martes, 27 de marzo de 2018

Pablo Iglesias y los diferentes malabarismos que hace sobre la ideología que profesa según la coyuntura


«a) En sus primeras apariciones públicas, Pablo Iglesias se autodenominaba comunista delante de sus amigos en su propio programa de televisión, pero también en medios simpatizantes del franquismo:

«Yo soy comunista».  (Intervención de Pablo Iglesias en el programa El Gato al Agua, 2013)

Después pasó a autodenominarse abiertamente como un socialdemócrata en los medios de comunicación cuando ya era un firme candidato a la presidencia del gobierno. Calificó su etapa comunista como poco menos que un sueño infantil de la adolescencia y tendió la mano al PSOE para recuperar los principios del socialdemocratismo:

«Nos hacemos mayores y cuando uno es candidato a la presidencia del Gobierno tiene que decir las cosas que puede hacer. Yo me siento orgulloso de haber sido un joven comunista, pero como candidato a la presidencia no lo soy, soy socialista como Allende o como Mujica. (...) Lo que ocurrió en España es que por desgracia el Partido Socialista dejó de ser socialista en muchas cosas» y «la reconstrucción de ese espacio nos compete a muchos, no solamente a nosotros, sino también al Partido Socialista y ojalá podamos reconstruirlo juntos». (La Sexta; Entrevista de Ana Pastor a Pablo Iglesias, 19 de junio de 2016)

No es nada nueva esta conversión, históricamente los revisionistas que autoproclamándose comunistas revisaban los principios del marxismo-leninismo se igualaban a los socialdemócratas, incluso acabaron reconociéndose como tales, ella es la deriva normal del revisionismo moderno como agente de la burguesía en el seno del proletariado:

«Los revisionistas habían puesto a sus partidos en el camino de la degeneración socialdemócrata, y para ello necesitaban del arsenal teórico de ella y de la alianza directa con sus agrupaciones, lo que finalmente derivaría como veríamos años después, en la conversión de viejos partidos comunistas en revisionistas, en la disolución directa en los partidos socialdemócratas, o sino simplemente en el paso de muchos partido revisionistas hacía partidos socialdemócratas oficiales. (...) Si bien los socialdemócratas habían renunciado a los últimos vestigios teóricos del marxismo, los revisionistas empezaban a renunciar sobre el papel todo lo que estaban negando desde hace tiempo en la práctica: adoptaron la democracia burguesa como máxima expresión de democracia, el tránsito pacífico al socialismo, la aceptación de la propiedad privada como un tipo de propiedad más en el socialismo, y ha considerar a la clase obrera como diferente a la de los tiempos de Marx y Lenin por lo que no era necesario su papel histórico hegemónico, y por tanto se oficializaron como caducos todos los conceptos del partido marxista-leninista. Todo esto haría que los revisionistas cosecharan aplausos entre la prensa y los ideólogos del imperialismo, y por supuesto del balcón de otras ramas del revisionismo, algo que sólo era normal, para alguien que en efecto había traicionado los principios del comunismo». (Introducción del Equipo de Bitácora (M-L) al documento de Enver Hoxha: «Los revisionistas modernos en el camino de la degeneración socialdemócrata y su fusión con la socialdemocracia» de 1964, 21 de noviembre de 2015)

¿Y qué es el la socialdemocracia propiamente?:

«El término socialdemócrata es un término que ha evolucionado desde hace siglos, antiguamente se autocalificaban socialdemócratas o socialistas tanto los reformistas –que pensaba en llegar al socialismo por medio de reformas progresivas de la sociedad capitalista–, los revisionistas –que reconocían y decían basarse en Marx y Engels pero revisaban injustificadamente la parte cardinal de sus tesis centrales acercándose a corrientes antimarxistas–, como los marxistas revolucionarios –que era propiamente marxistas y que sólo actualizaban las tesis de Marx si la época lo requería, sin alterar la esencia revolucionaria del marxismo–. Durante el cisma entre los socialdemócratas revolucionarios encabezados por Lenin y los socialdemócratas socialchovinistas encabezados por Karl Kautsky durante la Primera Guerra Mundial, los primeros rechazaron seguir identificando a sus partidos como socialdemócratas y los denominarían en adelante como partidos comunistas, más tarde también llamados marxista-leninistas. A partir de entonces el término socialdemócrata quedaría pues en manos de autodenominados «marxistas» que revisaban a Karl Marx y volvían a los conceptos de los autores reformistas y de otras corrientes ajenas al marxismo, se agruparon en la Internacional Obrera y Socialista de 1923-1939. Posteriormente el término sería usado por los partidos de la Internacional Socialista fundada en 1951. Tras la Segunda Guerra Mundial el mero hecho de que los socialdemócratas contemporáneos hubieran renunciado incluso en sus estatutos de partido al marxismo evidenciaba su alto grado de degeneración». (Equipo de Bitácora (M-L); Terminológico, 2015)

Ahora resulta que a los pablistas les interesa volver a hablar de nuevo sobre quién es de «izquierda», incluso relacionar a la izquierda con la socialdemocracia que tantas veces ha traicionado a la clase obrera. Opone su concepto socialdemocracia/izquierda al de Errejón centralidad-transversalidad/ni izquierdas ni derechas:

«La brecha surgida entre Iglesias y Errejón ha ido creciendo en los últimos meses. Mientras los pablistas acusan al secretario político de «moderación», los errejonistas denuncian el viraje a la izquierda del secretario general. Sí queda constancia del cambio de discurso en el líder de Podemos, que hace dos años en el congreso fundacional apelaba al 15M, a la transversalidad y a la mayoría social, conceptos ahora abanderados por Íñigo Errejón. Lo dejó claro en su primera gran intervención en Vistalegre I: «Nos querían hacer jugar en un tablero en el que todo estaba vendido, donde las cartas están repartidas, y nosotros dijimos que no, que queremos ocupar la centralidad del tablero, que existe una mayoría social del país que apuesta por la decencia», alegó Iglesias. Una centralidad que no hace referencia a la cuestión ideológica, sino al sentido del término en clave política: se refería a que el nuevo partido, Podemos, era quien tenía que marcar las reglas del juego, obligando al resto de partidos a posicionarse en torno a él, y no al contrario. Así, defendía que no eran ni de izquierdas ni de derechas, un argumento que el secretario político ha abandonado en los últimos meses, después de que el acercamiento a IU reabriera este debate». (El Independiente; Vistalegre I vs. Vistalegre II: diez diferencias dos años después, 10 de diciembre de 2016)

Pero para empezar a aclarar las cosas desde una óptica de clase entre todo este barullo de cambios de opinión y maniobras declarativas sin sentido, ¿qué consideramos los marxista-leninistas como izquierda? ¿La socialdemocracia es izquierda porque estar ideológicamente más a la izquierda que el neoliberalismo o el fascismo?:

«En el mismo sentido, en nuestra época histórica la «izquierda» es aquella que defiende los intereses de los explotados, a las masas trabajadora, frente a los explotadores, es la que propone la superación del capitalismo y sus relaciones económicas; en cambio la derecha –dígase de «izquierda», «centro» o de «ultraderecha» según el discurso postmoderno– opera para mantener los privilegios de los explotadores por medio de la protección de la propiedad privada de los medios de producción». (Equipo de Bitácora (M-L); El revisionismo del «socialismo del siglo XXI», 2013)

Nosotros pues, no traficamos ni especulamos por lo que ha de considerarse izquierda en nuestra época:

«Hay que ser claros, concisos en el análisis: nosotros no caemos en el juego mistificador de otras corrientes antimarxistas conocidas por su cariz conciliador, para nosotros la única izquierda verdadera, la única izquierda revolucionaria, la única izquierda que está con la clase obrera y el resto de las clases trabajadoras y que representa sus intereses de forma veraz –científica–, y real –sin especular con sus intereses de clase–, es el marxismo-leninismo, las demás llamadas izquierdas, aunque incluso existan individuos honestos y crean que teorizan y actúan por el progresismo de la humanidad, no es una izquierda completa, en tanto que máxima doctrina progresista, ya que arrastran formas de organizarse, pensar y actuar de las ideologías premarxistas o antimarxistas. Consideramos que declarar bajo el ambiguo término «izquierda», gastado hasta la sociedad, a corrientes burguesas y pequeño burguesas antimarxistas junto al marxismo-leninismo sería oportunismo, una falta de respeto, y una manifestación que borra las diferencias entre dichas corrientes y el único y genuino pensamiento de la clase obrera; en consecuencia y del mismo modo plantear que es indispensable y que debemos por naturaleza salvaguardar dicha «alianza entre las corrientes de izquierda», quizás estará entre las ideas e intenciones de acercamiento, conciliación y colaboración de otros oportunistas frente a otros oportunistas, pero nosotros no nos adherimos a tal concepción». (Equipo de Bitácora (M-L); Syriza y la euforia de la llamada «izquierda» [Recopilación Documental], 28 de enero de 2015)

