«Hemos enumerado, pues, todas las cuestiones principales de nuestras discrepancias, tanto en la teoría como en la política aplicada por nuestro Partido en los problemas de la Komintern y en los de orden interior. De lo dicho se desprende que la afirmación de Rýkov de que tenemos una sola línea no corresponde a los hechos. De lo dicho se desprende que, en realidad, tenemos dos líneas. Una es la línea general del partido, la línea revolucionaria y leninista de nuestro partido. La otra es la línea del grupo de Bujarin. Esta segunda línea no está aún completamente definida, en parte porque dentro del grupo de Bujarin reina una confusión inconcebible de ideas, y en parte porque, debido a lo débil que es, a su poco peso dentro del partido, procura disfrazarse de distintos modos. Pero, a pesar de todo, esta línea existe, según veis, y existe como línea diferente de la línea del partido como línea que se contrapone a la línea general del partido en casi todas las cuestiones de nuestra política. Esta segunda línea es una línea de desviación derechista.
Pasemos ahora a las cuestiones de la dirección del partido.
El fraccionalismo del grupo de Bujarin
Bujarin decía que en nuestro partido no hay oposición, que su grupo no es oposición. Eso no es cierto, camaradas. Los debates del Pleno han revelado palmariamente que el grupo de Bujarin es una nueva oposición. La labor oposicionista de ese grupo consiste en que trata de revisar la línea del partido y abona el terreno para sustituirla por otra línea, por la línea de la oposición, que no puede ser sino una línea de desviación derechista.
Bujarin decía que ellos tres no constituyen un grupo fraccionalista. Eso no es cierto, camaradas. El grupo de Bujarin contiene todos los elementos del fraccionalismo. Hay plataforma, hay exclusivismo fraccionalista, hay política de dimisiones, hay lucha organizada contra el Comité Central. ¿Qué más quieren aún? ¿Para qué ocultar la verdad del fraccionalismo del grupo de Bujarin, cuando es una cosa evidente? Para eso se ha reunido el Pleno del Comité Central y de la Comisión de Control Central, para que se diga aquí toda la verdad acerca de nuestras discrepancias. Y la verdad es que el grupo de Bujarin constituye un grupo fraccionalista. Y no es simplemente un grupo fraccionalista; yo diría que es el grupo fraccionalista más enojoso y más mezquino de todos los que hubo en nuestro partido.
Así nos lo dice aunque sólo sea el hecho de que ahora trata de aprovechar para sus móviles fraccionalistas una pequeñez tan minúscula como los desórdenes de Adzharia. En efecto, ¿qué es esa titulada «insurrección» de Adzharia si se la compara con la de Kronstadt, por ejemplo? Creo que, si las comparamos, la titulada «insurrección» de Adzhariano es siquiera una gota en el mar. ¿Hubo casos en que los trotskistas o los zinovievistas procuraran aprovechar el importante levantamiento de Kronstadt en contra del Comité Central, en contra del partido? Debemos reconocer, camaradas, que no hubo tales casos. Al contrario, los grupos oposicionistas existentes en nuestro partido en el período de ese importante levantamiento, ayudaron, al partido a sofocarlo, sin atreverse a aprovecharlo contra el partido.
¿Y qué hace ahora el grupo de Bujarin? Habéis tenido ocasión de convenceros de que trata de aprovechar en contra del partido, de la manera más mezquina y más indecente, esa microscópica «insurrección» de Adzharia. ¿Qué es eso sino ceguera fraccionalista y mezquindad fraccionalista llevadas al colmo?
Se nos pide, por lo visto, que no se produzcan alteraciones en las regiones periféricas, que limitan con Estados capitalistas. Se nos pide, por lo visto, una política que satisfaga a todas las clases de nuestra sociedad, a ricos y pobres, a obreros y capitalistas. Se nos pide, por lo visto, que no haya en nuestro país elementos descontentos. ¿No habrán perdido el juicio estos camaradas del grupo de Bujarin?
¿Cómo es posible pedir de nosotros, los hombres de la dictadura del proletariado, que mantienen la lucha con el mundo capitalista lo mismo dentro que fuera de nuestro país, cómo es posible pedir que no haya en el país descontentos y que no se produzcan jamás desórdenes en algunas regiones periféricas limítrofes con Estados que nos son hostiles? ¿Paraqué existe entonces el cerco capitalista, si no es para que el capital internacional concentre sus esfuerzos en la organización de actos contra el Poder Soviético en las zonas fronterizas, a cargo de los elementos descontentos que haya en nuestro país? ¿Quién puede, fuera de los vacuos liberales, exigir tal cosa de nosotros? ¿No se ve claro, acaso, que la mezquindad fraccional es capaz de llevar a veces a la gente hasta una ceguera y una cerrazón propias de liberales?
