sábado, 28 de noviembre de 2020

La importancia de conocer otras lenguas


«La limitación nacional del hombre de hoy es aún demasiado cosmopolita para el señor Dühring, el cual se propone aún suprimir las dos palancas que en el mundo actual ofrecen al menos la posibilidad de elevarse por encima del propio y limitado punto de vista nacional: el conocimiento de las lenguas antiguas que ofrecen, a las gentes con educación clásica de todas las naciones al menos, un amplio horizonte común; y el conocimiento de las lenguas modernas, gracias al cual personas de diversas naciones pueden entenderse y entrar en contacto con lo que ocurre más allá de sus fronteras. La gramática de la lengua materna será, en cambio, aprendida en mayor detalle. Pero «la materia y la forma de la lengua propia» no se entienden más que si se estudia su origen y su progresiva evolución, y esto no es posible sin tener en cuenta, por una parte, sus propias formas muertas y, por otra, las lenguas, vivas y muertas, emparentadas con ella. Pero con esto volvemos a entrar en un terreno expresamente prohibido. Y si el señor Dühring elimina así de su plan de estudios toda la moderna gramática histórica, no le va a quedar para la instrucción lingüística más que la vieja gramática técnica, dispuesta al estilo de la antigua filología clásica, con todo su casuismo y todas sus arbitrariedades, debidos uno y otras a la falta de base histórica». (Friedrich Engels; Anti-Dühring, 1878)

miércoles, 25 de noviembre de 2020

Algunos datos que demuestran la debacle del sistema sanitario español; Equipo de Bitácora (M-L), 2020


[Publicado originalmente en 2020. Reeditado en 2021]

«La crisis del COVID-19 está mostrando las carencias del sistema sanitario español. Más arriba vimos que la imprudencia de las autoridades políticas para enfrentar la pandemia, pero aparte de ello, ¿qué ocurre con el sistema sanitario en sí? Aquí, más que referirnos a los fallos del sistema sanitario, habría que poner el foco sobre otras cuestiones causales, ¿cuáles son las raíces de tales deficiencias, el error del profesional, de la estructura, ambas?

a) ¿Acaso el sistema público sanitario puede estar fuera de toda crítica?

Primero que todo, habría que aclarar que a ninguno de nosotros se le deberían caer los anillos por reconocer que existen situaciones en el sistema público donde la «mala praxis» del personal sanitario tiene relación con el «factor humano», es decir, por falta de profesionalidad, pues esto ocurre en todos los sectores públicos −y no nos engañemos señores liberales, también sucede lo mismo en las empresas de sector privado debido a una amplia gama de razones que ahora abordaremos−. Idealizar a colectivos como los médicos, las enfermeras o los auxiliares, es tan nocivo como cualquier otro tipo idolatría. Esto, en primer lugar, ni siquiera tiene que ver en su totalidad con las deficiencias del sistema −que también−, sino con el mero hecho de que el ser humano, como tal, es falible, cosa que algunos olvidan. Por ello en todo caso habría que preguntarse si este sistema estimula o no el desempeño correcto de los profesionales, si los hace mejores o no, y aquí es cuando comenzaremos a ver como la estructura sí importan −y mucho−.

El sector público, por sus propias características, depende más si cabe del entramado en que se sustenta su andamiaje: el gobierno central, autonómico y la dirección de los hospitales, quienes son sus gestores. Algo que bien saben los profesionales −como ejecutores−, y el consumidor −como receptor del mismo sistema− que no olvidemos, es al final quien lo sostiene con sus impuestos más allá de que sea público o concertado. Dicho de otro modo: si el sistema no habilita herramientas serias y eficaces para que los profesionales puedan manifestarse y demandar una mejora del material y conocimiento con el que van a desempeñar su trabajo −y si los gestores de mayor a menor rango no acceden−, el sistema sanitario seguirá trabajando en base a un sobreesfuerzo colectivo de profesionales que a duras penas cumplen su labor o están cualificados, rebajando su eficiencia y perjudicando, por ende, al resto de la población. Por el otro lado, si el consumidor no tiene mecanismos para protestar e intervenir sobre los déficits del sistema sanitario −relevando a los trabajadores poco profesionales, denunciando la tardanza en la asistencia médica, su calidad y demás−, tampoco puede limar las aristas de este triángulo y convertirlo en un círculo armonioso que opere correctamente.

¿Y a dónde conduce eso? Los fenómenos son bien conocidos por todos: listas de espera eternas para ejecutar operaciones críticas, citas en los ambulatorios o especialistas anuladas arguyendo «saturación», altas y rehabilitaciones con «seguimientos médicos» que se reducen a un par de llamadas cada X meses, recetas incomprensibles de fármacos para evitar mayores pruebas, servicios de «urgencias» que atienden con 5h de retraso, desesperación, nervios y choques entre pacientes, familiares y profesionales... entre otros. Lamentablemente, las quejas y reclamaciones sirven de poco, y pensar que una «reforma integral» de la sanidad pública y su «armonización real» es posible dentro bajo el capitalismo es una quimera, pues sería como pensar que es factible una representación y ejecución «democrática» sin la intervención de los intereses económicos de la burguesía, la cual incluso en épocas de bonanza siempre intentará mantener la sanidad en un estado «aceptable» gastando lo menos posible en ella, pauperizando el servicio de la misma. De ahí el descontento generalizado en los últimos años, que ha dado lugar a paradojas como que algunas personas dediquen sus ahorros −o se planteen hacerlo− en un seguro médico privado... ¡pese a que ya están pagando un sistema sanitario público!

