miércoles, 12 de noviembre de 2014

Tareas de organización y trabajo práctico del partido: Informe en el Pleno del Comité Central del Partido Comunista de España; Pedro Checa, 1937

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El Partido Comunista de España, tuvo entre sus filas grandes figuras hoy poco conocidas, José Díaz es un marxista-leninista español con este clásico trato que con el devenir de los años y los acontecimientos, ha sido arrastrado al ostracismo por culpa de los revisionistas, y porque no decirlo: ¡también por la correspondiente ineficiencia, inoperancia de los marxista-leninistas! En ese sentido, Pedro Checa (1910-1942) es otro ejemplo visible y muy interesante, por ello, en esta ocasión, traemos su informe al Pleno del Comité Central del Partido Comunista de España presentado el 3 de noviembre de 1937, titulado: «Tareas de organización y trabajo práctico del partido»; el mismo fue presentado durante el desarrollo de la guerra civil española y pretendía exponer lo siguiente:

(1) a que se debía la gran fuerza del Partido Comunista de España en el estado actual de la contienda,

(2) a que nuevas tareas debía adaptarse el partido en el curso actual de la guerra,

(3) que hacer para estructurar al partido adecuadamente para tales nuevas tareas.

En cada uno de estos tres capítulos o puntos, el autor irá profundizando según viera necesario. Por ejemplo en el capítulo primero, verá necesario explicar que el partido adquirió una fuerza e influencia de las masas debido a la buena interpretación del carácter de la guerra. En el segundo capítulo, se hará énfasis en explicar que la guerra según la naturaleza que ha adquirido, no puede seguir sirviéndose de milicias populares, siendo necesaria la estructuración de un Ejército Popular Regular con un mando único. En el tercer punto se hablará de cómo con el ascenso de la influencia del partido, y con ello la influencia de nuevos militantes, se hará indispensable enseñar a los nuevos militantes las normas y disciplinas bolcheviques, para así soldar al partido en una línea monolítica, para que entonces el partido pudiera afrontar y liderar el frente popular en la guerra.

Vale decir que Pedro Checa está considerado como uno, sino el mayor teórico-organizador del partido, con un peso real en las actividades y poder interno del partido, y siempre dedicado a sus actividades con una humildad comunista admirable, una característica transversal a los mejores bolcheviques, como así atestiguan sus coetáneos:

«Tenemos al camarada Pedro Checa, que es lo que podemos llamar el hombre de nuestro partido. No aparece lo suficiente en la superficie política porque su trabajo es un trabajo silencioso –los bolcheviques no tienen en cuenta nunca si su trabajo es más o menos ostensible–, pero vigilante y activo; es conocido, no solamente por los cuadros de nuestro partido, sino allí donde hace falta una ayuda de organización: en el frente o en la retaguardia, allí está el camarada Pedro Checa, resolviendo problemas de organización y dando las normas precisas, como corresponde a un gran secretario». (José Díaz; Por la unidad, hacia la victoria; Informe pronunciado en el Pleno del Comité Central del Partido Comunista de España, celebrado en Valencia, días 5 a 8 de marzo, 1937)

El nivel de conocimientos y formación de dicha figura sobre el partido y su organización era tal, que durante unos años el revisionista Partido Comunista de España trató de usar sus citas –como hacía con José Díaz– para intentar introducir en la mente colectiva de los militantes, de que el partido se regía por sus teorizaciones y prácticas, el ejemplo claro es que todavía hoy tiene tirada las obras del valenciano como: «¿Qué es el partido comunista?» escrita en 1937. Pero una vez oficializado el revisionismo eurocomunista en los años 70, se dejó de un lado a esta figura, por resultar molesta no las prácticas –que hacía tiempo que el partido había dejado de emular y simplemente se ignoraban– sino las teorizaciones y conceptos como: lucha de clases, dictadura del proletariado, centralismo democrático, crítica y autocrítica bolchevique, partido de línea monolítica y sin fracciones, etc. que el revisionismo eurocomunismo, conforme a su evolución hacia el socialdemocratismo quería abandonar también en el campo teórico.

A veces la obvia introducción de diferentes corrientes revisionistas en dicho partido –jruschovista, titoista, brezhneviana, carrillistas y anticarrillista, eurocomunista– desde mediados de los años 40, hicieron que los militantes de este partido se olvidaran de las conclusiones que este brillante teórico valenciano nos legara. Otras veces, y más a modo general, y no sólo dentro del Partido Comunista de España, el fanatismo y obsesión de los revisionistas españoles en sus referentes –los pro eurocomunistas en Santiago Carrillo, los pro revisionistas chinos en Mao Zedong, los pro revisionistas coreanos con Kim Il-sung, los pro revisionistas yugoslavos y tercermundistas en Tito–, hicieron que únicamente se fijaran y gastaran fuerzas en ellos y que jamás levantaran sus narices más allá de los textos pseudomarxistas de sus líderes mitificados, siendo ignorados o no dando importancia alguna a los escritos de los José Díaz, Joan Comorera, o Pedro Checa. Muestra de ello es el penoso estudio, que tanto los revisionistas españoles como otros que intentan aparentar ser «marxista-leninistas», que se realiza al respecto de la figura y obra de José Díaz, ningún esfuerzo por analizar su obra para el proletariado hispano. Y para mala fortuna nuestra, los pocos que se atreven a evaluar su obra acaban en las mismas posiciones trotskistas, maoístas, o eurocomunistas sobre estos marxista-leninistas españoles.

Las siguientes tesis de Pedro Checa están en plena consonancia con el concepto de partido leninista, y en abierta oposición al «partido de nuevo tipo» togliattista del revisionismo eurocomunista, a la «lucha de líneas» del revisionismo chino, al concepto de «centralismo democrático» que decía adherirse el revisionismo soviético, al concepto de rol del partido y el frente según el revisionismo yugoslavo, al concepto de partido browderista según el revisionismo estadounidense, o simplemente al concepto de partido clásico de la II Internacional.

Recomendamos leer a su vez, el capítulo llamado: «El centralismo democrático, la crítica y la autocrítica» de nuestra obra reeditada: «El revisionismo del «socialismo del siglo XXI» para poder entender, porque los actuales partidos del llamado «socialismo del siglo XXI» tampoco pueden considerarse como partidos leninistas, y que entran en contradicción con el concepto de partido del español marxista-leninista Pedro Checa.

Añadir que la siguiente obra de Pedro Checa no habría sido posible presentarla si no hubiera sido facilitada por un lector y colaborador el camarada y administrador del blog «Referencia Comunista» que desde ya mismo recomendamos al lector por su contenido, dicho autor del blog muy amablemente nos ha cedido la obra para que pudiera ser facilitada a través de nuestro espacio. Esperamos estrechar aún más la colaboración.

El documento:

I

La fuerza de nuestro partido

Celebramos este Pleno del Comité Central con un partido potente, que cuenta en su seno con miles y miles de militantes –de ellos un sesenta por ciento en el ejército– heroicos, abnegados, templados en el fuego de la lucha, siempre dispuestos al sacrificio por el triunfo de la causa popular, conscientemente disciplinados y férreamente unidos en la dirección y en la base; con un partido en pleno y pujante desarrollo, con magníficas posiciones, con un gran nivel político, con millares de cuadros nuevos que se califican cada vez más como dirigentes. Tenemos un partido de gran fuerza y mayor responsabilidad: por su volumen, por su unidad, por la justeza de su línea política, y por el prestigio y autoridad que tiene entre las masas del pueblo.

¿A qué se debe esa fuerza?

¿De qué proviene esa fuerza? Proviene la fuerza del Partido Comunista de España, como dijo el camarada José Díaz en el Pleno del Comité Central de marzo de 1937 y se ha repetido ahora, de su justa línea política de unidad proletaria y de frente popular, y de la realización práctica de esa línea.

El partido ha desarrollado una actividad enorme desde el comienzo de la guerra, y ha demostrado, con los hechos, que merecía y justificaba la confianza que las masas depositaban en él.

Ya antes del alzamiento militar-fascista, la actuación del partido para impedir la sublevación, sus avisos al gobierno, sus llamadas apremiantes denunciando todos los actos de provocación y el objetivo que perseguían, pusieron en guardia a las masas contra los manejos del enemigo y las prepararon para hacer frente al golpe militar.

Y cuando, a pesar de nuestras repetidas denuncias, se produjo la sublevación, todo nuestro partido estuvo en primera línea, combatiendo en todo el país y aplastándola en los principales puntos. Centenares de héroes comunistas cayeron en los asaltos a los cuarteles. En las primeras columnas que marcharon al combate, los comunistas ocuparon un puesto. Con entusiasmo y heroísmo insuperables nuestro partido se volcó en la lucha, aportando sus mejores cuadros para los mandos de las gloriosas milicias.

Nuestro partido ha señalado el carácter de nuestra guerra, interpretando, en todo momento, con gran clarividencia, las necesidades de la situación, y ha aportado las soluciones precisas de cada hora.

Desde los primeros momentos, con visión certera de la guerra, como en su magnífico informe ha mostrado la camarada Dolores Ibárruri, contribuyó en primera línea, con su trabajo tenaz y enérgico, a organizar el Ejército Regular Popular, a través de una gran campaña en todo el país, de un gran trabajo político entre los combatientes y, sobre todo, mediante la organización de lo que constituyó su base fundamental: el Quinto Regimiento de Milicias, y con el millares de Mandos y Comisarios, forjados en el espíritu de lucha y de sacrificio, que nuestro partido pide a sus militantes, así como un gran amor a la causa del pueblo.

Y nuestro partido ha aportado, señaladamente:

Su gran contribución a la creación del Comisariado de Guerra, que ha jugado y juega un papel tan fundamental en esta lucha, y su gran aportación de formidables cuadros para Comisarios, que han sido artífices del Ejército Popular.

La actividad desplegada en aviación, en tanques, en intendencia, en sanidad, que han contribuido en gran medida a la organización de estos servicios, parte importantísima del Ejército Popular.

La gran iniciativa y actividad, desplegadas por el partido desde el comienzo, para organizar la Industria de Guerra.

Su inmensa labor en los frentes para organizar el Ejército, levantar la moral y reforzar el espíritu de lucha en los momentos más difíciles.

Su participación decisiva en la gloriosa defensa de Madrid, que constituye una de las ejecutorias magníficas de nuestro partido.

