miércoles, 31 de agosto de 2016

Exposición de las desviaciones más típicas de los revolucionarios en cuanto al concepto de imperialismo –y sus formas de dominación colonial y neocolonial–



«En la cuestión de la lucha contra el imperialismo, es fundamental preservarse de cometer dos desviaciones. La primera desviación es la desviación reputada «derechista» que consiste en proclamar que el imperialismo puede existir perfectamente sin las guerras coloniales para la apropiación y el reparto de las esferas de influencia. Esta era la tesis de los partidarios de la II Internacional y de Kauktsy. Es por tanto en consecuencia, la desviación que históricamente han combatido principalmente los marxista-leninistas. Sin embargo, lo que era cierto hasta la Segunda Guerra Mundial imperialista, lo es sólo parcialmente desde los años de la posguerra. Si durante las primeras décadas –que marcó el nacimiento y el desarrollo del sistema colonial del imperialismo–, el colonialismo –esclavización económica mantenida por el yugo militar– fue necesario para desarrollar las relaciones de producción burguesas en las coloniales y encadenarlas a las metrópolis imperialistas, una vez desarrolladas éstas, el colonialismo ya no es absolutamente necesario para mantener la dependencia de los países incluidos en la esfera de influencia del imperialismo. Evidentemente, esto no quiere decir, como los kautskistas, los jruschovistas y los defensores camuflados del imperialismo afirman, que el imperialismo ha renunciado –o quiere renunciar– definitivamente a la agresión militar y por tanto a la forma colonial. ¡Afirmar eso sería semejante a afirmar que la burguesía de los Estados democrático-burgueses jamás buscará en periodos de crisis el sustituir las formas democrático-burguesas de gobierno por los métodos fascistas de gobierno! Afirmar esto sería pues aprobar –o al menos seguir el discurso– de los servidores de la política colonial del imperialismo sobre la injerencia «humanitaria» y «democrática» de las potencias imperialistas, y dar el completo consentimiento a la política neocolonial del imperialismo.

A día de hoy, la mayoría de los comunistas que se reclaman así mismos marxista-leninistas, comprenden los fundamentos del imperialismo de manera dogmática, incompleta y superficial concentrando de manera exclusiva el fuego de su crítica en el aspecto colonial de la política imperialista –debido a la herencia del revisionismo y el socialdemocratismo–, en «olvido» de que en la política del imperialismo predomina desde hace varias décadas el dominio neocolonial. Esta tendencia principal no impide de ninguna manera –a imagen de lo que se observa bajo la forma de gobierno democrático-burgués, que siempre acaba expresando las tendencias reaccionarias del imperialismo–, que la dominación del imperialismo y la lucha interimperialista para el reparto de las zonas de influencia lleve a la agresión colonial.

Lo que era verdad durante el periodo de entre guerras donde la política imperialista se expresaba esencialmente bajo su forma colonial, se volvió incompleto y hasta profundamente erróneo cuando el imperialismo decidió sustituir esto por la política de tipo neocolonialista. Los socialdemócratas y los revisionistas también en un momento dado, denunciaban la agresión militar del imperialismo –la mayor parte potencias imperialistas competidoras–, olvidando lo esencial: la política neocolonialista del imperialismo.

No hay que malinterpretar nuestras palabras: que el neocolonialismo es desde hace décadas y hasta día de hoy, la política preferida del imperialismo no quiere decir que se abandone la política colonial o que se tienda cada vez más a abandonarla. Reconocer como dominante la tendencia neocolonial actual del imperialismo significa simplemente comprender que el imperialismo usa también paralelamente al colonialismo otros medios para mantener y extender su dominio en los países dependientes: el neocolonialismo. La burguesía imperialista a veces opta por la forma de dominación colonial, y otras veces la forma de dominación neocolonial dependiendo de si las circunstancias sean más o menos favorables. La exacerbación de las rivalidades interimperialistas juega un papel esencial. En los pequeños países dependientes ricos en recursos  –que presentan por tanto una perspectiva de grandes beneficios–, el imperialismo se inclina más y vacila menos para optar por la política de tipo colonial, mientras que en los países dependientes, más vastos, más poblados y más pobres generalmente es la política neocolonial la que da mejores resultados. Pero una vez más no hay una receta general válida para todos los tiempos: a medida que se endurece la competencia entre los países imperialistas, que la crisis económica se profundiza y que la demanda en materias primas aumenta, los países dependientes que ayer formaban parte de un objetivo estratégico «secundario», de repente pueden convertirse en objetivos importantes, y en cuestión esencial de las rivalidades interimperialistas.

domingo, 28 de agosto de 2016

La cuestión nacional; Stalin, 1924


Analizaré dos cuestiones fundamentales de este tema: 1) planteamiento de la cuestión; 2) el movimiento de liberación de los pueblos oprimidos y la revolución proletaria.

Planteamiento de la cuestión

Durante los dos últimos decenios, la cuestión nacional ha sufrido una serie de cambios muy importantes. La cuestión nacional del período de la II Internacional y la cuestión nacional del período del leninismo distan mucho de ser lo mismo. No sólo se diferencian profundamente por su extensión, sino por su carácter interno.

miércoles, 24 de agosto de 2016

Sobre los distintos tipos de violencia


«Existen, y siempre ha sido así, como nadie puede ignorar, distintas clases de violencia y de lucha armada, cuya naturaleza y objetivos son diametralmente opuestos. Así, la violencia y la lucha armada que utiliza el poder reaccionario de las clases explotadoras contra el pueblo, en general, nada tiene que ver con la violencia que en determinados momentos y circunstancias ha de utilizar el pueblo explotado y oprimido para defender sus derechos y conquistar la libertad, la justicia y la independencia nacional.

Los hechos y la historia, tanto a nivel internacional como a escala nacional, han demostrado de la manera más contundente que la ideología fascista –aplicada por Hitler, Mussolini, Franco, entre otros– se basa en la práctica de una feroz violencia cotidiana contra la inmensa mayoría del pueblo y, en particular, contra la clase obrera y los intelectuales y demócratas que luchan junto al pueblo, y ello con el fin de defender y tratar de conservar los privilegios de clase de una ínfima minoría explotadora. Pero el fascismo, la violencia fascista, no es algo que caiga del cielo ni que surja por casualidad ni por causas desconocidas, como pretenden los defensores interesados de la «democracia burguesa». El fascismo que siempre utiliza la violencia más brutal para hacerse con el poder –recordemos la subida al poder de Hitler y Mussolini y más tarde la del mismo Franco–, es la expresión más feroz de los intereses capitalistas, de la burguesía y del imperialismo que, en determinadas circunstancias necesita utilizar la violencia y hasta desencadenar la guerra civil, asesinar, montar toda clase de provocaciones para tratar de frenar o aplastar la lucha revolucionaria de las clases explotadas y oprimidas. En esos momentos, la gran burguesía y el imperialismo, pese a sus hipócritas declaraciones de defender la democracia y los derechos humanos, siempre apoyan a los sectores fascistas, ya que se trata de defender y conservar por todos los medios incluida la violencia y la lucha armada y hasta la guerra, sus intereses de clase y evitar la victoria de la lucha popular y revolucionaria.

Pero la burguesía, incluso cuando aplica formas de poder «democráticas», pretende que la violencia sólo la practican los extremistas de izquierda, los revolucionarios peligrosos, los comunistas, y tratan de ocultar la violencia y las agresiones armadas constantes que el poder de la burguesía y del imperialismo ejerce de diversas formas y en distinto grado –según la necesitan– contra el pueblo en general, tanto contra sus propios pueblos, como contra los de otros países y territorios.

