sábado, 9 de mayo de 2015

Crítica a la última broma de Fidel Castro en el 70 aniversario de la victoria soviética sobre el fascismo; Equipo de Bitácora (M-L), 2015


Tito y Fidel Castro, 6 de marzo de 1976

[Publicado originalmente en 2017. Reeditado en 2022]

«El 8 de mayo de 2015 nos encontramos con el artículo de Fidel Castro: «Nuestro derecho a ser Marxistas-Leninistas» [1] de 2015. Dicho artículo está hecho –presuntamente– para conmemorar el aniversario de los 70 años de la victoria del Ejército Rojo Soviético sobre el fascismo, pero el artículo lejos de ser lo que aparenta por títulos y supuestas intenciones declaradas, en realidad es una total vergüenza, un oprobio para todos los luchadores antifascistas y antiimperialistas que lucharon en tal causa, que dieron sus mejores años o que incluso dieron su vida. Y lo es tanto por lo que expresa como por lo que omite.

Lo raro es que algunos presuntos «marxista-leninistas de toda la vida» parece que ahora vienen a asustarse de lo que dice Fidel o su partido revisionista; claro que no faltan los apologistas del revisionismo cubano quien con total descaro aplauden la mezquina declaración del líder cubano; también surge la figura de aquel que tiene una limitada formación ideológica por lo que no alcanza a comprender el artículo en toda su dimensión; y por último, no faltan los que a estas alturas de la tragicomedia del castrismo no saben si «reírse o llorar» con tan despreciable artículo el cual ya no sorprende, pues están acostumbrados ante la osadía del revisionismo cubano, el cual mantiene una cínica pose en pro de las «causas progresistas», pero ante las cuales queda en ridículo porque ni siquiera sabe ocultar con destreza como antaño su oportunismo.

Nosotros pertenecemos a esta última posición: hemos venido criticando al revisionismo cubano y analizando la revolución cubana de 1959 y su carácter. Un ejemplo sería el capítulo llamado; «La estupidez altiva de los pseudorevolucionarios del «socialismo del siglo XXI» cuando sacan pecho al decir que fueron instruidos en el «socialismo» cubano»; de nuestra obra: «El revisionismo del socialismo del siglo XXI» [2] del 2013.

Pero volviendo al presente, analicemos un poco el breve artículo de Fidel Castro:

1) Lo primero que nos sorprende es que en un artículo sobre la victoria soviética en la Segunda Guerra Mundial, y tras citar y recordar a figuras como Marx o Lenin, se oculta el papel del líder del país de la URSS de aquel entonces y el acontecimiento al que dice honrar –la victoria de la URSS de 1945 en la lucha contra el fascismo alemán–. Nosotros a diferencia de muchos revisionistas que propagaban la idea de reducir todo lo positivo o erróneo de una experiencia histórica a las personalidades, comprendemos como marxista-leninistas el papel de los líderes en la historia. Pero lo sentimos mucho señor Castro, lo que no vamos a permitir –te duela a ti y al imperialismo– es negar u ocultar totalmente el papel de Stalin en la victoria del pueblo soviético contra el fascismo; sin duda fue el mayor líder bolchevique del momento, demostró ser la figura de mayor autoridad moral para afrontar tal situación y conducir a los pueblos soviéticos hasta la victoria final. Algo que por aquel mayo de 1945 cualquier persona progresista, o simplemente cualquiera que buscara un análisis científico de los hechos, reconocía:

«La clase obrera, los koljosianos, los intelectuales soviético: tales son las grandes fuerzas artífices de la victoria sobre el hitlerismo, los salvadores de la humanidad del ominoso yugo fascista, la potencia invencible que educada y conducida por ese genio contemporáneo que es el Mariscal Stalin ha evitado a la humanidad vivir sumida durante muchas décadas en la sombría y tenebrosa noche del fascismo». (España Popular; Obreros, campesinos e intelectuales de la Unión Soviética realizaron por la victoria un esfuerzo de titanes, de la 18 de mayo de 1945)

Esto nos lleva a una conclusión temprana: en estos tiempos en que en muchos países debido a las complicaciones de la burguesía para gobernar vemos una embestida de las fuerzas más retardatarias y chovinistas, donde se nota un proceso de recortes de libertades y derechos, a veces teniendo un tono de fascitización; el proletariado, las clases trabajadoras, no tienen en el panorama mundial ni un solo dirigente con la estatura y autoridad suficiente como para llegarle a la suela de los zapatos a Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, conocido popularmente como Stalin.