Su política consecuente de reservas y fortificación, y su participación en todas las grandes batallas: Jarama, Guadalajara, Brunete, Aragón, Euzkadi, Asturias.

El heroísmo y la abnegación de millares de comunistas, combatientes, jefes y comisarios que han servido y sirven de ejemplos para las masas de combatientes.

He ahí, sucintamente expuestas, algunas de las razones de la fuerza del Partido Comunista de España.

Y si la actividad fundamental del partido se ha concentrado, justamente, en los problemas militares, el partido no ha olvidado por ello los demás problemas de la guerra y de la revolución.

Su participación en el desarrollo de la revolución democrática en el campo –especialmente a través de la obra realizada por el camarada Vicente Uribe en el Ministerio de Agricultura–, su trabajo por intensificar la producción y asegurar el orden en el campo han contrarrestado, con éxito, los excesos cometidos, rectificando los errores en que, por incomprensión de la situación, cayeron muchas organizaciones en los primeros momentos de la lucha, y ha encauzado la revolución agraria, ganando con su justa política, en este aspecto, a millares de campesinos para la causa antifascista.

Su actividad para elevar el nivel cultural y político de las masas y poner decididamente a la juventud al lado de la República, tiene su más clara expresión en la gran obra realizada por el camarada Jesús Hernández en el Ministerio de Instrucción Pública.

Tampoco hay que olvidar:

Su contribución a la ordenación de toda la vida del país: orden público, economía, industria, abastecimiento, transportes, comunicaciones, etc.

Su defensa tenaz y consecuente de los intereses del proletariado y de todas las masas laboriosas.

Su política y lucha tenaz e infatigable por la unidad de proletariado y de todo el pueblo español, en la lucha contra el enemigo común.

No hay ningún aspecto de la vida del país en que el partido no haya contribuido, con todo entusiasmo y voluntad, a asegurar el rápido triunfo de la causa del pueblo.

A pesar del gran balance el partido debe superarse, perfeccionado su organización y su trabajo

Sin embargo, camaradas, el partido no puede contentarse con el trabajo realizado, si bien constituye un balance que nos llena de orgullo y que ha transformado al partido en un gran partido de masas, fuerte y seguro de su fuerza. Conforme nos ha dicho el camarada José Díaz, incorporado a su puesto de combate, para bien del partido y de todo el pueblo antifascista, el humo no se nos debe subir a la cabeza, olvidando las debilidades que aún existen en nuestro trabajo y que es preciso corregir rápidamente.

Un esfuerzo inmenso hemos realizado hasta aquí. Pero es preciso que hoy, el partido, no sólo continúe, sino centuplique su actividad y comprenda que se ha operado un cierto cambio en la situación; que hoy nos hallamos ante una situación nueva que exige un cambio en las formas de trabajo del partido.

* * *

Del informe del camarada José Díaz se desprende que nos hallamos ante una situación nueva, que exige perfeccionar nuestras formas de organización y cierto cambio en los métodos de trabajo del partido, para mejor cumplir las complejas tareas que tenemos.

Durante el primer período de la guerra, nos hallábamos ante un Estado al que la sublevación había desquiciado, desarticulado; ante un Estado roto totalmente, en todo su aparato y organización.

Carecíamos de un Ejército organizado, disciplinado, sometido a un mando único, capaz de hacer frente al enemigo.
No contábamos con una Industria de Guerra capaz de abastecer las necesidades de los combatientes.

No existía una organización del orden antifascista y de la Justicia, con su aparato correspondiente.

Se carecía de una ordenación industrial, agraria, económica, etc., y el caos más absoluto reinaba en este dominio.

En esta situación, la fuerza más organizada y organizativa, a pesar de sus debilidades; la fuerza más consciente era el Partido Comunista de España, que tuvo que suplir en gran parte esta falta del Estado y del gobierno también; y que ha luchado tenazmente por organizar el nuevo Estado antifascista, para facilitar nuestra victoria.

Así, el partido, como factor más organizado, sobre todo mediante su dinamismo, con la improvisación y la iniciativa revolucionaria, con el heroísmo y la abnegación de sus militantes, por su justa política y por su ligazón con las masas, hizo frente a todas las tareas que la situación planteaba y aplicó una política más articulada y uniforme en todo el país que el propio gobierno, que además de tal, tenía un carácter de junta revolucionaria.

Si en un frente los combatientes perdían la moral, el partido enviaba con presteza equipos de propagandistas, que con un intenso trabajo político les animaba y enardecía; si se abría una brecha en un sector, el partido movilizaba a sus militantes y, con un responsable al frente, les lanzaba al sitio comprometido para salvar la situación; si se carecía de reservas –porque el gobierno no las creaba, a pesar de nuestra insistencia–, el partido enviaba equipos de hombres a organizar e instruir a miles de voluntarios, que ofrecía en batallones formados al gobierno; si faltaban municiones, por no organizarse la Industria de Guerra, a pesar de nuestro insistente planteamiento al gobierno, el partido organizaba talleres para la producción de material de guerra.

En todo este período, el esfuerzo y la actividad de los militantes del partido, orientados y dirigidos por una justa política, en armonía con la situación, tenía un estilo de improvisación heroica, con más de intuición revolucionaria que de organización, método y sistema.

II

Cómo debe trabajar el partido hoy

La situación ha cambiado profundamente. Las propias necesidades de la guerra y de la revolución exigían la reorganización del Estado y la constitución de un gobierno del frente popular, apoyado en las masas, fuerte y con autoridad ante el país.

Ya hemos dicho todo lo que el partido hizo por la creación y la organización del Ejército, de la Industria de Guerra y de toda la vida económica del país, para que el Estado, apoyado en el frente popular y con el concurso de todo el pueblo, tuviese en sus manos, bajo su control, la vida de la República en sus múltiples aspectos.

Hoy tenemos nuestro Ejército, que ya es un Ejército Regular, si bien tiene algunas debilidades que deben ser superadas rápidamente, lo cual se logrará mediante la aplicación de la política militar y de las medidas señaladas por el camarada José Díaz. Nuestra industria, aunque no al ritmo preciso, comienza a salir del caos en que la situó la sublevación, y es necesario ponerla en plena marcha, con rapidez, a través de la línea trazada por nuestro partido.

Hoy tenemos un gobierno que ha dado pasos muy importantes para resolver algunos de los principales problemas de la guerra, y que a toda prisa debe solucionar, como dijo el camarada José Díaz, para ganar más pronto la guerra.

El partido debe considerar que no hemos retrocedido en nuestra lucha, sino que, por el contrario, hemos alcanzado una forma superior de organización en relación con la del gobierno de Largo Caballero, que a ritmo veloz, muy rápido, hay que mejorar, para acelerar la victoria sobre el fascismo y permitir el desarrollo de la revolución popular.

Hoy no es factible, en general, si existe una situación difícil en un frente, resolverla como antes; ni organizar reservas como entonces, pues los hombres útiles están incorporados al Ejército Regular; ni asegurar el orden antifascista; ni desarrollar la Industria de Guerra como en los primeros momentos. Hoy, las tareas, siendo esencialmente las mismas, revisten una extraordinaria complejidad.

Hay, por tanto, que adaptar todos nuestros métodos de trabajo, todas nuestras formas de organización a esta situación nueva, poniendo en juego todos los inmensos recursos con que hoy cuenta el partido; organizándolos y comprendiendo claramente que es preciso unir al heroísmo, a la abnegación y a la iniciativa, que son elementos de un valor considerable, inapreciable, la comprensión clara de la situación y del papel del partido, una organización, un método, un orden y un sistema, desterrando, en general, en todo nuestro trabajo, especialmente en el de nuestros órganos dirigentes, la espontaneidad y la improvisación.

El Comité Central, además de fijar una justa línea, debe examinar en qué medida el partido comprende y está preparado para esta situación, y debe tomar las medidas necesarias, a base de la crítica y de la autocrítica, para que el partido pueda jugar su papel, como hasta aquí ha hecho, de partido organizador y dirigente de la lucha contra el fascismo.

Qué hacer para conseguirlo

Del informe del camarada José Díaz resalta la gravedad de la situación y la inmensidad y complejidad de las tareas que ante nosotros se presentan; tareas verdaderamente grandiosas, en las condiciones más difíciles de una guerra, con un formidable enemigo frente a nosotros; tareas cada vez más complicadas y difíciles, diversas, nuevas, que cambian por días, por horas, por minutos.

Estas tareas, que resultan del examen profundo de la situación hecho por nuestro Secretario General, son las que el gobierno debe realizar con rapidez, con mucha rapidez, para crear las condiciones de la victoria.

Para su realización, precisa éste apoyarse en las masas todas, en el frente popular y en el Partido Comunista de España, que constituye una base firme del gobierno en la realización de las tareas, ya que el contenido de nuestro trabajo en el ejército, en la industria, en el campo, en todos los órdenes, tiene hoy un sentido profundamente constructivo.

He ahí un problema fundamental para el partido: participar activamente en la realización de todas las tareas que la situación actual nos impone, a través del frente popular y de su gobierno, ayudando a éste en su aplicación, corrigiendo las debilidades existentes en la medida en que le sea posible, limitando las consecuencias de los errores que se produzcan y procurando acelerar el ritmo de ejecución de las tareas.

Como hasta aquí lo ha hecho en no fáciles circunstancias y teniendo no pocos enemigos y obstáculos, el partido, en las nuevas condiciones, puede y debe contribuir en gran medida a realizarlas, aprovechando intensa y prácticamente todas las grandes posibilidades que tiene.

El partido tiene una enorme y magnífica fuerza, miles y miles de miembros y posiciones que deben ser íntegramente utilizados. Y, sobre todo, el partido tiene una justa línea de unidad que debemos esclarecer ante las grandes masas del pueblo que quieren ganar la guerra, para que sea seguida por éstas, por las organizaciones antifascistas, todas unidas en el frente popular, y por el gobierno del frente popular, que debe vivir firmemente apoyado en las masas y ser la expresión más fiel de su voluntad.

El partido debe utilizar íntegramente sus posiciones para acelerar la victoria

Si bien de la mera exposición de nuestras realizaciones resalta el enorme trabajo realizado y los éxitos logrados por el partido, podemos afirmar, sin ninguna duda, que en este sentido podemos y debemos superarnos mucho. Veamos unos ejemplos:

En la Industria de Guerra

Nadie con más fuerza que nosotros ha preconizado la necesidad de crear una fuerte industria nacional de guerra y ha trabajado con tanto tesón por su creación.

