miércoles, 7 de agosto de 2019


«¿Cómo explicar que nuestros dirigentes, que tienen una rica experiencia de lucha contra las corrientes antipartido y antisoviéticas de todo género, se hayan mostrado en este caso tan ingenuos y tan ciegos que no hayan sabido discernir la verdadera catadura de los enemigos del pueblo, no hayan sabido reconocer a los lobos disfrazados de corderos, no hayan sabido arrancarles la máscara? ¿Podría afirmarse que la acción de sabotaje, de espionaje y de diversión de los agentes de los Estados extranjeros que actúan en el territorio de la Unión Soviética, pudiera ser para nosotros algo inesperado, algo nunca visto? No, no podríamos decirlo. Testimonio de ello son los actos de sabotaje realizados en las diversas ramas de la economía nacional en el curso de los diez últimos años, desde la época del proceso de Shajti de 1928, los cuales además están registrados en los documentos oficiales. ¿Podría afirmarse que en estos últimos tiempos no ha habido ninguna señal que nos pusiera en guardia y nos advirtiera de la actividad de sabotaje, de espionaje o de terrorismo de los agentes trotskista-zinovievistas del fascismo? No, no podríamos decirlo. Ha habido señales en este sentido y los  bolcheviques no tienen derecho a olvidarlas. El infame asesinato de Serguéi Kírov [2] de 1934 fue la primera advertencia seria de que los enemigos del pueblo iban a practicar un doble juego y lo harían camuflándose de bolcheviques, de miembros del partido, para ganarse la confianza y poder introducirse en nuestras organizaciones.

El proceso del «Centro de Leningrado» [3], al igual que el proceso «Zinóviev-Kámenev» confirmaron una vez más las lecciones que se derivan del infame asesinato de Kírov.

El proceso del «Bloque zinovievista-trotskista» ha ampliado las enseñanzas de los procesos anteriores [4] y ha mostrado con toda claridad que los zinovievistas y los trotskistas agrupan a su alrededor a todos los elementos burgueses enemigos, demuestra que ellos se han convertido en una agencia de espionaje, de diversión y de terror de la Gestapo alemana, que el doble juego y el enmascaramiento son para los zinovievistas y los trotskistas el único medio para penetrar en nuestras organizaciones y que la vigilancia y la perspicacia política son el medio más seguro para impedir esta penetración y para liquidar a la banda zinovievista-trotskista.

En su carta confidencial del 18 de enero de 1935, relativa al infame asesinato de Kírov, el Comité Central del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética ponía resueltamente en guardia a las organizaciones del partido contra la benevolencia política y el aturdimiento filisteo.

He aquí lo que dice esta carta confidencial:

«Hay que acabar con la benevolencia oportunista que parte de la suposición errónea de que a medida que nuestras fuerzas crecen, el enemigo se vuelve más manso e inofensivo. Esta suposición es totalmente errónea. Se trata de un resabio de la desviación de derecha, que pretendía hacer creer a todos y a cada uno de nosotros que los enemigos se irán integrando paulatinamente en el socialismo y que en definitiva llegarán a convertirse en verdaderos socialistas. No es propio de bolcheviques dormirse en los laureles y quedarse pensando en las musarañas. Lo que nos hace falta, no es la benevolencia, sino la vigilancia, la verdadera vigilancia revolucionaria bolchevique. No hay que olvidar que cuanto más desesperada sea la situación de los enemigos tanto más desearán agarrarse a las medidas extremas, como el único recurso de los que están condenados a fracasar en su lucha contra el poder soviético. Debemos recordar esto y estar vigilantes». (Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética; Carta confidencial relativa al infame asesinato de Kirov, 18 de enero de 1935)

En la carta confidencial del 29 de julio de 1936, sobre la actividad terrorista y de espionaje del Bloque trotskista-zinovievista, el Comité Central del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética llamaba de nuevo a las organizaciones del partido a desplegar la máxima vigilancia, a saber reconocer a los enemigos del pueblo, por muy hábilmente enmascarados que estuvieran. He aquí lo que dice la carta confidencial: 

