Una
definición que nos podría servir es esta:
«La ideología del cosmopolitismo
surge de la misma manera de la producción de la sociedad burguesa. El
cosmopolitismo es la negación del patriotismo, su opuesto. Aboga por la apatía
absoluta hacia el destino de la Patria. El cosmopolitismo niega la existencia de
las obligaciones morales o civiles de las personas a su nación y patria. La
burguesía predica el principio de que el dinero no tiene patria, y que, donde
quiera que sea uno puede «hacer dinero», donde quiera uno puede «tener un
negocio rentable», aunque no sea su tierra natal. Aquí está la villanía que el
cosmopolitismo burgués se llama en ocultar, disfrazar, «ennoblecer» la
ideología antipatriótica del burgués-empresario sin raíces, el tendero y el
comerciante viajero». (F. Chernov; El cosmopolitismo burgués y su papel
reaccionario, 1949)
Y se explica correctamente
como el cosmopolitismo burgués y el nihilismo nacional y la cuestión nacional,
era una forma ideológica que para el imperialismo servía para anular las luchas
de liberación nacional en los países coloniales y semicoloniales, o minar la
unidad y estabilidad de los países socialistas intentando restaurar el orden
burgués y capitalista:
«El cosmopolitismo burgués moderno es la expresión ideológica de las
agresivas políticas imperialistas de la burguesía reaccionaria y de los grandes
poderes capitalistas, dirigidas hacia el establecimiento de la dominación
mundial. La lucha por la dominación del mundo para la explotación del mundo por
un puñado de monopolios capitalistas es algo natural e inevitablemente que
resulta de la desigualdad en el desarrollo económico y político del capitalismo
en la época del imperialismo. Esta posición leninista muestra los lazos
indisolubles de la lucha revolucionaria por el socialismo con la defensa de la
soberanía nacional de las naciones. El imperialismo es inseparable de la
represión de la soberanía nacional de los pueblos y la opresión nacional
monstruosa. En las políticas de la más severa explotación de las naciones
oprimidas, en las aspiraciones expansionistas, la burguesía imperialista
esconde las primeras fuentes de cosmopolitismo burgués predicando el nihilismo
nacional». (F. Chernov; El cosmopolitismo burgués y su papel reaccionario,
1949)
En especial el imperialismo estadounidense era el que más se hacía eco de estas tácticas, de hecho popularizo eslóganes que intentan abolir la cuestión de clase alegando que simplemente debemos considerarnos como «ciudadanos del mundo» y hablando de la necesidad de un «gobierno universal» –bajo su liderazgo por supuesto–. Estos eran métodos encubiertos para lograr sus fines hegemonistas. Términos que no suenan muy lejos de los que hoy utiliza la burguesía en el caso de la Unión Europea o con el fenómeno de la globalización. Vale apuntar que la ruptura de la «frontera nacional» que procura la burguesía en estos casos está enfocada casi exclusivamente a la libre circulación de capitales y de mercancías; esto demuestra que ese cosmopolitismo solo persigue un afán económico-político de dominación de los pueblos:
«El imperialismo estadounidense, en las condiciones actuales, se
revela como el pretendiente para dominar el mundo. Esto explica el hecho de que
los ideólogos del imperialismo estadounidense emergen hoy como propagandistas
violentos del cosmopolitismo. El presente cosmopolitismo burgués ha sido
elegido por el imperialismo estadounidense como arma de lucha ideológica para
la dominación mundial. Con la ayuda de la propaganda cosmopolita de América, el
imperialismo estadounidense dirige la preparación ideológica para el cumplimiento
de su expansionista, aspiraciones agresivas. La ideología del cosmopolitismo
burgués sirve como cubierta conveniente para la actividad subversiva de espías
y saboteadores, trabajando, a instancias de los servicios de inteligencia
extranjeros. Bajo la apariencia de la fraseología cosmopolita, en falsos
eslóganes sobre la lucha contra el «egoísmo nacionalista», se oculta la cara
brutal de los incitadores de una nueva guerra, que tratan de lograr la
«fantástica» idea de la dominación estadounidense sobre el mundo. Desde los
círculos imperialistas estadounidenses actuales se desata la propaganda por una
«ciudadanía mundial» y un «gobierno universal». (F. Chernov; El cosmopolitismo
burgués y su papel reaccionario, 1949)
Tampoco hay que engañarse, como
ya dejamos ver, este cosmopolitismo que se vendía en la propaganda imperialista
en la gran mayoría de ocasiones solo era un arma que cubría la esencia nacionalista,
chovinista y racista de muchos de los dirigentes reaccionarios de las clases
explotadoras:
«Alimentado por los planes agresivos anglo-estadounidenses para la
dominación del mundo, hoy en día el cosmopolitismo no es más que el lado
sórdido del desenfrenado nacionalismo burgués y racismo anglo-estadounidense.