Lenin tiene mil veces razón cuando, tras afirmar que:

«Los comunistas se oponen a la violencia ejercida contra los hombres». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; La revolución proletaria y el renegado Kautsky, 1918)

Precisa, sin embargo, que:

«Exceptuando a los anarquistas cristianos y a los discípulos de Tolstoi, nadie ha deducido todavía de ello –de esa afirmación general– que el socialismo se oponga a la violencia revolucionaria». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; La revolución proletaria y el renegado Kautsky, 1918)

Por tanto añade:

«Hablar de violencia en general, sin distinguir las condiciones que diferencian la violencia revolucionaria, es equipararse a un filisteo que niega la revolución, o bien engañarse a uno mismo y engañar a los demás con sofismas». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; La revolución proletaria y el renegado Kautsky, 1918)

Actualmente y en lo que a España concretamente se refiere, la reacción en el poder, continuadora del franquismo, pretende cubrir con un espeso manto de confusión y engaños, la cuestión de quién ejerce la violencia, en qué condiciones y con qué fines.

Todos sabemos que durante más de cuarenta años, y tras una sangrienta guerra civil desencadenada por ellas mismas, las clases reaccionarias y fascistas, que aún detentan el poder, han practicado una violencia sin límites contra el pueblo. Actualmente, necesitan, para sus fines, utilizar métodos de violencia más encubierta y cubrirse con una fachada democrática y legalista, dejando en segundo plano las formas más descaradas de violencia y represión, pero sin modificar su naturaleza violenta ni el fondo reaccionario y represivo de su política.

Ante la nueva situación y el auge del movimiento obrero y popular y para evitar que las fuerzas revolucionarias y la clase obrera, en primer lugar, recurran a su propia violencia de clase para enfrentarse al poder y a la violencia reaccionaria, servicios especiales y de intoxicación ideológica utilizan grupos parapoliciacos y aventureros con etiquetas y siglas de revolucionarios de izquierdas, que nada tienen que ver con la verdadera lucha revolucionaria ni con los intereses populares; montan actos violentos provocadores y criminales antipopulares, para así desprestigiar y hacer condenar la violencia revolucionaria y la lucha popular en general.

Es esta una vieja estratagema utilizada en todo momento por los gobiernos reaccionarios en dificultades, para, al mismo tiempo, lanzar nuevas medidas represivas y violentas contra el pueblo en lucha. En los actuales momentos estamos viviendo en nuestro país una de esas situaciones y la mayor parte de los acontecimientos violentos que han tenido lugar durante los dos últimos años así lo confirman». (Elena Ódena; El marxismo, la lucha armada y la violencia revolucionaria y las guerras, 1979)

Sobre los orígenes del Movimiento de Países No Alineados

Líderes nacionalista-burgueses de la Conferencia en Bandung de 1955 fundadora de de los países «no alineados» 

«Los economistas e ideólogos pequeño burgueses gustan en apelar a los «países del sur», los «países en vías de desarrollo» o bien los «países del tercer mundo» a los países englobados en la esfera neocolonial del imperialismo. Las denominaciones varían según las sensibilidades, yendo de la derecha –es decir partidarios declarados del imperialismo–, a la «extrema izquierda» –es decir los neocolonialistas vergonzosos y la pequeña burguesía radical–. ¡En la misma lógica mistificadora y para ocultar las relaciones de dependencia entre los centros imperialista y sus zonas de influencia, los países imperialistas para ellos, son renombrado como «países del norte» o países «industrializados» y desarrollados»! El fondo común de estas terminologías es correr un tupido velo con el fin de enmascarar el carácter de las relaciones económicas y políticas entre estos dos grupos de países. En el seno del movimiento comunista internacional, la victoria de los revisionistas soviéticos no fue algo sin incidencia, ya que provocó la sustitución de una terminología burguesa por encima de las clases en detrimento de la terminología marxista. Así para un marxista, es evidente que el mundo está dividido en dos campos: el mundo capitalista y el mundo socialista. Existen ciertas contradicciones en el mundo capitalista entre los países imperialistas y los países dependientes –coloniales y semicoloniales–, pero esto no altera en causa su carácter burgués común. Por el contrario, para los revisionistas soviéticos el mundo estuvo dividido en tres campos: «los países socialistas», los «países capitalistas», y los «países en vías de desarrollo». Véase para ello la obra del revisionista soviético Y. Jiline: «Problemas actuales del movimiento comunista» de 1972.

El carácter de clase de este tercer mundo es eludido de manera evidente: los países dependientes, coloniales y semicoloniales, desaparecían en provecho de país «países en vías de desarrollo». ¡Gracias a esta alquimia léxica, la explotación cede tan milagrosamente el sitio a la cooperación! ¡He aquí cómo los revisionistas sustituyen al marxismo-leninismo en una forma apenas modificada por el kautskismo! Esta desviación teórica servía evidentemente las finalidades estratégicas del imperialismo en general y de socialimperialismo soviético en particular, el cual procuraba halagar a las camarillas burguesa-compradoras «no alineadas» de los países dependientes con el fin de le atraérselos.

Esta desviación, subtendida por los diseños maoístas de «nueva democracia» será renombrada como teoría de los «tres mundos» por los socialimperialistas chinos. Es este el marco en el que nos tenemos que retrotraer para ver el movimiento de los «no alineados».

En abril de 1955 se reunieron en Bandung en Indonesia, la Conferencia de solidaridad afroasiática que reagrupaba en un inicio a los jefes de Gobierno de 29 países asiáticos y africanos: Nehru, Chou En-lai, Nasser, Sukarno y Tito, cogiéndose de la mano, pusieron las bases del «no alineamiento». China, India, Pakistan, Indonesia y Argelia formaban parte de los pilares fuertes de esta conferencia que prefiguraba las ideas tercermundistas que los revisionistas chinos abiertamente desarrollarían en los años 70, ya cuando se ilustrarían las ambiciones de los pseudocomunistas chinos que procuraban desempeñar un papel de primer plano en el seno de los «no alineados» que representaban una buena parte del «segundo mundo». La Albania socialista se negó evidentemente a participar en esta conferencia. Jamás cesó de denunciar el no alineamiento y las teorías tercermundistas revisionistas-burguesas y otras teorías reaccionarias al servicio del sistema imperialista. Como ejemplo de esta denuncia véase por ejemplo la obra de Enver Hoxha: «La política del «no alineamiento», una política construida sobre un castillo de arena» de 1980; la obra de Enver Hoxha: «El imperialismo y la revolución» de 1978; o la obra de Llambro Filo‬: «La «vía no capitalista de desarrollo» y la «orientación socialista», «teorías» que sabotean la revolución y abren las vías a la expansión neocolonialista» de 1985.

jueves, 18 de agosto de 2016

La distinción entre la revolución antiimperialista socialista del proletariado y la revolución anticolonial de la burguesía nacional


«Los marxista-leninistas nos negamos a aceptar ciegamente toda pretendida «revolución antiimperialista» –sobre todo cuando se queda acantonada en su etapa anticolonial–, como una «revolución socialista».

La transformación de la primera a la segunda no es ni mecánica, ni automática, por la simple razón de que en los países coloniales, una parte de la burguesía nacional está interesada en el derrocamiento del yugo imperialista y es conducida así a apoyar, ve dirigir –de manera más o menos consecuente según la situación– el combate de las capas populares por la libertad del yugo del capital extranjero y la fracción de la burguesía nativa relacionada con este, pudiendo sacar beneficio de una mayor por la nueva situación. Por eso el hecho de atacar a los capitalistas extranjeros y no significa que todos los explotadores nacionales hayan desaparecido. ¡Ténganse cuidado pues, de no confundir la revolución democrático-burguesa contra el imperialismo de la revolución socialista!

