«El gobierno de Corea del Norte de 1946 tenía la siguiente estructura:
«Imbuido con dosis considerables de nacionalismo, el Partido Comunista de Corea del Norte (PCCN), rebautizado Partido de los Trabajadores de Corea del Norte (PTCN) en agosto de 1946, y luego Partido del Trabajo de Corea (PTC) fue fundado oficialmente el 10-13 de octubre de 1945. Además de este partido, otros partidos y organizaciones sociales emergieron a finales de 1945 y principios de 1946: el Partido Democrático –compuesto principalmente por la clase de medianos y medios capitalistas y cristianos–, el Partido Chondoísta Chong-u –formado por creyentes del chondoismo, en su mayoría campesinos– y el Nuevo Partido Democrático –formado en su mayoría por campesinos medios e intelectuales–. Las organizaciones sociales incluyen la Federación General de Sindicatos, la Unión Campesina, la Liga de la Juventud Democrática, la Unión Democrática de Mujeres, la Federación General de Sindicatos de Literatura y Arte, la Federación General de Tecnología Industrial, la Federación Cristiana, la Federación budista y otros. Los representantes de todos estos partidos y organizaciones –junto con los de los comités locales– se reunieron en Pyongyang el 2 de agosto de 1946 con el fin de establecer el Comité Popular Provisional de Corea del Norte (CPPCN) que funcionaría como el gobierno democrático y con el objetivo de profundizar la lucha contra la revolución democrática antiimperialista y antifeudal. (...) Durante el verano de 1946 se unió el PCCN en coalición con los otros dos partidos políticos existentes y con quince organizaciones sociales con el fin de establecer el Frente Unido Nacional Democrática de Corea del Norte (FUNDCN). Su propósito era organizar las elecciones a la provincia, ciudad, condado, ri (Dong) y los comités del pueblo de los subcondados en noviembre 1946 y principios de 1947. Los representantes electos de los comités de estas personas formaron la Asamblea Popular de Corea del Norte (APCN) el 17 de febrero de 1947. La Asamblea Popular por lo tanto se convirtió en órgano supremo del país junto el Comité Popular de Corea del Norte de (CPCN) como su órgano ejecutivo. Los 237 diputados de la Asamblea Popular estaban afiliados a los partidos existentes de la siguiente manera en cuanto a porcentaje: 36% al Partido del Trabajo de Corea, 13% al Partido Demócrata, el 13% al Partido Chogu y el 38% no está afiliado. En cuanto a su origen social, el 22% eran obreros, el 26% campesinos, empleados de oficina 24%, el 15% intelectuales, el 3% empresarios, el 4% comerciantes, el 2% artesanos y el 4% hombres religiosos». (Norberto Steinmayr; ¡Larga vida a la reunificación e independencia coreana! ¡Abajo el revisionismo coreano!, 1999)
Como hemos visto en los documentos de Kim Il Sung y como hemos podido comprobar con este esquema del reparto del poder, se renunció al papel de la clase obrera en la etapa democrático-burguesa bajo la idea de que si no compartía el papel de vanguardia con otras clases sociales, incluidas la burguesía nacional, podría hacer que estas desertasen.
