[Publicado originalmente en 2020 y reeditado en 2021]
«En 1960, Gustavo Bueno, tras conseguir la cátedra de filosofía en la Universidad de Oviedo, confesaría su ferviente admiración hacia el historiador Santiago Montero Díaz, su profesor y mentor, que había desertado del marxismo hacia el fascismo, llegando a ocupar puestos de honor en la educación franquista:
«Independientemente del aparente alejamiento en que vivo respecto de Vd., sigue Vd. siendo para mí lo que fue siempre: mi maestro y consejero, una referencia inexcusable –«haz esto como si don Santiago te viese», me he dicho muchas veces–, un hombre a quien mi respeto aumenta con el tiempo». (X. Núñez Seixas; La sombra del César. Santiago Montero Díaz, Una biografía entre la nación y la revolución, 2012)
Nuestro lector debe entender que esto ya explica bastante de en qué pensamientos se pudo mover el joven Gustavo Bueno de sus inicios, esencia que no cambiaría tras llegar a su etapa adulta.
El buenismo, tan pretencioso como su creador, acabó presentándose como la corriente que mejor comprendía el concepto de nación, por lo que siempre se ha permitido dar «dar cátedra» al resto. Algunos de sus adeptos dicen basarse en el marxismo para ordenar sus planteamientos sobre esta cuestión. Pero, ¿conocen y aplican las nociones marxistas sobre la cuestión nacional? Bueno, unos las desconocen, otros las distorsionan.
«Entrevistador: ¿Cataluña es una nación?
Gustavo Bueno: Es que nación es un concepto muy diverso; por tanto, hablar de nación no tiene sentido». (El Español; «¿Sánchez? Sicofante. ¿Iglesias? Demagogo. ¿Rivera? Ajedrecista», Entrevista con el filósofo Gustavo Bueno, 29 noviembre, 2015)
En otras ocasiones Gustavo Bueno concebía que «España es tan grande» que no necesita ser explicada por los rasgos definitorios de la nación, no hablemos ya de la formulación marxista. Es más, dice que:
«— Entrevistador: ¿Y la idea de nación?
— Gustavo Bueno: No hay una teoría sobre la nación». (La España Nueva, 21 de noviembre de 1999)
He aquí un escéptico de los pies a la cabeza, que solo a través del subjetivismo trató de armar su relato.