lunes, 15 de octubre de 2018

No hay, ni puede haber, un «marxismo heterodoxo» salvo para los revisionistas eclécticos; Equipo de Bitácora (M-L), 2018


«Soy heterodoxo y considero que la unidad obrera, por la lucha por el socialismo debe incluir de cierta forma a muchos factores y corrientes en sus coincidencias, y debe tener la serenidad de discutir sus diferencias. Por ejemplo, he ido a dar varias charlas y conferencias con Marea Socialista también, y otras organizaciones». (Manuel Sutherland; Declaraciones, 16 de enero de 2017)

Es completamente estúpido denominarse heterodoxo si uno se considera un hombre de ciencia, es de una ignorancia supina hablar de varias corrientes del socialismo científico, pues socialismo científico solo puede haber y hay uno:

«Las tesis teóricas de los comunistas no se basan en modo alguno en ideas y principios inventados o descubiertos por tal o cual reformador del mundo. No son sino la expresión de conjunto de las condiciones reales de una lucha de clases existente, de un movimiento histórico que se está desarrollando ante nuestros ojos». (Karl Marx y Friedrich Engels; El manifiesto del partido comunista, 1848)

La propia dialéctica de los acontecimientos ha demostrado en la práctica que corriente es verdaderamente científica y cual no:

«Hoy no hay necesidad de que se inventen nuevos «socialismos», ni de que se copien los llamados socialismos de los revisionistas modernos, como el soviético, yugoslavo, chino y otros, que de socialismo solo tienen el nombre. Qué es el socialismo, qué representa y realiza, cómo se logra y se construye la sociedad socialista, no son cosas desconocidas. Existe una teoría y una práctica del socialismo científico. Esa teoría nos la enseñan Marx, Engels, Lenin y Stalin. Su práctica la encontramos en la rica experiencia de la construcción del socialismo en la Unión Soviética del tiempo de Lenin y Stalin, la encontramos hoy también en Albania, donde la nueva sociedad se edifica según las enseñanzas del marxismo-leninismo. Claro está que el socialismo, como ha dicho Lenin, tendrá diferentes fisonomías y sus propias peculiaridades en diferentes países, lo que se deriva de las condiciones socio-económicas, del camino a través del que se desarrolla la revolución, de las tradiciones, de las circunstancias internacionales, etc., pero los principios básicos y las leyes generales del socialismo permanecen inalterables y son indispensables para todos los países. (...) La claridad en esta cuestión y el establecimiento de una neta línea de demarcación entre el socialismo auténtico y el pseudosocialismo, revisten una importancia capital para el desarrollo con éxito de la lucha de la clase obrera y de las masas trabajadoras. Sin tener una clara imagen de la sociedad socialista y sin atenerse a sus principios y leyes generales, la revolución se queda a mitad de camino. Es posible llevar a cabo la revolución, pero cuando falta la verdadera perspectiva socialista, puede desviarse y resultar inútiles la lucha y los sacrificios realizados por su triunfo». (Enver Hoxha; Informe en el VIIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1 de noviembre de 1981)

Expliquemos una vez más que es y en que descansa el marxismo-leninismo:

«El marxismo como ciencia no es un sistema de ideas congeladas inmutables, sino un sistema de pensamiento que se desarrolla históricamente. Sin embargo, mientras que la evolución continúa, el marxismo sigue siendo un sistema único y autónomo, como resultado del cual tiene una única interpretación correcta, en virtud de su esencia científica. De la misma manera los fenómenos de la naturaleza y sus leyes de desarrollo son estudiados por tales ramas de las ciencias naturales como la química, la biología, la física, etc., los fenómenos sociales son estudiados e interpretados por la ciencia marxista. Por la misma razón por la que sólo existe una posible interpretación científica de los fenómenos de la naturaleza, existiendo una ciencia de la química, la biología, la física, y no dos o más ciencias de la química, la biología y la física, solo existe pues, un sistema científico único que es capaz de estudiar e interpretar los fenómenos sociales. Los principios del marxismo-leninismo no son postulados acerca de las leyes que rigen la sociedad y la historia por los siglos de los siglos. Son el resultado de un esfuerzo titánico para generalizar el conocimiento sobre los fenómenos sociales y que mejor reflejan su esencia. Por tanto, estos principios no son verdades eternas, la quintaesencia del pensamiento humano, concebido por las mentes de los genios. Los principios del marxismo-leninismo no preceden a la historia propia; sino que son un producto de la historia misma y que se derivan de esta última, son un reflejo de las leyes objetivas que rigen la realidad. Los principios del marxismo-leninismo no son un conocimiento místico de los ancianos, sino la mínima expresión de una ciencia en toda regla, cuyo objetivo final es comprender los procesos sociales con el propósito de cambiar la sociedad». (Rafael Martínez; Sobre el Manual de Economía Política de Shanghái, 2004)