Pero esto solo es un prejuicio menchevique, un atavismo de la II Internacional, menchevique: Lenin ya advirtió que en la etapa democrático-burguesa de los países semifeudales y semicoloniales, la clase obrera debe preocuparse sobre todo de la alianza del campesinado, y como orden de segunda importancia, del papel de otras clases y capas, no estableciendo como prioridad y a cualquier precio la alianza con la burguesía nacional. Mucho menos era necesaria esta concesión en un país como China, donde como indicaba Stalin, su poder era incluso menor que en el de la Rusia de 1917 y además el Ejército Rojo había quebrado las posiciones de la reacción. El ejemplo de Albania y otros países poco desarrollados pueden confirmar esta afirmación de Lenin sobre el rol de la burguesía nacional donde lo primordial es que el proletariado busque la alianza con el campesinado, en ningún caso vender la hegemonía de la clase obrera para que la burguesía nacional entre en la alianza de esa etapa. Veamos como lo expresaba Lenin, jefe del proletariado ruso:
«A la burguesía le conviene que la revolución burguesa no barra demasiado resueltamente todas las supervivencias del viejo régimen, sino que deje en pie algunas de ellas; es decir, que esta revolución no sea del todo consecuente, no se lleve hasta el final, no sea decidida e implacable. A la burguesía le conviene más que los cambios necesarios en un sentido democrático-burgués se establezcan lentamente, gradualmente, prudentemente, de un modo cauto, por medio de reformas y no por la vía de la revolución; que estos cambios desarrollen lo menos posible la independencia, la iniciativa y la energía revolucionarias del pueblo sencillo, es decir, de los campesinos y principalmente de los obreros. (...) ¿De qué fuerzas sociales reales depende el «alcance de la revolución»? ¿Habéis pensado en ello, señores? (...) La burguesía, en su conjunto, está ahora por la revolución, y prueba su celo pronunciando discursos sobre la libertad, hablando cada vez con mayor frecuencia en nombre del pueblo e incluso en nombre de la revolución. Pero todos nosotros, marxistas, sabemos por la teoría y observamos cada día y a cada hora, en el ejemplo de nuestros liberales, de las gentes de los «zemstvos» y de Osvobozhdenie, que la burguesía está por la revolución de una manera inconsecuente, egoísta y cobarde. La burguesía en su inmensa mayoría se volverá inevitablemente del lado de la contrarrevolución, del lado de la autocracia contra la revolución, contra el pueblo, en cuanto sean satisfechos sus intereses estrechos y egoístas, en cuanto «dé la espalda» al democratismo consecuente –¡y ya ahora le da la espalda!–. Queda «el pueblo», es decir, el proletariado y los campesinos: sólo el proletariado es capaz de ir seguro hasta el fin, pues va mucho más allá de la revolución democrática. Por eso, el proletariado lucha en vanguardia por la república, rechazando con desprecio los consejos necios e indignos de quienes le dicen que tenga cuidado de no asustar a la burguesía. (...) Quien comprende verdaderamente cuál es el papel de los campesinos en la revolución rusa victoriosa, será incapaz de decir que el alcance de la revolución se reduce si la burguesía le vuelve la espalda, pues, en realidad, la revolución rusa no comenzará a adquirir su verdadero alcance, no comenzará a adquirir realmente la mayor envergadura posible en la época de la revolución democrático-burguesa, hasta que la burguesía no le vuelva la espalda y el elemento revolucionario activo sea la masa campesina, en unión con el proletariado. Para ser llevada consecuentemente hasta su término, nuestra revolución democrática debe apoyarse en fuerzas capaces de contrarrestar la inevitable inconsecuencia de la burguesía –es decir, capaces precisamente de «obligarla a volver la espalda», lo que temen, en su simplicidad, los partidarios caucasianos de Iskra–». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Dos tácticas de la socialdemocracia en la revolución democrática, 1902)
Mientras las tesis de Lenin sobre el proletariado, su rol de vanguardia y sus alianzas concuerdan con las de Marx, las tesis de Mao Zedong y Kim Il Sung concuerdan con la de los pequeño burgueses que precisamente Marx criticaba en su época: los cuales pretendían que la revolución acabase con un par de conquistas en una y otra reivindicación, pero renegando de la toma de poder por el proletariado y su dirección en el nuevo Estado, delegando eso a la burguesía:
«Mientras que los pequeños burgueses democráticos quieren poner fin a la revolución lo más rápidamente que se pueda, después de haber obtenido, a lo sumo, las reivindicaciones arriba mencionadas, nuestros intereses y nuestras tareas consisten en hacer la revolución permanente hasta que sea descartada la dominación de las clases más o menos poseedoras, hasta que el proletariado conquiste el poder del Estado». (Marx y Engels; Mensaje del Comité Central a la Liga de los Comunistas, 1850)
Por lo tanto, la clase obrera debe buscar siempre a los campesinos como principal aliado, y respecto a la burguesía nacional, es aceptable una alianza temporal con la burguesía durante la etapa antifascista, antiimperialista, anticolonial, antifeudal, pero no al precio de que la clase obrera sea eliminada del puesto de vanguardia y renuncie a su rol como anuncia la «nueva democracia» de Mao Zedong o la «democracia progresista» de Kim Il Sung, ni para cosechar teorías que preparen el terreno para engañar tiempo después a las masas trabajadores tratando a la burguesía nacional como «pueblo» y diciendo que es posible un «socialismo» coexistiendo con la burguesía nacional.
