimientos de 1953-1956, veamos:

Primero; en la política interior; las irregularidades sobre los nuevos nombramiento de cargos aprovechando para anular las últimas decisiones tomadas por el partido en vida de Stalin–; las disputas entre los dirigentes como el caso de Beria-Jruschov; las tendencias hacía la reforma económica como la acción de descentralizar la planificación y dar más poder a los ministerios, vender los medios de producción como tractores propiedad del Estado a los koljoses en el campo y promover la rentabilidad a toda costa bajo la ley del valor; la blandenguería hacía las nuevas corrientes burguesas en las artes de Occidente como el cosmopolitismo burgués o el arte y literatura decadente y anticomunista; la rehabilitación de desviacionistas purgados en el Partido Comunista de la Unión Soviética; la publicación del «Manual de economía política» en 1955 con la distorsión de varias tesis marxista-leninistas así como la introducción de nuevas teorías revisionistas como la «división «socialista» internacional del trabajo» o su apoyo a las tesis concretas del revisionismo yugoslavo y chino.

Segundo; en la política exterior; el acercamiento de Jruschov a Tito en 1954; la forma irregular con que se anularon las resoluciones de la Kominform sobre el revisionismo yugoslavo; la formulación de la «necesidad de la relajación de la tensión internacional», la «existencia del peligro nuclear», y otros eslóganes que derivaban en la búsqueda del entendimiento y paz a toda costa con el imperialismo que se traducirían en claudicaciones como la de Corea en 1953 o Vietnam en 1955; las exigencias de Jruschov a otras dirigencias comunistas de rehabilitación de desviacionistas que luego promocionaría para dirigir dichos partidos: Nagy, Kádar, en Hungría, Husák, Svoboda en Checoslovaquia, Spychalski y Gomułka en Polonia y un sucesivo etc.

Todo esto son muestras claras de que el revisionismo es previo al XXº del PCUS de 1956, y que ese congreso fue sólo la confirmación de que las fuerzas que comandaban realmente al partido ya no eran marxista-leninistas. ¿Eran cuestiones tan difíciles de comprender? Algunos aludirán a la falta de información, bien aceptemos esa premisa, sigamos con el desarrollo del revisionismo soviético:

El revisionismo soviético con Nikita Jruschov primero, y Leonid Brézhnev después, inventaron o recuperaron un surtido de teorías oportunistas para defender su «nueva» línea. Las teorías como el «tránsito pacífico al socialismo» eran viejas teorías sacadas del arsenal claudicador de la vieja socialdemocracia, la distorsión de la teoría leninista sobre «la coexistencia pacífica entre regímenes capitalistas y socialistas», la invención de teorías como los países de «orientación socialista», el «Estado y partido de todo el pueblo», y su inclusión en el primer Estado socialista, hacían de este revisionismo, un colosal problema para el marxismo-leninismo.

En el plano exterior, como los anteriores revisionismos de los que se nutría, sufrió de una sumisión y política de concesiones hacía el imperialismo estadounidense, también aquí irían inventando teorías como la teoría de la «soberanía limitada», o la «división socialista internacional del trabajo», que demostraban el hecho de que la Unión Soviética, había dejado de ser un país socialista, era ahora capitalista y abiertamente imperialista, y que tenía bajo su control, a muchos países revisionistas-capitalistas que giraban en torno a su política a través de sus organismos económicos –Consejo de Ayuda Mutua Económica– y militares –el Tratado de Varsovia–.

¿Por qué entonces los pretendidos «marxista-leninistas nicaragüenses» del FSLN no denunciaron ni en los 60 ni 70 ni 80 sino que encubrían el cambio cualitativo regresivo dado en la Unión Soviética? ¿Temían perder el apoyo de Moscú y de los países del campo revisionista soviético? ¿La horrible verdad del destino del socialismo tirado por la borda les superaba? Excusas y pamplinas varias para unos autodenominados comunistas que no enfrentan con franqueza la realidad.

¿Es acaso posible combatir a otros revisionismos si pese a estos datos, hechos y documentos sobre el revisionismo soviético, de los que se están al tanto no se comprenden o no se quiere ver su naturaleza? Está claro que no, y no hablamos solo de los partidos, gobiernos y regímenes revisionistas prosoviéticos como Angola, Cuba, Afganistán, sino que hablamos de otros no prosoviéticos, pues como hemos visto el mismo revisionismo soviético mantiene nexos ideológicos innegables con otros revisionismo como el yugoslavo o chino, de ahí que resulta normal que si los miembros del FSLN aplaudieran y siguen aplaudiendo las teorías y acciones imperialistas, revisionistas reaccionarias y regresivas de Brézhnev, también hicieran lo propio con Castro, Mao Zedong o Tito. Sencillamente ¡si no entendían el carácter y la idiosincrasia del primero, tampoco estaban en capacidad de ver las similitudes antimarxistas del resto!». (Equipo de Bitácora (M-L)¿Qué fue de la «Revolución Popular Sandinista»?: Un análisis de la historia del FSLN y sus procesos, 19 de julio del 2015)

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