Esto tiene amplia relación con cómo la «cultura del funcionario burócrata» ha nucleado toda las sociedades y el funcionamiento de sus instituciones públicas, con cómo los gobiernos son la cúspide de esta pirámide burocrática, mientras los funcionarios aparecen como una especie de subsidiarios de estos, cuyo trabajo depende de satisfacer unos cánones que responden a los intereses burgueses del Estado, de los cuales no pueden escapar. Esto fue razonado en 1843 por un joven Marx en un artículo que hoy merece la pena rescatar:

domingo, 22 de noviembre de 2020

Sobre la teoría feminista de la paridad; Equipo de Bitácora (M-L), 2020


«Vale decir que la teoría de la «paridad», abanderada por diversas ramas del feminismo, promueve un equilibrio obligado en el número de hombres y mujeres en temas como puestos de poder, lo cual supone una «discriminación positiva» bajo la excusa de que así es como se resolverá la desigualdad entre el hombre y la mujer en la participación en la política, la incorporación al tejido productivo o el acceso a la cultura. Pero las leyes de paridad solo son una muestra de caridad de la burguesía hacia la mujer que quedan muy bien de cara a la galería, igual que ocurre cuando la burguesía agita la bandera y el espíritu de la beneficencia hacia los pobres, pero no resuelve nada, pues es un parche, una solución superficial que deja intacto el problema que origina la desigualdad de la mujer en ciertas ocasiones.

Colocar sin más a una mujer en un cargo por el mero hecho de ser mujer es un acto que puede suponer que dicho elemento finalmente desempeñe de forma correcta y hasta notablemente su función en el cargo, pero ello no borrará el hecho de que en el momento de su selección se puso por delante su sexo en detrimento de su habilidad. Por otro lado, en esta situación también puede darse el caso de que se ponga en un aprieto a un sujeto femenino no cualificado, abriendo la posibilidad a un mal desempeño, que será producido no porque la mujer sea una inútil, sino porque simplemente no estaba preparada, porque en este caso el motivo sexual fue el requisito principal para su selección, siendo su formación requerida un aspecto de segundo orden. Esto supone, además, denegar el acceso a otra persona más cualificada solo por el hecho de tener otro sexo, discriminación que aleja a los sistemas democrático-burgueses de la tan cacareada «meritocracia» que dicen que es signo de «salud democrática». Lo mismo cabe decir sobre el delegar puestos en favor de una «visibilización del movimiento LGTB» o en favor de la «racialización» de los puestos administrativos o políticos, cuestiones tan de moda hoy.

jueves, 19 de noviembre de 2020

Los catastrofistas que creen que los desastres naturales «aceleran la revolución»; Equipo de Bitácora (M-L), 2020


[Publicado originalmente en 2020. Reeditado en 2021]

«En los años 30 entre los círculos del Partido Comunista de Alemania (PCA) se abanderó la idea de que cuanto más paupérrima fuese la situación de las masas trabajadoras, más fácil sería para ellas darse cuenta de los males del capitalismo, por lo que teorizaba que más pronto que tarde virarían hacia el partido anticapitalista, los comunistas, para solucionar sus problemas. En su mentalidad, la llegada de los nazis solo podía acelerar la revolución comunista, de ahí el terrible eslogan: «Después de Hitler, nuestro turno». Esto fue motivo de preocupación en la Internacional Comunista (IC), que denunció tal teoría catastrofista:

«Dentro del partido, hemos detectado fenómenos malsanos que comenzaron a aumentar a través de tendencias abiertamente correctas, distorsionando de forma oportunista las tácticas de frente único y compadeciéndose ante los socialdemócratas, así como tendencias sectarias expresadas durante las elecciones en discursos de comunistas en la prensa durante la segunda vuelta, donde pedían votar por la candidatura de Hitler porque el ascenso de Hitler al poder agudizaría la situación política del país y conduciría a la aceleración del resultado revolucionario». (Carta de Pyatnitsky a Stalin con un resumen informativo adjunto sobre la actividad del Partido Comunista de Alemania, 10 de mayo de 1932)

En la práctica la llegada del fascismo en 1933 restringió aún más la libertad para los comunistas, por lo que lejos de poder cumplir con su papel de educación y dirección de las masas, prácticamente desaparecieron del mapa. Tiempo después cuando estas empezaron a dar muestras de cierta resistencia durante el régimen nazi, el partido comunista estaba bajo mínimos y no tenía un ambiente político en el cual poder desempeñar su rol sin exponerse a dificultades extremas. Varias de estas tesis fueron criticadas por la IC, aunque en honor a la verdad ella también fue partícipe de otros errores similares en cuanto a la subestimación del fascismo, tema que hemos ahondado en otros documentos. Se vuelve cómico pues, que algunos hoy traten de reivindicar la teoría y de Thälmann como modelo antifascista a seguir. El revisionismo vive del mito, pero el marxista trata de que separar la paja del grano. Véase el capítulo: «Quien adopta el mito de Thälmann acepta el destino al que conducen sus errores» de 2017.

Hoy muchos charlatanes parlotean que esta crisis causada por el COVID-19 pondrá o podría poner fin al sistema capitalista, abriendo enormes posibilidades para una nueva «sociedad alternativa». En cualquiera de sus versiones esto es una majadería y recuerda demasiado a otras teorías del colapso que ya hemos analizado otras veces. Así pues, no son teorías nuevas, sino nociones adaptadas a un escenario de pandemia, estos confusos planteamientos deben aclararse una vez más, especialmente para aquellos elementos honestos que son afines a estas tesis por motivos de inmadurez. Véase el capítulo: «La tendencia en ver en cualquier crisis la tumba del capitalismo» de 2017.

