«Bakunin descubre en las agitaciones estudiantiles el espíritu destructor del Estado... que brota de lo más hondo de la vida popular»; felicita a sus jóvenes hermanos por sus tendencias revolucionarias. «¡Por consiguiente, está aproximo el fin de este infame imperio de todas las Rusias!».
El pueblo ruso, continua Bakunin, se encuentra actualmente en condiciones semejantes a las que le forzaron a la insurreción bajo el Zar Alexéi, padre de Pedro el Grande. Entonces fue Stenkka Razin cosaco jefe de los bandoleros, quien se puso a su cabeza y le indicó «la vía» de «la emancipación». Para alzarse hoy, el pueblo espera solamente a un nuevo Stenka Razin, pero esta vez:
«Será remplazado por la legión de jóvenes desclasados que viven ya la vida popular. (...) Stenka Razin se siente detrás de ella no héroe personal, sino colectivo (!), y por tanto, invencible. Ese héroe será toda una magnifica juventud, sobre la cual ya flota su espíritu».
Para desempeñar debidamente este papel de Stenka Razin colectivo, la juventud debe prepararse por medio de la ignorancia:
«Por tanto, abandonad lo más rápidamente este mundo condenado a la destrucción. Abandonad sus universidades, sus academias, sus escuelas... ir al pueblo. (...) [Para] ser la comadrona de su emancipación espontánea, el aglutinador y organizador de sus escuerzos y de todas las fuerzas populares. No os preocupéis en este momento de la ciencia, en nombre de la cual os quisiera maniatar y castrar. (...) Tal es la fe de los mejores hombres de Occidente. (...) El mundo de los trabajadores de Europa y América os llama a una alianza fraternal».
Por vez primera, exalta al bandolero ruso como el tipo del verdadero revolucionario y predica a la juventud rusa el culto de la ignorancia con el pretexto de que la ciencia actual no es más que una ciencia oficial –¿acaso es posible imaginarse unas matemáticas, una física, una química oficiales?– y que tal es la opinión de los mejores de Occidente. Por último, termina su hoja insinuando que la Internacional, por conducto suyo, ofrece una alianza a esta juventud, a la que él prohíbe incluso la ciencia de los Fréres ignorantis.
Bakunin, por la ley de la asimilación anarquista, se asimila a la juventud instruida.
«El gobierno mismo nos muestra el camino por el que nosotros debemos marchar para alcanzar nuestro objetivo, es decir, el objetivo del pueblo. Nos expulsa de las universidades, de las academias, de las escuelas. Les expresamos nuestra gratitud por habernos situado así sobre un terreno tan glorioso, tan fuerte. Ahora pisamos tierra firme, ahora podemos actuar. ¿Y qué vamos a hacer? ¿Enseñar al pueblo? Eso sería estúpido. El pueblo mismo sabe, y mejor que nosotros, lo que necesita. [Comparad los Estatutos secretos, que atribuyen a las masas los «instintos populares», y a los iniciados «la idea revolucionaria»]. No debemos enseñar al pueblo sino sublevarlo. [Hasta ahora] Se ha sublevado siempre infructuosamente porque se sublevaba parcialmente. Podemos prestarle una ayuda importante en extremo, podemos darle lo que ha faltado siempre y cuya ausencia ha sido la causa principal de todas sus derrotas:la unidad del movimiento ubicuo mediante la combinación de sus propias fuerzas».
Como vemos, la doctrina de la Alianza –anarquía por abajo y disciplina por arriba– aparece aquí en toda su pureza. Primeramente, «el desencadenamiento de lo que hoy se llama malas pasiones» por medio del motín: pero «es necesario que en medio de la anarquía popular, que constituirá la vida misma y toda la energía de la revolución, la unidad del pensamiento y de la acción revolucionaria encuentre un órgano». Este órgano será la sección rusa de «la Alianza» universal: la Sociedad «La justicia del Pueblo».
Pero Bakunin no tiene bastante con la juventud. Llama bajo la bandera de su Alianza, sección rusa, a todos los bandoleros.
«El bandolerismo es una de las formas más honorables de la vida popular rusa. El bandolero es el héroe, es el defensor, es el vengador popular: el enemigo irreconciliable del Estado y de todo orden social y civil establecido por el Estado: el luchador a vida o muerte contra toda esta civilización de funcionarios, de nobles, de curas y de la corona. Quien no comprenda el bandolerismo no comprenderá nada en la historia popular rusa. Quien no simpatiza con él, no puede simpatizar con la vida popular y carece de corazón para los sufrimientos seculares e inconmensurables del pueblo; pertenece al campo de los enemigos, de los partidarios del Estado. (...) Sólo con el bandolerismo se comprueba la vitalidad, la pasión y la fuerza del pueblo, El bandolero en Rusia es el verdadero y único revolucionario: el revolucionario sin frases, sin retórica tomada de los libros, el revolucionario infatigable, irreconciliable e irresistible en la acción, el revolucionario popular y social y no político o de clase. (...) Los bandoleros dispersados en los bosques, en las ciudades y aldeas de toda Rusia, y los bandoleros detenidos en las innumerables prisiones del Imperio, forman un mundo único e indivisible, fuertemente unido: el mundo de la revolución rusa. En él, sólo en él, existe desde hace mucho tiempo la verdadera conspiración revolucionaria. Quien quiera conspirar seriamente en Rusia, quien quiera la revolución popular, deberá ir a ese mundo. (...) Siguiendo la vía que nos ha trazado el gobierno que nos expulsa de las academias, de las universidades y de las escuelas, lancémonos, hermanos, todos juntos, al pueblo, al movimiento popular, al motín de los bandoleros y de los campesinos, y, conservando una fiel y firme amistad entre nosotros, combinemos una sola masa esas insurrecciones desperdigadas de los mujiks (campesinos). Transformemoslas en una revolución popular reflexiva pero implacable». (Karl Marx y Friedrich Engels; La Alianza Internacional de la Democracia Socialista y la Asociación Internacional de los Trabajadores; Memoria y documentos publicados por acuerdo del Congreso de la Haya de la Internacional, 1873)
Anotación de Bitácora (M-L):
«Tomo el partido de los bandoleros populares y veo en ellos una de las principales palancas de la futura revolución popular en Rusia. (...) Creo que con el primer gran empuje del levantamiento del pueblo, el mundo de los vagabundo, bandidos y ladrones, profundamente arraigado en nuestra vida popular y uno de sus principales fenómenos, se pondrá en marcha poderosa y masivamente. Bueno o malo, es un hecho indiscutible e inevitable, y quien desee realmente la revolución popular rusa, quien quiera servirla, sostenerla, organizarla, no sólo en el papel, sino en los actos, debe conocer este hecho. Debe tenerlo en cuenta, sin tratar de esquivarlo, tener una actitud consciente y práctica, usándolo como un medio poderoso para el triunfo de la revolución». (Carta de Mijaíl Bakunin a Serguey Guennadevich Nechayev, 2 de junio de 1870)
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