Fidel Castro y Mengistu, profetas en su tierra de las teorías antimarxistas de los revisionistas soviéticos en cuanto al partido comunista |
«1) Una de las «novedades» que los revisionistas soviéticos aportan a la «aplicación» de la teoría de «la vía no capitalista de desarrollo» y la «marcha hacia el socialismo» es «la dirección de los países de orientación socialista» no por «partidos democráticos y nacionales» sino por «partidos democráticos y revolucionarios, vanguardias de las masas trabajadoras», los cuales son presentados como:
«Un salto cualitativo» en comparación con los anteriores. (Voprosi istorii KPSS, p. 86, 1981, n° 6)
Afirman que estos partidos:
«A través de su evolución ideológica, y por tanto del paso de varias ideas no proletarias sobre el socialismo a la conciencia de las tesis particulares del marxismo-leninismo y finalmente a la adopción plena de esta teoría, pueden ser capaces de realizar las funciones del partido marxista-leninista y transformarse a partir de varios pasos, en verdaderos partidos comunistas». (Aktualnie problemi ideologii nacionalno-osvoboditelnovo dvizhenija v stranach Azii i Afriki, p. 97, Moscou, 1982)
Los autores revisionistas en sus escritos teorizan mucho acerca de la naturaleza de clase de estos partidos. Los presentan como si fueran de composición social variada, como:
«Un agrupamiento de elementos nacidos esencialmente de las filas del campesinado, de la clase obrera en curso de formación, de las capas semiproletarias, de la intelectualidad, de los empleados, de la pequeña burguesía, etc». (A. S. Shin, Nacionalnoe-demokratitcheskie revolucii, p. 233, Moscou, 1981)
Afirman que tales partidos que se presentan a sí mismos como:
«Los partidos de todas las clases» son «capaces de dirigir a las masas populares en la etapa del crecimiento de la revolución de liberación nacional a revolución socialista». (K. M. Tsagalov, Osvobodivtchiesia strani, zashita socialnoj revolucii, p. 19, Moscou, 1981)
La concepción del «partido democrático revolucionario de vanguardia de las masas trabajadoras» es una concepción antimarxista que se opone totalmente a la misión del partido proletario llamado a dirigir la revolución socialista. Todas las tesis revisionistas sobre la fundación y edificación de la organización, el carácter de clase y la actividad política práctica de estos partidos, se inspiran en interpretaciones antimarxistas.
Así, cuando los revisionistas soviéticos plantean la cuestión de la base de estos partidos, dan a entender que es necesaria la «creación de un amplio frente» de tipo democrático-nacional que constituyan la «base» necesaria para los «partidos democráticos revolucionarios de vanguardia de las masas trabajadoras» y también llaman a la «reorganización» de «coaliciones dirigentes en el poder», donde se sitúan diversas corrientes políticas y sociales que representan también a las clases explotadoras, y que pretendidamente «experimentan cambios cualitativos en su naturaleza y actitud de clase». (Azia i Ajrika sevodnja, p. 48, n° 3, 1983)
Los puntos de vista revisionistas sobre la creación de «partidos de vanguardia de las clases trabajadoras» son otra tentativa distinta de interpretar desde posiciones antimarxistas la naturaleza y rol de las diferentes clases, fuerzas políticas y sus objetivos. Es absurdo identificar el frente único nacional antiimperialista o democrático en el cual participan diferentes clases y capas sociales con el partido político dirigente, del mismo modo que es absurdo considerar al frente como la «base» para la fundación de un partido que vaya a desarrollar «las funciones del partido comunista».
Sabemos que los frentes únicos nacionales y democráticos surgen durante el proceso de los movimientos revolucionarios de liberación nacional de los diferentes países coloniales y dependientes. Esto se revela como necesario porque las revoluciones democráticas y de liberación nacional tienen una base social más amplia. Existirán diferentes clases y fuerzas políticas interesadas en diversos grados en las tareas «comunes» de la lucha contra el imperialismo y por la liberación nacional y de democratización del país donde también pueden participar. Pero incluso cuando se trata de estos frentes, el marxismo-leninismo nos enseña que nunca debemos descuidar el análisis de clase de estas fuerzas de clase que participan en estos frentes ni subestimar la lucha de clases que se libra en su interior. En efecto las clases que participan en la revolución democrática nacional no están todas interesadas en el mismo grado en la profundización y amplitud del desarrollo del proceso, y bajo la representación de las «tareas comunes» surgen contradicciones y conflictos que marcan las diferencias de los intereses de cada clase.