En el primer supuesto, existen individuos de razonamiento utópico −es decir, que como Pablo Hasél, ignoran las leyes sociales y son «comunistas de corazón» pero «anarquistas de cerebro−, mientras hay otros imbuidos por corrientes afines a un «primitivismo socio-económico» −es decir, que consideran que deberíamos abandonar el capitalismo, pero no para transitar a algo cualitativamente superior, sino más bien para retroceder a las sociedades del Neolítico−. Ambos grupos esbozan que, «gracias» a los desastres naturales que veremos agudizarse dentro de poco a razón del cambio climático −desbordamiento de ríos, subida del nivel del mar, deforestaciones, incendios masivos, inundaciones, seísmos y demás− y/o a fenómenos similares de la actual pandemia mundial −pero a una escala de gravedad mucho mayor que la que vivimos− que esto hará colapsar tarde o temprano las infraestructuras básicas creadas por el ser humano y sus comunicaciones −puentes, carreteras, vehículos, internet, telefonía, etcétera−.

Pero este «afortunado» supuesto del que hablamos −feliz perspectiva, desde luego, para los misántropos y las cucarachas, no para nosotros−, la sociedad no caería por arte de magia en algo parecido al «comunismo» ni nada que, en la mente de estos idiotas, se le pueda parecer. Pensar que en esta situación apocalíptica la gente abrazaría el comunismo es erróneo: la mayoría de la población antes, durante o después de tal catástrofe desconocería los fundamentos del mismo, siendo, por tanto, que sería incapaz de implantarlo, salvo que pensemos, cual socialista utópico, que «cada hombre lleva implantado el germen del comunismo en lo profundo de su corazón» y demás pamplinas. Esta simplificación sobre la revolucionarización de las masas solo cabe en la cabeza de un soñador demente. En todo caso, a lo que se llegará es a experimentos asociativos y ensayos caritativos como los que vemos hoy en la sociedad capitalista. Más allá del grado de destrucción de las fuerzas productivas y el nivel de retroceso que pudiera haber por este tipo de desastres naturales, lo más probable es que el capitalismo, aunque sin estar tan «globalizado», continuase o, en el peor de los casos, se retrocediera a una sociedad mercantil primitiva −donde nos gustaría ver cómo se las arreglan los apologistas de la teoría catastrofista−. Ha de quedar claro que apegarse a esta perspectiva con el fin de «crear una sociedad mejor» es intentar matar una mosca a cañonazos.

lunes, 16 de noviembre de 2020

La continua directriz en RC de cerrar filas ante los errores y justificarlos bajo burdas excusas; Equipo de Bitácora (M-L), 2020


[Post publicado inicialmente en 2017]

«
En la falta de autocrítica del núcleo dirigente está una de las causas que han llevado a que gran parte de la militancia de sus inicios haya abandonado en masa Reconstrucción Comunista (RC):

«El problema no radica en que el SG y yo mantengamos diferencias ideológicas con respecto al feminismo de clase, la raíz del problema son las contradicciones personales del camarada R y su nula capacidad de autocrítica en este tema. No basta con conocer la teoría, hay que ser consecuente con lo que se proclama». (Javier M., exmiembro de Reconstrucción Comunista; Carta de salida de militancia, 31 de julio de 2015)

Es más, como se señala a continuación, en otra carta de otro exmilitante que abandonó por propia voluntad, la política a seguir de Roberto Vaquero y su camarilla ante un error ha sido siempre la misma: contraatacar con calumnias, invenciones y tergiversaciones muy burdas que desvíen la cuestión. Todo conflicto político lo reducen a una cuestión de «traidores», en caso de ser una crítica interna, y a «delatores de la policía», de ser una crítica externa:

«Ante los recientes problemas de fracciones y de salidas de gente, tanto de partido como de juventud, se ha tendido hacia el simplismo y la unilateralidad en el análisis de los conflictos, reduciéndolos a simples traiciones al partido. Evidentemente que una persona que actúe de manera abiertamente hostil contra el partido sea considerado como enemigo político y sea tratado como tal –las medidas al respecto irán acordes a la realidad material del momento–; es decir, no se critica el considerar a ciertas personas como enemigos políticos, sino el velar las posibles contradicciones y los fallos que se hayan podido cometer so pretexto de tratarse de conflictos con traidores. Esto puede provocar una cerrazón a la autocrítica y al avance del partido, en definitiva. Así mismo, la problemática se agudiza al pretender solventar estos conflictos a nivel interno apelando casi en exclusividad a la «fidelidad al partido», una fidelidad que si no viene acompañada de una autocrítica y un correcto tratamiento de las cuestiones políticas –y de una rendición de cuentas, en el caso de que competa a la militancia y fuese necesario–, se transforma en dogma.