El cosmopolitismo y el nacionalismo no son opuestos, sino que no son más que
dos caras de la misma ideología burguesa imperialista. El cosmopolitismo
siempre fue y no es más que una pantalla, un disfraz para el nacionalismo». (F.
Chernov; El cosmopolitismo burgués y su papel reaccionario, 1949)
Si atendemos la visión de los
marxista-leninistas polacos sobre estas desviaciones veremos que plantearon
correctamente la necesidad –en la cuestión de
la cultura nacional– de una lucha simultanea contra
el nihilismo nacional y contra el cosmopolitismo. Esto se hacía del todo
necesario cuando los partidos comunistas llegaban al poder y querían dotar a
las masas de una nueva cultura proletaria:
«Exponiendo la peligrosidad de la desviación derechista y
nacionalista en el partido, el Pleno del Comité Central del partido de abril
también se refirió a su efecto nocivo sobre el frente cultural: una actitud
liberal y ecléctica entorno a las cuestiones del desarrollo cultural y la
influencia de la ideología burguesa hostil sobre la literatura y el arte y la
falta de resistencia sobre estas tendencias nocivas y peligrosas. (...) La
lucha por una cultura nacional en su forma y contenido socialista, hay que
llevar a cabo un profundo cambio en la perspectiva política e ideológica de
nuestros intelectuales, ayudándolos a liberarse de la herencia ideológica
perniciosa. Debemos exponer la naturaleza reaccionaria y decadente de la
degeneración de la cultura en el mundo imperialista y descubrir una nueva
forma de expresar en el arte, el comienzo de una vida nueva y socialista. (...)
El partido se enfrenta a la tarea de luchar por una nueva cultura estrechamente
unida a la vida y la lucha de la clase obrera, infundida con el espíritu del
internacionalismo proletario, del genuino patriotismo y el amor por la patria
y, en contraste con el cosmopolitismo y el nihilismo un profundo amor por el
patrimonio cultural progresista de nuestro pueblo». (Jerzy Albrecht; Sobre el
frente cultural polaco, 1949)
El grandísimo
marxista-leninista polaco, Bolesław Bierut, explicaba que:
«En nuestro país el cosmopolitismo en la cultura se expresa por
una subestimación de los logros culturales en nuestra cultura popular, por
rechazar nuestras propias tradiciones progresistas e insistir en el culto a la
cultura capitalista decadente y sus diversas perversiones, y a menudo, por una
admiración servil hacia la ciencia, la literatura y arte estadounidense. En
nuestro país la lucha contra el cosmopolitismo, el nihilismo y este culto hacia
todo lo extranjero va de la mano con la lucha contra el nacionalismo y el
chovinismo, que hasta ahora eran las principales expresiones de la ideología
antiproletaria». (Bolesław Bierut, Discurso en el Pleno del Comité Central del
Partido Unificado Obrero Polaco, 20 de abril de 1949)
El internacionalismo proletario de los marxista-leninistas se conjuga con el patriotismo proletario, pero jamás con el nacionalismo ni el cosmopolitismo:
«El internacionalismo proletario presupone la existencia de la nación. El cosmopolitismo presupone el menosprecio de la nación. El internacionalismo es la mejor arma de la clase obrera. El cosmopolitismo es la mejor arma del capitalismo monopolista, la más potente y Aspira en consecuencia, a la dominación mundial. El patriotismo es la expresión natural del internacionalismo proletario. El nacionalismo es la expresión natural de los monopolistas. Lenin ha dicho que un mal patriota no puede ser un buen internacionalista. Los yankees como Foster Dulles afirman que los pueblos europeos han de abandonar el concepto «anacrónico» de soberanía, ahora que Estados Unidos ha acentuado el nacionalismo agresivo, exclusivista, chovinista: he aquí la doble cara del cosmopolitismo». (Joan Comorera; El internacionalismo proletario, 1952) (Equipo de Bitácora (M-L); Las purgas en el Partido Comunista de Checoslovaquia de los años 50, 4 de octubre de 2015)