«La concepción materialista de la historia también tiene ahora muchos amigos de ésos, para los cuales no es más que un pretexto para no estudiar la historia. (...) Nuestra concepción de la historia es, sobre todo, una guía para el estudio y no una palanca para levantar construcciones a la manera del hegelianismo. Hay que estudiar de nuevo toda la historia, investigar en detalle las condiciones de vida de las diversas formaciones sociales, antes de ponerse a derivar de ellas las ideas políticas, del derecho privado, estéticas, filosóficas, religiosas, etc., que a ellas corresponden». (Friedrich Engels; Carta a Konrad Schmidt, 5 de agosto de 1890)
Según la RAE, por «filosofía» se define: «Conjunto de saberes que busca establecer, de manera racional, los principios más generales que organizan y orientan el conocimiento de la realidad, así como el sentido del obrar humano». Y, por «ciencia»: «Conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales con capacidad predictiva y comprobables experimentalmente». Estas acepciones no son incorrectas, pero sí algo inexactas ya que se omite el hecho de que las ciencias necesitan de la filosofía −que, como afirmó Engels, solo es la «ciencia del pensamiento»− y viceversa. Esto no es muy complejo de entender:
a) El filósofo que trate de «filosofar» sin apoyarse en las demás ciencias −economía, historia, derecho, biología, etcétera− se encontrará en un laberinto sin salida, pronunciándose categóricamente y valiéndose de dudosas abstracciones que jamás ha podido comprobar, salvo de oídas.
b) Mientras que el científico que pretenda hacer «ciencia específica» sin una visión filosófica, le ocurrirá más de lo mismo; cometerá uno y mil desatinos con extremada facilidad, no podrá ni operar ni sintetizar sus conclusiones de la mejor forma posible, en sus explicaciones carecerá de un marco teórico capaz y convincente.
¿Por qué? Porque, aunque sea conocedor de una realidad científica como −por ejemplo− la existencia de la ley gravitatoria, si filosóficamente la interpreta como una percepción que tenemos los humanos y no como una ley que ocurre independientemente del hombre, hallará sus causas −si es que las busca− en la vida imaginaria, no en la vida real, pues estará negando directamente esta última.
Sin embargo, aún hoy existen filósofos de viejo cuño, como los «reconstitucionalistas», que se oponen frontalmente a la antes expuesta consideración, es decir, a analizar la filosofía y el resto de ciencias bajo una unidad donde ambas partes poseen su debida importancia y su campo predilecto de estudio. En cambio, ellos conciben una extraña relación entre filosofía y el resto de ciencias donde se contempla que la primera sobrepasa y domina a las segundas sin discusión, como acostumbraban los antiguos filósofos. Recordemos que, para la «Línea de la Reconstitución» (LR), esto ha tenido que ser así porque, según ellos: a) el marxismo «no puede reducirse al estatuto de simple ciencia» (Línea Proletaria, Nº3, 2018); b) el marxismo «no ha sobrepasado del todo el marco del pensamiento y de la práctica burgueses» (La Forja, Nº33, 2005); c) de hecho, para la LR más bien hubo una «constricción positivista del marxismo» (La Forja, Nº35, 2006); d) habiendo pecado de «economicismo, pragmatismo e instrumentalismo» (La Forja, Nº27, 2003); e) concibiendo a la humanidad como «entidad cognoscente separada, pasiva, ajena al devenir del mundo objetivo» (Línea Proletaria, Nº3, 2018).
Por todo esto y mucho más, concluyen que su nueva «filosofía de la praxis», con su «teoría-práctica-teoría» y «autoconciencia», ha de ser la nueva punta de lanza para superar al viejo marxismo. ¡Clarísimo! Véase el subcapítulo: «La «Línea de Reconstitución» y sus intentos de institucionalizar una filosofía voluntarista y teoricista» (2022).
Para dar réplica a esta sarta de improperios que ha recibido el materialismo histórico-dialéctico, lo mejor será que nos remitamos a uno de los teóricos marxistas de «segunda generación», Antonio Labriola, licenciado y experto en filosofía. Una vez las veces, en una de sus cartas personales recogidas en «Filosofía y socialismo» (1897), se refirió a la propia filosofía simplemente como la «concepción general de la vida y del mundo»; mientras que en «Del materialismo histórico» (1896) añadiría que la filosofía suele ser «anticipo genérico de problemas que la ciencia tiene que elaborar aun específicamente» o «resumen y elaboración conceptual de los resultados a que la ciencia llegó ya».
Esto no significa, como vimos anteriormente, que el marxista italiano no se mofase de aquellos que consideraban el corpus doctrinal del materialismo histórico de Marx y Engels «no como un producto del espíritu científico, sobre el que la ciencia tiene en verdad incontrastable derecho de crítica, sino como las tesis personales de dos escritores», como simples «opiniones de compañeros de lucha». Para él, esto era consecuencia de «espíritus demasiado simples» que no habían hecho el esfuerzo de aprender las bases de esta filosofía, personajes «demasiado inclinados a las conclusiones fáciles, a disparatar lindamente». Véase el capítulo: «¿Existe una doctrina revolucionaria identificable o esto es una búsqueda estéril?» (2022).