Prueba de esto es la especial insistencia que se ha tenido respecto a que los camaradas borren a los enemigos políticos de las redes sociales, prohibiendo el mantener ningún contacto con ciertas personas. Esto conlleva el pretender extirpar las influencias burguesas o reaccionarias mediante el «aislamiento» de estas, en vez de mediante la confrontación ideológica, manteniendo una actitud seria frente a los problemas políticos, lo cual no deja de ser un absurdo». (P. R., exmiembro de Reconstrucción Comunista; Carta de cese a la militancia, 29 de octubre de 2015)

viernes, 13 de noviembre de 2020

Las labores de asistencialismo: imagen y negocio

«El asistencialismo populista de Reconstrucción Comunista (RC) no es un fenómeno novedoso, pues se ha dado en múltiples sociedades, tanto por parte de los gobiernos como de grupos disidentes al mismo:

«¿Qué es el populusmo? Si nos plegamos a sus raíces etimológicas tendríamos que comprenderlo como relativo a pueblo; pero resulta evidente que los términos evolucionan en su contenido y significado y se alejan de sus raíces. Dicho esto, y a efectos de este espacio, populismo es aquella «estrategia» en el marco del ejercicio del poder –como gobernante o como opositor– bajo la dictadura de la burguesía ya sea en su forma democrático burguesa o en su forma fascista que es indisoluble a la demagogia, el pragmatismo y el oportunismo. Su función principal es enmascarar el verdadero sentido de las políticas que tienen por objeto el fortalecimiento de la clase en el poder pero justificadas en un «pretendido bien superior»; por ejemplo y el más común: «el bien general del pueblo»; dicho de otro modo, su objetivo es la alienación de las masas.

Vale decir que el populismo no es una característica exclusiva de la izquierda burguesa –revisionista, reformista, etc.–, sino de todo el espectro político burgués, su cara visible es el asistencialismo-caritativo; por ejemplo: el ultraderechista Álvaro Uribe desarrolló en Colombia programas de asistencia escolar, merienda escolar, programas de vivienda, etc., al tiempo que profundizaba el vaciamiento de contenido de los derechos económico-políticos a través de la extinción de los derechos laborales, etc. El mismo procedimiento emplean los gobernantes de izquierda burguesa en Latinoamérica que engañan a los pueblos diciendo que ese asistencialismo es un embrión del socialismo, cuando se trata del capitalismo de siempre. Lo esencial a comprender es que esta estrategia, allá donde se ejerce, tiene como finalidad aminorar las «condiciones objetivas» que conduzcan a procesos revolucionarios proletarios; al tiempo que con la propaganda reducen las «condiciones subjetivas». Es decir, es un mecanismo destinado a prolongar artificialmente al capitalismo en crisis, no obstante, a veces se desarrolla con objetivos meramente cosméticos, los ejemplos más oportunos son los «programas sociales» de las entidades empresariales monopólicas. El fascismo también ha utilizado de forma constante el populismo, sobre todo desde la oposición política –a veces sirviendo como trampolín al poder–. Lo ha hecho apoyándose en casos de corruptelas del gobierno burgués de turno –jurando que ellos acabarían con esa corrupción–, de humillaciones nacionales de la Patria por otras potencias –jurando restablecer ante el pueblo el «honor nacional»–, pretendiendo sentir repulsa por los «abusos de las clases altas» –clamando su fin– y queriéndose proclamar siempre como una «tercera vía» entre los «abusos de las clases altas» hacia el pueblo y el radicalismo y ateísmo del marxismo que quiere destruir a las clases altas como tal –hablamos de «clases altas» y no de clases explotadoras, siguiendo el hilo de que los fascistas no reconocen los análisis marxistas sobre la plusvalía y no ven explotación en el sistema capitalista–, elementos que desembocan en engañar a las masas trabajadoras, distraerlas y desviarlas de la revolución». (Equipo de Bitácora (M-L); Terminológico: Populismo, 2015)

En España varios grupos fascistas lo realizan todos los días, con fines propagandísticos evidentes. Véase el caso de Bastión Frontal con sus recogidas de alimentos (*) y sus torneos solidarios (**):

miércoles, 11 de noviembre de 2020

Algunas cuestiones relativas a la crítica del anarquismo


«Es muy posible que algunos camaradas evitan hacer la crítica de principio al anarquismo y el socialfascismo [1], temiendo no establecer la diferenciación entre los jefes y las masas. Es este un profundo error atacar el anarquismo en tanto que corriente social determinada, no equivale de ningún modo a atacar a los obreros anarquistas; al contradecirles prestarles, una ayuda necesaria para permitirles libertarse de la cautividad burguesa. Justamente así es como hay que plantear la cuestión Es necesario denunciar la traición de los jefes anarquistas. Y es sobre la base de los principios, para mostrar que esta traición es debilitar el carácter mismo de la ideología y de la política del anarquismo. Y entonces ya no habrá duda sobre si se debe hablar de todos los jefes o solamente de algunos de ellos. 

La tarea más importante planteada ante el Partido Comunista de España (PCE) por los acontecimientos del 8 y 9 de enero de 1933, la tarea que consiste en desenmascarar resueltamente, desde el punto de vista de principio, el método anarquista de «hacer la revolución» se halla así irrealizada. Importa, pues, concentrar atención y las fuerzas suficientes para realizarla. 

Ante todo, es necesario vencer algunos puntos de vista erróneos en apreciación del anarquismo y del anarco-sindicalismo español. Hay tendencia a establecer una distinción de principio entre la fracción Pestaña-Peiró, como anarco-sindicalista, anarco-reformista, y la F.A.I. corriente del anarquismo puro [2]. Y si es lícito, conforme a esta tendencia, llamar a os primeros enemigos, es necesario calificar a los segundos de «amigos que se equivocan»

Es esta una discriminación inexacta. Es cierto que los obreros anarquistas son para nosotros amigos equivocados, hermanos de clase equivocados. Pero esto es, también cierto para los obreros que siguen a Pestaña-Peiró, así como para los obreros socialistas. En cuanto al anarquista más puro, al más «izquierdista», para nosotros es una corriente hostil así como el anarco-reformismo y el social-fascismo. 

