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martes, 15 de noviembre de 2016

Refutando las razones de los socialimperialistas soviéticos para invadir Afganistán


«Para justificar sus acciones, los amos de Moscú dan principalmente dos razones:

1) Habían sido convocados por el «pueblo» afgano para ayudarle, y se habrían visto por tanto obligados a cumplir con su compromiso de prevenir una evolución de los acontecimientos similar a los de Chile.

2) La seguridad de la Unión Soviética estaba en riesgo porque los imperialistas tenían la intención de transformar a Afganistán en su base.

Estos son los pretextos que el prosoviético Partido Comunista Alemán (PCA) nos está vendiendo aquí, presuponiendo en todo momento claro, que la Unión Soviética sigue siendo un país socialista. Pero incluso siendo verdad que fuera socialista, estos malos pretextos no justificarían sus acciones.

Ciertamente, en determinadas ocasiones, puede ser el deber de un Estado socialista dar su ayuda fraternal a otro país socialista, que cuando una revolución socialista victoriosa se vea amenazada por la interferencia externa agresiva se asista con armas y tropas para ayudar. Esto también se aplica si se trata de un país vecino no imperialista, cuando un Estado independiente es atacado por una potencia imperialista.

¿Pero se dieron estas condiciones en Afganistán? No. ¿Afganistán fue atacado por un país imperialista? No. ¿Era un país socialista hermano? Por supuesto que no. ¿Se estaba defendiendo la revolución socialista amenazada? Tampoco.

¿Qué pasó en Afganistán en abril de 1978? Sucedió simplemente un golpe de Estado militar apoyado y controlado por la Unión Soviética, y poco después fue «elegido» Presidente de Afganistán Babrak Karmal que –al igual que sus predecesores– llamó a las tropas socialimperialistas soviéticas a que ayudasen contra el pueblo afgano.

El golpe de Estado afgano, como cualquier otro golpe de Estado, fue rechazado por los comunistas. Después de todo, un golpe de Estado es una puesta de escena desde arriba y no usa al pueblo en la revolución. El hecho de que en Afganistán este gobierno surgiera de un golpe de Estado que fue apoyado desde el exterior por la Unión Soviética, ya explica el hecho de que las grandes masas no solo no participaran, sino que provocara la resistencia armada. No importa el hecho de que en este caso muchas de estas fuerzas fuesen apoyadas por los imperialistas estadounidenses y chinos.

Incluso si la Unión Soviética fuera verdaderamente un país socialista, tendría que condenarse su acción en Afganistán. Ahora, la Unión Soviética, no es un país socialista, sino una superpotencia socialimperialista, lo que viene claramente para refutar su segundo argumento expresado: La seguridad de la Unión Soviética estaba en riesgo porque los imperialistas tenían la intención de transformar a Afganistán en su base.

¿No explica también el imperialismo estadounidense que «su seguridad en el Medio Oriente está en riesgo» debido a que «la Unión Soviética apoya al terrorismo» y en base a eso actúa? Ciñéndonos a estas excusas imperialistas que uno y otro usan, la Unión Soviética podría invadir prácticamente todos los países fuera del Pacto de Varsovia. Para ellos en particular, los únicos requisitos son:

En primer lugar, que el «pueblo» llame a la Unión Soviética a intervenir y segundo que la Unión Soviética «sienta amenazada su seguridad». Sin embargo, cuando el «pueblo» llama, y cuando se ve «amenazada» su seguridad es algo que determina cuando quiere la propia Unión Soviética». (Ernst AustAlemania no debe convertirse en un campo de batallas; Recopilación de citas de Ernst Aust sobre la cuestión alemana y sobre el revisionismo alemán, 1981)

miércoles, 17 de febrero de 2016

Las difíciles condiciones de la fundación y construcción del socialismo en la República Democrática Alemana (RDA)

Retratos de  Wilhelm Pieck y Iósif Stalin en una demostración comunista en la RDA, 1952

«Camaradas, muchos de vosotros todavía erais jóvenes, y debemos recordar que hubo una vez en que la RDA fue un Estado socialista, que era admiraba y el punto de esperanza no solo de los trabajadores de Alemania Occidental, sino de toda Europa. Las propiedades de los criminales de guerra nazis fueron confiscadas. Los monopolios fueron eliminados por completo. La reforma agraria comenzó en otoño de 1945. A continuación 6.986 bienes y 3.082 posesiones de tierra fueron confiscadas a los nazis, un total de 3,1 millones de hectáreas de tierra. De los cuales 2 millones  de hectáreas fueron distribuidas a 543.000 campesinos pobres sin tierra y se crearon 1.000 cooperativas.