La lealtad y la dirección colectiva
Afirmaba Rýkov aquí que Bujarin es uno de los militantes más «intachables» y «leales» en su actitud hacia el Comité Central de nuestro partido.
Permítaseme que lo ponga en duda. Nosotros no podemos creer a Rýkov de palabra. Pedimos hechos, que es lo que Rýkov no puede proporcionar.
Tomemos, por ejemplo, un hecho como las negociaciones entre telones de Bujarin con el grupo de Kámenev, ligado con los trotskistas, acerca de la organización de un bloque fraccionalista, de la modificación de la política del Comité Central, de cambios en el Buró Político, del aprovechamiento de la crisis de los acopios de cereales para actuar contra el Comité Central. ¿Dónde está preguntamos, la «lealtad» de Bujarin, lo «intachable» de su actitud hacia su Comité Central?
¿No es eso, por el contrario, la infracción por un miembro del Buró Político de toda lealtad hacia su Comité Central, hacia su partido? Si a eso se le llama lealtad para con el Comité Central, ¿qué será entonces la traición a su Comité Central?
A Bujarin le gusta hablar de lealtad, de honradez; pero ¿por qué no intenta examinar su conducta y preguntarse si no infringe del modo más deshonesto los requisitos elementales de lealtad a su Comité Central al sostener negociaciones entre bastidores con los trotskistas contra el Comité Central, traicionándole de tal modo?
Hablaba Bujarin aquí de falta de dirección colectiva en el Comité Central del partido, afirmándonos que la mayoría del Buró Político del Comité Central no cumple los requisitos de la dirección colectiva.
Naturalmente, nuestro Pleno lo aguanta todo. Puede aguantar también esa desvergonzada e hipócrita manifestación de Bujarin. Pero hay que haber perdido de veras la vergüenza para atreverse a hablar así ante el Pleno contra la mayoría del Comité Central.
En efecto, ¿de qué dirección colectiva puede hablarse, si la mayoría del Comité Central, que se ha uncido al carro del Estado y lo conduce adelante poniendo en tensión todas sus fuerzas, pide al grupo de Bujarin que le ayude en esta difícil obra, y el grupo de Bujarin, lejos de ayudar a su Comité Central, hace todo lo contrario, le interpone toda clase de obstáculos, le levanta barreras, amenaza con dimitir y se confabula con los enemigos del partido, con los trotskistas, contra el Comité Central de nuestro partido?
¿Quién podrá negar, fuera de los hipócritas, qué Bujarin, que entra en bloque con los trotskistas contra el partido y traiciona a su Comité Central, no desea y no practicará la dirección colectiva en el Comité Central de nuestro partido?
¿Quién dejará de ver, fuera de los ciegos, que si Bujarin sigue charlando, pese a todo, de dirección colectiva en el Comité Central, al mismo tiempo que dirige los tiros contra la mayoría del Comité Central, lo hace para enmascarar su posición de traidor?
Debe señalarse que no es la primera vez que Bujarin falta a los postulados elementales de la lealtad y de la dirección colectiva en relación con el Comité Central del partido. La historia de nuestro partido conoce varios ejemplos. Así, en el período de la paz de Brest-Litovsk, en vida de Lenin, Bujarin, que se había quedado en minoría en el problema de la paz, acudió a los eseristas de izquierda, a unos enemigos de nuestro partido, y mantuvo con ellos conversaciones secretas, esforzándose por ensamblar juntos un bloque contra Lenin y el Comité Central.
Lamentablemente, no conocemos todavía [8] acerca de qué se confabuló con los eseristas de izquierda. Sabemos, sí, que los eseristas de izquierda tenían entonces el propósito de detener a Lenin y dar un golpe antisoviético. Pero lo más estupendo de todo es que Bujarin, al tiempo que acudía a los eseristas de izquierda y conspiraba con ellos contra el Comité Central, seguía hablando a gritos, lo mismo que ahora, de la necesidad de la dirección colectiva.
La historia de nuestro partido conoce también otros ejemplos. En vida de Lenin, contando con la mayoría del Buró de nuestro partido de la región de Moscú y teniendo tras de sí al grupo de comunistas «de izquierda», Bujarin exhortó a todos los miembros del partido a expresar su desconfianza al Comité Central, a no subordinarse a él y a plantear el problema de la escisión en nuestro partido. Era en el período de la paz de Brest-Litovsk, cuando el Comité Central había convenido ya en la necesidad de aceptar las condiciones de la paz de Brest-Litovsk.
Tales son la lealtad y la dirección colectiva de Bujarin.
