«El PCE (r) creía que con las acciones de
los GRAPO, estaba abriendo los ojos a los obreros y el resto de masas
trabajadoras sobre el carácter del reformismo:
«Ese
salto cualitativo se concreta en que el movimiento de masas se ha liberado de
toda ilusión reformista y no espera nada de los de arriba; sólo confía en su
lucha, en su fuerza y en su unidad; y está resistiendo en todas partes.
(...) Lo cierto es que hoy es imposible
paralizar nuestra actividad político-militar a pesar de cualquier éxito
policial aislado. (...) Lo cierto, en definitiva, es que el Partido y la
guerrilla son un hecho, que su influencia política es inmensa, que van a
desarrollarse inevitablemente y que son la garantía de que ya en ningún momento
se vaya a producir la desmoralización ni la paralización del movimiento».
(Partido Comunista de España (Reconstituido); Declaración del Comité Central
del PCE (r), 1984)
Esta teoría del PCE (r) también es
profundamente antimarxista y antileninista. La vida ha demostrado desde hace
siglos que el terrorismo de este tipo no ayuda a organizar a los obreros ni ayuda
a su concienciación política consiguiendo alejarlos de las ideas reformistas como
pretenden hacernos creer:
«Los
socialistas revolucionarios, al preconizar en su programa el terrorismo y
difundirlo como medio de lucha política en su forma actual, causan un daño
gravísimo al movimiento, destruyendo los nexos indisolubles entre la labor
socialista y la masa de la clase revolucionaria. Ninguna afirmación verbal,
ningún juramento pueden refutar el hecho incontrovertible de que el terrorismo
actual, tal como lo aplican y lo predican los socialistas revolucionarios, no
tiene la menor relación con el trabajo entre las masas, ni está en contacto con
ellas; que para llevar a cabo actos terroristas una organización de partido
distrae a nuestras fuerzas organizativas, ya de por sí muy escasas, de su
difícil tarea de organizar un partido obrero revolucionario, tarea que dista
mucho de esta ya lograda; que en la práctica, el terrorismo de los socialistas
revolucionarios no es otra cosa que el combate individual, método que ha sido
enteramente condenado por la experiencia histórica. Hasta los socialistas
extranjeros comienzan a desconcertarse ante esa estrepitosa propaganda del
terrorismo que realizan a hora nuestros socialistas revolucionarios. Y entre
las masas obreras rusas esta propaganda siembra la nociva ilusión de que el
terrorismo «Obliga a la gente a pensar políticamente, aunque sea contra su
voluntad». (Revolutsiónaia Rossía, num. 7) De que el terrorismo «es más capaz
de convertir a miles de personas en revolucionarios y de inculcarles el sentido
de sus actos, que meses y meses de propaganda verbal», de que se puede
«infundir nuevas energías a los que vacilan, a los desalentados, a los que se
sienten derrotados por el lamentable desenlace de muchas manifestaciones»
(ibíd.), etc. Estas nocivas ilusiones sólo pueden conducir a un rápido
desengaño y debilitar la labor destinada a preparar el asalto de las masas
contra la autocracia». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; ¿Por qué la
socialdemocracia debe declarar una guerra resuelta sin cuartel a los
socialistas-revolucionarios?, 1902)
Al revés, el terrorismo es resultado
desesperado de la intelectualidad pequeña burguesía ante la falta de
capacidades de organizar a los obreros, y que lejos de organizar desorganiza y
posterga la revolución:
«Por
muchas montañas de papel que escriban los socialistas-revolucionarios,
asegurando que con su prédica del terrorismo no relegan ni desorganizan la
labor entre las masas, no podrán refutar con torrentes de palabras el hecho de
que precisamente la octavilla citada expresa con exactitud la verdadera
psicología del terrorista contemporáneo. (...) Y como esto es así, también es
evidente que los actuales terroristas son verdaderos «economistas» al revés, ya
que caen en el extremo opuesto, tan insensato como el otro. Exhortar al
terrorismo, a que individuos sueltos y grupos que no se conocen entre sí
organicen atentados contra ministros en momentos cuando los revolucionarios
carecen de fuerzas y medios suficientes para dirigir a las masas, que se ponen
ya en pie, significa de por sí, no solo interrumpir la labor entre las masas,
sino desorganizarla de manera directa». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin;
Aventurerismo revolucionario, 1902)
¿Qué el PCE (r) proclamara que las masas
se desharían de las ilusiones reformistas a golpe de atentados conspirativos no
es acaso una prueba de sectarismo en la incomprensión del trabajo de masas y el
grado de revolucionización de las mismas?
«El
sectarismo se manifiesta especialmente en la apreciación exagerada de la
revolucionización de las masas, en la apreciación exagerada del ritmo, con que
se apartan de las posiciones del reformismo, en el intento de saltar las etapas
difíciles y los problemas complicados del movimiento. Los métodos de dirección
de las masas se sustituían frecuentemente en la práctica por los métodos de
dirección de un grupo cerrado de partido». (Georgi Dimitrov; La
clase obrera contra el fascismo; Informe en el VIIº Congreso de la Komintern,
2 de agosto de 1935)
El PCE (r) en uno de sus análisis
triunfalistas totalmente por encima de la realidad se atrevía a decir que
gracias a sus acciones el PSOE jamás volvería a gobernar:
«Pero
también está claro que el engaño de los pesoístas no va a volver a repetirse
nunca más». (Partido Comunista de España (Reconstituido); Declaración del
Comité Central del PCE (r), 1984)
Era una demencia proclamar que se estaba
logrando vencer al reformismo cuando los dos mayores sindicatos eran CC.OO. y
UGT, dominados por el PCE y el PSOE respectivamente. Era una temeridad decir
que se estaba logrando vencer al reformismo cuando precisamente en 1982 el PSOE
había obtenido mayoría absoluta con 48,11% de votos y 202 de los 350 escaños,
datos que en 1986 aunque menores no haría perder la mayoría absoluta volviendo
a ganar esta vez con 44,06% de los votos ocupando 184 escaños. La historia de
nuevo dejó en ridículo las previsiones triunfalistas del PCE (r), pues el PSOE
siguió gobernando nada más y nada menos que hasta 1996, y tras un breve lapso
de tiempo volvería a gobernar de 2004 a 2011 bajo la dirección de Zapatero. Y
actualmente por desgracia, según sondeos es la única fuerza para disputarle el
liderazgo al PP.
El uso del terrorismo individual o en
pequeños comandos sin relación con las masas refuerza indirectamente al
reformismo y el miedo a la revolución. Conlleva a que las fuerzas políticas
inestables apoyen la aprobación de presupuestos miliares y leyes
antiterroristas que gran parte de las veces son usadas para criminalizar a los
verdaderos marxista-leninistas, para no solo equiparar la violencia
revolucionaria de las masas con el terrorismo, sino para relacionarlo con
cualquier acción: desde las demandas económicas más básicas a las luchas más
complejas y violentas del ámbito económico-político. La burguesía usa el
terrorismo de todo este tipo de bandas para decirle a los trabajadores que si
siguen así las cosas tendrán pérdidas, que se verá obligada a despedirles o a
bajarles el sueldo, que la única salida es que se instaurare un régimen más autoritario,
y que ellos, en beneficio del orden y la seguridad de todos, tendrán que hacer
sacrificios y perder los pocos privilegios y libertades que tienen, incluso que
deben apoyarlo por su bien:
«Ni
el anarquismo, ni el terrorismo, ni el bandidismo, que están cobrando vastas
proporciones en los países capitalistas y revisionistas, tienen nada en común
con la revolución. Los hechos de cada día comprueban que los grupos
anarquistas, terroristas y de bandidos están siendo utilizados por la reacción
como una justificación y una arma a la vez para preparar e implantar la
dictadura fascista, para amedrentar a la pequeña burguesía y convertirla en
instrumento y en terreno abonado para el fascismo, para paralizar a la clase
obrera y mantenerla encadenada al capitalismo, bajo la amenaza de perder las
pocas migajas que le ha «concedido» la burguesía». (Enver Hoxha; Eurocomunismo
es anticomunismo, 1980) (Equipo de Bitácora (M-L); Estudio histórico sobre los bandazos políticos oportunistas del PCE (r) y las prácticas terroristas de los GRAPO, 2017)
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