domingo, 28 de junio de 2020

Los duros comienzos del PCE (m-l) en la España franquista y frente a la hegemonía del revisionismo; Equipo de Bitácora (M-L), 2020


«Antes de comenzar a desgranar lo que fue el Partido Comunista de España (marxista-leninista), primero que habría que recordar algunos puntos sobre la II República (1931-36) y la Guerra Civil (1936-39):

«Yo me canso de repetirlo, los culpables de que perdiésemos la guerra fueron los republicanos y socialistas, de la burguesía «progresista» que gobernaba el país. Aquellos fueron unos traidores, con los nombres propios que todos sabemos. ¿Y qué puedes esperar? No querrás Azaña, Caballero o Negrín actuasen como comunistas, eran lo que eran. Ahora una cosa esta clara... si yo tengo el poder, un ejército, una policía y unas leyes, tengo el poder, y con ello siendo inteligente no se me levanta ni Dios. Y esto desde la óptica no de un dirigente comunista, sino de cualquier estadista hábil. Por lo que cualquier gobierno republicano algo avispado habría destruido sin contemplaciones a Mola, Franco y compañía, punto. La llamada «izquierda» debe de dejar de hablar de la II República como algo idílico a emular o se topará en bucle con sus limitaciones. Del otro lado, la derecha parece olvidar una cosa fundamental de nuestra historia: los rebeldes, los «nacionales» como ellos se hacían llamar, no «ganaron» ninguna guerra, lo hizo el fascismo italiano y el nazismo alemán, o mejor dicho, no la habrían podido ganar de no ser por sus aliados internacionales, ¡porque parece que algunos desconocen que el golpe de julio de 1936 fracasó en la mayoría de ciudades importantes!». (Comentarios y reflexiones de José Luis López Omedes a Bitácora (M-L), 2019)

El PCE (m-l) se desarrolló en la posguerra, dentro de la sociedad inmersa en el ideario fascista del Franquismo (1939-75). Este testigo de la época nos relataba con un par de anécdotas el cariz que había en la mentalidad del régimen imperante y cómo este se reflejaba sobre sus subordinados:

«España era un país triste, gris, reprimido sexualmente y en todos los órdenes: político, económico y cultural. Era sumamente alienante, todo muy religioso, era el franquismo, que fue la versión estúpida y cutre del fascismo. En cuanto a la moral, todos tenemos muchas anécdotas, a mí una me dejo un recuerdo de algo incomprensible para mi yo de entonces, a pesar de mi muy corta edad 7-8 años. En un parque de Zaragoza muy grande iban las parejas paseando por sus veredas y una de ellas sentada en un banco se estaban cogiendo de la mano. ¡¡¡De la mano!!! Y el guarda, había guardas que no guardias, les recriminó el hecho con una tremenda bronca, esto hace sesenta años. Poco a poco se fue relajando el tema pero imaginar lo que fue la juventud de nuestros padres y abuelos, los míos por lo menos». (Comentarios y reflexiones de José Luis López Omedes a Bitácora (M-L), 2019)

El contexto adverso en que se desarrolló

En otro orden de ideas, los inicios políticos del PCE (m-l) en 1964 estuvieron condicionados previamente en lo internacional por la subida definitiva al poder en la URSS de un ideario y práctica revisionista, es decir de un falso marxismo, que, imponiendo su ley en el gobierno y la sociedad, influenciaron a todas las secciones del mundo, giro que en su momento el Partido Comunista de España (PCE) saludó sin pensárselo dos veces. Estos aceptarían tal camino en un alarde –y esto debe decirse– de sentimentalismo, cobardía y seguidismo. El jruschovismo no solo acabó imponiendo el antistalinismo, sino también implícitamente el antileninismo y el antimarxismo. Esta pasividad, como el lector puede intuir, no salía de la nada, sino que era producto de un largo letargo cosechado durante los «años stalinistas». En honor a la verdad, el amiguismo en los puestos de dirección, las rutinas burocráticas en el estilo de trabajo, la falta de formación ideológica, el formalismo para afrontar las autocríticas... venían siendo manifestaciones cada vez más comunes entre las estructuras de los partidos comunistas del mundo, razón por la cual, eventos como la aceptación del «nuevo curso» de Malenkov (1953) y la «desestanilización» (1956) de Jruschov, no pueden ser motivo de sorpresa para quien haya analizado los antecedentes. Véase el capítulo: «El frente popular chileno (1936-41)» de 2021.

miércoles, 24 de junio de 2020

Conclusiones sobre la degeneración del PCE (m-l) y las lecciones a extraer por los revolucionarios; Equipo de Bitácora (M-L), 2020


«¿Qué conclusiones podemos extraer de la experiencia del Partido Comunista de España (marxista-leninista) y su posterior hecatombe?

En este epílogo no queremos analizar los errores más específicos, para eso están los capítulos anteriores, sino que queremos adjuntar algunas de las cuestiones que para nosotros hicieron imposible que el PCE (m-l) cumpliese sus objetivos y se mantuviese como partido revolucionario.

La alta dependencia de una figura en el liderazgo

Si somos honestos, en las organizaciones políticas que han pasado a lo largo de la historia en España, incluso la de los partidos obreros, ha solido predominar ese seguidismo ciego bien por oportunismo o fanatismo, arrastrándose formas de organización y consciencia más propias de otros tiempos primitivos. Se asemejan a los viejos patrones de clientela de los antiguos íberos, donde por ignorancia o necesidad, el sujeto debía mantener una defensa a ultranza de los diversos jefes como única forma de sobrevivir o ascender en el escalafón de una comunidad dominada a base de figuras carismáticas o autoritarias. 

La diferencia entre un marxista y un revisionista, es que el primero no tiene miedo a la verdad ni a la crítica de sus figuras, mientras el segundo parece haber jurado una especie de «devotio ibérica», por lo que aunque existan evidencias firmes de que ha tomado un camino equivocado, estará dispuesto a seguir a su líder e incluso a inmolar su vida por él, en un acto tan honorable como estúpido.

