domingo, 6 de agosto de 2017

El revisionismo jruschovista: Jruschov y Brezhnev; Vincent Gouysse, 2004

El siguiente capítulo que analiza la actitud del Partido del Trabajo de Albania y el Partido Comunista de China frente al surgimiento del revisionismo jruschovista, no deja lugar a dudas sobre la actitud de un partido y otro, más allá de las posiciones vacilantes de la mayoría de partidos durante 1953-1956, tener ilusiones sobre el carácter del jruschovismo denotaba poca lucidez y un peligro gravísimo, pero mantener esas ilusiones a partir de 1960 denotaba un completo desinterés el mantener la preservación del marxismo-leninismo. Es de comentar que las tácticas de oposición al jruschovismo también expresaban el tipo de contradicciones que se guardaban frente a él. De ahí que muchos partidos en el poder posaran de vez en cuando como antirevisionistas por tener ciertas divergencias en materia económica o en materia de reivindicaciones territoriales, no siendo la cuestión ideológica más que un medio para conseguir privilegios en las dos primeras materias como hizo China, Rumanía o Corea del Norte. Finalmente estos países casualmente fueron los que más rápido se acercaron al imperialismo estadounidense para contraponer la influencia del revisionismo soviético en su país.

El documento:

Jruschov y Mao en 1959

«1. Introducción

Después la muerte de Iósif Stalin se produce en el seno del Partido Comunista de la Unión Soviética lo que es llamado «el golpe de Estado de Jruschov». Apoyándose en Anastás Mikoyán y en la cabeza del ejército con Gueorgui Zhúkov,  Nikita Jruschov el antes ensalzador de Stalin también apodado por esta razón «el bufón» por algunos bolcheviques, va a conseguir en algunos años desembarazarse de todos los compañeros próximos de Stalin. Desde 1953, Lavrenti Beria, jefe del NKVD, la policía secreta de la Unión Soviética, y también miembro del Buró Político, fue detenido por haber llevado «actividades antigubernamentales».  Fue ejecutado en diciembre de ese mismo año así como varios de sus colaboradores próximos. Jruschov maniobró con el fin de oponer entre ellos a los miembros del Buró Político. Sacó provecho de las divisiones en el seno del Comité Central para lanzar un pérfido ataque contra Stalin en el XXº congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS) en febrero de 1956. La era del «desestalinización» comenzó entonces. En junio de 1957, el grupo «antipartido» Mólotov-Malenkov-Kaganóvich, fue acusado de haber urdido un complot que pretendía derribar a Jruschov y apartarlo de la dirección.

Nikita Jruschov comprometió rápidamente a la Unión Soviética en las «reformas» económicas y políticas:

–A nivel económico, desde el XXº Congreso del PCUS de 1956, se niega la acción de la ley del valor bajo el socialismo tal como fue expuesta por Stalin en su obra: «Los problemas económicos del socialismo» de 1952. Obra donde éste último advertía particularmente los marcos sobre la importancia para que se velara para impedir las contradicciones que surgen en el curso de la construcción del socialismo y su desarrollo hacia el antagonismo.

De este hecho, Jruschov introducirá desde 1957 en la sociedad soviética la venta de los medios de producciones a las estaciones de máquinas y de tractores de los koljoses, haciendo de los medios de producción, mercancías y acabando pues, en el ensanche de la esfera de acción de la ley del valor; también restablecerá la noción del provecho como indicio de rentabilidad de la economía soviética, y pondrá el énfasis en la producción de bienes mercantes, abandonando así la orientación económica stalinista que daba la primacía a la producción de los bienes de producción y que inauguraba así la era tristemente célebre del «socialismo de mercado»:

«En mayo de 1953 la circulación monetaria fue extendida y, antes de esto, en abril del mismo año, el papel de planificación centralizada –Gosplan– resueltamente fue reducida dando más poder a los ministerios económicos. En la sesión plenaria del Comité Central de septiembre de 1953, las mercancías abastecidas por los koljoz al Estado vieron sus precios aumentar, la cantidad de las mercancías que debían ser abastecidas fueron reducidas y se dieron en general un papel reducido a los koljoz en el plan central: «Las presiones de la ideología burguesa sobre la teoría económica, ya presentes durante la vida de Stalin, se aumentaron después de su muerte. En mayo de 1953 estuvo decidido a extender «el comercio soviético», los poderes de los directores de empresa fueron aumentados y su papel y poder sobre la economía y la mano de obra se volvían preponderantes. Después de la eliminación de los últimos reductos de resistencia –Mólotov, Kaganóvich y Saburov– en julio de 1957, la maquinaria agrícola fue vendida a los koljoses y en septiembre de 1957 fue introducido el principio según el cual las empresas públicas debían crear rentabilidad. La ofensiva burguesa alimentaba la teoría del valor –es allá dónde las leyes burguesas encuentran su base. La teoría del valor es el principio cardinal de la producción de las mercancías– colocándola en el centro de la económica política del Estado soviético, tomando medidas que iban en contra del progreso hacia el comunismo». (Ubaldo Buttafava; El Termidor de Jruschov: Una contribución al análisis crítico que concierne a la vuelta del URSS al capitalismo, 1997)

Criticando las reformas económicas de Jruschov, el «Che» Guevara, dijo no sin razón:

«Como método indirecto está la ley del valor y para mí la ley del valor equivale a capitalismo. (...) Por mi si es evidente que donde se utiliza, al hablar de métodos indirectos, la ley del valor, exactamente allí estamos metiendo el capitalismo de contrabando». (Ernesto «Che» Guevara; Apuntes críticos a la economía política, 2006)

Nikita Jruschov, el «especialista de la agricultura», obtendrá con esta política en este campo una derrota aguda que obligará a la Unión Soviética a importar trigo canadiense y estadounidense.

–A nivel político interno: Jruschov  inaugura en el plano interior la proclamación del «Estado de todo el pueblo»; asegura que en lo sucesivo «nadie se atreverá más a aterrorizar al partido». En esta lógica, es retirado de la constitución el control popular sobre los marcos del aparato de Estado abriendo así la vía a la burocratización empujada por el aparato de Estado donde se formará la famosa nomenklatura, en este punto se da por liquidada la dictadura del proletariado.

–A nivel político externo: sobre el plano exterior, inaugura la política de distensión Este-Oeste, es decir de sumisión al imperialismo, y aproximación con el renegado de Tito. Es en esta óptica que se disuelve la Kominform. Repitiendo las tesis kautskistas, también invitará a los partidos comunistas extranjeros a que exploren la vía de «la accesión al socialismo por la vía parlamentaria», lo que los empujará a cooperar con los partidos burgueses y precipitará su degeneración en vulgares partidos socialdemócratas dando nacimiento al corriente conocida como el «eurocomunismo», corriente que tuvo en su cabeza al italiano Palmiro Togliatti y después su desarrollo en su compatriota Enrico Berlinguer y en el español Santiago Carrillo. El eurocomunismo es idéntico al revisionismo soviético en sus tesis principales, pero pretende librarse de su tutela y predica un policentrismo que condena al movimiento comunista y al internacionalismo. En el caso de los revisionistas franceses, de ellos, con Waldeck Rochet a su cabeza y luego Georges Marchais, se puede decir que ocuparon una posición central de mediación en relación con la Unión Soviética. Los eurocomunistas se apropiaron las tesis jruschovistas sobre la revolución pacífica por la vía parlamentaria, sobre el Estado de todo el pueblo –ergo también el abandono de la dictadura del proletariado, el abandono del centralismo democrático, etc.–. Habiendo zozobrado en el cretinismo parlamentario, empujaron más lejos aún las tesis jruschovistas participando en gobiernos burgueses, como si la introducción del socialismo pudiera hacerse en el capitalismo. El eurocomunismo subsiste en su «marxismo» como la caricatura burguesa de un comunismo a nivel legalista que, como el titoismo, pretende constituir una alternativa «específica» adaptada a la condición de los países capitalistas de Europa occidental, pero que en realidad y sobre todo, está perfectamente adaptado a salvaguardar la sociedad burguesa. El eurocomunismo encontraba un terreno muy favorable en Europa occidental a causa de sus «fuertes tradiciones parlamentarias» (3).

Continuando, vemos lo que Jruschov declaró en el XXº Congreso del PCUS de 1956:

«El partido ha roto con las nociones caducas. Queremos ser amigos de los Estados Unidos. (...) Yugoslavia ha registrado importantes resultados en la edificación socialista. (...) La clase obrera puede conquistar una sólida mayoría en el parlamento y transformarlo en instrumento de una verdadera voluntad popular». (Nikita Jruschov; Informe en el XXº Congreso del PCUS, 14 de febrero de 1956: Citado por Ludo Martens; Otra mirada a Stalin, 1994)

Es interesante observar una vez más, que la burguesía fue capaz de apreciar el verdadero valor de los servicios prestados por Jruschov en su lucha contra el marxismo-leninismo:

«Durante los tres años que siguen –de 1953 a 1956–, Jruschov progresivamente elimina a otros pretendientes a la sucesión de Stalin, particularmente a Malenkov y Beria, antiguos allegados del «pequeño padre de los pueblos». Habiendo comprendido bien que la población rusa aspira a cambios, promueve una política de reformas políticas –liberalización del régimen y amnistía a antiguos opositores– y económicas. La prioridad se consagra así a la producción de bienes de consumo con el fin de mejorar las condiciones de vida de los rusos. En el momento del XXº congreso del PCUS, en 1956, Jruschov denuncia «el culto a la personalidad» de Stalin y, en un informe secreto, revela los crímenes del antiguo dirigente. Este informe hace gran ruido y en el Campo Socialista, así como los partidos comunistas occidentales. Jruschov se convirtió en el campeón de la «desestalinización», en 1958 es nombrado primer ministro, en consecuencia de la dimisión de Bulganin. Sobre el plan exterior, procura impulsar un curso nuevo a las relaciones entre ambos bloques. Bajo su dirección, la guerra fría entra en una fase de distensión. Defensor de la coexistencia pacífica, rechaza la idea de un conflicto eventual con los Estados Unidos y afirma la necesidad de medirse con el bloque occidental sobre el plan económico más bien que militar. Después de haber llevado la reconciliación de su país con la Yugoslavia de Tito, participa en la conferencia de Ginebra en 1955, que reúne, por primera vez desde el 1945, a los antiguos vencedores de Alemania nazi. (...) Pero los resultados de su política exterior parecen hechos contradictorios. Así su crítica virulenta del stalinismo no lo impide ordenar la intervención en Hungría en 1956 –ver insurrección de Budapest–. (...) El mismo contraste sale a la luz sobre el plan interior. Jruschov inicia un movimiento vasto de reformas agrícolas, denunciando así la prioridad concedida por Stalin a la industria. Lanza así la gran campaña de fomentación de las tierras vírgenes en las regiones de Siberia. También se ata a delegar y a descentralizar la gestión de la economía soviética. Pero el desorden nacido de estas reformas y las dificultades de la agricultura soviética, contribuyen a debilitar la posición de Jruschov, al mismo tiempo que las disensiones con China acaban en la rotura de las relaciones entre ambos países en 1961. Por ello es relevado de sus funciones por la sesión plenaria del Comité central en octubre de 1964, y reemplazado por Leonid Brézhnev». (Enciclopedia Microsoft Encarta 2004 © 1993-2003 Microsoft Corporation. Todos los derechos reservados)

Las conclusiones para la burguesía son todavía positivas: después de haber encontrado en la figura de Tito su «jefe del socialismo de rostro humano» y su «campeón del no alineamiento», ahora la burguesía encuentra entonces en la figura de Jruschov su «campeón de la desestalinización», aunque lamenta el hecho que no se someta completamente al imperialismo: la burguesía está satisfecha de haberse quitado al enemigo socialista tan odiado –Stalin–, pero rechina un poco delante de la perspectiva de encontrarse frente a un nuevo competidor capitalista –Jruschov–. Y al igual que ocurría con el titoismo, la burguesía no puede negar la quiebra de las reformas económicas emprendidas.

En 1964, Nikita Jruschov es apartado del poder y reemplazado por Leonid Brézhnev, pero el jruschovismo no murió por eso, y sus sucesores lejos de retroceder en las orientaciones dadas por el XXº Congreso del PCUS, persisten en la vía jruschovista pero sin Jruschov, que parecía que había ido demasiado lejos en las «reformas» volviéndose peligroso. Brézhnev no será menos en cuanto a explorar la vía de las «reformas» y la descentralización de la economía inspirándose siempre en principios de la famosa «autogestión» yugoslava. Las empresas industriales y los koljoses adquirirán cada vez más autonomía frente al plan quinquenal. La anarquía en la producción, característica de toda sociedad capitalista, se hace rápidamente la característica general de la economía soviética a pesar de que se mantiene un pretendido «plan quinquenal» que se va convirtiendo cada vez más en un plan preventivo y orientativo más que un plan que las empresas deban cumplir.

Entonces, ¿cuál fue la actitud y trabajo del Partido Comunista de China y el Partido del Trabajo de Albania para oponerse al revisionismo inicial de Jruschov y sus manifestaciones? ¿Cuáles fueron los elementos (4) que tenían entonces los comunistas que les permitían ver la traición de Jruschov?

–El primer elemento fue el acercamiento a Tito iniciado por Jruschov en 1954 que se materializó en junio de 1955 con la visita de Jruschov a Yugoslavia. Para justificarse Jruschov sin atacar a Stalin, afirmó que Tito había sido injustamente condenado por el Kominform en 1948 y culpo a Beria, aunque Tito no aceptaría esta excusa.

–El segundo elemento fue el XXº Congreso del PCUS celebrado en febrero de 1956, cuando Jruschov atacó todas las pautas establecidas por Stalin para la construcción de la sociedad socialista y donde atacaba señaladamente a este último en el «informe  secreto», el cual se distribuyó a los partidos hermanos que asistieron.

–El tercer elemento fue la actitud complaciente adoptada por Jruschov para hacer frente a la colusión evidente entre Tito y la reacción en los acontecimientos húngaros de Budapest en octubre-noviembre de 1956.

–El cuarto elemento fue la liquidación de la plataforma «antipartido» de Malenkov, Kaganóvich, y Mólotov, en junio de 1957, un grupo acusado de conspirar para derrocar a Jruschov.

Independientemente de la cuestión estrictamente chino-albanesa, estos cuatro elementos muestran unas pruebas evidentes y una ceguera visible de las direcciones de los partidos comunistas que abiertamente siguieron a los revisionistas jruschovistas en la vía de la traición del marxismo.

2. El acercamiento de Jruschov a Tito


Como ya vimos en el capítulo anterior, la dirección del Partido Comunista de China (PCCh) se mostró favorable para este acercamiento:

«El pueblo chino da la bienvenida a la reconciliación entre la Unión Soviética y otros países socialistas, por una parte, y Yugoslavia, por otra, así como el establecimiento y desarrollo de relaciones amistosas entre China y Yugoslavia». (Renmin Ribao; Sobre la experiencia histórica de la dictadura del proletariado, 5 de abril de 1956)

Podemos explicar esta posición sólo por dos hipótesis:

Primera hipótesis: la dirección del Partido Comunista de China desconocía la historia de la lucha llevada por el Movimiento Comunista Internacional contra el revisionismo en la vida de Stalin y subestimaba este hecho de gran importancia de esta tesis leninista según la cual:

«Lo más peligroso en este sentido son las gentes que no desean comprender que la lucha contra el imperialismo, sino se halla ligada indisolublemente a la lucha contra el oportunismo, es una frase vacía y falsa». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; El imperialismo, fase superior del capitalismo, 1916)

Segunda hipótesis: la dirección del Partido Comunista de China conscientemente adoptó una posición de seguidismo frente a la nueva dirección soviética con el fin de sacar ventaja de ello.

¿Cuál fue la posición adoptada por el Partido del Trabajo de Albania con relación a la aproximación entre Belgrado y Moscú?

El Partido del Trabajo de Albania (PTA) evidentemente todavía no se había dado cuenta entonces de la traición abierta del jruschovismo y hay que anotar que este acontecimiento puso al partido en guardia, ya que para el PTA que había sufrido la injerencia titoista en los asuntos internos de Albania, siendo pues la rehabilitación de Tito significaba una amenaza gravísima: Tito no podía ser rehabilitado sin que esto tuviera graves repercusiones sobre la estabilidad política de Albania que había condenado a agentes titoistas como Koçi Xoxe en los momentos concernientes al  XIº Pleno del Comité Central del PTA en septiembre de 1948. Fue una cuestión de vida o de muerte para el PTA que encontrándose en la vanguardia del combate contra el titoismo no deseaba ver a Albania convertirse en una colonia yugoslava. La posición perfectamente nítida del PTA en oposición a Jruschov en cuanto a lo que concierne a la rehabilitación de Tito, vuelve a salir muy claramente en este extracto de la «Historia del Partido del Trabajo de Albania»:

«En mayo de 1955, Jruschov, sin tomar la aprobación de los demás partidos decidió anular las decisiones de la Kominform y las evaluaciones hechas por todos los partidos comunistas y obreros sobre la traición de la camarilla de Tito y ello lo acompaño con un viaje a Belgrado encabezando una delegación del partido y del gobierno soviético. Jruschov se esforzó en imponer a los demás partidos esta decisión unilateral, injusta y arbitraria. Sólo dos días antes de su partida, informó al Partido del Trabajo de Albania de este hecho consumado y le solicitó su aprobación para refutar la resolución del Buró de Información de noviembre de 1949 y para reexaminar la de junio de 1948 que ponía al desnudo la traición de la dirección yugoslava. Reclamaba, al mismo tiempo, la aprobación del texto de una «decisión» sobre este problema, redactado por él mismo y que debía publicarse en nombre de la Kominform sin que ¡ésta se hubiese reunido! No obstante a la gran confianza que el Partido del Trabajo de Albania tenía en el Partido Comunista de la Unión Soviética, el Comité Central del Partido del Trabajo de Albania vio con bastante desconfianza este gesto de Jruschov y mediante una carta fechada el 25 de mayo de 1955, dirigida al Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética, se pronunció contra el viaje de Jruschov a Yugoslavia y contra la rehabilitación de la camarilla de Tito». (Partido del Trabajo de Albania; Historia del Partido del Trabajo de Albania, 1980)

Ahí se cita:

«Nosotros estimamos –se decía en la carta– que hay mucha diferencia entre el contenido de su carta del 23 de mayo de 1955 y las tesis principales de nuestra actitud comúnmente observada hasta el presente para con los yugoslavos. La experiencia diaria de nuestro partido en las relaciones con Yugoslavia, tanto antes de la ruptura de 1948 como en su continuación hasta hoy, demuestra en forma clara y completa con numerosos hechos concretos, que el contenido de principio de todas las resoluciones de la Kominform relativas a la cuestión yugoslava ha sido enteramente justo, con alguna excepción de importancia táctica. El procedimiento que se nos propone seguir para aprobar la abrogación de la resolución de la reunión de la Kominform de noviembre de 1949 no nos parece justo. En nuestra opinión, una decisión tan rápida –y precipitada– sobre una cuestión de tanta importancia de principios sin un profundo análisis previo, hecho de concierto con todos los partidos interesado, esta cuestión, y con mayor razón si ha de dar a la publicidad y ha de proclamarse en las convenciones de Belgrado, sería no sólo prematuro, sino que causaría graves perjuicios en la orientación general. Estamos convencidos de que salvo una que otra excepción de importancia secundaria, esta línea general de nuestro partido en las relaciones con Yugoslavia es justa». (Partido del Trabajo de Albania; Historia del Partido del Trabajo de Albania, 1980)

Pese a las exigencias del PTA de un tratamiento de la situación adecuado, el texto resume así, la actitud tomada por Jruschov y el PCUS en torno a la cuestión de Yugoslavia y sobre todo de las resoluciones de la Kominform, y otros temas:

«El Comité Central del Partido del Trabajo de Albania solicitaba al Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética que estas cuestiones fuesen examinadas en el curso de una reunión de los partidos miembros de la Kominform, a la cual debería ser invitado también el Partido del Trabajo de Albania para dar su opinión. Según la decisión tomada, Nikita Jruschov fue a Yugoslavia, reconoció en forma rastrera ante Tito que «se habían cometido faltas graves en contra del Partido Comunista de Yugoslavia y de su dirección», y de hecho la rehabilitó. Era esto un acontecimiento sin precedentes en la historia del Movimiento Comunista Internacional, una violación flagrante de las decisiones tomadas en común por los partidos hermanos, una actitud de desdén para con los demás partidos. Jruschov halló en la línea revisionista de la camarilla de Tito la materialización de sus deseos y esfuerzos de acercamiento con el imperialismo estadounidense. Este objetivo lo expresó claramente en el discurso que pronunciara en Belgrado. La política de colaboración de Yugoslavia con los países de Occidente, dijo entonces, «encuentra nuestra plena comprensión». En una entrevista que sostuvo con algunos periodistas estadounidenses, Jruschov expuso el punto de vista de que la lucha por la paz era una noción política situada al margen de la lucha de clases, y que los países imperialistas igual que los países socialistas estaban interesados en garantizar la paz. La interpretación que Jruschov dio sobre el problema de la paz, rechazaba de plano la conocida tesis leninista según la cual el imperialismo es fuente de guerras». (Partido del Trabajo de Albania; Historia del Partido del Trabajo de Albania, 1980)

Mientras que el Partido Comunista de China se suscribió a la rehabilitación y reconciliación del renegado Tito, al Partido del Trabajo únicamente se le puede adjudicar el mérito de tener en cuenta la primera manifestación abierta del revisionismo jruschovista rechazando el acercamiento de la Unión Soviética de Jruschov a la Yugoslavia de Tito.