Podemos y sus presentantes hablaban de que eran revolucionarios, comunistas, que eran los que iban a regenerar la izquierda podrida y vendida; pero poco más tarde pasaron a desechar la «bandera roja de la izquierda» por ser inservible para el público que deseaban abarcar, o para sus intereses electorales, y pasaron a popularizar lo de que Podemos no trataba de ser «ni izquierdas ni derechas»:

«Izquierda y derecha ya no son útiles para expresar la voluntad de transformación de una parte de la sociedad». (Íñigo Errejón; Charla en la Universidad de Barcelona en agosto de 2015)

Un eslogan histórico del fascismo español en todas sus variantes: Falange, Democracia Nacional, etc. De hecho partidos neoliberales y ultrareaccionarios como UPyD o Ciudadanos también acuñaron lo mismo que Podemos ahora recogía sin sonrojo. Pablo Iglesias y Albert Rivera se presentaban durante 2015 como iguales en ese terreno del no a las ideologías.

¿Bajo qué argumentos justificaba esto en la formación morada?:

«Hay un cierto fetichismo en la izquierda. Es que lo que tú estás planteando es de izquierdas, me dicen. Sí, ya. Sí, todo lo que nosotros decimos, a la izquierda le encanta. Pero para cambiar este país no basta con que a la izquierda le encante nuestro programa. No basta con que haya una identificación simbólica con la palabra izquierda y los símbolos de la izquierda. Hace falta una mayoría social que se identifique con tu discurso y con tus propuestas, y en esa mayoría social habrá muchos sectores que digan: lo de la izquierda no forma parte de mi identificación». (El Público; Pablo Iglesias: «Que se queden con la bandera roja y nos dejen en paz. Yo quiero ganar», 26 de junio de 2015)

Decir que no se acepta el eje izquierda-derecha porque parte o gran parte de la población «no es de izquierdas y hay que adaptarse», es lo mismo que decir que si una población es mayoritariamente católica, machista, chovinista, racista, clasista y que existen trabajadores con mentalidad aburguesada, debemos adaptarnos a este panorama; una ridiculez colosal donde las haya. Esto supone que Pablo Iglesias pese a sus peroratas del pasado sobre marxismo no comprende lo que significa la alienación en el capitalismo y sus efectos, ni mucho menos conoce como combatirla, que no es precisamente a través de la «mimetización» ni de la «transversalidad», lo cual solo causa más desorientación en un ya de por sí mar de confusión.

Claro que existe o puede existir una parte de la población que no se identifique con las consignas progresistas, e incluso que aborrezca el marxismo, eso seguirá ocurriendo incluso después de una revolución. Pero para que ese estado de las cosas cambie ahí debe de entrar el factor subjetivo de la organización revolucionaria, la cual debe dar la vuelta a esta situación tomando la iniciativa y trabajando en todos los campos con las masas trabajadoras, explicando las cosas de forma científica pero sencilla, eso debe de ser así ya que el enemigo ideológico no hace excepciones ni en el campo político, económico ni en el cultural. En cambio el señor Iglesias como buen espontaneísta mueve sus propuestas políticas en torno a lo que opinan temporalmente las masas, incluso aunque sean ideas reaccionarias y estén siendo manipuladas por los poderes fácticos.

En Podemos también se aceptó el término errejonista de «buscar la centralidad del tablero», que significaba también en la práctica buscar un número de votantes ilimitados más allá de sus creencias y origen social en un intento inútil de borrar las contradicciones de clase. Según decía el «líder radical de la izquierda» Pablo Iglesias esta estrategia significaba volver a los postulados del ex presidente del PSOE José Luis Rodríguez Zapatero, un referente en sus tesis doctorales:

«Ocupar la centralidad del tablero y establecer los términos del debate de país con un relato ineludible para el resto de actores, que se ven obligados a posicionarse al respecto, es la aspiración de cualquier opción política que pretenda ganar las elecciones». (El Público; La centralidad no es el centro, 20 de abril de 2015)

Por tanto se ve, que Podemos y Pablo Iglesias personalmente han evolucionado desde una retórica más o menos marxista, a una retórica de ni izquierdas ni derechas, a finalmente una retórica de ser parte de la izquierda socialdemócrata. Unos cambios meteóricos que indican su oportunismo/pragmatismo». (Equipo de Bitácora (M-L)Las luchas de fracciones en Podemos y su pose ante las masas, 2017)

Las condiciones para el triunfo de una revolución


«Para poder triunfar, la insurrección debe apoyarse no en una conjuración, no en un partido, sino en la clase más avanzada. Esto en primer lugar. La insurrección debe apoyarse en el auge revolucionario del pueblo. Esto en segundo lugar. La insurrección debe apoyarse en aquel momento de viraje en la historia de la revolución ascensional en que la actividad de la vanguardia del pueblo sea mayor, en que mayores sean las vacilaciones en las filas de los enemigos y en las filas de los amigos débiles, a medias, indecisos, de la revolución. Esto en tercer lugar. Estas tres condiciones, previas al planteamiento del problema de la insurrección, son las que precisamente diferencian el marxismo del blanquismo.

Pero, si se dan estas condiciones, negarse a tratar la insurrección como un arte equivale a traicionar el marxismo y a traicionar la revolución». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; El Marxismo y la insurrección, 1917)

Sobre los partidos revisionistas en el poder y el carácter del régimen


«Son superfluas las explicaciones para demostrar que la participación en el poder de muchos partidos burgueses, capitalistas, revisionistas y fascistas en los países capitalistas e imperialistas, como en los Estados Unidos entre otros, no ha transformado en absoluto sus sociedades, de reaccionarias en progresistas. Por el contrario, en el imperialismo la democracia hace un viraje hacia la reacción. No es progresista ni democrática la sociedad que defiende al régimen de explotación y de apoya en él. Asimismo, la existencia de un partido único en el poder, cuando este partido no sigue la línea marxista-leninista, es decir, cuando no es un partido del proletariado, jamás puede conducir a la edificación del socialismo. Por el contrario, un partido tal, como quiera que se haga llamar, «marxista» o «marxista-leninista», en realidad es un partido de la burguesía o un partido fascista, que se encarga de financiar la propiedad privada o estatal capitalista, para alimentar a una nueva clase de dominantes.

Un partido tal necesita conservar ciertas formas supuestamente marxistas y se esfuerza en darle formas y denominaciones socialistas también al poder que dirige, pero su esencia y sus objetivos, así como los del Estado, son antisocialistas, porque tiende a realizar la transformación regresiva del país y restaurar el capitalismo. La burguesía nueva, en este caso, se apropia gradualmente del poder a costa del proletariado y de sus aliados naturales. Este proceso se ha verificado en Yugoslavia, en la Unión Soviética y en muchos otros países antaño de democracia popular, donde no existe el pluralismo de los partidos. En estos países, el capitalismo ha sido restaurado a través de diversas formas, y una clase de nuevos explotadores se anima y toma fuerza. Si el país que sufre esta regresión es importante por si territorio, población y potencial económico, su Estado se convierte en socialimperialista, si, por el contrario, es pequeño, se hace un satélite del capitalismo mundial, un Estado dominado por los capitales extranjeros y el neocolonialismo, que explotan las riquezas del país y el sudor del pueblo. Por lo tanto, todos los Estados llamados democráticos, tanto bajo el sistema del pluralismo, como bajo la dominación de un partido único, que no es marxista-leninista, no quieren reemplazar la vieja sociedad capitalista explotadora por una sociedad nueva, socialista. En esta vieja sociedad, donde existe la propiedad privada y la dominación capitalista, no puede haber libertad, democracia, independencia y soberanía verdaderas para el pueblo». (Enver HoxhaLa democracia proletaria es la democracia verdadera; Discurso pronunciado en la reunión del Consejo General del Frente Democrático de Albania, 20 de septiembre de 1978)

Marx y la concepción materialista de la Historia


«En su célebre: «Prólogo a la contribución a la crítica de la economía política», escrita por Friedrich Engels en agosto de 1859, Marx expuso genialmente las bases fundamentales del materialismo aplicadas al estudio de la sociedad y a su historia. Desafiamos a cualquiera de «nuestros» marxiólogos antimarxistas actuales, que pretenden que Marx y el marxismo están superados y enterrados, a que refuten las siguientes palabras que Marx escribió en el mencionado Prólogo, explicando cuáles son los factores básicos que determinan la naturaleza de las relaciones sociales, y las causas determinantes de los cambios en la sociedad.