Lenin decía sobre la hegemonía de la clase obrera que:
«La renuncia de la idea de la hegemonía, sin embargo, es la forma más cruda del reformismo». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; El reformismo en el movimiento socialdemócrata ruso, 1911)
Y que esto no se aplicaba solo a los países capitalistas más desarrollados:
«En tales países casi no hay proletariado industrial. No obstante, también en ellos hemos asumido y debemos asumir el papel de dirigente». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; Informe de la comisión para los problemas nacional y colonial, 1920)
Si las teorías de los líderes del revisionismo coreano sobre el trato a la burguesía o la construcción económica del socialismo no tienen relación alguna con el marxismo-leninismo, la cuestión del partido y su relación con el frente no iba a ser menos. Como vimos la construcción del Partido del Trabajo de Corea en 1946 en base a la fusión de los dos presuntos partidos comunistas: el Partido Comunista de Corea del Norte y el Nuevo Partido Democrático, fue una unión sin ninguna exigencia revolucionaria, una unión mecánica, hecha como dirían los revisionistas coreanos, para construir un partido donde el único requisito era «ser un buen patriota». Pero también el manejo del frente por los revisionistas coreanos es un ejemplo de una distorsión marxista-leninista de las tácticas de frente para la resolución de tareas democráticas y luego la construcción socialista. Dentro del Frente Democrático del Frente Unido, encontramos tanto al Partido del Trabajo de Corea, como partidos religiosos como el Partido Chongu e incluso partidos de empresarios y comerciantes como el Partido Demócrata. Estamos hablando que la política revolucionaria de un partido haría que el frente sirviese al partido comunista para ira aislando y eliminando a las organizaciones de explotadores y atrayéndose al resto de organizaciones de masas de trabajadores, los norcoreanos en cambio hicieron que este frente sirviese para unirlos a todos ellos y garantizar su representación oficial. ¡En este frente las organizaciones de explotadores por tanto son aliados también partido comunista y a la clase obrera de forma inmutable!:
«Todos estos cambios han reforzado aún más la unidad política de los obreros, campesinos e intelectuales que trabajan. Su fuerza unida es la base de la Nacional Democrático del Frente Unido en la lucha por la construcción de una nueva Corea y, al mismo tiempo, constituye el fundamento inquebrantable de la fusión del Partido Comunista y el Partido Nueva Democracia en un partido unificado de las masas trabajadoras. (...) Nuestro partido, sin embargo, no es el único partido existente en nuestro país. De ahí surge la cuestión de las relaciones mutuas con otros partidos y otras clases. Nuestro partido da apoyo activo a las demandas democráticas del Partido Chongu, y coopera estrechamente con ella para avanzar juntos en el paso con él. El Partido Chongu, a pesar de sus características religiosas, puede avanzar de la mano con nuestro partido en la independencia y la democracia de Corea. En cuanto al Partido Demócrata que representa los intereses de parte de los intelectuales y los comerciantes y empresarios, nuestro partido apoyará igualmente su programa democrático». (Kim Il Sung; Sobre el establecimiento del Partido del Trabajo de Corea del Norte y sobre la cuestión de la fundación del Partido del Trabajo en Corea del Sur, 24 de septiembre de 1964)
Este esquema de frente sería la estructura en los próximos años para mantener el sistema de pluralismo político y multipartidismo. La cuestión del multipartidismo, rasgo burgués clásico de la sociedad de clases antagónicas, es otro punto donde coinciden desde edad temprana el revisionismo coreano y chino. Ya en un lejano 1945, Kim Il Sung nos advertía que varias clases sociales tendrían sus organizaciones en el nuevo Estado, y que esto sería así en el futuro, efectivamente hasta nuestros días:
«Hay varios estratos de personas en nuestro país, como los obreros, campesinos, intelectuales, religiosos, terratenientes y capitalistas, y todos quieren tener sus propias organizaciones políticas que representen los intereses de sus respectivas clases y círculos. Así que después de la liberación se formaron diferentes partidos políticos y organizaciones sociales y más en el futuro, se formarán también». (Kim Il Sung; Sobre la cuestión del Frente Nacional Unido, 22 de diciembre de 1945)
Intentar crear un multipartidismo en el «socialismo», como defienden la socialdemocracia, el revisionismo jruschovista, o el revisionismo eurocomunista, significa que en ese país realmente no se ha construido económicamente el socialismo en el campo y la ciudad, y representa una tendencia a compartir el liderazgo del poder político del partido comunista y la clase obrera con otras clases sociales, más cuando se hace énfasis que esos partidos deben no sólo coexistir sino supervisar al partido comunista. En el caso del revisionismo chino esta desviación tan clásica fue rescatada por Mao Zedong:
«¿Qué es mejor: que haya un solo partido o varios partidos? Por lo que hoy parece, es preferible que haya varios. Esto no sólo es válido para el pasado, sino que puede serlo también para el futuro; significa coexistencia duradera y supervisión mutua. (...) Tanto el partido comunista como los partidos democráticos surgieron en el proceso histórico. Todo lo que surge en el proceso histórico desaparece en el mismo proceso. Así, tarde o temprano desaparecerá el partido comunista y, de igual modo, los partidos democráticos». (Mao Zedong; Sobre diez grandes relaciones, 1956)
El multipartidismo, es un rasgo que muchas figuras se fijaron en China para alabar y conformar su propia doctrina, así fue el caso de Santiago Carrillo, quién para conformar la teoría del revisionismo eurocomunista, tomó de partida lo que vio en China:
«Junto al Partido Comunista coexisten diversos partido y grupos democráticos cuyo fundamento social es la burguesía nacional, la capa superior de la pequeña burguesía y sus intelectuales. (...) El régimen político socialista chino es pues un régimen de un solo partido, sino de varios. (...) Los hombres de los partidos y grupos democráticos ocupan importantes puestos en el gobierno y en el aparato del Estado; ejercen una real influencia en los asuntos públicos». (Santiago Carrillo; Sobre una singularidad de la revolución china: la alianza de los capitalistas nacionales con el proletariado, 1957)
Tiempo después Deng Xiaoping, orgullosamente como su discípulo, tomó esta «aportación» de Mao Zedong para su política:
«Creemos que en el futuro los partidos democráticos y federaciones de industria y comercio harán aún mayores contribuciones al desarrollo y consolidación de la situación política de estabilidad y unidad, aceleración de la modernización socialista, promoción de la democracia, fortalecimiento del sistema legal, conducta de autoeducación y lucha por la reunificación de la patria. (...) La cooperación multipartidista bajo el liderazgo del Partido Comunista de China sobreviene de las condiciones históricas específicas y reales de nuestro país, y esto también es una característica y una ventaja de nuestro sistema político. En 1956, cuando el sistema socialista fue básicamente establecido en nuestro país, el Comité Central del partido y el camarada Mao Zedong propuso el principio de: «coexistencia duradera y supervisión mutua» con todos los partidos democráticos, el cual ha sido una constante política desde hace mucho tiempo hasta ahora». (Deng Xiaoping; Todos los partidos democráticos y federaciones de industria y comercio son fuerzas políticas que sirven al socialismo, 19 de octubre de 1979)
Como se ve, tanto el multipartidismo actual en China como en Corea del Norte, responden al patrón teórico de Mao Zedong.