Históricamente los autodenominados «marxistas heterodoxos» no eran sino personajes que negaban el marxismo bajo premisas del idealismo, pragmatismo, escepticismo o relativismo, y por supuesto, siempre bajo una alta dosis de oportunismo político:

«No hace falta mencionar tampoco a ese tipo de pretendidos marxistas que bajo el idealismo o el escepticismo dicen que el marxismo-leninismo –con la andadura que tiene a estas alturas– no tiene paradigma a seguir, que no puede diferenciarse lo que es o no es marxista, que tesis que está dentro de sus patrones o cuáles no, en consecuencia de este tipo de pensamiento, este tipo de marxista-leninistas no consideran al marxismo-leninismo como una ciencia: ellos no pueden ser marxista-leninistas. Rebajarse a las declaraciones formales sobre la unión de todas las «corrientes comunistas» es la forma más descarada de oportunismo, ya que corriente solo hay una; marxismo-leninismo, comunismo, socialismo científico, o como quiera decorarse a la hora de nombrarse, y estipula claramente con su teoría y práctica que figura está y quién no está dentro de esta corriente, que principios y axiomas y cuáles conforman la doctrina y cuáles no, otro caso totalmente diferente sería, que el individuo no encuentre patrón a seguir dentro de la teoría marxista-leninista sobre un caso concreto, ni sepa descifrarlo con las herramientas que el marxismo-leninista proporciona gracias al materialismo-dialéctico, en este tipo de casos los errores que pueden emanar de una situación extraordinaria pueden ser perdonables los errores, ya que la dialéctica de los fenómenos nos pone ante nuevos retos y nos pondrá ante otros inimaginables, otra cosa diferente es como decimos, errar bajo teorizaciones conscientes quebrantando axiomas conocidos sin aportar prueba de porqué se atenta contra él, mucho más imperdonable es cuando se hace esto cargando con la fanfarronería que la «neoteoría» creada es mejora y superior a cualquier exposición del marxismo-leninismo en dicho tema». (Equipo de Bitácora (M-L); Diferencias entre unidad entre marxista-leninistas y la unión ecléctica de pretendidos o simpatizantes de dicha doctrina, 2013)

Manuel Sutherland, que en 2007 regañaba al PSUV por su falta de carácter leninista, ahora, de una vez por todas, se ha pasado abiertamente al campo del antileninismo, «ha cruzado el Rubicón», como lo hicieron antes por ejemplo los eurocomunistas del PCE de Carrillo en 1978, que se atrevieron a negar oficialmente y de forma abierta el leninismo en sus estatutos después de llevar décadas bastardeándolo en la praxis. No obstante para nosotros los marxista-leninistas es de una importancia cardinal pues nos permite identificar y desmontar a los revisionistas con mucha más facilidad que cuando se cubren de verborrea «revolucionaria».

Como vimos antes en la cita de Sutherland, como buen revisionista niega la necesidad de que el partido de la clase obrera se pertreche con una ideología científica, en cambio propone que la clase obrera se una en un batiburrillo de «corrientes» que se autodenominan marxistas y hablen de diferentes «modelos de socialismo» para presuntamente llegar a un consenso, perderse en debates estériles, debatiendo lo ya debatido y demostrado por la práctica, un estilo de «academismo» muy perjudicial que viene a descuidar las tareas actuales que demanda el movimiento comunista, y encima pone en jaque los principios que hicieron grande a la doctrina marxista y que hoy en día mantienen su vigencia. Esto significa que al renunciar terreno a terreno a los axiomas sin más justificación que el voluntarismo intelectualista, llegará un momento en que ese su marxismo, que está en las antípodas del verdadero marxismo del proletariado, imposibilita utilizar las herramientas propias del materialismo dialéctico y el materialismo histórico.

No cabe duda que esto que propone Shuterland como modelo de partido ni siquiera es novedoso, es de hecho la vuelta a los esquemas de los viejos oportunistas. En Rusia por ejemplo, los revisionistas mencheviques, declaraban que la lucha por el socialismo debía de ser la obra de varias «corrientes obreras» y que por tanto había que crear una organización que agrupara a todas estas corrientes:

«Los bolcheviques lucharon decididamente contra las tentativas mencheviques de disolver al partido en amplias organizaciones sin partido. Es conocido que en 1907, Pável Axelrod y otros mencheviques propusieron convocar el llamado «Congreso obrero», en el cual participarían los socialdemócratas [así se llamaban los marxistas revolucionarios, hasta que tras la Primera Guerra Mundial se autodenominaron comunistas, para diferenciarse de la socialdemocracia de la II Internacional – Anotación de Bitácora (M-L)], los socialrevolucionarios y los anarquistas. Este congreso, según los mencheviques, debería crear un amplio partido obrero pequeñoburgués «sin partido». Lenin desenmascaró este nocivo intento de liquidar el partido obrero revolucionario y diluir el destacamento avanzado de la clase obrera en la masa pequeño burguesa. A propuesta de Lenin, el partido criticó duramente el plan menchevique de convocatoria del «Congreso obrero». (Édourd Burdzhalov; La importancia internacional de la experiencia histórica del partido de los bolcheviques, 1948)

