viernes, 19 de octubre de 2018

El trotskismo boliviano, y sus concepciones sobre el ejército burgués y la revolución


«El trotskismo con su literatura repetitiva y palabrería insultante, también por su parte pretedió dividir al movimiento obrero, atacando al Comité Ejecutivo de la la Central Obrera Boliviana (COB). Sin embargo, caracterizado como está en nuestro medio, todas sus peroratas cayeron en el vacío.

En nuestro país, el trotskismo, cuyo aventurerismo y maximalismo es índice de que está huérfano de apoyo popular, plantea la toma del poder en todo tiempo y lugar, con la peregrina idea de que al influjo de la movilización gruesos sectores de las fuerzas armadas secundarán la acción obrera, le proveerán de armas y la toma de poder sería una realidad.

Esta concepción idealista niega el rol del partido de la clase obrera de conductor y guía de la insurrección, reduciendo dicho papel «únicamente (a) lanzar esta consigna, pero no (de) imponer desde el exterior la necesidad misma de ser gobierno, (puesto) que esto es resultado de un particular proceso interno que tiene lugar en las masas», según su dirigente Lora (Boletín Masas, Núm. XXX). Este increíble texto mucho más cercano de Hegel que de Marx, ignora la relación dialéctica entre el partido y las masas y atribuye al desarrollo de la conciencia para la toma del poder a un particular proceso –voluntarista de las masas.

De ahí concluye el trotskismo en la necesidad de que sea un cierto sector del Ejército el que brinde el apoyo logístico a la insurrección armada popular, afirmando además que por su origen de clase los oficiales, clases y soldados del Ejército todos ellos salidos del pueblo, por esta situación, todos ellos se volcarán en favor de la clase obrera y determinarán el triunfo de la insurrección armada de las clases oprimidas.

Los oficiales, clases y soldados responden a una jerarquía que dentro del Ejército es inculcada, respetada y castigada cuando alguien pretende violarla. Los mandos superiores son los que deciden, y las órdenes, como ellos afirman, no se discuten, sino que se cumplen. De haber sido cierta la tesis trotskista que comentamos, las diferentes situaciones revolucionarias que se han presentado en nuestro país habrían dado lugar a tantas insurrecciones armadas y el pueblo y su clase obrera, en estos momentos, ya estaría en posesión del poder. Si el trotskismo quiere recurrir a la experiencia de la insurrección armada de 1952, no debe olvidarse de que en ese entonces hubo un partido, el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), que hegemonizó todo el proceso de la insurrección popular.

Además, hay razones sobradas para que los oficiales, clases y soldados de las fuerzas armadas estén divorciadas del pueblo; su condición de casta privilegiada que es antagónica a la situación e intereses de la clase obrera. De ahí que la labor voluntarista del trotskismo se estrelle contra la pared y no deje de ser un discurso lírico ajeno no sólo a nuestra realidad sino a la experiencia histórica de todos los pueblos». (Partido Comunista de Bolivia (marxista-leninista); Las gloriosas jornadas de marzo. El desafío histórico del proletariado minero y los trabajadores bolivianos frente a la burguesía y el imperialismo; Publicado en «Teoría y práctica», Nº5, 1985)

Anotación de Bitácora (M-L):

Ya dijimos una vez:

«1) El proletariado no puede dejar de tener su cuerpo militar bien para defenderse en las condiciones donde todavía no ha tomado el poder y porque debe ir curtiéndose en lo militar y preparar la toma de poder;

2) La participación dentro de los límites de la democracia burguesa no puede dar el anhelo al cambio político, económico y cultura que desea el proletariado, debe demoler toda la maquinaria del Estado burgués –el parlamento, los cuerpos represivos, las leyes burguesas, etc.– y crear un poder popular propio con su propio ejército popular, cambio al que la burguesía no estará dispuesta a contemplar de brazos cruzados ni de forma pacífica;

3) Cualquier reforma política que consiga el proletariado y las masas trabajadoras en el marco de la democracia burguesa debe ser una victoria de concienciación, un impulso para la revolución, que tomará en sus manos el poder político, y dependiendo del contexto y al ritmo debido, todos los medios de producción acabando con el capitalismo». (Equipo de Bitácora (M-L); Una reflexión necesaria sobre las FARC-EP, los acuerdos de paz y la historia de las guerrillas en Colombia, 2016) 

Apúntese que otra desviación sobre el tema igual de errónea es creer como algunos ultraizquierdistas que dentro de los cuerpos represivos son un todo homogéneo ultrareaccionario, donde no existen elementos del pueblo con unas mínimas inclinaciones progresistas, o peor aún que en el caso de ser unos reaccionarios todos y cada uno de ellos: que no se debe realizar un trabajo entre ellos para desmoralizarlos y neutralizarlos y que por tanto había que abandonar toda agitación entre ellos. He aquí porqué de nuevo el rol del partido comunista es indispensable. Véase el post: Los comunistas y su trabajo dentro de los cuerpos represivos.