3. El XXº Congreso del PCUS de 1956

El XXº Congreso del PCUS de febrero de 1956, quedará como una de las páginas más sombrías de la historia del movimiento comunista. No nos extenderemos aquí sobre la responsabilidad de los dirigentes comunistas soviéticos y de la mayoría de los dirigentes de los partidos comunistas extranjeros que dieron prueba como mínimo de seguidismo, y que a veces se hicieron sin más análisis, simples propagandistas de las tesis revisionistas que fueron enunciadas allí.

El Partido del Trabajo de Albania por su parte, si bien estando en desacuerdo con la línea de Jruschov, no podía todavía abiertamente atacar sin embargo la dirección jruschovista. Es pues a través de la denuncia del titoismo que el PTA lanzó sus primeras flechas contra el revisionismo jruschovista. Todo comunista podía comprender que a través de la denuncia del antistalinismo y del titoismo, era también allí una referencia a Jruschov, ya que fue Jruschov era el que justamente había abastecido material a este antistalinismo y además había empezado a ponerse en contacto con Tito:

«Toda la feroz campaña que los imperialistas y los revisionistas han desencadenado contra el marxismo-leninismo y contra el comunismo, es llevada a cabo tras la máscara de la lucha contra el «stalinismo». Inmediatamente después del XXº Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, los enemigos inflaron desmedidamente los «errores» de Stalin y los pregonaron a los cuatro vientos a fin de desacreditar a los Estados socialistas, a los partidos comunistas, y a sus dirigentes para sembrar el desorden ideológico y la discordia en el Movimiento Comunista Internacional. Bajo la presión de esta campaña, los elementos oportunistas y vacilantes levantaron cabeza y comenzaron a atacar frenéticamente a los partidos revolucionarios valiéndose de consignas falsas y antimarxistas tales como «democratización», «desestalinización», «independencia», «bienestar del pueblo» y otras por el estilo, a fin de combatir a las direcciones marxista-leninistas de los partidos y su justa línea». (Enver Hoxha; Sobre la situación internacional y las tareas del partido; Informe presentado en el Comité Central del Partido del Trabajo de Albania, el 13 de febrero de 1957)

[En dicho informe se evaluó la figura de Stalin en momentos de una gran ofensiva contra tal figura, y se desmontó de paso la hipocresía argumentativa de la que era la punta de lanza de los presuntos críticos; el culto a la personalidad, se dijo: - Anotación de Bitácora (M-L)]

«No estamos de acuerdo con todos aquellos que niegan la actividad revolucionaria de Stalin en conjunto y que ven en ella sólo el lado negativo. Estimamos que Stalin debe ser correctamente apreciado. Stalin, como se sabe, fue un gran marxista, porque, después de Lenin, defendió el marxismo-leninismo de todos los enemigos y revisionistas e hizo una valiosa contribución al desarrollo de esta ciencia. Él tiene grandes méritos en la preparación y el desarrollo de la Revolución de Octubre, en la edificación del primer Estado socialista, en la victoria histórica sobre los invasores fascistas, en el avance del movimiento comunista y obrero internacional. Por todas estas razones, Stalin gozaba de una gran autoridad no solamente en la Unión Soviética, sino también en el mundo entero. En las cuestiones esenciales, como es la defensa de los intereses de la clase obrera y de la teoría marxista-leninista, la lucha contra el imperialismo y otros enemigos del socialismo, jamás cometió errores, ha sido y será, en cambio, siempre un ejemplo. Quiero hacer hincapié en que los dirigentes yugoslavos, que tanto discuten en torno al culto a la personalidad de Stalin, lo practican en su país de la manera más escandalosa. Bakarich, miembro del Comité Ejecutivo de la Liga de los Comunistas de Yugoslavia, en un artículo escrito con ocasión de un aniversario de Tito, ha llegado hasta el punto de decir que las obras «marxistas» de Tito pueden compararse únicamente con las mejores obras de Marx, Engels y Lenin, dicho de otra manera, Tito está por encima de Marx, Engels y Lenin. Por eso puntualizamos que si los dirigentes y la prensa yugoslavos critican el «culto a la personalidad» de Stalin no es para luchar en defensa de los principios marxista-leninistas, sino para desacreditar al sistema socialista, desprestigiar a los dirigentes marxista-leninistas de los partidos comunistas, revisar el marxismo-leninismo y abrir paso al «socialismo yugoslavo». Es importante hacer una justa apreciación de la obra de Stalin, porque, después de Lenin, ha estado durante 30 años a la cabeza del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética y ha guiado a la Unión Soviética y al movimiento obrero internacional». (Enver Hoxha; Sobre la situación internacional y las tareas del partido; Informe presentado en el Comité Central del Partido del Trabajo de Albania, el 13 de febrero de 1957)

[Ya advirtió por entonces Enver Hoxha, que la crítica a Stalin bajo el tema del culto a la personalidad no era casual, ni estaba configurada sin objetivos mayores: - Anotación de Bitácora (M-L)]

«Los enemigos, envileciéndole, no tienen como objetivo únicamente su persona; lo que buscan, sobre todo, es desacreditar a la Unión Soviética, al sistema socialista y al Movimiento Comunista Internacional y, por consiguiente, socavar la confianza de los trabajadores en el socialismo. En el discurso pronunciado en Pula en noviembre del año pasado, Tito ha declarado: «Hemos dicho desde un comienzo que no se trata únicamente del culto a la personalidad, sino del sistema que ha permitido la aparición del culto a la personalidad, porque es justamente aquí donde se encuentran las raíces, es aquí donde debemos golpear constantemente y con insistencia». (Tito; Discurso en Pula, 1956) Así, según los dirigentes yugoslavos, el culto a la personalidad ha sido engendrado por el sistema soviético, por eso este sistema debe ser revisado –si no destruido– y reemplazado por el sistema «democrático yugoslavo». Pero se sabe muy bien a qué molino va esta agua. Los ideólogos de la burguesía recurren a todos los medios para demostrar que los «errores» de Stalin son el producto legítimo del sistema soviético, que este sistema es un «error», una «experiencia frustrada», y que los trabajadores, por consiguiente, deben renunciar al socialismo y trabajar por el «capitalismo popular». Estas pretensiones falaces han sido refutadas por toda la historia del desarrollo del sistema soviético, que ha asegurado a la Unión Soviética éxitos colosales, que ha superado victoriosamente las más difíciles pruebas históricas y sirve de brillante ejemplo para todos los trabajadores que luchan por liberarse y edificar una vida mejor». (Enver Hoxha; Sobre la situación internacional y las tareas del partido; Informe presentado en el Comité Central del Partido del Trabajo de Albania, el 13 de febrero de 1957)

[Enver Hoxha y el PTA llegaron por tanto, a la siguiente conclusión sobre los elementos que utilizaban la bandera del antistalinismo: - Anotación de Bitácora (M-L)]

«La bandera de la lucha contra el «stalinismo» con la cual se disfrazan los dirigentes yugoslavos y todos los revisionistas, les sirve para arreglar las cuentas a todos sus adversarios. Veamos cómo proceden: califican las justas tesis marxista-leninistas de «dogmatismo stalinista», a los partidos comunistas y a sus dirigentes que son fieles al marxismo-leninismo de «stalinistas», nuestros sistemas estatales y económicos de «burocratismo stalinista», y para ellos todo lo que es «stalinista» debe ser liquidado y substituido por aquello que es «antistalinista». La división de los partidos y de los comunistas en «stalinistas» y «antistalinistas», y la guerra a los «stalinistas» tal como la llevan a cabo los dirigentes yugoslavos sólo sirven para escindir al movimiento obrero». (Enver Hoxha; Sobre la situación internacional y las tareas del partido; Informe presentado en el Comité Central del Partido del Trabajo de Albania, el 13 de febrero de 1957)

Es notorio que en ningún momento de este informe el PTA se suscribió a las tesis del XXº Congreso del PCUS, lo que no dejó de inquietar a la nueva dirección soviética:

«Esta inquietud la dirección soviética la manifestó abiertamente en abril de 1957, cuando la delegación del Partido del Trabajo de Albania y del Gobierno de la República Popular de Albania, encabezada por los camaradas Enver Hoxha y Mehmet Shehu, se encontraba en Moscú por invitación del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética y del Gobierno de la Unión Soviética. En el curso de las conversaciones, cuando el camarada Enver Hoxha hacía una exposición de la situación y de la lucha del Partido del Trabajo de Albania en las condiciones de aquel entonces, Nikita Jruschov, descontento y muy irritado por la actitud revolucionaria del Partido del Trabajo de Albania, intervino diciendo: «¡Se ve que ustedes los albaneses, buscan llevarnos de nuevo al camino de Stalin!» Calificó la actitud del Partido del Trabajo de Albania hacia los revisionistas yugoslavos como una «actitud no objetiva» que se apoyaba en la «exageración de los desacuerdos con ellos» y demandó «no atacarlos injustamente». No vaciló en asumir la defensa de algunos enemigos del partido y del pueblo albanés, pidiendo su rehabilitación. Irritado por la firmeza con que el camarada Enver Hoxha y los demás miembros de la delegación defendían los puntos de vista y la actividad marxista-leninistas del Partido del Trabajo de Albania, Jruschov les dijo en tono amenazante: «¡Ustedes los albaneses son muy arrebatados y sectarios!» «¡Con ustedes no podemos entendernos. Interrumpimos las conversaciones!» Este incidente constituía el primer choque directo entre la línea revolucionaria marxista-leninista del Partido del Trabajo de Albania y la línea revisionista del grupo de Jruschov». (Partido del Trabajo de Albania; Historia del Partido del Trabajo de Albania, 1980)

Es un hecho innegable de que el Partido Comunista de China (PCCh), durante el período precedente a las conferencias de Bucarest y Moscú en 1960, adoptó una posición por lo menos ambigua sobre la cuestión. En lo referente al XXº Congreso del PCUS, el Partido Comunista de China declaró:

«La cuestión de la lucha contra el culto a la personalidad ocupaba un lugar importante en los debates del XXº Congreso del PCUS. El congreso muy agudamente manifestó la prevalencia del culto a la personalidad que, durante mucho tiempo en la vida soviética, había dado lugar a muchos errores en el trabajo y ha dado lugar a consecuencias perjudiciales. Esta valiente autocrítica de sus errores en el pasado ejercida por el Partido Comunista de la Unión Soviética demuestra el alto nivel de principio en la vida interna del partido y la gran vitalidad del marxismo-leninismo. (...) Stalin no extrajo las lecciones de los errores aislados, locales y temporales sobre ciertas cuestiones y así no pudo evitar que se volvieran graves errores que afectaron a nivel nacional y de modo prolongado. Durante la última parte de su vida, Stalin tomó más y más placer en este culto a la personalidad, y violó el sistema del partido del centralismo democrático y el principio de combinar la dirección colectiva con la responsabilidad individual. Como resultado, él cometió algunos errores graves, tales como las siguientes: se amplió el alcance de la supresión de la contrarrevolución, carecía de la necesaria vigilancia en la víspera de la guerra antifascista, no prestó la debida atención a un mayor desarrollo de la agricultura y el bienestar material de los campesinos, dio ciertos consejos equivocados en el movimiento comunista, y, en particular, tomó una decisión equivocada en la cuestión de Yugoslavia. En estos temas, Stalin fue víctima de un subjetivismo y la unilateralidad, y se divorció a sí mismo de la realidad objetiva y de las masas. (...) La lucha contra el culto a la personalidad que se ha desatado en el XXº Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética es una gran lucha y un liderazgo valiente de los comunistas y el pueblo de la Unión Soviética para eliminar las barreras ideológicas que obstaculizan su avance». (Renmin Ribao; Sobre la experiencia histórica de la dictadura del proletariado, 5 de abril de 1956)

Ludo Martens también relata los aspectos más destacados:

«En el XXº Congreso del PCUS, Jruschov lanzó su ataque sorpresa contra la obra de Stalin, para imponer su línea revisionista. Al principio la actitud de Mao Zedong y el Partido Comunista de China fue vacilante, ellos no defendieron de manera consecuente la obra marxista-leninista de Stalin, pues siguieron a Jruschov en algunas de sus críticas oportunistas contra Stalin. El documento fundamental para este propósito esta titulado: «La experiencia histórica de la dictadura del proletariado», redactado entre el 5 de abril y el 29 diciembre del 1956. Este texto acoge la defensa de Stalin de «la experiencia fundamental de la revolución y la edificación del socialismo en la URSS». A pesar de todo, en las críticas que formula a la dirección de Stalin podemos descubrir una tendencia bastante marcada a la reconciliación con el revisionismo. Algunas críticas formuladas por Mao Zedong y el PCCh vuelven a tomar simplemente las calumnias formuladas por Jruschov. El PCCh lanza ciertas afirmaciones gratuitas, que no están basadas en ninguna búsqueda seria. La conclusión viene a ser: ¡Jruschov ha tomado medidas para rectificar estos errores de Stalin!». (Ludo Martens; Sobre algunos aspectos en la lucha contra el revisionismo, 1995)

Y aquí cita Ludo Martens:

«Durante el último periodo de su vida, las victorias en serie y la ristra de alabanzas de las cuales fue objeto hicieron perder la cabeza a Stalin. En su manera de pensar, él se apartó parcialmente, pero gravemente, del materialismo dialéctico para caer en el subjetivismo. Él comenzó a tener una fe ciega en su propia sabiduría y en su propia autoridad: él se oponía a entregarse a la búsqueda y al estudio serio con respecto a situaciones complejas, o a prestar atención a la opinión de sus camaradas como a la voz de las masas. En consecuencia, ciertas tesis y medidas políticas adoptadas por él iban a menudo en contra de la realidad objetiva: él estaba a menudo obstinado en hacer aplicar durante un largo lapso de tiempo estas medidas erróneas, y no pudo rectificar sus errores a tiempo. El PCUS ha tomado ya medidas para rectificar los errores de Stalin». (Renmin Ribao; Sobre la experiencia histórica de la dictadura del proletariado, 5 de abril de 1956)

Ludo Martens continua diciendo: «una de las acusaciones más extravagantes que Jruschov lanzó contra Stalin, es retomada por el Partido Comunista de China», y vuelve a citar el documento del Partido Comunista de China:

«Stalin no dio pruebas de tomar la vigilancia necesaria en vísperas de la guerra antifascista». (Renmin Ribao; Sobre la experiencia histórica de la dictadura del proletariado, 5 de abril de 1956)

El belga continúa escribiendo:

«El Partido Comunista de China copia en su texto las tesis de Jruschov sobre la extinción de la lucha de clases, tesis desarrolladas a lo largo de los años 30 por Bujarin. El Partido Comunista de China pasa sin el análisis concreto de este periodo crucial y complejo que fue la depuración. Él repite las trivialidades revisionistas de Jruschov de que era preciso perfeccionar la democracia en lugar de insistir en la agravación de la lucha de clases». (Ludo Martens; Sobre algunos aspectos en la lucha contra el revisionismo, 1995)

Cita ahora el otro documento chino donde afirman tales tesis:

«Después del aniquilamiento de las clases explotadoras y la liquidación, en lo esencial, de las fuerzas contrarrevolucionarias, la dictadura del proletariado estaba aún en frente de los restos de la contrarrevolución en el interior del país, pero su bayoneta debía estar dirigida sobre todo contra las fuerzas agresivas imperialistas del exterior. En estas condiciones, era preciso desarrollar y perfeccionar progresivamente, en la vida política del país, los diversos, métodos democráticos, perfeccionar la legalidad socialista, reforzar el control del pueblo sobre los organismos del Estado, desarrollar los métodos democráticos en la administración del Estado y de sus empresas, de una parte, y las grandes masas por el otro, (...) combatir aún más firmemente las tendencias burocrática, en lugar de insistir en la agravación de la lucha de clases después de la liquidación de las clases, y entorpecer así el desarrollo sano de la democracia socialista, como hizo Stalin». (Renmin Ribao; Una vez más sobre la experiencia histórica de la dictadura del proletariado, 29 de diciembre de 1956)

[Por las declaraciones del propio Mao Zedong, se deja entrever que fue él quien escribió en «Renmin Ribao» estos artículos; o como mínimo dio su aprobación a sus contenidos:

«Como primer punto, defendemos a Stalin y, como segundo, criticamos sus errores; es por eso que hemos escrito el artículo «Sobre la experiencia histórica de la dictadura del proletariado». A diferencia de aquellas gentes que denigran y liquidan a Stalin, nosotros lo tratamos conforme a la realidad». (Mao Zedong; Discurso pronunciado en la IIº Sesión Plenaria del VIIIº CC del PCCh, noviembre de 1956) - Anotación de Bitácora (M-L)]

Estas actitudes de complacencia y reconciliación del Partido Comunista de China frente a Jruschov no quedaron ahí, pues dejó una gran influencia negativa sobre el movimiento comunista. Veremos más tarde, en el IV capítulo, que Mao Zedong en su obra: «Sobre diez grandes relaciones», escrito en abril de 1956, siendo pues, posterior al XXº Congreso del PCUS, profundizó mucho más en las tesis jruschovistas. De igual manera las tesis jruschovistas florecieron en el VIIIº Congreso del PCCh que se celebró en septiembre de 1956. Precisamente en este congreso del Partido Comunista de China, Enver Hoxha se encontraba presente como representante a la cabeza de la delegación del Partido del Trabajo de Albania invitado a esa ocasión, de aquel suceso el albanés nos reproduce lo siguiente:

«Toda la plataforma de este congreso estaba basada en las tesis del XXº Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, e incluso en algunas direcciones, Mao Zedong, Liu Shao-chi y otros altos dirigentes chinos habían llevado más lejos las tesis de Jruschov. Sentimos que la epidemia del revisionismo había afectado también a China. En aquella época no podíamos determinar el grado de propagación de la enfermedad, pero a juzgar por lo que había ocurrido y está ocurriendo en China, se ve que, en aquel entonces, los dirigentes chinos se estaban apresurando para no quedarse atrás, incluso para arrebatar y tomar en sus manos la abigarrada bandera de los jruschovistas. Además en los sucesos informes, que Liu Shao-chi, Deng Xiaoping, y Chou En-lai presentaron al VIIIº Congreso del PCCh, defendieron y profundizaron aún más en la línea permanente del Partido Comunista de China por una vasta colaboración con la burguesía y los kulaks, «argumentaron» las grandes ventajas que aporta al socialismo tratar bien y designar a elevados cargos de dirección a capitalistas, comerciantes e intelectuales burgueses, preconizaron con gran ruido la necesidad de una colaboración de la clase obrera con la burguesía local y del Partido Comunista con los demás partidos democráticos, nacionales, en las condiciones del socialismo etc. Las «100 flores» y las «100 escuelas» de Mao Zedong que se abrieron y compitieron en el curso de las sesiones del Congreso, se abrían y competían de hecho en todo el partido y el Estado chino. Esta teoría de las 100 banderas, formulada por Mao Zedong y proclamada ampliamente en mayo de 1956 por Lu Tinag-yi, miembro suplente del Buró Político del CC del PC de China, constituía la variante china de la teoría y la práctica burgués-revisionista de la «libre circulación de la ideas y de los hombres», de la coexistencia de toda suerte de ideologías, de corrientes de escuela y de subescuelas en el seno del socialismo». Más tarde resultó que también el decálogo enteramente revisionista de Mao Zedong: «Sobre diez grandes relaciones» pertenecía precisamente a este período de «primavera» del revisionismo moderno». (Enver Hoxha; Los jruschovistas, memorias, 1980)

El autor también relata, la relación entre estos partidos en la aceptación de las tesis jruschovistas sobre la reconciliación con el revisionismo titoista, y comenta como pese a las pequeñas diferencias, el revisionismo togliattista también se complementaba con el revisionismo maoísta y el revisionismo titoista:

«Cosa curiosa: todos los que nos encontrábamos –me refiero a los camaradas de otros partidos comunistas en China–, no tenían en boca más que rehabilitaciones, y a Tito. Incluso Chou En-lai quién, en una entrevista que tuvimos con él, nos dijo: «Me ha invitado Tito a ir a Yugoslavia y he aceptado su invitación. Con esta ocasión, si ustedes están de acuerdo, puedo pasar también por Albania. Que venga usted a Albania estamos completamente de acuerdo, –le dijimos– y le agradecemos su deseo de venir a nuestro país». A pesar de que nos sonó bastante mal que el primer ministro de China relacionara su venida a Albania con la «ocasión» de su ida a Yugoslavia. Pero, como ya he dicho anteriormente, era el tiempo en que las fiebres del revisionismo habían contagiado a todos, y cada uno traba de dirigirse cuanto antes a Belgrado para recibir la bendición y la «experiencia» del veterano del revisionismo moderno. Un día, Scocimarro vino a quejarse ante mí de que Togliatti había ido a Belgrado y no se había entendido bien con Tito. «¿Cómo? –le pregunté no sin ironía– ¿Han tenido disputas?» «No –me dijo–, pero no se han puesto de acuerdo en todo». A pesar de esto prosiguió: «Vamos a enviar una delegación a Belgrado a conocer su experiencia». «¿En qué terreno? –pregunté–». «Los camaradas yugoslavos –me respondió– han combatido eficazmente la burocracia y actualmente ya no existe burocracia en Yugoslavia». «¿Como saben que no existe burocracia en Yugoslavia? –le pregunté–». «Por qué en Yugoslavia también los obreros obtienen ganancias, –fue su respuesta–». Le hablé de la actitud de nuestro partido hacía ese problema, pero el italiano siguió obsesionado con Tito. Le preguntamos: «¿Por qué solamente a Yugoslavia quieren enviar gente a «adquirir experiencia? ¿Por qué no han enviado delegaciones de este género a los países de democracia popular, como a Albania por ejemplo?» Quedó turbado, pero al cabo de un momento halló respuesta: «La enviaremos, mire, por ejemplo, la experiencia de China, en lo que se refiere a la colaboración de la clase obrera con la burguesía y del Partido Comunista con los demás partidos democráticos, es de mucho valor para nosotros. La estudiaremos». Tenía verdaderamente dónde aferrarse. Los revisionistas italianos podían desde entonces dirigirse no solamente a Yugoslavia y a China, sino a todas partes, para adquirir o transmitir la experiencia de la traición a la causa del proletariado, de la revolución, y del socialismo. Nuestro país fue el único donde no vinieron, y a donde no podían venir, pues en él no se aplicaba más que el marxismo-leninismo. Pero esta experiencia, ellos no la necesitaban. El 3 de octubre del 1956 emprendimos el camino de regreso a nuestra patria. Durante ese viaje pudimos convencernos todavía más de las grandes y peligrosísimas proporciones que había tomado el revisionismo moderno jruschovista. En Budapest íbamos a ver uno de los productos más horribles de la «nueva línea» jruschovista-titoista, la contrarrevolución. Hacía tiempo que se había incubado, ahora estallaba». (Enver Hoxha; Los jruschovistas, memorias, 1980)

4. La contrarrevolución húngara

Es el primer resultado visible del trabajo de zapa iniciado por las tesis jruschovistas de su denuncia sobre Stalin. En Hungría, la reacción progresó cubriéndose con el vestido antistalinista hinchando desmedidamente los «errores» de los antiguos dirigentes stalinistas, que fueron rápidamente apartados después de la proclamación vociferada del revisionismo. El imperialismo se regocijó ante los acontecimientos de Budapest que confirmaron la gran utilidad de Tito y probaron la virulencia del virus antistalinista liberado por Jruschov. Para los comunistas, este acontecimiento trágico puso en evidencia la realidad contrarrevolucionaria de la lucha contra el stalinismo:

«En los países socialistas, el revisionismo se propagó y se desarrolló en profundidad sobre todo en Polonia y en Hungría. Gracias al apoyo del grupo de Jruschov, los elementos antimarxistas condenados por sus puntos de vista y sus actividades revisionistas y antisocialistas, se pusieron al mando de los partidos obreros de estos países. La dictadura del proletariado fue paralizada. La propagación a gran escala de la ideología y de la cultura burguesas occidentales fue autorizada. Bajo la máscara de los «círculos culturales» se crearon nidos contrarrevolucionarios en diferentes ciudades. Los revisionistas tenían como objetivo destruir completamente la dictadura del proletariado y el sistema socialista. Los imperialistas miraron y aprovecharon esta brecha abierta. De este modo creció la contrarrevolución, la propagaron y la organizaron en los países socialistas dónde los revisionistas habían creado un terreno favorable, y, en cooperación directa o indirecta con ellos, se pusieron manos a la obra para aniquilar el sistema socialista y restaurar el capitalismo. El imperialismo internacional y los revisionistas provocaron en junio de 1956, la rebelión contrarrevolucionaria de Poznań en Polonia, y la insurrección contrarrevolucionaria de Hungría en octubre-noviembre de 1956». (Partido del Trabajo de Albania; Historia del Partido del Trabajo de Albania, 1980)

El Partido del Trabajo de Albania (PTA), explicando más concretamente los sucesos contrarrevolucionarios de Hungría, y la compleja situación creada en el Partido de los Trabajadores Húngaros (PTH), regalo varios análisis dignos de estudiar:

«La democracia popular húngara fue amenazada con verse totalmente destruida. El Partido de los Trabajadores Húngaros fue desmantelado. Comunistas y trabajadores húngaros, traicionados por los revisionistas, oponían a esta acción una resistencia desconsolada. La contrarrevolución en Hungría atizó el histerismo anticomunista en el mundo entero. El sistema socialista debió enfrentarse con una prueba dura. Los países de las democracias populares y las fuerzas revolucionarias del mundo entero manifestaron una inquietud viva en cuanto a los destinos del socialismo en Hungría. Las tropas soviéticas estaban estacionadas en la República popular de Hungría, pero el grupo de Jruschov vacilaba en ponerlas en movimiento para reprimir la contrarrevolución. Fue sólo bajo el efecto de la gran presión ejercitada de abajo y sobre todo porque temía ver que Hungría podía librarse de su esfera de influencia que finalmente forzó al ejército soviético a ir en socorro de los defensores de la revolución húngara. La contrarrevolución fue aniquilada. La contrarrevolución húngara era el producto del revisionismo. Los revisionistas yugoslavos, que habían sido los más ardientes defensores de los revisionistas húngaros y que habían desempeñado un papel particular en la preparación de la contrarrevolución, alzaron su bandera a medias cuando esta fue derrotada. Tito la definió como: «una insurrección del pueblo entero», provocada por «las graves faltas del régimen de Rákosi y por las vacilaciones que le derribaron». En cuanto a la ayuda del ejército soviético, la cualificó de «una intervención feroz e inadmisible». Imre Nagy, jefe de los contrarrevolucionarios, encontró refugio en la embajada yugoslava de Budapest. Al mismo tiempo, la dirección soviética, que no era menos responsable que la camarilla de Tito de la preparación de la contrarrevolución, puso en ejecución todo, después de la derrota de ésta, para disimular los rastros de su culpabilidad. Sacrificaron a Imre Nagy, al que ellos mismos habían colocado en la cabeza del Estado húngaro y fue forzado, a diferencia de los titoistas, a calificar la insurrección de «contrarrevolucionaria», como efectivamente era. No obstante aludía la responsabilidad sobre los «dogmáticos» y no sobre los culpables verdaderos, los revisionistas. La contrarrevolución húngara había fallado, pero sus raíces no fueron destruidas. El revisionismo en Hungría no fue aniquilado, sólo se batía en retirada. Los colaboradores próximos de Imre Nagy conservaron puestos llaves al poder político y en el seno del partido dirigente que fue reorganizado». (Partido del Trabajo de Albania; Historia del Partido del Trabajo de Albania, 1980)

El PTA, que había advertido algunos meses anteriores contra la reacción que se iba reforzando en Hungría, condenaba por su parte firmemente a los autores de la contrarrevolución húngara:

«El Partido del Trabajo de Albania se solidarizó sin reserva alguna con los trabajadores revolucionarios húngaros y puso en pie al pueblo entero para ir en su ayuda con todos los medios. A través de «Zëri i Popullit», el partido declaraba: «El pueblo albanés condena con odio los actos sangrientos de los imperialistas y de los contrarrevolucionarios fascistas que tienen por fin separar a Hungría del campo del socialismo, derrocar el poder de los obreros y de los campesinos e instaurar la feroz dictadura del capital». (Editorial de «Zëri i Popullit»; 30 de octubre de 1956)  El gobierno de la República Popular de Albania, en una declaración especial, dirigía este llamamiento: «En las circunstancias actuales, las conquistas socialistas del pueblo húngaro, alcanzadas durante el curso de estos años, deben defenderse con firmeza». (Declaración del Gobierno de la República de Albania; 3 de noviembre de 1956. «Zëri i Popullit», 4 de noviembre de 1956) (Partido del Trabajo de Albania; Historia del Partido del Trabajo de Albania, 1980)

El Partido del Trabajo de Albania y el pueblo albanés saludaron con gran alegría la victoria del pueblo húngaro como una victoria de todos los países socialistas, de todos los pueblos amantes de la libertad. Al analizar este triste acontecimiento, el Partido del Trabajo de Albania –a diferencia de la dirección soviética y de la nueva dirección húngara que culpaban de la contrarrevolución a los llamados «dogmáticos» y a la «antigua dirección húngara»– señalaba a los verdaderos y culpables: los revisionistas, y se les criticaba por:

«Los «cambios sucesivos y súbitos en la dirección de Hungría que dejaron de hecho al partido y al Estado sin su Estado mayor dirigente, y sin una dirección fuerte y fiel» (Editorial de «Zëri i Popullit»; 5 de noviembre de 1956) El Partido del Trabajo de Albania sacó de los acontecimientos de Hungría importantes lecciones para su propia actividad en el plano nacional e internacional: «La tragedia del pueblo húngaro –declaraba el camarada Enver Hoxha inmediatamente después del fracaso de la contrarrevolución– será sin duda alguna una gran lección para todas las gentes honradas del mundo, será una lección para todos aquellos que se duermen sobre sus laureles y que frente a las frases de los imperialistas y de la reacción, frente a las consignas demagógicas, relajan la vigilancia y la sustituyen con una actitud oportunista y con una peligrosa blandenguería. El partido y el pueblo albanés nunca han dado un paso en falso ni lo darán, y no se dejarán engañar por las consignas del «socialismo popular», del «socialismo revolucionario» o las consignas de una cierta «democracia» que se asemeja a todo menos a la democracia proletaria. Por tanto, hoy más que nunca, a nuestro partido se le plantea la tarea de fortalecer su lucha de principios para preservar la pureza de la teoría marxista-leninista, para fortalecer sus filas en el plano ideológico y organizativo, para robustecer la solidaridad internacional de los trabajadores, y considera necesaria la lucha en defensa de los principios marxista-leninistas, para consolidar sus filas en lo ideológico y organizativo, para fortalecer la solidaridad internacional trabajadores, porque considera que la lucha por la defensa de los principios del marxismo-leninismo, la lucha sobre la base de estos principios es la única lucha justa». (Enver Hoxha; Discurso en la sesión solemne del 8 de noviembre de 1956. «Zëri i Popullit» 9 de noviembre de 1956) (Partido del Trabajo de Albania; Historia del Partido del Trabajo de Albania, 1980)

El Partido Comunista de China (PCCh) y los otros partidos comunistas también condenaron la contrarrevolución en Hungría. Sin embargo, Mao Zedong no lo hizo sin culpar de esto al camarada Stalin, muerto hace tres años. El propio Ludo Martens lo reconoce así:

«Mao Zedong retoma también las tesis de János Kádár y los revisionistas «moderados» en Hungría quienes «explicaban» la contrarrevolución de 1956 por los «graves errores» cometidos por el stalinista Mátyás Rákosi. Kádár no se distanció de Nagy más que en el momento en el que este hizo una alianza con los insurgentes de extrema derecha y fascistas». (Ludo Martens; Sobre algunos aspectos de la lucha contra el revisionismo, 1995)

Y cita con pruebas palpables:

«Los errores cometidos por Stalin han suscitado un serio descontento en los pueblos de ciertos países de Europa Oriental». (Renmin Ribao; Sobre la experiencia histórica de la dictadura del proletariado, 5 de abril de 1956)

Se desprende de estas posiciones que Mao Zedong, después de la reconciliación con Tito de Jruschov, después de la denuncia ruidosa de Stalin, y después del primer choque contrarrevolucionario operado bajo la bandera del antistalinismo, no parece tener en cuenta todavía el camino abierto por las teorías revisionistas del XXº Congreso del PCUS. Incluso embelleció la orientación revisionista del Partido Comunista de la Unión Soviética en la Conferencia de Moscú de noviembre de 1957. Así, en la conferencia de Moscú cuando los dos grandes revisionistas: Gomułka y Togliatti intentaron profundizar en la orientación revisionista desafiando el liderazgo soviético, Mao Zedong pronunció las siguientes palabras que Enver Hoxha relata:

«Mao Zedong desde su asiento iba soltando argumentos sobre esta polémica: «Nuestro campo –dijo Mao Zedong– debe tener una cabeza porque también la serpiente tiene una cabeza, también el imperialismo tiene una cabeza. Yo no aprobaría –continuó Mao Zedong– que China fuese consideraba como cabeza del campo, porque nosotros no merecemos este honor, no podemos desempeñar este papel, somos todavía pobres. No poseemos ni un cuarto de satélite, mientras que la Unión Soviética tiene dos. Luego, la Unión Soviética merece ser esta cabeza, ya que nos trata bien. Vean con que libertad estamos hablando. Si hubiera sido con Stalin hubiéramos tenido dificultades para hablar de este modo. Cuando me he encontrado con Stalin, me sentía ante él como el alumno ante el maestro, mientras que con el camarada Jruschov hablamos libremente, entre iguales». Y como si eso no fuera suficiente, añadió en su estilo peculiar: «Con la crítica del culto a la personalidad, tenemos la impresión de habernos librado de un pesado techo, que nos oprimía y nos impedía comprender correctamente muchas cuestiones. ¿Quién nos ha librado de este techo, quién nos ha ayudado a todos nosotros a comprender de manera correcta el culto a la personalidad?» Preguntó el filósofo haciendo una pequeña pausa, se dio enseguida la respuesta: «El camarada Jruschov, y nosotros se lo agradecemos». Así defendió el «marxista» Mao Zedong las tesis «con la Unión Soviética a la cabeza», así defendió también a Jruschov. Pero al mismo tiempo como buen equilibrista, para no indignar a Gomułka que era opuesto a las tesis de Mao Zedong añadió: ¡Gomułka es un buen camarada, debemos apoyarle y confiar en él!». (Enver Hoxha; Los jruschovistas, memorias, 1980)

[La opinión favorable de Mao Zedong sobre el revisionista Gomułka, quién fue el verdugo político de la obra del marxista-leninista Bierut, no son imaginaciones del albanés Enver Hoxha, ni invenciones maquinadas para sus memorias: «Los jruschovistas» de 1980. Este aprecio de Mao Zedong por el revisionista polaco fue confirmado por los propios documentos chinos:

«Ayer, el discurso de Gomułka me gustó. Dijo que admitir que la Unión Soviética es nuestra cabeza es admitir la verdad, no es algo inventado por el hombre sino productor del desarrollo histórico. Pero en su país todavía hay algunas personas que por el momento se resisten a esa descripción y otras que prefieren usar expresiones como «el primer y más poderoso poder socialista». En su país existe ese tipo de contradicción: los elementos progresistas todavía no son capaces de reconciliarse con una cantidad importante de gente. Todavía tienen que trabajar en eso. Creo que el camarada Gomułka es una buena persona. El camarada Jruschov me ha dicho en dos oportunidades que se puede confiar en el camarada Gomułka. Espero que nosotros –Polonia, la Unión Soviética, China y el resto de países– podamos unirnos completamente y mejoremos gradualmente nuestras relaciones». (Mao Zedong; Discursos en la Reunión de los Partidos Comunista y Obreros en Moscú 1957) - Anotación de Bitácora (M-L)]

Hay que subrayar que el «camarada Gomułka», como le llama Mao Zedong, había sido condenado como partidario de un socialismo «específico» de influencia titoista en 1948 y excluido del Partido Obrero Unificado Polaco –POUP– en 1949. Es sólo después del XXº congreso del PCUS de 1956 que reaparecerá en la escena política polaca. Mao Zedong, además de que también no puede abstenerse de subrayar los «progresos» que representa Jruschov con relación a Stalin, da prueba de un espíritu muy marcado de conciliación frente a los grandes revisionistas, hasta afirmar que:

«Hay personas –dijo– que son marxistas al cien por cien, las hay al ochenta por ciento, al setenta por cierto, al cincuenta por cierto, incluso hay de aquéllas que sólo pueden ser marxistas al diez por ciento. También los que sólo son un diez por ciento marxistas debemos conversar, pues siempre vamos a obtener algo positivo». (Enver Hoxha; Los jruschovistas, memorias, 1980)

[En cuanto a las frases de Mao Zedong sobre los marxistas y «semimarxistas» calificados en porcentajes, donde abogaba por un partido unido donde se incluyeran los marxistas y los «semimarxistas»:

«A ellos les parece que, una vez dentro del partido comunista, todos han de ser marxistas en el 100 por ciento. En realidad, hay marxistas de diversos tipos: marxistas en un 100 por ciento, marxistas en un 90 por ciento, marxistas en un 80 por ciento, marxistas en un 70 por ciento, marxistas en un 60 por ciento, marxistas en un 50 por ciento, e incluso marxistas con sólo un 10 por ciento. ¿No podemos conversar entre dos o varias personas en un cuarto? ¿No podemos celebrar negociaciones partiendo del deseo de unidad y con un espíritu de ayuda? Claro que no se tratan de negociaciones con el imperialismo –con éste también necesitamos celebrar negociaciones–, sino de negociaciones internas entre comunistas». (Mao Zedong; Discursos en la Reunión de los Partidos Comunista y Obreros en Moscú 1957) - Anotación de Bitácora (M-L)]

Al espíritu de conciliación, se añade aquí un subjetivismo muy fuerte a un diseño no dialéctico del marxismo: el «grado de marxismo» se presenta por esta fórmula como un cambio simple y cuantitativo. ¡El bono cualitativo –tal el reconocimiento de la dictadura del proletariado, la asimilación del materialismo histórico, etc.– está ausente de eso, como si el paso del revisionismo al marxismo-leninismo fuera un proceso gradual, lo que permite sobre justificar bien una alianza con «marxista» al diez por ciento que hasta sería un marxista!:

«Mao Zedong ha dicho que la obra de Stalin contiene un 30 por ciento de errores y un 70 por ciento de aciertos. ¡Gran maestro de la báscula! ¡Ha pesado la obra de Stalin con la misma precisión que pueden ser pesados los tomates en el campo!». (Enver Hoxha; Algunos juicios en torno al «decálogo» ballista de Mao Zedong; Reflexiones sobre China, Tomo II, 28 de diciembre de 1976)

[Las citas donde Mao Zedong concluye tal evaluación es la siguiente:

«El Comité Central considera que Stalin tiene un 30 por ciento de errores y un 70 por ciento de méritos». (Mao Zedong, Sobre diez grandes relaciones; Obras escogidas, Tomo V, 25 de abril de 1956)

Otra cita de Mao Zedong que básicamente expresa lo mismo es:

«Las flores que llevan la tapa de marxistas a veces no necesariamente lo son. Como Stalin, él fue un 70% marxista, un 30% no marxista. Él fue un 30% burgués, un 70% por ciento marxista. Este es un principio básico». (Mao Zedong; Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo (Notas del discurso), 27 de febrero, 1957) - Anotación de Bitácora (M-L)]

Siguiendo lógica de Mao Zedong que dijo sobre la obra de Stalin que contenía el 30% de errores y el 70% de méritos», tal apreciación que es repetida por otra parte por un tal Gonzalo para el que «sus méritos y sus errores son en un informe de siete a tres».  Si observamos también la entrevista de Abimael Guzmán, más conocido como el «presidente Gonzalo» al periódico «El Diario», en 1988, veremos el mismo apoyo a la evaluación maoísta de Stalin.

Y teniendo en cuenta que las circunstancias en las cuales han sido pronunciadas estas palabras, estamos en derecho a preguntar a quién corresponden las cifras restantes: el 100%, el 80%, el 50% y el 10%. ¡Mao Zedong que ha calificado a Jruschov de «Lenin de nuestro tiempo», estamos pues en derecho atribuirle el 100%! ¿El 80% tienen que atribuir al «alumno» Mao Zedong, que fue el «alumno de Stalin»? ¿El 50% al gran revisionista de Władysław Gomułka, a Palmiro Togliatti y demás? ¿Y quizás el 10 % al lacayo declarado del imperialismo estadounidense, Tito?