Criticando las tesis de los diversos oportunistas, que no tienen en cuenta las diversas diferencias entre las diferentes clases, sus intereses y objetivos. Lenin dijo una vez:
«La noción de «revolución general» debe sugerir al marxista la necesidad de realizar un análisis exacto de los diversos intereses de las diferentes clases, intereses que coinciden en el curso de la lucha en cuanto a solución de ciertas tareas comunes limitadas y bien definidas. Pero esta noción no puede de ninguna manera servir para oscurecer, para olvidar el estudio de la lucha de clases en el curso de esta o aquella revolución». (Vladimir Ilich Uliánov; Lenin; Obras, éd. alb., t. 12, pp. 458-459)
El papel, la importancia y vitalidad del frente depende directamente de la fuerza política que va a su cabeza. Para que no se quede rezagado el partido comunista debe garantizar siempre su dirección en el frente. El camarada Enver Hoxha hizo hincapié en el VIIIº Congreso del PTA:
[«El partido y el proletariado no van solos a la revolución. En la sociedad burguesa existen también otras capas oprimidas que odian el orden capitalista, existen fuerzas progresistas entre el campesinado, entre la juventud, existen, además, personas demócratas y amantes de la libertad que no soportan la explotación. Los comunistas acercan a todas esas fuerzas y elementos, establecen con ellos alianzas sobre diversas cuestiones y por objetivos determinados. Los marxistas-leninistas no son ni sectarios ni amplios, son revolucionarios firmes en los principios, pero flexibles en la táctica. Los frentes que construyen los partidos marxista leninistas junto a las demás fuerzas progresistas en los países capitalistas contra la burguesía, contra el fascismo y el imperialismo, forman parte de la estrategia de la revolución». (Enver Hoxha; Informe en el VIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1 de noviembre de 1981) - Anotación de Bitácora (M-L)]
«En toda alianza o frente el partido conserva su propia personalidad incluso cuándo, por razones objetivas, no lo dirige él mismo». (Enver Hoxha; Informe en el VIIº Congreso del Partido del Trabajo de Albania, 1 de noviembre de 1981)
El partido comunista nunca olvida su objetivo final, la lucha por el socialismo, que incluye la transformación de la revolución democrático-nacional en una revolución socialista, que como sabemos, marca una alineación de las fuerzas de clase y dirige su punta de lanza primero contra la burguesía.
Los revisionistas soviéticos con sus respectivos puntos de vista sobre la conversión de los frentes nacionales y democráticos en «partidos democráticos y revolucionarios de vanguardia» de una composición de clase similar a la del frente, dicen que son «capaces de dirigir diferentes países de orientación socialista», aunque con esto estén pronunciándose abiertamente contra la organización política del proletariado a través de su partido independiente. Estos puntos de vista conducen a la fusión de los intereses de clase del proletariado con los intereses de otras fuerzas políticas y por lo tanto tienen como fin atar al proletariado a unas posiciones de sumisión, opresión y explotación capitalista.
No se puede dar fundamento serio alguno a la aserción de que los «partidos democráticos y revolucionarios de vanguardia» forman los «núcleos» de la «reorganización de las coaliciones dirigentes con la participación de las diferentes fuerzas de clase» y que «a través de la evolución de las ideas» o de «la ideología transitoria» se «convierten en partidos dotados de una plataforma marxista-leninista» que:
«Expresan los intereses de las amplias masas trabajadoras y bajo su liderazgo también llevaran a cabo las transformaciones económicas y sociales de carácter socialista». (A. S. Shin, Op. cit., p. 235)
En primer lugar: el verdadero partido marxista-leninista nunca puede y en ningún caso, contrariamente a las afirmaciones de los revisionistas soviéticos, nacer de partidos no proletarios. Menos aún pueden convertirse en partidos marxista-leninistas los partidos no proletarios integrados en coaliciones de diferentes fuerzas políticas. El verdadero partido marxista-leninista del proletariado, como destacamento de vanguardia del mismo, es tal desde su nacimiento. Por sus argumentos, los revisionistas soviéticos defienden los puntos de vista de clase de las fuerzas burguesas a expensas de las masas trabajadoras. Desenmascarando los esfuerzos de la «democracia burguesa y pequeño burguesa» para la «fundación de un gran partido único» en el cual los obreros serían unidos, Karl Marx señalaba que «tal unión dañaría la causa del proletariado», e instaba a los obreros a «trabajar por constituir una organización distinta donde la posición y los intereses del proletariado deberán ser discutidos independientemente de las influencias burguesas».