«En la producción social de su vida los hombres establecen determinadas relaciones necesarias e independientes de su voluntad, relaciones de producción que corresponden a una fase determinada de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social política y espiritual en general.  No es la conciencia del hombre la que determina su ser sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia». (Karl Marx; Prólogo a la contribución a la crítica de la economía política, 1859)

Y en cuanto a las causas determinantes de los cambios sociales que se producen a lo largo de la historia, Marx dice que:

«Al llegar a una determinada fase de desarrollo, las fuerzas productivas materiales de la sociedad, chocan con las relaciones de producción existentes, o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí». (Karl Marx; Prólogo a la contribución a la crítica de la economía política, 1859)

Explicando también científicamente la necesidad para el conjunto de la sociedad de cambios revolucionarios sociales, Marx afirma que:

«De formas de desarrollo de las fuerzas productivas, estas relaciones se convierten en trabas de ellas. Y se abre así una época de revolución social. Al cambiar la base económica se revoluciona, más o menos rápidamente, toda la inmensa superestructura erigida sobre ella». (Karl Marx; Prólogo a la contribución a la crítica de la economía política, 1859)

Vemos pues cómo Marx, al aplicar el materialismo dialéctico al estudio de los fenómenos sociales de la historia, estaba forjando una valiosa arma al servicio de las masas explotadas y oprimidas para luchar contra las concepciones reaccionarias de la historia, basadas en la in-mutabilidad de los sistemas sociales –¡siempre habrá ricos y pobres!, etc.– y en las absurdas explicaciones superficiales y anticientíficas de los historiadores reaccionarios y burgueses acerca del desarrollo y los cambios de la sociedad. Marx afirmaba también de este modo la inevitabilidad del derrocamiento del actual sistema capitalista y su sustitución por un sistema superior más avanzado desde el punto de vista económico, social y ético –moral– y en consonancia con el desarrollo de las fuerzas productivas y las relaciones de producción. Ese sistema, según Marx, no podía ser otro que el socialismo, fase inferior de la sociedad comunista.

Analizando la transcendencia del descubrimiento de la concepción materialista de la historia, Lenin decía que la consecuente aplicación de dicha concepción y la extensión del materialismo al dominio de los fenómenos sociales, había superado los dos defectos fundamentales de las viejas teorías de la historia, ya que esas teorías, so-lamente tenían en cuenta los móviles ideológicos de la actividad histórica de los hombres, sin investigar el origen de esos móviles, sin captar las leyes objetivas que rigen el desarrollo del sistema de las relaciones sociales, sin ver las raíces de éstas en el grado de desarrollo de la producción material.

En este mismo orden de cosas, Lenin consideraba, además, que el materialismo histórico de Marx había permitido estudiar, por primera vez y con la exactitud de las ciencias naturales, las condiciones sociales de la vida de las masas y los cambios operados en esas condiciones a lo largo de la historia. Así, Marx señaló el camino para el estudio multilateral del proceso del surgimiento, desarrollo, decadencia y desaparición de los distintos sistemas económicos y sociales, poniendo al descubierto el método y las leyes generales para estudiar científicamente la historia y todos los fenómenos y acontecimientos sociales, basándose en el carácter contradictorio y la diversidad de esas leyes. Según Marx, el hilo conductor que rige en toda sociedad esas leyes, es la lucha de clases.

«La historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días exceptuando el régimen de la comunidad primitiva, es la historia de la lucha de clases». (Karl Marx y Friedrich Engels; Manifiesto comunista, 1848) (Elena ÓdenaActualidad y desarrollo del marxismo, 1983)

El castrismo y su rol según los marxista-leninistas españoles de 1967


«El revisionismo jruschovista ha constituido una plaga en el movimiento comunista internacional. Ha infeccionado profundamente a la mayoría de los partidos que integran dicho movimiento. La polémica pública, desencadenada en un principio por Jruschov y sus secuaces ha venido a ser muy provechosa para los marxista-leninistas, pues ha despertado su vigilancia contra toda manifestación de revisionismo, en tanto que en los años precedentes al comienzo de la polémica esta vigilancia se encontraba dormida.

En esa situación no podían por menos de surgir, en la lucha entre el revisionismo moderno y el marxismo-leninismo numerosas actitudes centristas, eclécticas y neutrales. Es típico, en este sentido, el caso de Fidel Castro, revolucionario pequeño burgués, que se pasó, en un momento de radicalización, a posiciones comunistas de palabra. Fidel Castro en la polémica sobre la línea general del movimiento comunista internacional adoptó en principio una posición de no «alineamiento» que, de hecho, se ha traducido en una capitulación ante el chantaje revisionista soviético. (…) El propugnar esa posición de neutralidad ideológica equivale a desarmarse en el terreno de la lucha de principios. Y el abandono de esa lucha conduce, tarde o temprano, a la degeneración revisionista. Sin una lucha encarnizada, implacable, contra el revisionismo jruschovista, tanto en el plano nacional como internacional, no es posible a ningún partido ni organización revolucionaria mantenerse firme en la lucha contra el imperialismo y contra la reacción interna. Es también errónea la creencia de aquellos que piensan que esta lucha puede llevarse a cabo suavemente, sin violencias verbales. Los comunistas deben decir siempre la verdad, llamando al pan pan y al vino vino. El único nombre que debe dársele a la traición es el de traición». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Adulteraciones del equipo de Santiago Carrillo, 2ª edición, 1967)

Anotaciones de Bitácora (M-L):

Para ver la evolución respecto al revisionismo cubano del viejo PCE (m-l) véase el documento: 
«Sobre la adquisición de las obras de Elena Ódena y unas comparativas pertinentes sobre el actual PCE (m-l) y el antiguo» de 2016.

sábado, 24 de marzo de 2018

La política salarial del reformismo; Partido Comunista de Suecia, 1984

Olof Palme, líder de la socialdemocracia sueca en los años 70 y asesinado en 1986, se dirige a un grupo de universitarios en su época de ministro de Educación. (CC)

«La política salarial del reformismo tiene algunos rasgos fundamentales que la guían desde hace decenios. Su base es el mantenimiento del sistema capitalista. Todos los discursos de los reformistas embelleciendo las prebendas concedidas a la clase obrera lo demuestran. ¿Cuáles son los rasgos más importantes de la política reformista salarial que de año en año garantiza los enormes beneficios del capital?

Las contradicciones entre el trabajo y el capital, entre la clase obrera y la burguesía, tienen su base en las relaciones de producción capitalistas. Planteamos esto como axioma y no hacemos sino comprobar que es en la apropiación de los frutos del trabajo de la mayoría en la que se basa la cuestión del salario. El beneficio de una empresa no se saca mediante el «trabajo del capital», como lo dan a entender los accionistas. ¿Es que acaso se ha visto alguna vez que trabaje y produzca el dinero? Es mediante el capital bajo forma de máquinas, locales, etc. como los obreros producen la plusvalía, el beneficio.

Pero los reformistas no consideran que esto sea una contradicción fundamental y que sea la base misma de la esclavitud asalariada. Consideran la contradicción entre el trabajo y capital como una relación de distribución. Los reformistas quieren que los capitalistas «lleven a cabo un reparto», o sea, que disminuyan su explotación, pero esto, por supuesto, sobre bases calificadas como económicamente «realistas».

