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Portada de «L'Unità» anunciando el Xº Congreso del PCI de 1962 |
«La dirección del Partido Comunista Italiano (PCI) apoya sus esperanzas para el paso al socialismo mediante la utilización del Parlamento y la aplicación de la Constitución italiana actual.
Más de una vez los dirigentes italianos subrayaron que «también es posible avanzar por el socialismo sirviéndonos también de formas parlamentarias». Así, por ejemplo, en la declaración programática del VIIº Congreso del PCI, dicha opinión se ha reafirmado una vez más por medio de Luigi Longo, que en su informe concerniente a la convocatoria del congreso ha dicho:
«Las instituciones democráticas pueden ser desarrolladas como la base efectiva de un régimen, que, haciendo frente a las tentativas subversivas de los grupos monopolistas y quitando la base de su poder, se podrá avanzar hacia el socialismo». (Luigi Longo; Informe concerniente a la convocatoria del VIIIº Congreso del PCI, 1956)
Y que:
«El parlamento puede y debe desempeñar una función activa a condición de que paralelamente sean desarrolladas y deben ser desarrolladas las formas de democracia directa que aseguren el desarrollo ulterior y superior de la democracia socialista». (Luigi Longo; Informe concerniente a la convocatoria del VIIIº Congreso del PCI, 1956)
Palmiro Togliatti también escribía en «Pravda» que:
«El Parlamento que en el pasado era un medio de organización y consolidación del régimen capitalista, puede hacerse hoy un medio eficaz en las manos de los partidos que despliegan sus esfuerzos para transformar la sociedad». («Pravda»; Declaraciones de Togliatti, 7 de marzo de 1956)
A pesar de esto, Togliatti se opone enérgicamente a los que exprimen la opinión de que «la vía italiana al socialismo significa la vía parlamentaria y nada más». ¿Por qué Togliatti tiene esta queja? ¿Por qué busca con tanto tesón alejarse del término «vía parlamentaria»? Porque parece, se hace notar su posición reformista. En el informe: «La vía italiana al socialismo» presentado en la sesión plenaria del Comité Central del PCI, se decía:
«Si se hace una identificación exterior, en general, entra la «vía italiana» y la «vía parlamentaria», podemos crear, de una parte, ilusiones peligrosas, mientras que por otra parte, se puede tener también graves desilusiones. El camarada que trabaja en la fábrica que sabe lo pesado que es el poder del patrón, el ciudadano que puede saber cuál es la naturaleza y la pesadez del poder de las clases dominantes capitalistas en la sociedad moderna y que, por otro lado observa a nuestro Parlamento actual, puede llegar a la conclusión de que por esta vía jamás se llevará un cambio radical». (Palmiro Togliatti; Informe presentado en la sesión plenaria del Comité Central del Partido Comunista Italiano, 24 de junio de 1956)
¡Muy Bien! ¡Dónde reside entonces la distinción de Togliatti entre la «vía italiana» y la «vía parlamentaria». ¿Qué hay que hacer para que nadie se cree ilusiones semejantes? En los hechos Togliatti no hace ninguna distinción; se limita a decir que para utilizar el Parlamento con éxito, para que se avance al socialismo, se debe cumplir con los siguientes requisitos previos: un Parlamento que sea en realidad un reflejo del país; un Parlamento que funcione; un gran movimiento popular que levante reivindicaciones que puedan ser atendidas a posteriori por el Parlamento, donde las fuerzas populares tienen que tener aseguradas una representación bastante fuerte. Se trata pese a todo pues, de una «vía parlamentaria». De hecho podemos encontrar en los números del periódico del PCI «L'Unità» en los grandes titulares que ocupan toda la página: «Cambiemos, con el voto, la cara de Italia».
Esto se vuelve todavía más claro, si nos atenemos a sus puntos de vista sobre la utilización de las formas parlamentarias. Palmiro Togliatti consideró juicioso revisar la tesis de Marx, Engels, Lenin y Stalin sobre la necesidad imperiosa de la demolición del aparato del Estado burgués, como condición indispensable para el paso al socialismo. En este punto de visto Togliatti propagaba la difusión de ilusiones oportunistas parlamentarias según las cuales, con la ayuda del parlamento burgués se puede imponer al Estado capitalista actual la voluntad de la clase obrera y otras masas populares y avanzar así al socialismo.