En segundo lugar, los puntos de vista sobre la «evolución de las ideas» o de una «ideología transitoria» que supuestamente prosperaría en estos «partidos democráticos y revolucionarios de vanguardia», es algo que está en clara oposición al marxismo-leninismo. Lenin ya señaló que solo hay dos ideologías: la ideología proletaria y la ideología burguesa. Que cualquier intento de crear un tipo de ideología transitoria tiene como blanco atacar a la teoría marxista-leninista de la clase obrera.
En tercer lugar, los partidos «democráticos y revolucionarios» diseñados por los revisionistas soviéticos en tanto que «partidos de un contenido social heterogéneo» no están ni pueden estar por encima de los partidos y las clases, porque no existen partidos ajenos a las clases ni por encima de ellas. El marxismo-leninismo nos enseña que los partidos políticos tienen un carácter de clase, que expresan y defienden intereses de clase determinados. No se puede diseñar partidos que no expresen sus intereses de clase específicos y reflejen su ideología. Así pese a lo «heterogéneos» que digan ser y el «contenido social» que digan tener estos partidos, los hechos demuestran que defienden los intereses de las clases dominantes. Independientemente de las etiquetas con las que se colmen, estos partidos no son ni pueden llegar a ser partidos del proletariado. Un partido político, como Lenin nos enseñaba, no se aprecia por sus frases, sus declaraciones, sino por la cuestión de a qué clase social pertenece y a cual sirve, que ideología le inspira y que política profesa.
Las interpretaciones antimarxistas de los revisionistas soviéticos de los llamados «partidos democráticos y revolucionarios de vanguardia de las masas trabajadoras» están estrechamente vinculados con las interpretaciones antimarxistas de la teoría del «Estado de orientación socialista». Al poner a estos partidos al frente del «Estado de orientación socialista» también hablan del carácter socialista de las funciones que presuntamente realizaría este Estado. En ese sentido, citan una serie de «indicios» que supuestamente son el resultado de la aplicación de las reformas en el campo económico y dentro del aparato del Estado, reformas bajo la superestructura existente sin recurrir en ningún caso a la revolución violenta y a la destrucción de la maquinaria del Estado burgués. Los «indicios» que sostienen los revisionistas soviéticos no son más que fórmulas demagógicas e ilusorias que algunos partidos «democráticos y revolucionarios de vanguardia» citan en sus programas, documentación, actos jurídicos y constituciones, bajo apelaciones como «el poder de las masas trabajadoras que defienden sus intereses», «composiciones populares en los órganos», «lucha contra la burocratización del aparato administrativo del Estado», «fortalecimiento gradual del aparto del Estado por los cuadros nacionales, fieles al pueblo», etc.
Los discursos sobre «el Estado de orientación socialista» y sus complementaciones sobre su supuesto carácter socialista son discursos dirigidos en contra de la dictadura del proletariado porque, como demuestra el marxismo-leninismo, no se puede pasar a la sociedad socialista estando dentro del marco del orden capitalista, sino es recurriendo a la revolución violenta, destruyendo hasta el último fundamento del antiguo aparato del Estado, toda la superestructura burguesa e instaurando el poder del proletariado dirigido por su partido de vanguardia marxista-leninista. Stalin señala:
«La dictadura del proletariado no puede surgir como resultado del desarrollo pacífico de la sociedad burguesa y de la democracia burguesa; sólo puede surgir como resultado de la demolición de la máquina del Estado burgués, del ejército burgués, del aparato burocrático burgués, de la policía burguesa». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili; Stalin; Principios del leninismo, 1924)
Los partidos que dirigen a los países dependientes excoloniales son partidos burgueses que en su actividad siguen una política de mantener y reforzar el orden existente burgués y capitalista y se orientan hacia las superpotencias y el capital mundial. Algunas posiciones antiimperialistas y progresistas de tal o cual partido no hacen en absoluto a estos partidos merecedores del calificativo de que sufren una «evolución» hacia el socialismo científico, y no puede servir como base para confiarles el reglamento de las tareas de carácter socialista, como pretenden los revisionistas soviéticos. Solo el partido comunista del proletariado puede ser el portador de la teoría marxista, solo él es el único capaz de elaborarlo y de aplicarlo a fin de construir la verdadera sociedad socialista.