¿Por qué iban los capitalistas a llevar a cabo esta «distribución»? ¿Es que no se apoderan de la plusvalía de hecho, mediante la posesión de las máquinas que los obreros han creado con su trabajo? Esto no tiene nada que ver con un reparto cualquiera, se trata de un robo legal y constitucionalmente organizado.

Un «reparto» de este tipo no podría existir un solo día si la clase obrera fuera la que decidiese. En efecto, si la clase obrera estuviera en el poder, a quién se le ocurriría entre ella, «distribuir» una parte del producto de su trabajo a los capitalistas.

La teoría de las relaciones de distribución niega en su esencia que el salario del trabajo sea un ingreso del que se saca el «excedente de trabajo», destinado a crear la plusvalía. ¿De dónde provendrían sino los miles de millones de plusvalía?

Los reformistas ponen en un pie de igualdad salario y beneficio capitalista, este último proveniente de la plusvalía sobre el trabajo, sobre el dinero –interés–, de la especulación, etc. Para los reformistas que se gargarizan con la palabra «distribución», para ocultar esta mistificación y su escandalosa injusticia, pretenden que se trata de una «distribución» según las prestaciones». Algo que según el sistema M.T.M. –método para medir los diferentes momentos de trabajo– se podría medir de forma muy «científica».

Este «fundamento teórico» se convierte de esta forma en la idea fundamental de la armonía entre las clases en la sociedad capitalista y la política salarial que resulta de ella no ser más que una política de colaboración de clases.

La lucha contra la apropiación de la plusvalía por el capital no puede, en efecto, limitarse a una cuestión cuantitativa en la que sólo se trataría de algunos porcentajes más o menos. En sus teorías y sus actuaciones, los reformistas no hacen sino defender el derecho de los capitalistas a robar los beneficios y a decidir sobre la vida y el futuro de los hombres.

De ahí la importancia de comprender que, todos los que aceptan que cualquier parte que sea del aumento de valor en el proceso de producción corresponda a los capitalistas, son reformistas. Que todos los que niegan que los dos tipos de ingresos, salario y beneficio, son irreconciliables y no pueden estar nunca en armonía, gracia a la «distribución» que sea, son reformistas. Que todos los que no tratan de poner al descubierto la contradicción fundamental entre trabajo y capital, cuando hablan de política de salarios como de otras cuestiones, son reformistas. Que todos los que no amplían la solución de esta contradicción del sistema capitalista por la revolución socialista, son reformistas.

El reformismo predica que hay una relación directa entre una productividad en aumento y un mayor producto correspondiente a la «distribución».

Afirman que, por supuesto, no es posible «distribuir» más de lo que se produce: es la base desde hace decenas de años de la política de negociaciones salariales de la central sindical única de obreros de Suecia (LO).

Para ellos, no se trata nunca, por supuesto, de la producción total y basan sus sabios cálculos sobre el aumento anual de la productividad y este aumento el único que hay que distribuir. Entonces, ¡a trabajar chicos! ¡Trabajad más! ¡Trabajad más deprisa! De esta forma tal vez podáis participar en el reparto de este suplemento producido gracias a vuestro sudor. Y, según los reformistas, los trabajadores deberían alegrarse de la migaja que les será concedida y deben considerarlas como un generoso regalo de los capitalistas.

Los reformistas actúan en eso como vanguardia de las racionalizaciones capitalistas. Racionalizaciones y aumentos de la productividad que se limitan a algunas coronas más para los que no hayan sido despedidos a causa de las reconversiones realizadas. De hecho, las racionalizaciones, reconversiones y los aumentos de producción significan siempre un salario más bajo por cada unidad producida por los trabajadores.

Esto no quiere decir que, como marxista-leninistas, estemos en contra de las racionalizaciones, las nuevas técnicas, etc. Estamos a favor de las nuevas técnicas y de la racionalización del trabajo per en un marco socialista de la producción porque entonces los frutos de éstas corresponderán a la clase obrera y a los trabajadores. Las afirmaciones de Marx en «El Capital» siguen siendo de actualidad:

«Si bien las máquinas son el medio más poderoso de acrecentar la productividad del trabajo, esto es, de reducir el tiempo de trabajo necesario para la producción de una mercancía, en cuanto agentes del capital en las industrias de las que primero se apoderan, se convierten en el medio más poderoso de prolongar la jornada de trabajo más allá de todo límite natural». (Karl Marx; El Capital, Tomo I, 1867)

Marx demuestra también que, si la máquina en sí puede facilitar el trabajo en su utilización capitalista, no tiene otro objeto que intensificar el trabajo. Que si la máquina es una victoria del hombre sobre las fuerzas de la naturaleza, sin embargo, por su utilización capitalista, somete al hombre al yugo de las fuerzas de la naturaleza. Que si la máquina en sí, aumenta la riqueza del productor, por su utilización capitalista, en realidad, lo empobrece.

Para los capitalistas, la técnica no es más que un medio para explotar más todavía al pueblo y esto  con apoyo activo de todo el abanico reformista.

Si el consumimos más la producción aumenta y si la producción aumenta, la crisis está resuelta. Esto es uno de los grandes axiomas de los reformistas. Es la vieja idea de Keynes y de todos sus discípulos de poca monta.

Pero, ahora que el partido socialdemócrata está en el Gobierno y que la crisis capitalista parece ser mucho más que una baja coyuntural, el Gobierno se ha visto obligado a meterse contra los servicios sociales y golpear duramente los salarios efectivos. El resultado ha sido lo que se llama «la guerra de rosas».  En un rincón del ring está Fledt –ministro socialdemócrata de Finanzas–, los economistas tecnócratas y sus partidarios. En el otro rincón están los tradicionalistas, esencialmente la central sindical única (LO), que pretenden aumentar el consumo interno para volver a poner el tren en marcha. Así se reactivaría la economía, disminuiría el paro y el proceso de coyuntura se invertía.

Puede ser que algunas de estas «teorías» se crean lo que dicen. Pero sus teorías son de hecho nauseabundas como el agua de las flores marchitas. La central sindical única (LO), el partido revisionista (VPK) la juventud socialdemócrata (SSU), etc. Tratan de convencer a los capitalistas de que unos aumentos de sueldo les beneficiarían, pero todos estos idiotas olvidan un simple hecho: que los capitalistas tratan siempre de conseguir el mayor beneficio y nunca satisfacer las necesidades del pueblo.

Para ellos, para los capitalistas, la posición de vender más mercancías, lo que podría ser el resultado de un aumento de los sueldos, no es en absoluto un objetivo en sí. Su único interés es producir y vender sus mercancías cuándo y dónde los beneficios son mayores. Todo lo demás es mentira.

La «teoría del consumo» por lo tanto es grotesca. Se basa en la idea de que el capitalista no es capitalista y no desea explotar a los obreros. Se basa también en la idea de que los capitalistas no compiten entre sí. Dos quimeras. El que espere un aumento de los salarios y deposite su confianza en estas «teorías» puede ya ponerse a llorar por sus esperanzas defraudadas». (Partido Comunista de Suecia; La mentira es la base de la política salarial del reformismo; Publicado en Teoría y práctica, Nº3, 1984)

Anotación de Bitácora (M-L):

El llamado Kommunistiska Partiet i Sverige (KPS) fue un partido «proalbanés» fundado en 1979 que tuvo una actividad oficial hasta 1993, no debe confundirse con ninguno de los grupos maoístas ni jruschovistas de aquellos años en el país escandinavo.

jueves, 22 de marzo de 2018

Sobre la reivindicación liberal-utópica de una educación popular general de calidad y gratuita a cargo del Estado capitalista


«B.  «El Partido Obrero Aleman exige, como base espiritual y moral del Estado:

1.  Educación popular general e igual a cargo del Estado. Asistencia escolar obligatoria general. Instrucción gratuita». (Programa del Partido Socialdemócrata Alemán, aprobado en Eisenach en 1869)

¿Educacion popular igual? ¿Que se entiende por esto? ¿Se cree que en la sociedad actual –que es de la única de que puede tratarse–, la educación puede ser igual para todas las clases? ¿O lo que se exige es que también las clases altas sean obligadas por la fuerza a conformarse con la modesta educación que da la escuela pública, la única compatible con la situación económica, no sólo del obrero asalariado, sino también del campesino?