Iósif Stalin, Georgi Dimitrov, Enver Hoxha, y como ellos, otros marxista-leninistas, no negaron jamás la posibilidad de colaboración con otros partidos en la toma de poder, o incluso en el periodo de construcción del socialismo, pero el deber del partido comunista es precisamente tener en cuenta y saber, que estos partidos, al no estar pertrechados de la teoría marxista-leninista no están en una posición estable para saber qué hacer en cada etapa o momento, por ello son propensos a quedarse rezagados o a acciones aventureras. El ejemplo más sencillo, es que los eseristas de izquierdas, un grupo pequeño burgués, con el que los bolcheviques estuvieron aliados, alianza que duró hasta que en 1918 dieron un golpe de Estado al creer que los bolcheviques debían continuar en la Primera Guerra Mundial. Otros muchos partidos de Europa del Este tras la Segunda Guerra Mundial, en principio aliados de los partidos comunistas y que incluso se decían comprometidos con la construcción del socialismo, cometieron errores de igual grado que les llevaron a la oposición directa con los comunistas. De igual modo, el deber de los comunistas es unificar a los obreros en un partido único: por lo que es comprensible, primero, que los comunistas busquen la disolución del resto de partidos obreros una vez los comunistas hayan tomado el poder o incluso antes si se da la posibilidad de que el resto de partidos se comprometan a aceptar las reglas del partido marxista-leninista unificándose pues, bajo las condiciones de los comunistas. De igual modo, el partido comunista, ya que una vez construido económicamente el socialismo, representa a todas las capas de trabajadores: obreros, campesinos, e intelectuales en el socialismo, que van proletarizándose, la existencia de partidos obreros, agraristas, intelectuales, etc. son superfluas, ya que el partido es representante de todas esas capas de trabajadores.
Todos los marxista-leninistas han esgrimido que el partido marxista-leninista, o comunista, como prefieran llamarlo, no puede compartir el papel de vanguardia con otros partidos en ninguna etapa, sea esta antifascista, antiimperialista, antifeudal, anticolonial, sea la revolución socialista, o en el mantenimiento de la dictadura del proletariado una vez construido en lo económico el socialismo. Los partidos representan a las clases, y la clase obrera sólo tiene el partido comunista como verdadero representante ya que es el que está armado con su ideología, o al menos la única que realmente puede guiarle en la transformación social que busca. Como decíamos, el resto de partidos pueden colaborar, ser buenos auxiliares en las grandes luchas, ya que representarán sobre todo a capas pequeño burguesas, e incluso también a alguna parte de los obreros que aún no han sido captadas por los comunistas, pero su papel desaparece totalmente una vez construido el socialismo, donde el partido comunista debe haber extendido su red de influencia tanto en la cuidad como en el campo, y dónde al haber puesto en práctica la expropiación de las clases explotadoras y construyendo el socialismo en lo económico e ir avanzando en la transformación ideológica habrá roto el esquema de las viejas clases explotadoras: ya que por ejemplo el obrero no será más una clase explotada como en el capitalismo, ya que no existe la propiedad privada del burgués, y ahora tiene el poder político, y el campesinado, aunque muchos de sus miembros con reminiscencias pequeño burguesas, tampoco será el campesinado que cultivaba su parcela individual, sino otro trabajador estatal que cada vez se acerca más al obrero trabajador de la sociedad socialista, lo mismo decir de la capa de la intelectualidad, ya no nace de las viejas clases explotadoras, ni se vende a sueldo del Estado burgués y su poder, ahora nace del obrero y el campesinado trabajador, y contribuye con su labor al socialismo. En este punto, el partido comunista será el único representante de las nuevas clases trabajadoras, este cambio ejercido en la sociedad, elimina todavía más si cabe el sentido de otros partidos. Vayamos viendo un respaldo de esta explicación con citas; una de Stalin, otra de Hoxha y otra de Dimitrov:
«¿Qué evidencian estos cambios? Evidencian, en primer lugar, que las líneas divisorias entre la clase obrera y los campesinos, así como entre estas clases y los intelectuales, se están borrando, y que está desapareciendo el viejo exclusivismo de clase. Esto significa que la distancia entre estos grupos sociales se acorta cada vez más. Evidencian, en segundo lugar, que las contradicciones económicas entre estos grupos sociales desaparecen, se borran. Evidencian, por último, que desaparecen y se borran, igualmente, sus contradicciones políticas. (…) En cuanto a la libertad para los diferentes partidos políticos, nosotros mantenemos una opinión un tanto diferente. Un partido es una parte de una clase, su parte de vanguardia. Varios partidos