Y esto no fue un fenómeno latino, ni mucho menos, sino común a todas las culturas:

«Habla usted de su «devoción» hacia mí. Quizás se le haya escapado casualmente esta frase. Quizás, pero si no es una frase casual, le aconsejaría que desechara el «principio» de la devoción a las personas. Ese no es el camino bolchevique. Sed únicamente devotos de la clase obrera, de su partido, de su estado. Esta es una cosa buena y útil. Pero no la confundáis con la devoción a las personas, esa fruslería vana e inútil propia de intelectuales de escasa voluntad». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Carta al camarada Shatunovsky, agosto de 1930)

Stalin mismo explicó la relación entre los líderes y la historia:

«El marxismo no niega en modo alguno el papel de las personalidades eminentes, como tampoco niega que los hombres hacen La historia. En la «Miseria de la filosofía» y en otras obras de Marx puede usted hallar la afirmación de que son precisamente los hombres quienes hacen la historia. Pero, naturalmente, los hombres no hacen la historia obedeciendo a su fantasía, como les viene a la cabeza. Cada nueva generación encuentra condiciones determinadas, ya dadas cuando ella aparece. Y el valor que representan los grandes hombres depende de en qué medida saben comprender correctamente estas condiciones y cómo modificarlas. Si no comprenden estas condiciones y quieren modificarlas según les sugiere su fantasía, caen en la situación del Quijote. Así, pues, y exactamente según Marx, no se debe oponer los hombres a las condiciones. Son precisamente los hombres los que hacen la historia, pero sólo en la medida en que comprenden bien las condiciones dadas con que se encuentren y sólo en la medida en que comprenden cómo debe modificarlas. Así es, por lo menos, como comprendemos a Marx nosotros, los bolcheviques rusos. Y hemos estudiado a Marx durante decenios». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Entrevista con el escritor alemán Emilio Ludwig, 13 de diciembre de 1931)

En el caso concreto del PCE (m-l) se acabó dependiendo mucho de una figura clave en el liderazgo:

«Elena Ódena fue el alma y la mente política del partido. Su verdadero nombre era Benita Gamuza Muñoz. Elena era una mujer extraordinaria y con mucho coraje, extremadamente inteligente, dotada de una gran fe, de una voluntad inquebrantable y de una gran capacidad de trabajo. (…) No ha tenido el reconocimiento que se merecía. (…) A la política del partido contribuyeron muchos, algunos más y otros menos, pero Elena la marcó profundamente, y, sobre todo, marcó de forma especial cada una de las frases y de los cambios tácticos. (…) Elena era siempre quién empezaba la discusión, la que elegía los argumentos, la que guiaba, hasta el punto de que llegó a plantear abiertamente como un problema el hecho de que ello gravaba siempre sobre sus espaldas y quería que los demás se hicieran cargo. A partir de un cierto punto así se hizo, pero, tengo que decir que, en todo caso, Elena siguió siendo el alma de la discusión política». (Riccardo Gualino; Frap: una temporada en España, 2010)

martes, 23 de junio de 2020

¿Por qué implementar la educación mixta en el sistema socialista?


«Por lo común, contra la educación mixta se argumenta que existen diferencias fisiológicas y psicológicas entre los varones y las niñas, y que estas diferencias demandan distintos sistemas y programas educativos en uno y otro caso, como ocurría entre nosotros cuando el gimnasio femenino se distinguía del masculino tanto por sus programas como por el sistema de educación. No es difícil percibir que estas exigencias eran, la mayoría de las veces, de carácter social y provenían de fuentes por completo distintas. Ante todo, en esto desempeñaban un papel los diversos destinos para los que se preparaban en la escuela burguesa a las niñas y los varones. El ideal de la educación estaba calcado de la vida que en el futuro debían llevar una mujer y un hombre. En otras palabras, esto se debía a la correspondencia entre la escuela y el medio social que, como hemos visto, es la regla principal de la pedagogía. Actualmente, en medio de la reorganización revolucionaria del sistema social, como es lógico, cambian también las relaciones en la escuela. Y en la medida en que una ética igualitaria de la vida sexual se convierte en norma fundamental tanto para el hombre cuanto para la mujer, se va borrando toda necesidad de una educación especial para la mujer. 

Por último, las diferencias puramente psicológicas entre un niño y una niña, así como las diferentes capacidades para algunas materias, por ejemplo, la cacareada ineptitud de las niñas para la matemática o para una actividad dinámica, tampoco son dotes primariamente condicionadas, sino derivadas del papel histórico de la mujer, en el que la diferenciación de las funciones sociales la condenaba al estrecho círculo de las cuatro K., Kinder, Küche, Kleider, Kirche en alemán, o sea: Hijos, Cocina, Vestidos e Iglesia. 

Sin embargo, no cabe duda alguna de que existen diferencias esenciales en la conducta de varones y niñas, resultantes de sus diferencias sexuales y que se manifiestan en la más temprana edad. Todas esas diferencias están relacionadas en gran parte, más menos, con los instintos pero también aquí es sumamente difícil decir hasta qué punto desempeña un poderoso papel el ejemplo contaminante del medio social y la imitación de los niños. Por ejemplo, cuando juegan a las muñecas y en otras manifestaciones del instinto paternal o maternal, encontramos indudablemente una copia más o menos exacta de las relaciones que el niño ve en su hogar. No obstante, es indudable la diferencia psicológica esencial entre el varón y la niña, pero ocurre que esta diferencia es de tal índole que no puede ser tenida en cuenta en los manuales y programas educativos. 

La tarea de la escuela no reside en absoluto en medir a todos con el mismo rasero; por el contrario, uno de los objetivos de la estructuración del medio social escolar consiste en lograr la organización más compleja, diversa y flexible que sea posible de sus elementos. Lo único que hace falta es que estos elementos no representen algo incompatible y concuerden en un solo sistema. Con un sistema que posea riqueza y flexibilidad las diferencias sexuales podrán ser tenidas fácilmente en cuenta durante la influencia educativa. Y por cuanto la premisa psicológica básica de nuestros sistemas educativos es establecer en la escuela los vínculos que posteriormente serán necesarios en la vida, debemos impregnar de antemano a la escuela con una red de esas relaciones no sexuales que luego nos serán imprescindibles en la vida. Y esto presupone la más amplia comunicación de ambos sexos en la escuela como base del sistema educativo. 