Mas estos punto de vista de los líderes comunistas italianos son, si no idénticos, muy similares a las ilusiones oportunistas de Kautsky que Lenin luchó en su tiempo:
«La tarea de la huelga general no puede ser nunca la de destruir el Poder del Estado, sino simplemente la de obligar a un gobierno a ceder en un determinado punto o la de sustituir un gobierno hostil al proletariado por otro dispuesto a hacerle concesiones [entgegenkommende]. (...) Pero jamás, ni en modo alguno, puede esto [es decir, la victoria del proletariado sobre un gobierno hostil] conducir a la destrucción del Poder del Estado, sino pura y simplemente a un cierto desplazamiento [Verschiébung] de la relación de fuerzas dentro del Poder del Estado. (...) Y la meta de nuestra lucha política sigue siendo, con esto, la que ha sido hasta aquí: conquistar el Poder del Estado ganando la mayoría en el parlamento y hacer del parlamento el dueño del gobierno». (Karl Kautsky; La revolución social, 1902)
Lenin diría:
«Esto es ya el más puro y el más vil oportunismo, es ya renunciar de hecho a la revolución acatándola de palabra. El pensamiento de Kautsky no va más allá de «un gobierno dispuesto a hacer concesiones al proletariado», lo que significa un paso atrás hacia el filisteísmo, en comparación con el año 1847, en que el «Manifiesto Comunista» proclamaba la «organización del proletariado en clase dominante». (...) Nosotros iremos a la ruptura con los oportunistas; y todo el proletariado consciente estará con nosotros en la lucha, no por «el desplazamiento de la relación de fuerzas», sino por el derrocamiento de la burguesía, por la destrucción del parlamentarismo burgués, por una República democrática del tipo de la Comuna o una República de los Soviets de Diputados Obreros y Soldados, por la dictadura revolucionaria del proletariado». (Vladimir Ilich Uliánov; Lenin; El Estado y la revolución, 1917)
Hay que preocuparse siempre de no subestimar las posibilidades del parlamento burgués, de no crear ilusiones oportunistas según las cuales, gracias a él, se puede efectuar la transformación socialista de la sociedad. No hay que olvidar dos tendencias de la burguesía respecto al parlamento en los países capitalistas en el periodo actual que hasta los dirigentes del PCI están obligado a admitir:
1) La burguesía se sirve de los medios más diversos para no permitir la amplia representación de las masas trabajadoras al Parlamento, a partir de la presión ideológica cotidiana y multilateral sobre los electores recurriendo a los enormes medios de propaganda, a partir de las restricciones de todas suertes con objeto de no permitir la libre participación de los trabajadores en el escrutinio, hasta la modificación de todo el sistema electoral, etc.
2) Vemos manifestarse más que nunca la tendencia de la burguesía, sobre todo de la burguesía monopolista, a limitar, por diferentes procedimientos, los derechos y las competencias del Parlamento y a concentrar el máximo poder en manos del ejecutivo. La evidencia más claro de hoy son las iniciativas de De Gaulle en Francia para la modificación de la Constitución.
En la etapa del imperialismo, que como mostró Lenin, es la reacción en todos los dominios, existe siempre el peligro de la implantación de la dictadura militar y fascista, cada vez que la burguesía monopolista presiente que el régimen de democracia burguesa pone en peligro sus intereses. Esto está confirmado por la existencia del fascismo en España y Portugal, por la instauración de la gaullista en Francia, por las persecuciones contra los partidos comunistas en Estados Unidos, Alemania Occidental y otros países, por los putschs militares en Argentina y en otros países de América Latina, etc. Es una realidad que no puede dejar de ser observada, subestimada ni tomada con ligereza por ningún partido revolucionario serio.
Naturalmente, nosotros no estamos ni podemos estar en contra de la utilización del parlamento burgués a favor de los intereses de la clase obrera y su lucha. Sabemos que Lenin previno contra la «enfermedad infantil del comunismo», contra el extremismo «izquierdista» que negaba la imperiosa necesidad de la utilización del parlamento por los partidos comunistas para defender los intereses de la clase obrera, para desenmascarar a la burguesía y su poder, la falsedad de la democracia burguesa y para imponer a la burguesía medidas determinadas a favor de los trabajadores, etc. Sobre todo, en el periodo actual, cuando la burguesía ha rechazado la bandera de los derechos y libertades democráticas, esta bandera debe ser recogida por los comunistas. En las condiciones actuales de agravación excesiva de las contradicciones entre los grandes monopolios de una parte, y de todas las capas de la población, de otra parte, grandes posibilidades han sido creadas para la amplia utilización del Parlamento para llevar de manera vasta una lucha democrática y antimonopólica. Es por eso que, la lucha en el Parlamento y fuera de él, es sin duda, una tarea importante de los partidos comunistas en los países capitalistas de régimen democrático-burgués.