y, por consecuencia, la libertad de partidos, sólo pueden existir en una sociedad en la que existen clases antagónicas, cuyos intereses son hostiles e irreconciliables; en una sociedad donde, por ejemplo, hay capitalistas y obreros, terratenientes y campesinos, kulaks y campesinos pobres, etc. Pero en la Unión Soviética ya no hay clases como los capitalistas, los terratenientes, los kulaks, etc. En la Unión Soviética no hay más que dos clases: los obreros y los campesinos, cuyos intereses, lejos de ser hostiles, son, por el contrario, afines. Por lo tanto, en la Unión Soviética no hay base para la existencia de varios partidos y, por consiguiente, para la libertad de esos partidos. En la Unión Soviética sólo hay base para un solo partido: el partido comunista. En la Unión Soviética sólo puede existir un partido, el partido comunista». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Sobre el proyecto de constitución en la Unión Soviética, 1936)
Estos cambios en la sociedad, que acabamos de sintetizar con la máxima brevedad en la cita de Stalin, lo comprendió perfectamente Enver Hoxha, en cuanto a la relación en el cambio de las clases sociales desde la toma de poder a la construcción del socialismo y la relación de esto con la existencia de los partidos:
«En las condiciones de una revolución democrático popular y de la lucha de liberación nacional, cuando existen varios partidos burgueses y pequeño burgueses, el partido comunista puede y debe esforzarse por colaborar con ellos en el marco de un amplio frente democrático popular o de liberación nacional. (...) Una vez instaurada y consolidada la dictadura del proletariado bajo la dirección del partido comunista, la existencia por un largo tiempo de otros partidos, incluso «progresistas», en el frente o fuera de él, no tiene ningún sentido, ninguna razón de ser, ni siquiera formalmente en nombre de la tradición. (...) Dado que la lucha de clases continúa durante el período de la construcción de la sociedad socialista y de la transición al comunismo, y que los partidos políticos expresan los intereses de determinadas clases, la presencia de otros partidos no marxista-leninistas en el sistema de dictadura del proletariado, sobre todo después de la edificación de la base económica del socialismo, sería absurda y oportunista. La inexistencia de otros partidos lejos de perjudicar a la democracia, no hace más que consolidar la verdadera democracia proletaria. El carácter democrático de un régimen no se mide por el número de partidos, sino que viene determinado por su base económica, por la clase que está en el poder, por toda la política y la actividad del Estado, por el hecho de si ésta se realiza o no en interés de las amplias masas populares, de si les sirve o no». (Enver Hoxha; Sobre el papel y las tareas del Frente Democrático, 1967)
Georgi Dimitrov finaliza con la misma explicación: colaboración con otros partidos en la toma de poder y construcción del socialismo sí, pero una vez construido económicamente el socialismo el partido comunista ya debe comandar en solitario la sociedad, no tiene sentido la existencia de varios partidos:
«El desarrollo del progreso social de nuestro país no se mueve hacia atrás, hacia una multitud de partidos y agrupaciones, sino hacia la eliminación de todos los remanentes del sistema capitalista de explotación, y esto conducirá al establecimiento de un partido político unificado que dirigirá el Estado y a la sociedad. Nuestro pueblo que tiene aún fresco los amargos recuerdos del pasado, nunca estarán de acuerdo en que la dirección de nuestro Estado y la sociedad se asemeje a la del cisne, el cangrejo, y el lucio de la fábula de Krylov, quienes a pesar de sus esfuerzos no pudieron mover el carro, ya que el cisne empujaba hacia arriba el cangrejo retrocedía hacia atrás, mientras el lucio se hundía hacia abajo en el río. Pero la formación de un partido político unificado de nuestro pueblo clama un duro trabajo. Un número de cambios radicales son necesarios para eliminar completamente el sistema capitalista de explotación y acabar con la existencia de clases antagónicas; es necesario también para ello realizar el trabajo considerable en materia de reeducar a nuestra gente». (Georgi Dimitrov; El pueblo búlgaro en lucha por la democracia y el socialismo: Informe en el IIº Congreso del Frente de la Patria, 2 de febrero de 1948)
Esto demuestra una vez más, que las teorías sobre pluralismo político, e incluso del llamado «multipartidismo en el socialismo» que Earl Browder, Nikita Jruschov, Mao Zedong, Santiago Carrillo, Palmiro Togliatti y muchos más han teorizado, no sólo no tienen base en el marxismo-leninismo, sino que se opone directamente a sus axiomas y leyes generales». (Equipo de Bitácora (M-L); El revisionismo coreano: desde sus raíces maoístas hasta la institucionalización del «pensamiento Juche», 2015)
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