La política del partido en este aspecto es clara y terminante, Tenemos todo lo necesario: maquinaria, instalaciones, magníficos obreros y elementos técnicos, voluntad inmensa de crearla; todo lo que es preciso. Sin embargo, no se avanza lo suficiente en este dominio. Las causas de ello ya las ha señalado el camarada José Díaz en su magnífico informe: falta de fe de algunos elementos en la posibilidad de crear una industria nacional de guerra; burocracia entorpecedora, incapacidad, sabotaje por parte de enemigos incrustados, y, sobre todo, falta de una política de nacionalización de las industrias básicas del país, que es la condición elemental para crear la Industria de Guerra potente que se precisa.

Sin esto no es posible la organización de una potente Industria de Guerra.

El partido debe mejorar también su trabajo y su organización en la Industria de Guerra, corrigiendo todas las debilidades que aún tenemos, y mediante ello contribuir con todas sus fuerzas a su desarrollo.

Hay en la Industria de Guerra militantes comunistas en puestos responsables. Es preciso que el partido se ligue mucho más a ellos, prestándoles toda la ayuda política necesaria para la realización más eficaz de sus funciones en los puestos que ocupan.

También en las fábricas existen militantes del partido que, en algunos casos, no tienen constituidas sus Células, y, por tanto, no hacen la vida política que se precisa para discutir colectivamente todos los problemas de la producción en sus fábricas, encontrando fórmulas para ampliarla y mejorarla.

Para corregir estas deficiencias de trabajo en este sentido, es necesario que en aquellas provincias donde existe Industria de Guerra, el partido refuerce las comisiones encargadas de tal problema, colocándolas en condiciones de poder realizar una buena labor y responsabilizando, para dirigirla, a un camarada de la dirección del partido.

Es preciso también que el mismo Comité Central preste una mayor atención al problema de la Industria de Guerra fortaleciendo su propia comisión y estableciendo un contacto más intenso de dirección y ayuda con los órganos creados en cada provincia.

En fortificaciones

La necesidad de contar con unas vastas y sólidas fortificaciones no precisa de palabras; ya el camarada José Díaz habló sobre este problema. Mucho se ha hecho. Pero en este terreno hay que hacer más, mucho más.

En los frentes y en las unidades el partido debe aprovechar íntegramente su influencia, sus militantes todos; y especialmente los que ocupan puestos de responsabilidad, para el desarrollo de una amplia política de fortificaciones, mediante un plan minuciosamente estudiado, interesando en la realización práctica de las fortificaciones a todos los soldados y a la población civil. Desarrollando un trabajo más intenso y sistemático por nuestra parte, es indudable que lograremos un mayor avance en este aspecto, imprescindible en esta situación.

Limpieza de la retaguardia

Nadie ha señalado con más intensidad que nosotros la necesidad de verificarla, ni ha puesto tanta tenacidad en la lucha por su consecución. Pero, a pesar de nuestros esfuerzos, no hemos adelantado todo lo debido, pues mientras no haya una política firme y enérgica en este sentido, en su aspecto general, no se aplastará al enemigo interior, ya que no se puede ejercer una política firme contra nuestros enemigos sólo desde abajo.

Pero hay que luchar implacablemente contra la quinta columna; hay que exterminarla. Es preciso que allí donde haya comunistas, en un Gobierno Civil, en la Dirección General de Seguridad, en la Policía, etc., trabaje con el máximo interés y energía para descubrir y castigar a los enemigos del pueblo, haciendo que un problema tan sentido por todas las masas populares, como es el de la limpieza de nuestra retaguardia, sea rápidamente resuelto. Y es preciso que el partido, sus organizaciones, se liguen estrechamente con los militantes que tienen esa misión y les ayuden en todo momento para su mayor eficacia.

Abastecimientos

Tenemos un ejemplo también en el problema de abastecimientos, y, en general, en los Consejos Provinciales y Municipales, sobre el cual ya habló el camarada Vicente Uribe; y, como muy bien dijo, de su solución justa depende nada menos que la seguridad de nuestra retaguardia, ya que afecta directa y vivamente a las masas del pueblo, tanto de la ciudad como del campo, a todos los combatientes y, de manera especial, a los obreros de la Industria de Guerra.

Nuestro partido lucha contra la desorganización, contra los abusos e inmoralidades; denuncia a los incapaces, ataca a los especuladores y realiza una campaña mediante fórmulas adecuadas para resolver la situación. Todo esto es enteramente justo, pero es necesario que el partido utilice más eficazmente sus posiciones en los Consejos Municipales, Provinciales, etc., en todos los organismos que entienden sobre este vital problema, y en las fábricas y organizaciones sindicales, prestando gran atención, desarrollando un intenso trabajo para contribuir prácticamente a su solución, proponiendo, luchando y participando en la aplicación de medidas que vayan corrigiendo las debilidades en la organización de los abastecimientos, especialmente, repito, en lo que se refiere a las fábricas.

En el ejército

Contamos hoy con un ejército potente, disciplinado y que va elevando su capacidad técnica para la lucha en todos los aspectos, pero es precisamente esa potencialidad técnica y combativa, adquirida ya por nuestro ejército, lo que obliga a corregir rápidamente, por parte del gobierno, las debilidades que aún existen en él, cosa posible sólo mediante la aplicación de la política señalada por el camarada José Díaz en su informe al Pleno del Comité Central.

La camarada Dolores Ibárruri nos ha indicado cómo el partido debe centrar su trabajo de organización en el seno del Ejército –para contribuir a fortalecer aún más su ya elevada moral, su combatividad, su organización, educándolo política y culturalmente, afirmando más la disciplina, la consciencia, mejorando todos los servicios, etc.–; y, sobre todo, cómo debe desarrollar un intenso trabajo en aquellas unidades donde el mayor porcentaje de soldados, mandos y comisarios sean del partido, y donde nuestra responsabilidad se acentuará mucho más.

Esta actuación del partido en el ejército, hecha bajo el punto de vista de una política netamente de frente popular, constituye una gran ayuda para el gobierno en sus tareas, para la corrección de los defectos que aún existen, y servirá para aumentar rápidamente la pujanza combativa, la educación y la capacidad técnica de nuestro ejército.

Agricultura

Tenemos un ministerio de una importancia considerable en la situación actual, regido por un comunista, el camarada Vicente Uribe. Un ministerio del que depende la producción agraria del país, la organización de la economía agraria, las grandes masas campesinas, y que ha desarrollado una obra inmensa. Pero es preciso que el partido intensifique su esfuerzo para superar las debilidades que haya, liquidando la situación que existe en algunas provincias, donde la aplicación de la política agraria del gobierno descansa exclusivamente sobre el ministerio, y asegurando que el partido, como tal, trabaje organizadamente, en la medida necesaria, para ayudar al ministerio en la inmensa obra de la transformación del campo español y de su pleno rendimiento a las necesidades de la guerra.

Como ejemplo de débil trabajo del partido, en algunas provincias, podemos destacar lo ocurrido en Ciudad Leal [se refiere a la actual Ciudad Real - Anotación de B. N.], donde existe bastante indisciplina en el campo y no se aplican los decretos y disposiciones de Agricultura. Esta situación debe corregirse mediante la realización de un trabajo político y de organización intensa del partido entre las masas campesinas.

Y lo mismo sucede en Instrucción Pública y en Sanidad y en todos los aspectos.

De todo lo expuesto podemos sacar la conclusión de que el partido no es responsable de todo lo que hace el gobierno; no puede corregir por si solo todas las debilidades y errores existentes, pero algo, algunas veces mucho, si puede y debe hacerlo, hoy con más energía que nunca, para lo cual es preciso reforzar la organización y el trabajo político en derredor de todos estos problemas fundamentales.

Es evidente que hay que marchar con ritmo acelerado; no es posible aguardar, porque el enemigo no aguarda. Como se ha dicho por el camarada José Díaz: «hay que acabar con los errores».

Es claro, también, que existen obstáculos para el trabajo, y muy serios. Pero ante esos obstáculos hay que reaccionar de una forma justa y no como algunos camaradas, que se desesperan al ver la incomprensión de que dan muestras algunos de los aliados del frente popular. Estos camaradas sólo ven las dificultades, los obstáculos y la lentitud en el ritmo. Pero los comunistas, ante los errores y las dificultades, firmes en su convicción de que la única política revolucionaria, hoy y por mucho tiempo, es la de frente popular, de acuerdo con la afirmación hecha por el Buró Político, en septiembre de 1937, de que el Partido Comunista de España no es él solo en la vida política del país –que no vivimos, que no combatimos, que no trabajamos solos, que a nuestro lado están las demás fuerzas del pueblo, y con ellas, en común, aportando nuestras iniciativas, marchando siempre en primera línea de los esfuerzos, hemos de seguir adelante–, deben reaccionar imponiéndose la tarea de trabajar intensa y organizadamente por su rápida superación, a través de un tenaz trabajo de partido capaz de movilizar a las masas todas en torno a la solución de los problemas.

A través de múltiples formas y vías para obtener las cosas, actuando inteligentemente y con flexibilidad política, no considerándose fracasados al fallar el primer intento, y, sobre todo, mediante una ligazón cada vez más estrecha con las masas del pueblo –sin ayuda de las cuales no puede resolverse ninguno de los problemas–, el Partido Comunista de España cumplirá con su deber de dirigente.

Para realizar esto se debe tener, además de una comprensión clara en el aspecto político, una organización adecuada. Necesitamos que el partido, en su conjunto, se preocupe hondamente y con ritmo rápido por organizar, de una forma más eficiente, nuestro trabajo en las circunstancias presentes.

III

Tenemos un gran partido, pero hay que estructurarlo adecuadamente

Tenemos un gran partido, que cuenta con una influencia enorme entre las masas, con decenas de millares de miembros y con fuertes posiciones en todos los órganos de dirección política, económica y militar de la república. Pero, para que el partido esté en condiciones de garantizar la realización de las tareas marcadas, no basta con esto, sino que precisa de una fuerte y acertada organización.

No es un simple problema, pues nos hallamos en guerra; y, en las condiciones de la política del frente popular, las dificultades con que se tropieza para estructurar adecuadamente a los militantes son inmensas, especialmente en el ejército, en la marina, en aviación, en la policía, en los ministerios, etc.