Todavía queda una última cuestión acerca de la defensa de la educación separada para varones y niñas sólo para el período de la edad de transición, que vivencian con particular dramatismo y en períodos distintos los varones y las niñas. Se advierte fácilmente que esta propuesta padece de todas las deficiencias de un compromiso a medias y pone de manifiesto aun más su falacia. En los hechos, si admitimos el saludable papel sexual de la educación mixta, debemos reconocer también que nunca la necesidad de la misma se siente tan aguda y poderosamente como en los años críticos de la maduración sexual. Y a la inversa, si convenimos que la educación separada subraya las diferencias sexuales, irrita y agudiza el instinto sexual, convendremos en que jamás el daño de esta irritación puede ser tan fuerte y perceptible como en ese período. Por consiguiente, la particularidad de estos años, en el sentido de ser el período más crítico de la vida sexual, no sólo no debilita, sino que acentúa la necesidad psicológica de la educación mixta». (Lev VygotskiPsicología pedagógica, 1926)

sábado, 20 de junio de 2020

Vincent Gouysse y su deserción al socialimperialismo chino; Equipo de Bitácora (M-L), 2020

[Enlaces de DESCARGA del texto en PDF al final del documento]

«Las tesis de Gouysse sobre China entrañan otra contradicción antimarxista: creer que un país capitalista moderno, en la era de los monopolios, puede establecerse como potencia imperialista sin «conflictos» −esto es, de forma pacífica−. Para comprender cómo se formó el capitalismo en cualquier país, instamos a Gouysse a leer o repasar el capítulo «La llamada acumulación originaria» de la obra de Marx «El Capital» (1867); la obra de Lenin «Imperialismo fase superior del capitalismo» (1916); la obra de Joan Comorera: «La nación en una nueva etapa histórica» (1944); y la obra de Enver Hoxha «Imperialismo y revolución» (1978). Realizamos tal recomendación porque allí se sintetiza este proceso histórico y el señor Gouysse parece haber olvidado −si es que alguna vez ha llegado a conocer− ciertas leyes socio-económicas fundamentales del capitalismo. Claro que él aludirá a que el «imperialismo chino progresista» tiene ciertas «particularidades» −¡ay, las benditas particularidades!− que hacen que se haya formado «pacíficamente». Bien, le instamos entonces a que repase en qué descansa la explotación interna y externa de la actual China con un poco de información». (Equipo de Bitácora (M-L); La deserción de Vincent Gouysse al socialimperialismo chino; Un ejemplo de cómo la potencia de moda crea ilusiones entre las mentes débiles, 2020)

[Obra editada originalmente en 2020, reeditada en 2022]

Preámbulo

¿Por qué rescatar esta polémica tardía contra las posiciones de Vincent Gouysse, antaño un aliado nuestro? El motivo de lo puede imaginar el lector: a) es el deber de todo revolucionario combatir las distorsiones en torno al imperialismo y su carácter; b) porque una vez más consideramos necesario clarificar que las aportaciones científicas de un individuo no le eximen de sus equivocaciones o traiciones futuras, en este caso la conversión en un propagandista de la China de Xi Jinping; c) dado que no comulgamos con las especulaciones y las teorías conspiranoicas que también ha hecho gala últimamente este caballero; d) porque su método se ha alejado del priorizar la inversión de tiempo en temas tanto históricos como presentes que necesitan ser alumbrados, deslizándose por banalidades y fruslerías varias; e) ya que, una vez más el sujeto criticado es solo un pretexto para una crítica general a todos aquellos que mantienen posturas similares.

Desde este medio hemos sido los pioneros en traducir y distribuir al lector hispanohablante los magníficos análisis que en su momento produjo el señor Gouysse, el cual nos venía brindando importantes, datos, pruebas y análisis décadas atrás. El número de obras o capítulos que hemos difundido es numeroso, por lo cual no somos sospechosos de tener ninguna inquina personal hacia él:

Véase la obra de Vincent Gouysse: «Comprender las divergencias sino-albanesas» de 2004.

Véase el capítulo de Vincent Gouysse: «La lucha contra el «estalinismo»: pretexto para atacar los fundamentos del marxismo-leninismo» de 2005.

Véase el capítulo de Vincent Gouysse: «El socialismo de características china: ¿socialismo o nacionalismo burgués?» de 2007.

Véase el capítulo de Vincent Gouysse: «El socialimperialismo soviético: génesis y colapso» de 2017.

Salvo algunas anotaciones pertinentes que se le deben hacer a estos documentos −que denotaban que no había llegado hasta el final en sus investigaciones o que simplemente a veces había sentenciado de forma precipitada−, la mayoría de sus conclusiones eran totalmente acordes a la realidad, a nuestra propia línea política. Ahora, de un tiempo a esta parte, hemos venido observado múltiples desviaciones ideológicas en el autor galo que pasaban ya de castaño oscuro. Y bien, ¿qué divergencias aparecieron entre nosotros y el señor Gouysse? Para empezar, a priori su literatura siempre se había caracterizado por una implacable exposición del revisionismo en general y del imperialismo chino en particular, el mismo con el cual hoy ha acabado reconciliándose, algo que supone una diferencia insalvable, pero que no es la única, como iremos desgranando.

Nosotros, en cuanto tuvimos noticias de sus últimos artículos a mediados del año 2020 −pues la barrera idiomática y otros proyectos no siempre nos ha permitido abarcar su obra al completo− decidimos tomar cartas en el asunto y, a diferencia de los mercachifles políticos −que condicionan sus simpatías o alianzas a una política de falsas sonrisas y silencio si el interés así lo dicta−, nos lanzamos rápidamente a dar réplica tanto pública como privadamente a sus nuevas tesis geopolíticas. 

Antes de seguir, hemos de entender que los desatinos en los análisis o las divergencias en las conclusiones son fenómenos totalmente normales que se producen −y se seguirán produciendo−, entre individuos afines, esa no es el motivo de nuestra ruptura. ¿Por qué afirmamos esto? Siendo honestos, las cuestiones que deparan el futuro, así como la delicadeza de las pasadas y presentes, hacen que el sujeto, que siempre debe ser investigador y crítico, tenga ante sí un mundo vasto y dinámico que abarcar, lo cual chocará con otros compañeros que no tienen las mismas inquietudes, habilidades conocimientos e incluso reglas metodológicas para abordar los fenómenos. Ante estas contradicciones no queda otra que mantener una buena comunicación y coordinación recíproca para poder «limar asperezas» y llegar a buen puerto con tus homólogos, nunca actuar de forma individualista y sentenciar a su libre albedrio en contra de todos y todo. 

En este caso, nuestras relaciones con Vincent Gouysse llevaban años estancadas a razón de su falta de comunicación hasta que, recientemente, decidió retomarla en un momento en que su línea había virado sensiblemente −incurriendo en desviaciones similares a las que hemos documentado en este medio−. Cuando a su vez este se negó a argumentar tal cambio, el «intercambio de impresiones» que estábamos manteniendo no tuvo más sentido y ya las relaciones no quedaron en un impasse de indiferencia sino en una ruptura total. Y esto no puede ser de otra forma: nosotros tratamos cordialmente y amistosamente a colación de cómo se comporten tanto con nosotros y nuestros principios, si esto no se cumple, nuestra forma de operar hacia ellos debe cambiar sustancialmente so pena de contaminarnos nosotros mismos, pues no deseamos hundirnos en el pantano de la formalidad y la charlatanería.

Por último, aclarar que el orden de este documento ha sido reformulado para mayor comprensión del lector, así como estableciendo un orden de prioridad temática. La obra, en su integridad, toma como base los trabajadores de Vincent Gouysse, nuestros debates públicos con él, así como partes de nuestras obras anteriores en lo relativo a China con una serie de datos actualizados. Sin más dilaciones les dejamos con la obra.

La única razón de que algunos capítulos salieron en ese mismo 2020 −antes de que la obra entera estuviera terminada− y otros en 2022 reside en que, como ya hemos dicho, por cuestión lógico hemos priorizado terminar otros documentos más apremiantes. Precisamente, la cantidad de proyectos que deseamos abordar −entre ellos este tipo de obras ilustrativas− combinado a la falta de brazos para asumir todo tipo de tareas que a veces requieren, es una de las razones por la que instamos a nuestros lectores y simpatizantes a que tomen contacto con nosotros, que se pongan a prueba y se pongan manos a la obra para participar en nuestro trabajo colectivo.

Notas 

[1] Lectura y descarga del PDF [AQUÍ] en Scrib o [AQUÍ] en Mega.

[2] Para consultar todos los documentos en PDF editados por el Equipo de Bitácora (M-L) pinche [AQUÍ].

miércoles, 17 de junio de 2020

Ensayo sobre el auge y caída del Partido Comunista de España (marxista-leninista); Equipo de Bitácora (M-L), 2020

[Enlaces de DESCARGA del texto en PDF al final del documento]

«En el PCE (m-l) había mucha ilusión, mucho trabajo hasta la extenuación, mucha pasión, pero faltaba una certera formación ideológica, los medios a disposición no eran como ahora que existe una gran cantidad de acceso a la información, pero eso no era excusable viendo otras experiencias partidistas donde con menos acceso cultural de las masas consiguieron mayores logros. (...)  El seguidismo y el sentimentalismo fue la marca y seña de la militancia durante muchos momentos, yendo a la zaga de los acontecimientos, y eso conduce a que cuando las figuras clave van cayendo, el partido sea manejado por elementos volubles, que claudican y cambian de línea política constantemente, traicionando los principios. (...) Este defecto, tan común hoy, explica entre otras cosas, que los supuestos marxista-leninistas todavía crean que no existen errores en los viejos procesos socialistas ni en las viejas figuras del movimiento, ven su desarrollo como una línea recta de victorias, y de tal forma se convierten en seres tan nostálgicos como inocuos para el enemigo.  En otros casos, ante no poder refutar ciertas evidencias negativas de los procesos históricos, simplemente achacan los errores a causas ridículas para librar a sus partidos y figuras de la responsabilidad.  Otros tantos tratan de minimizar la transcendencia de dichos errores en pro de no emprender un arduo trabajo de investigación para rectificarlos. De otro lado hay quienes cuando empiezan a conocer los defectos de las viejas experiencias desertan y se convierten en renegados, incluso en abiertos anticomunistas porque les parece muy complejo, muy duro emocionalmente hablando, el tratar de estudiar y comprender de dónde nacieron dichos errores y cómo remediarlos sin perder la compostura. Creen místicamente que el «honor del movimiento está manchado» y ya nada puede remediarlo». (Equipo de Bitácora (M-L); Ensayo sobre el auge y caída del Partido Comunista de España (marxista-leninista), 2020)


Preámbulo

Desde el Equipo de Bitácora (M-L) siempre nos ha interesado la historia del Partido Comunista de España (marxista-leninista). Considerábamos un deber el estudiar y analizar su auge y caída, tarea que ningún partido, ni detractores ni presuntos admiradores, han tomado ni seriamente ni extensamente. 

¿Cuál es la motivación para afrontar tal análisis pendiente? Para quien lo desconozca, el PCE (m-l) surgió como escisión del Partido Comunista de España (PCE), fue un partido que combatió revolucionariamente al revisionismo de Ibárruri-Carrillo, sería uno de los partidos antifascistas más importantes del tardofranquismo, y sería el único grupo que en España se desligó del maoísmo para adherirse a la línea marxista-leninista de la Albania de Enver Hoxha. Como se verá en el documento sus méritos son notorios, pero no estuvo libre de defectos, como era normal; algunos de ellos muy graves, y que hoy toca mencionar sin cobardía.

