sábado, 28 de septiembre de 2019

Las relaciones entre el PCE (m-l) y el PTA y la caída del socialismo albanés; Equipo de Bitácora (M-L), 2020


«La siguiente parte, aunque excede la extensión para un capítulo normal, hemos decidido insertarlo al completo, ya que la influencia del socialismo albanés sobre el Partido Comunista de España (marxista-leninista) fue enorme desde su fundación. De hecho a partir de los años 70 sería su principal referente. Primero deberíamos analizar varios defectos que albergó el PTA en su dilatada lucha contra el oportunismo, errores que no minimizan en absoluto su importantísima y extensa labor en ese ámbito; pero que al mismo tiempo es preciso analizar para restablecer la verdad histórica mediante un análisis de crítica y autocrítica, que como se sabe son armas que aportan salud al movimiento marxista-leninista internacional. En segundo lugar, debemos analizar las causas de la caída del socialismo albanés a finales de los 80.

Los méritos del PTA en la lucha contra el revisionismo no deben de hacer olvidarnos sus fuertes vacilaciones y debilidades

El primer escollo importante que el PTA tuvo que sortear fue la influencia directa del titoismo desde 1941 hasta su condena oficial en 1948. Los errores cometidos bajo tal influencia por desconocimiento o experiencia en la formación de un partido y la dirección de gobierno, así como las tramas de los propios revisionistas yugoslavos para absorber Albania daría como fin algunos errores en la línea del PTA que serían registrados en varias de las obras más famosas de Enver Hoxha como el «Tomo I de Obras Escogidas (1941-1948)» de 1974, «Los titoistas» de 1982 o la propia obra del PTA: «Historia del Partido del Trabajo de Albania» de 1982. En este apartado específico de la lucha contra el titoismo no nos centraremos ya que como decimos, el PTA ejerce una honesta autocrítica sobre varios de sus errores en cuanto a organización del partido, economía, trato a la oposición, etc., exponiendo sin miedo como surgieron y como se fueron corrigiendo. El PTA sería el único partido que denunció el acercamiento soviético-yugoslavo de 1954, negándose a rehabilitar a los condenados por titoísmo, aunque posteriormente y de forma breve, aceptó las presiones de Jruschov para revaluar la cuestión de Tito para vergüenza suya.

En el tema mismo del jruschovismo la cuestión ya versa muy diferente, mucho peor si cabe. Si bien es cierto que el PTA fue el único partido que opuso resistencia a la rehabilitación del titoismo que se efectuó durante 1953-1956, a partir del XXº Congreso del PCUS de 1956 la cosa no fue tan heroica como lo pintaron unos años después.

¿En qué se podía basar por tanto la burguesía de la dialéctica hegeliana? ¿Qué temía de ella? ¿Qué limites tenía desde el punto de vista proletario?


«¿En qué se podía basar por tanto la burguesía de la dialéctica hegeliana en su época para lo político? En la defensa de la propiedad privada sobre los medios de producción como un derecho natural del hombre:

«La idea del Estado Platónico contiene lo Injusto como principio general acerca de la persona, considerando a ésta incapaz de propiedad privada. La concepción de una fraternidad religiosa o amical y hasta coactiva de los hombres mediante la «comunidad» de bienes y la proscripción del principio de la propiedad privada, se puede presentar fácilmente a la opinión que ignora la naturaleza de la libertad del espíritu y del Derecho, y no la comprende en sus momentos determinantes». (G. W. Friedrich Hegel; Filosofía del derecho, 1821)

En el discurso de que efectivamente la historia tiene cambio continuo, un desarrollo ascendente, pero que dicho desarrollo ha cesado con la aparición de la propiedad privada y el corpus jurídico burgués del siglo XIX, que sería el súmmum del desarrollo humano, el cenit de nuestros logros, la por fin tan esperada realización de Dios sobre la Tierra:

«El Estado, precisamente, en cuanto libertad universal y objetiva, en la libre autonomía de la voluntad individual; el Estado, que como espíritu real y orgánico, a) de un pueblo, b) a través de las relaciones de los específicos espíritus nacionales, c) se realiza y se manifiesta en la Historia Universal como espíritu universal del mundo. El Derecho del Estado es el supremo». (G. W. Friedrich Hegel; Filosofía del derecho, 1821)

lunes, 23 de septiembre de 2019

La crisis del socialismo obliga a redoblar precisamente la atención por la teoría, a deslindarse de los elementos vacilantes e inseguros


«No es necesario, por supuesto, analizar en serio esta teoría del apartamiento del socialismo –con motivo, en realidad, de las discusiones–. A juicio nuestro, la crisis del socialismo obliga a los socialistas más o menos serios a redoblar precisamente la atención por la teoría, a adoptar de modo más resuelto una posición determinada con rigor, a deslindarse con mayor decisión de los elementos vacilantes e inseguros. En cambio, a juicio de los socialistas-revolucionarios, puesto que «incluso entre los alemanes» hay escisión y disensión, el propio Dios nos ordena a los rusos que estemos orgullosos de no saber adónde vamos. A nuestro parecer, la falta de teoría niega el derecho de existencia a la tendencia revolucionaria y, tarde o temprano, la condena de manera ineluctable a la bancarrota política. En cambio, a juicio de los socialistas-revolucionarios, la falta de teoría es una cosa muy buena, especialmente cómoda «para la unificación». Como ven, no podremos entendernos con ellos, ni ellos con nosotros, pues hablamos lenguajes distintos. Solo hay una esperanza: que les haga entrar en razón el señor Struve, quien habla también –aunque con mayor seriedad– de suprimir los dogmas y de que «nuestra» misión –como la misión de toda burguesía que se dirige al proletariado– no consiste en desunir, sino en unir. ¿Verán algún día los socialistas-revolucionarios, con la ayuda del señor Struve, lo que significa de verdad su posición de librarse del socialismo para unirse y de unirse por haberse librado del socialismo?». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Aventurerismo revolucionario, 1902)

viernes, 20 de septiembre de 2019

¿Armar al pueblo versus no armarlo?


«Por lo que se refiere a armar al pueblo versus no armarlo, me parece, a pesar de todo, que no podemos modificar el programa. Si las palabras sobre la lucha de clases no son una frase en el sentido liberal como ocurrió con los oportunistas, los Kautsky y los Plejánov, ¿cómo se puede estar en contra de un hecho histórico: la transformación de esta lucha, en determinadas condiciones, en guerra civil? Además, ¿cómo una clase oprimida puede estar en general en contra de que se arme al pueblo?

Negar esto significa hundirse en una actitud semianarquista hacia el imperialismo, cosa que, a mi parecer, puede observarse en algunos izquierdistas, incluso entre nosotros. ¡Puesto que existe el imperialismo, dicen, no hace falta ni autodeterminación de las naciones ni armar al pueblo! Esto es un error inadmisible. Precisamente para la revolución socialista contra el imperialismo necesitamos lo uno y lo otro. 

¿Es «realizable»? Semejante criterio es erróneo. Sin revolución casi todo el programa mínimo es irrealizable. Planteado de ese modo, la factibilidad cae en filisteísmo.

Me parece que este problema –como ocurre hoy con todos los problemas de la táctica socialdemócrata [*]– sólo pueden plantearse en relación con la apreciación del oportunismo –y teniéndolo en cuenta–. Y evidentemente «no armar», como consigna táctica, es oportunismo». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Carta a A. M. Kollontai, 26 de julio de 1915) 

miércoles, 18 de septiembre de 2019

La cuestión nacional no es una cuestión académica


«Partiendo del hecho de que en el momento presente no existe un serio movimiento popular por la independencia entre los croatas y los eslovenos, Semic llega a la conclusión de que el problema del derecho de las naciones a la separación es una cuestión académica y, en todo caso, no de actualidad. Naturalmente, eso es erróneo. Aun admitiendo que este problema no sea de actualidad en el momento presente, sin embargo, puede convertirse en un problema de mucha actualidad si comienza la guerra o cuando ésta comience, si la revolución se desencadena en Europa o cuando se desencadene. (...) En 1912, cuando nosotros, los marxistas rusos, estábamos trazando el primer proyecto de programa nacional; todavía no teníamos en ninguna de las regiones periféricas del Imperio Ruso un movimiento importante en favor de la independencia. Sin embargo, consideramos preciso incluir en nuestro programa el punto referente al derecho de las naciones a la autodeterminación, es decir, al derecho de cada nacionalidad a separarse y a llevar una vida estatal independiente. ¿Por qué? Porque no sólo partíamos de lo que existía ya plasmado a la sazón, sino de lo que se estaba desarrollando dentro del sistema general de las relaciones internacionales y se avecinaba; es decir, nosotros no teníamos sólo en cuenta en aquel entonces lo presente, sino también lo futuro. Y sabíamos que si cualquier nacionalidad exigía la separación, los marxistas rusos lucharían por conseguir que se le asegurase el derecho a la separación». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; En torno a la cuestión nacional en Yugoslavia, 25 de abril de 1925) 

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martes, 17 de septiembre de 2019

Lenin comentando a Kollontai en 1915 su opinión sobre el trotskismo y sobre las guerras...


«Estimada A. M.: Nos ha alegrado mucho la declaración de los noruegos y los esfuerzos realizados por usted en cuanto a los suecos. ¡Sería endiabladamente importante lograr una declaración internacional conjunta de los marxistas de izquierdas. Una declaración de principios es lo más importante y, por el momento, lo único posible.

A mi criterio, tanto Roland-Holst como Rakovski –¿vio su folleto en francés?– y como Trotski son todos «kautskistas», los más dañinos, en el sentido de que todos ellos, en diferente forma, son partidarios de la unidad con los oportunistas, todos, en diferente forma, embellecen el oportunismo, y todos ellos –de diferente forma– predican el eclecticismo en vez del marxismo revolucionario. 

Creo que su crítica del proyecto de declaración no muestra –si no me equivoco serias diferencias entre nosotros. Considero erróneo en teoría y perjudicial en la práctica, no hacer una distinción entre tipos de guerra. No podemos estar en contra de las guerras de liberación nacional. Usted cita el ejemplo de Servia. Pero si los servíos estuvieran solos contra Austria, ¿no estaríamos acaso en favor de ellos? 

El fondo del asunto ahora es la lucha entre las grandes potencias por el nuevo reparto de colonias y por el sometimiento de las pequeñas potencias. 

¿Una guerra de la India, Persia, China, eto., contra Inglaterra o Rusia? ¿No estaríamos nosotros en favor de la India contra Inglaterra, etc.? Llamar a esto «guerra civil» es inexacto, es una exageración evidente. Es sumamente perjudicial extender mucho el concepto de guerra civil, porque empaña la esencia del problema: una guerra de los trabajadores asalariados contra los capitalistas de un Estado determinado. 

Al parecer, son precisamente los escandinavos los que están cayendo en un pacifismo pequeñoburgués –y provinciano, kleinstaatisch–, al negar «la guerra» en general. Eso no es marxista. Hay que combatirlo, lo mismo que su repudio a la milicia». (Vladimir Ilich Uliánov, LeninCarta a A. M. Kollontai, 4 de agosto de 1915) 

domingo, 15 de septiembre de 2019

El espontaneísmo y los peligros que entraña


«1) Lenin señaló que el desviar a la clase obrera de la lucha política general contra el zarismo, reduciendo su misión en la lucha económica contra los patronos y el gobierno y dejando en pie e indemnes a unos y otros, significaba condenar a los obreros a eterna esclavitud. La lucha económica de los obreros contra los patronos y el gobierno es una lucha de tipo tradeunionista por lograr mejores condiciones de venta de la fuerza de trabajo a los capitalistas, pero los obreros no quieren luchar solamente por mejorar las condiciones de venta de su fuerza de trabajo, sino que quieren luchar también para destruir el mismo sistema capitalista, que los condena a la necesidad de vender a los capitalistas su fuerza de trabajo y de someterse a la explotación. (…) 2) Lenin señaló que el ensalzar el proceso espontáneo del movimiento obrero y el negar el papel dirigente del Partido, reduciendo su misión a la de mero registrador de los acontecimientos, significaba: predicar el «seguidismo» –ir «a remolque» de los acontecimientos–, predicar que el Partido debía marchar a la zaga del proceso espontáneo; convertirse en una fuerza pasiva del movimiento, apta solamente para contemplar el proceso espontáneo y abandonarse a su desarrollo automático. Preconizar esto equivalía a preconizar la destrucción del Partido, es decir, a dejar a la clase obrera sin partido o, lo que es lo mismo, a desarmar a la clase obrera. Y desarmar a la clase obrera en un momento en que se alzaban ante ella enemigos tan poderosos como el zarismo, armado con todos los medios de lucha, y la burguesía, organizada a la moderna y dotada de su propio partido que la dirigía en la lucha contra la clase obrera, equivalía a traicionar al proletariado. 3) Lenin señaló que el prosternarse ante el movimiento obrero espontáneo y rebajar el papel del elemento consciente, el papel de la conciencia socialista, de la teoría socialista, significaba, en primer lugar, burlarse de los obreros, que tienden hacia la conciencia como la planta hacia la luz, y en segundo lugar, desprestigiar a los ojos del Partido la teoría, es decir, el arma gracias a la cual el Partido tiene conciencia del presente y prevé el futuro, y en tercer lugar, hundirse total y definitivamente en la charca del oportunismo. (…) 4) Lenin señaló que los «economistas» engañaban a la clase obrera al afirmar que el movimiento espontáneo del proletariado podía engendrar una ideología socialista, pues en realidad ésta no brota del movimiento espontáneo, sino de la ciencia. Al negar la necesidad de inculcar en la clase obrera una conciencia socialista, los «economistas» allanaban el camino a la ideología burguesa, ayudándola a infiltrarse, a penetrar en la clase obrera, y por consiguiente, enterraban la idea de la fusión del movimiento obrero con el socialismo y prestaban un servicio a la burguesía». (Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética; Historia del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética, 1938)

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La teoría; Stalin, 1924

La teoría de la «espontaneidad» en la edificación socialista ; Stalin, 1929

El terrorismo espontaneista de los GRAPO; Equipo de Bitácora (M-L), 2017


El clásico caso de organización de guerrilla espontánea, ecléctica y con fraccionalismos; Equipo de Bitácora (M-L), 2016

El espontaneismo y su lucha contra la teoría marxista-leninista y su partido

El leninismo sobre el factor objetivo y el factor subjetivo de la revolución

jueves, 12 de septiembre de 2019

La resolución de la cuestión nacional dentro de los regímenes democrático-burgueses son la excepción no la regla


«Semic quería decir con ello que Lenin consideraba la cuestión nacional un problema constitucional, es decir, no un problema de la revolución, sino un problema que debía ser resuelto con una reforma. Esto es completamente falso. Lenin no padeció nunca, ni podía padecer, ilusiones constitucionales. Basta examinar sus obras para convencerse de ello. (...) En la URSS también tenemos una Constitución, que refleja una determinada solución del problema nacional. Sin embargo, esta Constitución no ha nacido como fruto de un acuerdo con la burguesía, sino como fruto de la revolución triunfante. (...)  Acerca del programa nacional. El punto de partida del programa nacional debe ser la tesis relativa a la revolución soviética en Yugoslavia, la tesis de que, sin el derrocamiento de la burguesía y la victoria de la revolución, el problema nacional no puede ser resuelto de un modo más o menos satisfactorio. Naturalmente, puede haber excepciones. Una excepción de éstas se dio, por ejemplo, antes de la guerra, cuando Noruega se separó de Suecia, cosa de la que Lenin habla detalladamente en uno de sus artículos. Pero esto sucedió antes de la guerra y con una coincidencia excepcional de circunstancias favorables. Después de la guerra, y sobre todo después del triunfo de la revolución soviética en Rusia, difícilmente pueden darse casos como ése. De todas formas, las probabilidades para ello son ahora tan pocas, que pueden considerarse nulas. Pero, si es así, está claro que no podemos trazar el programa basándolo en magnitudes de valor nulo. Por eso, la tesis de la revolución debe ser el punto de partida del programa nacional». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; En torno a la cuestión nacional en Yugoslavia, 25 de abril de 1925)

domingo, 8 de septiembre de 2019

Un deslizamiento hacia las clásicas desviaciones basadas en un republicanismo pequeño burgués; Equipo de Bitácora (M-L), 2019


«Ya que no nos gusta hablar por hablar, para demostrar el cambio significativo en la línea política del Partido Comunista de España (marxista-leninista), sobre todo, a partir de 1986, dejaremos una amplia documentación. 

En este apartado compararemos las ideas políticas de Joan Comorera, líder del Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC) durante 1936-1949 con el liderazgo de Elena Ódena en el Partido Comunista de España (marxista-leninista) durante 1964-1985, para comprobar una síntesis en muchas de las cuestiones.

Joan Comorera, esgrimiría tesis criticando a los autores de especulaciones ambiguas sobre la «república» y la «democracia», pedía una aclaración en torno a la dirección de las fuerzas que debía dirigir el nuevo régimen, así como sus bases político-económicas en lo programático:

sábado, 7 de septiembre de 2019

Sobre la devoción hacia las personas


«Habla usted de su «devoción» hacia mí. Quizás se le haya escapado casualmente esta frase. Quizás, pero si no es una frase casual, le aconsejaría que desechara el «principio» de la devoción a las personas. Ese no es el camino bolchevique. Sed únicamente devotos de la clase obrera, de su partido, de su estado. Esta es una cosa buena y útil. Pero no la confundáis con la devoción a las personas, esa fruslería vana e inútil propia de intelectuales de escasa voluntad». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Carta al camarada Shatunovsky, agosto de 1930)

Anotaciones de Bitácora (M-L):

viernes, 6 de septiembre de 2019

El derecho a la separación no debe interpretarse como el deber...


«El programa nacional debe incluir sin falta un punto especial acerca del derecho de las naciones a la autodeterminación, llegando incluso a la separación para formar su propio Estado. Ya he indicado más arriba por qué en las actuales circunstancias interiores e internacionales no podemos prescindir de este punto. Por último, en el programa debe figurar asimismo un punto especial sobre la autonomía nacional territorial para las nacionalidades de Yugoslavia que no estimen necesario separarse. No tienen razón quienes piensan que tal combinación debe considerarse excluida. Esto es erróneo. En determinadas condiciones, como resultado del triunfo de la revolución soviética en Yugoslavia, es bien posible que ciertas nacionalidades, como ha ocurrido aquí, en Rusia, no deseen separarse. Se comprende que, en previsión de tales casos, es preciso tener en el programa un punto referente a la autonomía, con vistas a la transformación del Estado yugoslavo en una federación de Estados nacionales autónomos, sobre la base del régimen soviético. Así, pues, derecho a la separación para las nacionalidades que quieran separarse y derecho a la autonomía para las nacionalidades que prefieran permanecer dentro del Estado yugoslavo. Para evitar equívocos, he de decir que el derecho a la separación no debe interpretarse como el deber, como la obligación de separarse. Una nación puede ejercer el derecho a la separación, pero puede también no ejercerlo, si lo desea así; eso es cosa suya y debe ser tomado en consideración. Algunos camaradas convierten el derecho a la separación en, una obligación, exigiendo, por ejemplo, que los croatas se separen a toda costa. Esa posición es errónea y debe ser desechada. No se debe confundir un derecho con una obligación». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin;  En torno a la cuestión nacional en Yugoslavia, 25 de abril de 1925)

miércoles, 4 de septiembre de 2019

Corridas de toros; Mariano José de Larra, 1828


«Vous connaissez l’ horreur des spectacles affreux
Dont les romains faisaient le plus doux de leurs jeux.
Ce peuple qui donnait, par un mépris bizarre,
A tout peuple étranger le titre de barbare,
Ne repaissait ses yeux que des pleurs des mortels
Et de sang arrosait ses théâtres cruels,
Aux tigres, aux lions livrant des misérables
Il se divertissait de leurs cris lamentables;
Il exposait aux ours des esclaves tremblants
Pour en voir disperser tous les membres sanglants,
Le grave sénateur courait à ces supplices,
Et la jeune vestale en faisait ses délices.


(M. RACINE, FILS: Epître à madame la duchesse de Noailles sur l’âme des bêtes.)                


Ejercite sus fuerzas el mancebo
En frente de escuadrones: no en la frente
Del útil bruto l’asta del acebo.
. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Gineta y cañas son contagio moro;
Restitúyanse justas y torneos,
y hagan paces las capas con el toro.


(Quevedo. Epíst. satír. y censor.)                


Estas funciones deben su origen a los moros, y en particular, según dice don Nicolás Fernández de Moratín, a los de Toledo, Córdoba y Sevilla. Estos fueron los primeros que lidiaron toros en público. Los principales moros hacían ostentación de su valor y se ejercitaban en estas lides, mezclando su ferocidad natural con las ideas caballerescas, que comenzaban a inundar la Europa. El anhelo de distinguirse en bizarría delante de sus queridas, y de recibir su corazón en premio de su arrojo, les hizo, poner las corridas de toros al nivel de sus juegos de cañas y de sortijas.

Los españoles sucesores de Pelayo, vencedores de una gran parte de los reyezuelos moros que habían poseído media España, ya reconquistada, tomaron de sus conquistadores en un principio, compatriotas, amigos o parientes en seguida, enemigos casi siempre, y aliados muchas veces, estas fiestas, cuya atrocidad era entonces disculpable, pues que entretenía el valor ardiente de los guerreros en sus suspensiones de armas para la guerra, la emulación entre los nobles que se ocupaban en ellas, haciéndolos verdaderamente superiores a la plebe, y acostumbraba al que había de pelear a mirar con desprecio a un semejante suyo, cuando le era preciso combatir con él, si acababa de aterrar a una fiera más temible.

lunes, 2 de septiembre de 2019

Ocultar los defectos; Bertolt Brecht, 1939


«Me-ti dijo: Lo peor no es tener defectos, ni siquiera es grave no combatirlos. Lo grave es ocultarlos. No aparentar lo que se es, es una desdicha para uno mismo. Aparentar lo que no se es, es una desdicha para los demás. ¿Cómo puede alguien acompañarte en la lucha, si no le has mostrado tus defectos? El solo esfuerzo que te demanda aparentar lo que no eres consumirá toda tu capacidad de lucha. Temes, por ejemplo, que tu amigo te abandone si se entera de que eres cobarde. Pero lo único que él puede temer son las consecuencias de tu cobardía, y él podría evitarlas mejor que tú... siempre que esté enterado de tu cobardía. Hasta cuando alguien es mentiroso debe demostrarlo... por lo menos a tus mejores amigos; sobre eso no debe mentir». (Bertolt Brecht; Me-Ti. El libro de las mutaciones, 1935-1939)

domingo, 1 de septiembre de 2019

El flagrante error de autoconsiderarse vanguardia del proletariado sin merecerlo; Equipo de Bitácora (M-L), 2019


«A finales de los años 80, pese a que el partido se había desangrado y había perdido toda la influencia de antaño. Los jefes del partido decían sin sonrojo alguno:

«El Partido Comunista de España (marxista-leninista) es la vanguardia consciente y organizada del proletariado». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Documentos del Vº Congreso del PCE (m-l), 1988)

Ante una afirmación tan categórica deberíamos recordar lo que es la vanguardia del proletariado para saber si el PCE (m-l) de 1988 cumplía ese rol, o si solo era un deseo suyo.

Stalin decía sobre las necesidades del partido en cuestiones organizativas y de mando que para considerar al partido como vanguardia del proletariado:

«El partido como destacamento organizado de la clase obrera. El partido no es sólo el destacamento de vanguardia de la clase obrera. Si quiere dirigir realmente la lucha de su clase, tiene que ser, al mismo tiempo, un destacamento organizado de la misma. Las tareas del partido en el capitalismo son extraordinariamente grandes y diversas. El partido debe dirigir la lucha del proletariado en condiciones extraordinariamente difíciles de desarrollo interior y exterior; debe llevar al proletariado a la ofensiva cuando la situación exija la ofensiva; debe sustraer al proletariado de los golpes de un enemigo fuerte cuando la situación exija la retirada; debe inculcar en las masas de millones y millones de obreros sin-partido e inorganizados el espíritu de disciplina y el método en la lucha, el espíritu de organización y la firmeza. Pero el partido no puede cumplir estas tareas si él mismo no es la personificación de la disciplina y de la organización, si él mismo no es un destacamento organizado del proletariado. Sin estas condiciones, ni hablar se puede de que el partido dirija verdaderamente a masas de millones y millones de proletarios». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili; Stalin; Los fundamentos del leninismo, 1924)

¿Cumplía este requisito el PCE (m-l) de por aquel entonces? No. El PCE (m-l) ni siquiera en sus mejores tiempos de 1973-1975 llegaría a obtener una movilización masiva de los trabajadores, nunca fue el partido hegemónico de la clase obrera, siempre a la sombra de los carrillistas y luego de los felipistas, en los sindicatos su presencia fue anecdótica. Nunca llegó a tener una fracción parlamentaria fuerte, y jamás logró poner en jaque al sistema mediante la violencia revolucionaria.