«A pesar de los consejos bien intencionados de los belgas ha sucedido lo inevitable, los elementos irreconciliables se han separado. [1] Y eso es bueno. Al principio, cuando se fundó el Partido Obrero, había que admitir a todos los elementos que aceptaban el programa, si lo hacían con secretas reservas que seguramente se manifestarían más adelante. Aquí nunca nos equivocamos acerca de Malon y Brousse [2]. Ambos habían sido entrenados en la escuela de intrigas bakuninistas. Malon fue incluso cómplice de Bakunin en la creación de la «Alianza» secreta –fue uno de los 17 miembros fundadores–. Pero, después de todo, había que darles la oportunidad de demostrar si habían abandonado la práctica bakuninista junto con la teoría bakuninista. El curso de los acontecimientos ha demostrado que adoptaron el programa –y lo adulteraron; Malon introdujo varios cambios que lo empeoraron– con la secreta intención de interrumpirlo. Lo que se inició en Reims y París se ha completado en Saint-Étienne. El carácter proletario del programa ha sido eliminado. Los considerandos comunistas de 1880 han sido ahora reemplazados por las Reglas de la Internacional de 1866, las cuales tuvieron que ser expresadas en términos tan elásticos precisamente porque los proudhonistas franceses se habían quedado tan rezagados, pero no podían ser dejados fuera. Las demandas positivas del programa han sido neutralizadas en que cada localidad podría, cuando así lo desee, formular un programa individual para cada ocasión individual. No sólo el partido de Saint-Étienne no es un partido obrero, es que no es un partido, porque de hecho no tiene un programa: a lo más es un partido de Malon-Brousse. (...) Parecería que cualquier partido obrero en un país grande sólo puede desarrollarse a través de la lucha interna, como se ha establecido generalmente en las leyes dialécticas del desarrollo. El partido alemán ha llegado a ser lo que es a través de la lucha entre los Eisenachers y Lassalleanos. La unificación sólo se hizo posible cuando la pandilla de sinvergüenzas deliberadamente cultivada como una herramienta por Lassalle había perdido su eficacia, e incluso entonces fuimos demasiado aprisa al realizar esa unificación. En Francia, las personas que han renunciado a la teoría bakuninista, pero siguen haciendo uso de las armas bakuninistas y al mismo tiempo tratan de sacrificar el carácter de clase del movimiento a sus fines particulares, también tendrán que perder su eficacia antes de que la unificación vuelva a ser factible. Siendo así, sería pura locura abogar por la unificación. Las homilías morales no sirven para combatir los problemas iniciales que, siendo las circunstancias como son hoy en día, constituyen cuestiones que deben ser experimentadas». (Friedrich Engels; Carta a Eduard Bernstein, 20 de octubre de 1882)
Anotaciones de la edición:
[1] El Partido Obrero Francés se dividió en dos facciones en el Congreso de Saint-Étienne el 25 de septiembre de 1882. La minoría liderada por Guesde y Lafargue se retiró y celebró su propio congreso en Roanne. La mayoría oportunista encabezada por Malon y Brousse formó un partido separado, los llamados «posibilistas». El partido adquirió este nombre porque sus líderes, que se oponían a la lucha revolucionaria, declararon que solo estaban tratando de lograr lo que era posible.
[2] Benôit Malon (1841-1893) - Socialista francés, miembro de la Primera Internacional y de la Comuna de París, después de su derrota se refugió en Italia y luego en Suiza, donde se acercó a los anarquistas, ideólogo y líder de los «posibilistas».
Paul Brousse (1854-1912) - Socialista pequeño burgués francés, participó en la Comuna de París, después de su supresión vivió en la emigración, se unió a los anarquistas. A su regreso a Francia a principios de la década de 1880 se unió al Partido Obrero donde se opuso con vehemencia a la corriente marxista, ideólogo y líder de los «posibilistas».
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