La primera puede acompañarse de medidas radicales –puritarnismo revolucionario, nacionalizaciones burguesas de los sectores que antes pertenecían al capital extranjero–, en la lucha contra el feudalismo y el embargo del capital extranjero en la economía, preservando las posiciones económicas de la pequeña y mediana burguesía nacional de la cuidad y el campo.

Sobre la cuestión nacional y colonial, Stalin había defendido de modo muy justo que la revolución democrático-burguesa anticolonial era una revolución hecha a favor de las masas campesinas y a favor de la burguesía indígena contra los terratenientes, los vestigios de feudalismo y la burguesía compradora. Esta revolución pretende pues destruir las relaciones precapitalistas y coloniales de producción que mantienen la economía de estos países en un estado de atraso extremo  –en un país extranjero el capital extranjero desarrolla sólo algunas ramas de la producción, haciendo caso omiso del desarrollo del mercado nacional indígena–, a fin de liberar el desarrollo de las fuerzas productivas, pero sobre la vía de la introducción y el desarrollo de las relaciones capitalistas de producción.

Tal tipo de revolución, que se apoya en la creación de un mercado nacional, beneficia a la burguesía nacional que se refuerza, y también en menor medida a las masas trabajadoras de estos países: a medida que aumente la productividad de trabajo, la burguesía nacional podrá conceder algunas mejoras de las condiciones materiales de los trabajadores, en una medida siempre muy inferior al crecimiento de sus beneficios: la reducción de la pobreza, bajo el capitalismo, solo puede ser relativa y no absoluta. ¡Y siempre que la riqueza de los trabajadores aumente, significará que la de la burguesía estará creciendo mucho más rápido! Además, bajo el capitalismo, la mejora de las condiciones materiales de los trabajadores en cualquier país solo es posible cuando el poder relativo, es decir, la tasa de ganancia de «su» burguesía aumenta en comparación con la de otras burguesías competidoras. En los países dependientes, la expropiación de la burguesía compradora también redistribuye la riqueza más equitativamente pero esto no constituye ningún tipo de socialismo: la formación de Estados burgueses centralizados sucede dentro del desarrollo de la economía mundial y de la internacionalización de los medios de producción, donde la burguesía imperialista intenta poner frenos al libre desarrollo de la industria de producción de medios de producción.

La revolución antiimperialista –socialista– pone el acento sobre la independencia económica como condición para el mantenimiento de la independencia política y se caracteriza por la prioridad consagrada a la industria de medios de producción, mientras que la revolución anticolonial –democrática-burguesa– espera aprovechar de una mejor –o «más equitativa»– integración en la división internacional del trabajo. Como marxistas, nos negamos pues a asimilar toda medida de nacionalización como socialismo, sea en países imperialistas o en países dependientes. Las nacionalizaciones pueden tener un carácter socialista solamente si se acompaña de la expropiación sin indemnización de la burguesía en conjunto, imperialista como nacional –compradora como patriótica–.

martes, 16 de agosto de 2016

Algunos datos sobre la deuda y el capital extranjero en Corea del Norte

Kim Jong Il y Ju Jintao en 2006

«En marzo de 2005 China y Corea del Norte firmaron un «acuerdo de promoción y protección de las inversiones» y en diciembre del mismo año ambos gobiernos decidieron prospectar en común importantes yacimientos de petróleos offshore en el Mar Amarillo estimados en 800 millones de toneladas. Durante los años 1960-1980 Corea del Norte importaba petróleo soviético, obligada por la división internacional del trabajo.

Estimamos esencial pararnos un instante en Corea del Norte y sus relaciones de producción internacionales, antes de pasar a las relaciones comerciales y financieras entre el imperialismo chino y los países del «tercer mundo».

Del mismo modo que China envía en la actualidad a obreros a trabajar en ciertos países de Europa del Este, Corea del Norte envía a obreros a trabajar a Rusia. En 2004, la región de Vladivostok registró la entrada de 262.000 nacionales chinos y de 13.000 nacionales norcoreanos. En los últimos años, un promedio de 10.00 trabajadores norcoreanos, bajo un visado de trabajo, cruzan la frontera anualmente.

Estas prácticas son antiguas para Corea del Norte, pues ya enviaba trabajadores emigrantes como medio de satisfacer la deuda contraída frente a la Unión Soviética socialimperialista: en respuesta al acuerdo concluido entre Kim Il Sung y Brezhnev en 1966, eran de una media entre 15.000 a 20.000 trabajadores emigrantes quienes trabajaban anualmente en la región de Vladivostok, sobre las obras de construcción y deforestación, es decir trabajadores que empleados en los sectores más ávidos de mano de obra barata y donde las condiciones de trabajo eran más penosas. Sin embargo la deuda exterior norcoreana nunca fue reabsorbida: la dawisación de Corea del Norte lo impidió, y en 1991 la deuda exterior contraída frente a la Unión Soviética socialimperialista llegaba a los 8 mil millones de dólares.

Si hasta los años 60 el desarrollo económico de Corea del Norte fue importante, el mismo fue severamente más despacio desde la segunda mitad de los 70, como en la mayoría de países burgueses-revisionistas que sintieron duramente las consecuencias de la crisis de 1973. Numerosos son los economistas burgueses que hablan de las «reformas económicas» llevadas a cabo por Corea del Norte en los 80, de China en 1978, de Vietnam en 1986, de Cuba en 1992 o de la Unión Soviética revisionista en 1991. Todas ellas son idénticas en el fondo: ¡no sólo únicamente la integración en la división internacional del trabajo en el dominio de la producción mercantil, sino la mayor apertura al capital extranjero!

Según las estadísticas chinas, el flujo de Inversión Extranjera Directa china hacia Corea del Norte ha pasado de 1,1 a 14,1 millones de dólares entre 2003 y 2004. En 2006, Kim Jong Il y Ju Jintao hablaron con entusiasmo de los «éxitos» en la «cooperación mutuamente beneficiosa de la economía y en el dominio del comercio». Ju Jintao aseguraba su apoyo a los norcoreanos en su búsqueda de un «camino de desarrollo conforme a la realidad de su país», y Kim Jong Il a cambio alabó la «modernización socialista de características chinas», añadiendo que:

«El sorprendente desarrollo que se comprueba en el vasto territorio chino es el resultado de la acción del Partido Comunista de China que propuso las nuevas líneas y políticas, conformes a la realidad de su país». (Xinhua, 19/01/2006)

Estudiando a Corea del Norte, la revista del gran capital Challengues titulaba recientemente que era «un país stalinista realmente atractivo», remarcando:

«El coste invencible de la mano de obra norcoreana de calidad». (Challenges, n°52, octobre 2006)

Aludiendo que el salario medio de un obrero norcoreano era cuatro veces menor que el de un obrero chino. Estando en antípodas de la construcción de la Albania socialista, la constitución democrático-burguesa norcoreana estipula que:

«El Estado fomenta la gestión empresarial colectiva y la producción cooperada de los organismos, empresas y organizaciones de nuestro país con personas naturales y jurídicas extranjeras, así como el establecimiento y gestión de diversas empresas en la zona económica especial». (Constitución de Corea del Norte, 1972, revisada por última vez en 1998)

Es evidente para un marxista-leninista que:

«Los capitalistas en ningún caso dan créditos para construir el socialismo, sino para destruirlo. Por consiguiente, un verdadero país socialista nunca acepta créditos, cualquiera que sea su forma, de un país capitalista, burgués o revisionista». (Enver Hoxha; El imperialismo y la revolución, 1978)

El 2 de abril de 2007 el periódico Libération titulaba: «En la madriguera del capitalismo en Corea del Norte», con un reportaje sobre la zona económica especial de Kaesong, un vasto parque industrial que fue empezado a construirse en 2003 a algunos kilómetros de la frontera con Corea del Sur. Los promotores norcoreanos prevén que la zona franca de Kaesong se extenderá sobre 16.000 hectáreas en 2012 cuando serán implantadas 1.800 empresas extranjeras que emplearan a 350.000 obreros, producirá anualmente 0,6 mil millones de dólares en Corea del Norte. A principios de 2007, 15 empresas surcoreanas se implantaron ya y hacían trabajar a 11.000 norcoreanos. En Kaesong, los dirigentes norcoreanos atraen a los potenciales inversores con el interés de una implantación de: 

«Bajos impuestos, salarios bajos, garantías contra el riesgo de pérdida o confiscación». (Libération; En la madriguera del capitalismo en Corea del Norte, 2 de abril de 2007)

El capital y la tecnología son exclusivamente surcoreanos y las empresas se limitan a la industria ligera. Como el nivel del salario es mucho menor que en Corea del Sur, los bienes de consumo fabricados –ropa, utensilios, relojes, cosméticos, etc.– han pasado en Corea del Sur bajo la etiqueta de «Hecho en Corea». Corea del Norte después de ir a remolque bajo las cadenas del socialimperialismo soviético con la división «socialista» internacional del trabajo, hoy en día está transformándose en un país dependiente no sólo en lo comercial sino también de las inversiones: un régimen burgués-comprador clásico.

Los imperialistas chinos y surcoreanos se reparten hoy Corea del Norte, el imperialismo surcoreano pretende convertirla en un taller del que saque beneficios que sirvan para reforzar sus posiciones imperialistas regionales y para atenuar la lucha de clases del proletariado surcoreano. Es evidente que defender el régimen comprador de Kim Jon Il, como un régimen «socialista» es más contrarrevolucionario que nunca. Es continuar desacreditando el comunismo y convertir a éste en un espantapájaro para el proletariado internacional:

«Entre capitalismo y comunismo, liberalismo y estatismo, el enclave se desarrolla entre la contradicción». (Libération; En la madriguera del capitalismo en Corea del Norte, 2 de abril de 2007)

Puede haber contradicción para los que toman por el «socialismo» y hasta por el «stalinismo», pero no para nosotros cuando solamente es un sistema político burgués-revisionista de tipo comprador.

Durante más de tres décadas, Corea del Norte fue integrada en la zona de influencia del socialimperialismo soviético, a la caída de la Unión Soviética su situación se agravó las dificultades económicas ya existentes como le pasó a Cuba: después de descender un 45% durante el periodo 1990-1998, el PIB de Corea del Norte sólo recuperó un 90% del PIB que tenía en 1990.

En 1996 la deuda exterior norcoreana fue de 12 mil millones de dólares. Las cosas no pintan como pensar que esto va a arreglarse, ya que por el solo año 2004, el déficit de la balanza comercial exterior norcoreana se instalaba 0,9 mil millones de dólares, esto es un valor igual al 3/4 de sus exportaciones, una situación bastante comparable a la de Cuba. Desde el año 2000, Corea del Norte ha ampliado su relación con China y la Rusia de Putin. 

La parte de China en el total del comercio exterior norcoreano pasó del 20 al 37% durante el período 1995-2004, mientras que el volumen total del comercio exterior norcoreano aumentaba el 52% durante mismo período.

Si la parte comercial de Corea del Sur se mantuvo alrededor del 18%, la de Japón, en cambio bajó mucho pasando del 19 al 7%. Sin embargo, en 2005-2006, Japón no fue el único en sufrir la competencia de China en Corea del Norte: el imperialismo surcoreano también comenzó a sufrir esto hasta el punto de que:

«El auge del comercio entre Pekín y Pyongyang inquieta a Seúl». (Figaro; 7 de abril de 2006) 

Si antes China exportaba sobre todo cereales y petróleo hacia Corea del Norte, estos últimos años son los productos electrónicos, las máquinas de herramienta y los bienes de consumo lo que ocupan el primer sitio. Por su parte, Corea del Norte exporta acero, cinc y la antracita hacia China». (Vincent Gouysse; Imperialismo y antiimperialismo, 2007)

sábado, 13 de agosto de 2016

Reflexiones sobre el VIIº Congreso del Partido «Comunista» de Cuba y su línea económica; Equipo de Bitácora (M-L), 2016

Imagen del VIIº Congreso del Partido Comunista de Cuba, celebrado del 16 al 19 de abril de 2016

«¿Ha habido algo «original» en las propuestas economicas proclamadas en el VIIº Congreso del «Partido Comunista» de Cuba? La respuesta breve es: no, ni mucho menos. En todo caso, y siendo generosos, habría que afirmar que se ha oficializado el llevar a cabo una profundización de las propuestas ya previstas años atrás por el gabinete castrista, las cuales, aunque a algunos les duela reconocerlo, no difieren del paquete de medidas que aplica cualquier gobierno en crisis en la región. 

Para argumentar está contundente afirmación, que chafa las ínfulas de modelo alternativo, nos veremos obligados a repasar la historia reciente de Cuba y los puntos más importantes de este último congreso que se anuncia como el no va más...

1) Antes que nada, aclarar que como todos deberíamos saber, desde finales de los 80 Cuba permitió la entrada de capital extranjero para equilibrar su balanza comercial deficitaria. En base a esto ha ido reformando su ley de inversiones en 1995 y más adelante. Actualmente si bien no está neocolonizada por el capital estadounidense, sí lo está por otros imperialismos, veamos unos datos simplemente de hace 10 años:

«A fines del año 2000 habían 392 asociaciones económicas con capital extranjero, ubicadas en su mayor parte en minería, prospección-extracción de petróleo, turismo, industria –ligera, alimentaria y sideromecánica– y construcción. En los últimos años se han incorporado nuevas ramas a la inversión extranjera, entre  las que se encuentran la industria energética, del gas, sector financiero, comercialización de tabacos y la gestión del suministro de agua a la ciudad, también se han aprobado importantes negocios para el desarrollo hotelero, la industria del cemento, la aviación civil e industrias para fabricación de pinturas y omnibus. Los capitales provienen de más de 46 países entre los que se resaltan, España, Canadá, Italia, Inglaterra y Francia. Alrededor del 50 % de los proyectos corresponde a Países de la Unión Europea». (Roberto Villas Bôas y Mário Sanchez; Tecnologías limpias en las industrias extractivas minero-metalúrgica y petrolera, 2006)

Muchos de los admiradores del modelo cubano, sostenían con una sonrisa nerviosa que esto era algo temporal, que cuando el modelo se actualizase y en cuanto la isla se recuperase de la crisis económica que se arrastraba desde los 90 en Cuba se iría eliminando paulatinamente la presencia de compañías imperialistas. Pero estas llegaron para quedarse. Hoy no solo se han mantenimiento sino que en líneas generales se ha profundizado la tendencia hacia la promoción de la «inversión extranjera» para «alcanzar el crecimiento requerido»:

«En efecto, en la economía cubana actual se alcanzó una tasa de crecimiento de solo 2,7% en los últimos cinco años, cuando se requiere un ritmo estable superior al 5% anual, lo cual demanda a su vez una tasa de inversión superior al 20%. Sin embargo, el país no posee una capacidad de ahorro interno suficiente –la tasa de inversión en relación al PIB ha promediado solo alrededor del 10% en los últimos años-, por lo que resulta indispensable incrementar la inversión extranjera directa para alcanzar el crecimiento previsto». (Cubadebate; Los Lineamientos para la Política Económica y Social y su evolución 2011-2016, 14 de abril de 2016)

Durante el congreso se ha recalcado la importancia que ha tenido la nueva Ley de inversión extranjera directa (2014) para facilitar la entrada de capital de los imperialismos. Recordemos esta legislación y algunos de los nuevos epítetos que contenía:

«La nueva ley reduce del 30% al 15% los impuestos sobre las ganancias de los inversores extranjeros y ofrece mayor protección legal. Para la mayoría de ellos se establecerá también una moratoria tributaria para un período ocho años». (Actualidad Russia Today; La nueva Ley de Inversión Extranjera en Cuba romperá con el bloqueo fuera de EE.UU, 29 de marzo de 2014)

jueves, 11 de agosto de 2016

La cuestión campesina; Stalin, 1924


«Analizaré cuatro cuestiones de este tema: 1) planteamiento de la cuestión; 2) el campesinado durante la revolución democrático-burguesa; 3) el campesinado durante la revolución proletaria; 4) el campesinado después de la consolidación del poder.

Planteamiento de la cuestión

Algunos piensan que lo fundamental en el leninismo es la cuestión campesina, que el punto de partida del leninismo es la cuestión del campesinado, de su papel, de su peso específico. Eso es completamente falso. La cuestión fundamental del leninismo, su punto de partida, no es la cuestión campesina, sino la cuestión de la dictadura del proletariado, de las condiciones en que ésta se conquista y de las condiciones en que se consolida. La cuestión campesina, como cuestión del aliado del proletariado en su lucha por el poder, es una cuestión derivada.

Sin embargo, esta circunstancia no reduce en lo más mínimo la grande y candente importancia que tiene, sin duda, esta cuestión para la revolución proletaria. Es sabido que, entre los marxistas rusos, la cuestión campesina empezó a estudiarse a fondo en vísperas precisamente de la primera revolución de 1905, cuando el derrocamiento del zarismo y la realización de la hegemonía del proletariado se plantearon en toda su magnitud ante el partido y la cuestión del aliado del proletariado en la revolución burguesa inminente adquirió un carácter palpitante. Es sabido también que la cuestión campesina cobró en Rusia mayor actualidad todavía durante la revolución proletaria, cuando la cuestión de la dictadura del proletariado, de su conquista y de su mantenimiento planteó el problema de los aliados del proletariado en la revolución proletaria inminente. Es comprensible: quien marcha hacia el poder y se prepara para él, no puede dejar de interesarse por el problema de sus verdaderos aliados.

En este sentido, la cuestión campesina es una parte de la cuestión general de la dictadura del proletariado y, como tal, una de las cuestiones más palpitantes del leninismo.

La indiferencia, e incluso la actitud francamente negativa de los partidos de la II Internacional ante la cuestión campesina, no se debe sólo a las condiciones específicas del desarrollo en el occidente Se debe, ante todo, a que esos partidos no creen en la dictadura del proletariado, temen la revolución y no piensan en llevar al proletariado al poder. Y quien teme la revolución, quien no quiere llevar a los proletarios al poder, no puede interesarse por la cuestión de los aliados del proletariado en la revolución; para esa gente, la cuestión de los aliados es una cuestión sin importancia, sin ninguna actualidad. Los héroes de la II Internacional consideran su actitud irónica hacia la cuestión campesina como de buen tono como marxismo «auténtico». En realidad, esta actitud no tiene ni un ápice de marxismo, pues la indiferencia ante una cuestión tan importante como la campesina, en vísperas de la revolución proletaria, es el reverso de la negación de la dictadura del proletariado, un síntoma indudable de franca traición al marxismo.

La cuestión se plantea así: ¿están ya agotadas las posibilidades revolucionarias que, como resultado de determinadas condiciones de su existencia, encierra en su seno la masa campesina o no lo están? Y, si no lo están, ¿hay la esperanza de aprovechar estas posibilidades para la revolución proletaria, de convertir al campesinado, a su mayoría explotada, de reserva de la burguesía, como lo fue durante las revoluciones burguesas del Occidente y lo sigue siendo en la actualidad, en reserva del proletariado, en aliado de éste?, ¿hay fundamento para ello?

El leninismo da a esta pregunta una respuesta afirmativa, es decir, reconoce la existencia de una capacidad revolucionaria en la mayoría de los campesinos y la posibilidad de aprovechar esa capacidad en interés de la dictadura del proletariado.

La historia de tres revoluciones en Rusia confirma plenamente las conclusiones del leninismo a este respecto.

De aquí la conclusión práctica de apoyar a las masas trabajadoras del campo en su lucha contra el sojuzgamiento y la explotación, en su lucha por redimirse de la opresión y de la miseria. Esto no significa, naturalmente, que el proletariado deba apoyar todo movimiento campesino. Debe apoyar, concretamente, los movimientos y las luchas de los campesinos que contribuyan directa o indirectamente al movimiento de liberación del proletariado, que, de una u otra forma, lleven el agua al molino de la revolución proletaria, que contribuyan a convertir a los campesinos en reserva y aliado de la clase obrera.

El campesinado durante la revolución democrático-burguesa

Este período se extiende de la primera revolución rusa de 1905 a la segunda de febrero de 1917 inclusive. El rasgo característico de este período consiste en que los campesinos se emancipan de la influencia de la burguesía liberal, en que los campesinos se apartan de los demócratas constitucionalistas, en que giran hacia el proletariado, hacia el Partido Bolchevique. La historia de este período es la historia de la lucha entre los demócratas constitucionalistas –burguesía liberal– y los bolcheviques –proletariado– por conquistar a los campesinos. La suerte de esta lucha la decidió el período de las Dumas, pues el período de las cuatro Dumas fue para los campesinos una lección palmaria, y esa lección les hizo ver con toda nitidez que de manos de los demócratas constitucionalistas no recibirían ni la tierra ni la libertad, que el zar se hallaba por entero al lado de los terratenientes y que los demócratas constitucionalistas apoyaban al zar; que la única fuerza con cuya ayuda podrían contar eran los obreros de la ciudad, el proletariado. La guerra imperialista no hizo más que confirmar la lección del período de las Dumas, apartando definitivamente a los campesinos de la burguesía, aislando definitivamente a la burguesía liberal, pues los años de guerra demostraron qué vano y qué ilusorio era esperar la paz de manos del zar y de sus aliados burgueses. Sin las palmarias enseñanzas del período de las Dumas hubiera sido imposible la hegemonía del proletariado.