Los revisionistas españoles históricos como Carrillo o Líster hacían el completo ridículo y pecaban de traidores manifiestos alabando a los cuerpos represivos como el ejército franquista y diciendo que ellos debían de ser unas de las bases para conseguir un «mayor número de libertades y derechos» e incluso para lograr el socialismo. Las tesis de los trotskistas bolivianos son similares, creyendo que el ejército debido a su composición social de elementos de origen trabajador, viraría hacia la revolución llegados el momento por arte de magia, no analizando el proceso ideológico al que están sometidos dichos elementos que precisamente trata de desclasarlos y aislarlos del pueblo. 

Si se piensa es algo más risible si tenemos en cuenta que el trotskismo como partido es inútil, ya que antes que convencer a los elementos externos, siempre tiene el problema de convencerse así mismo y tener una opinión clara sobre el tema, ya que como organismo político nada en un mar de fracciones y opiniones ideológicas diversas. 

Esta tesis es herencia del propio Trotsky, cuando recomendaba incluso una oposición pacífica y de confraternización con los ejércitos hitlerianos. Siendo más ilusa ya que no se trata ya de un ejército nacional burgués, sino con uno extranjero y conquistador:

«Los soldados de Hitler son los obreros y campesinos alemanes. (...) Los ejércitos de ocupación deberán vivir codo a codo con los puestos conquistados; deberán observar el empobrecimiento y desesperación de las masas trabajadoras, sus intentos de resistencia y protesta, al principio sordas y luego cada vez más francas y arriesgadas. Por otra parte, la casta burocrática y militar alemana, después de una serie de victorias y pillajes por Europa, se elevará aun más por sobre el pueblo, hará cada vez mayor ostentación de su poderío y privilegios y se corromperá como toda casta de advenedizos. Los soldados alemanes, es decir, los obreros y campesinos, en la mayoría de los casos sentirán mucho más simpatía por los pueblos conquistados que por su propia casta gobernante. La necesidad de actuar como «pacificadores» y opresores desintegrará rápidamente a los ejércitos de ocupación, contagiándoles el espíritu revolucionario». (León Trotsky; Sobre el futuro de los ejércitos de Hitler, 1940)

Como se ve, ignoraba la presión cultural irradiada desde la superestructura del Estado nazi entre la ciudadanía en su forma de pensar y actuar superioridad racial, militarismo, chovinismo, patriarcado, idealismo filosófico, vistas a colonizar o exterminar directamente a otros pueblos–; algo que tiene todavía más delito ya que hablamos en este caso concreto del ejército nazi donde los soldados recibían un todavía mayor embrutecimiento. Pero según el idealismo de Trotsky, el ejército nazi una vez asesinado a miles de personas en el campo de batalla y durante la represión que ejercían durante la ocupación, los soldados de origen humilde llegarían a la epifanía debido a las «protestas» de los trabajadores indígenas y por el aumento de los «privilegios» de la casta militar alemana que «tienen más que común con los trabajadores soviéticos que son la casta de sus gobernantes», absurdo cuanto menos pronunciar esto sobre todo en el momento de auge militar del nazismo en toda Europa. Esto obviamente esto no sucedióCasualmente los «stalinistas» fueron los que por toda Europa contestaron al ejército hitleriano con las armas en la mano, lo que también con una gran tarea de propaganda y desmoralización ambas dirigidas por el partido,  lo que victoria tras victoria de la resistencia antifascista se traduciría en lograr la deserción de los elementos progresistas, cosa que de otro modo es imposible. Véase el caso de los comunistas italianos entre las filas del ejercito fascista italiano. Por tanto la historia ha demostrado la derrota práctica del trotskismo también en sus tácticas respecto al ejército burgués.

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