Los cambios, los desplazamientos, las bajas, la misma actividad que cada uno de nuestros militantes debe desarrollar en su trabajo respectivo, contribuyen también a dificultar en grado sumo nuestra organización. Sin embargo, hay que resolverlas; precisamente para contribuir con la mayor intensidad a la solución de las tareas.

Es cierto que nuestra organización ha mejorado en casi todas partes: en el ejército, en la marina, en la policía y en los sindicatos, pero todavía subsisten importantes debilidades en los ministerios, en la Industria de Guerra, en el campo, en los sindicatos, en aviación y en el propio ejército, donde tenemos el sesenta por ciento de todo el partido.

Hay que hacer actuar a todo el partido

De esta manera el partido, a pesar del gran número de sus militantes, de ser tan inmenso partido, no funciona sobre la base de su gran masa de militantes, de los cuales no todos tienen el debido contacto con el partido y se encuentran aislados de éste, sin hacer vida política y sin participar activamente en la realización de las tareas.

En los ministerios

En los ministerios, donde tenemos una gran cantidad de militantes y algunos en cargos de responsabilidad, las células no funcionan ni se reúnen con la regularidad debida, principalmente, por una incomprensión por parte de esos camaradas de la importancia que supone una vida activa para el desarrollo del trabajo general y del partido. Además, en algunos casos, a consecuencia también de una interpretación esquemática y falsa de lo que es la estructura del partido, se subdividen en grupos, cada uno de los cuales depende directamente del Comité de Radio, perdiendo toda relación política y orgánica entre los diferentes grupos. Últimamente se ha notado una mejoría en estos aspectos. Pero es necesario intensificarla y corregir rápidamente las debilidades hasta conseguir que en todos los ministerios donde haya comunistas, éstos presten la máxima participación en la realización de la política del frente popular, de manera particular cuando los ministerios están regidos por comunistas.

En la industria

En la industria nuestro partido cuenta con muchos militantes muchos de ellos técnicos, ingenieros, obreros especializados, etc. Nuestros militantes en la industria son, en la mayoría de los casos, los mejores estajanovistas, los que trabajan más y mejor. Pero, ¿qué ocurre? Ocurre que el estajanovismo, el espíritu de emulación no cunde con la rapidez y la amplitud necesarias en todos los demás obreros, ni siquiera en todos los comunistas.

¿Por qué sucede esto? Porque la organización del partido, en ciertos casos, no ha sabido interesar, en la medida precisa, a todos los obreros y a los mismos comunistas, por medio de un trabajo práctico a este respecto, limitándose en muchos casos a celebrar reuniones generales de los militantes del partido, donde se discute mucho en general, pero poco o casi nada se decide. Esto puede tener lugar por el defecto anteriormente apuntado de la debilidad existente en las Comisiones de Industria de Guerra de los Comités Provinciales y del mismo Comité Central –que habremos de corregir inmediatamente–, que dificultan la aplicación de la política del partido en la Industria de Guerra, al no funcionar regularmente nuestras organizaciones en la misma y no recibir nuestros camaradas de las fábricas una orientación constante y una ayuda más eficaz por parte de la dirección.

Tenemos ejemplos concretos, negativos unos y positivos los más, de lo que un trabajo organizado del partido puede repercutir en el desarrollo y calidad de la producción. En algunas fábricas donde la organización del partido tiene claras deficiencias, la producción no aumenta en la medida que permiten sus mismas posibilidades. Por el contrario, en muchas fábricas, minas, etc., donde los comunistas tienen una buena organización y realizan un amplio trabajo político cerca de todos los obreros, la producción aumenta y mejora considerablemente. En otras partes, un buen trabajo del partido ha conseguido hacer funcionar las fábricas, que antes no lo hacían así, ininterrumpidamente, y posibilitar el que muy pronto puedan tener una fundición propia.

Nuestros camaradas en la Industria de Guerra deben organizar las células de fábrica, utilizando procedimientos democráticos que permitan participar de una manera activa a todos los comunistas, y a los obreros en general, en la vida y en las actividades del partido, sobre la base de la discusión y solución de todos los problemas de la producción, e interesando a todos los obreros, especialmente a los camaradas socialistas, en aquello que es vital para la guerra y para el partido: el desarrollo de una potente Industria de Guerra.

En los sindicatos

En el aspecto sindical, donde progresa nuestro partido, nuestros camaradas no han encontrado tampoco, en muchos casos, la forma de organización justa que les permita realizar un trabajo más efectivo.

La falta de un trabajo sindical organizado y la carencia de una discusión colectiva en torno a los problemas sindicales, hace que en algunos casos no se aplique bien la línea del partido, concretamente en Valencia, donde algunos camaradas, por estas razones, no han comprendido la importancia de la unidad entre la Federación de Trabajadores de la Tierra y la Federación Campesina.

Sin embargo, en un sentido positivo, tenemos ejemplos buenos en Alicante, en transportes, en metalúrgicos, en la Unión General de Trabajadores. Misma, donde un buen trabajo sindical por parte del partido consiguió evidentes éxitos en el orden de la unidad y de todas las cuestiones planteadas a la organización sindical. Es preciso organizar nuestro trabajo sobre esa base para conseguir mejores resultados.

Los comunistas deben encontrar las formas de organización que les permita discutir y comprender profundamente todos los problemas, para llevar así un interés máximo a las asambleas de los sindicatos y a las fábricas.

Hay que conseguir que en todos los Sindicatos funcionen las fracciones comunistas, donde todos nuestros militantes pueden participar en la discusión, elaboración y realización de la política sindical del partido, que ha de traducirse en el fortalecimiento y actividad de la organización sindical.

La organización en nuestro trabajo, la discusión colectiva del partido y la comprensión más exacta de la línea del mismo en este aspecto, es indispensable para hacer que los sindicatos jueguen el verdadero papel que les corresponde, en esta etapa de la guerra y de la revolución popular, de ser los mejores colaboradores del gobierno en la solución de todos los problemas que éstas nos presentan, y, especialmente, en la creación de una potente Industria de Guerra y en el aceleramiento del proceso de la unidad obrera, sobre la base de la unidad de acción con la Confederación Nacional del Trabajo.

En el campo

Algo análogo sucede en el campo. En el campo tenemos también decenas de millares de obreros agrícolas y campesinos, miembros de nuestro partido. Los obreros agrícolas y los campesinos ven en el partido el defensor más firme y consecuente de sus derechos y de sus intereses y le quieren profundamente.

Pero nuestras organizaciones en el campo adolecen de muchas debilidades, y las formas de organización existentes no responden a la estructura de nuestro partido, no están basadas en células en los lugares de trabajo, colectividades, etcétera, sino construidas territorialmente, lo cual no permite el desarrollo ni el fortalecimiento de las organizaciones del partido, y dificultan la realización de nuestra política agraria.

Ejemplos positivos de los buenos resultados conseguidos en el campo, cuando existe una buena organización y se hace un intenso trabajo político, nos lo marcan Jaén y Torrecampo. En el primero de estos sitios el partido ha realizado un gran trabajo en el campo –ligándose a los camaradas socialistas, desarrollando una gran campaña, preocupándose por la organización del partido en las colectividades, cooperativas agrícolas, etc., ayudando políticamente a éstas en la realización de las tareas–, cuya consecuencia ha sido que los campesinos trabajen a tiro de fusil de las líneas enemigas. En el segundo, una buena labor por parte de los comunistas ha logrado la fusión en una potente colectividad de las dos colectividades existentes, que habían venido funcionando independientemente con dificultades.

Es preciso que nuestras organizaciones presten una mayor atención a la tarea de organizar células en el campo, si bien con toda la flexibilidad necesaria, teniendo presente las peculiaridades de los campesinos, y que lo fundamental es asegurar un trabajo organizado de nuestros militantes en el campo y la participación de todos en la vida activa del partido.

En el ejército

En el ejército hemos logrado, en los últimos tiempos, indudables éxitos en nuestra organización y en nuestro trabajo, pero todavía nuestras formas de organización allí no han alcanzado la fortaleza necesaria, ni se desarrollan al mismo ritmo de la organización del Ejército Popular, apoyándose, por regla general, no sobre el conjunto de los soldados comunistas, sino sobre un número reducido de ellos. Hay unidades militares que, a pesar de tener en su seno a muchos comunistas, tienen grandes defectos en la organización del partido, que hacen muy poca vida política cuando la unidad se encuentra en el frente, mejorando su actuación algo cuando está en retaguardia. Es preciso reforzar nuestro trabajo de organización en el ejército para superar en tiempo más breve las deficiencias existentes, adaptando nuestras formas de organización a la organización que va adoptando el ejército en el proceso de su organización, y haciendo participar al conjunto de nuestros miembros en el ejército en la vida del partido y en la aplicación de sus tareas.

Se dice que el trabajo en el ejército es muy difícil, y muchos de nuestros camaradas se hacen a la idea de que atravesamos una situación anormal, y, por tanto, ven natural que el partido funcione también anormalmente, es decir, que no funcione.

Efectivamente, es difícil la situación que atravesamos, pero hay que aceptarla como una etapa que se prolongará por largo tiempo todavía. Y precisamente, en la medida en que sepamos mejorar nuestro trabajo político en el ejército, sobre la base de nuestra justa organización, trabajaremos para ganar más rápidamente la guerra. Y no sólo cuando el ejército esté en la retaguardia, sino, fundamentalmente, cuando esté en la línea, sobre todo en el combate.

Contamos hoy con un ejército potente que es necesario mejorar aún más, que es la garantía más firme de nuestra victoria. En el ejército se encuentra el sesenta por ciento del partido y reúne en su seno a la parte más activa, consciente y decidida, que es la fuerza que decidirá la situación. Por ser el ejército el puntal más firme en nuestra lucha, el que lleva en sus bayonetas nuestro triunfo sobre el fascismo, el trabajo de organización del partido hay que verlo, no como un aspecto más del trabajo mismo, limitado exclusivamente a las comisiones político-militares, sino como fundamental, el que debe concentrar el ochenta por ciento de la atención de todo el partido, de todos sus órganos dirigentes, que a la ayuda, a la organización del partido en cada unidad, deben prestar la atención máxima que se precisa.

En la medida que el partido refuerce su organización y su trabajo político de frente popular en el ejército, éste elevará su moral de lucha, su capacidad combativa, su educación política, cultural y técnica, su disciplina, colocándose en las mejores condiciones para jugar este papel decisivo en la guerra, aplastando al ejército enemigo.