miércoles, 10 de agosto de 2016

Stalin sobre el uso del terror individual


«Camarada Stalin: Ustedes preguntan si la organización del partido puede hacerse responsable de la sentencia de muerte de un miembro del partido sobre el cual han surgido dudas sobre su devoción. No puede. Lenin siempre pensó que la más alta forma de castigo el cual el Comité Central del partido puede aplicar es la expulsión del mismo. Pero, cuando el partido llega al poder y algunos de sus miembros rompen las leyes de la revolución, entonces el gobierno ejerce la fiscalización como su responsabilidad. Uno puede deducir a partir de algunos de sus documentos que los camaradas frecuentemente se inclinan al lado del terror individual en relación con el enemigo. Si nos preguntan sobre esto a nosotros, los camaradas rusos, entonces nosotros debemos decirles que entre nosotros el partido siempre está entrenado en aras de negar el terror individual. Si nuestra propia gente lucha en contra de los dueños de las tierras y éste es asesinado en una escaramuza, nosotros no consideraríamos eso como terror individual ya que las masas participaron en el hecho. Si el partido mismo organiza grupos terroristas para que éstos asesinasen al propietario de la tierra y esto se hace sin la participación de las masas, entonces nosotros siempre estaremos en contra de esto ya que no apoyamos el terror individual. Tales operaciones activas de terror individual cuando las masas están en condición pasiva, mata el espíritu de la actividad misma de las masas y aún más, juzgaran los asuntos de la siguiente manera: no nos podemos adentrar en esta actividad cuando son los héroes quienes trabajarán en nuestro nombre. Por lo tanto, hay unos héroes por un lado y por el otro lado la muchedumbre quien no participa en la lucha. Desde el punto de vista del entrenamiento y la organización de la actividad de las masas, tal punto de vista es peligroso. En Rusia existió tal partido, el Partido Social-Revolucionario, que tuvo grupos  especial para aterrorizar a los principales ministros. Siempre nos mantuvimos en contra de este partido. Este partido perdió todo crédito entre las masas. Nosotros estamos en contra de la teoría de los héroes y la muchedumbre». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Grabación de las Discusiones de Stalin con los Representantes del Comité Central del Partido Comunista de la India, Camaradas Rao, Dange, Ghosh y Punniaiah, 8 de febrero de 1951)

domingo, 7 de agosto de 2016

¿Qué formas deben adoptar las organizaciones del proletariado?


«Así, pues, para la realización del socialismo es necesaria la revolución socialista, y la revolución socialista debe comenzar por la dictadura del proletariado, es decir, el proletariado debe tomar en sus manos el Poder político para, con su ayuda, expropiar a la burguesía.

Mas todo eso requiere la organización del proletariado, la cohesión del proletariado, su unión, la creación de fuertes organizaciones proletarias y su desarrollo incesante.

¿Qué formas deben adoptar las organizaciones del proletariado?

¿Cómo debe actuar el proletariado, qué vía debe seguir para realizar conscientemente su programa, derrocar el capitalismo y construir el socialismo?


«La respuesta es clara: el proletariado no podrá alcanzar el socialismo mediante la conciliación con la burguesía; indefectiblemente tiene que emprender el camino de la lucha, y ésta debe ser una lucha de clases, la lucha de todo el proletariado contra toda la burguesía. ¡O la burguesía con su capitalismo, o el proletariado con su socialismo! Esta debe ser la base de la acción del proletariado, la base de su lucha de clase.

viernes, 5 de agosto de 2016

Comparativas entre el marxismo-leninismo y el revisionismo chino sobre cuestiones fundamentales; Equipo de Bitácora (M-L), 2016

Este breve documento demostrativo no tiene otro propósito que demostrar de forma clara y directa la completa incompatibilidad entre el marxismo-leninismo y el revisionismo chino representado en Mao Zedong, la total médula antimarxista del revisionismo chino y su necesaria comprensión para todos los marxista-leninistas.

El documento:

Mao Zedong (1893-1976), principal figura y de mayor influencia del revisionismo chino

1) L
a teoría menchevique de las fuerzas productivas vs la teoría bolchevique del paso interrumpido de una etapa a otra 

«La revolución china pasará forzosamente por dos etapas: primero, la de la nueva democracia, y luego, la del socialismo. Además, la primera llevará bastante tiempo». (Mao Zedong; Sobre la nueva democracia, 1940)

«Nuestro programa general de nueva democracia ha permanecido y permanecerá inalterado a lo largo de toda la etapa de la revolución democrático-burguesa, es decir, durante varias décadas». (Mao Zedong; Sobre el gobierno de coalición, 1945)

Comparemos:

«Mientras que los pequeños burgueses democráticos quieren poner fin a la revolución lo más rápidamente que se pueda, después de haber obtenido, a lo sumo, las reivindicaciones arriba mencionadas, nuestros intereses y nuestras tareas consisten en hacer la revolución permanente hasta que sea descartada la dominación de las clases más o menos poseedoras, hasta que el proletariado conquiste el poder del Estado». (Marx y Engels; Mensaje del Comité Central a la Liga de los Comunistas, 1850)

«Ocurrió, en efecto, tal y como nosotros dijimos. La marcha de la revolución ha confirmado el acierto de nuestro razonamiento. Al principio, del brazo de «todos» los campesinos contra la monarquía, contra los terratenientes, contra el medievalismo –y en este sentido, la revolución sigue siendo burguesa, democrático-burguesa–. Después, del brazo de los campesinos pobres, del brazo del semiproletariado, del brazo de todos los explotados contra el capitalismo, incluyendo los ricachos del campo, los kulaks, los especuladores, y en este sentido, la revolución se convierte en socialista. Querer levantar una muralla china artificial entre ambas revoluciones, separar la una de la otra por algo que no sea el grado de preparación del proletariado y el grado de su unión con los campesinos pobres, es la mayor tergiversación del marxismo, es adocenarlo, reemplazarlo por el liberalismo. Sería hacer pasar de contrabando, mediante citas seudocientíficas sobre el carácter progresivo de la burguesía en comparación con el medievalismo, una defensa reaccionaria de la burguesía frente al proletariado socialista». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; La revolución proletaria y el renegado Kautsky, 1918)

«Eso es lo que hay en cuanto a la idea de Lenin sobre la transformación de la revolución democrático-burguesa en revolución proletaria, sobre el aprovechamiento de la revolución burguesa para pasar «inmediatamente» a la revolución proletaria». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Fundamentos del leninismo, 1924)

Queda claro que Mao Zedong se quedó anclado en los esquemas kautskistas de la II Internacional.

2) El desarrollo del capitalismo en los países atrasados vs el paso al socialismo sin un desarrollo del capitalismo en los países atrasados

«Sin un libre desarrollo de la economía privada capitalista y la economía cooperativa, sin un desarrollo nacional, científica y popular cultura de nueva democracia, sin la emancipación y desarrollo de miles de millones de personas, en breve tiempo, sin ser cuidadosos con la nueva revolución democrático-burguesa, el tratar de construir una sociedad socialista sobre las ruinas del orden colonial, semicolonial y semifeudal sería un sueño utópico». (Mao Zedong; La lucha por una nueva China; Informe en el VIIº Congreso del Partido Comunista de China, 24 de abril de 1945)

«En lo que respecta al sector privado, en lugar de ponerle obstáculos, lo promoveremos y estimularemos a menos que viole los límites legales fijados por nuestro gobierno, pues actualmente su desarrollo es necesario para los intereses del Estado y del pueblo. Huelga decir que este sector tiene ahora una absoluta preponderancia y continuará ocupando indudablemente una posición predominante durante un tiempo bastante largo». (Mao Zedong, Sobre nuestra política, 1934)

«Reconocer que el modo capitalista de producción es el método más progresista en la China actual, y que la burguesía, sobre todo la pequeña burguesía, representa los elementos sociales y la fuerza política comparativamente más progresistas en la China actual. (...) Así, la política del partido no es el debilitamiento del capitalismo y la burguesía, o el debilitamiento del campesino rico y sus fuerzas productivas, sino el fortalecimiento de la producción capitalista». (Partido Comunista de China; Decisión del Comité Central sobre las políticas de las tierras en las bases de apoyo antijaponesas, 28 de enero de 1942)