«Ahora que se ha probado que, en la lucha contra el poder de los Soviets, los monstruos trotskista-zinovievistas agrupan a todos los enemigos jurados, a los enemigos más odiados de los trabajadores de nuestro país, espías, provocadores, agentes de diversión, guardias blancos, ku1aks, etc., y que entre estos elementos por una parte, y los trotskistas y los zinovievistas por otra, se ha borrado toda línea de demarcación, nuestras organizaciones del Partido, en su totalidad todos los miembros del Partido deben comprender que la vigilancia de los comunistas es indispensable en todos los sectores y en todas las condiciones. La cualidad indispensable de todo bolchevique, en las condiciones del presente, debe ser la capacidad de reconocer al enemigo del Partido, por muy enmascarado que esté». (Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética; Carta confidencial relativa sobre la actividad terrorista y de espionaje del Bloque trotskista-zinovievista, 29 de julio de 1936)

Así pues, señales y advertencias, las ha habido.

¿Qué nos exigían estas señales y advertencias?

Nos exigían liquidar la debilidad del trabajo de organización en el Partido y hacer del Partido una fortaleza inexpugnable donde ningún elemento de doble cara pudiera penetrar.

Nos exigían acabar con la subestimación del trabajo político del Partido y efectuar un viraje decisivo, destinado a reforzar este trabajo Por todos los medios, destinado a reforzar la vigilancia política...

Pero ¿qué ocurrió? Los hechos han demostrado que, para captar estas advertencias y señales, nuestros camaradas han sido demasiado duros de oído.

Así lo confirman con toda claridad las hechos referentes a la campaña de verificación y cambio de carnets del Partido, que todos conocemos.

¿Cómo explicar que estas advertencias y señales no hayan tenido el efecto requerido?

¿Cómo explicar que nuestros camaradas del Partido, a pesar de su experiencia de lucha contra los elementos antisoviéticos, a pesar de toda una serie de señales y advertencias, hayan sido políticamente miopes ante la actividad de sabotaje, de espionaje y de diversión de los enemigos del pueblo? 

¿Acaso nuestros camaradas del Partido han perdido las cualidades que poseían en otro tiempo, se han vuelto menos conscientes y menos disciplinados? No, por supuesto que no. ¿O están en vías de degeneración? ¡Tampoco! Tal suposición carece de todo fundamento. ¿Entonces qué? ¿De dónde viene toda esta pazguatería, esta despreocupación, esta benignidad, esta ceguera? 

Lo cierto es que nuestros camaradas del Partido, llevados por las campañas económicas y los enormes éxitos conquistados en el frente de la edificación económica, han olvidado sencillamente algunos hechos muy importantes, que los bolcheviques no tienen derecho a olvidar. Han olvidado un hecho esencial respecto a la situación internacional de la URSS y no han captado dos hechos muy importantes que están directamente relacionados con los actuales saboteadores, espías, agentes de diversión y asesinos, los cuales se amparan detrás del carnet del Partido y se disfrazan de bolcheviques». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Sobre los defectos del trabajo del partido y sobre las medidas para liquidar a los elementos trotskistas y demás elementos de doble cara; Informe y discurso de clausura en el pleno del Comité Central del PC (b) de la URSS, 3-5 de marzo de 1937 )

Anotaciones de la edición:

[1] Del 23 de febrero al 5 de marzo de 1937, bajo la dirección de Iósif Stalin, celebró sus trabajos el Pleno ordinario del Comité Central del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética. El pleno examinó las tareas del partido en materia de organización relativas a las elecciones para el Soviet Supremo de la URSS, que habrían de celebrarse de acuerdo con la nueva Constitución. Analizó, igualmente, los problemas concernientes a la construcción económica y al partido y tomó una serie de medidas para resolverlos. El pleno puso también sobre el tapete la cuestión de la actividad antipartido de Bujarin y de Rykov y decidió expulsarlos del partido. Las victorias logradas por el partido enfurecían a los enemigos del pueblo: espías, saboteadores, asesinos trotskista-bujarinistas a sueldo de los servicios de espionaje extranjeros. Los procesos revelaron la actividad complotadora de estos elementos contra Lenin, a quien tenían la intención de detener, contra el partido y el Estado soviético desde los primeros días posteriores a la Revolución de Octubre de 1917. Cumpliendo las tareas, dictadas por sus amos capitalistas, se  proponían destruir el partido y el Estado Soviético, socavar la defensa del país, facilitar la intervención extranjera, preparar la derrota del Ejército Rojo, desmembrar la Unión Soviética, convertirla en colonia del imperialismo y restablecer la esclavitud capitalista en la Unión Soviética. El partido y el poder soviético aniquilaron los centros de estos enemigos del pueblo. En su Informe, Iósif Stalin trazó un claro programa para fortalecer los órganos del partido y de los soviets, para elevar la vigilancia revolucionaria, y lanzando la consigna: «¡dominemos el bolchevismo!» pertrechó al partido para la lucha contra los enemigos del pueblo, enseñándole a quitarles la máscara. 