«Asistencia escolar obligatoria para todos. Instrucción gratuita». La primera existe ya, incluso en Alemania; la segunda, en Suiza y en los Estados Unidos, en lo que a las escuelas públicas se refiere. El que en algunos estados de este último país sean «gratuitos» también centros de instrucción superior, sólo significa, en realidad, que allí a las clases altas se les pagan sus gastos de educación a costa del fondo de los impuestos generales. Y –dicho sea incidentalmente– esto puede aplicarse también a la «administración de justicia con carácter gratuito» de que se habla en el punto A, 5 del programa. La justicia en lo criminal es gratuita en todas partes; la justicia civil gira casi exclusivamente en torno a los pleitos sobre la propiedad y afecta, por tanto, casi únicamente a las clases poseedoras. ¿Se pretende que éstas ventilen sus pleitos a costa del Tesoro público?

El párrafo sobre las escuelas debería exigir, por lo menos, escuelas técnicas –teóricas y prácticas–, combinadas con las escuelas públicas.

Eso de «educación popular a cargo del Estado» es absolutamente inadmisible. ¡Una cosa es determinar, por medio de una ley general, los recursos de las escuelas públicas, las condiciones de capacidad del personal docente, las materias de enseñanza, etc., y, como se hace en los Estados Unidos, velar por el cumplimiento de estas prescripciones legales mediante inspectores del Estado, y otra cosa completamente distinta es nombrar al Estado educador del pueblo! Lo que hay que hacer es más bien substraer la escuela a toda influencia por parte del gobierno y de la Iglesia. Sobre todo en el imperio prusiano-alemán –y no vale salirse con el torpe subterfugio de que se habla de un «Estado futuro»; ya hemos visto lo que es éste–, donde es, por el contrario, el Estado el que necesita recibir del pueblo una educación muy severa.

Pese a todo su cascabeleo democrático, el programa está todo él infestado hasta el tuétano de la fe servil de la secta lassalleana en el Estado; o –lo que no es nada mejor– de la superstición democrática; o es más bien un compromiso entre estas dos supersticiones igualmente lejanas del socialismo.

«Libertad de la ciencia»; la estatuye ya un párrafo de la Constitución prusiana. ¿Para qué, pues, traer esto aquí?

«¡Libertad de conciencia!». Si, en estos tiempos del Kulturkampf [1], se quería recordar al liberalismo sus viejas consignas, sólo podía hacerse, naturalmente, de este modo: todo el mundo tiene derecho a satisfacer sus necesidades físicas [2], sin que la policía tenga que meter las narices en ello. Pero el Partido Obrero, aprovechando la ocasión, tenía que haber expresado aquí su convicción de que «la libertad de conciencia» burguesa se limita a tolerar cualquier género de libertad de conciencia religiosa, mientras que él aspira, por el contrario, a liberar la conciencia de todo fantasma religioso. Pero, se ha preferido no sobrepasar el nivel «burgués». (Karl Marx; Glosas marginales al programa del Partido Obrero Alemán, 1875)

Anotaciones de la edición:

[1] Kulfurkampf [Lucha cultural] era como llamaban los liberales burgueses al conjunto de medidas legislativas adoptadas por el gobierno de Bismarck en los años 70 del siglo XIX. Al socaire de la lucha por una cultura laica, estas medidas se dirigían contra la iglesia católica y el partido del «centro», que apoyaban las tendencias separatistas y antiprusianas de los funcionarios, los terratenientes y la burguesía de los pequeños y medianos estados del Suroeste de Alemania. En la década del 80, para reunir las fuerzas reaccionarias, Bismarck derogó la mayor parte de estas medidas.

[2] En la edición alemana de Obras Completas de Marx y Engels, tomo XIX, se lee: «satisfacer sus necesidades religiosas lo mismo que sus necesidades corporales, sin que la policía tenga que meter sus narices».

La completa igualdad de derechos, el acercamiento y la ulterior unión de todas las naciones


«¿Puede ser concretamente igual en las grandes naciones, en las naciones opresoras, que en las pequeñas naciones oprimidas, en las naciones anexionistas que en las naciones anexionadas? Evidentemente, no. El camino hacia el objetivo común –la completa igualdad de derechos, el más estrecho acercamiento y la ulterior unión de todas las naciones– sigue aquí, evidentemente, distintas rutas concretas, lo mismo que, por ejemplo, el camino conducente a un punto situado en el centro de esta página parte hacia la izquierda de una de sus márgenes y hacia la derecha de la margen opuesta. Si el socialdemócrata de una gran nación opresora, anexionista, profesando, en general, la teoría de la fusión de las naciones, se olvida, aunque sólo sea por un instante, de que «su» Nicolás II, «su» Guillermo, «su» Jorge, «su» Poincaré, etc., etc. abogan también por la fusión con las naciones pequeñas –por medio de anexiones– Nicolás II aboga por la «fusión» con Galitzia, Guillermo II por la «fusión» con Bélgica, etc., ese socialdemócrata resultará ser, en teoría, un doctrinario ridículo, y, en la práctica, un cómplice del imperialismo. El centro de gravedad de la educación internacionalista de los obreros de los países opresores tiene que estar necesariamente en la prédica y en la defensa de la libertad de separación de los países oprimidos. De otra manera, no hay internacionalismo. Tenemos el derecho y el deber de tratar de imperialista y de canalla a todo socialdemócrata de una nación opresora que no realice tal propaganda. Esta es una exigencia incondicional, aunque, prácticamente, la separación no sea posible ni «realizable» antes del socialismo más que en el uno por mil de los casos. Y, a la inversa, el socialdemócrata de una nación pequeña debe tomar como centro de gravedad de sus campañas de agitación la primera palabra de nuestra fórmula general: «unión voluntaria» de las naciones. Sin faltar a sus deberes de internacionalista, puede pronunciarse tanto a favor de la independencia política de su nación como a favor de su incorporación al Estado vecino X, Y, Z, etc. Pero deberá luchar en todos los casos contra la mezquina estrechez nacional, contra el aislamiento nacional, contra el particularismo, por que se tenga en cuenta lo total y lo general, por la supeditación de los intereses de lo particular a los intereses de lo general. A gentes que no han penetrado en el problema, les parece «contradictorio» que los socialdemócratas de las naciones opresoras exijan la «libertad de separación» y los socialdemócratas de las naciones oprimidas la «libertad de unión». Pero, a poco que se reflexione, se ve que, partiendo de la situación dada, no hay ni puede haber otro camino hacia el internacionalismo y la fusión de las naciones, no hay ni puede haber otro camino que conduzca a este fin». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Balance de la discusión sobre la autodeterminación, 1916)

martes, 20 de marzo de 2018

Aclaraciones sobre el fascismo desde un auténtico punto de vista marxista-leninista; Equipo de Bitácora (M-L), 2017


«La caracterización que hace el Partido Comunista de España (reconstituido) de España como Estado fascista causa rechazo entre la pequeña porción de la población que los conoce, naturalmente por ser una conclusión irreal. A nivel interno, esta visión como dogma sine qua non para aceptar su línea política, les ha causado el arrastrar una idea deformada y fantasiosa de la realidad, contrayendo una política sectaria y aislacionista que les ha acabado convirtiendo en un reducto marginal dentro del propio campo revisionista. 

Analicemos extensamente su visión infantil sobre lo que consideran fascismo, y la visión marxista sobre el tema.

Aclaraciones sobre el fascismo desde un auténtico punto de vista marxista-leninista

En este apartado intentaremos resumir los aspectos fundamentales que todo revolucionario debe tener claro sobre el régimen fascista y el régimen democrático-burgués. Para el lector que desee indagar en ciertas cuestiones puntuales recomendamos echar un vistazo a los documentos pertinentes que iremos facilitando.

¿Qué hace diferente al fascismo de la democracia burguesa?

