«Puede decirse sin exageración que la historia de nuestro partido es la historia de la lucha de las contradicciones en su seno, la historia de la superación de esas contradicciones y del fortalecimiento gradual de nuestro partido sobre la base de la superación de esas contradicciones. (...) Las contradicciones, sólo pueden ser superadas mediante la lucha, por unos u otros métodos de la lucha que conduce a un determinado objetivo. Se puede y se debe llegar a toda clase de acuerdos con los que piensan de otro modo dentro del partido, cuando se tratan de cuestiones de la política diaria, de cuestiones de carácter puramente práctico. Pero si esas cuestiones van ligadas a discrepancias de principio, ningún acuerdo, ninguna línea intermedia» puede salvar la situación. No hay ni puede haber línea «intermedia» en las cuestiones de principio. El trabajo del partido debe basarse en unos principios o en otros. La línea «intermedia» en cuestiones de principio es la alinea de la confusión, la «línea» de velar las discreparías, la «línea» de la degeneración ideológica del partido, la «línea» de la muerte ideológica del partido. (...) ¿Cómo viven y se desarrollan hoy día los partidos socialdemócratas de Occidente? ¿Hay dentro de ellos contradicciones, discrepancias de principio? Claro que sí. ¿Sacan a la superficie esas contradicciones y tratan de superarlas honrada y abiertamente? ¡Claro que no! La labor práctica de la socialdemocracia consiste en hacer de sus conferencias y congresos una vacía mascarada de bonanza de relumbrón, encubriendo y velando celosamente las discrepancias internas. Pero eso no puede llevar más que a la confusión y al empobrecimiento ideológico del partido». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Una vez más sobre las desviaciones socialdemócratas en nuestro partido; Discurso en el Pleno ampliado del CC de la Internacional Comunista, 1926)
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