Este espíritu de conciliación con el revisionismo es también ilustrado por el hecho que Chou En-lai fue el encargado por los soviéticos de negociar con los titoistas para que aceptaran participar en la conferencia de Moscú de noviembre de 1957, pero en vano: ya que los titoistas ponían condiciones inaceptables que habrían transformado esta conferencia un circo revisionista: los titoistas, en nombre de la política de distensión y de su buena relación con el oeste negaban que fuera hecha allí toda declaración contra el imperialismo y se oponían a toda denuncia del revisionismo y del oportunismo. Finalmente, en esta conferencia, la memoria reciente de los acontecimientos de Hungría hicieron que el Partido Comunista de China defendiera a pesar de todo los principios fundamentales del marxismo-leninismo, de común acuerdo con el Partido del Trabajo de Albania y otros partidos hermanos, tuvieron como acuerdo y resultado que el grupo de Jruschov no llegó a imponer los diseños del XXº Congreso del PCUS como línea general para el Movimiento Comunista Internacional. El oportunismo y el revisionismo quedaron definidos como los principales peligros:

«Los revisionistas yugoslavos definieron abiertamente la declaración de la Conferencia: «como una negación del XXº Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética», como «un paso atrás», como «un retorno al stalinismo». Desataron un frenético ataque contra su contenido revolucionario y no tardaron en contraponerle su «programa» antimarxista que publicaron en 1958 presentándolo como «un manifiesto internacional». (Partido del Trabajo de Albania; Historia del Partido del Trabajo de Albania, 1980)

El Partido del Trabajo de Albania seguía con inquietud la propagación del revisionismo, consciente de que constituía un gran peligro para el Campo Socialista y el Movimiento Comunista Internacional. Consideraba la lucha contra el revisionismo como una de sus más importantes tareas. La proclamación del programa de la Liga de los Comunistas de Yugoslavia le dio al partido una posibilidad para atacar al revisionismo internacional en todas las direcciones de su actividad y de su ideología antimarxista. Denunciando el programa yugoslavo como un cúmulo de podridas teorías de Proudhon, Bernstein, Kautsky, Trotski, Bujarin y otros, camufladas con un nuevo ropaje, el partido lanzó la consigna:

«Lucha sin compromiso para desenmascarar y destruir teórica y políticamente el revisionismo contemporáneo». («Zëri i Popullit»; Declaración del Pleno del Comité Central del Partido del Trabajo de Albania, 20 de junio de 1958. Publicado en «Zëri i Popullit» el 22 de junio de 1958)

Haciendo referencia indirectamente a la actitud oportunista de Jruschov y de otros revisionistas en diferentes partidos comunistas y obreros, el Partido del Trabajo de Albania subrayaba:

«El papel que desempeña el revisionismo yugoslavo al servicio del imperialismo, deja de verlo sólo el que deliberadamente cierra los ojos». («Zëri i Popullit»; El revisionismo moderno debe combatirse sin piedad hasta su aniquilación total teórica y política, 22 de junio de 1958)

5. La liquidación del grupo «antipartido» de Mólotov, Kaganóvich, y Malenkov

Así podríamos decir que comenzó este «incidente»:

«En junio de 1957, el Presídium del Comité Central del PCUS retiró a Jruschov sus deberes como primer secretario del partido y lo envió de vuelta a su posición anterior como ministro de Agricultura. Jruschov se negó a retirarse y llamó a un Pleno del Comité Central para resolver el debate. Pero, al mismo tiempo, esta reunión se llevó a cabo con la ayuda del mariscal Zhúkov, que rodeó al Kremlin por unidades militares. Impuso así por la fuerza los votos del Comité Central a favor de su propia orientación revisionista. Por lo tanto, pudo obtener la destitución de Mólotov, Malenkov, Kaganóvich, Bulganin y Shepílov quienes caerían poco después en desgracia». (Gilbert Mury; Enver Hoxha contra el revisionismo, 1972)

Es este evento sin precedentes el que marcó la victoria final del jruschovismo en la Unión Soviética. El grupo «antipartido» fue acusado de conspirar para derrocar a Jruschov:

«A la muerte de Stalin, eran ya diez en el Presídium: Malenkov, Beria, Jruschov, Mikoyán, Mólotov, Kaganóvich, Voroshílov, Bulganin, Saburov y Pervukhin». (Roy Medvedev y Zhores; Los años de Jruschov en el poder, 1977) Después de la eliminación de Beria, Mikoyán afirmó en 1956 que el Presídium constituía un «colectivo dirigente estrechamente unido». (Mikoyán; El discurso del XXº Congreso, 1956) Pero al año siguiente, Jruschov y Mikoyán hicieron virar a los otros, con el argumento de que «estos renegados querían resucitar la penosa época en que dominaban los métodos y las desviaciones viciosas, resultado del culto a la personalidad». (Kozlov; Informe del XXIIº Congreso, en: Hacia Informes comunismo, ediciones en lenguas extranjeras, Moscú, 1961) Esta eliminación de la mayoría de los marxistas-leninistas del Presídium fue posible gracias a la intervención del Ejército y particularmente de Zhúkov y de los secretarios regionales que vinieron en socorro de Jruschov, puesto en minoría. Las vacilaciones, la poca perspicacia política, el espíritu de conciliación de Mólotov, Malenkov y Kaganóvich causaron su derrota». (Ludo Martens; Otra mirada a Stalin, 1994)

¿Cuáles fueron las posiciones adoptadas por el Partido Comunista de China y el Partido del Trabajo de Albania frente a destitución de la mayoría de los miembros del Comité Central del PCUS? Tenemos un ejemplo ofrecido en la Conferencia de Moscú que se efectuó en 1957:

«Por lo tanto, según Mao, todos los partidos comunistas marxista-leninistas del mundo, en la época de Stalin, se veían obligados a apoyar a la Unión Soviética y su línea, estaban al servicio del Partido Bolchevique y no se sentían partidos marxista-leninistas independientes. Esto fue afirmado por el propio Mao Zedong en la Conferencia de Moscú de 1957. Además, en esta conferencia Mao Zedong planteó la cuestión de que «todos nosotros, partidos comunistas y obreros del mundo, es decir, el Campo Socialista, debemos tener una cabeza, y esta cabeza debe ser la Unión Soviética». Mientras Mao Zedong exponía y defendía esta tesis en la Conferencia de Moscú, Jruschov simulaba no desear tal cosa. Debemos reconocer que al igual que otros, también nosotros sostuvimos esta tesis. Pero el camarada Mao Zedong, con toda su gran autoridad, añadió otra cosa, a saber, que «Jruschov es un marxista-leninista destacado, un gran dirigente de la Unión Soviética», que «con Jruschov se puede conversar e ir hacia adelante», en cambio con Stalin había que permanecer en posición de firmes, quería decir él. Igualmente, Mao Zedong, como le hemos oído nosotros mismos, respaldó de forma abierta a Jruschov cuando liquidó al llamado grupo antipartido de Molotov y sus camaradas. Todos estos hechos demuestran pues que Mao Zedong ha estado completamente con la línea revisionista y las acciones putschistas, denigrantes y complotadoras contra el Partido Comunista de la Unión Soviética, contra Stalin y contra la Unión Soviética. Nuestro Partido no ha estado en estas posiciones de Mao Zedong y del Partido Comunista de China. Después de la muerte de Stalin, pensábamos que cualquier otro accedería a la cabeza del partido, y entre paréntesis podemos decir que pensábamos en Molotov». (Enver Hoxha; Los revisionistas chinos atacan por la espalda al Partido del Trabajo de Albania; Reflexiones sobre China, Tomo II, 8 de enero de 1977)

[Lo mismo se debe decir de las memorias de Enver Hoxha llamadas: «Reflexiones sobre China» que cubren sus reflexiones de 1962 a 1972 publicadas finalmente en 1979. En este caso la reflexión de Hoxha de 1977 sobre la posición china en la Conferencia de Moscú de 1956 no dice nada que no se haya recogido en los documentos internos chinos:

«Apoyo la solución del Comité Central del PCUS en relación con la cuestión de Mólotov. Esa fue una lucha de contrarios. Los hechos prueban que no se pudo alcanzar la unidad y que los lados se excluían mutuamente. La camarilla de Mólotov aprovechó la oportunidad para atacar cuando el camarada Jruschov no se encontraba en el extranjero. (...) Esto demuestra que la línea representada por el camarada Jruschov es la más correcta y que la oposición a esta línea es incorrecta». (Mao Zedong; Discursos en la Reunión de los Partidos Comunista y Obreros en Moscú 1957) - Anotación de Bitácora (M-L)]

Es cierto que era difícil para los partidos comunistas extranjeros condenar el putsch de Jruschov, ya sea por falta de informaciones, o por el hecho de que esto habría podido estar considerado como una injerencia en los asuntos interiores del PCUS, ¿pero era normal por parte de Mao Zedong que apoyara este acto que infringía los estatutos de todo partido de tipo leninista? Está claro que no. Queda de esto que de 1955 a 1957, el Partido Comunista de China, o bien se suscribió conscientemente a las tesis revisionistas de los titoistas y de los jruschovistas, o bien dio prueba de una ceguera continúa, pero lo que es objetivamente irrefutable, es que ayudó en ambos casos a Jruschov a consolidar sus posiciones contra los marxista-leninistas soviéticos.

6. La conferencia de Moscú de 1960

El año 1960 marca un punto de inflexión en la lucha contra el revisionismo, gracias a la polémica abierta entra el Partido Comunista de la Unión Soviética, de una parte, y el Partido Comunista de China y el Partido del Trabajo de Albania de otra parte. En su obra: «Los jruschovistas» de 1980, Enver Hoxha nos reproduce una conversación que tuvo con Anastás Mikoyán en febrero 1960, en el momento de una visita en Moscú, donde había estado al tanto de las diferencias que surgieron entre los dirigentes soviéticos y  los dirigentes chinos:

«Él [Mikoyán] hilvanó su exposición de tal manera que pudiéramos creer que se mantenían en posiciones de principio leninistas y combatían las desviaciones de la dirección china. Mikoyán utilizó entre otros argumentos algunas tesis de los chinos que, a decir verdad, tampoco nos parecían exactas desde el punto de vista de la ideología marxista-leninista. Así Mikoyán mencionó la teoría pluralista de las «cien flores», la cuestión del culto a Mao Zedong, del «gran salto adelante», etc. Ciertamente también nosotros teníamos nuestras reservas al respecto, en la medida en que podíamos conocer en aquel entonces la actividad y la práctica concretas del Partido Comunista de China. «Nosotros –le dijimos a Mikoyán–, tenemos el marxismo-leninismo y no necesitamos ninguna otra teoría, y en cuanto a las «cien flores», ni hemos aceptado este punto de vista ni lo hemos mencionado jamás». Nos abstuvimos de pronunciarnos sobre los problemas que había planteado y, después de haberle escuchado hasta el final le dije: «Los grandes desacuerdos surgidos entre ustedes y el Partido Comunista de China son cosas muy serias y no comprendemos por qué se han dejado agravar. No es el momento ni el lugar para discutirlos. Pensamos que deben ser solucionados entre sus partidos». «Es lo que haremos –me dijo Mikoyán–». Y al final, en el momento que íbamos a separarnos nos rogó: «Estas cuestiones que acabo de plantear no las comenten con nadie, ni siquiera con los miembros del Buró político». En este encuentro pudimos comprender que sus desacuerdos y contradicciones estaban a saltar y era bastante serio. Conociendo ya tanto a Jruschov como a Mikoyán, estábamos convencidos de que éstos, en sus acusaciones contra el partido chino, no partían de posiciones de principio. Sus divergencias, como después se pudo ver de modo más claro, eran por una seria de cuestiones de principio, sobre las cuales, en aquella época, los chinos parecían tener correctas posiciones. Tanto en los discursos oficiales de los dirigentes chinos, como en sus artículos publicados, especialmente en uno que llevaba el título «Viva el leninismo», el partido chino traba los problemas correctamente sobre el plano teórico, y se oponía a los jruschovistas. Era precisamente lo que a éstos les picaba y de aquí que quisieran prevenir el mal. (...) Como ya he señalado anteriormente, habíamos tenido nuestras reservas en torno a algunos puntos de vista expresados ya fuese por Mao Zedong o por otros dirigentes chinos, teníamos reservas hacía el VIIIº Congreso del Partido Comunista de China, pero después de 1957 parecía que en este partido se había dado un viraje positivo y superado los anteriores errores oportunistas. Todo partido puede cometer errores, mas éstos pueden ser corregidos y cuando lo son, el partido se refuerza y su labor marcha adelante. En China ya no se hablaba del VIIIº Congreso, se había denunciado los puntos de vista de derecha de Ping Teng-jua, se había abandonado las «cien flores». En las declaraciones oficiales atacaban abiertamente al revisionismo yugoslavo, defendían a Stalin, mantenían posiciones teóricamente correctas sobre la guerra y la paz, sobre la coexistencia pacífica, sobre la revolución, sobre la dictadura del proletariado. No es este el momento de analizar los móviles de los dirigentes chinos ni de explicar si sus actitudes en esa época tenían o no un carácter de principios –sobre esto he escrito en mi diario «Reflexiones sobre China»–, mas una cosa estaba clara: en aquel periodo el Partido Comunista de China aparecía como defensor del marxismo-leninismo». (Enver Hoxha; Los jruschovistas, memorias, 1980)

Con ocasión del VIIIº Congreso del Partido de los Trabajadores Rumanos en Bucarest, en junio de 1960, Jruschov sacó provecho de la presencia de las numerosas delegaciones extranjeras de partidos comunistas que habían sido invitadas a ella para distribuirles un documento que ponía en acusación al Partido Comunista de China respecto a pretendidos errores, con el fin de intentar que fuera condenado por el Movimiento Comunista Internacional. Pero el Partido del Trabajo de Albania se opuso firmemente a estas prácticas que contravenían las normas que regían las relaciones entre partidos comunistas. Tomó parte a favor del PCCh y, alegando el hecho de que ninguna decisión podía ser tomada sobre un examen unilateral que partía sólo de documentos de la parte soviética, el PTA pidió que esta cuestión fuera examinada por una conferencia internacional convocada para este fin.

Entre el encuentro de la conferencia de Bucarest de junio de 1960 y la conferencia de Moscú de noviembre de 1960, los jruschovistas usaron medios económicos de presión en vano para intentar hacer replegar las decisiones del PTA. Es en noviembre de 1960 como decimos, que finalmente esta conferencia se acogió en Moscú:

«La delegación china, como se vio, había llegado a la conferencia de Moscú de 1960 con la idea de que se podía calmar los ánimos e, inicialmente, habían preparado un documento en un tono conciliador y tolerante hacía las posiciones y actos de los jruschovistas. El discurso sería pronunciado por Deng Xiaoping. Como se veía, habían preparado una actitud de «dos o tres variantes». Esto nos pareció extraño después de los feroces ataques que se habían lanzado en Bucarest contra el Partido Comunista de China y contra Mao Zedong. Pero cuando los jruschovistas actuaron incluso recurriendo a los duros ataques, como los que contenía el documento que distribuyeron antes de la conferencia, entonces los chinos se vieron obligados a cambiar totalmente el documento que habían preparado, a dejar a un lado su espíritu conciliador y a mantener una actitud que respondiese a los ataques de Jruschov. La conferencia se abrió en un ambiente de expectación. No sin objetivo, nos habían colocado cerca de la tribuna de los oradores para estar bajo el dedo acusador de los «procuradores» antimarxistas jruschovistas. Pero, opuestamente a sus deseos, nos convertimos nosotros en procuradores y en los acusadores de los renegados y traidores. Ellos estaban en el banquillo de los acusados. Nosotros mantuvimos la cabeza alta porque estábamos con el marxismo-leninismo. Jruschov apoyaba la cabeza bajo sus dos manos cuando recibía la «artillería» de nuestro partido». (Enver Hoxha; Los jruschovistas, memorias, 1980)

Damos sólo algunos extractos del áspero informe que fue presentado por el Partido del Trabajo de Albania en presencia de los 81 partidos comunistas y obreros presentes en esta conferencia. La integridad del informe se encuentra en la edición digital del libro  de Gilbert Mury: «Enver Hoxha contra el revisionismo» publicado en 1972. Denunciando las tesis manipuladoras jruschovistas de la «coexistencia pacífica» Enver Hoxha decía que:

«El Partido del Trabajo de Albania considera que el imperialismo y, en primer lugar el imperialismo estadounidense, no cambió de piel, ni de naturaleza. Es agresivo y así será si le queda sólo un diente en la boca. Es capaz de precipitar el mundo a una guerra. También, como lo subrayamos delante de la comisión de redacción, los pueblos deben reflexionar que no habrá garantía absoluta contra una guerra mundial en tanto que el socialismo no haya triunfado en el mundo entero, o por lo menos en la inmensa mayoría de los países del mundo. Los estadounidenses no esconden su juego: lejos de aceptar desarmarse, se intensifican sus preparativos de guerra. También debemos ser por ello vigilantes. No debemos hacerle al enemigo ninguna concesión que comprometa nuestros principios. No nos haremos ninguna ilusión sobre el imperialismo: creyendo mejorar la situación sólo la agravaríamos. No sólo el enemigo se arma y prepara para la guerra contra nosotros, sino que lleva también una propaganda desenfrenada para desorientar los justos espíritus. Gasta millones de dólares para mantener a agentes y espías, para organizar en nuestros países las actividades de espionaje, de sabotaje y de terror. El imperialismo estadounidense da sin cesar millones de dólares a la banda de traidores de Tito. Todas estas intrigas tienen por objeto debilitar nuestro frente interior, dividirnos, desguarnecer nuestras espaldas». (Enver Hoxha; Discurso pronunciado en nombre del Comité Central del Partido del Trabajo de Albania en la Conferencia de los 81 partidos comunistas y obreros celebrada en Moscú, 16 de noviembre de 1960)

Denunciando la vía peligrosa abierta por la tesis de la accesión al socialismo por la vía parlamentaria, Enver Hoxha aludía:

«¿Las masas lograrán este fin por la violencia o por la vía pacífica y parlamentaria? Esta cuestión era clara. El camarada Jruschov vino intentando confundirnos inútilmente en el XXº Congreso de PCUS, para la satisfacción más grande de los oportunistas. ¿Por qué había que deformar de este modo las tesis sin equívoco de Lenin y de la revolución socialista de octubre? El Partido del Trabajo de Albania considera siempre las enseñanzas de Lenin para esta cuestión como perfectamente claras y constantemente les fuimos fieles. Hasta ahora, ningún pueblo, ningún proletariado, ni un partido comunista obrero se apoderó del poder sin violencia y sin derramamiento de sangre. Ciertos compañeros –los checoslovacos pretendían haber realizado el paso pacífico al socialismo en febrero de 1948. Olvidaban solamente que las relaciones de las fuerzas militares estaban globalmente de modo favorable para Gottwald por la simple razón de que el ejército soviético ya había liberado Checoslovaquia al precio de ríos de sangre– se apartan de hecho de la realidad cuando pretenden que tomaron el poder por la vía pacífica. Olvidan que la gloriosa armada soviético pagó en ríos de sangre por y para ellos durante la Segunda Guerra mundial. Nuestro partido considera que en esta materia debemos prepararnos, y con cuidado, para ambas vías, pero sobre todo para la toma del poder por la violencia: ya que si nos preparamos bien en este sentido también la otra posibilidad tiene mayor probabilidad de éxito. La burguesía puede dejarte sermonear para luego dar un golpe fascista y liquidarte, y todo eso como resultado de no haber preparado ni los cuadros de choque, ni la labor clandestina, ni sitios donde guarecerse y trabajar, ni medios de combate. Debemos prevenir esta trágica eventualidad». (Enver Hoxha; Discurso pronunciado en nombre del Comité Central del Partido del Trabajo de Albania en la Conferencia de los 81 partidos comunistas y obreros celebrada en Moscú, 16 de noviembre de 1960)

Denunciando el pseudodesarme iniciado por Nikita Jruschov en convivencia con el imperialismo estadounidense, se argumentó:

«A nuestro parecer, semejante propuesta se opone a los intereses de nuestro campo. Que no se instalen más cohetes, ¿pero por quién y dónde? Todos los miembros de la OTAN incluyendo Italia, Alemania Occidental y Grecia están equipados con cohetes. Que no se conceda el secreto de la bomba atómica, ¿pero a quién? Lo tiene Inglaterra, lo tiene Francia y lo tiene también Alemania Occidental. Es obvio que tal propuesta de ser aceptada nos obligaría a nosotros los países de democracia popular a no instalar cohetes, o a algún otro país del Campo Socialista además de la Unión Soviética a no poseer la bomba atómica. Preguntamos, ¿por qué la China comunista no debe poseer la bomba atómica? Estimamos que debe tenerla, y cuando China cuente con la bomba y cohetes entonces veremos en qué términos se expresa el imperialismo estadounidense, veremos si continúa negándole a China sus derechos en la palestra internacional, veremos si los imperialistas estadounidenses se atreven a blandir las armas como lo han hecho hasta hoy. Se podrá preguntar si la posesión de la bomba atómica y la posibilidad de servirse de ella permitirían a China obtener esos derechos a pesar de los Estados Unidos. No, China no hará uso jamás de esta arma si no somos atacados por los que llevan en la sangre la agresión y la guerra. Si la Unión Soviética no poseyera la bomba, el imperialismo hablaría en otros términos con ella. Jamás seremos los primeros en emplear las armas nucleares, estamos en contra de la guerra, estamos dispuestos a destruirlas, pero necesitamos la bomba para defendernos. «El miedo guarda los viñedos», dice nuestro pueblo. Es necesario que los imperialistas nos teman, incluso es necesario que nos teman mucho». (Enver Hoxha; Discurso pronunciado en nombre del Comité Central del Partido del Trabajo de Albania en la Conferencia de los 81 partidos comunistas y obreros celebrada en Moscú, 16 de noviembre de 1960)

Advirtiendo sobre el peligro de escisión en el Movimiento Comunista Internacional y la injusta condena al Partido Comunista de China por los soviéticos se recordó:

«Queridos camaradas: La unidad del Movimiento Comunista y Obrero Internacional constituye el factor decisivo para la realización del noble objetivo que es el triunfo de la paz, la democracia, la independencia nacional, y el socialismo. Esta cuestión se subraya de manera particular tanto en la declaración de Moscú de 1957, como en el proyecto de declaración preparado para nuestra conferencia. En la declaración de la Conferencia Moscú de 1957 se afirma lo siguiente». (Enver Hoxha; Discurso pronunciado en nombre del Comité Central del Partido del Trabajo de Albania en la Conferencia de los 81 partidos comunistas y obreros celebrada en Moscú, 16 de noviembre de 1960)

Y cita:

«Los partidos comunistas y obreros asumen una responsabilidad histórica muy seria para los destinos del sistema socialista mundial y del Movimiento Comunista Internacional. Los partidos comunistas y obreros participantes en la conferencia declaran que fortalecerán sin cesar su unidad y colaboración camaraderil, en interés del continuo fortalecimiento de la unidad de la familia de los Estados socialistas, en interés del movimiento obrero internacional, de la causa de la paz y del socialismo». (Declaración de la Conferencia de Representantes de los Partidos Comunistas y Obreros de los Países Socialistas, Moscú, 1957)

Finaliza, pronosticando a donde podría conducir el sendero jruschovista para el Movimiento Comunista Internacional:

«Hay que señalar que, particularmente en los últimos tiempos, en el Movimiento Comunista Internacional y en las relaciones entre algunos partidos han surgido profundos desacuerdos ideológicos y políticos, cuya agravación puede solamente perjudicar a nuestra gran causa. Por eso, el Partido del Trabajo de Albania estima que, para avanzar unidos hacia nuevas victorias, debemos criticar los errores y las manifestaciones negativas revelados hasta ahora y rectificarlos. Queremos ahora detenernos en la cuestión de la Reunión de la Conferencia de Bucarest de 1960, en la cual, como se sabe, nuestro partido no expuso su opinión respecto a los desacuerdos que han surgido entre el Partido Comunista de la Unión Soviética y el Partido Comunista de China, reservándose desde entonces el derecho de hacerlo en esta conferencia de los representantes de los partidos comunistas y obreros». (Enver Hoxha; Discurso pronunciado en nombre del Comité Central del Partido del Trabajo de Albania en la Conferencia de los 81 partidos comunistas y obreros celebrada en Moscú, 16 de noviembre de 1960)

Y en ese punto se dirigió directamente a Jruschov y consortes:

«¿Si los camaradas soviéticos estaban convencidos de la justeza de su línea y su táctica, por qué no organizaron a tiempo tal reunión a fin de solucionar esos desacuerdos? ¿Acaso eran insignificantes las cuestiones que se planteaban, como por ejemplo la condena a I. V. Stalin, la importante cuestión de la contrarrevolución en Hungría, la de las formas de la toma del poder por vía pacífica o violenta, sin referirnos a muchas otras cuestiones igualmente muy importantes que surgieron posteriormente? ¡No! No eran insignificantes. Todos tenemos nuestros puntos de vista sobre estos problemas, porque a todos, como comunistas, nos interesan, y si todos nuestros partidos han asumido una responsabilidad ante sus pueblos, son responsables, también ante el comunismo internacional. Para poder condenar al Partido Comunista de China por culpas y pecados imaginarios, el camarada Jruschov y los demás dirigentes soviéticos estaban muy interesados en presentar estas cuestiones como si se tratara de desacuerdos entre China y el conjunto del Movimiento Comunista Internacional, pero cuando se trató de cuestiones como las referidas líneas arriba, fueron juzgadas y decididas exclusivamente por el camarada Jruschov y su círculo de camaradas, pensando que no era menester que se discutiera en forma colectiva en una reunión de representantes de todos los partidos, pese a ser importantes cuestiones de carácter internacional. Después de que estalló la contrarrevolución en Hungría, estuvieron en silencio en cuanto a las cuestiones generales que nos concernían». (Enver Hoxha; Discurso pronunciado en nombre del Comité Central del Partido del Trabajo de Albania en la Conferencia de los 81 partidos comunistas y obreros celebrada en Moscú, 16 de noviembre de 1960)

Recordando los recientes acontecimientos en Hungría, Enver Hoxha como en sus momentos más críticos, volvió a repetir las causas de tal suceso, y los fantasmas que se presentarían de no acatar tales lecciones:

«A nuestro juicio, la contrarrevolución en Hungría es principalmente obra de los titoistas. Los imperialistas estadounidenses tenían, en primer lugar, en Tito y en los renegados de Belgrado la mejor arma para socavar la democracia popular en Hungría. Después del viaje del camarada Jruschov a Belgrado en 1955, quedó desatendida la cuestión de la actividad de zapa de Tito. La contrarrevolución en Hungría no estalló inesperadamente, sino, podemos afirmar, que se preparó abiertamente, y nadie logrará convencernos de que esta contrarrevolución ha sido organizada en el mayor secreto. La contrarrevolución fue preparada por los agentes de la banda de Tito en colaboración con el traidor Imre Nagy y los fascistas húngaros, quienes, en conjunto, actuaban abiertamente bajo la dirección de los estadounidenses. Los titoistas, principales organizadores de la contrarrevolución húngara, proyectaban que Hungría se separará de nuestro Campo Socialista, se transformará en una segunda Yugoslavia, se aliará con la OTAN por intermedio de Yugoslavia, Grecia, y Turquía, recibirá ayuda de los Estados Unidos y proseguirá la lucha de acuerdo con Yugoslavia bajo la dirección del imperialismo contra el Campo Socialista. Los contrarrevolucionarios actuaban abiertamente en Hungría. ¿Cómo es que su actividad no fue detectada por nadie? No logramos concebir que en una democracia hermana como Hungría, donde el partido comunista estaba en el poder y disponía de las armas de la dictadura del proletariado, y donde estaban acantonadas tropas soviéticas, Tito y las bandas horthystas hayan podido obrar tan libremente como lo hicieron. Consideramos que la actitud del camarada Jruschov y de los demás camaradas soviéticos con respecto a Hungría no ha sido clara, ya que sus puntos de vista completamente erróneos sobre la banda de Belgrado les impedían tener una justa visión sobre esta cuestión. Los camaradas soviéticos tenían confianza en Imre Nagy, hombre ligado a Tito. Y lo que decimos no es vano e infundado. Antes de que estallara la contrarrevolución, y cuando la caldera bullía en el club «Petófi», yo estaba de paso en Moscú y en el curso de una entrevista con el camarada Súslov le comuniqué lo que había visto en Budapest, le aclaré también que el revisionista Imre Nagy estaba levantando cabeza y organizaba la contrarrevolución en el club «Petófi». El camarada Súslov refutó categóricamente mi punto de vista y para probarme las buenas intenciones de Imre Nagy, sacó de su cartera «la autocrítica con tinta fresca de Imre Nagy». Sin embargo, reiteré al camarada Súslov que Imre Nagy era un traidor». (Enver Hoxha; Discurso pronunciado en nombre del Comité Central del Partido del Trabajo de Albania en la Conferencia de los 81 partidos comunistas y obreros celebrada en Moscú, 16 de noviembre de 1960)

Y por último, denunciando el ataque de Jruschov contra la obra de Stalin, Enver Hoxha pone en juicio la validez del XXº Congreso del PCUS y el «informe secreto» de Jruschov:

«En nuestra opinión, el XXº Congreso del PCUS y, en particular, el informe secreto del camarada Jruschov, no plantearon la cuestión del camarada Stalin de una manera correcta y objetiva, con espíritu marxista-leninista. En este sentido, Stalin era severamente e injustamente condenado por el camarada Jruschov y el XXº Congreso del PCUS. El camarada Stalin y su actividad no pertenecen solamente al Partido Comunista de la Unión Soviética y al pueblo soviético, sino a todos nosotros. Igual que el camarada Jruschov planteó en Bucarest que las divergencias existentes no son entre el Partido Comunista de la Unión Soviética y el Partido Comunista de China, sino entre el Partido Comunista de China y el comunismo internacional, de la manera que se complace en decir que las resoluciones de los XXº y XXIº Congresos del PCUS fueron adoptadas por todos los partidos comunistas y obreros del mundo, así, de la misma forma, debió mostrarse más generoso y consecuente en juzgar los actos de Stalin para que aquellas decisiones fueran adoptadas conscientemente por los partidos comunistas y obreros del mundo entero. No puede haber dos balanzas y dos medidas para estas cuestiones. ¿Por qué el camarada Stalin fue condenado en el XXº Congreso del PCUS sin que los otros partidos comunistas y obreros del mundo fueran consultados previamente? ¿Por qué ante los partidos comunistas y obreros del mundo se lanzó súbitamente el «anatema» contra Stalin, y muchos partidos hermanos se enteraron de esto solo cuando el imperialismo hizo imprimir en gran cantidad el informe secreto del camarada Jruschov?». (Enver Hoxha; Discurso pronunciado en nombre del Comité Central del Partido del Trabajo de Albania en la Conferencia de los 81 partidos comunistas y obreros celebrada en Moscú, 16 de noviembre de 1960)

[Notorio es, como se recuerda que la condena a Stalin no fue consultada entre los diferentes partidos comunistas, sino impuesta por el PCUS de Jruschov al resto de partidos: - Anotación de Bitácora (M-L)]

«Al mundo comunista y al mundo progresista se le impuso –por el camarada Jruschov– la condena del camarada Stalin. ¿Qué podían hacer nuestros partidos en estas condiciones, cuando súbitamente, empleando la gran autoridad de la Unión Soviética, se les imponía así, en bloque, semejante cuestión? El Partido del Trabajo de Albania se encontraba ante un gran dilema. No estaba, como por lo demás no estará jamás, convencido de la razón por la que se condenó al camarada Stalin de la manera y en la forma como lo hizo el camarada Jruschov. Si, en general, nuestro partido si bien se quiso suscribir globalmente a las formulaciones del XXº Congreso del PCUS sobre esta cuestión, no se ajustó estrictamente a las limitaciones fijadas por el, ni cedió frente a los chantajes e intimidaciones que se le hacían desde el exterior. El Partido del Trabajo de Albania se mostraba realista sobre la cuestión de Stalin, se mostraba justo y agradecido con este glorioso marxista a quien, mientras vivió, nadie tuvo la «valentía» de criticar y a quien, después de muerto se le cubre de barro. Así se ha creado una situación intolerable». (Enver Hoxha; Discurso pronunciado en nombre del Comité Central del Partido del Trabajo de Albania en la Conferencia de los 81 partidos comunistas y obreros celebrada en Moscú, 16 de noviembre de 1960)

[Enver Hoxha hizo un pequeño recordatorio de lo que significaba para la propia Unión Soviética, y para todo el que se considere marxista-leninista, condenar a Stalin: - Anotación de Bitácora (M-L)]

«De tal modo que en toda una época gloriosa de la Unión Soviética, cuando fue erigido el primer Estado socialista en el mundo, fortaleciéndose la Unión Soviética, venciendo con éxito los complots imperialistas, aplastando a los trotskistas, los bujarinistas y los kulaks como clase; cuando se logró levantar la industria pesada y triunfó la colectivización, en unas palabras, toda una época en que la Unión Soviética se convirtió en una gran potencia, en la que se edificó triunfalmente el socialismo, en la que se luchó con legendario heroísmo en la Segunda Guerra Mundial venciendo al fascismo, en una época en que fue creado el poderoso Campo Socialista, etc. Así pues en toda esa gloriosa época de la Unión Soviética se niega el papel dirigente de I. V. Stalin. El Partido del Trabajo de Albania considera que no es justo, normal ni marxista que el nombre y la gran obra de Stalin sean borrados de toda esa época como se está haciendo. La obra inmortal de Stalin nos incumbe a todos defenderla. Quien no la defiende es un oportunista y un cobarde. El camarada Stalin, por su papel personal y como dirigente del Partido Comunista Bolchevique, fue al mismo tiempo el más eminente guía del comunismo internacional después de la muerte de Lenin; influyó positivamente y con gran autoridad en la consolidación y el desarrollo de las conquistas del comunismo en el mundo entero. Todas las obras teóricas del camarada Stalin son un vivo testimonio de su fidelidad a su maestro genial el gran Lenin, y al leninismo. Stalin luchó por los derechos de la clase obrera y de los trabajadores del mundo entero, luchó consecuentemente y hasta el fin por la libertad de nuestros países de democracia popular. Viéndolo desde este punto de vista, Stalin pertenece a todo el mundo comunista y no solamente a los comunistas soviéticos, pertenece a todos los trabajadores del mundo y no sólo a los trabajadores soviéticos. Si el camarada Jruschov y los camaradas soviéticos hubiesen enfocado la cuestión con este espíritu, los graves errores cometidos se hubieran evitado. Pero ellos consideraron de manera superficial la cuestión de Stalin, y únicamente según el punto de vista interno de la Unión Soviética. Más, a juicio del Partido del Trabajo de Albania, incluso desde este punto de vista han valorado unilateralmente la cuestión, han visto solamente sus errores pasando por alto casi toda su inmensa actividad, su gran contribución al fortalecimiento de la Unión Soviética, al temple del Partido Comunista de la Unión Soviética, a la edificación de la economía, de la industria y de la agricultura koljosiana, y a la dirección del pueblo soviético hacia la gran victoria sobre el fascismo alemán». (Enver Hoxha; Discurso pronunciado en nombre del Comité Central del Partido del Trabajo de Albania en la Conferencia de los 81 partidos comunistas y obreros celebrada en Moscú, 16 de noviembre de 1960)

[El albanés aclara esta cuestión comentando que el meollo de la cuestión está en la unilateralidad y subjetivismo de la evaluación de Jruschov sobre Stalin: - Anotación de Bitácora (M-L)]

«¿Ha tenido errores Stalin? Es inevitable que en un período tan largo lleno de heroísmo, esfuerzos, luchas y victorias, hubiera también errores, no solamente personales de Stalin, sino también de la dirección soviética como órgano colectivo. ¿Qué partido, qué dirigente puede considerarse exento de errores en su trabajo? Cuando se dirigen críticas a la actual dirección soviética, los camaradas soviéticos nos aconsejan que miremos adelante, que dejemos a un lado la polémica, pero cuando se trató de Stalin, lejos de mirar adelante, miraron hacia atrás, muy atrás, para rebuscar solamente en los puntos débiles del trabajo de Stalin. Desde luego, había que superar el culto a la personalidad de Stalin. ¿Pero, acaso se puede decir, como se dijo, que Stalin era el artífice mismo de ese culto a la personalidad? El culto a la personalidad debía ser superado indiscutiblemente. ¿Pero era acaso necesario y justo que se llegara al extremo de que quien mencionaba el nombre de Stalin era señalado inmediatamente con el dedo y quien citaba a Stalin era mirado con malos ojos? Algunos destruyeron con rapidez y diligencia las estatuas de Stalin y cambiaron los nombres de las ciudades bautizadas con el de Stalin. ¿Pero por qué ir tan lejos? En Bucarest, el camarada Jruschov se dirigió a los camaradas chinos diciéndoles: «Se agarran ustedes a un caballo muerto, si quieren, vengan a llevarse también sus huesos». Todo esto lo decía refiriéndose a Stalin. El Partido del Trabajo de Albania declara solemnemente que se opone a estos actos y a estas apreciaciones sobre la obra y la persona de Iósif Stalin». (Enver Hoxha; Discurso pronunciado en nombre del Comité Central del Partido del Trabajo de Albania en la Conferencia de los 81 partidos comunistas y obreros celebrada en Moscú, 16 de noviembre de 1960)

Las intervenciones del PTA y del PCCh en la Conferencia de Moscú obligaron a los revisionistas a retirarse y dejaron clara la existencia de dos líneas opuestas:

«Al aprobar la actitud de su delegación en la Conferencia de Moscú y tomándola como ejemplo, el Partido del Trabajo de Albania apreciaba también la firme lucha revolucionaria de principios llevada por la delegación del Partido Comunista de China como una contribución decisiva a la victoria lograda por el marxismo-leninismo sobre el revisionismo en esta Conferencia. La lucha sostenida en común y los puntos de vista revolucionarios idénticos sobre los grandes problemas de principios del Movimiento Comunista Internacional fortalecieron los lazos y la cooperación entre los dos partidos». (Partido del Trabajo de Albania; Historia del Partido del Trabajo de Albania, 1980)

7. Después de Moscú

Después de la Conferencia de Moscú de noviembre de 1960, los jruschovistas ejercieron presiones económicas y políticas sobre el Partido del Trabajo de Albania esperando así, llegar a que el resto de miembros decidiera destituir a Enver Hoxha de su puesto de Secretariado General del partido en el momento en que se celebrara el IVº Congreso del PTA, que finalmente se acogió en Tirana en febrero de 1961. Pero la fuerte cohesión de las filas del Partido del Trabajo de Albania hizo fracasar las maniobras de Jruschov:

«Señalando el peligro que representaban las tentativas de los revisionistas para aniquilar la dictadura del proletariado, el IVº Congreso del PTA subrayaba: «Para los partidos marxista-leninistas está claro como el día que no solamente la liquidación del Estado socialista, sino también el menor debilitamiento de los órganos de la dictadura del proletariado, su liberalización, representarían un suicidio para nuestros países socialistas. Eso lo ha confirmado muy bien la amarga experiencia de la contrarrevolución en Hungría». (Enver Hoxha; Informe al IVº Congreso del PTA, 1961) En condiciones de una febril actividad antisocialista contrarrevolucionaria y escisionista de los revisionistas, el Partido del Trabajo de Albania consideraba como una tarea muy importante de los partidos comunistas y obreros y de los Estados socialistas la salvaguardia y el fortalecimiento de la unidad del Campo Socialista y del Movimiento Comunista Internacional: «Nuestro partido y nuestro gobierno siempre han levantado muy en alto la bandera de la unidad, han estado prestos, están y lo estarán siempre, para afrontar todas las dificultades y cumplir hasta el fin su tarea internacionalista. (...) Nuestro partido, tomando como base los principios de la declaración de la Conferencia de Moscú de 1960, luchará siempre por el mayor fortalecimiento de la unidad del movimiento comunista y obrero internacional, por el reforzamiento de la solidaridad internacionalista y de los vínculos con todos los partidos hermanos». (Enver Hoxha; Informe al IVº Congreso del PTA, 1961) (Partido del Trabajo de Albania; Historia del Partido del Trabajo de Albania, 1980)

Citemos un poco más:

«El IVº Congreso del Partido del Trabajo de Albania de 1961 consideraba que para la defensa del marxismo-leninismo y de la unidad del Movimiento Comunista Internacional y del Campo Socialista era indispensable llevar a cabo una lucha resuelta contra el revisionismo contemporáneo, destruir su actividad escisionista y de zapa. Condenó los esfuerzos que hacían los dirigentes de algunos partidos comunistas y obreros para no definir al revisionismo como principal peligro en el Movimiento Comunista Internacional y para no desenmascarar al revisionismo yugoslavo como expresión concentrada del revisionismo contemporáneo, como había sido decidido en forma conjunta en la Conferencia de Moscú de 1957: «Si no se desenmascara inexorablemente al revisionismo no se puede desenmascarar como se debe al imperialismo». (Enver Hoxha; Informe al IVº Congreso del PTA, 1961) Por esta razón el congreso recomendaba: «Que la lucha contra el revisionismo continúe y se eleve a un más alto nivel, hasta la total destrucción ideológica y política de éste. Luchando resueltamente contra el revisionismo como principal peligro, el partido debe combatir también cualquier manifestación de dogmatismo y de sectarismo». (Enver Hoxha; Informe al IV Congreso del PTA, 1961) Adoptando una firme posición de principios contra el revisionismo y desenmascarando los puntos de vista revisionistas, el IVº Congreso del PTA aun así no criticó abiertamente a la dirección soviética con relación a estos puntos de vista, ni su actividad escisionista en el seno del movimiento comunista y del Campo Socialista así como tampoco sus injerencias y actividades antimarxistas contra el Partido del Trabajo de Albania y la República Popular de Albania». (Partido del Trabajo de Albania; Historia del Partido del Trabajo de Albania, 1980)

Ante el fracaso de sus maniobras de injerencia, Jruschov, en el momento del XXIIº Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética, celebrado en octubre de 1961, se atacó públicamente al Partido del Trabajo de Albania, el cual respondió en seguida a las calumnias de los revisionistas soviéticos:

«En estas condiciones, el PTA no podía callarse. Tenía no sólo el derecho, sino el deber de hacer saber públicamente su punto de vista, de revelar al movimiento comunista y a la opinión pública internacional la verdad sobre las relaciones entre el PTA y la dirección revisionista soviética que se basaban en sobre todo la actividad hostil y antialbanesa de esta dirección. El Comité Central del PTA, respondiendo a las calumnias y a los ataques antimarxistas del grupo de Jruschov destacaba que: «Sirven sólo a los enemigos del comunismo como los imperialistas, los revisionistas yugoslavos, y a los propios enemigos de la República Popular de Albania. Al oponerse públicamente al Partido del Trabajo de Albania y emprender un ataque abierto contra este, se realiza un ataque de igual modo contra la unidad del Movimiento Comunista Internacional y obrero así como contra la unidad del Campo Socialista. La responsabilidad de este acto antimarxista y de todas las consecuencias que emanan de eso recae totalmente sobre Nikita Jruschov». («Zëri i Popullit»; Declaración del Comité Central del PTA del 20 de octubre de 1961. Publicado en «Zëri i Popullit» el 21 de octubre de 1961) (Partido del Trabajo de Albania; Historia del Partido del Trabajo de Albania, 1980)

La respuesta de los soviéticos fue entonces la de romper las relaciones diplomáticas con la República Popular de Albania. En lo que concierne a la posición china, a partir de este momento y durante dos años, tratarán de apagar el fuego de la polémica para intentar «preservar la unidad»:

«En la etapa inicial de las polémicas feroces entre el Partido del Trabajo de Albania y los revisionistas jruschovista, China estaba de acuerdo con Albania, pero esto era sólo en la superficie, ya que, en realidad, como se comprobó más tarde, fue en la búsqueda de una reconciliación con los soviéticos queriendo la extinción de las polémicas con ellos. Esto fue evidente en el discurso de Chou En-lai en el XXIIº Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética de 1961, donde, de hecho, él no defendió nuestro partido, sino que exigió que la polémica debía cesar en su lugar. El liderazgo chino llamó a esta postura «ayuda» para la propia Albania, pero la demanda de cesar la polémica no fue ni a los intereses de la Albania socialista, ni a los intereses de la propia China. Sino que con esto el único que se beneficiaba era Jruschov en su lucha contra el socialismo y el marxismo-leninismo». (Carta del Comité Central del Partido del Trabajo de Albania al Comité Central del Partido Comunista de China, 29 de julio de 1978)

[Esta actitud puede ser estudiada en la obra del albanés: «Reflexiones sobre China», el cual cubre anotaciones sobre la política china desde principios de los 60 hasta finales de los 70: - Anotación de Bitácora (M-L)]

«Se extiende la campaña iniciada por los jruschovistas para lograr el cese de «la polémica en la prensa y la radio». Es preciso comprender bien quién fue el primero que abrió públicamente la polémica. Esto lo hizo el grupo de Jruschov. Se exteriorizaron dos líneas, dos posiciones en las cuestiones teóricas e internacionales: una línea oportunista-revisionista que se desviaba del marxismo-leninismo, que violaba la Declaración de Moscú de 1957, que respaldaba al titoismo y buscaba sofocar la lucha contra el, que abría paso a las concesiones al imperialismo, atenuaba la lucha contra éste, le halagaba, etc. Era la línea de los jruschovistas. La otra línea era la nuestra, que permanecía fiel al marxismo-leninismo y a las declaraciones de las Conferencias de Moscú de 1957. (...) Los revisionistas soviéticos, al igual que los yugoslavos, etc., no cambian de camino. Todo intento suyo, so pretexto de la «unidad», es una mistificación. (...) Para Jruschov, el cese de la lucha ideológica y política significa: déjenme tranquilo para actuar siguiendo el camino que he emprendido, y que no modificaré. Para el Partido del Trabajo de Albania esta maniobra es clara». (Enver Hoxha; Cesar la lucha ideológica y política significa permitir que el enemigo te perjudique; Reflexiones sobre China, Tomo II, 22 de abril de 1962)

[Otro registro de lo mismo: - Anotación de Bitácora (M-L)]

«Los camaradas Hysni [Kapo] y Ramiz [Alia] que, después de un largo periplo en barco, atravesando diversos océanos, llegaron estos días a China, han empegado las conversaciones con los camaradas chinos y nos han enviado algunos radiogramas para ponernos al corriente de los puntos de vista de los camaradas de Pekín acerca de los problemas que nos preocupan!. Primero, los camaradas chinos se mostraron solidarios con nuestros puntos de vista sobre las cuestiones internacionales y sobre el grupo revisionista de Jruschov y sus secuaces. Consideraron justas nuestras actitudes y dijeron que nosotros –los albaneses– teníamos las manos libres para combatir a los jruschovistas, debido a que habían sido los primeros en atacarnos. (...) Nos dijeron asimismo que habían recibido del Partido Comunista de la Unión Soviética una carta de respuesta de 50 páginas, en 40 de las cuales se habla contra nosotros. Después de haber recibido esta carta, los camaradas chinos publicaron, con retraso naturalmente, extractos de mi discurso durante la campaña electoral. Ahora, los camaradas chinos han centrado todos sus esfuerzos en convencernos de que levantemos las condiciones que hemos puesto para la celebración de la reunión y de que participemos en la que organizarán, lógicamente, los soviéticos y los chinos. Los motivos en que apoyan esta insistencia son infundados, débiles y de un acentuado espíritu oportunista. Los camaradas chinos parecen vacilantes, tienen miedo a la guerra con los revisionistas, sobrestiman las fuerzas del enemigo y menosprecian las nuestras y las del comunismo internacional. Intentan alcanzar un cierto compromiso. Nuestra resuelta actitud se lo impide, y por eso andan a vueltas con este asunto». (Enver Hoxha; China avanza en una vía centrista; Reflexiones sobre China, Tomo I, 13 de junio de 1962)

Estas vacilaciones pueden ser demostradas también con solo citar un extracto del libro «Sobre algunos aspectos del revisionismo» de Ludo Martens de 1995, donde se pone en evidencia el hecho siguiente: en 1963 los chinos atacaron a Jruschov pero a través de la denuncia de Tito. Es solamente en ese momento que la dirección del Partido Comunista de China comienza a atacar señaladamente al revisionismo, aunque todavía vacila. La dirección china se niega a creer que Jruschov esté dispuesto a traicionar los principios marxistas como ya hiciera Tito y no admite lo que para el Partido del Trabajo de Albania es ya una evidencia, un hecho consumado. En este extracto siguiente veremos lo que resultará aún más evidente para el lector que recuerde los pasajes ya citados en este documento; que el PCCh alza el tono con el material que el PTA ya había enunciado ampliamente desde la conferencia de Moscú de 1957:

«Mientras que en 1962, Jruschov profundizaba sus tesis revisionistas, el PCCh volvió sobre algunos temas esenciales, debatidos en 1956. Con el fin de combatir la traición abierta de Jruschov, el PCCh se sirvió del ejemplo yugoslavo para mostrar a los soviéticos el resultado inevitable de la vía revisionista». (Ludo Martens; Sobre algunos aspectos del revisionismo, 1995)

[Ahí en esa parte, justo Ludo Martens cita: - Anotación de Bitácora (M-L)]

«Este problema se refiere también a cómo apreciar a la camarilla de Tito: es un partido hermano y una fuerza antiimperialista o un renegado del Movimiento Comunista Internacional y lacayo del imperialismo.  (…) Sólo en el período comprendido entre 1948 y 1952 expulsó a más de doscientos mil miembros del Partido, o sea la mitad del número total original de los miembros del Partido Comunista de Yugoslavia. (...)  Arrestó y asesinó a gran número de marxista-leninistas, cuadros y otros revolucionarios de Yugoslavia, acusándolos de «elementos de la Kominform». Más de 30.000 comunistas y activistas revolucionarios fueron arrestados y arrojados a la cárcel.  (…) El llamado camino particular de construir el «socialismo» con la ayuda estadounidense, que la camarilla de Tito pregona, no es sino el camino de convertir, de acuerdo con las necesidades del imperialismo, el régimen socialista en régimen capitalista y degenerar de país independiente en semicolonia. (…) Bajo el rótulo de país socialista, la camarilla de Tito se opone frenéticamente al Campo Socialista, lo mina y sirve de destacamento de asalto en la campaña antichina. Bajo la cubierta del «no alineamiento» y la «coexistencia activa», la camarilla de Tito intenta destruir el movimiento de liberación nacional en Asia, África y América Latina, prestando con ello un servicio al neocolonialismo estadounidense». (Partido Comunista de China; Polémica acerca de línea general del movimiento comunista internacional, respuesta del CC del PCCh a la Carta del CC del PCUS del 30 de marzo de 1963)

[Continúa explicando lo obvio: - Anotación de Bitácora (M-L)]

«El PCCh como vemos, rechaza seguir el antistalinismo de Jruschov y Tito, que rechazan, en la práctica, el marxismo-leninismo mismo». (Ludo Martens; Sobre algunos aspectos del revisionismo, 1995)

[Vuelve a citar para poder expandir su explicación: - Anotación de Bitácora (M-L)]

«La negación completa de Stalin ha proporcionado municiones a los imperialistas y reaccionarios de todos los países, municiones que ellos hacían todo lo posible por conseguir en su lucha contra la Unión Soviética y contra el comunismo. (...) Al atacar a Stalin con tanta furia una y otra vez, los dirigentes del PCUS se propusieron acabar con la influencia imborrable de este gran revolucionario proletario en los pueblos de la Unión Soviética y del mundo entero; también se propusieron negar el marxismo-leninismo, que Stalin defendió y desarrolló, y desbrozar el camino para la aplicación completa de su línea revisionista». (Partido Comunista de China; Polémica acerca de línea general del movimiento comunista internacional, respuesta del CC del PCCh a la Carta del CC del PCUS del 30 de marzo de 1963)

[El propio Ludo Martens nos advierte de los «límites» de la «defensa de Stalin»: - Anotación de Bitácora (M-L)]

«Pero esta defensa de Stalin está siempre muy condicionada. La importancia vital de la lucha ideológica y política contra el trotskismo, el bujarinismo, y el nacionalismo burgués queda escamoteada. Contentándose con hablar en términos vagos de «dos tipos de contradicciones», el PCCh rechaza analizar concretamente las líneas y las posiciones en juego. Se trata de hecho de una defensa no confesada de los bujarinistas y otros oportunistas». (Ludo Martens; Sobre algunos aspectos del revisionismo, 1995)

[Y cita esta vez unas palabras que recuerdan a los epítetos antistalinistas de mediados de los años 50: - Anotación de Bitácora (M-L)]

«En la lucha tanto dentro como fuera del partido, a veces y en algunos problemas, Stalin confundió dos categorías de contradicciones de distinto carácter, esto es, contradicciones entre los enemigos y nosotros y contradicciones en el seno del pueblo, y confundió los métodos diferentes para resolverlas. (...) En la labor de liquidar a los contrarrevolucionarios, efectuada bajo la dirección de Stalin, se castigó con justicia a un gran número de contrarrevolucionarios que se lo merecían; pero, al mismo tiempo, se sentenció equivocadamente a algunos inocentes y se cometió en 1937 y 1938 el error de ampliar el radio de la represión». (Partido Comunista de China; Polémica acerca de línea general del movimiento comunista internacional, respuesta del CC del PCCh a la Carta del CC del PCUS del 30 de marzo de 1963)

[Esta afirmación es la misma que la vista en los artículos de  «Renmin Ribao» de 1956 donde se dice que Stalin «amplió el alcance de la supresión de la contrarrevolución», siguiendo las campañas antistalinistas de Mao:

«La otra cara era el incorrecto asesinato de numerosas personas, de gente importante. Por ejemplo un elevado porcentaje de delegados del XVIIº Congreso del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética de 1934 fueron asesinados. ¿Cuánta gente del Comité Central él [Stalin] asesinó? Él arrestó y asesinó al 20% de delegados que asistieron al congreso, y arrestó y asesinó a otro 20% de miembros del Comité Central electos en ese congreso». (Mao Zedong; Sobre el tratamiento correcto de las contradicciones en el seno del pueblo (Notas del discurso), 27 de febrero, 1957)

Otro ejemplo:

«¿Por qué en 1937 mató a tanta gente y por qué había tantos espías?». (Mao Zedong; Conversaciones en la Conferencia de Wuchang, entre el 21 y 23 de noviembre, 1958)

Esta calumnia jruschovista se siguió manteniendo en la dirigencia china décadas más tarde. Ludo Martens también sabría identificar que estos pseudoargumentos en 1963 eran de la época abiertamente jruschovista del PCCh: - Anotación de Bitácora (M-L)]

«Esta crítica del Partido Comunista de China sobre los «errores» Stalin tiene su fuente ideológica en los diseños de Mao Zedong que detallaremos cuando tratemos su libro «Sobre diez grandes relaciones» ideas sobre Stalin que fueron formuladas en la primavera de 1956». (Ludo Martens; Sobre algunos aspectos del revisionismo, 1995)

Cuando se publicó el artículo: «Sobre la cuestión de Stalin», en septiembre de 1963, la redacción de «Renmin Ribao» comienza a usar reproches abiertos hacía el propio Jruschov, aunque espera siempre, que él logre corregirse lo antes posible. Mao Zedong, si bien considera globalmente como positiva la obra de Iósif Stalin, no por ello no está exento de llevar acusaciones infundadas en contra de él: chovinismo, violación del centralismo democrático, malos consejos internacionales, etc. Y por supuesto los «errores» que comentaron los chinos como enumeró y citó Ludo Martens en su trabajo de 1995 que hemos podido ver a lo largo del documento. Sin embargo el contenido general de este artículo de 1963 es muy positivo, Mao Zedong y el Partido Comunista de China repiten en ese documento un número de puntos ya abordados por el Partido del Trabajo de Albania durante las sesiones de la Conferencia de Moscú de 1960, y particularmente en este documento se detalla el contenido de la crítica jruschovista del culto a la personalidad y de los ataques personales de Jruschov contra Stalin:

«La cuestión de Stalin es una gran cuestión, una cuestión de importancia mundial que tuvo repercusiones en el seno de todas las clases del mundo y que, todavía, es ampliamente controvertida. Las clases y los partidos políticos que representan las diferentes clases tienen opiniones divergentes sobre la cuestión. Y es necesario prever que una conclusión definitiva no pueda ser dada en este siglo. Sin embargo, en el seno de la clase obrera internacional y pueblos revolucionarios, la mayoría de la gente tienen, al fondo, opiniones semejantes; no aprueban el repudio total de Stalin y no sólo testimonian un afecto aumentado a la memoria de este último». (…) Jruschov cubrió de insultos a Stalin, diciendo que fue «un asesino», «un criminal», «un bandido», «un jugador», «un déspota tipo Iván el Terrible», «el dictador más grande de la historia rusa», «un imbécil», «un idiota». Verdaderamente tememos manchar nuestro papel y nuestra pluma cuando nos vemos en la obligación de enumerar epítetos tan groseros, tan vulgares e infamantes. (….) Cuando combate a Stalin, en verdad Jruschov lo hace contra el régimen soviético y el Estado soviético. Y en la materia, el lenguaje que utiliza, lejos de acercarse al de Kautsky, de Trotski, de Tito, de Djilas y otros renegados, todavía lo sobrepasa en violencia. En el artículo: «Del significado político de los insultos», Lenin dijo: «en política, los insultos esconden frecuentemente la ausencia de ideas y la impotencia total, la impotencia arisca de los insultadores». (Renmin Ribao; Sobre la cuestión de Stalin, 13 de septiembre de 1963)

Sin embargo el documento sobre la cuestión de la figura de Stalin, intenta engañar al lector de modo descarado. En 1963, el PCCh mediante ese documento afirmó con descaro que:

«El Partido Comunista  de China siempre sostuvo un repudio total en la lucha del «culto a la personalidad» llevada a cabo por Jruschov contra Stalin, por considerarlo totalmente erróneo». (Renmin Ribao; Sobre la cuestión de Stalin, 13 de septiembre de 1963)

Lo que es una mentira flagrante, ya que en el momento de la toma del poder por Jruschov como vimos, Mao Zedong aprobó esta crítica del culto a la personalidad, y hasta había calificado esta lucha como una «autocrítica valiente».

Vemos a pesar de todo, que el Partido Comunista de China operó un cambio positivo en su lucha contra el revisionismo jruschovista en 1963, después de haber abandonado la idea de constituir un frente unido contra el imperialismo estadounidense que también comprendía según ellos a los revisionistas, cuando estos justamente se habían atado y reconciliado a la reacción. El Partido del Trabajo de Albania, apoyándose en la tesis leninista según la cual «sin desenmascarar despiadadamente el revisionismo, no se puede combatir al imperialismo», combatió con fuerza esta idea de frente unido englobando junto a los revisionistas que sólo podía ser aprovechado por la demagogia del grupo revisionista de Jruschov que intentaba ponerse a pesar de todo la etiqueta de «antiimperialista». China entró pues en polémica abierta con Unión Soviética. Veamos poco a poco como sucedió:

«La actitud vacilante del Partido Comunista de China en la lucha contra el revisionismo se hizo más evidente en junio de 1962. En ese momento el Partido del Trabajo de Albania envió una delegación a Pekín para celebrar conversaciones con la dirección del Partido Comunista de China en los asuntos importantes que tenían que ver con las tácticas y la estrategia de la lucha común de nuestros dos partidos en la arena internacional. La delegación de nuestro partido se enfrentó con los puntos de vista erróneos de los líderes chinos. Liu Shao-chi, quien junto a Mao Zedong fue el principal dirigente del Partido Comunista de China en ese momento, y fue quien lideró las negociaciones para la parte China, así como Deng Xiaoping, quien era entonces el Secretario General del Partido Comunista de China, y fue quién obstinadamente insistió en el punto de vista de la dirección china según la cual se debía incluir en el frente antiimperialista a la Unión Soviética, que en ese momento estaba siendo liderada por la camarilla revisionista Nikita Jruschov. La delegación de nuestro partido mantuvo la línea del Partido del Trabajo de Albania, que se basaba en las enseñanzas de Lenin, según la cual no podía librarse una exitosa lucha contra el imperialismo sin desarrollar una lucha contra el revisionismo. Nuestra delegación insistió que no sólo debería incluirse en el frente antiimperialista a los revisionistas soviéticos, sino que al mismo tiempo este frente debería encabezar su lucha tanto contra el imperialismo en general, con el imperialismo estadounidense en particular, como contra el revisionismo soviético. El liderazgo chino sostuvo su línea de reconciliación con los revisionistas soviéticos bajo la necesidad de unirse «con todo el mundo» contra el imperialismo estadounidense, que en sus palabras, era el enemigo principal. Aparte de otras cosas, esta tesis oportunista expresa también las ilusiones abrigadas por los líderes chinos acerca de los líderes revisionistas soviéticos. Durante las conversaciones de Pekín, Deng Xiaoping declaró a la delegación del Comité Central de nuestro Partido: «Es imposible que Jruschov vaya a cambiar y llegue a ser como Tito, porque al ser un país socialista, la Unión Soviética nunca va a cambiar». (De las actas de las negociaciones, 11 de junio de 1962) El Partido del Trabajo de Albania no se adhirió ni a estos diseños ni a la tesis china sobre el frente único antiimperialista donde se incluían a los revisionistas jruschovistas. La dirección china, se mantuvo sobre sus posiciones oportunistas. El curso de los acontecimientos posteriores, la subida de la lucha de las fuerzas marxistas-leninistas contra el revisionismo jruschovista, la intensificación de la actividad escisionista de Jruschov y sobre todo la firma del tratado anglo-soviético-estadounidense en agosto de 1963, sobre los ensayos de las pruebas nucleares en la atmósfera, que traducía los esfuerzos conjuntos de ambas superpotencias de establecer su dominación en el mundo, obligaron a la dirección china a empezar la polémica abierta con Jruschov. Por lo tanto solamente cuando la reconciliación y el acuerdo con los revisionistas soviéticos, deseados por la dirección china no se materializaron, entonces el Partido Comunista de China efectivamente sí se comprometió en la vía del antijruschovismo y se unió a la lucha resuelta y consecuente de principios del Partido del Trabajo de Albania. Por ello el Partido del Trabajo de Albania y el pueblo albanés no podía caer en el regocijo ya que, desde hace casi tres años, se habían enfrentado a los ataques furiosos y abiertos de Jruschov y de todo el revisionismo moderno sin apenas asistencia». (Carta del Comité Central del Partido del Trabajo de Albania al Comité Central del Partido Comunista de China, 29 de julio de 1978)

Así se mofaba Enver Hoxha de las ilusiones chinas sobre la idea de que los revisionistas soviéticos recularan en sus políticas en un futuro:

«Hoy los soviéticos hicieron pública una carta abierta, una carta infame que contiene ataques manifiestos contra la dirección china. El viento se llevó las vanas esperanzas de los camaradas chinos». (Enver Hoxha; El viento se llevó las vanas esperanzas de los camaradas chinos; Reflexiones sobre China, Tomo I, 14 de julio de 1963)

Y piensa, que con dicha carta pública abierta de los soviéticos, era el momento que debía ser aprovechado por los chinos para poner de una vez por todas las cartas sobre la mesa:

«La carta de los soviéticos no contiene ningún argumento, basado en hechos, que refute política y teóricamente los documentos chinos. Elude los problemas clave como el diablo la cruz, los esquiva, y combate las tesis chinas con un lenguaje periodístico de lo más banal. Pero esta carta tiene su lado positivo, porque ayuda al movimiento comunista a ver más claramente que sus autores son unos traidores y empuja a los camaradas chinos a intensificar aún más su lucha. La manera «indirecta» de reaccionar de los camaradas chinos resultaba gastada, y este modo de usar las expresiones «partido hermano», «un cierto dirigente», «un cierto Estado», etc., producía un mal efecto. Jruschov ya se pronunció abiertamente, y no podía hacerlo más abiertamente. Ahora ha llegado el momento de que los chinos fustiguen duramente a este perro, porque sólo así se podrá lograr la victoria sobre el bandidaje jruschovista». (Enver Hoxha; Jruschov se quitó la careta, llego el momento de que los chinos fustiguen duramente a este perro; Reflexiones sobre China, Tomo I, 15 de julio de 1963)

Éste giro positivo de la dirección china en la lucha contra el revisionismo fue breve por desgracia, debido a que en el verano de 1964 se volvieron a comprometer en una vía de actuación profundamente antimarxista:

«En el verano de 1964 la propaganda china tocó el problema de las fronteras sino-soviéticas. En una charla de Mao Zedong con un grupo de parlamentarios socialistas japoneses alegó que China había sido desposeída por los zares rusos de vastos territorios de cientos de miles de kilómetros cuadrados, y que también en Europa, la Unión Soviética tenía problemas territoriales que habían surgido como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial. El Partido del Trabajo de Albania no aprobó el planteamiento de Mao Zedong sobre la rectificación de las fronteras. De acuerdo al punto de vista de nuestro partido, el liderazgo chino cometió dos errores graves. En primer lugar, la elevación del problema de la frontera en ese momento no ayudaba a la lucha ideológica contra el jruschovismo. Por el contrario este tema hizo que el liderazgo soviético se proveyera de un arma poderosa contra China y los marxistas-leninistas con el fin de neutralizar el efecto de la lucha ideológica que se libraba para exponer la traición jruschovista, por ello se podía presentar nuestra lucha como una disputa fronteriza y reclamaciones territoriales. Por otra parte, y como segundo error, se ponía en tela de juicio la rectificación de las fronteras entre la Unión Soviética y algunos países europeos después de la Segunda Guerra Mundial siendo Iósif Stalin atacado injustamente, se nivelaba todo a la acusación hecha por la reacción internacional contra él en cuanto a la creación de las «esferas de influencia». La dirección china se conciliaba sobre este punto con Tito que presentaba y defendía esta tesis. No obstante, si éste alzaba su tesis a gritos cuando se trataba de reparar las injusticias que las potencias victoriosas habían hecho en otro tiempo en Yugoslavia, no decía nada de las injusticias cometidas a costa de otro pueblo en favor de Yugoslavia. La tesis china sobre la revisión de las fronteras no era una cuestión simple. Reflejaba el espíritu de Estado chovinista y nacionalismo gran burgués que instigaba la guerra en Europa. El Comité Central del Partido del Trabajo de Albania, respetuoso de las normas leninistas en un espíritu de camaradería y corrección perfecta, ha expresado abiertamente sus puntos de vista sobre estos asuntos al Comité Central del Partido Comunista de China y al presidente Mao Zedong en persona en una carta de fecha 10 de septiembre de 1964. La carta decía lo siguiente». (Carta del Comité Central del Partido del Trabajo de Albania al Comité Central del Partido Comunista de China, 29 de julio de 1978)

Se cita a continuación la parte citada de dicha carta:

«Creemos que en la actualidad plantear cuestiones territoriales con la Unión Soviética podría causar un gran daño a nuestra lucha. Si lo hiciéramos, podríamos proporcionarle al enemigo una gran arma para luchar contra nosotros, que paralizaría nuestra marcha hacia adelante. Las masas del pueblo soviético, bajo la presión de la propaganda revisionista de Jruschov, y pues, bajo la influencia de la calumnia y las invenciones y otras muchas otras razones no entiende por qué la República Popular China tiene ahora estas reivindicaciones territoriales contra la Unión Soviética, no lo van a aceptar, y la propaganda soviética se esfuerza por utilizar esto en vuestra contra. Creemos que incluso los comunistas soviéticos reales no entienden este punto ni lo aceptan. Por ello esto sería una perdida colosal para nuestra lucha». (...) Pensamos que no debemos abrir viejas heridas, nosotros no debemos comenzar una controversia y una polémica sobre si realmente la Unión Soviética acaparó la tierra de otros países, sino que nuestra única lucha concentrada debería estar encabezada contra la gran úlcera, contra la gran traición que es representada por el imperialismo y revisionismo moderno de los grupos de traidores de Jruschov, Tito y todos sus cómplices». (Carta del Comité Central del Partido del Trabajo de Albania al Comité Central del Partido Comunista de China, 10 de septiembre de 1964)

Y como venía siendo normal hasta entonces, la diligencia china rehusó a responder tan justos consejos:

«El Comité Central del Partido Comunista de China no respondió a la letra correcta y el principio de nuestro partido. El liderazgo chino no ha dado ninguna explicación para nuestro partido en esta cuestión de gran importancia. Mao Zedong no hizo más que una declaración verbal de: «no vamos a responder a su carta para no hacer polémica». Creemos que, de acuerdo con las normas leninistas, el intercambio de puntos de vista, la crítica en un espíritu de camaradería y las explicaciones mutuas son prácticas normales entre los dos partidos comunistas. No constituyen una controversia. A pesar de la actitud no correcta de los dirigentes chinos, nuestro partido no hizo públicas estas diferencias. Continuó su lucha revolucionaria contra el imperialismo y el revisionismo junto a China. Además este asunto testimonia por parte de la dirección china de una evidente falta de corrección hacia su aliado más fiel en los errores que este le señala, también es subrayable los diseños chovinistas de gran Estado que ponía en práctica la dirección china. (Carta del Comité Central del Partido del Trabajo de Albania al Comité Central del Partido Comunista de China, 29 de julio de 1978)

Mao Zedong confunde además aquí distintamente dos tipos de contradicciones: de una parte la contradicción interna del campo antirevisionista, no antagónico y resultante de la confrontación de ideas y de los intercambios de vista con el fin de elaborar una táctica común de lucha; en debate, y por otra parte la contradicción antagónica opuesta al campo revisionista; la polémica. Es pues un error muy grave de juicio, que es todavía acentuado por el hecho de que la dirección china no escatimó esfuerzos para tratar de conciliarse con los traidores soviéticos durante lo que debería ser calificado como una polémica en toda regla; incluso en octubre de 1964 en el momento de la caída de Nikita Jruschov, el Partido Comunista de China se mostró deseoso de realizar tal reconciliación con el Partido Comunista de la Unión Soviética y su nueva dirección, e incluso quiso instar al Partido del Trabajo de Albania a tal acto al que era contrario, todo esto sería otro punto añadido –inclusive el trato de las cuestiones territoriales sino-soviéticas y otros– que ayudaría a que progresivamente se acabaran degradando más tarde las relaciones sino-albanesas:

«Algunos meses antes de que cayera Jruschov y cuando nuestra lucha contra él había llegado a su punto culminante, los camaradas chinos enviaron un telegrama al «querido camarada Jruschov» deseándole «muchos años de vida». Dijeron que esto «lo hemos hecho en nombre de nuestra amistad con los pueblos soviéticos, en aras del fortalecimiento de esta amistad». ¡¡Bonita manera de fortalecerla, deseando muchos años de vida al que está cavando la tumba del pueblo soviético!! Hoy los camaradas chinos se apresuran a ir cuanto antes a Moscú. ¿Para qué? Para ayudar a los «queridos camaradas» revisionistas, a los más estrechos colaboradores del traidor y «por intermedio de ellos ayudar a las fuerzas revolucionarias de la Unión Soviética», etc., etc. ¡¡¡Extrañas concepciones!!! Para los marxistas estos razonamientos no tienen base de sustentación. Detrás de ellos se ocultan otros designios, designios malsanos, no marxistas. No somos nosotros los que derrocaremos a los dirigentes soviéticos, será su partido y su pueblo quienes lo hagan o no. Nuestras posiciones justas y combativas deben contribuir a que los revolucionarios soviéticos tomen justas decisiones. Cabe preguntarse: ¡¿Es que ayudando con tanto celo a los revisionistas, se ayuda a los revolucionarios soviéticos?! Comportarse así, significa no ser revolucionario. ¡¿Acaso es un gesto revolucionario, en un momento en que los enemigos de la revolución sufren una grave derrota, en un momento pues favorable para la revolución, darse prisa en ir a tender la mano a los contrarrevolucionarios para ayudarles cuando no dan ninguna señal de corregirse, sino que, por el contrario, declaran alto y claro que seguirán la línea de traición de los Congresos XXº y XXIIº?! No, es contrarrevolucionario, antimarxista, revisionista. A fin de cuentas, no se les exige, camaradas chinos, que se lancen a «grandes ataques», porque hace tiempo que ustedes han cesado estos ataques polémicos, pero ¡¿no podían haber aguardado por lo menos algunos meses a ver qué es lo que harían estos «camaradas soviéticos»?! Lo justo, lo legítimo, lo digno para su partido y su Estado ¿no hubiera sido que los enemigos derrotados pidieran ir a su encuentro, que se vieran obligados a ir a su encuentro? Todo esto es el abecé. ¿Por qué precisamente ahora, en estos momentos, se muestran tan magnánimos, llegando al mismo oportunismo hacia los enemigos, cuando hasta ayer ustedes exigían a la Unión Soviética incluso los «territorios que les había arrebatado», incluso «Mongolia que habían arrancado a China», daban razón a los rumanos en sus «reivindicaciones sobre Bucovina», etc., y decían que «Stalin ha cometido errores en la cuestión de las fronteras» y que hacían todo esto, llegando incluso a reconciliarse con los rumanos, los polacos, los alemanes y otros revisionistas de la misma especie, para presionar a la Unión Soviética y aislarla? ¿Qué son estas actitudes? ¿Cómo las cambian tan rápidamente en pocos meses? ¿Por qué la tomaron con nosotros, cuando de manera camaraderil les criticamos por estas actitudes erróneas? Su animosidad contra nosotros, porque les dijimos la verdad, sigue, mientras que sus injustificadas actitudes «izquierdistas», sus posiciones sectarias, inclusive hostiles hacia la Unión Soviética, han virado completamente hacia la derecha y las califican de marxistas, al mismo tiempo que nos guardan rencor porque les instamos «a discutir y a no darse prisa». Evidentemente los camaradas chinos están en un error, no tienen una línea estable; en su línea se notan oscilaciones tanto a la derecha como a la izquierda, y su política asimismo no puede tener una estabilidad de principios, marxista-leninista». (Enver Hoxha; Los chinos buscan imponernos sus opiniones; Reflexiones sobre China, Tomo I, 3 de noviembre de 1964)

Esta actitud del Partido Comunista de China no es un caso aislado, se reproducirá repetidas veces hasta hacerse una constante en las relaciones entre el Partido Comunista de China y el Partido del Trabajo de Albania, particularmente desde el fin de la «Revolución Cultural» china hasta la rotura oficial entre el PCCh y el PTA en 1978.

Volviendo a la carta emitida por el Partido del Trabajo de Albania al Partido Comunista de China  en 1978; hemos podido ver como se advierte a los líderes chinos sobre los peligros planteados por estas reivindicaciones territoriales y como podía afectar entonces esos planteamientos a la lucha contra el revisionismo soviético, podemos decir que la intuición en las observaciones hechas por el Partido del Trabajo de Albania a los líderes del Partido Comunista de China demostraron ser correctas. ¿Qué efecto produjo estas reivindicaciones territoriales? Causó un efecto al cual Ludo Martens llama el «antimaoísmo de Brézhnev»:

«A lo largo de este periodo, Brézhnev desarrolló un «antimaoísmo» virulento que era en esencia una oposición feroz al marxismo-leninismo revolucionario. La mayor parte de los partidos comunistas que han seguido la orientación soviética, han estado influenciados por este antimaoísmo que ha tenido, en la ideología soviética, la misma función que el antistalinismo. Bajo el estandarte del antimaoísmo y del antistalinismo, toda la esencia revolucionaria del marxismo-leninismo ha sido atacada». (Ludo Martens; Sobre algunos aspectos en la lucha contra el revisionismo, 1995)

Ludo Martens explica en su informe presentado en 1995 que el antimaoísmo esencialmente resulta de la polémica entre el marxismo-leninismo y el revisionismo. Lo cierto es que China defendió tesis marxistas-leninistas contra Brézhnev, particularmente sobre el peligro de restauración capitalista, y Martens subraya muy justamente el hecho de que el período de Brézhnev fue caracterizado por una campaña antimaoísta virulenta. Pero no da en la causa profunda de esto, lo que hizo posible aguantar en esta pugna a la dirección soviética y lo que le daría una gran credibilidad de cara a los pueblos de la Unión Soviética; esta razones eran las posiciones erróneas chovinistas sobre las que se apoyaba Mao Zedong en su «lucha» contra los revisionistas soviéticos. Esta reivindicación territorial del dirigente chino permitió en su época a Brézhnev afirmar que «Mao Zedong era un nuevo Hitler» porque quería arrancar territorios de Unión Soviética. Las reivindicaciones nacionales chovinistas realizadas por los líderes chinos dieron armas a Brézhnev para denigrar el campo antirevisionista: asimilándoles a los dirigentes chinos como «fascistas rojos» por sus actitudes sobre la cuestiones fronterizas, después era fácil para Brézhnev denunciar las manifestaciones de la «dictadura militar en China», o el conjunto de las tesis marxistas-leninistas que pudieran presentar los chinos:

«Mao Zedong y sus camaradas están descaradamente pisoteando los ideales del socialismo, creando un régimen dictatorial». («Pravda»; Ediciones del 9 y 12 de febrero de 1967)

Otras frases similares:

«Rusia es la marcha extrema del mundo blanco; la revolución cultural es la nueva cara de la barbarie mongola en forma de tren que pretende estrellarse. Rusia tiene una vocación de sacrificio que es responsable de proteger Viena, París, Roma.  (...) Hay un «plan de Mao Zedong» para la conquista de Asia, un proyecto de Asian Reich. Nos estamos moviendo hacia la sinización de todo el mundo». («Gazeta Literaturnaya»; Ediciones del 12 de marzo y 4 de octubre de 1967)

Ludo Martens dijo con razón:

«Es indiscutible que a partir del año 1967, algunos dirigentes soviéticos comenzaron a preparar los ánimos para operaciones militares contra China. Con el fin de invertir la dirección de Mao Zedong, los brezhnevianos lanzaron campañas antichinas que sacaban explícitamente del viejo arsenal de las teorías fascistas, tales como el «peligro amarillo» y «el nuevo Gengis Khan, Mao Zedong». Los revisionistas no temían a las falsificaciones más groseras. Así, ellos afirmaban que el pretendido dicho de Mao Zedong: «El viento sopla del Este», anunciaba la puesta en marcha de un gran plan de expansión china apuntando a engullir a todos sus vecinos. Ahora bien, la frase de Mao Zedong: «El viento del Este supera al viento del Oeste», significa que las fuerzas del socialismo superan en lo sucesivo a las fuerzas del imperialismo; por consiguiente, es preciso tener confianza en la victoria y no practicar una política de capitulación. Emst Henry, un comentarista soviético influyente, escribe ya en 1967: «El dicho de Beijing: «el viento sopla del Este», esconde un plan concreto, un producto de la mente de los nacionalistas chinos, concebido a lo largo de los años 50 y recientemente indicado en China como: «el gran plan estratégico». El «gran plan» tiene una semejanza sorprendente con el famoso plan Tanaka que fue elaborado por el Estado Mayor japonés y que consideraba la conquista por etapas de Asia. Según los informes de la prensa mundial, el gran súper Estado chino incluye, a parte de China, también Corea, la República Popular de Mongolia, Vietnam, Camboya, Laos, Indonesia, Malasia, Birmania y algunos otros países. La segunda fase de la «tempestad que viene del Este» considera la expansión en dirección a otras partes del extremo oriente e incluso del Oriente Medio. Los fanáticos maoístas miran a Mao Zedong como el heredero directo de Gengis Khan, el emperador Gran Han y patriotero de las dinastías Tang y Yuan y, bajo algunos aspectos, incluso Mohammed. No es necesario probar que los planes maoístas son insostenibles, ellos pueden ser comparados únicamente con las alucinaciones raciales de Hitler». (Ludo Martens; Sobre algunos aspectos en la lucha contra el revisionismo, 1995)

Pero Ludo Martens no tuvo en cuenta los grandes errores de la dirección china en esta cuestión, es incapaz de dar una explicación plausible de lo que permitió a los revisionistas brezhnevianos lanzarse a tales campañas de calumnias. Las reclamaciones territoriales formuladas por los chinos, añadidas al hecho de que animaron entre otras cosas a los propios rumanos y polacos en la misma vía nacional-chovinista, se desglosa como un hecho objetivo que desvió la polémica con los revisionistas soviéticos y no ayudó a los pueblos de la Unión Soviética a que se dieran cuenta de la traición de los revisionistas jruschovistas, por ello con estas reclamaciones se frenó  la lucha contra el revisionismo soviético que era lo realmente importante.

Confrontado constantemente con los cambios de rumbo y con los errores de la dirección china, Enver Hoxha observaba muy justamente el hecho de que:

«El Partido Comunista de China tiene un peso colosal en el Movimiento Comunista Internacional. Este peso ha aumentado debido a su toma de posición respecto al revisionismo moderno, pero muchas de sus vacilaciones y errores que nosotros conocemos, aún no sean conocidos por los demás. El peso de China en la arena internacional y su papel en el mundo son considerables. De que el Partido Comunista de China se atenga o no a una línea justa y firme, marxista-leninista, dependerá que la revolución avance o vaya más despacio, se retrase y se vea afectada. Pero, a fin de cuentas, independientemente de lo que ocurra, la revolución, el marxismo-leninismo, triunfarán». (Enver Hoxha; No podemos pactar de ninguna manera con estos puntos de vista de Chou En-lai; Reflexiones sobre China, Tomo I, 31 de octubre de 1964)

Para caracterizar la lucha del Partido Comunista de China contra el revisionismo en general y el revisionismo soviético en particular, podemos repetir esta observación de Ludo Martens, la cual se atiene a la realidad:

«A lo largo del periodo 1965-1967, el Partido Comunista de China continuó oponiéndose al revisionismo y a las injerencias exteriores del grupo de Brézhnev. Pero el Partido Comunista de China de los tiempos de Mao Zedong, había ya cometido ciertos errores de análisis y de línea, y después de la muerte de Mao Zedong, una tendencia oportunista se puso a la vista. Todo esto volvió la lucha ideológica internacional más compleja». (Ludo Martens; Sobre algunos aspectos en la lucha contra el revisionismo, 1995)

No detallaremos aquí todos los errores que la dirección del Partido Comunista de China cometió en la lucha ideológica internacional. Abordaremos algunos de ellos cuando hablemos por ejemplo sobre la cuestión del apoyo de la construcción de la Unión Europea, de la aproximación sino-estadounidense y de la «teoría de los tres mundos». Pero en general, si se observa la línea del Partido Comunista de China en la lucha contra el revisionismo, resulta que tuvieron indicios donde claramente se mostraron inestables y no lograron seguir una línea rígida definida, lo que añadido al hecho de que despreciaron muy a menudo la opinión y consejo del Partido del Trabajo de Albania, nos lleva legítimamente a la conclusión siguiente:

«¿Tal vez sea que a los camaradas chinos se les ha metido en la cabeza que todas las cuestiones del comunismo internacional serán y deben ser resueltas por los dos partidos más grandes, el Partido Comunista de la Unión Soviética y el Partido Comunista de China, y que los otros deben seguirles con la cabeza baja? Antes había un bastón de mando, esto no nos gustaba –a los chinos–, ahora debe haber dos bastones de mando, pero que deben actuar a l’unisson. Antaño ustedes los soviéticos y Stalin –prosiguen los chinos– nos miraban por encima del hombro –la cuestión del alumno y del maestro–. Stalin falleció. Ustedes, los soviéticos, lo desacreditaron, mientras tanto ante nosotros, los chinos, surgieron grandes esperanzas. Vino Jruschov, le aplaudimos, el cielo se nos abrió, pero Jruschov se convirtió en un dirigente que empuñaba un grueso bastón y lejos de aceptarnos –a los chinos– en la dirección del mundo, nos golpeó con el. Ahora Jruschov ha sido liquidado. ¡Qué gran alegría!, nosotros olvidamos todo lo que nos han hecho ustedes, los jruschovistas, con tal de que acepten que conjuntamente, chinos y soviéticos, llevemos la dirección, y esto deben admitirlo ustedes, los soviéticos, porque Stalin erró, Jruschov erró, solamente Mao no ha errado. Es «legítimo», «marxista-leninista», que si no se acepta que yo –el chino– dirija y oriente solo, por lo menos nos pongamos de acuerdo para dirigir los dos, y si entre los dos nos entendemos, ¡todo se habrá arreglado en este mundo! Pero ¿cómo se arreglará? Bueno, nosotros somos la conciencia del mundo. ¿Y el marxismo-leninismo? Nosotros somos el marxismo-leninismo. Ahora bien, el marxismo-leninismo no nos enseña a actuar así. El marxismo-leninismo, que ha roto con su puño de hierro un «bastón de mando», golpeará con el mismo vigor al otro «bastón», incluso a los dos «bastones» juntos, e incluso a toda una camarilla de dirigentes aliados». (Enver Hoxha; Los chinos buscan imponernos sus opiniones; Reflexiones sobre China, Tomo I, 3 de noviembre de 1964)

Este pasaje prefigura la controversia ya abierta, que se abrirá públicamente y de forma violenta después de la muerte de Mao Zedong, cuando la gota de agua vertida por la camarilla ultrarevisionista de Hua Kuo-feng sobre el vaso albanés lo hará rebosar por fin.

Antes de abordar la lucha contra el imperialismo, recordaremos algunas cargas memorables del PTA contra el revisionismo soviético que perfectamente ilustran la lucha sin falla llevada por el PTA contra este último, tanto en tiempos de Jruschov, como en tiempos de Brézhnev; algo de lo que deberemos acordarnos cuando tratemos las perniciosas acusaciones llevadas por el maoísta Abimael Guzmán contra el Partido del Trabajo de Albania:

«Brézhnev ha finalizado su viaje por los Estados Unidos de América. Sus entrevistas con Nixon han sido extraordinariamente cordiales y espectaculares. Todo el mundo daba carcajadas: El cowboy soviético se entrevistó incluso con las «estrellas de Hollywood», con los cowboys de California, besó y abrazó al artista cowboy que interpreta el papel de «bandido». ¡Muy significativo! ¡De igual forma es muy significativa la aparición de Brézhnev en la pantalla de la televisión estadounidense, vestido con una chaqueta, regalo de Nixon, que llevaba el águila estadounidense! Brézhnev cambió de camisa, cambió la chaqueta soviética por la estadounidense. Esto tiene un sentido: se ha vendido al imperialismo estadounidense. Los multimillonarios estadounidenses, con los que Brézhnev tuvo un largo y cordial encuentro, quedaron muy satisfechos, le calificaron de «auténtico americano» y dijeron que «dirigió la reunión como lo hubiera hecho un americano». Y no hablemos ya de otras chanzas grotescas que han hecho sensación en todo el mundo y que han dejado por los suelos el prestigio de la Unión Soviética. Un segundo payaso ha sucedido al primero: Jruschov concluyó los «esponsales» y marchó a los Estados Unidos para materializar el idilio, mientras que Brézhnev fue allí, a Camp David y a California, para concluir el «matrimonio» entre los Estados Unidos de América y la Unión Soviética, para consumar el matrimonio entre él y Nixon. En su ajuar, Brézhnev llevó a Nixon las riquezas de la Unión Soviética, las tierras, la libertad política, la soberanía y el prestigio de la Unión Soviética, a cambio de un puñado de dólares». (Enver Hoxha; Los pueblos no perdonaran a China estas actitudes peligrosas; Reflexiones sobre China, Tomo I, 15 de enero de 1973)

[Enver Hoxha replicaba de esta forma, al igual que luego haría con China, las negativas consecuencias que podía tener este tipo de relaciones políticas, ideológicas y económicas con los Estados Unidos: - Anotación de Bitácora (M-L)]

«Precisamente Brézhnev, a pesar de que era el representante de un gran país, viajó a Washington y mendigó y mendigó de una manera tan abyecta, que se humilló y rindió cuentas una por una a los senadores estadounidenses sobre los judíos soviéticos, sobre los ciudadanos de su Estado: cuántos han sido enviados a Israel, cuántos están por partir, cuántos no lo harán y qué se hará con ellos. Y este vil y humillante escándalo ¿a cuenta de qué? A cambio de dólares, y con estos dólares, que rezuman sangre, comprar tecnología estadounidense avanzada y, al mismo tiempo, encontrar mercados para vender las riquezas de los pueblos soviéticos a los multimillonarios estadounidenses. Esta cuestión está clara y no necesita de comentarios. Los listillos dirán: se trata de una táctica de la Unión Soviética para ponerse al nivel de los Estados Unidos de América. ¡Vamos, que el imperialismo estadounidense ha ido al mercado a sacrificar su fuerza, autodebilitarse y reforzar a sus adversarios!». (Enver Hoxha; Los pueblos no perdonaran a China estas actitudes peligrosas; Reflexiones sobre China, Tomo I, 15 de enero de 1973)

[También aprovechaba cada ocasión para golpear la teoría oportunista sobre que una de las dos superpotencias era más peligrosa que otra: - Anotación de Bitácora (M-L)]

«O bien hay otros «políticos inteligentes y silenciosos» que hacen como si comprendiesen todo y no se olvidan de decir abierta y públicamente: «Los revisionistas soviéticos son más peligrosos que los imperialistas estadounidenses». ¡¿Por qué habrá que discutir sobre quién es más peligroso, cuando los dos son enemigos igualmente feroces de los pueblos y de su libertad, de su independencia y de su soberanía?! Plantear el problema como lo hacen estos fracasados politicastros sin principios, significa ponerse del lado del «más débil» y para ellos los más débiles son los Estados Unidos de América. Estos explotarán a la Unión Soviética, sacarán de ella ganancias fabulosas que les servirán para reforzar su imperio mundial». (Enver Hoxha; Los pueblos no perdonaran a China estas actitudes peligrosas; Reflexiones sobre China, Tomo I, 15 de enero de 1973)

[El autor comenta las consecuencias finales y fatales que tendría para la Unión Soviética seguir en este camino de compromiso con los Estados Unidos y entrada de capitales: - Anotación de Bitácora (M-L)]

«De otro lado, la entrada de capitales estadounidenses en la Unión Soviética contribuirá a eliminar cuanto antes los más mínimos vestigios de las conquistas de la Gran Revolución Socialista de Octubre, contribuirá a destruir la Unión Soviética en tanto que unión de repúblicas. Este es el objetivo de los imperialistas estadounidenses: desmantelar la Unión Soviética en tanto que peligrosa potencia capitalista rival. Los listillos dirán: «Esto es difícilmente realizable». Al contrario, esto es fácil de realizar cuando se abandonan los raíles del marxismo-leninismo. El revisionismo lleva en su propio seno la exaltación de los sentimientos nacionalistas, y los Estados Unidos de América atizarán este fuego con todas sus fuerzas. Los listillos dicen: «Esto es irrealizable». ¿Pero qué demuestran los hechos? Jruschov llegó al poder, mas ¿qué trajo consigo y que ocurrió en la Unión Soviética? Jruschov cayó, subieron los Brézhnev, mas ¿a qué vino a parar la Unión Soviética? A ser vendida a los Estados Unidos. Mañana los que vengan tras ellos, incluso desmantelarán la Unión Soviética en tanto que Estado. Quieran o no los revisionistas su camino les conduce a esto y la ayuda de los Estados Unidos y su alianza con ellos tienden a este objetivo: «divide y dominarás», y nada de ayudar por ayudar, porque es absurdo pensar que el imperialismo puede ayudarte para que te refuerces y caves su tumba». (Enver Hoxha; Los pueblos no perdonaran a China estas actitudes peligrosas; Reflexiones sobre China, Tomo I, 15 de enero de 1973)

[Uno de los informes más recordados sobre el revisionismo soviético y su esencia, fue el presentado por Enver Hoxha en el VIIIº Congreso del PTA durante 1981. Allí se exponía las características de este y otros revisionismos a modo de resumen: - Anotación de Bitácora (M-L)]

«El revisionismo soviético ha sido y continúa siendo la corriente más peligrosa del revisionismo moderno. Conserva más que ninguna otra variante revisionista las máscaras socialistas y la fraseología leninista a fin de encubrir la actual realidad capitalista en la Unión Soviética y su política exterior imperialista y agresiva. Es un revisionismo que ha usurpado el poder en un Estado que representa una gran potencia y que cuenta con grandes medios y posibilidades de ejercer su influencia en el mundo, de actuar en numerosas direcciones y en grandes proporciones. Al igual que las demás corrientes revisionistas, el revisionismo jruschovista tiene su propio proceso de nacimiento y desarrollo, hasta llegar a la forma actual de un completo revisionismo, que deforma todas las cuestiones de la teoría marxista y de la práctica socialista. En tanto que fenómeno social, el revisionismo jruschovista tiene también sus raíces y causas ideológicas, sociales e históricas. El Partido del Trabajo de Albania ha hecho un profundo análisis marxista de estas causas. Sobre la base de este análisis ha extraído conclusiones y ha adoptado una serie de medidas para cerrar el paso al surgimiento de tal fenómeno regresivo en nuestro país. Pero debemos profundizar continuamente en este problema a fin de que el revisionismo no pase jamás en Albania. Desde el comienzo el grupo de Jruschov se planteó como objetivo principal liquidar la dictadura del proletariado, minar las bases de la sociedad socialista, introducir a la Unión Soviética en el camino capitalista y transformarla en una superpotencia imperialista. Ahora todos somos testigos de esta profunda transformación contrarrevolucionaria que se ha producido en la Unión Soviética. Sólo la burguesía y el imperialismo la presentan como un país comunista. Al presentar a la Unión Soviética capitalista de hoy como un país socialista, pretenden desacreditar al marxismo leninismo y al verdadero socialismo». (Enver Hoxha; Informe presentado en el VIIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1 de noviembre de 1981)

[El principio fundamental del Estado revisionista soviético, era descrito así: - Anotación de Bitácora (M-L)]

«El revisionismo jruschovista es la ideología y la política del capitalismo de Estado que domina toda la vida del país. El retroceso de la Unión Soviética al capitalismo no podía sino tener sus propias peculiaridades y el régimen capitalista no podía sino asumir allí formas específicas. Estas peculiaridades y formas son determinadas por el hecho de que el capitalismo fue restaurado allí como consecuencia del derrocamiento del socialismo, como un proceso regresivo, diferente al del capitalismo de tipo clásico que llega tras el derrocamiento del régimen feudal, como un proceso progresivo. La peculiaridad fundamental de esta clase de capitalismo es que se mantienen en el numerosas formas socialistas de propiedad, de organización y dirección, pero su contenido ha cambiado radicalmente. Los medios de producción en la Unión Soviética son hoy en realidad propiedad capitalista estatal o colectiva, porque son utilizados en interés de la nueva clase burguesa que detenta el poder, por ser precisamente esta clase la que se apropia del trabajo de los obreros y los campesinos. Las antiguas leyes, tradiciones y prácticas fueron sustituidas por otras nuevas, que dejan las manos libres a la burocracia del Estado y del partido para expresar e imponer sin trabas su propia voluntad. Las nuevas competencias que ella adquirió sobre la base de las reformas económicas, fueron aprovechadas para garantizar y ampliar los ingresos y los privilegios de las diversas castas dirigentes, para conservar el poder y defenderse del descontento y las revueltas de la clase obrera y del resto de las masas trabajadoras. Es cierto que se mantuvo la propiedad estatal y las fábricas no fueron distribuidas a propietarios privados; los koljoses continuaron siendo explotaciones colectivas comunes y los bancos no fueron entregados a los accionistas, pero lo que cambió fue la distribución del producto social, su destinación. A pesar de que se dice que se aplica el principio de la remuneración según el trabajo, los diferentes grupos de la nueva burguesía se apoderan en realidad de la plusvalía creada por los obreros y los campesinos. Toda esta rapiña es presentada como una especie de estímulo material para alentar la actividad productiva, el trabajo científico y la creatividad artística, etc. En realidad es una explotación típicamente capitalista». (Enver Hoxha; Informe presentado en el VIIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1 de noviembre de 1981)

[El albanés explicó la forma en que se logró llegar a ese punto actual donde se encontraba la Unión Soviética en los años 80: - Anotación de Bitácora (M-L)]

«Para abrir el camino a la restauración del capitalismo, los revisionistas jruschovistas golpearon las tesis fundamentales de la teoría marxista-leninista sobre la producción de mercancías y la acción de la ley del valor en el socialismo. Identificaron en la teoría y en la práctica la producción socialista de mercancías con la producción capitalista. Sobre esta base reformaron todo el mecanismo económico. Gradualmente las empresas económicas y también un considerable número de instituciones alcanzaron una mayor independencia respecto a los planes del Estado. A los dirigentes de las empresas y de las diversas instituciones se les concedieron grandes derechos y poder para dirigir y manipular la producción y la distribución, para contratar y despedir obreros, repartir los beneficios, etc. Se limitó la financiación estatal centralizada a las empresas existentes y se fue ampliando gradualmente la práctica de la autofinanciación y la utilización de créditos. Los revisionistas soviéticos pretenden que su economía está dirigida y se desarrolla sobre la base de planes elaborados según el principio del centralismo democrático. Pero, el plan del Estado, como lo conciben en teoría y lo aplican en la práctica, no es ni puede ser de ningún modo el plan de una economía verdaderamente socialista. En la Unión Soviética conviven el centralismo burocrático de tipo monopolista y el amplio liberalismo económico en la base. Se ofrece la imagen de una dirección planificada de la economía, mientras en la práctica tienen campo libre de acción las leyes y las categorías económicas del modo capitalista de producción. El consumo parasitario ha adquirido proporciones sin precedentes. La proporción entre la remuneración de los obreros y los administradores burócratas y tecnócratas de la producción, sobre la base del sueldo nominal, es de 1 a 10, pero con los ingresos a título de distribución de los beneficios, las múltiples recompensas, los innumerables privilegios, etc., esta proporción se agranda mucho más. Resulta difícil distinguir estas diferencias salariales y del modo de vida de las que existen entre los administradores burgueses y los obreros de los países de Occidente. En unas condiciones en las que el salario por el valor de la fuerza de trabajo está formado en un 35-40 por ciento por la distribución de los beneficios y de manera descentralizada, en que las normas de trabajo no son únicas y se aplican igualmente de manera descentralizada, en que el estímulo material en beneficio de la nueva burguesía tiene prioridad absoluta y en que la inflación, particularmente como resultado de la militarización de la economía, que absorbe un tercio de los ingresos nacionales, crece constantemente, la sociedad en esencia ha perdido el verdadero control sobre la medida del trabajo y del consumo, que constituyen dos llaves fundamentales para una economía socialista. Todo esto y una serie de medidas de carácter capitalista, que fueron pregonadas como desarrollo creador de la teoría y la práctica económica marxista-leninista, tenían por objetivo desmantelar las bases de la economía socialista y lo consiguieron». (Enver Hoxha; Informe presentado en el VIIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1 de noviembre de 1981)

[Y como él dijo, se podía observar el resultado directo de estas políticas en la sociedad soviética de entonces: - Anotación de Bitácora (M-L)]

«Las consecuencias de esta línea se observan en la vida diaria del pueblo soviético. En el mercado existe carencia de artículos de primera necesidad, han aumentado la inflación, el desempleo, la fluctuación de la fuerza de trabajo, se registran alzas declaradas y no declaradas de los precios de los diversos productos. Se ha ampliado el sector privado de la economía, se ha abierto las puertas al capital monopolista extranjero, florece el mercado negro, la especulación, los abusos, el soborno y los fraudes. La realidad soviética de hoy confirma que el progreso no avanza hacia la «desaparición de las diferencias de clase» ni hacia la «creación de una nueva unidad social», como propagan los revisionistas jruschovista-brezhnevistas, sino hacia una profunda diferenciación social entre la nueva clase burguesa, integrada por la capa de burócratas y tecnócratas, y las amplias masas trabajadoras, que están en la situación de una fuerza simplemente productiva. El foso que los separa se profundiza continuamente a medida que aumenta el grado de explotación de los trabajadores y crecen los beneficios de la burguesía». (Enver Hoxha; Informe presentado en el VIIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1 de noviembre de 1981)

También se presta a desmontar las excusas en el terreno ideológico que pretenden mantener a la Unión Soviética como país socialista:

«Esta situación ha creado toda una ideología y una política que justifican y defienden este nuevo sistema de explotación capitalista. El poder de los Soviets ha dejado de ser de los Soviets, de los obreros y los campesinos. Se ha desprendido de ellos y ha llegado a ser como una fuerza independiente y extraña a ellos. Incluso desde el punto de vista formal los revisionistas jruschovistas han proclamado la liquidación de la dictadura del proletariado, le han puesto al Estado el nombre de todo el pueblo para ocultar el hecho de que ya no es del pueblo, sino una dictadura de la nueva burguesía soviética. Su carácter capitalista se percibe claramente en toda la política interior y exterior que practica, al servicio de los intereses de la clase burguesa en el poder. El Estado soviético, que tiene en sus manos los principales medios de producción y dirige toda la economía, se ha transformado en representante y defensor de los intereses de la clase dominante. Los revisionistas soviéticos, a fin de conservar su máscara socialista y «demostrar» que la Unión Soviética es un país socialista, dicen que allí existe un solo partido, que es un partido comunista y que su función dirigente ha sido sancionada en la Constitución. El hecho de que exista un único partido dirigente y de que sea reconocido por la ley su poder exclusivo, no le hace comunista. Son muchos los países burgueses en los que existe un solo partido dominante. El carácter de un partido político no lo determina su posición en el Estado. El carácter de un partido lo determina ante todo la clase a que pertenece y a quien sirve, la ideología por la que se orienta y la política que practica. El Partido Comunista de la Unión Soviética es actualmente el representante directo de la clase burguesa en el Poder, ejerce el poder en su nombre, sirve al desarrollo y fortalecimiento del régimen capitalista restaurado. No tiene de comunista más que el nombre. El que mantenga el nombre de comunista y utilice unas cuantas frases marxistas y consignas socialistas es algo hipócrita y puramente demagógico. Esto forma parte de esa propaganda fraudulenta que pretende mantener a las masas en la oscuridad y hacerles creer que viven en el socialismo y no en una sociedad capitalista, opresora y explotadora. Por tradición, para enmascararse o simplemente por inercia, a muchos partidos les ha quedado el apelativo de «demócrata», «popular», «socialista», etc., mientras que de hecho son típicamente burgueses y reaccionarios. La política revisionista y capitalista que se aplica en la Unión Soviética ha resucitado los viejos demonios del imperio zarista, como la opresión nacional, el antisemitismo, el racismo eslavo, el misticismo religioso ortodoxo, el culto a las castas militares, el aristocratismo de la intelectualidad, el chovinismo burocrático, etc. Las teorías de los revisionistas soviéticos sobre la supuesta creación de una «nueva comunidad histórica», del «pueblo soviético único», han sido inventadas precisamente para ocultar esta realidad llena de profundas contradicciones sociales, nacionales y de clase». (Enver Hoxha; Informe presentado en el VIIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1 de noviembre de 1981)

[Las consecuencias de estos drásticos cambios no podían ocultarse también en el ámbito de las relaciones internacionales, tema que no se excluye: - Anotación de Bitácora (M-L)]

«Quien domina hoy en la Unión Soviética es la fuerza del ejército soviético. La militarización forzada de la vida del país, el agobiante peso de los gastos militares, que han alcanzado cifras astronómicas y estremecen cada vez más la economía soviética, deforman su desarrollo y empobrecen al pueblo. La restauración del capitalismo en el interior del país no podía sino conducir también a un cambio radical en la esfera de las relaciones internacionales y en la política exterior del partido comunista y del Estado soviéticos. El revisionismo jruschovista se fue transformando gradualmente en la ideología y la política de una nueva superpotencia imperialista que justifica y defiende el expansionismo, la agresión y las guerras para establecer la dominación mundial. Son engendro de esta ideología y esta política las nefastas teorías de la «soberanía limitada», la «división internacional del trabajo», la «integración económica, política y militar» de los países de la llamada comunidad socialista, a los que han atado de pies y manos y transformado en países vasallos. En el XXVIº Congreso del PCUS, Brézhnev calificó estas relaciones de «relaciones entre los pueblos», para borrar así toda identidad nacional y estatal, con el fin de alcanzar sus objetivos expansionistas y neocolonialistas, el social imperialismo soviético ha inventado una teoría, según la cual ningún país puede liberarse y defenderse del imperialismo ni desarrollarse de manera independiente sin la ayuda y la tutela soviética. Especula con la consigna de la «ayuda internacionalista» para desatar agresiones y saquear las riquezas de los demás países. Toda la política exterior expansionista, hegemonista y agresiva de la Unión Soviética social imperialista constituye otra prueba, otro testimonio de que el régimen soviético es un régimen capitalista, porque sólo un régimen así puede practicar tal política en la arena internacional. Como afirmaba Lenin, la política exterior es la prolongación de la política interior y las dos juntas la expresión concentrada de las relaciones económicas existentes en un país. Las máscaras socialistas y comunistas que aún pretenden conservar los revisionistas soviéticos, se van cayendo ante su realidad capitalista y ante la política social imperialista que aplican. Cuánto tiempo continuará haciendo efecto el gran engaño del pueblo soviético que cree vivir en el socialismo, hasta cuándo la clase obrera soviética continuará viviendo de ilusiones, eso depende de muchos factores, internos y externos. Los acontecimientos de Polonia son significativos respecto a las situaciones que esperan a los países dominados por el revisionismo jruschovista. El hecho es que en ese país ha estallado el conflicto de clase entre los trabajadores y la clase burguesa en el poder, representada por el partido revisionista. Independientemente de cómo fue manipulada por las fuerzas de derecha, la revuelta de la clase obrera polaca pone de manifiesto en esencia que ésta tomó conciencia de su situación como clase oprimida y explotada, que el poder existente en Polonia está en manos de una clase antagónica respecto a ella, que el socialismo ha sido traicionado. ¿A quién le llegará el turno después de Polonia? Los procesos de diferenciación de clase hierven en todos los países revisionistas. Los conflictos de clase aumentan con rapidez. Ni siquiera la Unión Soviética es aquí una excepción, a pesar de que en la imagen externa parezca el más estable de ellos. Las llagas que ha abierto la restauración del capitalismo, sólo podrán curarse con el derrocamiento del revisionismo y la restauración del socialismo». (Enver Hoxha; Informe presentado en el VIIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1 de noviembre de 1981)

Pasamos ahora a la cuestión de la lucha contra el imperialismo en general y el imperialismo estadounidense en particular. (Vincent Gouysse; Comprender las divergencias sino-albanesas, 2004)

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