[2] Serguéi Kírov (1886-1934) - destacado dirigente del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética y del Estado soviético, fiel discípulo de Lenin y el más íntimo compañero de lucha de Stalin, resuelto combatiente de la causa del comunismo, participante activo en las tres revoluciones rusas. Serguéi Kírov  fue implacable con los enemigos del partido y del pueblo contra los que luchaba resueltamente. Es por esa razón por la que los enemigos de clase le odiaban y por la que el 1 de diciembre de 1934, en el Palacio Smolni de Leningrado fue asesinado por un renegado trotskista agente del servicio de espionaje imperialista y miembro del clandestino contrarrevolucionario grupo zinovievista.

[3] El «Centro de Leningrado», grupo clandestino terrorista contrarrevolucionario, organizado por los integrantes del grupo antisovíético-zinovievista en Leningrado. Su objetivo era asesinar a los dirigentes del partido. Este grupo tenía lazos con los servicios de espionaje extranjeros y estaba sostenido por ellos. 

[4] Se refiere a los procesos que se desarrollaron durante los años 1936-1938, contra los trotsko-zinovievistas y otros enemigos como Kámenev, Yakiri, Tujachevski, Razengolz, Bujarin etc. Estos procesos pusieron en evidencia que desde hacía tiempo estos elementos se habían unido en la banda de enemigos del pueblo formando un único «bloque de derechistas y troskistas». Los procesos pusieron de relieve que estos elementos, junto con los enemigos del pueblo –Trotski, Zinóvíev, Kámenev– desde los primeros días de la Revolución Socialista de Octubre de 1917, habían montado un complot contra Lenin, contra el partido y contra el Estado Soviético. Las provocaciones para hacer fracasar la paz de Brest-Litovsk, al principio del año 1918, el atentado contra Lenin y el acuerdo secreto con los eseristas e «izquierdistas» para llevar a cabo el arresto y el asesinato de Lenin, Stalin y Sverdlov en la primavera de 1918, el vil atentado contra Lenin en el verano de 1918 en el que resulto herido, el motín de los socialistas-revolucionarios «izquierdistas» en el verano de 1918, el crecimiento voluntario de las divergencias en 1921 con el fin de estremecer e invertir, del interior, la dirección de Lenin, los intentos para derrocar esta dirección durante el tiempo en que Lenin estaba enfermo y después de su muerte, la divulgación de los secretos estatales y el pasar informaciones a los servicios de espionaje extranjeros; el vil asesinato de Kirov, el trabajo de diversión, los atentados, el vil asesinato de Menjinski, Kuibichev así como de Gorki; todos estos crímenes y otros de la misma naturaleza, como se demostró posteriormente fueron cometidos, en el plazo de veinte años, con la participación o bajo la dirección de Trotski, Zinóviev, Kámenev, Bujarin, Rikov, y sus agentes, bajo las órdenes de los servicios de espionaje extranjeros burgueses. Los procesos pusieron de manifiesto que los traidores trotskista-bujarinistas, bajo las órdenes de sus amos –los servicios de espionaje extranjeros burgueses– tenían como objetivo la destrucción del partido y del Estado Soviético, el minar la defensa del país, facilitar la intervención extranjera, preparar la derrota del Ejército Rojo, desmembrar a la Unión Soviética, destruir las victorias logradas por los obreros y los koljosíanos y restaurar la esclavitud capitalista en la Unión Soviética. El tribunal soviético condenó a muerte a los traidores trotsko-bujarinistas.

1 comentario:

  1. El embajador norteamericano J. Davis escribió sobre los procesos de Moscú un libro Misión en Moscú, en el que relata los enjuciamientos. Se agradecerá que se facilite el enlace del mencionado libro. Gracias.

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