Recuérdese que históricamente el trotskismo y el maoísmo han sido de las corrientes revisionistas que más énfasis han hecho en ese esquema de partido con varias fracciones, así como de futura sociedad socialista con existencia de varios partidos. Sutherland recoge esta bandera, o la bandera de otras corrientes antimarxistas influenciadas por estas concepciones, y las hace suya repitiendo un «error» ya antiquísimo.

La unidad de una organización marxista-leninista –que es el único socialismo científico–, nace de la cohesión de sus miembros respecto a su ideología. En Rusia, los bolcheviques, como verdaderos marxistas que eran, se distanciaron tempranamente de los revisionistas mencheviques que no veían necesario exigirles a los miembros de su partido y a los candidatos una afinidad ideológica clara:

«Para establecer y consolidar el partido, significa que debemos establecer y consolidar la unidad entre todos los socialdemócratas rusos [así se llamaban los marxistas revolucionarios, hasta que tras la Primera Guerra Mundial se autodenominaron comunistas, para diferenciarse de la socialdemocracia de la II Internacional - Anotación de Bitácora (M-L)], y, por las razones indicadas anteriormente, esa unidad no se decreta, no puede llevarse a cabo por ejemplo mediante una reunión de representantes que se comprometen a firmar, sino que debe de ser algo trabajado. En primer lugar, es necesario trabajar por la unidad ideológica sólida que debe sin más dilación eliminar la discordancia y la confusión, que –seamos francos– reina entre los socialdemócratas rusos en la actualidad». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Declaración del Consejo de Redacción de Iskra, 1900)

Sin la lucha contra estas corrientes falseadoras del socialismo científico no hubiera sido posible la Gran Revolución Socialista de Octubre de 1917 como reconocía Lenin, ni tampoco otros logros como el obtenido en la Guerra Civil Rusa 1917-1923 o la Gran Guerra Patria 1941-1945. Lenin además no solo hablaba de apartar a los oportunistas, sino a los que eran blandos con las corrientes antimarxistas para evitar que el partido en los momentos decisivos se viera vencido por las vacilaciones:

«Teniendo en las propias filas a los reformistas, a los mencheviques, no es posible triunfar en la revolución proletaria, no es posible defenderla. Esto es evidente desde el punto de vista de los principios. Esto lo confirman con toda claridad la experiencia de Rusia y la de Hungría. (…) En Rusia, hemos atravesado muchas veces por situaciones difíciles, en que el régimen soviético habría sido irremediablemente derrotado si hubiesen quedado mencheviques, reformistas, demócratas pequeño burgueses dentro de nuestro partido. (...) En Italia, donde, según la opinión general, las cosas marchan hacia batallas decisivas entre el proletariado y la burguesía por la conquista del poder del Estado. En tales momentos, no solo es absolutamente necesario expulsar del partido a los mencheviques, a los reformistas, a los turatistas, sino que puede incluso resultar útil apartar de todos los puestos de responsabilidad a quienes, siendo excelentes comunistas, sean susceptibles de vacilaciones y manifiesten inclinación hacia la «unidad» con los reformistas. (...) En vísperas de la revolución y en los momentos de la lucha más encarnizada por su triunfo, la más leve vacilación dentro del partido puede echarlo todo a perder, hacer fracasar la revolución, arrancar el poder de manos del proletariado, porque este poder no está todavía consolidado, porque las arremetidas contra el son todavía demasiado fuertes. Si en tal momento, los dirigentes vacilantes se apartan, eso no debilita al partido, sino que fortalece al partido, al movimiento obrero, a la revolución». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Sobre la lucha del Partido Socialista Italiano, 1920)

¡Y es que no puede ser de otra forma! Además, en nuestra época, no hay una ideología intermedia neutral entre la ideología de la clase obrera y de la clase burguesa, que son las dos clases prominentes de la actualidad:

«No hay término medio –pues la humanidad no ha elaborado ninguna «tercera» ideología, además, en general, en la sociedad desgarrada por las contradicciones de clase nunca puede existir una ideología al margen de las clases ni por encima de las clases–. Por eso, todo lo que sea rebajar la ideología socialista, todo lo que sea separarse de ella significa fortalecer la ideología burguesa». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; ¿Qué hacer?, 1902)

Es un completo error pretender a esas alturas que la clase obrera tiene más de una doctrina, pues ya Marx y Engels denunciaron que los que pretendían ser ideólogos en favor de la clase obrera y sus intereses como el socialismo conservador, el socialismo real, el socialismo pequeño burgués, el socialismo feudal, en realidad eran doctrinas ajenas a la clase obrera. Marx y Engels conformaron la única doctrina para la clase obrera que de verdad tenía un carácter científico y que iba en pro de sus intereses. Sabemos que en Rusia, expresiones como el menchevismo, los populistas, el anarquismo, los socialrevolucionarios, eran corrientes de expresión de la pequeña burguesía y la burguesía, y en caso de ser movimientos de la primera, muchas veces acaban hegemonizados por la segunda.

