martes, 25 de diciembre de 2018

En realidad en un Estado democrático-burgués el orden represivo no se aplica solo a los verdaderos comunistas sino contra todo revolucionario o pretendido revolucionario


«En realidad, en un Estado democrático-burgués el orden represivo no se aplica solo a los verdaderos comunistas sino contra todo revolucionario o pretendido revolucionario. 

Se ha de hacer un esfuerzo para comprender que igual que existen autodenominados comunistas que no saben identificar a su enemigo, existen anticomunistas que tampoco saben identificar a sus verdaderos enemigos. Del mismo modo y dicho en términos más amplios: las clases explotadoras y todos sus miembros al estar educados en una filosofía idealista, aceptan que toda persona o grupo autodenominado anticapitalista lo es, y no entienden –o a veces les sale más rentable no molestarse en reflexionar en ello– el hecho de que para que un grupo o individuo sea comunista no basta con que se diga, sino que es algo que debe ser contrastado en la práctica. Pero ha de entenderse que muchos explotadores –demócratas burgueses o fascistas– prefieren barrer con escoba de hierro todo lo que se diga anticapitalista y así guardarse las espaldas, aunque muchos de los que se lleven por delante no sean peligrosos para su régimen e incluso de saberlos manejar les sean hasta de utilidad. He ahí porque los burgueses más inteligentes prefieren valerse de estos elementos e infiltrarse en sus grupos, manejándolos a su gusto para sus fines.

Añadir que se ha demostrado históricamente que el haber sufrido una represión directa, bien sea cierre de locales, retención ilegal, tortura, e incluso asesinato de militantes, no significa que las posiciones políticas del sujeto o grupo sean acertadas. A poco que se piense, el lector reconocerá que muchas de las pugnas entre los grupos burgueses han acabado con representantes de una de las partes en la cárcel o muertos, si se hace un esfuerzo ha de reconocerse que lo mismo puede suceder y sucede en las pugnas con los grupos pequeño burgueses radicalizados o capas de la intelectualidad progresistas cuando se oponen a la burguesía o dejan de ser válidos para sus intereses y la burguesía decide apartarlos, no hablemos ya de los grupos hegemonizados por lumpens, que suelen ser altamente inestables, y lo mismo son los matones de la burguesía, que acaban como cabeza de turco con sus huesos en la cárcel cuando algo sale mal». (Equipo de Bitácora (M-L); Estudio histórico sobre los bandazos políticos oportunistas del PCE (r) y las prácticas terroristas de los GRAPO, 2017)

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