Este documento es la continuación y evolución de la crítica inicial esgrimida en 2016, cuando viejos renegados como Raúl Marco se negaron tajantemente a proporcionar los materiales del antiguo PCE (m-l) vigente durante 1964-1991 para el estudio y análisis que queríamos preparar. En aquel momento el Equipo de Bitácora (M-L) empezó a popularizar poco a poco las obras de la dirigente del PCE (m-l) Elena Ódena (1930-1985) que, aunque se niegue ahora, hasta entonces era una completa desconocida para la mayoría de simpatizantes del marxismo-leninismo de habla hispana. A la luz de las críticas que hicimos en su momento a la dirección del actual y degenerado PCE (m-l), este grupo y otros empezaron a liberar algunos documentos de aquel período. 

Nos es preciso expresar que, pese a todo, la mayoría del material al que hemos podido acceder no ha sido gracias a esta liberación de material con cuentagotas, sino que ha sido a través de exmilitantes de buena fe, que más allá de su ideología actual desean que se conozca y popularice la verdad histórica. En segundo lugar, nos hemos valido de una extensa labor de investigación en bibliotecas y depósitos especializados en organizaciones históricas. 

También es preciso decir que Raúl Marco y compañía siguen sin dignarse a presentar la totalidad de los documentos que tienen en sus manos. Entendemos que para ellos es un dilema enorme debido a que le pone entre la espada y la pared. Por un lado, liberando este material pueden presentarse demagógicamente ante sus seguidores como los «seguidores del legado del antiguo PCE (m-l) de Elena Ódena», pero por otro lado revelan los errores que los propios líderes como él cometieron en aquel entonces, fallos que causaron la atrofia y defunción del partido. Sin olvidar que también estarían dando un gran arsenal a la militancia actual de su partido para ver que, mientras el antiguo PCE (m-l) pese a sus innumerables fallos intentaba mantener una política recta sobre diversos temas, comparándolo con la línea ideológica y las actuaciones del actual PCE (m-l), se constataría fácilmente que no tiene nada que ver, pues ahora reina un eclecticismo y una confusión ideológica sobre todo tipo de cuestiones que hacen imposible delimitar una ideología clara.

Sea como sea, sabíamos que no existía un análisis marxista profundo de los aciertos y errores del PCE (m-l), pero no queremos que el presente documento que sea un mero documento bibliográfico de la organización –solo se citarán datos de ese tipo cuando sea necesario poner en contexto al lector–. Tampoco queremos pararnos tanto a resaltar los méritos del viejo PCE (m-l) –los cuales son evidentes y aun así saldrán a la luz a cada paso–, sino que queremos hablar con franqueza sobre las causas o posibles causas de su degeneración final a mediados de los años 80 del siglo pasado. El fin es poder así extraer las lecciones pertinentes para las próximas generaciones de revolucionarios. 

Sabíamos que este trabajo no iba ser realizado por los viejos exmilitantes de la cúpula del PCE (m-l) que se postran ante unas siglas y una historia oficial sin más análisis, ni tampoco por los nuevos oportunistas que reivindican el legado del PCE (m-l) y de Elena Ódena mientras se alían con los enemigos de ese legado, como es el caso de la secta lumpen de Reconstrucción Comunista, comandada por el excéntrico Roberto Vaquero. No lo van a hacer nunca, porque ni tienen la capacidad ni el interés. A lo sumo lo máximo que conseguirían es una copia barata del presente documento. Pero recuerden, ¡rechacen imitaciones!

Algunos dirán que esto demuestra nuestra prepotencia. Bien, solo diremos que el prepotente es aquel que hace alarde de algo que tiene. Entonces, insistimos: preferimos pecar de ello mientras cumplimos con nuestro deber que celebrar y reivindicar un legado que en verdad se desconoce.

El hablar claramente sobre los aciertos y errores del PCE (m-l) desde una óptica crítica se impone como un deber necesario para los marxistas-leninistas de la actualidad. Tengamos en cuenta valorar las cosas en su justa medida, pues esa ha sido siempre, o debería de ser al menos, la máxima al evaluar su propia historia, ya que es la única forma de progresar:

«El falseamiento de la verdadera historia, en contradicción con la esencia de la historia, los intentos de adornarla en vez de presentarla con arreglo a la verdad, hacían, por ejemplo, que la historia del partido se expusiera en nuestra propaganda como un avance victorioso constante, sin retrocesos temporales ni derrotas, lo que estaba, evidentemente, en pugna con la verdad e impedía la acertada educación de los cuadros». (Partido Comunista de la Unión Soviética; Sobre la organización de la propaganda del partido, en relación con la publicación del «Compendio de la historia del Partido Comunista (bolchevique) de la URSS», 1938)

No nos hemos caracterizado nunca por mordernos la lengua y esta vez no será diferente. Por ejemplo, para nosotros Elena Ódena es una figura que no está libre de los grandes y pequeños errores que sufrió el PCE (m-l), pero a diferencia del resto de dirigentes de renombre, falleció dando su vida por un proyecto revolucionario, fue cabeza visible de una línea mraxista y también de las rectificaciones que el partido experimentó cuando la dialéctica de los hechos hacía necesaria una revisión –aunque no se dio cuenta de todo a tiempo–. En consecuencia, vemos un hilo honesto en su trabajo más allá de muchas de sus limitaciones en algunos puntos. Por tal razón nos parece una infamia comparar la trayectoria teórico-práctica de Elena Ódena con otros líderes como Lorenzo Peña, los hermanos Diz, José Avilés, Rafael Blasco, Pablo Mayoral, Blanco Chivite o Raúl Marco que intentaron –y en algunos casos lograron– llevar al partido al pantano de una teoría y práctica revisionista.