Hubo difíciles condiciones bajo las cuales se tuvo que dar la construcción del socialismo en la RDA. La retirada de los fascistas ante el avance del Ejército Rojo Soviético les hizo destruir instalaciones industriales, obras, e incluso carreteras. Pero los estadounidenses también lanzaron bombas ante el avance del Ejército Rojo en Leuna y otros lugares. Los imperialistas trasladaron instalaciones industriales, documentación y hasta personal de la RDA a Occidente. Esto fue un duro golpe para la RDA que no tenía su propia industria pesada, quedándose además con las zonas industriales del Ruhr y el Sarre.

Pero el primer plan bienal de 1949 fue completado ya en 1950 antes de lo previsto. Y pese a que la zona del Ruhr había sido arrebatada, la planta metalúrgica «Iósif Stalin» fue erigida cerca de Frankfurt. El primer alto horno fue construido en 1951. El mismo año la planta siderúrgica fue establecida al oeste de la región de Sajonia-Anhalt. En Stralsund se construyeron los grandes astilleros de Wismar y Warnemünde». (Ernst Aust; Discurso pronunciado por el establecimiento del PCA/ML de la sección de la RDA en Westfalenhallen DortmundRecopilación de citas de Ernst Aust sobre la cuestión alemana y sobre el revisionismo alemán, 7 de marzo de 1976)

viernes, 15 de enero de 2016

Ernst Aust: el marxismo en las dos Alemanias; Equipo de Bitácora (M-L), 2016

[Enlaces de DESCARGA del texto en PDF al final del documento]

«¿Ha existido la dictadura del proletariado alguna vez en China? A partir de esta pregunta resulta inevitablemente también formular la siguiente pregunta –que ha dado mucho que hablar incluso entre nosotros–: ¿cuándo existió entonces exactamente esta dictadura del proletariado? ¿Después de la liberación de China cuando el propio Partido Comunista de China hablaba de la nueva democracia y no se cansaba de destacar la participación de la burguesía en el poder? ¿O tal vez un poco más tarde, cuando Mao Zedong continuaba predicando el crecimiento interno pacífico de la burguesía en el socialismo y Liu Shao-chi, el llamado Jruschov chino, estaba en el apogeo de su poder? ¿O tal vez en la llamada «Revolución Cultural» con sus caóticas, anarquistas y pequeño burguesas acciones? ¿Tal vez justo después de eso, cuando el partido y los sindicatos fueron destruidos en China y Lin Piao fue coronado oficialmente como el príncipe heredero? ¿O tal vez un poco más tarde, cuando Nixon visitó a Mao Zedong y Chou En-lai, y Deng Xiaoping fue rehabilitado y la reaccionaria teoría de los tres mundos estaba plenamente desarrollada? Por no hablar ya, de los años posteriores a la muerte de Mao Zedong». (Ernst Aust; Informe en el IVº Congreso del Partido Comunista Alemán/Marxista-Leninista, diciembre de 1978) 


Preambulo

El 25 de agosto de 2015 se cumplió el 30 aniversario del fallecimiento del marxista-leninista alemán Ernst Aust, líder del Partido Comunista de Alemania/Marxista-Leninista (1968-86), por esta razón deseábamos dejar en manos de nuestros lectores una recopilación de citas de este jefe revolucionario. Esto a su vez nos permitiría arrojar algo de luz sobre el carácter de la República Democrática Alemana (RDA) 1949-89; ya que, para variar, los presuntos «marxista-leninistas» de nuestro país no se han esforzado en traernos al castellano críticas –o pruebas de lo contrario– que demuestren el arduamente conocido carácter capitalista de uno de los países con mayor reputación del bloque revisionista soviético, y que por lo demás, fascinaba y aún hoy lo hace a los colectivos e individuos oportunistas de todas las partes del globo. A todos estos nostálgicos y folclóricos les decimos que la realidad histórica y cotidiana, la realidad objetiva, nos impone como tarea apremiante hacer una crítica, una evaluación sin piedad alguna, sobre los mitos y creencias de los países capitalistas, incluyendo en este caso a la RDA y su funcionamiento. 
 