El fascismo es la radicalización absoluta de la dictadura de la burguesía en su expresión de la lucha de clases, dicho de otro modo: mientras la democracia burguesa es una etapa de «reposo» relativo, siendo la forma política natural de dominación para la burguesía, donde mejor puede explotar a los trabajadores a la vez que justificar su régimen político de cara a las masas, el fascismo es una etapa ofensiva donde la burguesía impone, habitualmente como respuesta al avance de un movimiento revolucionario, tal régimen para «recuperar el terreno perdido» o para «evitar que se le escape la situación de las manos». Con ello bajo una nueva forma de dominación trata de arreglar algo que no está funcionando como debería según sus intereses. Bajo este régimen, la burguesía, debe hacer mayores esfuerzos demagógicos y represivos para defender su legitimidad ya que la misantropía del fascismo es manifiesta en sus formas de dominación.

Lo que suponía el triunfo de una desviación de derecha para los distintos partidos comunistas


«El triunfo de la desviación de derecha en los Partidos Comunistas de los países capitalistas supondría la derrota ideológica de los Partidos Comunistas y un fortalecimiento enorme de la socialdemocracia. ¿Y qué es un fortalecimiento enorme de la socialdemocracia? Es reforzar y robustecer el capitalismo, pues la socialdemocracia es el sostén fundamental del capitalismo dentro de la clase obrera. Por tanto, el triunfo de la desviación de derecha en los Partidos Comunistas de los países capitalistas conduce al desarrollo de las condiciones necesarias para el mantenimiento del capitalismo.

La desviación de derecha en el comunismo, bajo las condiciones de desarrollo soviético, cuando el capitalismo ha sido ya derrocado, pero cuando todavía no han sido extirpadas sus raíces, significa la tendencia, la propensión de una parte de los comunistas –sin forma definida aún, verdad es, y quizá inconsciente, pero propensión, a pesar de todo– a apartarse de la línea general de nuestro Partido, inclinándose hacia la ideología burguesa. Cuando algunos círculos de nuestros comunistas intentan hacer que nuestro Partido se aparte, marchando hacia atrás, de los acuerdos del XVº Congreso de 1927 y niegan la necesidad de la ofensiva contra los elementos capitalistas del campo; o exigen que se reduzca nuestra industria, por entender que el rápido ritmo de su desarrollo actual es ruinoso para nuestro país; o niegan la conveniencia de las asignaciones para la organización de koljoses y sovjoses, por creer que esto es dinero tirado a la calle; o niegan la conveniencia de la lucha contra el burocratismo sobre la base de la autocrítica, por entender que la autocrítica quebranta nuestro aparato; o exigen que se suavice el monopolio del comercio exterior, etc». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Sobre el peligro de derecha en el Partido Comunista (bolchevique) de la URSS, 23 de octubre de 1928)

Anotación de Bitácora (M-L):

Como se ve en esta anotación y tantos otros trabajos de los marxista-leninistas soviéticos de la época, lejos de lo que han dicho algunos representantes de las diversas corrientes revisionistas para denigrar a Stalin; él entendía y señalaba que no solo influían las desviaciones en el campo económico
, sino en la política y la cultura, cansándose de recriminar los defectos ahí donde los veía, lejos de un espíritu autosatisfactorio. Como es sabido cualquier grieta en en uno de los campos abría el camino para infectar los demás como así sucedió.

sábado, 17 de marzo de 2018

La creencia de que las leyes antiterroristas corresponden a países fascistas; Equipo de Bitácora (M-L), 2017


«La aplicación de leyes antiterroristas que bajo lagunas legales se hacen extensibles a organizaciones y militantes no terroristas de todo tipo no es un rasgo que demuestre que haya fascismo, es un mecanismo que todas las democracias burguesas o fascismos han aplicado desde sus orígenes bajo distintas denominaciones como puede ser leyes contra el bandidaje, contra el robo, contra los pobres, contra las asociaciones ilícitas, contra la sedición, contra la rebelión, y en todos estos casos se guardaban términos ambiguos con lo que poder extender esa legalidad a los trabajadores que molestaban por una u otra razón.

El propio Olarieta nos insinúa bajo sus tesis afines al PCE (r), que vivimos en una Europa llena de países fascistas (sic):

«Sorprende, por ejemplo, comprobar que el artículo 2 del Convenio Europeo para la Represión del Terrorismo de 1977 sea una reproducción del artículo 4 del Tratado de 1942 entre la Alemana nazi y la Italia fascista (88). Su proceso de elaboración es la viva imagen de la negación de la democracia, se redactó clandestinamente, sin que la Asamblea del Consejo de Europa pudiera conocer el texto, ni siquiera en trámite de urgencia (89). En España, toda esa creación legislativa se asocia fácilmente al régimen franquista». (Juan Manuel Olarieta; Transición y represión política, Revista de Estudios Políticos, 1990)

Y cita las consecuencias que según él han tenido:

jueves, 15 de marzo de 2018

La claudicación del Partido Comunista de Brasil (PCdoB) y la flagrante traición del oportunista João Amazonas; Equipo de Bitácora (M-L), 2015

João Amazonas junto a Lula en 1989

«¿La actual oposición a Dilma es acaso hegemonizada por algún partido marxista-leninista? No, está hemegemonizada por una oposición con partidos burgueses que están si cabe más a la derecha que el Partido del Trabajo (PT) de Dilma-Lula como ocurre con la oposición en Venezuela o Nicaragua. 

¿Existe acaso algún frente de oposición donde formen parte los marxista-leninistas aunque no sea la principal fuerza de este frente? Tampoco. Es más cabe preguntarse: ¿existe alguna organización marxista-leninista real en Brasil con peso? Tampoco, el nivel de desorganización de la clase obrera brasileña es un drama como en tantos otros países, hoy solo quedan los restos de organizaciones antaño combativas, ahora grupúsculos oportunistas inservibles, que mendigan alguna que otra cuota de poder, detrás de alguna sección burguesa.

No existe una organización realmente marxista-leninista desde la abierta traición que el oportunista João Amazonas propició al glorioso Partido Comunista de Brasil (PCdoB), organización líder de la lucha contra la dictadura militar brasileña durante 1964-1985, un partido que ciertamente tuvo sucesivas desviaciones castristas y maoístas que se fueron superando, pero constituía el único baluarte revolucionario desde la sumisión del viejo Partido Comunista Brasileño (PCB) al jruschovismo. Las aportaciones de figuras como Mauricio Grabois o Pedro Pomar, figuras que se opusieron dentro del PCB a la implantación de la línea revisionista, y que fueron consecuentes fundando el nuevo PCdoB en 1962. Ambos acabarían asesinados respectivamente en 1973 y 1967 por la reacción brasileña, pero sus aportes y artículos son de total actualidad. Citaremos como ejemplo algunas de las obras de estas figuras y otras del partido que deben ser releidas por todos los marxista-leninistas de la actualidad:

a)  Pedro Pomar; En el 30 aniversario de la Revolución de Octubre, 1947.

b) Pedro Pomar; Stalin, artífice de la vitoria sobre el fascismo, 1949.

c) Mauricio Grabois; Dos concepciones, dos orientaciones políticas, 1960.

d) De la  conversación del camarada Enver Hoxha con el camarada Pedro Pomar, 18 de agosto de 1967; Publicado en Rruga e Partisë, N ° 2, 1977.

e) Mauricio Grabois; Diario de la guerrilla, 1973. 

f)  Pedro Pomar; La gloriosa bandera de 1935, 1975.

g) PCdoB; Conquistar la libertad política, alcanzar una democracia popular, 5 de enero de 1976.

h) PCdoB; Resoluciones de la VIIª Conferencia del PCdoB, 1 de enero de 1979.

i) PCdoB; Estudio crítico sobre el principio de la violencia revolucionaria, 1 de enero de 1983.

En la actualidad no hay artículos de tal calidad ni coherencia en los principios, a cualquier revolucionario le causa una honda simpatía la valentía de levantar la bandera marxista-leninista en aquellos momentos de traición revisionista y de férrea ofensiva de la reacción, sobre todo a partir del golpe fascista de 1964.

Pero los méritos del PCdoB y sus cuadros no solo se reducen a criticar al jruschovismo, sino a haber superado sus ilusiones tempranas sobre el castro-guevarismo y también del maoísmo a partir de mediados de los 70. 

