«Es natural que nuestro camino al socialismo, al igual que en otros países de democracia popular sea algo diferente de la forma en que fue en la Unión Soviética. Debía haber una diferencia entre la revolución del 1917 y la nuestra de 1945. Sin embargo, estas diferencias solo se refieren a la forma y no a la naturaleza del nuevo orden, que es un gobierno popular bajo la dirección de la clase obrera, que cumple la función de la dictadura del proletariado. Incluso Lenin ya explicó esta cuestión cuando dijo:
«Todas las naciones llegarán al socialismo, eso es inevitable, pero no lo harán del mismo modo; cada una de ellas aportará sus elementos peculiares a una u otra forma de la democracia, a una u otra variante de la dictadura del proletariado, a uno u otro ritmo de las transformaciones socialistas de los diversos aspectos de la vida social». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Sobre la caricatura del marxismo y el «economismo imperialista», 1916)
Por lo tanto habría sido dogmático y un absurdo peligroso, haber hecho caso omiso a esa diferencia en el camino emprendido desde 1945. Pero por el contrario, hemos sido capaces de darnos cuenta y hemos sido capaces de responder a esas particularidades de forma adecuada, lo que nos ayudó entre otras cosas a terminar con la reacción burguesa en el interior en febrero de 1948.
Por otro lado hubiera sido una locura y un crimen si nos hubiéramos basados en esas diferencias, que era transitorias y poco a poco desaparecían, habiendo querido resaltarlas. Precisamente el uso amplio y profundo de la experiencia de la Unión Soviética y su ejemplo, es una de las principales leyes de desarrollo de las democracias populares como la nuestra. La aproximación al modelo soviético –en un país donde ya se ha confirmado la construcción del socialismo, nos ahorra una cantidad de dolor en el hallazgo, prueba y búsqueda de las vías para la construcción de eso mismo– es una garantía de éxito para nosotros, garantía de progreso en el camino al socialismo. Tal éxito es por ejemplo la adopción de unos nuevos estatutos en el Partido Comunista Checoslovaco que en líneas generales coinciden en sus puntos con el del Partido Comunista de la Unión Soviética.
A la inversa; intentar empujar al país y promover formas intermedias, publicándolas como especificidades e inmutables, rechazar el ejemplo y la experiencia soviética, solo conduce a la negación y a revertir la esencia misma de la democracia popular, a la restauración del capitalismo.
El leninismo nos enseña el uso versatil de la gran experiencia del primer país socialista y como llegar de las formas inferiores a las formas superiores de la sociedad socialista». (Klement Gottwald; Discurso en la apertura del Museo de Lenin, 21 de enero de 1953)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
«¡Pedimos que se evite el insulto y el subjetivismo!»