Son pocos los partidos que han dejado registrado un análisis de la RDA y menos aún que nos sea de utilidad para comprender su carácter. En España los grandes mitos sobre que embellecían a la RDA de Walter Ulbricht o Erich Honecker fueron inoculados a través de las formaciones políticas prosoviéticas en diversas etapas: esta labor primero fue asumida por el PCE, después con el PCOE y más tarde con el PCPE, en todos los casos dependían de su subvención alemana. Evidentemente, esta noción distorsionada de lo que es una «sociedad socialista» es un gran lastre que aún perdura, pero existe un problema mayor: gran parte de la población está más contaminada con la versión liberal de la historia que critica y reduce a la RDA a sus oscuros episodios de su policía política –la famosa Stasi–, aprovechando para presentar sus excesos como lo único a lo que conduce el «marxismo-leninismo» cuando intenta aplicarse. La imperiosa necesidad de realizar esta labor de aclaración en países como los de Europa Central y del Este –aquellos que en su momento estuvieron bajo dominio del jruschovismo–, ha sido –como hemos podido comprobar in situ, en distintas visitas a estos países–, una de tantas tareas que está a años luz de ser abordada y resuelta debidamente. En la mayoría de ellos no existen partidos revolucionarios, y las organizaciones existentes se formaron a partir de las ruinas de los antiguos partidos de los 80 que ya eran apologistas del revisionismo local. 
 
Para nosotros Ernst Aust es uno de los marxista-leninistas más interesantes del siglo XX, una figura tan eminente como tristemente olvidaba, un trato que desafortunadamente han sufrido otros grandes líderes proletarios como Bolesław Bierut, Joan Comorera, Elena Ódena, José Díaz y Georgi Dimitrov, por citar algunos ejemplos. Eminentes dirigentes olvidados por la historia debido al «trabajo de sepultura» de los revisionistas, así como por la ociosidad de los autodenominados marxistas de la actualidad. Los análisis de Aust son muy interesantes por varias cuestiones. El núcleo principal de sus reflexiones versó sobre las sociedades de Alemania Occidental y la Alemania Oriental; sobre las pugnas entre las fuerzas imperialistas y socialimperialistas en dicha zona; también abordó el papel de las distintas corrientes del revisionismo moderno en Alemania y el resto del mundo. Pero no son menos interesantes su autocrítica sobre sus pasadas tendencias maoístas, así como su aportación a la refutación general del revisionismo chino; lo mismo cabe decir en torno a su evaluación sobre las distintas bandas armadas de inspiración guevarista-anarquista como la RAF; el estudio y defensa de la Albania socialista y de la figura de Enver Hoxha; e incluso sus certeros análisis y comentarios sobre eventos internacionales como los de Polonia o Afganistán. Todos estos análisis suponen para nosotros la confirmación de que estamos ante una figura infravalorada. 
 
El mayor demérito de Ernst Aust versa sobre dos cuestiones. La primera, y siempre en relación al material que de él hemos podido tener acceso, Ernst Aust no parece que indagase sobre los personajes alemanes comúnmente relacionados y generalmente aceptados como «referentes» en el movimiento revolucionario alemán. Nos referimos a figuras como la de Rosa Luxemburgo o Ernst Thälmann, a los cuales siempre dedicó amables palabras, más como recordatorios formales del mito que como un estudio pormenorizado de sus pensamientos y acciones. Seguramente, si hubiera podido acceder a suficiente material y hubiera tenido tiempo de realizar estudio y una evaluación completa del pensamiento de estos personajes, hubiera detectado el liberalismo, el anarquismo, el anarcosindicalismo y el trotskismo de Luxemburgo, y el propio luxemburguismo de Thälmann con más dosis, si cabe, de anarquismo. En realidad, esta tara no es algo específico e inherente solo al bueno de Aust, la condescendencia con las figuras de Luxemburgo y Thälmann es un defecto generalizado de casi todos los revolucionarios de todas las épocas, un «pequeño desliz» que ha sido tan común como perjudicial. Esto se explica, en la mayoría de casos, especialmente por la muerte trágica que ambos sufrieron a manos de la reacción y la posterior propaganda, pero no por ello debemos seguir esta nefasta y equivocada «tradición» del antifascismo más formalista. Por esta razón en pasadas entregas hemos evaluado la esencia de la línea política que mantuvieron estas dos figuras, la cual no tuvo nada en común con el marxismo-leninismo, muy por el contrario, lo atacaron o lo acabaron distorsionando causando un gravísimo daño a la concienciación de los trabajadores. 