Rýkov hablaba aquí de la necesidad del trabajo colectivo, señalando con el dedo a la mayoría del Buró Político y afirmando que él y sus amigos íntimos son partidarios del trabajo colectivo y que, por tanto, la mayoría del Buró Político es contraria al trabajo colectivo. Pero Rýkov no ha expuesto ni un solo hecho que avalase sus manifestaciones.
Para disipar esta fábula de Rýkov, se me permitirá que cite unos cuantos hechos, unos cuantos ejemplos demostrativos de cómo practica Rýkov el trabajo colectivo.
Primer ejemplo. Ya conocéis la historia del envío de oro a Norteamérica. Muchos de vosotros pensaréis que el oro se envió a Norteamérica por acuerdo del Consejo de Comisarios del Pueblo, o del Comité Central, o con el consentimiento del Comité Central, o con el conocimiento del Comité Central. Pero no es así, camaradas. El Comité Central y el Consejo de Comisarios del Pueblo no tienen la menor relación con este asunto. Existe el acuerdo de que no se puede exportar oro sin la sanción del Comité Central Pero el acuerdo no fue cumplido. ¿Quién autorizó el envío? Resulta que el oro se envió con el permiso de un adjunto de Rýkov, con el conocimiento y el acuerdo de Rýkov.
¿Qué es esto?, ¿trabajo colectivo?
Segundo ejemplo. Se refiere a las negociaciones con uno de los mayores Bancos privados de Norteamérica, cuyos bienes fueron nacionalizados después de la Revolución de Octubre y que ahora pide una indemnización por los daños. El Comité Central se enteró de que un representante de nuestro Banco del Estado mantenía negociaciones con ese Banco acerca de las condiciones de dicha indemnización.
La satisfacción de las reclamaciones de particulares es como sabéis, una de las cuestiones más importantes relacionadas directamente con nuestra política exterior. Podría parecer que las negociaciones se mantenían con el visto bueno del Consejo de Comisarios del Pueblo o del Comité Central. Pero no era así, camaradas. El Comité Central y el Consejo de Comisarios del Pueblo no tenían nada que ver con el asunto. Posteriormente, al enterarse de esas negociaciones, el Comité Central dispuso que se cortasen. Pero queda una cuestión: ¿quién sancionó esas negociaciones? Resulta que las había sancionado un adjunto de Rýkov con el conocimiento y el acuerdo de Rýkov.
¿Qué es esto?, ¿trabajo colectivo?
Tercer ejemplo. Se refiere al abastecimiento de maquinaria agrícola a los kulaks y campesinos medios. El Consejo Económico de la R.S.F.S.R. [9], que preside uno de los adjuntos de Rýkov en la R.S.F.S.R., dispuso disminuir el número de máquinas agrícolas destinadas a los campesinos medios y aumentar el número destinado a las capas superiores del campo; es decir, a los kulaks. Dice así esa disposición antipartido y antisoviética del Consejo Económico de la R.S.F.S.R.:
«Para las R.S.S.A. de Kazajia y Bashkiria, los territorios de Siberia y del Bajo Volga y las regiones del Volga Medio y de los Urales, los porcentajes de venta de maquinaria y aperos agrícolas señalados en el presente punto se elevan al 20% para las capas superiores de la aldea y se rebajan al 30% para las capas medias».
¿Qué os parece? El Consejo Económico de la R.S.F.S.R en un período de intensa ofensiva del partido contra los kulaks y de organización de las masas de campesinos pobres y medios contra los kulaks, acuerda rebajar la norma de venta de maquinaria a los campesinos medios y elevar la norma de venta a las capas superiores de la aldea.
¡Y eso se llama política leninista, comunista!
Posteriormente, cuando el Comité Central se enteró del caso, anuló la decisión del Consejo Económico. Pero ¿quién sancionó esta disposición antisoviética? La sancionó uno de los adjuntos de Rýkov, con el conocimiento y el acuerdo de Rýkov.
¿Qué es esto?, ¿trabajo colectivo?
Me parece que bastan estos ejemplos para mostrar cómo practican el trabajo colectivo Rýkov y sus adjuntos.
La lucha contra la desviación de derecha
Bujarin hablaba de la «ejecución civil» de tres miembros del Buró Político, con quienes, según sus palabras, «se metían» las organizaciones de nuestro partido. Ha dicho que el partido había decretado la «ejecución civil» de tres miembros del Buró Político, Bujarin, Rýkov y Tomski, criticando sus errores; en la prensa y en asambleas, mientras ellos, estos tres miembros del Buró Político, se veían «obligados» acallar.
Todo esto son estupideces camaradas. Estas son falsedades de un comunista liberalizante, que intenta debilitar al partido en su lucha contra la desviación derechista. Según Bujarin, si él y sus amigos se hunden en los errores de una desviación derechista, el partido no es quién para desenmascarar estos errores y debe cesar la lucha contra la desviación derechista en espera de que a Bujarin y a sus amigos se les antoje rectificarlos.
