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«Los marxista-leninistas respetamos el derecho a decidir de las naciones, que implica la secesión, pero no transigimos con el discurso nacionalista y burgués de la nación oprimida ni mucho menos con el de la nación opresora. Por tanto, defendemos que los catalanes tienen derecho a pronunciarse sobre su destino, y si así lo deciden, independizarse incluso bajo mandato burgués –algo que como dice Lenin sucede pacíficamente como excepción y no como regla–, pero nosotros defendemos que lo que beneficia a catalanes y españoles, es una unión libre y voluntaria, así como un ulterior desarrollo de cada nación sin menoscabar sus derechos, pero por supuesto, no creemos que eso sea posible bajo el capitalismo y sus contradicciones. (...) Y es que, como sabemos, en el capitalismo la cuestión nacional tiene un problema estructural, donde la burguesía opresora tratará de usar la fuerza y la cultura chovinista para retener a la nación oprimida hasta que no vea rentable la inversión de tanto esfuerzo. Mientras tanto, la burguesía oprimida, tratará de buscar concesiones momentáneas que le beneficien en un juego donde nunca se jugará el todo por el todo, donde solo se enfrentará a la nación hegemónica en el Estado cuando vea una oportunidad propicia, pero siempre estará dispuesta a la negociación y claudicación si el bolsillo lo requiere, otras veces tratará de buscar soluciones utópicas que no llevan a ninguna parte. La historia ya ha mostrado que la única clase social consecuente con la patria es el proletariado, capaz de defender consecuentemente a la nación, la única capaz de comprender que ningún pueblo que oprime a otro puede ser libre, eliminando la opresión nacional y dando voz a los pueblos desposeídos de sus derechos». (Equipo de Bitácora (M-L); Epítome histórico sobre la cuestión nacional en España y sus consecuencias en el movimiento obrero, 2020)
La cuestión nacional en España es un tema que no ha pasado de moda, sigue de toda actualidad como atestiguan los recientes acontecimientos políticos. Eso bastaría para echar abajo la teoría que niega que España tenga en su seno una problemática nacional no resuelta, pero para ello, será necesario tirar abajo los mitos de los múltiples nacionalismos burgueses y pequeño burgueses que se han instalado en el subconsciente de la clase obrera.
Ni que decir que la mayoría de organizaciones revisionistas –caminen estas hacia posiciones más reformistas o más anarquistas– adoptan como en casi todos los temas, una postura ridículamente seguidista de lo que dicen o decían sus ídolos de barro. Ninguna tiene una teoría sólida ni una explicación sistemática de un problema tan hondo como el que aquí se presenta, por lo que caen fácilmente en contradicciones, que pronto se hacen indisolubles. Como en muchos temas, se manejan torpemente a través del sentimentalismo y el subjetivismo más atroz. En concreto, tienden a reproducir las propuestas y soluciones de los nacionalismos de su zona, o se basan en autores y teorías revisionistas ya refutadas por la historia.
En la cuestión nacional, como en muchas otras cuestiones como pueden ser la cuestión organizativa del partido, la lucha ideológica contra el revisionismo, etcétera, la mayoría de los movimientos que se pretendían y se pretenden marxistas en España, han sufrido de un problema muy concreto. I. Derzhavin en su artículo: «El origen del pueblo ruso: gran ruso, polacos y bielorrusos», dejaría entrever que:
«Sin trazar una línea de demarcación entre las categorías de «pueblo», «nacionalidad» y «nación», la historiografía burguesa introdujo aún más confusión en esta difícil cuestión». (Cuestiones de la Historia; Nº 1, septiembre de 1945)
El otro problema que tienen, es la falta de estudio de cada cuestión que se aborda, en vez de esforzarse por hacer un análisis pormenorizado, se contentan con tomar prestado un esquema con conceptos preconcebidos, lo cual es lo más mecanicista que puede haber:
«La concepción materialista de la historia también tiene ahora muchos amigos de ésos, para los cuales no es más que un pretexto para no estudiar la historia. (...) En general, la palabra «materialista» sirve, en Alemania, a muchos escritores jóvenes como una simple frase para clasificar sin necesidad de más estudio todo lo habido y por haber; se pega esta etiqueta y se cree poder dar el asunto por concluido. Pero nuestra concepción de la historia es, sobre todo, una guía para el estudio y no una palanca para levantar construcciones a la manera del hegelianismo. Hay que estudiar de nuevo toda la historia, investigar en detalle las condiciones de vida de las diversas formaciones sociales, antes de ponerse a derivar de ellas las ideas políticas, del Derecho privado, estéticas, filosóficas, religiosas, etc., que a ellas corresponden. Hasta hoy, en este terreno se ha hecho poco, pues ha sido muy reducido el número de personas que se han puesto seriamente a ello». (Friedrich Engels; Carta a Konrad Schmidt, 5 de agosto de 1880)
De ahí se comprende mejor, que como veremos en el documento, encontremos a varias organizaciones que se autoreclamaban marxistas pero mantenían posturas contrapuestas a otras organizaciones precedentes sin explicación plausible. En otros casos se adoptarían varias posiciones distintas durante la propia existencia de la organización, demostrando la confusión ideológica. Algo que en los albores del incipiente movimiento obrero marxista, podría ser algo normal, en décadas posteriores se volvería algo inadmisible.