En la policía

En la policía, donde hay un número de militantes del partido, algunos en puestos responsables, no se presta toda la ayuda necesaria por los órganos de dirección para mejorar la organización del partido, ni se adapta ésta suficientemente a las necesidades.

A pesar de los defectos, el partido, desde tales posiciones, es quien más tenacidad pone en la realización de una política de justicia firme, dura, de frente popular; pero es menester mejorar aún más nuestra organización prestándole toda la ayuda precisa, adaptándola a la estructura del cuerpo, para luchar más enérgica y decisivamente contra la quinta columna, limpiando de enemigos nuestra retaguardia y ayudando al gobierno al saneamiento de la misma, al establecimiento de un férreo orden antifascista.

En la marina

En la marina tenemos ejemplos positivos de lo que supone una buena organización de partido.

Nuestra organización de partido en el destructor «Ciscar», ha logrado que la organización general de su dotación fuera una de las mejores de la marina.

Antes de su hundimiento, el «Ciscar» apenas sufrió ninguna avería, pese a sus diferentes intervenciones de lucha contra el «Cervera» y otras unidades facciosas. Su disciplina y organización determinó que sus marinos permanecieran en el norte hasta el último momento, y, finalmente, que su dotación continúe hoy con una magnífica moral de lucha y que solicite el embarque de toda ella unida.

Es claro que existen serias debilidades en el trabajo en la marina y grandes obstáculos. Pero el ejemplo mismo expuesto nos dice con toda fuerza la preocupación que el partido debe poner en mejorar nuestra organización en la marina, para contribuir y ayudar al gobierno a transformarla en una potente flota.

En la aviación

En la aviación se ha caído en el defecto de la autosatisfacción ante el crecimiento de la influencia del partido en esa rama. Nuestra influencia en aviación la consideraron algunos camaradas como una cosa definitiva, interpretando que ya estaba todo hecho y olvidándose de continuar realizando una vida política activa de partido, que mejorara cada vez más el Cuerpo de Aviación. Esta falsa comprensión, unida a que en esta arma, más que en ninguna, la organización del partido no se ha adaptado apenas a las necesidades, así como la desvinculación que se tuvo con los Comités Provinciales, ha motivado que allí nosotros hayamos tenido una debilitación en nuestro trabajo. Hay que rectificar inmediatamente esta forma de trabajo, mejorando nuestra organización en aviación, ligándose estrechamente a ella los Comités del Partido y realizando un estrecho trabajo por el fortalecimiento del Cuerpo de Aviación en todos sus órdenes.

Hay que integrar a todos los militantes del partido

Hay que resolver con la máxima urgencia estos problemas de estructuración orgánica que restringen la amplia base del partido, para dotar a éste en la realización de sus tareas, en la aplicación de su línea política, del concurso activo de millares de adherentes que no pasan de hecho, por este motivo, a la categoría de militantes y que, incluso, impiden desarrollarse las enormes fuerzas interiores del partido, debilitando sus gigantescas energías.

Poner en pie nuestro sistema de organización

¿Cómo es posible, por ejemplo, que un sector, un radio, que cuenta con ciento cincuenta células, noventa de ellas de empresa, y que abarca varias barriadas, en las que hay, además, miles de evacuados, pueda hacer un buen trabajo político, si sólo tiene un Comité de Sector con un aparato total de 25 ó 30 personas para dirigir una organización tan grande del partido, con una multitud y una complejidad tan enorme de problemas?

Tampoco será posible que un Comité Provincial pueda dirigir 205 radios de su provincia si no crea los órganos de dirección intermedios –Comités Comarcales–, que le ayuden en esa tarea.

Hay que poner en pie nuestro sistema de organización celular en los lugares de trabajo que permita plenamente esto y que asegure una mayor vitalidad al partido.

Hay que estudiar detenidamente y elaborar las formas de organización adecuadas para cada caso y momento, no fiando todo a un patrón determinado, sino ateniéndose a la situación y a la propia experiencia que la guerra nos da.

No es posible señalar fórmula ni receta para resolver estos complicados problemas, pero sí subrayar su imperiosa necesidad y despertar la preocupación de todo el partido, especialmente del Comité Central, para discutir sobre las formas flexibles, al mismo tiempo que firmes, de organización; para garantizar que todo el partido se mueva en la misma dirección y con ritmo rápido en la realización de nuestra línea política y de las tareas en el ejército, en la Industria de Guerra, en el campo, etc.

Es absolutamente preciso conseguirlo, centrando nuestra atención en la creación de Comités Comarcales, por la gran importancia que juegan como órganos intermedios de dirección entre los provinciales y los radios, así como en los problemas de organización en el ejército.

Debemos educar políticamente al partido

Junto con los problemas de la estructura del partido hay que dar solución a los de la educación del partido, como ha insistido el camarada José Díaz.

Muchos camaradas se quejan sistemáticamente de que no hay cuadros, de que no hay hombres para garantizar tales o cuales tareas marcadas por el partido.

¿Es que no hay hombres en el partido capaces de aplicar ésas tareas? Naturalmente que sí, y en cantidad inmensa.

Ya hemos visto la fuerza del partido, sus posiciones, su influencia. Pero es claro que muchas de esas fuerzas que el partido tiene, no son fuerzas preparadas. Son fuerzas recién venidas a la lucha, que no se aprovechan íntegramente si no las educamos.

Nuestro partido, partido del proletariado, ha ganado en el curso de la guerra miles de obreros industriales, obreros agrícolas, campesinos, intelectuales, artistas, militares profesionales, técnicos en todas las especialidades y, también, algunos elementos burgueses que aceptan nuestro programa.

El partido tiene una gran fuerza, joven, dinámica, plena de entusiasmo y de espíritu combativo, formada por miles y miles de hombres y mujeres, que vienen constantemente a nuestras filas de todas las capas de la población trabajadora.

Entre los nuevos camaradas que, llenos de entusiasmo, han venido al partido, hay quienes arrastran tras de sí todo un bagaje de concepciones, de reminiscencias de su origen, de su posición social, de los partidos de que proceden, de los pueblos en que se han desenvuelto; que sufren, además, la influencia de otros partidos, del medio ambiente en que viven, y también del enemigo que trabaja con intensidad fuera del partido y que forcejea por introducirse en él.

Nadie mejor que nosotros, que vemos las inmensas dificultades que la situación nos depara, que atravesamos diariamente por facetas distintas y a cuál más complicadas, podemos comprender las dificultades e incomprensiones que en esa gran masa de militares pueden producir los cambios de la situación, los factores nuevos, las situaciones nuevas.

Nadie mejor que nosotros debe saber cómo el enemigo trabaja para debilitar y minar al partido comunista, y aprovechando las extraordinariamente graves dificultades porque tendremos que atravesar todavía, intentará ampliar y desarrollar más su trabajo en este sentido.

Ahora bien; si los nuevos militantes han venido al partido, cada uno por vías diferentes, por una razón distinta, lo han hecho plenos de entusiasmo y energía revolucionaria.

El ejemplo de Madrid en el mes de noviembre, donde los militantes recién venidos al partido mostraron su firmeza y el heroísmo más absoluto, así como los innumerables y magníficos ejemplos que en los frentes de guerra y de producción dan los nuevos militantes, es una demostración bien elocuente de lo mucho que el partido puede esperar de ellos, y del deber que para nosotros constituye darles una preparación política y una adaptación firme a nuestros métodos de trabajo.

Debemos soldar a todo el partido en una misma línea

Ya no es sólo el problema, tocado por nosotros en otros Plenos del Comité Central, de la necesidad de soldar a los viejos y nuevos miembros del partido, sino, sobre todo, soldar a todo el conjunto del partido en una sola línea, en una sola dirección; asegurar que todos nuestros militantes, todas nuestras organizaciones y en todo el país, sigan una línea idéntica en todos los momentos; hacer que todos los problemas del partido sean discutidos amplia y democráticamente por nuestros militantes y por todas nuestras organizaciones; pero, que, en tomando una decisión sobre ellos, garantizar el que todo el partido, en su conjunto y sin ninguna excepción, se movilice por el práctico cumplimiento de ella. Y eso sólo es posible en la medida que realicemos una intensa obra de educación del partido, de sus militantes, de las inmensas masas del partido que piden se las eduque, y que en los frentes, principalmente, lo reclaman, ávidos de aprender; que ayudemos a formarse ideológicamente a los combatientes, que aprovechan sus permisos y sus ahorros para hacerse con multitud de obras que satisfagan sus deseos de educarse en todos los órdenes.

Lo que se ha hecho

Tenemos que declarar que no hemos hecho todavía los suficientes esfuerzos para solucionar el problema de la educación del partido. Hemos comenzado a editar una revista teórica del Comité Central, que, si bien es defectuosa y no constituye por sí sola la solución de la situación, significa un progreso. Pero hasta ahora no hemos logrado asegurar su salida.

¿Por qué causas? Porque no hay una organización adecuada capaz de asegurar su salida de una manera periódica.

No hay ningún periódico del partido que tenga una sección de vida del partido o una sección de carácter ideológico educativo.

Las conferencias, las charlas educativas, tan necesarias, las lecturas comentadas, la literatura especial educativa que requiere hacerse en ediciones de masas, no se ha hecho en la proporción necesaria.

He ahí una gran cuestión a resolver por el partido, especialmente por sus órganos dirigentes: educar el partido. Para ello es preciso, en primer término, asegurar la salida de la revista de forma regular, para lo cual hay que crear rápidamente un aparato de organización que lo permita.

Hay que asegurar en toda nuestra prensa una sección regular dedicada a estudiar los problemas del partido.

Tenemos que intensificar las conferencias, charlas y círculos educativos y cursos nocturnos; editar literatura educativa de masas, no conteniendo sólo discursos leídos ya en la prensa, sino temas teóricos desarrollados con la mayor sencillez.

Debemos editar folletos al alcance de los campesinos y obreros agrícolas, en los que se explique qué son las cooperativas, las colectividades, la política agraria del partido, etc.

Asimismo debemos editar literatura especial para los soldados, para los obreros de las fábricas, etc., y trabajar para soldar a los viejos y nuevos militantes, educando a los viejos en el espíritu de las formas de educación y trabajo político actual, y a los nuevos en el conocimiento profundo de lo que es el partido, de su línea política, de su moral revolucionaria, de sus formas orgánicas, haciendo así del partido un todo homogéneo, consciente, monolítico, unido y poderoso.

Educar intensamente, no ya sólo en escuelas, en círculos, en núcleos reducidos de militantes, sino en su conjunto general a todo el partido.

La prensa del partido

Y, como problemas de extraordinaria importancia, cuidar más la prensa del partido. A este respecto, camaradas, conviene destacar el inmenso valor que nuestra prensa tiene como el mejor instrumento del partido, para llevar su línea política al conocimiento de los militantes, en primer término, y de todas las masas en general. Es a través de la prensa como se conoce más rápida y ampliamente nuestra posición, y no siempre en la prensa del partido se ve reflejada.

Cuando el partido no tenía más que semanarios o un solo diario, cuidaba más de su prensa. Se precisa rectificar inmediatamente este defecto, asegurando lo que hasta aquí no ha existido: una dirección directa de toda nuestra prensa por parte de los órganos de dirección del partido, para mejorarla en todos sus aspectos, y, sobre todo, el contenido político y el lenguaje.

En nuestra prensa se suelen olvidar, a menudo, los problemas y las cuestiones vitales «pequeñas», del día, y escribimos frecuentemente en un lenguaje pesado, no popular. Es preciso asegurar que nuestra prensa sea en todo momento un fiel reflejo de nuestra línea política y que tenga un carácter más educativo.

El lenguaje de la prensa debe ser más popular, más al alcance de las masas, sencillo, y los artículos más cortos para mejorar la prensa y educar también a nuestros periodistas, éstos deben hacer una más intensa vida de partido, y la redacción ha de discutir de forma regular todos los problemas. Haciendo esto, estamos seguros de que nuestra prensa mejorará considerablemente.

Las escuelas

En relación con la educación del partido, tenemos las escuelas del mismo. Aquí hemos hecho un trabajo, todavía insuficiente, pero que constituye ya un hecho positivo.

En las once escuelas del partido que funcionan, se han realizado, desde el mes de agosto, un total de diez y siete cursos, en los que han estudiado un número de 174 alumnos. De éstos, 40 están a punto de terminar, con buenos resultados, en la Escuela Central, lo que nos permitirá reforzar algunas de nuestras direcciones provinciales y la actividad del partido en algunas ramas de su trabajo.

Las escuelas provinciales, aunque con defectos y debilidades, han aportado una ayuda eficaz al partido, preparando cuadros que hoy, en Extremadura, Jaén y Madrid, dan bastantes buenos resultados, en los propios Comités Provinciales y en sus comisiones.

Pero esto es insuficiente y hay que mejorarlo. Las escuelas todavía pueden dar muchísimo más rendimiento si los Comités Provinciales, especialmente, y también el Comité Central, les prestan mayor atención y, fundamentalmente, si se hace una mejor selección, por parte de los provinciales, de los camaradas que han de ir a las escuelas.

Es indispensable desarrollarlas principalmente en aquellas provincias en que aún no existen y en los frentes. Hay que asegurar en las escuelas de provincias profesores de la misma localidad; y no dejar abandonados a su suerte a los alumnos, como sucede algunas veces, sino confiarles actividades, de acuerdo con su capacidad y sus cualidades. A los profesores dedicarles mucha más atención, prestándoles ayuda más amplia, facilitándoles su capacitación, y ligándoles más íntimamente a los problemas de la provincia y a la vida activa del partido.

Intensa vida política

La mejor educación del partido la aseguraremos a través de una intensa vida política, haciendo que todo el partido, todas sus organizaciones provinciales, comarcales, radios, células, todos los militantes en general, vivan intensamente la vida y todos los problemas del partido y de la guerra.

La situación actual nos plantea una serie de tareas de tal naturaleza, que solamente podremos realizarlas a condición de que todo el partido, y no sólo pequeños núcleos, participe de forma activa en el estudio colectivo de los problemas, desplegando toda su actividad y toda su energía, para que todos sus afiliados se movilicen y se interesen vivamente por su práctica realización.

Desgraciadamente, todavía hay órganos del partido que discuten y publican documentos, pero su discusión no se verifica con toda la intensidad que es necesario en la base del partido, y también existen amplias zonas en las que no se discute y que incluso ni siquiera se conocen estos problemas y las tareas a realizar en relación a su solución.

Las organizaciones del partido, en estas condiciones, no pueden comprender bien cuál es la situación política, y concentran su atención en pequeños y localistas problemas, y no efectúan y desarrollan una política adecuada a las necesidades y posibilidades que existen.

Al señalar estos defectos, no queremos decir que el partido no haya de ocuparse de los problemas pequeños y localistas, ya que es necesario ocuparnos más y mejor de ellos de lo que hasta aquí lo hemos hecho, estudiándolos con más detenimiento e interés y poniendo todo nuestro esfuerzo en solucionarlos. Pero, realizando todo esto con una clara visión de las circunstancias, con exacto sentido de lo que queremos y conociendo con toda profundidad cómo la organización del partido debe actuar prácticamente en cada caso concreto.

Además de la necesidad de que todo el partido participe activamente en la discusión y en la realización de las tareas, es imprescindible que la dirección juegue el papel de ayuda y estímulo en ello. Sólo mediante tal ayuda de los organismos de dirección, llevando al conjunto del partido los problemas que se debaten por ellos, lograremos interesar y movilizar a todo el partido.

Hace falta desarrollar ampliamente esta ayuda, empezando por el Comité Central hasta la dirección de las células. Esta ayuda no siempre se recibe, o es producto de la casualidad o de la improvisación de última hora, lo que hace que muchas veces sea tardía, insuficiente y mala.

Ejemplo más destacado de éstos nos los daba Madrid, donde, a pesar de existir una fuerte dirección provincial, la ayuda de los sectores era bastante débil, si bien se va rápidamente camino de su corrección.

Qué deben ser los instructores

El sistema de los instructores permanentes, utilizado hasta hoy casi como única forma de ayuda a los Comités Provinciales, así como por parte de éstos en las provincias, no es suficiente y justo, ni por sí solo eficaz. Los instructores, faltos en general de la ayuda necesaria de la dirección, pierden de vista la perspectiva general, y en algunos casos han acabado asumiendo funciones de carácter operativo y se han convertido, prácticamente, en secretarios del partido.

De esta manera, lejos de ayudar a formar una buena dirección, al concentrar en sus manos las funciones de ésta, si bien momentáneamente han contribuido, en gran medida, a solucionar los problemas de la provincia, causan, a la larga, un grave perjuicio al partido, ya que matan la iniciativa y la responsabilidad de la dirección, relegando a segundo término a ésta e impidiendo, de hecho, que, sobre la base de la propia experiencia y necesidades surgidas en el trabajo diario, se forjen direcciones provinciales.

¡Y se han dado casos en que los instructores han terminado pidiendo al Comité Central el envío de nuevos instructores!

Urge que el Comité Central preste una atención mucho mayor que hasta aquí a las direcciones del partido en las provincias, en especial a las más debilitadas, ayudando a éstas más concreta e intensamente de lo que se ha hecho. Y lo mismo deben hacer los Comités Provinciales, respecto a sus provincias, con los comarcales, radios y células. Todavía hay órganos dirigentes del partido que utilizan la circular como medio de dirección, no habiendo comprendido que si ya antes de la guerra las circulares servían de muy poco, con la guerra han cesado totalmente de servir.

Para asegurar la ayuda a los Comités Provinciales es necesario organizar un buen cuadro de instructores, bien preparados, cuya misión fundamental debe consistir en ayudar políticamente a las direcciones de las provincias, orientándolas en la elaboración y aplicación de la política del partido en la provincia, pero de forma que se desarrolle el estímulo, el deseo y la responsabilidad de todos los militantes y dirigentes, y se forje una buena dirección provincial con sus propios medios.

Es necesario, además, imprimir una ligazón más estrecha entre el Comité Central y los Provinciales. Y, asimismo, los Comités Provinciales deben establecer la relación viva, personal, con sus órganos dependientes y con toda la base del partido, a través de frecuentes viajes a las localidades y de los instructores precisos.

Por un estrecho contacto del partido con las masas

Nuestro partido, en el curso de la lucha, ha adquirido un profundo arraigo entre las masas debido a su justa política.

Merced al mejoramiento de su actividad en los sindicatos, en los que están encuadrados la casi totalidad de los obreros; gracias a su política de unidad con el Partido Socialista Obrero Español, expresada en un número considerable de comités de enlace y en el trabajo común que socialistas y comunistas realizan en todos los aspectos, y a través de su política consecuente de frente popular, el partido se liga cada vez más a las masas.

Pero, aun cuando hemos conseguido progresos considerables, todavía nuestro trabajo en este sentido es insuficiente, por lo que se precisa reforzar más el trabajo de masas, que adolece de bastantes debilidades.

Un ejemplo positivo de la importancia que tiene un buen trabajo de masas, por parte del partido, es el de Alicante. En esta provincia, donde existía una situación política delicada, en cuanto el partido ha empezado a aplicar una política de frente popular, en ligazón con las masas, ha cambiado radicalmente la fisonomía política, y, sobre todo, la de la capital.

Si descontamos a Madrid, donde existen fuertes organizaciones de Comités de Vecinos, del Socorro Rojo Internacional, Mujeres Antifascistas, etc., aunque con deficiencias en su trabajo y en las cuales resalta el elevado porcentaje de comunistas en relación al total de afiliados, en el resto de España las organizaciones de masas son, salvo contadas excepciones, bastante débiles y arrastran una vida precaria.

Hay que desterrar rápidamente la falsa comprensión y el criterio estrecho que se tiene de las organizaciones de masas, concentrando el trabajo, no sólo para enrolar en éstas a los comunistas, sino ampliándolo en torno a despertar el interés de las grandes masas, para atraerlas y enrolarlas también en estas organizaciones.

Es necesario vivificar los comités de enlace, así como los comités de frente popular, haciendo que respondan a su verdadero contenido político y porque no queden limitados a ser simples organismos de carácter burocrático. A través de los Comités de Enlace, Provinciales y Locales, que deben existir en todas partes, estrecharemos las relaciones de comunistas y socialistas en las fábricas, en los sindicatos, en el campo, etc., estudiando conjuntamente todos los problemas, buscando soluciones y luchando por su aplicación. Es sobre la base del trabajo activo de los Comités de Enlace, y de todos los militantes socialistas y comunistas en común, como avanzaremos rápida y sólidamente en la creación del partido único del proletariado.

Se debe dotar a los comités de frente popular de una mayor movilidad, haciendo que todas las masas tengan una participación más directa e intensa en toda su actuación, con lo cual lograremos que los comités de frente popular sean los órganos populares que estudien todos los problemas de las masas, para darles la solución adecuada en estrecha colaboración con los organismos oficiales correspondientes.

Hay que llevar hasta el fin la aplicación del comunicado del Buró Político, especialmente en la parte que concierne a la unidad de acción con la Confederación Nacional del Trabajo, rompiendo definitivamente con el sectarismo que aun pueda quedar, discutiendo de una manera cordial con los camaradas anarquistas sobre todos los puntos de coincidencia que nos permitan marchar juntos.

Hay que prestar más atención a los Comités de Enlace Unión General de los Trabajadores-Confederación Nacional del Trabajo, siendo los comunistas en los sindicatos los más tenaces defensores de la unidad de acción entre las dos grandes centrales sindicales, que posibiliten llegar a la creación de una central sindical, esclareciendo ante todos los obreros la necesidad de que esto se realice en el plazo más breve y de los beneficios que esta unidad ha de reportar a la causa de la guerra y la revolución.

Tenemos que intensificar el trabajo entre las mujeres, que constituyen una fuerza inmensa, en pleno desarrollo, y que tan formidable papel juega en la guerra; y para las que debemos encontrar, en cada caso, las formas concretas de organización más adecuadas para asegurar su participación efectiva en el trabajo del partido, creando secciones o grupos femeninos allí donde esto permita una mayor actividad de las mujeres en el trabajo.

Pero, de manera especial, quiero destacar la importancia de las masas inorganizadas, que tanto volumen tienen y tanto pesan en la situación de dificultades de la retaguardia; porque hay que estrechar más la relación con todas las capas del pueblo, viviendo intensamente el espíritu de las masas –en la calle, en el campo, en la fábrica, en el ejército, etc.–, interpretando vivamente su sentir y sus necesidades, y orientándolas y organizándolas en las formas más flexibles que posibiliten su rápida y eficaz movilización.

Al mismo tiempo, con la incorporación de todas las masas inorganizadas y de las mujeres a la lucha diaria por la aplicación de las tareas que la guerra nos presenta, impediremos que los emboscados de la retaguardia, especulando con las necesidades del pueblo y ahondando las dificultades, desarrollen su criminal labor.

Es menester prestar más atención al trabajo municipal, a través del cual debemos ligarnos más sólidamente con el pueblo, mediante la solución de los innumerables problemas que en ese orden existen.

Es preciso que nuestros alcaldes y consejeros practiquen una política de masas, convocando a los vecinos y a los pueblos y discutiendo con ellos los problemas.

Es preciso romper de una manera abierta con todos los residuos del sectarismo, que de una u otra forma, en uno u otro aspecto, existen aún en el partido, enmascarados de diversas formas, y conseguir con una actividad diaria, cerca de las masas, y una política acertada, acentuar nuestra relación con todo el pueblo.

Los métodos de trabajo individuales son extraños al partido

Ya en el Pleno del Comité Central de marzo de 1937 se planteó con fuerza, especialmente por el camarada José Díaz, la necesidad de los métodos colectivos de trabajo, problema que hoy es más agudo que entonces.

¿Hemos logrado instaurar en el partido estos métodos? Podemos afirmar que no los hemos instaurado aún en la medida en que son necesarios. Es cierto que se han hecho y se hacen tentativas y esfuerzos en este sentido, pero, en la mayoría de los casos, no han pasado de tales y no han logrado el éxito apetecido, ya que no han cambiado todo lo preciso los viejos métodos, las viejas tradiciones y costumbres.

En general, el trabajo sigue concentrado en poquísimos hombres, y la consecuencia es que el trabajo no se desarrolla en la medida que debiera y las posibilidades que el partido tiene. Sin embargo, tenemos comités muy amplios, con amplias comisiones, pero no hemos sabido trabajar de tal suerte que todos sus miembros se sientan como tales miembros y dirigentes que cumplan en todo momento su papel, evitando la excesiva concentración de las funciones de dirección.

La falta de un trabajo colectivo arrastra consigo –además de la imposibilidad de una acertada dirección–, la familiaridad, las amistades personales en los órganos de dirección, la creación de los grupos de amigos a través del trabajo, por la amistad y por la lucha, por mil factores muy ligados entre sí. Y en estas condiciones, es raro, difícil que se produzca una crítica y una autocrítica bolchevique, ya que se antepone a la necesidad de realizar ésta, para fortalecer y desarrollar el partido, el temor a que la enemistad se produzca, lo que de hecho impide la ejecución de la crítica en el partido.

Esto no quiere decir que el partido esté en contra de la amistad y de las buenas relaciones personales entre todos sus militantes y entre los camaradas de dirección, sino que en el aspecto político, cuando se trata de discutir los problemas fundamentales del partido, hay que colocar siempre los intereses de éste, que son los de todas las masas, por encima de todas otras cuestiones. También es preciso que la amistad personal no se traduzca nunca en una mengua de la autoridad política de aquellos camaradas que ocupan cargos responsables en las direcciones del partido.

La falta de un trabajo colectivo y la familiaridad de los órganos de dirección, impiden que ésta sea eficaz y trae, como consecuencia, peligros enormes, tales como el caciquismo, la burocratización e incluso el caudillismo, al subirse el humo a la cabeza.

Hay que imponer a rajatabla en el partido el método de trabajo colectivo, especialmente en los órganos dirigentes.

Hay que asegurar que el trabajo de dirección se efectúe de forma organizada y consciente, con perspectivas y visión de conjunto.

El Comité Central, el Buró Político, los Comités Provinciales, Comarcales, de Radio o Célula, pueden dar documento tras documento, pero sólo tendrán efectividad práctica si se utilizan las formas de trabajo colectivo.

Los órganos de dirección

Debe establecerse en todo el partido un método de dirección regular. Debe acabarse con las interpretaciones diversas que a los órganos de dirección se dan en cada provincia o por cada camarada.

Es preciso comprender que los únicos órganos de dirección del partido son sus comités, todo lo amplios que sea necesario, ayudados y apoyados de los elementos precisos para conocer profundamente los problemas y organizar y dirigir todas las fuerzas que poseen.

Ahora bien, no consiste el trabajo colectivo en utilizar un enorme número de compañeros, sino en que cada cual tenga una responsabilidad concreta y definida, sin lo cual desaparece la responsabilidad personal y colectiva de los órganos dirigentes.

Serán elegidos por los comités, burós que aseguren la aplicación de las decisiones de los comités y que, de forma regular también, en el transcurso de las reuniones de éstos se reúnan, estudien y decidan sobre todos los problemas del momento.

Los burós deben designar secretariados, que ejecuten al día todas las decisiones de los órganos dirigentes y preparen las reuniones regulares de los burós.

Las comisiones

Para que todos, absolutamente todos los problemas del país, sean debidamente enfocados y resueltos de forma regular, y sean realizadas las tareas, los comités deben apoyarse en amplias y capaces comisiones de trabajo que les ayuden en la ejecución de sus tareas de dirección, que permitirá también la formación de nuevos cuadros de dirección; comisiones que no pueden substituir a los comités, como de hecho sucede en muchos casos; que no son órganos de dirección, sino los organismos destinados a aportar, a los órganos de dirección, todos los elementos necesarios para elaborar una justa línea en todos los aspectos, y a concretar y aplicar, a base de la línea trazada por la dirección, los problemas y tareas del partido en cada rama de trabajo.

¿Qué comisiones son precisas hoy? Es claro que no puede señalarse una norma igual para todas las organizaciones del partido. Asimismo, la fuerza y volumen de cada comisión depende de la situación concreta de cada provincia, e incluso puede no ser necesaria una comisión y bastar con un responsable, según el caso, o concentrar en una comisión las tareas, para no dispersar mucho los cuadros y no crear un aparato excesivamente pesado.
Por ejemplo:

Hay provincias donde el trabajo en las Industrias de Guerra puede ser efectuado por la comisión sindical, a base de uno de sus miembros.

O el trabajo de cuadros puede ser efectuado por la Comisión de Organización a través de uno de sus miembros, etc.

Pero, en líneas generales, el partido debe organizar:

Comisiones Político-Militares que sean políticas y militares, es decir, que conozcan el ejército, sus cuadros, sus problemas, sus necesidades; que tengan estrecha ligazón con los frentes y con su dirección; que conozcan sus partes firmes y sus debilidades, facilitando al Comité Central todos los elementos necesarios para poder orientar y dirigir con acierto problemas tan profundos y de tanta responsabilidad, y organizando sólidamente el partido en el ejército.

Comisiones de Industrias de Guerra fuertes, capaces técnicamente, asistidas de la colaboración de elementos técnicos, que conozcan y organicen a los comunistas en las fábricas y los dirijan; que estudien los problemas de la dirección y de la organización de la industria y que elaboren fórmulas para su resolución.

Comisiones Sindicales donde se reúnan un fuerte núcleo de hombres capaces y conocedores de los problemas de los sindicatos y de la producción, ligados a las masas, a las fábricas, a los sindicatos, tanto de la Unión General de Trabajadores como de la Confederación Nacional del Trabajo; que dirijan la actividad y la política de los comunistas en los sindicatos; que conozcan el problema de las fábricas y, ligados a ellas, contribuyan activamente a solucionarlos; que conozcan la situación, las condiciones de vida de los obreros y todos sus problemas. En parte alguna se precisa más el contacto vivo con las fábricas y los sindicatos como en la Comisión Sindical.

Comisiones Agrarias, también asistidas de técnicos que conozcan la situación creada en el campo, los problemas y necesidades de las masas campesinas, y que, ligados a éstas, no sólo organicen el partido en el campo, sino también a las grandes masas del campo, allí donde sea preciso.

Comisiones de Policía que, ligadas estrechamente a las fuerzas encargadas del orden, con una atención tensa a los problemas de orden público, los estudie y busque soluciones, apoyándose especialmente en la organización de los comunistas y en todas las fuerzas del frente popular.

Comisiones de Masas que, en relación estrecha con los comunistas que actúan en las organizaciones de masas, estudien y trabajen por la organización de las grandes masas y por sus problemas, así como por la organización y movilización de las masas inorganizadas.