La segunda cuestión se refiere al propio desempeño de su organización respecto a los deberes internacionales de su tiempo. En otros estudios pudimos observar nítidamente como el Partido Comunista de España (marxista-leninista) tuvo varias tiranteces con el Partido Comunista de Alemania/Marxista-Leninista, en especial desde inicios de los años 80.

a) El primer tema fue «el PCA/ML permaneció silencioso durante los momentos [sobre todo a partir de 1976-1978] en que el PCE (m-l) libró una dura lucha contra los oportunistas de Jacques Jurquet en Francia, Lefevre en Bélgica y Gilbert Etienne en Suiza siendo una lucha por los principios contra el revisionismo maoísta y el doctrinarismo, y por el derecho de los marxista-leninistas a unirse». Como el PCE (m-l) comenta en su carta al PCA/ML de 1982.

b) El segundo tema, sería respecto a que el PCE (m-l) sobre la cuestión de los frentes, trabajo de masas y posibles alianzas «condenaba rotundamente la unidad de acción bilateral y a nivel máximo con los revisionistas» que el PCA/ML parecía llevar a cabo bajo diversas excusas.

c) El tercer tema, sería respecto a las ilusiones que dejaba entrever el PCA/ML en su declaración del Comité Ejecutivo sobre los sucesos en Polonia –«Roter Morgen» nº51 de diciembre de 1981–, sobre el sindicato reaccionario de Solidaridad y la crisis del revisionismo polaco.

d) El cuarto tema, sería la negativa del PCA/ML bajo diversos pretextos a participar en la revista conjunta «Teoría y práctica» que vería luz en 1983, la cual el PCE (m-l) había planteado junto con otros partidos para estrechar lazos y que inicialmente el partido alemán había secundado. Así mismo existían otros temas relativos a la coordinación de los partidos internacionales donde el PCE (m-l) señalaba la dejadez del partido alemán en dicha cuestión.

En el congreso de 1983, en el informe político presentado por Aust ni siquiera había un solo comentario hacia el rol de la Albania de Enver Hoxha ni tampoco hacia el movimiento marxista-leninista y sus partidos. Una omisión demasiado significativa para un autodenominado colectivo marxista-leninista ante dos cuestiones de máxima importancia. Wolfgang Eggers, otra de las figuras de renombre de aquel entonces en el partido, seguramente el número tres en importancia, aún sigue excusando a su partido y a su mentor varias décadas después. Véase el capítulo: «Elena Ódena contra el falso internacionalismo de los oportunistas alemanes Koch y Eggers» de 2020.

Ernst Aust, pese a que fuese una figura con grandes luces y pocas sombras en un balance general, destaca negativamente al igual que sus homólogos, como Elena Ódena, en que siempre llegaba tarde en descubrir y denunciar el revisionismo larvado. Véase la tardanza de ambas figuras y ambos grupos en comprender y denunciar al maoísmo. O también el hecho de que ninguno de los dos llegó a denunciar públicamente antes de fallecer –ambos en agosto y noviembre de 1985 respectivamente– el peligroso camino que tomaba la Albania de Enver Hoxha.

¿Y qué fue del PCA/ML? Pese a escribir notables páginas de lucha, sería disuelto en 1986 sin pena ni gloria. Este triste final tuvo relación en gran parte con la muerte de Ernst Aust, tras la cual el partido quedó definitivamente en manos de arribistas de distintas corrientes, como Wolfgang Eggers o Horst Dieter Koch, quienes llevaron el partido a la ruina pese a prometer seguir su legado. Esto, lejos de ser algo novedoso, es lo ya visto una y mil veces en los partidos comunistas donde tras la muerte de su rostro visible, como es el caso de Elena Odena y el PCE (m-l), todo se malogra y derrumba a un ritmo meteórico. Claro está, que en donde se ha dado esta situación, significa que ya en vida del «gran líder», la plataforma colectiva arrastraba defectos ideológicos y organizativos, solo que estos serían agudizados tras el fallecimiento del mismo y sus sucesores son incapaces de mantener y mejorar la situación de los cuadros, siendo a no mucho tardar el liquidacionismo la opción y conclusión lógica de ese mayor declive. Véase el capítulo: «Conclusiones sobre la degeneración del PCE (m-l) y lecciones a extraer para los revolucionarios» de 2020.
 
Dicho lo cual, ahora, sin más dilación, les dejamos con el documento. 

Notas:

[1] Lectura y descarga del PDF [AQUÍ] en Scrib o [AQUÍ] en Mega.

[2] Para consultar todos los documentos en PDF editados por el Equipo de Bitácora (M-L) pinche [AQUÍ].