Tenemos tanta menos razón de oponer el «anarquismo puro» al anarco-sindicalismo, cuanto que la Federación Anarquista Ibérica (F.A.I.) se atiene prácticamente a las posiciones sindicalistas, operando en el seno de la Confederación Nacional del Trabajo (C.N.T.) y como su fuera directriz. La base ideológica de principio de la F.Á.I. y de Pestaña-Peiró es una y la misma. El sitio esencial es reservado en ella a la consigna comunismo libertario. Tanto la F.A.I. como Pestaña, ponen los dos el comunismo libertario a título de panacea universal contra los males sociales. 

Para criticar la consigna de comunismo libertario, para denunciar su verdadera esencia, se ha hecho muy poco hasta ahora. Es esta un omisión intolerable. Algunos comunistas participan todavía de la opinión de que el comunismo libertario de los anarco-sindicalistas, es precisamente la fase superior del comunismo al que nosotros aspiramos. Por tanto, los anarquistas tienen el mismo ideal que nosotros y se diferencian solamente en la elección del camino a recorrer. Insuficientemente realistas, se muestra impacientes y quieren alcanzar la futura sociedad sin clases de una vez «en aeroplano», sin darse cuenta de la necesidad de pasar por la fase de la dictadura del proletariado. 

martes, 10 de noviembre de 2020

Sobre la afirmación que la religión es innata en el hombre


«El ente distinto e independiente de la esencia humana o Dios –en cuya descripción consciente mi obra: «La esencia del cristianismo» de 1841–, el ente que no posee esencia humana, propiedades humanas, individualidad humana no es otro, en realidad, que la naturaleza [1]. El sentimiento de dependencia del hombre es el fundamento de la religión; el objeto de dicho sentimiento de dependencia y por tanto, del que el hombre depende y se siente dependiente no es otro originariamente que la naturaleza. Es la naturaleza el primer y originario objeto de la religión, como la historia de todas las religiones y de todos los pueblos prueba abundantemente. La afirmación de que la religión es innata en el hombre, de que es algo connatural en él es falsa si por «religión» se están entendiendo las distintas formas del «teísmo», es decir, la creencia y la de en un dios. Sin embargo, dicha afirmación es absolutamente verdadera si por «religión» lo que se entiende es el sentimiento de dependencia, el sentimiento o la conciencia que tiene el hombre de no existir ni poder existir sin un ente distinto a si y, por tanto, de no deberse a sí mismo su propia existencia. (...) La religión hace profesión y es la declaración de todo lo que soy; y lo que soy ante todo es un ente que no existiría sin luz, sin aire, sin agua, sin tierra, sin alimento, esto es, un ser por entero dependiente de la naturaleza. Esta dependencia es inconsciente e irracional en los animales y en los hombres todavía en su estado animal; hacerla llegar hasta el nivel de la conciencia, representársela, tenerla en cuenta y reconocerla significa erguirse ante la religión. Así por ejemplo, cualquier forma de vida depende del ciclo de las estaciones, pero únicamente el hombre celebra este ciclo de las estaciones con representaciones rituales y celebraciones solemnes. Y resulta que estas celebraciones que no expresan ni representan otra cosa que el sucederse de las estaciones anuales o de las distintas fases lunares son las más antiguas, las primeras y las más auténticas manifestaciones religiosas de la humanidad». (Ludwig Feuerbach; La esencia de la religión, 1845)

Anotaciones de Ludwig Feuerbach:

[1] Para mi «naturaleza» –exactamente igual que espíritu– no es más que un término general para designar entes, cosas, objetos que el hombre diferencia de sí mismo y de sus propias producciones y que agrupa así bajo el nombre colectivo de «naturaleza»; pero en absoluto un ente universal, extraído y separado de la realidad, ni personificado ni mistificado.

Anotaciones de Bitácora (M-L):

La religión nace como satisfacción a la insatisfacción del hombre primitivo ante la naturaleza, por ello intentó ejercer una influencia sobre los objetos circundantes que creía divinos a través de plegarias, ceremonias y rituales para ganarse su favor. Pero cuanto más avanza el ser humano, cuando más aprende a usar sus capacidades para la comprensión de los fenómenos y «dominio» de la naturaleza, menos necesita de la religión, más rápido quita a la religión ese manto de «necesidad y dependencia» para vivir, o mejor dicho, sobrevivir, sobrellevar sus penurias.

lunes, 9 de noviembre de 2020

¿Se le puede llamar socialismo a la nacionalización? Engels responde a esta broma

«No es más que una interesada falsa representación por parte de los burgueses de Manchester el describir como «socialismo» toda interferencia del Estado con la libre competencia: aranceles protectores, gremios, monopolio del tabaco, nacionalización de las ramas de la industria, compañías comerciales de ultramar, Fábrica Real de Porcelana. Eso es algo que debemos criticar, pero no creer. Si hacemos esto último y basamos un argumento teórico sobre ello, éste se colapsará junto con sus premisas; simplemente cuando se pruebe que este supuesto socialismo no es más que reacción feudal por un lado y, por otro, un pretexto para la extorsionar, su objetivo secundario siendo convertir al mayor número posible de proletarios en funcionarios y pensionistas dependientes del Estado, y organizar, junto al disciplinado ejército de oficiales y militares, un ejército similar de trabajadores. Sufragio obligatorio impuesto por altos funcionarios en vez de que éste sea impuesto por supervisores de fábrica, ¡un buen socialismo aquél! Aquí es donde se llega si se cree lo que el propio burgués no cree, pero sólo pretende hacerlo, a saber, que Estado=socialismo. (Friedrich Engels; Carta a Eduard Bernstein, 12 de marzo de 1881)

Anotaciones de Bitácora (M-L):