¿No nos pedirá Bujarin demasiado? ¿Cree, acaso, que el partido existe para él, y no él para el Partido? ¿Quién le obliga a callar, a cruzarse de brazos cuando el partido entero está movilizado contra la desviación derechista y desencadena ataques resueltos contra las dificultades? ¿Por qué Bujarin y sus amigos íntimos no intervienen ahora y no emprenden una lucha decidida contra la desviación derechista y contra la actitud conciliadora hacia ella? ¿Puede nadie dudar de que el partido vería con agrado que Bujarin y sus amigos íntimos se decidiesen a dar este paso, que no es tan difícil? ¿Por qué no se deciden a dar este paso, que es, en fin de cuentas, una obligación para ellos? ¿No será porque los intereses de su grupo están, para ellos, por encima de los intereses del partido y de su línea general? ¿Quién tiene la culpa de que Bujarin, Rýkov y Tomski brillen por su ausencia en la lucha contra la desviación de derecha? ¿No es evidente que esa charlatanería acerca de la «ejecución civil» de tres miembros del Buró Político no es sino un intento mal disfrazado de estos tres miembros del Buró Político de obligar al partido a callar y a suspender la lucha contra la desviación derechista?
La lucha contra la desviación derechista no se puede considerar una tarea secundaria de nuestro partido; la lucha contra la desviación derechista es una de las tareas decisivas de nuestro partido. Si en nuestro propio seno, dentro de nuestro propio partido, en el Estado Mayor político del proletariado, que dirige el movimiento y lleva adelante al proletariado; si en el seno de ese Estado Mayor permitiésemos la libre existencia y la libre actuación de los desviacionistas de derecha, que intentan desmovilizar al partido, descomponer la clase obrera, adaptar nuestra política al gusto de la burguesía «soviética» y capitular, de este modo, ante las dificultades de nuestra obra de edificación socialista; si permitiésemos todo esto, ¿qué significaría? ¿No significaría que acabábamos paulatinamente con la revolución, que descomponíamos nuestra obra de edificación socialista, rehuíamos las dificultades y abandonábamos las posiciones a los elementos capitalistas?
¿Comprende el grupo de Bujarin que renunciar a la lucha contra la desviación derechista equivale a traicionar a la clase obrera, a traicionar la revolución?
¿Comprende el grupo de Bujarin que, sin derrotar a la desviación derechista y la actitud conciliadora hacia ella, es imposible vencer las dificultades que se alzan ante nosotros, y que, sin vencer estas dificultades, jamás podremos lograr éxitos decisivos en la edificación del socialismo?
¿Qué vale, después de todo esto, esa lamentable frase de la «ejecución civil» de tres miembros del Buró Político?
No, camaradas, los bujarinistas no asustarán al partido con esas charlatanerías liberales de «ejecuciones civiles». El partido exige de ellos una lucha resuelta contra la desviación derechista y contra la actitud conciliadora hacia ella, hombro con hombro con todos los miembros del Comité Central de nuestro partido. Y exige esto del grupo de Bujarin para facilitar la movilización de la clase obrera, romper la resistencia de los enemigos de clase y organizar la lucha enérgica contra las dificultades con que tropieza nuestra edificación socialista.
O los bujarinistas cumplen esta condición del partido, que, en tal caso, los recibirá con los brazos abiertos; o no la cumplen, y entonces habrán de atenerse a las consecuencias.
Anotaciones de la edición
[8] En el período de la paz de Brest-Litovsk –de 1918–, Bujarin y el grupo que él dirigía de comunistas «de izquierda», de acuerdo con Trotski, mantuvieron dentro del partido una lucha encarnizada contra Lenin, reclamando la continuación de la guerra, a fin de exponer la joven República Soviética, carente aún de ejército, a los golpes del imperialismo alemán. En 1938, en el proceso del antisoviético «bloque de trotskistas y derechistas», se comprobó que Bujarin y el grupo de comunistas «de izquierda» que él dirigía, con Trotski y los eseristas de izquierda, habían montado un complot contrarrevolucionario secreto contra el Gobierno Soviético, con el propósito de torpedear el tratado de paz de Brest-Litovsk, detener y asesinar a V. I. Lenin, I. V. Stalin e Y. M. Sverdlov y formar un gobierno compuesto de bujarinistas, trotskistas y eseristas de izquierda.
[9] Consejo Económico de la R.S.F.S.R.: Consejo Económico adjunto al Consejo de Comisarios del Pueblo de la R.S.F.S.R.» (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Sobre la desviación derechista en el Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética, 1929)
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