«Po Ku: «Intentar trasplantar a China todos los aspectos de la sociedad en la que Marx se encontraba –la revolución industrial en el siglo XIX– y los pasos –lucha de clases y la revolución violenta– que veía necesarios para que el pueblo escapara de esas condiciones, no solo seria ridículo, sino que también seria una violación de nuestros principios básicos de objetivismo realista y evitar el dogmatismo doctrinario. (...) Probablemente no podamos alcanzar el socialismo aun hasta que gran parte del resto del mundo haya llegado a esa fase. (...) Debemos aumentar nuestro nivel económico mediante una larga fase de democracia y empresa libre. Lo que los comunistas esperamos hacer es mantener a China moviéndose progresivamente y constantemente hacia esta meta.  Mediante, ordenadamente, un desarrollo gradual y progresivo evitaremos ocasionar las condiciones que llevaron a Marx a sacar sus conclusiones de la necesidad –en su sociedad– de lucha de clases: evitaremos la necesidad de una revolución violenta mediante una revolución pacifica planificada. Es imposible predecir cuanto durara este proceso. Pero podemos estar seguros de que tomara mas de treinta o cuarenta años, y probablemente mas de cien años». (Jhon S. Service; Las posiciones de los comunistas chinos con respecto a la Unión Soviética y los Estados Unidos, 28 de Septiembre de 1944)

«Las opiniones expresadas por los líderes comunistas, sin embargo, incluyen la transferencia gradual de la propiedad de la tierra a los campesinos, el fomento de la empresa privada junto con la empresa estatal, una actitud liberal hacia la inversión extranjera y el comercio». (El Embajador en China (Hurley) ante el Secretario de Estado, Chungking, 30 de abril de 1945)

Comparemos:

jueves, 4 de agosto de 2016

Fortalecer la unidad internacional de los marxista-leninistas; Enver Hoxha, 1966


«El proletariado mundial, los partidos marxista-leninistas y todos los verdaderos revolucionarios están empeñados en una encarnizada lucha contra el imperialismo, contra la burguesía reaccionaria, contra los revisionistas modernos, contra su ideología. Es una lucha a vida o muerte, una lucha de gran importancia mundial. La lucha entre nosotros y los enemigos es una encarnizada e implacable lucha de clases, ni el enemigo nos perdona ni nosotros a él. El desarrollo de esta lucha de clases no se presenta del mismo modo en todas partes, no solamente por su intensidad, sino también por sus formas, por su dinamismo, por la concepción del mundo de las fuerzas participantes en la lucha, por las coyunturas, por los zigzags, por el avance de la revolución, por las retiradas temporales, por el vigor de su ataque y por muchos otros factores, objetivos y subjetivos.

A los partidos comunistas y obreros marxista-leninistas les incumbe como tarea importante e indispensable, tener en cuenta todos estos elementos, analizarlos científicamente a través del prisma del marxismo-leninismo creador, aplicándolo no como un dogma, sino como una teoría revolucionaria viva y en acción, preservando siempre la pureza de los principios fundamentales, las leyes generales del desarrollo y de la revolución, sin ocultar bajo la consigna de unas supuestas «condiciones reales del país» o de las «coyunturas especiales del tiempo o del momento», el oportunismo de derecha o el sectarismo nocivo.

Los recientes acontecimientos, el brutal ataque de los imperialistas, los revisionistas jruschovistas y los diferentes reaccionarios contra el socialismo, contra la lucha de liberación de los pueblos, contra los partidos comunistas y revolucionarios de diversos países, muestran que la unidad internacionalista marxista-leninista, es, como en toda circunstancia, hoy más que nunca, indispensable. Quién no comprende esta gran verdad, no comprende el gran lema de Marx «¡Proletarios de todos los países, uníos!». El marxismo-leninismo nos enseña que todos los revolucionarios deben unirse contra los enemigos del proletariado y de los pueblos, contra los capitalistas, los imperialistas y sus aliados, contra la burguesía reaccionaria, contra las variantes de su ideología, una de las cuales es actualmente el revisionismo moderno, encabezado por el soviético.

Los enemigos del proletariado y del marxismo-leninismo han dirigido todo el rigor de sus ataques contra la unidad internacional marxista-leninista. Para ello han empleado todos los medios a su disposición y coordinan toda su actividad. Así actúa hoy el imperialismo mundial, encabezado por el norteamericano; así actúa el revisionismo moderno, con el jruschovista a la cabeza; así actúan todos los reaccionarios del mundo. En efecto, la unidad de los marxistas-leninistas del mundo es mortal para ellos, mientras que para nosotros es providencial.

Los traidores al marxismo-leninismo, los revisionistas jruschovistas, los titoistas y sus lacayos han trabajado con arreglo a un plan bien definido para obstaculizar la unidad de los marxistas-leninistas y, en general, para desacreditar la necesidad objetiva de esta unidad. En primer lugar, en función de sus objetivos de traición, atacaron toda idea de organización internacional de los comunistas. Los revisionistas necesitaban de esto para rehabilitar a los traidores y a la traición trotskista, y en particular para desacreditar la idea de la unidad marxista-leninista internacionalista, que ha representado y representa para ellos el más grande peligro. Los revisionistas soviéticos han seguido la línea de denigrar todo lo sano, todo lo que sea marxista-leninista con el fin de reconstruir una nueva unidad sobre bases revisionistas y bajo el dictado jruschovista. Naturalmente esto es construir un castillo sobre arena, ya que no puede existir ninguna verdadera unidad al margen del marxismo-leninismo. Las prédicas de los revisionistas jruschovistas sobre la «unidad» son enteramente contrarias a la idea de la unidad marxista-leninista y se llevan a cabo para obstaculizar su realización. Los revisionistas jruschovistas predican esa clase de «unidad» para combatir la auténtica unidad marxista-leninista, por la cual nosotros, marxista-leninistas, luchamos y lucharemos hasta el fin, alcanzándola con toda seguridad. Los revisionistas hablan de su «unidad», pero en el seno de esta «unidad» cada día más se desarrollan numerosas formas e ideas desintegradoras, centrífugas, que conducirán a la degeneración abierta de los pseudomarxistas, cualesquiera que sean las máscaras con que se encubran. La lucha heroica y consecuente de los marxistas-leninistas arrancará muchas máscaras. Si no es hoy, en un futuro próximo serán indudablemente desenmascaradas las maquinaciones de quienes quieren jugar el papel de centristas –alusión al Partido Comunista de Rumanía, al Partido Comunista del Japón y al Partido del Trabajo de Corea–, de quienes de palabra defienden los principios, pero de hecho los deforman al socaire de la «independencia», de las «condiciones específicas», y todo para disimular su alejamiento progresivo del marxismo-leninismo y de la unidad internacionalista de los marxista-leninistas en el mundo. Es necesario que los marxistas-leninistas refuercen su unidad sin prestar atención a las calumnias y las consideraciones de los revisionistas. Respecto a las formas de organización que debe tomar esta unidad, es preciso meditarlas y concretarlas.