«Bismarck declaró que la represión por sí sola no era suficiente para aplastar al socialismo; lo que se necesitaba, además, eran medidas para remediar los innegables males sociales, para asegurar la regularidad del trabajo, para prevenir las crisis industriales y lo que sea. Prometió introducir estas medidas «positivas» de bienestar social. (...) En 1873 llegó la crisis. Nuestros dos bancos se vieron cargados con sus montones de acciones ferroviarias que ya no podían hacer que tosieran los millones que se habían tragado. El plan de subyugar a las compañías ferroviarias había fracasado. Así que cambiaron su rumbo e intentaron venderlas al Estado. El plan de concentrar todos los ferrocarriles en manos del Gobierno Imperial no tiene su origen en el bienestar social del país, sino en el bienestar individual de dos bancos insolventes. La implementación del plan no fue demasiado difícil. Habían «interesado» a un buen número de parlamentarios en las nuevas empresas, dominando así a los partidos liberales nacionales y conservadores moderados, es decir, a la mayoría. Algunos altos funcionarios del Imperio, algunos ministros prusianos, habían participado en los turbios acuerdos por los que se fundaron estas empresas. En última instancia, Bleichroeder era el banquero y factótum financiero del Sr. Bismarck. Así que no les faltaron los medios. Mientras tanto, para que valiera la pena vender las acciones del ferrocarril al Imperio, era necesario subir el precio de las acciones. Entonces, en 1873, crearon una «oficina de ferrocarriles imperiales»; su jefe, un conocido especulador turbio, elevó de inmediato las tarifas de todos los ferrocarriles alemanes en un 20%, lo que supuestamente aumentaría los ingresos netos y, por tanto, también el valor de las acciones en aproximadamente un 35%. Este fue el único paso que dio este caballero; era la única razón por la que había aceptado sus deberes; por eso renunció poco después». (Friedrich Engels; El socialismo del señor Bismark, 1880)

«Si la nacionalización de la industria del tabaco fuese socialismo, habría que incluir entre los fundadores del socialismo a Napoleón y a Metternich. Cuando el Estado belga, por razones políticas y financieras perfectamente vulgares, decidió construir por su cuenta las principales líneas férreas del país, o cuando Bismarck, sin que ninguna necesidad económica le impulsase a ello, nacionalizó las líneas más importantes de la red ferroviaria de Prusia, pura y simplemente para así poder manejarlas y aprovecharlas mejor en caso de guerra, para convertir al personal de ferrocarriles en ganado electoral sumiso al gobierno y, sobre todo, para procurarse una nueva fuente de ingresos sustraída a la fiscalización del Parlamento, todas estas medidas no tenían, ni directa ni indirectamente, ni consciente ni inconscientemente nada de socialistas. De otro modo, habría que clasificar también entre las instituciones socialistas a la Real Compañía de Comercio Marítimo, la Real Manufactura de Porcelanas, y hasta los sastres de compañía del ejército, sin olvidar la nacionalización de los prostíbulos propuesta muy en serio, allá por el año treinta y tantos, bajo Federico Guillermo III, por un hombre muy listo». (Friedrich Engels; Del socialismo utópico al socialismo científico, 1880)

sábado, 7 de noviembre de 2020

Rehabilitando a un revisionista: el caso Beria; Equipo de Bitácora (M-L), 2020

«Revista teórica» de RC donde defienden a Beria en su última edición

[Post originalmente publicado en 2017]

«Muchos han creído durante años que Beria no solo fue un «gran marxista-leninista», sino que también «el más fiel sucesor de Stalin». Esto ha sido posible, en gran parte, gracias a los «estudios» de algunos historiadores revisionistas. En realidad, dado que nuestros amigos revisionistas no hacen el esfuerzo de investigar, desconocen que hoy, y en base a los últimos estudios –que recurren a las fuentes originales–, la mayoría de historiadores han descartado la visión de Beria el «estalinista», presentándole como lo que fue, un liberal que precedió a Jruschov en sus planes reformadores. Debemos añadir, por cierto, ¡que ya que la CIA ya registraba esto en sus informes de julio de 1953!

Otros, para justificar su filia subjetivista por Beria, hacen uso de verdaderas barbaridades, como la que presentamos a continuación. Roberto Vaquero, bajo el alias «Juan Mesana», decía en la revista de Reconstrucción Comunista (RC):

«Prácticamente no hay defensores de la figura de Beria, ya que poco se conoce de él debido al oscurantismo que se promueve desde el poder y a la destrucción y ocultamiento de pruebas. Es de destacar el trabajo de Bill Bland y Grover Furr, ya que, a pesar de ser una figura vilipendiada no defendida por nadie, han sido capaces de defender el marxismo-leninismo, la verdad sobre el caso de Beria y su gran papel como dirigente comunista y revolucionario ejemplar». (De acero; Nº10, 2017)

E insistía:

«No conozco apenas nadie, incluso a nivel histórico que hable bien de él, casi todo el mundo le pone de traidor, corrupto y personaje oscuro. En que se basan para decir esto, en lo que alguien me dijo antes, en testimonios –aunque sean supuestamente m-l– de gente que lo proclamó pactando con Jruschov y Zhúkov y en revisionistas de todos los colores. (...) Incluso la mayoría de partidos m-l se dejan llevar por estas tendencias, basándose en castillos en el aire, pues no hay nada. Yo no voy a criminalizar a alguien que murió en un complot en gran medida organizado por Jruschov». (Comentario en Facebook de Juan Lucarrelli –alias de Roberto Vaquero en esta red social–, 18 de abril de 2017)

Con este tipo de comentarios Roberto Vaquero demuestra el tipo mediocre que es, la podredumbre de su pensamiento oportunista, el cual pone de manifiesto la forma de analizar los eventos históricos desde la dirección de RC. 