En los países subdesarrollados, el partido comunista marxista-leninista lucha también por estar a la cabeza de las masas trabajadoras, educarlas en el espíritu de lucha de clases revolucionaria independiente y les entrena para acciones dinámicas para estimular y extender la lucha por las reivindicaciones radicales democráticas hasta coronar el ataque directo contra la burguesía a través de la revolución. El camarada Enver Hoxha escribió:
«Los comunistas de estos países deben estar familiarizados con las condiciones concretas y realizar una evaluación justa de la definición de sus estratégicas y tácticas a seguir. El marxismo-leninismo enseña que un gobierno burgués o pequeño burgués no puede ser revolucionario y consecuente y por tanto, abandona la revolución a mitad de camino. Es por ello que, los comunistas de estos países están satisfechos y están de brazos cruzados pensando que no es necesario hacer la revolución, que el proletariado no debe establecer su poder y su propia dictadura, porque el gobierno burgués en el poder es más o menos progresista, esto desde luego no son las ideas marxista-leninistas». (Enver Hoxha; La «ayuda» revisionista trae la cadena de la esclavitud, 11 de mayo de 1964)
Las apreciaciones realizadas por los socialimperialistas soviéticos sobre la dirección de los llamados «países de orientación socialista» con «partidos democráticos vanguardias de las masas trabajadoras» lo único que pretenden es realizar esfuerzos directos para asegurar y reforzar la base social y apoyo de su dominación neocolonialista en los países excoloniales.
Es evidente que los socialimperialistas soviéticos, igual que otros imperialistas, no pueden realizar sus objetivos neocolonialistas en los países en los que ejercen su influencia de otro modo que apoyándose en las fuerzas de clase no proletarias, en sus partidos y en sus gobiernos burgueses y pequeño burgueses que siempre están listos para vender la soberanía del país. No pueden unirse al proletariado ni a las masas trabajadoras ya que estos son enemigos de los opresores y explotadores, tanto locales como extranjeros. Esta es la razón por la que centran su atención en los partidos y los gobiernos que están en el poder y que generalmente están en desacuerdo con los países occidentales y mantienen ilusiones en cuanto al «apoyo» eventual de la Unión Soviética. Es en este contexto, cuando si los partidos gobernantes en estos países entran dentro de la órbita del neocolonialismo de la Unión Soviética son aceptados como «partidos democráticos y revolucionarios de vanguardia» que «han abrazado la doctrina del socialismo científico» y «tienen en cuenta los intereses del proletariado», etc. Esto sirve como base para una alianza y colaboración entre la Unión Soviética socialimperialista y los partidos dirigentes de estos países. Así, en interés común de ambas partes, se trata de disimular la naturaleza verdadera de clase del poder que dominan en tal o cual país, para que las masas trabajadoras que aspiran a la liberación nacional y social sean engañadas y renuncien a la lucha de clases contra sus gobernantes y opresores del interior y exterior. De igual modo, ambas partes tienen interés en presentar las relaciones neocolonialistas que existen entre ellos como «alianzas de amistad», «edificadas sobre bases internacionalistas», etc. Los hechos muestran que los partidos y gobiernos de «orientación socialista» sostenidos por los revisionistas soviéticos aumentan su demagogia inevitablemente. Ellos no dudan en afirmar que se está construyendo el «socialismo», y que se está avanzando en diferentes «variantes» de socialismo. Los socialimperialistas soviéticos por su parte se solidarizan con cualquier variante de «socialismo» siempre y cuando se oponga a la teoría marxista-leninista y al verdadero socialismo. Así sostienen que las «teorías» de «la vía no capitalista de desarrollo» y de «orientación socialista» se identifican con la de «los puntos de vista socialista» de los partidos y gobiernos de países asiáticos y africanos, que en realidad no son otra cosa que los puntos de vista que abren el camino a su expansión neocolonialista allí. Enver Hoxha escribió:
«Los revisionistas están plenamente de acuerdo con estos puntos de vista y apoyan toda demagogia, toda diversión, toda revisión del marxismo, están a favor de cualquier variante, de cualquier eclecticismo, de que pueda ser objeto el marxismo-leninismo, basta con que se combata al marxismo-leninismo científico». (Enver Hoxha; «Socialismo» que no tiene nada que ver con la concepción científica del socialismo; Reflexiones sobre Oriente Medio, 31 de enero de 1965)
En los últimos años, las relaciones a nivel de partido entre los socialimperialistas soviéticos y los partidos líderes de los países donde se extienden su influencia se han consolidado de diversas formas. Una de las particularidades de la acción del neocolonialismo soviético es el apoyo sobre partidos dirigentes burgueses además del apoyo sobre los partidos revisionistas». (Llambro Filo; La «vía no capitalista de desarrollo» y la «orientación socialista», «teorías», que sabotean la revolución y abren las vías a la expansión neocolonialista, 1985)
Plenamente de acuerdo en que la vanguardia debe ser el partido Marxista Leninista, del proletariado. Los revisionistas soviéticos y chinos cedieron la dirección a elementos contrarrevolucionarios sacados de las entrañas de la burguesía y pequeña burguesía.
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