En especial hay que destacar la lucha llevaba contra los movimientos tercermundistas, a ejemplo, para que el lector precise el nivel que mantenía en partido en los 70, dejaremos el siguiente extracto:

«Era un momento en que este tercer mundo, mundo de los países no alineados o de los países en vías de desarrollo –tres definiciones, que expresan el mismo contenido– parecía estar unido y lograr éxitos considerables. Este «mundo» se adelantó entre los años 1972-1973. (...). La elevación del precio del petróleo fue aclamado como la liberación de los países oprimidos por el imperialismo y la demanda de la evaluación de las materias primas del tercer mundo se señaló como un nuevo camino para la liberación nacional. El tercer mundo se puso de moda. Allende en Chile, Perón en Argentina, Velasco en Perú, Fidel Castro en Cuba, todos se consideraban como pertenecientes al tercer mundo. De hecho, incluso Geisel se enamoró de esta tendencia. Precisamente en este momento determinados revolucionarios y círculos socialistas comenzaron a cantar alabanzas al tercer mundo y se consideran como una parte integrante de la misma, ocultando las diferencias de principio entre el socialismo y el capitalismo.

Nuestro partido nunca aceptó esta asombrosa clasificación, este harapo como bandera del frente mundial antiimperialista. Ya en 1973 se puso de manifiesto la incoherencia y oportunista carácter implícito en esta teoría:

«La perspectiva de una tercera posición que se están dando el movimiento antiimperialista es falsa, teórica y políticamente». (Publicado en un artículo de A Classe Operaria, 1973)

Ahora, le guste a sus apologistas o no, el concepto del tercer mundo está en crisis. La llamada independencia de la mayoría de estos países no fue más que una ilusión pasajera. Los cambios han tenido lugar en casi todos ellos, lo que ha puesto fin al supuesto antiimperialismo de sus gobiernos. Se han convertido aún más en países dependiente del capital financiero internacional –incluyendo de la Unión Soviética–. Según las cifras publicadas recientemente por la Conferencia de Comercio y Desarrollo de la ONU, sobre la base de las cifras dadas a conocer por el Banco Mundial, la deuda externa de estos países en 1974 fueron de 80 mil millones de dólares, mientras que ahora han llegado a 240 mil millones de dólares». (Partido Comunista de Brasil; Mantener en alto la bandera invencible del marxismo-leninismo, 1977)

Estos artículos son sin duda joyas de cuando el partido mantenía un valiente y gran nivel de análisis fruto de su madurez, pero ello no duraría demasiado. El actual PCdoB lejos de emitir críticas de este estilo, se reduce a un santurrón seguidismo a los regímenes tercermundistas de la llamada izquierda latinoamericana, incluso ofrece un cheque en blanco en concreto al gobierno imperialista de Dilma y es su más fiel servidor. Es decir, ha perdido todo conato de independencia de clase en sus análisis nacionales e internacionales.

A inicios de los 90 el Partido Comunista de Brasil (PCdoB) podemos decir que se consumó completamente la desviación del camino marxismo-leninista que se había iniciado a finales de la anterior década. Esto se podía ver no solo con las alianzas con el propio Lula que empezaba a ser popular y otros reformistas a los que se abrazaba y alababa sin criticismo alguno, sino que empezó a declararse admirador de varios de los revisionismos que hasta hacia cuatro días sermoneaba con combatir. Esta traición de Amazonas en los años 80 liquidando el espíritu revolucionario del partido consumada de forma completa en el congreso de 1992, es comparable a la que Prestes cometió con el PCB que también formalizó en el congreso de 1956. Ambos pasaran a la historia como dos líderes nefastos que llevaron a su partido al abismo, no serán recordados por sus «tesis novedosas», ni por elevar al partido a una nueva etapa de grandes éxitos, sino por castrar sus principios y marginarlo de las masas, convirtiéndose en aquello que juraron no permitir. Por supuesto como en todo proceso no podemos personalizarlo en una o dos personas, la culpa reside en toda la militancia que permitió tal agravio, tanto en la experiencia del PCB como luego del PCdoB, casos que demuestran la fragilidad del militante comunista en tanto que sujeto que debe corroborar y supervisar que se mantenga la línea revolucionaria y relevar a sus líderes si pretenden desviar la línea revolucionaria de la organización.

Las primeras evidencias de este giro del PCdoB hacia posiciones derechistas, se pueden detectar desde el final de la dictadura militar y su ambigua posición en las huelgas de Sao Paulo. Después con el desgaste de la dictadura militar brasileña, su rendición, y el paso a la instauración de la democracia burguesa brasileña, el PCdoB llegó a exponer proclamas que embellecían a los jefes liberales con eslóganes como «Para la consolidación de la democracia, le damos la bienvenida al presidente Sarney», esto venía a decir que serían el furgón de cola de la burguesía liberal moderada. Esto pudo verse también en declaraciones sorprendentes como la de:

miércoles, 14 de marzo de 2018

Las advertencias de Enver Hoxha en su último congreso al frente del Partido del Trabajo de Albania; Equipo de Bitácora, 2018

El siguiente post es una recopilación del informe de Enver Hoxha al VIIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania (PTA) de 1981, el último congreso al que asistiría el líder albanés antes de su fallecimiento en 1985. En él se puede ver varias advertencias generales al partido en cuanto a su organización, sus normas, sus principios, relacionándolo con la vida en la sociedad socialista ante el cerco imperialista-revisionista. Mucha de las advertencias tienen que ver respecto al liberalismo, la falta de formación teórica, la lucha contra el burocratismo y el tecnocratismo, el alejamiento de la realidad y las masas, etc.

Hay que anotar que este congreso estuvo rodeado de luchas internas, en especial estuvo marcada por el borrador del informe económico presentado por Mehmet Shehu que fue rechazado por el Buró Político encabezado por Enver Hoxha, ya que presentaba la idea jruschovista-maoísta de invertir más en la industria ligera, aumentar y liberalizar notablemente el comercio exterior hacía Occidente. 

Aunque Enver Hoxha sufría de diabetes y encadenó un ataque cardíaco en 1973 su actividad política fue muy grande, no fue hasta 1983 donde su salud se vio agraviada tras un accidente vascular cerebral menor que prácticamente la apartó de la vida política durante esta época. Pese a todo el proceso de lucha interna no cesó y aparecieron nuevos retos. En ese mismo año 1983 se puede detectar un intento de reconciliación con el revisionismo como se vio en las publicaciones de la Agencia Telegráfica Albanesa (ATA) donde por ejemplo se intentaba embellecer al régimen rumano, algo contra lo que Enver siempre había luchado toda su vida y contra lo que se oponía como se puede ver en sus últimos escritos sobre Rumanía de ese mismo año, por lo que la tendencia fue liquidada. También hubo especulaciones sobre si con el restablecimiento de las relaciones comerciales con ciertos países como China o Francia se debía suavizar la lucha ideológica como se hicieron eco algunos medios externos, pero fue algo que Enver y otros no consintieron durante 1983-1985 como demuestran las últimas publicaciones y el resto de artículos de los albaneses de ese lapso de años. En cambio en este VIIIº Congreso del PTA de 1981 si hubo algunas cuestiones donde el régimen albanés se estaba apartado de los lineamientos antes abanderados, lo que ayuda a entender la restauración del capitalismo posterior. Véase nuestro capítulo: «El PCE (m-l) y la cuestión albanesa».

Si miramos lo que ocurrió después de la desaparición física de Enver en 1985 observaremos sin duda que el PTA siguió albergando grandes teóricos y revolucionarios que defendieron su obra durante 1986-1990. Pero también demuestra que teniendo este precioso legado teórico-práctico los cuadros albaneses del partido descuidaron las advertencias de Enver Hoxha y el partido de años anteriores sobre el peligro de restauración capitalista, bien porque algunos viendo estos análisis creyeron estar ya inmunizados ante el peligro del revisionismo, o bien porque otros lo aceptaban formalmente de buen grado pero jamás llegaron a comprenderlos y aplicarlos. Algo imperdonable fuese lo que fuese. 