Pero es indispensable, que luchando por la democracia y los derechos democráticos para los trabajadores, luchando por la utilización del Parlamento para los fines e intereses de la clase obrera, se realice entre las masas un trabajo de explicación contra la creación de ilusiones parlamentaristas peligrosas, para denunciar la falsedad de la misma democracia burguesa en las repúblicas burguesas más «democráticas», la falsedad del parlamentarismo burgués, para educar a las masas en un espíritu revolucionario de derogación de la falsa democracia burguesa y de su sustitución por la dictadura del proletariado, que es la verdadera democracia para las amplias masas del pueblo.
Pero lo cierto es que los actuales dirigentes del PCI entienden la «vía democrática» al socialismo y la utilización del Parlamento como una vía donde no hay sitio para la liquidación de la falsa democracia burguesa y la instauración de la dictadura del proletariado:
«La vía democrática al socialismo es la democracia hacía una democracia más amplia, más segura y más eficaz, que, ensanchando los límites de la democracia existente y sobre todo consagrándose bases sociales más sólidas, se transforma en una democracia realizada por todos, es decir en una democracia de personas iguales desde el punto de vista político y social, es decir una democracia socialista». (Luigi Longo; Informe presentado en el Comité Central del Partido Comunista Italiano, 1956)
Precisamente rechazando tales ilusiones oportunistas y desenmascarando la falsa democracia burguesa, Lenin dijo:
«Partiendo de esta democracia capitalista –inevitablemente estrecha, que repudia por debajo de cuerda a los pobres y que es, por tanto, una democracia profundamente hipócrita y mentirosa– el desarrollo progresivo, no discurre de un modo sencillo, directo y tranquilo «hacia una democracia cada vez mayor», como quieren hacernos creer los profesores liberales y los oportunistas pequeño burgueses. No, el desarrollo progresivo, es decir, el desarrollo hacia el comunismo pasa a través de la dictadura del proletariado, y no puede ser de otro modo, porque el proletariado es el único que puede, y sólo por este camino, romper la resistencia de los explotadores capitalistas». (Vladimir Ilich Uliánov; Lenin; El Estado y la revolución, 1917) (Zëri i Popullit; A propósito de las tesis concernientes al Xº Congreso del Partido Comunista Italiano, 18 de noviembre de 1962)
Anotación de Bitácora (M-L):
A posteriori las teorías de Togliatti, junto a las de otros ideólogos revisionistas darían paso a la famosa corriente revisionista del llamado eurocomunismo entre los viejos partidos comunistas occidentales:
«Los partidos revisionistas de los países de Europa Occidental despliegan esfuerzos para levantar una teoría sobre una «sociedad nueva» llamada socialista, a la que esperan llegar con «reformas estructurales» y en estrecha coalición con los partidos socialdemócratas, e incluso con los partidos de derecha. Esta sociedad, según ellos, se edificará sobre nuevos fundamentos con «reformas sociales», en «paz social»; por «vía parlamentaria», a través del «compromiso histórico» con los partidos burgueses. Los partidos revisionistas de Europa, como los de Italia, Francia y España, y tras ellos todos los demás partidos revisionistas de Occidente, niegan el leninismo, la lucha de clases, la revolución y la dictadura del proletariado. Todos se han metido en el camino del compromiso con la burguesía capitalista. Han bautizado esta línea antimarxista con el nombre de «eurocomunismo». (Enver Hoxha; El imperialismo y la revolución, 1978)
A día de hoy las teorías de la «vía parlamentaria» al socialismo, y en especial los sofismas utilizados de vez en cuando para aparentar que la «vía parlamentaria» no es la única vía que propone el partido para la toma de poder, es una de las características fundamentales de los actuales partidos revisionistas actuales que sufren de cretinismo parlamentario y que reducen todos sus objetivos y toda su actuación práctica a las elecciones parlamentarias.