Siguiendo las conclusiones de Engels, Lenin ya sentenció:
«Sobre todo los jefes deberán instruirse cada vez más en todas las cuestiones teóricas, desembarazarse cada vez más de la influencia de la fraseología tradicional, propia de la vieja concepción del mundo, y tener siempre presente que el socialismo, desde que se ha hecho ciencia, exige que se le trate como tal, es decir, que se le estudie». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; ¿Qué hacer?, 1902)
Y en concreto, refiriéndose a la cuestión nacional comentó:
«No puede ni hablarse de que los marxistas de un país determinado procedan a elaborar el programa nacional sin tener en cuenta todas las condiciones históricas generales y estatales concretas». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; El derecho de las naciones a la autodeterminación, 1916)
Joan Comorera repetiría:
«La unión indisoluble del problema nacional y colonial con el problema de la Revolución Proletaria, principio básico de la teoría nacional de Lenin y Stalin, ha de ser aceptada y comprendida por todo verdadero comunista. La comprensión de la teoría leninista-estalinista no tiene que ser puramente intelectual especulativa sino dinámica. Un comunista debe querer comprenderla y aplicarla, esencialmente, en su propio país». (Joan Comorera; José Díaz, y el problema nacional, 1942)
Como anotación, diremos que el primer documento ha sido reelaborado a partir de la crítica que hicimos en 2017 al seguidismo de algunas organizaciones revisionistas hacia el nacionalismo catalán, y el segundo responde a una crítica a su contrario en un momento en que varias organizaciones revisionistas han cerrado filas con el nacionalismo español institucional más rancio, e incluso se han visto infectadas de teorías y prácticas de nuevas escuelas filosóficas chovinistas y filofascistas.
Consideramos que el combate sin piedad hacia ambos nacionalismos es necesario ya que se complementan mutuamente para desviar a la clase obrera de su camino. Durante el documento se refuta las mentiras de las dos bancadas mientras se explica como alternativa la postura proletaria que se debe adoptar en estos temas desde una óptica marxista.
Notas
[1] Lectura Online AQUÍ [Scrib] ó Descarga en PDF AQUÍ [MEGA].
[2] Todos los documentos en PDF editados por el Equipo de Bitácora (M-L) en el apartado BIBLIOTECA.
«Los marxista-leninistas respetamos el derecho a decidir de las naciones, que implica la secesión, pero no transigimos con el discurso nacionalista y burgués de la nación oprimida ni mucho menos con el de la nación opresora. Por tanto, defendemos que los catalanes tienen derecho a pronunciarse sobre su destino, y si así lo deciden, independizarse incluso bajo mandato burgués –algo que como dice Lenin sucede pacíficamente como excepción y no como regla–, pero nosotros defendemos que lo que beneficia a catalanes y españoles, es una unión libre y voluntaria, así como un ulterior desarrollo de cada nación sin menoscabar sus derechos, pero por supuesto, no creemos que eso sea posible bajo el capitalismo y sus contradicciones. (...) Y es que, como sabemos, en el capitalismo la cuestión nacional tiene un problema estructural, donde la burguesía opresora tratará de usar la fuerza y la cultura chovinista para retener a la nación oprimida hasta que no vea rentable la inversión de tanto esfuerzo. Mientras tanto, la burguesía oprimida, tratará de buscar concesiones momentáneas que le beneficien en un juego donde nunca se jugará el todo por el todo, donde solo se enfrentará a la nación hegemónica en el Estado cuando vea una oportunidad propicia, pero siempre estará dispuesta a la negociación y claudicación si el bolsillo lo requiere, otras veces tratará de buscar soluciones utópicas que no llevan a ninguna parte. La historia ya ha mostrado que la única clase social consecuente con la patria es el proletariado, capaz de defender consecuentemente a la nación, la única capaz de comprender que ningún pueblo que oprime a otro puede ser libre, eliminando la opresión nacional y dando voz a los pueblos desposeídos de sus derechos». (Equipo de Bitácora (M-L); Epítome histórico sobre la cuestión nacional en España y sus consecuencias en el movimiento obrero, 2020)
La cuestión nacional en España es un tema que no ha pasado de moda, sigue de toda actualidad como atestiguan los recientes acontecimientos políticos. Eso bastaría para echar abajo la teoría que niega que España tenga en su seno una problemática nacional no resuelta, pero para ello, será necesario tirar abajo los mitos de los múltiples nacionalismos burgueses y pequeño burgueses que se han instalado en el subconsciente de la clase obrera.