Lenin no se quedó de brazos cruzados en los momentos en que a nivel mundial el eclecticismo de los elementos oportunistas revisaba a Engels, cuando intentaban apropiarse de ciertos conceptos de él que a su vez distorsionaban para poder manipularlos conforme a sus fines, mientras que a la par también tomaban como referencia las teorías de conocidos enemigos de Engels, y de otros nuevos revisionistas de moda por entonces, pasando todas estas influencias como normal dentro del ámbito marxista. Y es que solamente los revisionistas son los que siempre intentan hacer una mezcolanza de ideas sin principios y sin justificación:

«Generalmente se concilian ambos pasajes con ayuda del eclecticismo, desgajando a capricho –o para complacer a los detentadores del poder–, sin atenerse a los principios o de un modo sofístico, ora uno ora otro argumento y haciendo pasar a primer plano, en el noventa y nueve por ciento de los casos, si no en más, precisamente la tesis de la «extinción». Se suplanta la dialéctica por el eclecticismo: es la actitud más usual y más generalizada ante el marxismo en la literatura socialdemócrata oficial de nuestros días. Estas suplantaciones no tienen, ciertamente, nada de nuevo; pueden observarse incluso en la historia de la filosofía clásica griega. Con la suplantación del marxismo por el oportunismo, el eclecticismo presentado como dialéctica engaña más fácilmente a las masas, les da una aparente satisfacción, parece tener en cuenta todos los aspectos del proceso, todas las tendencias del desarrollo, todas las influencias contradictorias, etc., cuando en realidad no da ninguna noción completa y revolucionaria del proceso del desarrollo social». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; El Estado y la revolución, 1917)

Esa unidad inundada de un eclecticismo no es la que quieren ni requieren los verdaderos marxista-leninistas:

«Mientras los revisionistas se unen entre sí de modo formal y coyuntural sobre todo para atacar a los marxista-leninistas, su unión nunca llega lejos por la disparidad de planteamientos ideológicos y por su propia moral aburguesada que solo mira por el interés personal. En cambio la unidad de los marxista-leninistas es sólida como el acero, ya que parten de un tronco de un sistema científico que les garantiza una unidad en calidad de voluntad, necesidad y comprensión en lo que se unen, eso añadido a su moral proletaria que mira por el devenir del colectivo, suma un todo armonioso». (Equipo de Bitácora (M-L); Bandera Roja y MVTC: Un repaso histórico a las posiciones ultraoportunistas de Bandera Roja, y una exégesis sobre la deserción del MVTC y su disolución en Bandera Roja, Enero 2017) 

(Equipo de Bitácora (M-L); Las perlas antileninistas del economista burgués Manuel Shuterland; Una exposición de la vigencia de las tesis leninista sobre el imperialismo, 2018)

2 comentarios:

  1. Uno se da cuenta al principio de su declaración: .....

    «Soy heterodoxo y considero que la unidad obrera, por la lucha por el socialismo debe incluir de cierta forma a muchos factores y corrientes en sus coincidencias, y debe tener la serenidad de discutir sus diferencias.

    En el socialismo real o científico no puede tener el deber de incluir muchos factores,ni inclúso uno, ni tampoco corrientes, y que es eso de discutir sus diferencias?, en el socialismo científico no puede existir esto porque es una ciencia única, si es de otra manera entonces se hablaría de revisionismo y antileninismo como eran Mao, Trotski, Tito, etc. y el resto de oportunistas y menchevíques, que es lo que es este Manuel Sutherland.

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  2. Por motivos netamente prácticos es mucho mejor mantener una línea dentro del partido y no varias.
    La línea se debe determinar en congresos y asambleas y todos los miembros del partido tienen que tener pleno derecho de aportar críticas y ser criticados, con independencia del rango.
    Es en los congresos y asambleas donde se debe luchar por mejorar el partido, dado que la resolución que se obtenga en ellos debe ser acatada por toda la organización; ésa es la disciplina leninista.

    Yo por ejemplo no valgo para una organización así. Cada uno tiene que conocerse y sincerarse consigo mismo. No todos tenemos porqué formar parte del partido en uno u otro escalafón.

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