Primero dice que no conoce a nadie a nivel histórico que hable bien de Beria. Bueno, efectivamente, si eres Roberto y tu lectura es equivalente a la de un avestruz, no poseerás los conocimientos y el hábito de documentarte. Es posible, no, seguro, que no encuentras seguidores de Beria, pero los hay. El historiador thälmanniano Bill Bland, o el maoísta Grover Furr, son ejemplos claros. Es más: de nuevo, Reconstrucción Comunista está al mismo lado que el Partido Comunista de España (reconstituido), pues en España no es otro, sino Juan Manuel Olarieta, el defensor de que Beria fue una víctima marxista-leninista, y no un revisionista víctima de otros revisionistas. Reconstrucción Comunista (RC) vuelve a coincidir, de nuevo, con el Partido Comunista de España (reconstituido). ¡Qué casualidad! Tan solo llevamos cien ejemplos de posturas en las que RC y el PCE (r) se encuentran y se diferencian de nosotros.

viernes, 6 de noviembre de 2020

¿Cuál debe de ser la forma y contenido crítico hacia los adversarios políticos?; Equipo de Bitácora (M-L), 2020


«Un problema que puede parecer secundario también tiene su aquel. Hablemos de la forma y contenido de las críticas hacia los adversarios políticos.

No estamos diciendo, como han proclamado diversos renegados, que el Partido Comunista de España (marxista-leninista) debiese intentar ganarse a las cúpulas de las distintas organizaciones oportunistas o a los cabecillas de las fracciones que surgían en su seno:

«En lo ideológico (…) Ya estábamos enfrascados en una lucha a fondo contra el revisionismo de Carrillo. (…) Ya lanzados como estábamos, íbamos a por Don Santiago sin concesiones. Razón de más para tratar con miramiento y diplomacia a los disidentes del PCE y a otros grupos políticos que –procediendo de otros orígenes –por entonces revestían el ropaje comunista–con la radicalización subsiguiente a mayo de 1968. Había que cortejarlos con donaire, delicadeza, paciencia y suavidad. Como mínimo, tratarlos con neutralidad benévola; lo menos que podíamos hacer con respecto a ellos era guardar silencio, abstenernos de críticas públicas; y de hacer críticas, en plan amistoso, con amabilidad y espíritu de concordia. Eso se traducía en una política de acercamiento y buenas relaciones para con los camaradas pro-soviéticos –E. García, Enrique Líster–, los amigos catalanes de la OCE (Bandera Roja) y los de Komunistak (MCE)». (Lorenzo Peña; Amarga juventud: Un ensayo de egohistoria, 2010) 

Por supuesto, para renegados como Lorenzo Peña no había, o apenas había, diferencias entre estos grupos y el PCE (m-l), o más bien lo que él quería hacer del PCE (m-l). Es la clásica concepción que se utiliza una cabeza de turco –Carrillo en este caso– para justificar el revisionismo de toda una organización –el Partido Comunista de España (PCE)– e incluso de toda una generación del movimiento obrero. Esto también lo haría el renegado Raúl Marco pasado unos años cuando echase la vista atrás sobre la historia del PCE (m-l) y sus posiciones como veremos después en otro capítulo. Afirmar estas conclusiones es como creer que el revisionismo no engendrase nuevas variantes, como si no tuviese cada día nuevos jefes y adoptase otras particularidades. Como si el revisionismo no alcanzase a los viejos militantes comunistas, como si no alcanzase a las propias organizaciones antes revolucionarias. 

Salirse del PCE no era ni es sinónimo de no ser un revisionista, hay mil cuestiones por las que los militantes abandonan el partido: cobardía, rencillas personales, apatía por la política, quemazón por el activismo intenso, evolución ideológica, rivalidades ideológicas entre variantes revisionistas, etc. y como vemos no todas tienen que ver con romper en lo ideológico con el revisionismo. Esto lo vemos actualmente en las continuas fracciones y escisiones del mundo revisionista.

«Tratar con miramiento» a los jefes y representantes del revisionismo sea del color que sea ni es revolucionario ni ayuda en nada a los propios militantes honestos que estén bajo su influencia. 

Lenin sobre las guerras imperialistas...

«Es fundamentalmente erróneo, antimarxista y anticientífico, separar «la política exterior» de la política en general, ni qué hablar de oponer la política exterior a la interior. Tanto en política exterior como interior, el imperialismo tiende hacia la violación de la democracia, hacia la reacción. (...) Todas las frases sobre una guerra defensiva o sobre la defensa de la patria que provengan de las grandes potencias –léanse los grandes expoliadores– que combaten por la hegemonía mundial, por los mercados y «esferas de influencia» y por la esclavización de las naciones, ¡son frases mentirosas, absurdas e hipócritas! (...) Para el pequeñoburgués lo importante es dónde están apostados los ejércitos, quién está venciendo en él momento actual, Para un marxista lo importante es qué cuestiones están en juego en esa guerra, en el curso de la cual puede ir venciendo a veces un ejército, a veces el otro. (...) La verdadera esencia de la guerra actual no es nacional, sino imperialista. No se libra para que un bando pueda derrocar la opresión nacional, que el otro bando trata de mantener. Es una guerra entre dos grupos opresores, entre dos bandoleros, para determinar cómo repartir el botín, quién ha de saquear. (...) En síntesis: una guerra entre grandes potencias imperialistas –es decir, potencias que oprimen a toda una serie de pueblos y los tienen sometidos al capital financiero, etc.– o en alianza con las grandes potencias, es una guerra imperialista. Así es la guerra de 1914-1916. Y en esa guerra «la defensa de la patria» es un engaño, un intento de justificar la guerra. (...) Para hacer pasar esta guerra como una guerra nacional, los socialchovinistas invocan la autodeterminación. Hay una sola manera correcta de combatirlos: debemos demostrar que la guerra no se libra para liberar naciones, sino para determinar cuál de los grandes ladrones oprimirá mayor número de naciones. (...) Kautsky fue marxista hasta la guerra de 1914-1916, y muchas de sus principales obras y declaraciones serán siempre un modelo de marxismo. El 26 de agosto de 1910 escribió en Neue Zeit a propósito de la guerra inminente: «En una guerra entre Alemania e Inglaterra la cuestión no es la democracia, sino el dominio mundial, es decir, la explotación del mundo. No es esta una cuestión en la que los socialdemócratas puedan alinearse con los explotadores de su propia nación». He ahí una excelente formulación marxista, que coincide en todo con la nuestra, que desenmascara completamente al Kautsky de hoy, que del marxismo se pasó a la defensa del socialchovinismo». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Una caricatura del marxismo y el economicismo imperialista, 1916)

