martes, 2 de septiembre de 2025

¿Cómo era la estratificación y comportamiento de la intelectualidad albanesa en 1939? ¿Qué dificultades tuvo que sortear el PTA?

«En cuanto a la intelectualidad, naturalmente, debía realizarse un trabajo amplio, cualificado, diferenciado y a diversos niveles. En general el terreno para trabajar entre ellos era apropiado. Excepción hecha de los empleados de alta posición, quienes no sólo aceptaron el fascismo, sino que al mismo tiempo obtenían de él pingües beneficios materiales. Este tipo de empleados «con cultura», en general fueron corrompidos por todos los regímenes y fueron entre los primeros que, conscientemente, se apuntaron en el partido fascista «albanés» creado por el ocupante. 

Sin embargo, la mayoría de la intelectualidad de nuestro país era patriota, antifascista, estaba contra la ocupación del país, por ello el Partido dedicaría gran atención a esta capa del pueblo, porque también a través de ella continuaría forjando y estimulando cada vez más el patriotismo entre los jóvenes de uno y otro sexo. Estos amplios y detallados análisis de las situaciones, de la correlación de fuerzas, etc., fueron fruto de los debates que realizábamos tanto en las reuniones de la dirección, en los encuentros con los camaradas del Partido de la capital, como con los de las regiones. Estos constituían una gran ayuda en nuestro trabajo cotidiano y de cara al futuro, porque lo primordial e imprescindible para realizar nuestra tarea como comunistas, es decir como dirigentes de las masas, consistía en orientarse correctamente en aquella difícil situación de subyugación, de terror, de intrigas, de sufrimientos y miserias espirituales y físicas, que abrumaban a nuestro pueblo. (...)

Nuestro Partido, desde el principio, determinó con justa razón que en la lucha por la liberación del país debían participar todo el pueblo, todas las clases y las capas sociales sin distinción de puntos de vista políticos, ideológicos, religiosos, etc. Lo principal que podía y debía unir a estas fuerzas era la actitud hacia los ocupantes extranjeros, la lucha sin compromiso contra ellos. Sobre esta base se organizaría también el Frente Antifascista de Liberación Nacional, en el que participarían, además de las masas trabajadoras de la ciudad y el campo, todas las demás fuerzas y elementos, que estuvieran interesados en la libertad y la existencia de Albania y de la nación albanesa. Y, precisamente por ello, tuvimos que desarrollar un grande y vasto trabajo, a menudo extremadamente complejo, difícil y fatigoso, con los elementos patriotas o con los que presumían de tales, es decir, con todos aquellos que entonces se denominaban nacionalistas. 

No hay que confundir el término «nacionalista», como lo utilizábamos en aquel período, con el significado que ha adquirido hoy en la literatura política como definición de los elementos con posiciones nacionalistas burguesas en oposición al principio marxista-leninista del internacionalismo proletario. El término «nacionalista» era un apelativo para denominar a aquellos combatientes que en el pasado lucharon contra los ocupantes extranjeros, que pretendían liquidamos incluso como nación. Precisamente de la palabra «nación», tomada de las lenguas latinas y que corresponde a nuestra palabra «komb», se derivó el término «nacionalista», que hemos utilizado a lo largo de la lucha y se encuentra en mis escritos de aquella época. 

En realidad, esta denominación incluía una amplia gama de personas, desde las gentes con pasado y actividad patrióticos, hasta los intelectuales conocidos o que se exhibían como personas de sentimientos patrióticos y democráticos. Así que, con el término «nacionalista», en cierto modo establecíamos la diferenciación entre los comunistas, por un lado, y otras personas con las que teníamos contacto y trabajábamos, por otro. Desde la época de los grupos, pero sobre todo tras la fundación del Partido, el trabajo con los «nacionalistas» era una tarea que correspondía a todos los comunistas. Naturalmente, este trabajo se hacía según las posibilidades de cada cual, según el entorno social, los conocidos y familiares. En las células de las que formábamos parte rendíamos cuentas de toda nuestra actividad y también del trabajo con los intelectuales y los patriotas, intercambiábamos opiniones y nos aconsejábamos mutuamente sobre nuestra actuación. Cuando alguien encontraba dificultades con la persona con quien se le había encomendado trabajar, se la pasaba a otro camarada y encontraba el modo de presentársela

Esta fue una de las labores más difíciles que han tenido que realizar el Partido y todos sus miembros, desde la dirección hasta el simple militante. No me refiero aquí únicamente al peligro que nos acechaba en este trabajo, a la posibilidad de la traición y la delación, de que se infiltrara algún agente provocador en nuestras filas. Estas posibilidades, naturalmente, existían, pero ¿qué labor realizaban los comunistas y los patriotas honrados sin correr peligro? Ya habían calculado estos peligros, puesto que se habían empeñado en la lucha contra un enemigo feroz, cruel y astuto.