Comisiones Femeninas que estudien y aseguren la organización de las grandes masas femeninas y de las mujeres comunistas, permitiendo que el trabajo entre las mujeres no se realice sólo a través de las organizaciones de Mujeres Antifascistas, sino por conducto del partido mismo.

Comisiones Municipales que, sobre la base del estudio minucioso de los problemas municipales, en primer término del abastecimiento, y apoyándose en los miembros del partido y del frente popular y en las masas, aseguren una justa solución de ellos.

Comisiones de Agitación-Propaganda, que son las encargadas de difundir y popularizar la política y las tareas del partido entre las masas del frente, de las fábricas y del campo, y en toda la población en general, a través de todos los medios aprovechables a este fin, así como de estudiar y conocer los problemas que la preocupan para dar una respuesta acertada.

Y, en general, todas las comisiones que sean precisas para que ninguno de los grandes problemas de guerra, de industria y transporte, producción, sindicatos, agricultura, economía, abastecimiento, organización de masas, propaganda, justicia, orden público, asistencia social, etc., queden sin estudiar y resolver.

Y todas las comisiones, articuladas entre sí a través de fuertes Comisiones de Organización, apoyándose en los responsables que del trabajo de organización debe haber en cada comisión, aseguran una política firme de organización del partido en todas las ramas de trabajo, especialmente en las fundamentales.

Y, asimismo, mediante comisiones de cuadros, apoyadas igualmente en los responsables del trabajo de cuadros de cada comisión, permiten conocer los cuadros del partido en todos los aspectos del trabajo y realizar una justa política de cuadros.

Todas estas comisiones constituyen la base que los órganos de dirección de un partido Comunista como el nuestro, precisa en tan delicada situación como vivimos.

Es hoy una tarea urgente, inmediata, apremiante, comenzando por el Comité Central y continuando por los Comités Provinciales, con arreglo a sus problemas, necesidades e importancia, y llegando a los radios y a la última célula, también en este orden.

Esto también unido a un buen sistema de control de las decisiones, que funcionen sistemáticamente, y que, como dice el camarada Stalin, nos ayude como un:

«Reflector que permite iluminar el estado del trabajo de nuestros organismos en todo momento.». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Informe en el XVIIº Congreso del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética, 26 de enero de 1934)

Con frecuencia se toman decisiones sobre diferentes problemas, sin garantizar el cumplimiento de las mismas. Hay que evitar rápidamente que esto continúe, pues, como decía Lenin: Lo más importante en la labor de organización, es elegir a los hombres e imponer la ejecución de los acuerdos tomados.

Crítica y autocrítica a fondo

Un elemento vital, indispensable para fortalecer al partido y educar políticamente a sus miembros, es la crítica y autocrítica, que pedía el camarada José Díaz en su informe.

¿Es que se efectúa la crítica y la autocrítica en el partido en la medida suficiente? No. Se ha perdido un poco el hábito en algunos camaradas, y, sin embargo, está lejos de ir todo bien.

Sin la crítica y autocrítica ocurrirá como en Ciudad Leal, donde conocen todos los documentos del partido, los estudian, los discuten y aprueban, pero, según ellos confiesan, no los aplican.

Es necesaria, imprescindible, la crítica y autocrítica para ayudar a corregir los errores y los defectos en el trabajo, y sobre esta base educar y desarrollar nuestros cuadros e impedir el que a algunos camaradas se les suba el humo a la cabeza.

Hay que asegurar que todo el partido participe en la elaboración de su política, en la discusión de sus problemas y en la elección de su dirección.

Muchos camaradas se encuentran ahogados ante las dificultades que se les presentan en el desarrollo del trabajo. En muchos casos las experiencias, las iniciativas, las enseñanzas que el contacto vivo con la base proporciona, podrían ayudar a solucionar todas las dificultades.

Reclutamiento del partido

Georgi Dimitrov nos dice:

«Los partidos comunistas sólo pueden asegurar la movilización de las amplias masas trabajadoras para luchar unidas contra el fascismo y la ofensiva del capital, si fortalecen sus propias filas en todos los aspectos, si despliegan su iniciativa, si llevan a cabo una política marxista-leninista y una táctica justa y flexible, que tenga en cuenta la situación concreta y la distribución de las fuerzas de clase». (Georgi Dimitrov, La clase obrera contra el fascismo: Informe en el l VIIº Congreso de la Komintern, 2 de agosto de 1935)

La justeza de la línea política de nuestro partido determina un crecimiento cada vez mayor de su influencia entre todas las capas del pueblo, lo que nos da la base para ensanchar nuestras filas y fortalecer extraordinariamente nuestro gran partido.

Tenemos la mayoría de miembros del partido en el Ejército. Esto es bueno y no se puede censurar, por el contrario. Pero eso no nos debe satisfacer. Hay que desarrollarlo más y, en la retaguardia, es necesario intensificar nuestro trabajo en el reclutamiento, si queremos cumplir en ella las tareas que tiene el partido.

Hacia dónde debe orientarse el partido en el reclutamiento

Es preciso ganar para el partido, a través de la aplicación de nuestra política de unidad y de frente popular, a los mejores combatientes que combaten contra el fascismo:

A los campesinos trabajadores. A los intelectuales. De una manera especial, es preciso ganar, para el partido, a las mujeres que muestran su entusiasmo, su voluntad y su firme espíritu, y, sobre todo, por encima de todo, el partido debe ganar a sus filas a los obreros, a miles de nuevos obreros que le refuercen, política y organizativamente, para poder así realizar mejor su política de unidad proletaria y antifascista en interés de la clase obrera, que precisa de un fuerte partido proletario revolucionario como guía en su lucha.

La vigilancia en el partido

El partido tiene que elevar la vigilancia en sus filas; el camarada José Díaz decía ya en el Pleno del Comité Central de marzo de 1937, que había que fijarse muy bien antes de dar ingreso en el partido. Mucho se ha hecho en este sentido. Pero, de entonces acá, el peligro es mayor. Y así nos lo ha repetido ahora. Y es preciso ser más severos aún en nuestra vigilancia; luchar sin tregua contra los trotskistas contrarrevolucionarios, contra el liberalismo conciliador con los enemigos.

Es necesario revisar la composición de los órganos dirigentes, de los aparatos del partido—decía el camarada José Díaz—. Todo esto hay que hacerlo a través de la aplicación de las decisiones, del cumplimiento y realización de las tareas, con un control severo, como también señalaba el camarada José Díaz, de los dirigentes.

Hoy más que nunca, precisamos militantes firmes, fuertes, seguros, capaces de afrontar las más difíciles situaciones sin que sientan la menor vacilación o duda.

El problema sobre los cuadros

Una preocupación que no debe abandonar un momento el partido es el problema de los cuadros.

Cuadros, que son los que deciden, según el camarada Stalin.

En virtud del último Decreto del Ministerio de Defensa sobre exenciones, millares de nuestros cuadros son obligados a incorporarse a filas y a abandonar sus actividades del partido. Esta circunstancia crea al partido una situación difícil, desde el punto de vista de los cuadros.

Los Comités Provinciales, Comarcales, Radios, todo el partido debe apresurarse a cubrir estos cuadros de manera que la vida del mismo no sufra la más mínima perturbación.
¡Más audacia! ¡Adelante!, decía el camarada José Díaz. Es necesario promover más audazmente a los puestos de dirección a los militantes más activos, más entusiastas, más ligados con las masas; ayudarles concretamente; habituarlos al trabajo de dirección; y corregir defectos, sin dejarles que fracasen.

Hay que completar y activar las direcciones del partido con nuevos militantes, y, sobre todo, con mujeres, que pueden y deben realizar otros trabajos que el femenino, como ya nos muestran prácticamente algunos ejemplos de nuestras organizaciones.

En los Comités Provinciales, en el partido, en general, deben discutirse los problemas de las mujeres, prestándoles a las camaradas del partido la ayuda necesaria en su trabajo, comprendiendo la necesidad de que las mujeres tengan una mayor actividad política dentro del partido, promoviéndolas con audacia a los puestos de dirección, y haciendo una intensa campaña por la incorporación de las mujeres a los puestos de producción y a todas las demás actividades políticas del país.

La unidad del partido

Finalmente, sólo para insistir. Es preciso velar por la unidad del partido, que hasta aquí nos ha permitido hacer frente a la situación, como recomendaba el camarada Dimitrov:

¡El partido por encima de todo! ¡Cuidar la unidad bolchevique del partido como la pupila del ojo: tal es la primera y suprema ley del bolchevismo!». (Georgi Dimitrov; Los actuales gobernantes de los países capitalistas son transitorios. El verdadero dueño del mundo es el proletariado; Discurso de clausura en el VIIº Congreso de la Komintern, 20 de agosto de 1935)

Hemos insistido mayormente en las debilidades porque, como decía el camarada José Díaz, así lo exige la situación.

Los éxitos del partido son grandes; las tareas cumplidas, también. Pero la situación es difícil y necesario es que el partido cumpla con energía bolchevique y con ritmo rápido las nuevas tareas señaladas por el Comité Central. Para ello, se precisa no dejarse aturdir por los éxitos, no dejarse llevar por el orgullo. Nuestro partido debe ser:

Un partido comunista que comprenda que es el más fuerte y desarrollado, en lugar de proclamarlo, siendo lo más modesto posible, sin subírsele jamás el humo a la cabeza.

Un partido que comprenda la situación y las tareas, y que, utilizando todos los medios posibles, solucione todas las grandes tareas de la situación, porque tiene las fuerzas y medios para conseguirlo, mediante su justa política de unidad y de frente popular y apoyándose en todo el pueblo.

Y esto se conseguirá si cada miembro del Comité Central, con la experiencia del pleno, la lleva a todo el partido, para discutir con él la mejor manera de aplicar las tareas con la máxima rapidez, con ritmo veloz.

Y si las resoluciones, los materiales que de aquí salgan, son en manos de cada miembro del partido una guía para su actuación en todo momento, y los lleva también al conocimiento de las grandes masas, consiguiendo que éstas, al lado del partido, participen en la realización de las tareas, acelerarán nuestra victoria, la victoria del proletariado y de todo el pueblo español.

Notas

[1] Lectura Online AQUÍ ó Descarga en PDF AQUÍ.

[2] Todos los documentos de Pedro Checa en el Blog AQUÍ.

[3] Todos los documentos editados por el «Equipo de B. N.» en el apartado BIBLIOTECA.

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