martes, 3 de noviembre de 2020

¿Es el Islam una religión «pacífica», de «amor» y «tolerancia»?


[Post originalmente publicado en 2017]

«Estos días los medios de comunicación en España –salvo los más fascistoides como 13TV o Intereconomía– han dado voz a ideólogos liberales que defienden la religión musulmana y califican el yihadismo y el Daesh, como «una mala interpretación del islam». Estos comentarios ya han venido abundando y propagándose desde los primeros brotes de atentados yihadistas en Europa:

«Son los primeros que no siguen los preceptos; entre otras cosas, las muertes», reprocha Javier Rosón, analista del islam en Europa de Casa Árabe. Sin embargo, los terroristas del grupo «Estado Islámico» (EI) invocan el nombre de Dios al cometer atentados y pretenden erigirse como principales valedores del islam. Por culpa de ello, comunidades musulmanas de todo el mundo se ven obligadas a recordar que no los representan. Así, «el Corán tiene una ciencia aprobada mundialmente por todos los científicos. Lo que los terroristas hacen es un corta y pega al gusto», lamenta Abdelaziz Hammaoui, uno de los mayores estudiosos del islam en España: imán, teólogo musulmán, profesor de la Cátedra de las Tres Religiones en la Universidad de Valencia y presidente del Centro Cultural Islámico de Valencia... (...) «El islam es una religión de paz. Lo primero y principal es no matar a otro», subraya Javier Rosón. (...) Otro referente en España es Mounir Benjelloun, presidente de la Comisión Islámica de España y de la Federación Española de Entidades Religiosas Islámicas: «Someter el islam a interpretaciones literales del Corán, sería injusto y equivocado». (...) Las excepciones en las que el Corán sí justifica matar a otra persona se resumen en una motivación por defensa propia. Se producen en el contexto histórico bélico en los inicios del islam y hoy sólo podrían ser aplicables si lo ordenase una autoridad estatal, coinciden todos los expertos consultados». (El español; Estado Islámico contra el Corán: las pruebas de que no tiene nada que ver con el islam, 14 de diciembre de 2015)

El movimiento nacionalista kurdo, sus desviaciones anarco-feministas, sus vínculos con los imperialismos y el silencio cómplice de los oportunistas; Equipo de Bitácora (M-L), 2020

«La propaganda a favor del nacionalismo kurdo

¿Qué es actualmente el movimiento nacional kurdo? Más allá de hacer un repaso de la historia sobre la opresión nacional de los kurdos, de los planteamientos políticos de sus variados grupos y de lo que sostenían en el pasado, que sería un total enredo, centrémonos mejor en vislumbrar lo que Reconstrucción Comunista (RC) apoya en la actualidad.

Las desviaciones ideológicas del movimiento nacional kurdo se han agudizado en las últimas décadas sin lugar a dudas. Son ciertamente muy evidentes sus postulados anarco-ecologistas:

«El PKK ha declarado que no busca crear un Estado kurdo. En vez de eso, inspirado en parte por la visión de la ecologista social y anarquista Murray Bookchin, ha adoptado la visión del «municipalismo libertario», llamando a los kurdos crear comunidades libres y autogobernada, basadas en los principios de la democracia directa, que irían juntas más allá de las fronteras nacionales. (...) En este sentido, proponer, la lucha kurda podría convertirse en un modelo para un movimiento mundial hacia una democracia genuina, una economía cooperativa y la disolución gradual de la burocracia Estado-nación. Desde 2005 el PKK, inspirado en la estrategia de los rebeldes zapatistas en Chiapas, declaró el alto al fuego unilateral con el Estado turco y comenzó a concentrar sus esfuerzos en desarrollar estructuras democráticas en los territorios que ya controlaban. Algunos han cuestionado cómo de serio es realmente todo esto. Claramente, quedan elementos autoritarios». (Descontrol; La revolución ignorada, 2015)

¿No recuerda esto a las reivindicaciones de movimientos nacionalistas y anarcoides como las presentadas por la Candidatura de Unidad Popular (CUP) en Cataluña –aquella por la que el famoso ecléctico anarco-comunista Hasél pedía el voto–? Sea como sea, he aquí conceptos económicos como la autogestión, tan cacareados entre el revisionismo titoísta, castrista, sandinista o el actual socialismo del siglo XXI, un concepto anarco-sindicalista ampliamente refutado por el marxismo-leninismo: