lunes, 8 de septiembre de 2025

Los méritos del PTA en la lucha contra el revisionismo no deben de hacernos olvidar sus vacilaciones y debilidades; Equipo de Bitácora (M-L), 2025

«Hoy todavía no son pocos los que se empeñan en buscar en el PTA un «historial antirevisionista» impecable en todo momento y lugar. Pero tratar de hallar tal pretensión de pureza es simplemente una quimera. Esto supondría que la gente nunca se equivoca y actúa al máximo de sus capacidades, mientras sus homólogos también serían algo así como «superhombres» que pueden con todo, lo cual es ridículo. Esto nunca ocurrió con Enver Hoxha, como tampoco con ninguno de sus predecesores ni discípulos, por más sabios y prudentes que sean. En la resolución de cualquier tarea siempre habrá lagunas, campos del conocimiento sin explorar, malas valoraciones, tanto en el presente como en el pasado. Esto no significa que sea imposible para el individuo la búsqueda de una actividad consecuente. Sin embargo, animamos al lector a que se cuide y sospeche de todo aquel revolucionario que no sabe hallar falencias en sus referentes ni en su mismo, puesto que supone que su nivel de ignorancia, sentimentalismo o narcisismo es demasiado alto como para ser tomado en serio. Véase el capítulo: «Entonces, ¿nunca ha coqueteado el marxismo-leninismo con nociones mecanicistas, místicas o evolucionistas?» (2022).

Seguramente, todo el mundo conocerá el famoso informe principal al VIII Congreso del PTA (1981) de Enver Hoxha donde este realizaba una radiografía muy precisa sobre el carácter del revisionismo soviético, chino, yugoslavo y eurocomunista. El PTA dedicó conferencias y campañas en sus periódicos, revistas, libros y radio para ampliar o matizar la información sobre cada uno, ¿pero esta «línea antirevisionista» siempre se mantuvo sin fisuras, como algunos siempre han creído? En absoluto. En esta sección repasaremos las posturas iniciales de los albaneses en relación a eventos de importancia. Los subcapítulos a desglosar serán los siguientes:

I. Unas notas preliminares sobre la lucha de los albaneses contra el revisionismo;

II. El PTA y su reacción a la rehabilitación del titoísmo (1954);

III. El PTA y su reacción ante la tesis del XXº Congreso (1956) y el «informe secreto»

IV. El PTA y la cuestión del «Grupo Antipartido» en el PCUS (1957);

V. El PTA y su papel en las conferencias internacionales de los 81 partidos (1957 y 1960);

VI. El PTA y el «Pensamiento Juche» (1955);

VII. La denuncia del «Pensamiento Mao Zedong» (1978);

VIII. El PTA y otras graves incoherencias de su política exterior (1976-84);

IX. Vincent Gouysse y Roberto Vaquero: del fanatismo a la deserción.

Anexo: Reflexiones sobre los vínculos del «stalinismo» (1925-1953) con el «jruschovismo» (1954-1964).

Unas notas preliminares sobre la lucha de los albaneses contra el revisionismo

«En general, en el caso de todas esas investigaciones científicas que abarcan un campo tan amplio y una cantidad tan grande de material, nada se puede lograr realmente sin muchos años de estudio. Los aspectos individuales que son nuevos y precisos y estos, por supuesto, se encuentran en sus artículos se presentan con mayor facilidad; pero examinar el conjunto y reorganizarlo es algo que solo se puede hacer después de haberlo explorado a fondo». (Friedrich Engels; Carta a Karl Kautsky, 18 de septiembre de 1883)

Esta sección, que cubre especialmente los años 1953-78, debe ser vista por el lector como una parte del todo, ¿a qué nos referimos? A que para entender todo el cuadro general de las deficiencias del PTA en la lucha contra el revisionismo o la caída de su régimen es necesario que el lector continúe después con los capítulos siguientes sobre política exterior, política cultural o política económica, ya que estos muestran los zigzagueos e inconsistencias que en lo sucesivo el PTA seguiría cometiendo entre 1979-91. 

Es clarividente que esta inconstancia del PTA en la lucha contra el revisionismo se reflejó en varios aspectos clave: a) como no ser capaz de percatarse a tiempo de traiciones consumadas −cuando ya se habían experimentado otras similares−;  b) no ser contundente ante tales evidencias ni manifestarlo en público −por miedo a posibles campañas de intoxicación, bloqueos económicos o represarías militares−; c) contentarse con aceptar de las excusas y fórmulas estereotipadas de terceros −por parte de Tito, Jruschov o Mao−, evitando profundizar en los hechos concretos, como si las cosas se fueran a resolver mágicamente, yendo muchas veces a la zaga de los acontecimientos; d) tropezar una y otra vez con tendencias ya superadas −como las ilusiones sobre el carácter de los países del  «segundo y tercer mundo»− regalando todo tipo de gestos y discursos conciliatorios. Este tipo de comportamientos no deben volver a repetirse, por lo que iremos desglosando su trasfondo con paciencia, tema a tema. 

Huelga comentar que estos defectos tuvieron una incidencia directa y muy severa en la formación de los partidos proalbaneses de América, Europa o África. El erigirse bajo estas costumbres y tradición tuvo notables méritos pero fue insuficiente para conseguir la hegemonía entre los trabajadores: estos vicios y carencias no solo supuso disminuir o barrer el apoyo efectivo de elementos avanzados que pudieran ser susceptibles de sumar a su causa, sino que indirectamente debilitó la lucha efectiva contra la gran cantidad de grupos revisionistas que en ese momento enfrentaban estos partidos proalbaneses −y que en la mayoría de casos contaban con mayor experiencia, financiación y astucia−. Dicho de otro modo, las torpezas y errores no forzados causaron a la larga una desmoralización y falta de orientación entre su propia militancia que puso en bandeja de plata para que sus rivales se mantuviesen en pie o creciesen en detrimento de aquellos que en teoría debían desenmascararlos y ser superarles en todo lo importante.

Este capítulo y los siguientes corroborarán una vez más que el hecho de no acaudalar unos principios bien definidos sobre el revisionismo −o de conocerlos perfectamente, pero no aplicarlos llegados la hora− dinamita toda posible unidad del movimiento revolucionario, como ocurrió precisamente con los partidos proalbaneses de los años 70 y 80, cuyos resultados no hace falta que sean comentados aquí, ya que hoy día el público general apenas sabe o recuerda nada de estos grupos, puesto que sus resultados no pocas palidecen en comparación de sus predecesores. 

Por este motivo, no nada hay peor que tratar de ignorar las derrotas de los movimientos pasados como si nada importasen; o peor, tratar de silenciar la crítica constructiva con pretextos ridículos de que supone «vulnerar el honor» de los que ya no están:

«[Marx] se entregó al desarrollo intelectual de la clase obrera que, con casi total seguridad, sería resultado de la acción combinada y la discusión mutua. Los propios eventos y vicisitudes de la lucha contra el capital, las derrotas incluso más que las victorias, no pudieron evitar recordar a los hombres la insuficiencia de sus panaceas preferidas, y pavimentar el camino para una comprensión más completa de las verdaderas condiciones de la emancipación de la clase trabajadora». (Friedrich Engels; Prólogo a la edición rusa del Manifiesto Comunista, 1882)

martes, 2 de septiembre de 2025

¿Cómo era la estratificación y comportamiento de la intelectualidad albanesa en 1939? ¿Qué dificultades tuvo que sortear el PTA?

«En cuanto a la intelectualidad, naturalmente, debía realizarse un trabajo amplio, cualificado, diferenciado y a diversos niveles. En general el terreno para trabajar entre ellos era apropiado. Excepción hecha de los empleados de alta posición, quienes no sólo aceptaron el fascismo, sino que al mismo tiempo obtenían de él pingües beneficios materiales. Este tipo de empleados «con cultura», en general fueron corrompidos por todos los regímenes y fueron entre los primeros que, conscientemente, se apuntaron en el partido fascista «albanés» creado por el ocupante. 