Los verdaderos revolucionarios reivindican el legado de Joan Comorera, José Díaz, Elena Ódena y tantas otras figuras de carácter nacional e internacional; y claro es que esto no supone que se deba estar de acuerdo con absolutamente cada palabra que escribieron, salvando la distancia marcada por la época en que se desarrollaron y los temas particulares que abordaron. Los marxistas no hacemos actos de fe con la doctrina, no la creemos por imposición ni por presentar simples «argumentos de autoridad» de las figuras de renombre. Es menester que los marxistas tengan un espíritu crítico a la hora de enfrentarse a los textos de los clásicos de la revolución, que analicen sus escritos y sus acciones, que analicen si están vigentes en la actualidad, si son aplicables al contexto de otros países, o si simplemente en tal punto se ha dado este o aquel error; y jamás será negativo para el marxista analizar, plantear las dudas y debatir con otros camaradas con el fin de enriquecerse mutuamente con las conclusiones. Solo así puede existir una asimilación real de lo estudiado para que luego pueda ser tenido en cuenta en la aplicación práctica. No se trata de revisar a gusto del lector lo que le gusta reivindicar y lo que no, ni uno se puede basar en argumentos subjetivos para rechazar los axiomas fundamentales de la doctrina. Por tanto, toda «revisión» que no sea argumentada científicamente, en el afán de actualizar la teoría y la práctica marxista a nuestra época y a nuestra situación concreta, estará invalidada automáticamente.

¿Quién es el destinatario de este documento? Como ya dijimos:

«Estos documentos no están destinados para los jefes recalcitrantes de esas organizaciones ni para los hooligans amantes de las siglas y de la historia ficticia de secta a la cual rinden culto, sino para que la gente con un espíritu crítico se pueda replantear según qué cosas aceptadas por falta de información o sentimentalismo; por tanto, si sirve para hacer reflexionar, aunque sea a una sola persona, el trabajo ya ha valido la pena. No nos importa el número de difusión, sino que el material llegue a las personas que buscan esto mismo. Ya dijimos una vez que el «Equipo de Bitácora (M-L)» en su conjunto siente un gran aprecio por la documentación que hemos ido produciendo en medio de dificultades, discusiones, críticas, autocríticas, revisiones de documentos, traducciones, creación de documentos propios. Todo un conjunto de esfuerzos que pretendemos sirva como punto de partida para un análisis histórico y presente de los fenómenos desde el materialismo dialéctico e histórico, y que a su vez sirva para promover la reorganización de las fuerzas proletarias allá donde se encuentren, de hecho esperamos que el eco de nuestras obras nos pongan en contacto –como ya ha venido ocurriendo–, con los individuos y organizaciones marxistas-leninistas que pretenden organizar al proletariado de cada país, para salir de esta situación de confusión y desorganización general, porque ya es hora». (Equipo de Bitácora (M-L); Estudio histórico sobre los bandazos políticos oportunistas del PCE (r) y las prácticas terroristas de los GRAPO, 2017)

Simplemente, como dijo el gran materialista alemán Feuerbach:

«[Mis escritos] Bastan a aquellos para quienes escribo, porque yo no escribo para los sobradamente conocidos «animales sin razón», sino para seres con razón, esto es, seres que a través de la propia razón completan unos pensamientos con los otros». (Ludwig Feuerbach; La esencia de la religión, 1845)

Notas:

[1] Lectura y descarga del PDF [AQUÍ] en Scrib o [AQUÍ] en Mega.

[2] Para consultar todos los documentos en PDF editados por el Equipo de Bitácora (M-L) pinche [AQUÍ].

jueves, 11 de junio de 2020

¿Cómo trataba Marx sus «miserias privadas»?


«En aquel agitado año de sus primeras intervenciones públicas, Marx tuvo que luchar también con algunas dificultades de carácter doméstico. No le gustaba hablar de estas cosas, y solo lo hacía cuando la amarga necesidad lo obligaba; muy al contrario de esos míseros filisteos a quienes la preocupación de sus pequeñas miserias hace olvidarse de Dios y del mundo, él ponía siempre por encima de sus necesidades, por apremiantes que fuera estas, «los grandes problemas de la humanidad». La vida habría de depararle abundantes posibilidades para ejercitarse en esta virtud. Ya en la primera manifestación suya que ha llegado a nosotros acerca de sus «miserias privadas» se revela de un modo significativo la idea que él tenía de estas cosas. Disculpándose con Ruge por no haberle podido enviar los escritos que le prometiera para la Anécdota, le escribía el 9 de julio de 1842, después de enumerar otros obstáculos:

«El resto del tiempo se me pasó desperdigado y malhumorado por las más repelentes controversias de familia. Mi familia me puso una serie de dificultades en el camino que, a pesar de su holgura, me exponían momentáneamente a las angustias más agobiantes. Pero no voy a importunarlo a usted con el relato de estas miserias privadas; es una verdadera fortuna que los asuntos públicos incapaciten a toda persona de carácter para irritarse por los asuntos privados». 

Esta prueba de extraordinaria fortaleza de carácter es la que tanto indigna a los filisteos de hoy y de siempre, con su irritabilidad para todo lo privado, contra el «descorazonado» y frío Marx». (Franz Mehring; Karl Marx, historia de su vida, 1918)

Anotaciones de Bitácora (M-L):

En efecto, para algunos esto es, como decía Mehring, una actitud «fría» y «sin compasión». Lo que el autor alemán no podía imaginar es que ese filisteísmo alcanzaría cuotas altísimas en el siglo XXI, y aunque se vaya a contracorriente, siempre hay que decir las cosas tal y como son.

miércoles, 10 de junio de 2020

Stalin hablando de las contradicciones que surgen en el desarrollo interno del partido...