Ni que decir que la mayoría de organizaciones revisionistas –caminen estas hacia posiciones más reformistas o más anarquistas– adoptan como en casi todos los temas, una postura ridículamente seguidista de lo que dicen o decían sus ídolos de barro. Ninguna tiene una teoría sólida ni una explicación sistemática de un problema tan hondo como el que aquí se presenta, por lo que caen fácilmente en contradicciones, que pronto se hacen indisolubles. Como en muchos temas, se manejan torpemente a través del sentimentalismo y el subjetivismo más atroz. En concreto, tienden a reproducir las propuestas y soluciones de los nacionalismos de su zona, o se basan en autores y teorías revisionistas ya refutadas por la historia.
En la cuestión nacional, como en muchas otras cuestiones como pueden ser la cuestión organizativa del partido, la lucha ideológica contra el revisionismo, etcétera, la mayoría de los movimientos que se pretendían y se pretenden marxistas en España, han sufrido de un problema muy concreto. I. Derzhavin en su artículo: «El origen del pueblo ruso: gran ruso, polacos y bielorrusos», dejaría entrever que:
«Sin trazar una línea de demarcación entre las categorías de «pueblo», «nacionalidad» y «nación», la historiografía burguesa introdujo aún más confusión en esta difícil cuestión». (Cuestiones de la Historia; Nº 1, septiembre de 1945)
El otro problema que tienen, es la falta de estudio de cada cuestión que se aborda, en vez de esforzarse por hacer un análisis pormenorizado, se contentan con tomar prestado un esquema con conceptos preconcebidos, lo cual es lo más mecanicista que puede haber:
«La concepción materialista de la historia también tiene ahora muchos amigos de ésos, para los cuales no es más que un pretexto para no estudiar la historia. (...) En general, la palabra «materialista» sirve, en Alemania, a muchos escritores jóvenes como una simple frase para clasificar sin necesidad de más estudio todo lo habido y por haber; se pega esta etiqueta y se cree poder dar el asunto por concluido. Pero nuestra concepción de la historia es, sobre todo, una guía para el estudio y no una palanca para levantar construcciones a la manera del hegelianismo. Hay que estudiar de nuevo toda la historia, investigar en detalle las condiciones de vida de las diversas formaciones sociales, antes de ponerse a derivar de ellas las ideas políticas, del Derecho privado, estéticas, filosóficas, religiosas, etc., que a ellas corresponden. Hasta hoy, en este terreno se ha hecho poco, pues ha sido muy reducido el número de personas que se han puesto seriamente a ello». (Friedrich Engels; Carta a Konrad Schmidt, 5 de agosto de 1880)
De ahí se comprende mejor, que como veremos en el documento, encontremos a varias organizaciones que se autoreclamaban marxistas pero mantenían posturas contrapuestas a otras organizaciones precedentes sin explicación plausible. En otros casos se adoptarían varias posiciones distintas durante la propia existencia de la organización, demostrando la confusión ideológica. Algo que en los albores del incipiente movimiento obrero marxista, podría ser algo normal, en décadas posteriores se volvería algo inadmisible.
Siguiendo las conclusiones de Engels, Lenin ya sentenció:
«Sobre todo los jefes deberán instruirse cada vez más en todas las cuestiones teóricas, desembarazarse cada vez más de la influencia de la fraseología tradicional, propia de la vieja concepción del mundo, y tener siempre presente que el socialismo, desde que se ha hecho ciencia, exige que se le trate como tal, es decir, que se le estudie». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; ¿Qué hacer?, 1902)
Y en concreto, refiriéndose a la cuestión nacional comentó:
«No puede ni hablarse de que los marxistas de un país determinado procedan a elaborar el programa nacional sin tener en cuenta todas las condiciones históricas generales y estatales concretas». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; El derecho de las naciones a la autodeterminación, 1916)
Joan Comorera repetiría:
«La unión indisoluble del problema nacional y colonial con el problema de la Revolución Proletaria, principio básico de la teoría nacional de Lenin y Stalin, ha de ser aceptada y comprendida por todo verdadero comunista. La comprensión de la teoría leninista-estalinista no tiene que ser puramente intelectual especulativa sino dinámica. Un comunista debe querer comprenderla y aplicarla, esencialmente, en su propio país». (Joan Comorera; José Díaz, y el problema nacional, 1942)
Como anotación, diremos que el primer documento ha sido reelaborado a partir de la crítica que hicimos en 2017 al seguidismo de algunas organizaciones revisionistas hacia el nacionalismo catalán, y el segundo responde a una crítica a su contrario en un momento en que varias organizaciones revisionistas han cerrado filas con el nacionalismo español institucional más rancio, e incluso se han visto infectadas de teorías y prácticas de nuevas escuelas filosóficas chovinistas y filofascistas.
Consideramos que el combate sin piedad hacia ambos nacionalismos es necesario ya que se complementan mutuamente para desviar a la clase obrera de su camino. Durante el documento se refuta las mentiras de las dos bancadas mientras se explica como alternativa la postura proletaria que se debe adoptar en estos temas desde una óptica marxista.
Notas
[1] Lectura Online AQUÍ [Scrib] ó Descarga en PDF AQUÍ [MEGA].
[2] Todos los documentos en PDF editados por el Equipo de Bitácora (M-L) en el apartado BIBLIOTECA.
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