«En la determinación de la «vía italiana», «democrática» al socialismo, los dirigentes del Partido Comunista Italiano (PCI) ponen muchas esperanzas en la Constitución italiana actual. Hablando al Comité Central del PCI, Toglliatti subrayó:
«Se debe prever un progreso socialista que pueda desarrollarse precisamente en el terreno que define y prevé la constitución y que es el terreno de las libertades democráticas y las transformaciones sociales progresistas. Esta constitución aún no es una constitución socialista, pero, puesto que es expresión de un amplio movimiento unitario, renovador, difiere radicalmente de las otras constituciones burguesas, representa una base efectiva del desarrollo de la sociedad italiana en la vía que conduce al socialismo». (Palmiro Togliatti; Informe al Comité Central del Partido Comunista Italiano, 24 de junio de 1956)
Y continúa:
«He aquí su significado, con esto pensamos nosotros, la clase obrera puede lograr desempeñar su rol de dirigente de la revolución socialista en la situación italiana concreta». (Palmiro Togliatti; Informe al Comité Central del Partido Comunista Italiano, 24 de junio de 1956)
Lo mismo declaró en una reunión en Frascati, Togliatti declaró que los comunistas italianos llegaran al socialismo:
«No por medio de la guerra civil, de la agravación de un conflicto armado, sino a través de la vía de la realización de reformas, que están previstas en la Constitución italiana, y a través de la lucha democrática y la unidad de las masas populares». (Palmiro Togliatti; Discurso en Frascati, 20 de noviembre de 1961)
Todo esto son ilusiones oportunistas sobre la «democracia italiana». ¡Y son enteramente idénticas a lo que exprimió en el VIIIº Congreso del PCI de 1956 Antonio Guiolitti, quién fue criticado como un revisionista por el mismo Togliatti y otros, a saber que la vía italiana al socialismo pasa por la Constitución de la república y las reformas de estructura! La dirección del PCI presenta a la Constitución italiana como si fuera totalmente diferente de otras constituciones burguesas, pretendiendo que si no es todavía una constitución socialista perfecta, contiene al menos muchos principios socialistas, pero que «desgraciadamente», no son aplicados por los actuales gobernantes italianos. Es por esto que se orienta y concentra toda la atención, toda la lucha de clases obrera y el partido comunista a la aplicación de la Constitución y las reformas que prevé. ¡Y dicen que de esta manera van a pasar al socialismo!
No queremos de ninguna manera subestimar la importancia que presenta para el PCI y para los trabajadores italianos la lucha por la salvaguardia y el desarrollo de los derechos y de las libertades democráticas que prevé la Constitución italiana. Es verdad que es una constitución democrática, que apareció en consecuencia de la lucha de clase obrera y el PCI contra el fascismo, que contiene algunas reivindicaciones bastante avanzadas para el mundo capitalista y que van en interés de la clase obrera y las masas trabajadoras. Y desde luego, la lucha por la aplicación de estas reivindicaciones tiene gran importancia.
Mas todo esto no debe ser sobrestimado y exagerado. De hecho, la Constitución italiana actual es una constitución democrático-burguesa, que no rebosa en absoluto el marco de otras constituciones burguesas, que derivan sobre todo de la lucha contra el fascismo. Por consiguiente, crear ilusiones sobre la Constitución italiana y limitar la lucha de los trabajadores y del partido comunista a las reivindicaciones y aplicación de la Constitución es muy perjudicial y significa, de hecho, la renuncia a la revolución socialista y el mantenimiento dentro del orden capitalista. En realidad, lo que prevé la Constitución italiana son libertades y derechos puramente formales, que en realidad son violados cada día, algo que está admitido hasta por los dirigentes del PCI. Por ejemplo, se prevé una limitación de la propiedad privada o el derecho al trabajo, pero de hecho hubo y no hay ninguna limitación efectiva de la propiedad monopolista de los capitalistas; al contrario, la mayor concentración de capital en menos manos se ha logrado a ritmos más rápidos; o, a pesar de la proclamación general del derecho a trabajar, Italia se caracteriza por un desempleo masivo crónico, etc. Además, recordemos los intentos de las clases dominantes en Italia para limitar la democracia italiana, ni podemos olvidar que en algunos países de Europa como en Francia, ya han logrado este objetivo. Por lo tanto, la creación de ilusiones de todo tipo en la «democracia» burguesa, sobre el parlamentarismo burgués, causan un grave perjuicio a la clase obrera y el socialismo». (Zëri i Popullit; A propósito de las tesis concernientes al Xº Congreso del Partido Comunista Italiano, 18 de noviembre de 1962)
Anotaciones de Bitácora (M-L):
Enver Hoxha analizando la Constitución burguesa italiana de 1947 y la idea oportunista de Toglitatti –luego continuada por Berlinguer– de la «vía al socialismo» a través de ella, diría:
«Las libertades y derechos que prevé la constitución italiana son libertades y derechos puramente formales, que son violados diariamente por la burguesía. Prevé por ejemplo una cierta limitación de la propiedad privada, lo que no ha impedido que los Fiat y los Montedison se enriquezcan cada vez más y los obreros se empobrezcan cada vez más. La constitución prevé el derecho al trabajo, pero esto no constituye un obstáculo para que la patronal capitalista y su Estado arrojen a la calle a unos dos millones de obreros. La constitución garantiza una serie de derechos democráticos, pero no impide que el Estado italiano, los carabineros y la policía actúen casi abiertamente, en base a los derechos reconocidos por la constitución, en la estructuración de ese mecanismo que está listo para instaurar un régimen fascista. (...) No es sino un simple absurdo imaginar que la burguesía italiana ha elaborado su conocida constitución para conducir a la sociedad hacia el socialismo, como creen los togliattistas. La constitución italiana, al igual que las demás leyes fundamentales de los países burgueses, sanciona la dominación política, legislativa y ejecutiva indivisible de la burguesía del país, sanciona la defensa de su propiedad y su poder para explotar a las masas trabajadoras. Confiere bases legales a los órganos represivos para restringir la libertad y la democracia del pueblo para ejercer su represión y su dominación sobre todos y sobre todo. Algunas bellas palabras, como libertad, igualdad, fraternidad, democracia, justicia, etc., bien pueden figurar doscientos años en la constitución, pero en la práctica, esto no se realizará ni en otros dos mil años, si la burguesía capitalista no es derrocada junto a sus constituciones y sus leyes. (...) Los revisionistas pueden quedarse a predicar día y noche, pueden quedarse con la boca seca de tanto hablar en todas las plazas y rezar en todas las iglesias de Italia, pero jamás podrán realizar su sueño reformista de pasar al socialismo a través del parlamento, de la Constitución y del propio Estado burgués». (Enver Hoxha; Eurocomunismo es anticomunismo, 1980)
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