«Puede decirse sin exageración que la historia de nuestro partido es la historia de la lucha de las contradicciones en su seno, la historia de la superación de esas contradicciones y del fortalecimiento gradual de nuestro partido sobre la base de la superación de esas contradicciones. (...) Las contradicciones, sólo pueden ser superadas mediante la lucha, por unos u otros métodos de la lucha que conduce a un determinado objetivo. Se puede y se debe llegar a toda clase de acuerdos con los que piensan de otro modo dentro del partido, cuando se tratan de cuestiones de la política diaria, de cuestiones de carácter puramente práctico. Pero si esas cuestiones van ligadas a discrepancias de principio, ningún acuerdo, ninguna línea intermedia» puede salvar la situación. No hay ni puede haber línea «intermedia» en las cuestiones de principio. El trabajo del partido debe basarse en unos principios o en otros. La línea «intermedia» en cuestiones de principio es la alinea de la confusión, la «línea» de velar las discreparías, la «línea» de la degeneración ideológica del partido, la «línea» de la muerte ideológica del partido. (...) ¿Cómo viven y se desarrollan hoy día los partidos socialdemócratas de Occidente? ¿Hay dentro de ellos contradicciones, discrepancias de principio? Claro que sí. ¿Sacan a la superficie esas contradicciones y tratan de superarlas honrada y abiertamente? ¡Claro que no! La labor práctica de la socialdemocracia consiste en hacer de sus conferencias y congresos una vacía mascarada de bonanza de relumbrón, encubriendo y velando celosamente las discrepancias internas. Pero eso no puede llevar más que a la confusión y al empobrecimiento ideológico del partido». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Una vez más sobre las desviaciones socialdemócratas en nuestro partido; Discurso en el Pleno ampliado del CC de la Internacional Comunista, 1926)

domingo, 7 de junio de 2020

El vergonzoso papel del reformismo en la cuestión nacional; Equipo de Bitácora (M-L), 2020


«Tampoco haría falta detallar mucho cual ha sido el papel jugado por las otras organizaciones reformistas en los últimos años, pero citaremos algunos casos paradigmáticos:

«El PCE vuelve a plantear que un problema político qué lleva años enquistado no puede tener otra salida que el acuerdo negociado, consensuado y refrendado por el pueblo catalán. Por ello, la actual situación de confrontación sin perspectiva de solución tiene que terminar de manera que se respete el derecho de manifestación pacífica y de expresión de una parte considerable del pueblo de Cataluña y desaparezcan las actuaciones desestabilizadoras, a la vez que debe imponerse una respuesta política democrática que abra la puerta al diálogo y a la negociación. Nada de ello será posible si no vuelve la normalidad a las calles y plazas de las ciudades catalanas, evitando que la actual anormalidad pueda beneficiar claramente a las opciones políticas de la derecha en toda España en las próximas elecciones generales». (Partido Comunista de España; Comunicado, 20 de octubre de 2019)

Ángeles Maestre, pese a ser militante de una pequeña organización ecléctica, resume perfectamente el papel jugado por IU/PCE en su artículo publicado en «El Público»:

«Están contando con el impagable, o no, apoyo de Alberto Garzón, coordinador de IU y Paco Frutos, ex secretario general del PCE, reeditando el papel de apagafuegos desempeñado por ambas organizaciones desde la Transición ante situaciones que dificultaran el control por parte de las clases dominantes. Esa función fue perfectamente identificada, ni más ni menos que por un editorial de ABC que reflexionaba sobre los peligros de desaparición de IU tras su fracaso electoral en 2004. Reconocía perfectamente este diario sus intereses de clase y decía así: «El paisaje democrático español ofrece históricamente un espacio claro a la izquierda del PSOE, donde debe asentarse una formación que refuerce la centralidad política de la socialdemocracia y al tiempo sirva como dique de contención para las tentaciones antisistema. IU ha ejercido, desde su refundación a partir del viejo PCE, como factor de estabilidad que ha cargado a sus espaldas con los distintos impulsos de izquierda alternativa que se han ido configurando tras la crisis del marxismo tradicional, evitando que se produzcan tentaciones escapistas y rupturistas al margen de los cauces de la democracia. (ABC; IU bajo mínimos, 17 de marzo de 2004). La obsesión de las clases dominantes, desde Franco hasta ahora, es tratar de evitar que la clase obrera vuelva a descubrir la íntima vinculación en el Estado de español entre la lucha contra la explotación y la de los pueblos por sus derechos nacionales. (...) Las declaraciones de Cayo Lara, ex coordinador general de IU negando el derecho del pueblo catalán a decidir su futuro «unilateralmente porque forma parte del Estado y el resto de españoles también tienen que opinar» son de una indigencia política que provoca vergüenza ajena. (...) El alineamiento de Alberto Garzón con el nunca nombrado nacionalismo español ha llegado a cotas muy altas, como cuando calificaba de «provocación» –¿a quién?– la declaración de independencia o como cuando, desde posiciones comunistas (?), descalificaba el referéndum por «ilegal» o la DUI por «carecer de valor jurídico». Es tan evidente que esas declaraciones podrían haber salido del PP o del PSOE y al tiempo el llamamiento al respeto al orden establecido es tan incompatible con posiciones mínimamente revolucionarias que ni siquiera me detengo a comentarlas. (...) Ante una reivindicación estrictamente democrática como ésta, que la hegemonice o no la burguesía no es argumento para que las organizaciones de la clase obrera no la respalden». (Ángeles Maestro; Los comunistas ante el agujero negro del nacionalismo español, 15 de noviembre de 2017)

Este tipo de cosas no nos sorprenden ni son nuevas, ya que Paco Frutos, el ex líder del PCE durante 1998-2009, mantuvo esta línea. Ahora este señor se dedica a escribir los prólogos de las obras de los principales adalides del chovinismo español como Santiago Armesilla, otro viejo militante del PCE. Ahora ambos imparten conferencias sobre cuestión nacional donde rezuman chovinismo a raudales. Son aquellos elementos que aplaudieron la intervención de los cuerpos de seguridad durante el 1 de octubre de 2017. Véase el capítulo: «El viejo socialchovinismo: la Escuela de Gustavo Bueno».