Sin embargo, la mayoría de la intelectualidad de nuestro país era patriota, antifascista, estaba contra la ocupación del país, por ello el Partido dedicaría gran atención a esta capa del pueblo, porque también a través de ella continuaría forjando y estimulando cada vez más el patriotismo entre los jóvenes de uno y otro sexo. Estos amplios y detallados análisis de las situaciones, de la correlación de fuerzas, etc., fueron fruto de los debates que realizábamos tanto en las reuniones de la dirección, en los encuentros con los camaradas del Partido de la capital, como con los de las regiones. Estos constituían una gran ayuda en nuestro trabajo cotidiano y de cara al futuro, porque lo primordial e imprescindible para realizar nuestra tarea como comunistas, es decir como dirigentes de las masas, consistía en orientarse correctamente en aquella difícil situación de subyugación, de terror, de intrigas, de sufrimientos y miserias espirituales y físicas, que abrumaban a nuestro pueblo. (...)

Nuestro Partido, desde el principio, determinó con justa razón que en la lucha por la liberación del país debían participar todo el pueblo, todas las clases y las capas sociales sin distinción de puntos de vista políticos, ideológicos, religiosos, etc. Lo principal que podía y debía unir a estas fuerzas era la actitud hacia los ocupantes extranjeros, la lucha sin compromiso contra ellos. Sobre esta base se organizaría también el Frente Antifascista de Liberación Nacional, en el que participarían, además de las masas trabajadoras de la ciudad y el campo, todas las demás fuerzas y elementos, que estuvieran interesados en la libertad y la existencia de Albania y de la nación albanesa. Y, precisamente por ello, tuvimos que desarrollar un grande y vasto trabajo, a menudo extremadamente complejo, difícil y fatigoso, con los elementos patriotas o con los que presumían de tales, es decir, con todos aquellos que entonces se denominaban nacionalistas. 

No hay que confundir el término «nacionalista», como lo utilizábamos en aquel período, con el significado que ha adquirido hoy en la literatura política como definición de los elementos con posiciones nacionalistas burguesas en oposición al principio marxista-leninista del internacionalismo proletario. El término «nacionalista» era un apelativo para denominar a aquellos combatientes que en el pasado lucharon contra los ocupantes extranjeros, que pretendían liquidamos incluso como nación. Precisamente de la palabra «nación», tomada de las lenguas latinas y que corresponde a nuestra palabra «komb», se derivó el término «nacionalista», que hemos utilizado a lo largo de la lucha y se encuentra en mis escritos de aquella época. 

En realidad, esta denominación incluía una amplia gama de personas, desde las gentes con pasado y actividad patrióticos, hasta los intelectuales conocidos o que se exhibían como personas de sentimientos patrióticos y democráticos. Así que, con el término «nacionalista», en cierto modo establecíamos la diferenciación entre los comunistas, por un lado, y otras personas con las que teníamos contacto y trabajábamos, por otro. Desde la época de los grupos, pero sobre todo tras la fundación del Partido, el trabajo con los «nacionalistas» era una tarea que correspondía a todos los comunistas. Naturalmente, este trabajo se hacía según las posibilidades de cada cual, según el entorno social, los conocidos y familiares. En las células de las que formábamos parte rendíamos cuentas de toda nuestra actividad y también del trabajo con los intelectuales y los patriotas, intercambiábamos opiniones y nos aconsejábamos mutuamente sobre nuestra actuación. Cuando alguien encontraba dificultades con la persona con quien se le había encomendado trabajar, se la pasaba a otro camarada y encontraba el modo de presentársela

Esta fue una de las labores más difíciles que han tenido que realizar el Partido y todos sus miembros, desde la dirección hasta el simple militante. No me refiero aquí únicamente al peligro que nos acechaba en este trabajo, a la posibilidad de la traición y la delación, de que se infiltrara algún agente provocador en nuestras filas. Estas posibilidades, naturalmente, existían, pero ¿qué labor realizaban los comunistas y los patriotas honrados sin correr peligro? Ya habían calculado estos peligros, puesto que se habían empeñado en la lucha contra un enemigo feroz, cruel y astuto.