Los revisionistas jruschovistas arman un gran escándalo en torno a la tesis de la independencia de los partidos comunistas y obreros y de su acción de acuerdo con las condiciones concretas de cada país. Esta tesis es, en efecto, una tesis leninista, que los marxistas-leninistas somos los únicos en respetar consecuentemente. Pero los revisionistas modernos se esfuerzan por especular con la llamada independencia de los partidos. Esto sólo lo admiten de palabra, porque, en realidad, los revisionistas jruschovistas pretenden que todo el movimiento comunista dependa de ellos. Ellos conciben la independencia disociada del internacionalismo, de manera que los marxistas-leninistas no tengan una línea común acerca de las cuestiones fundamentales, como son la actitud frente al imperialismo y los renegados del marxismo-leninismo, el respeto de las leyes generales de la revolución y la construcción socialistas, etc. Respetando rigurosamente la independencia de cada partido en la determinación de su propia línea y política, los marxistas-leninistas deben, al mismo tiempo, someterse a los principios del internacionalismo proletario, a las leyes generales de la revolución y la construcción socialista, deben elaborar una línea y una posición comunes sobre las cuestiones fundamentales, sobre todo en lo que concierne a la lucha contra, el imperialismo y a la lucha en defensa de la pureza del marxismo-leninismo frente al revisionismo moderno.

Los acontecimientos de Indonesia y la ofensiva conjunta de los imperialistas y los revisionistas jruschovistas contra los pueblos, contra el marxismo-leninismo y el socialismo, demuestran que debemos reforzar la unidad internacional de los marxistas-leninistas. Es necesario que todos los comunistas revolucionarios, todos los partidos marxistas-leninistas auténticos superen con coraje y sin vacilación y eliminen definitivamente todos los obstáculos que los revisionistas modernos han puesto en nuestro camino hacia la unidad marxista-leninista. Se nos acusará de crear nuevos organismos internacionales, nos harán un honor con ello.

Los marxistas-leninistas del mundo forman un bloque de acero. Este bloque aterroriza a los imperialistas y revisionistas, por ello se esfuerzan por combatirnos a todo precio, por lograr que los marxista-leninistas se desorienten con sus consignas, acerca de las cuales hablamos más arriba.

Se esfuerzan en vano: la consigna leninista «¡Proletarios de todo el mundo y pueblos oprimidos, uníos!», triunfará». (Enver HoxhaEl golpe fascista en Indonesia y las enseñanzas que extraen de el los comunistas, 11 de mayo de 1966)

miércoles, 3 de agosto de 2016

Los comunistas y las alianzas con las fuerzas progresistas; Enver Hoxha, 1966


«La experiencia histórica demuestra que, en su lucha revolucionaria, los comunistas se han aliado y se alían con diferentes fuerzas progresistas. Porque, particularmente cuando se trata de las revoluciones democráticas o de la liberación nacional del yugo imperialista y colonial, no sólo los auténticos comunistas y revolucionarios, sino también otras amplias capas de la población, desde los obreros y los campesinos hasta la burguesía nacional y otras personas progresistas, están interesados en la realización de estos objetivos. Sería erróneo, sectario y nocivo para la revolución que no se unieran, en aras de su triunfo, todos aquellos que son susceptibles de ser unidos. Y los comunistas y los auténticos revolucionarios, como los luchadores más audaces y los representantes más fieles de las amplias masas populares, están siempre interesados en la unión de todos los que aspiran a hacer avanzar la revolución.

Los acontecimientos de Indonesia constituyen asimismo una importante enseñanza con respecto a las alianzas. En Indonesia existía desde tiempo atrás la NASAKOM, que representaba la alianza de las fuerzas nacionalistas, religiosas y comunistas. El Partido Comunista de Indonesia hizo bien en participar en la NASAKOM. A través de ella; consolidó sus propias posiciones y las de la clase obrera en toda la vida del país. Pero, como demostraron los acontecimientos, no se llevó a cabo en ella un trabajo organizativo y revolucionario sano, se toleró una euforia funesta y se ensalzó en exceso a la propia NASAKOM, la unidad de las tres fuerzas que la constituían y la «libertad de acción». El hecho es que al primer embate toda la fortaleza de la NASAKOM se vino abajo. La NASAKOM no fue un dique suficientemente fuerte para hacer frente a la ola de la contrarrevolución.

Por eso, los comunistas y los revolucionarios jamás deben contentarse en su lucha con la conclusión formal de las alianzas. No deben entusiasmarse con las declaraciones sobre la «vitalidad» de estas alianzas, sino que deben actuar de manera que éstas sirvan lo mejor posible a la revolución.

Es indispensable por tanto que, en los diferentes frentes populares, democráticos, nacionales y de liberación nacional, los auténticos partidos marxistas-leninistas, con su trabajo y su lucha, se ganen la confianza de sus aliados, se coloquen a la cabeza de esos frentes y los dirijan efectivamente. La dirección del partido marxista-leninista, su acertada línea revolucionaria en interés de las amplias masas unidas en el frente, son la garantía de la fuerza y la vitalidad de los frentes mismos y de su gran papel en el logro de los objetivos de la revolución. Se ha comprobado más de una vez que, cuando estos frentes están dirigidos por otras fuerzas sociales o partidos políticos, no son estables, no aplican una línea revolucionaria consecuente, son utilizados frecuentemente con fines contrarrevolucionarios Y estallan como pompas de jabón al primer choque con la reacción.

Siguiendo la línea de la unidad con todos los que pueden ser unidos en un frente, los partidos marxistas-leninistas, en oposición a los puntos de vista de los revisionistas modernos, deben no sólo salvaguardar su independencia y su función dirigente, sino al mismo tiempo combatir las vacilaciones de sus distintos aliados, sus tendencias reaccionarias y sus tentativas de dividir los frentes y de dedicarse a chalaneos con las fuerzas de la reacción. La línea de la unidad y de la lucha contribuye al fortalecimiento de los frentes, a su depuración de los elementos reaccionarios y contrarrevolucionarios, a la consolidación de la cohesión y del espíritu revolucionario, a la obtención de una unidad más elevada y asentada sobre una base más sólida. Aplicar únicamente la línea de la unidad y renunciar a la lucha conduce a una unidad falsa, formal, y permite a los elementos y fuerzas reaccionarias socavarla y liquidarla fácilmente, asestando así un duro golpe a la propia causa de la revolución.

En las alianzas con diferentes capas y fuerzas sociales para la realización de tales o cuales objetivos en las diferentes etapas de la revolución, es importante que los comunistas jamás olviden su objetivo final: el triunfo del socialismo:

«Es necesario saber unir la lucha por la democracia con la lucha por la revolución socialista, subordinando la primera a la segunda. Aquí reside toda la dificultad, esta es toda la esencia. No olvidar lo principal –la revolución socialista–; ponerla en primer plano. (…) Subordinando a la revolución socialista todas las exigencias democráticas, coordinándolas con ella, haciendo que dependan de ella». (V. I. Lenin. Obras, t. XXXV, págs. 260-261, ed. en albanés)

En sus alianzas con otras fuerzas sociales los comunistas son sinceros, luchan resueltamente por la aplicación de los programas de los frentes únicos, pero, al mismo tiempo no ocultan en absoluto sus ideales y, después de la realización de las tareas democráticas nacionales, están decididos a no quedarse a medio camino, sino a impulsar la revolución hasta el triunfo del socialismo y el comunismo.

La actividad de nuestro partido durante la Lucha de Liberación Nacional, los acuerdos; las discusiones con los elementos progresistas, e incluso con las fracciones de la burguesía reaccionaria, nos enseñaron a orientarnos correctamente y con éxito en este laberinto. La experiencia así adquirida en la lucha le ha sido y le es extraordinariamente útil a nuestro partido en la aplicación de su correcta política con las masas trabajadoras, le ayuda en su política interior y en la orientación de su política exterior, en el estudio y solución de las contradicciones, tanto dentro como fuera del país, así como en el movimiento comunista internacional». (Enver HoxhaEl golpe fascista en Indonesia y las enseñanzas que extraen de el los comunistas, 11 de mayo de 1966)