A partir de 1986 se puede ver de forma mayor como en los medios albaneses hubo una pugna mayor entre las tendencias oficiales del gobierno de Ramiz Alia y sus detractores, que se materializó de nuevo distintas tendencias en cuanto a la política exterior, unos conciliando en lo ideológico con los regímenes imperialistas y revisionistas y los otros criticando a estos regímenes e indirectamente la nueva política albanesa, lo cual hace más meritorio estos análisis de los revolucionarios albaneses que intentaron oponerse a este camino. Estos fenómenos negativos lejos de ser denunciados por el resto de partidos marxista-leninistas como una señal de alerta, como el posible el germen de una lucha interna donde de triunfar completamente los liberales se daría un retroceso irreversible, fueron en realidad ignorados o aplaudidos por mero seguidismo, ya que también la mayoría de partidos marxista-leninistas habían generado a finales de los 80 incluso de forma más precoz que el PTA. 

Aún así es importante apuntar que que a diferencia del rápido cambio de rumbo práctico y de discurso de los jruschovistas en la URSS, en el caso de Albania el revisionista emboscado Ramiz Alia no salió tan abiertamente de su cueva, en cuestiones como: la valoración negativa del legado de Stalin y Hoxha, la petición de créditos, la descolectivización, la adhesión al FMI, la distensión con las superpotencias y el resto de imperialismos, el pluralismo de partidos, proponer una economía descentralizada, la composición social del partido con el predominio de los intelectuales, tomar la rentabilidad como principio rector de las empresas. Todas ellas fueron cuestiones que solamente fueron enunciadas abiertamente en 1990, ya que los movimientos políticos-económicos de 1986 fueron mucho más sutiles aunque sin duda causaron a la postre la crisis político-económica del régimen para finales de la década, lo cual era no increíble pero si dudoso de profetizar años atrás. E incluso en política exterior el grupo de Alia se permitía cierta pose antirevisionista cuando le convenía. Lo cierto es que durante 1986-1990 el gobierno albanés o bien se había cumplido con los axiomas básicos del marxismo-leninismo o el grupo de Ramiz Alia los había enunciado en la teoría para pisotearlos en la práctica. Esto explica la dificultad de detectar para los marxista-leninistas albaneses y del mundo este proceso regresivo, aunque no justifica que no se supiese reaccionar desde los primeros síntomas teniendo como decíamos tantos análisis y reflexiones sobre los procesos de restauración capitalista en otros países. Pero esto será mejor abordado en un próximo documento sobre la restauración del capitalismo en Albania que esperemos podamos traeros pronto.

El hecho de que los militantes no siguiesen estas directrices y otras en torno a los principios básicos del marxismo-leninismo y su partido fue lo que a la postre costó al PTA perder su espíritu revolucionario y combativo que tanto le había caracterizado y tanto había atraído la atención de todos los revolucionarios de todo el mundo con sus éxitos. Este proceso degenerativo fue consumándose y agudizándose en los años sucesivos, donde el indiferentismo, la apatía incluso el derrotismo empezaron a ser comunes entre las filas de los antaño militantes revolucionarios incluso en los más curtidos, una transformación que afectó a la médula del partido y que permitió finalmente la restauración del capitalismo en Albania a través del propio dirigido en su cúspide por el infame Ramiz Alia, siendo por último como trámite disolución del partido en 1991 ya un mero formalismo de todo el proceso para recolocarse como partido socialdemócrata. Pero todo esto será mejor abordado en un futuro documento.

El documento:


El partido comunista no puede permanecer en el poder sin más sino tiene y aplica una línea correcta

«El Partido no puede colocarse ni permanecer en la dirección de forma casual. Asegura su papel dirigente por medio de su correcta línea, de la lucha y el trabajo perseverante por aplicar esta línea. Apoyándose en la teoría de la clase más avanzada de la sociedad, del proletariado, en la doctrina marxista-leninista, en las leyes del desarrollo materialista de la sociedad, el Partido tiene una visión amplia, un pensamiento elaborado y científico. Se orienta claramente en cualquier situación, comprende el presente, prevé el futuro y sabe anticiparse a los acontecimientos, definiendo y aplicando siempre una estrategia y una táctica revolucionarias que responden a los intereses de la clase obrera y de las masas trabajadoras». (Enver HoxhaInforme en el VIIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1 de noviembre de 1981)

El partido comunista debe asegurarse de que sus directrices son entendidas y aplicadas

«El Partido ejerce su papel dirigente en todas partes y en todos los aspectos a través de las organizaciones de base y los comunistas. Cuanto mejor sean asimiladas y aplicadas la ideología y la línea política del Partido en general, cada decisión o directriz suya en particular, por cada organización o comunista, tanto más se fortalece el Partido y sus lazos con las masas, tanto más se eleva el papel dirigente del Partido en cada eslabón de la construcción socialista. Esto constituye una condición decisiva para el cumplimiento de las grandes tareas que se plantean en el estadio actual de desarrollo del país y en las situaciones concretas en las que construimos el socialismo». (Enver HoxhaInforme en el VIIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1 de noviembre de 1981)

La importancia de aclarar el papel del partido comunista en la sociedad socialista

«Reviste particular importancia la formación de un concepto más claro y más completo sobre la realización del papel dirigente del Partido en todos los eslabones y en todos los aspectos. En la práctica, existe una comprensión estrecha de esta cuestión por parte de algunos comités, burós y organizaciones de base. Unos piensan erróneamente que «el Partido son sólo los aparatos y los órganos dirigentes» y no la masa grande y organizada de todos los comunistas. Otros no comprenden y no ejercen plenamente el papel dirigente del Partido en el sistema de la dictadura del proletariado, y, bajo la consigna «el Partido dirige todo», involucran a las organizaciones, los comités del Partido y sus dirigentes en la solución concreta de las pequeñas cuestiones de la producción, de la administración, de la técnica, etc. Al parecer no se comprende bien que los asuntos del Partido los dirigen todos los comunistas, dondequiera que trabajan, que el Partido dirige en bloque, de manera organizada y centralizada a través de todas sus palancas, a los órganos estatales y económicos, a las organizaciones de masas». (Enver HoxhaInforme en el VIIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1 de noviembre de 1981)

Hay que evitar que los aspectos técnicos y administrativos suplanten al aspecto político-ideológico

«Es ésta la razón por la que en el tratamiento y la solución de diversos problemas, algunos órganos y organizaciones del Partido dedican más atención a los aspectos técnicos y administrativos y dejan de lado el aspecto político e ideológico, los problemas de la política económica, cultural o militar del Partido, la labor con la gente que es por otra parte su tarea principal. Tales juicios y actuaciones conducen a la monopolización de los asuntos, reprimen la iniciativa de los cuadros y de las masas, duplican y desplazan a las palancas del Partido y debilitan y marchitan el propio papel dirigente del Partido». (Enver HoxhaInforme en el VIIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1 de noviembre de 1981)

La línea del partido comunista debe penetrar en todos los campos, ya que ninguno es apolítico

«Nuestro Partido ha concebido y ha desempeñado siempre correctamente su papel en el sistema de la dictadura del proletariado. Por ello es de suma importancia comprender cada vez mejor y tener en cuenta que la labor del Partido no es únicamente la de los órganos y de las organizaciones de base, y mucho menos de sus aparatos. También desarrollan trabajo del Partido los órganos estatales, económicos, los mandos y los estados mayores en el ejército, las organizaciones de masas, todos los cuadros y trabajadores sean o no comunistas, porque todos se guían por la ideología y la línea del Partido, aplican las leyes y las reglas del Estado, sus planes, en los cuales se encarna esta línea. (...) Los órganos estatales y económicos, las organizaciones de masas y sus cuadros no son apolíticos, no se ocupan únicamente de cuestiones técnicas, agrotécnicas, militares, etc. También ellos trabajan y luchan apoyándose en la línea del Partido y por su aplicación. Desde luego la organización del Partido tiene su propia responsabilidad cuando permite que algunos dirigentes y administradores no cumplan con la tarea encomendada. Aquélla debe ayudarles, orientarles, educarles, corregirles, colocarles incluso ante su responsabilidad, y cuando llega el caso poner en su sitio a todos los que pretenden actuar a su antojo, ya sea al amparo de la organización de base o bajo el título de comunista. Así disminuyen los peligros de cometer errores, se desarrolla el cuadro y su responsabilidad hacia el trabajo». (Enver HoxhaInforme en el VIIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1 de noviembre de 1981)