Son de ese tipo de elementos que prefieren «Una España unida y reaccionaria», que una «España roja y rota», dejando claro que prima en ellos su nacionalismo por encima de todo. ¡Pero luego piden respeto y no quieren ser confundidos con la derecha y niegan ser la versión española de los «nacional-bolcheviques»!

sábado, 6 de junio de 2020

Sin libertad de separación, la unión de los pueblos no puede ser llamada libre


«Queremos unión libre y debemos por tanto reconocer la libertad de separación –sin libertad de separarse, la unión no puede ser llamada libre–. Y estamos tanto más obligados a reconocer el derecho a la separación, por cuanto el zarismo y la burguesía rusa, con su opresión, han suscitado en las naciones vecinas multitud de rencores y una gran desconfianza hacia los rusos en general; esta desconfianza hay que disiparla con hechos y no con palabras.

Pero nosotros queremos la unión, y eso hay que decirlo. Decir esto en el programa del partido de un Estado nacional heterogéneo es importante en un grado tal que obliga a apartarse de la línea habitual para dar lugar a una declaración. Nosotros queremos que la república del pueblo ruso –me inclino incluso a decir pueblo gran ruso, pues es más exacto– atraiga a otras naciones, pero ¿cómo? No mediante la violencia, sino sólo mediante un acuerdo voluntario. De otro modo se romperían la unidad y la fraternal alianza de los obreros de todos los países. A diferencia de los demócratas burgueses, nosotros no planteamos como consigna la fraternidad de los pueblos, sino la fraternidad de los obreros de todas las nacionalidades, pues no confiamos en la burguesía de ningún país, la consideramos enemiga». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Revisión del programa del partido, 1917)

Anotaciones de Bitácora (M-L):

«Todas las manifestaciones, declaraciones y proclamas renunciando a las anexiones, pero que no lleven aparejada a realización efectiva de la libertad de separación, no son más que un engaño burgués del pueblo o ingenuos deseos  pequeñoburgueses. El partido del proletariado aspira a crear un Estado lo más grande posible, ya que eso beneficia a los trabajadores; aspira al acercamiento y la sucesiva fusión de las naciones; mas no quiere alcanzar ese objetivo por la violencia, sino exclusivamente por medio de una unión libre y fraternal de los obreros y las masas trabajadoras de todas las naciones. Cuanto más democrática sea la República de Rusia, cuanto mejor consiga organizarse como República de los Soviets de diputados obreros y campesinos, tanto más poderosa será la fuerza de atracción voluntaria hacia esta República para las masas trabajadoras de todas las naciones. Plena libertad de separación, la más amplia autonomía local –y nacional–, garantías detalladas de los derechos de las minorías nacionales: tal es el programa del proletariado revolucionario». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Las tareas del proletariado en nuestra revolución, 1917)

jueves, 4 de junio de 2020

Respondiendo a algunos comentarios del renegado Lorenzo Peña sobre Elena Ódena y el PCE (m-l); Equipo de Bitácora (M-L), 2020


«Lorenzo Peña fue un dirigente clave del PCE (m-l) hasta 1972, momento en que abandonó la militancia por voluntad propia. 

En la actualidad, dentro del movimiento marxista-leninista solo algunos le conocen por sus memorias sobre sus años de militancia del PCE (m-l): «Amarga juventud: Un ensayo de egohistoria» de 2010. A pesar de ser una obra con un gran número de datos y muy bien documentada en muchos pasajes, en otros puntos la labor de investigación brilla por su ausencia, mientras que la argumentación subjetiva y rencor personal alcanzan cuotas bochornosas para la desgracia del lector. En cuanto a los ataques válidos que realiza al PCE (m-l), suele olvidarse del papel fundamental que jugó a la hora de imponer y sostener la línea que ahora critica. Por el contrario, muchos otros ataques a la línea revolucionaria de entonces son fácilmente desmontables como veremos después, y su rechazo actual solo es una nueva certificación de que hace tiempo que cayó en posiciones socialdemócratas. 

La razón de este presente capítulo no es tanto la importancia y la transcendencia del pensamiento del señor Peña, sino que queremos usar su obra como un apéndice para que el lector vea y compare. Pronto observará que las críticas oportunistas a los principios revolucionarios suelen ser iguales provengan de donde provengan.

Dicha obra no deja de ser un libro personal de autojustificación, un intento de alejar fantasmas pasados. La historia que nos cuenta recuerda demasiado a otros oportunistas que han escrito sus memorias –como sería el caso de su amado Georg Lukács sin ir más lejos–, esto vendría a ser: que si él nunca estuvo de acuerdo con esta decisión o esta otra, que si fue el único en quejarse de esto o aquello, que la dirección no quiso entrar en razón ante sus cabales meditaciones, o alude a que por razones de amor y confianza en el partido obedeció la directriz de la mayoría, pero que en el fondo no confiaba en que triunfase. Como decimos, el manido relato a posteriori del clásico oportunista.

Hay una cosa que el lector debe entender cuando lea los análisis que Lorenzo Peña vierte ahora sobre el PCE (m-l) y la historia del movimiento obrero internacional: se trata de un hombre que se reconoce como un renegado del marxismo.

«Yo sigo siendo comunista, aunque no marxista». (Lorenzo Peña; Aclaraciones sobre mis posiciones políticas, 1999)

martes, 2 de junio de 2020

La consigna leninista acerca de la revolución cultural...


«La mejor arma para combatir el burocratismo es la elevación del nivel cultural de los obreros y de los campesinos. Se puede censurar y criticar el burocratismo del aparato del Estado, se puede vituperar y poner en la picota el burocratismo en nuestro trabajo diario, pero si no existe cierto nivel cultural entre las amplias masas obreras, un nivel cultural que cree la posibilidad, el deseo y los conocimientos necesarios para controlar el aparato del Estado desde abajo, por las propias masas obreras, el burocratismo subsistirá, pase lo que pase. Por eso, el desarrollo cultural de la clase obrera y de las masas trabajadoras del campesinado –no solo en el sentido de fomentar la instrucción, aunque la instrucción constituye la base de toda cultura, sino ante todo, en el sentido de adquirir hábitos y capacidad para incorporarse a la gobernación del país– es la palanca principal para mejorar el aparato del Estado y cualquier otro aparato. En eso reside el sentido y la importancia de la consigna leninista acerca de la revolución cultural». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Informe en el XVº Congreso del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética, 1927)