Entendemos revisionistas cubanos que es vuestro deber, al igual que el de la historiografía burguesa, ocultar este papel, pero sabed que el nuestro es clarificarlo. Al fin cada uno hace lo que cree justo, y estamos en lados contrarios de la trinchera: vosotros sosteniendo mitos antistalinistas de que la Segunda Guerra Mundial «se ganó a duras penas pese a la nefasta dirección de Stalin», y nosotros reivindicando de que la Segunda Guerra Mundial se ganó en parte a su brillante actuación, y así lo documentamos [3]. Eso es lo que nos define a unos y otros, la posición respecto a Stalin:

«A pesar de todas las disputas y desacuerdos los revisionistas de distintas especies coinciden en desacreditar y calumniar a Stalin, desde los soviéticos, eurocomunistas, titoistas, maoístas, trotskistas, anarquistas, espontaneistas, etc. Encontramos en ello aquí un frente común con los imperialistas, los fascistas y la reacción mundial. En este sentido, la actitud en torno a Stalin es una cuestión fundamental, un criterio, una línea de demarcación que separa a los verdaderos marxista-leninistas de los revisionistas y oportunistas de todos los matices, los verdaderos revolucionarios de los contrarrevolucionarios. Si defendemos a Stalin, defendemos al marxismo-leninismo, las tradiciones revolucionarias del Octubre Rojo de 1917 y la experiencia del primer Estado socialista fundado por Lenin y Stalin de hace 30 años». (Ernst Aust; A partir de Stalin aprendimos lo que significa aprender a ganar; En el centenario de Iósif Stalin, 21 de diciembre de 1979)

Los marxista-leninistas a diferencia de los pseudomarxista-leninistas sabemos el significado histórico de la figura del calado de Stalin no solo en la conducción de la victoria del primer Estado socialista en la Segunda Guerra Mundial, sino también para el desarrollo de nuestra doctrina en general:

«Toda la experiencia del movimiento comunista internacional confirma la inequívoca verdad de que no se puede ser un verdadero marxista sin ser un verdadero leninista, y que uno no puede ser un verdadero leninista sin ser stalinista». (Georgi Dimitrov; Informe en el Vº Congreso del Partido Obrero (comunista) Búlgaro, 18 de diciembre de 1948)

Y no tememos que nuestros enemigos de clase nos califiquen con tal apelativo –«stalinistas»–; sino al contrario, nos enorgullece que así sea:

«Los revisionistas modernos y reaccionarios nos llaman stalinistas pensando que ellos nos están insultando y, de hecho, así lo creen. Pero, muy por el contrario, ellos nos glorifican con tal epíteto; es un honor para nosotros ser stalinistas mientras nos mantenemos en tal posición en la cual el enemigo no puede ni podrá nunca ponernos de rodillas». (Enver Hoxha; El continuo fortalecimiento del partido y el gobierno: Discursos 1967-1968, 6 de febrero de 1967)

Y es por ello honramos a tal figura respetando su obra y emulando su trabajo:

«Nuestro compromiso con el Camarada Stalin no debe ser sólo un servicio de palabra. Honremos mejor a Stalin, aprendiendo de él. Aprendiendo de sus ricas experiencias sobre la lucha de clases, su espíritu revolucionario de lucha, su compromiso marxista-leninista, sus métodos de trabajo, etc. Adquiramos su capacidad de mirar al marxismo-leninismo no como dogma sino como guía de acción». (Ernst Aust; A partir de Stalin aprendimos lo que significa aprender a ganar; En el centenario de Iósif Stalin, 21 de diciembre de 1979)

Negar u omitir el valor fundamental del camarada Stalin en los desarrollos de la Segunda Guerra Mundial, en la victoria sobre el fascismo, en la construcción del socialismo en la Unión Soviética, es posicionarse del lado de las fuerzas retardatarias y evidencia un análisis no científico de la historia. Pero hablando del caso del revisionismo cubano, además, siempre se ha caracterizado por haber atacado cualquier desempeño marxista-leninista puesto en práctica por Iósif Stalin; desde la concepción de partido y sus normas internas, la industrialización y colectivización del país, la lucha contra el oportunismo local e internacional, o los esfuerzos por la creación de una nueva cultura proletaria. No es por tanto un ataque ocasional de los líderes cubanos.

2) El resto del comunicado de Fidel Castro no pasa de ser el típico comunicado insulso y soporífero que publican en dicho aniversario todos los partidos revisionistas del mundo del cual por suerte solo ocupa unos doce párrafos aproximadamente, pero en tan pocas líneas contiene detalles que desenmascaran al revisionismo cubano como presunto marxismo-leninismo y a Fidel Castro como presunto marxista-leninista. El viejo revisionista escribe:

«Hoy es posible la sólida alianza entre los pueblos de la Federación Rusa y el Estado de más rápido avance económico del mundo: la República Popular China; ambos países con su estrecha cooperación, su avanzada ciencia y sus poderosos ejércitos y valientes soldados constituyen un escudo poderoso de la paz y la seguridad mundial, a fin de que la vida de nuestra especie pueda preservarse». (Fidel Castro; Artículo: Nuestro derecho a ser Marxistas-Leninistas, 8 de mayo de 2015)

He aquí las palabras de Fidel Castro, el gran menchevique del siglo XXI, el heredero de las causas imperialistas de Kautsky, que desea atar a los pueblos al carro del imperialismo con bonitas y vacías consignas:

«Kautsky, al aprobar la política de los mencheviques, aprueba que se engañe al pueblo, aprueba el papel de los pequeños burgueses, que para servir al capital embaucan a los obreros y los atan al carro del imperialismo. Kautsky mantiene una política típicamente pequeño burguesa, filistea, imaginándose –e inculcando a las masas esa idea absurda– que con lanzar una consigna cambian las cosas. (...) El proletariado lucha para derribar a la burguesía imperialista mediante la revolución; la pequeña burguesía propugna el «perfeccionamiento» reformista del imperialismo, la adaptación a él, sometiéndose a él». (Vladimir Ilich Uliánov; La revolución proletaria y el renegado Kautsky, 1918)

Con el acontecimiento del 70 aniversario de la victoria de la Unión Soviética sobre la Alemania nazi, Fidel Castro intenta identificar el mismo cariño de los pueblos por la Unión Soviética socialista, la patria de todos los proletarios y la defensora de la paz y de la causa de los pueblos oprimidos, con la Rusia y China actuales, intentando cultivar un mismo sentimiento que nunca arraigará, pues los pueblos no son necios. ¡Castro recomienda a los pueblos unirse con el imperialismo ruso y chino, como si fueran países socialistas e internacionalistas, ocultando no solo las relaciones de producción capitalistas de estos países, sino el alto grado de desarrollo de las mismas que los constituye como potencias imperialistas!

¿Y por qué nos sorprendemos? ¿Por qué Castro no iba a aprovechar esta ocasión para hacer lo que ya lleva haciendo décadas?

¿Quién no ha oído hablar a Castro de los beneficios que pueden obtener los pueblos de entenderse con la Rusia imperialista [4] de Putin, a la que no considera ni mucho menos como un país imperialista, sino como garante de los intereses de Cuba y del mundo?:

«Los reaccionarios la utilizaron para calificar tanto a Marx, como a Lenin, de teóricos, sin tomar para nada en cuenta que sus utopías inspiraron a Rusia y a China, los dos países llamados a encabezar un mundo nuevo que permitiría la supervivencia humana si el imperialismo no desata antes una criminal y exterminadora guerra. (...) El aporte que Rusia y China pueden hacer en la ciencia, la tecnología y el desarrollo económico de Suramérica y el Caribe es decisivo». (Fidel Castro; Es hora de conocer un poco más la realidad, 21 de julio de 2014)

Cuando el señor Castro hablaba de la posibilidad de nuevas guerras, comentaba que existían dos bloques más o menos diferenciados a los que hacía mención –Rusia y China de una parte, y Estados Unidos y la Unión Europea de la otra–, ambos con sus respectivos países aliados. ¿Y bien? Intentaba hacernos creer que solo un bloque imperialista –el estadounidense– supone una amenaza para los pueblos, para su independencia estatal, para su soberanía económica y un peligro en general para la paz mundial. ¿Era esto cierto? En absoluto. No vivimos en un mundo donde solo exista un «campo imperialista» y otro «antiimperialista», sino que lo que constatamos diariamente es que hasta dentro de estos campos –con sus países gobiernos y aliados– se trata de contradicciones interimperialistas, es decir, no antagónicas, una pugna entre bloques imperialistas competidores.

Entendemos que tampoco es que el líder cubano haya mostrado alguna vez tener los conocimientos teóricos suficientes como para saber discernir tal cuestión. En el siglo pasado Fidel Castro se mostró como el gramófono del socialimperialismo soviético al que estaba ligado económicamente.  Este se encontraba compitiendo contra el otro bloque imperialista, en este caso liderado por los EE.UU. –y siempre que, no lo olvidemos, Castro fue rechazado por estos tras su visita a Washington–. En 2014 se prestó a ser de nuevo el vocero de los países imperialistas a los que está atado igualmente –Rusia y China–, aunque también manifiesta esperanzas y habla bien de los líderes estadounidenses como Barack Obama, creyendo en la reforma del imperialismo yankee y pidiendo su inversión en la isla. Entonces, queda claro que no deberíamos molestarnos en saber si el señor Castro realmente se daba cuenta o no de las tonterías que soltaba, sino que nos basta con el hecho de que cometió una y otra vez la felonía como es hacer de propagandista y agente de los imperialistas. 

Algunos, a estas alturas de la película, todavía no parecen haberse dado cuenta de que, como demuestra la historia, los pueblos no pueden apoyarse en las potencias imperialistas para su emancipación social. Pero, claro, ¡esto es complicado cuando el sujeto no sabe ni siquiera identificar a los imperialismos de su época llegando, incluso, atisbar conatos de «antiimperialismo» o «socialismo» en ellos! Realmente, los castristas y aquellos que apoyan esta línea convierten su postura política en una tragicomedia.

Esto se ve en declaraciones como las que sigue:

«El auge de la República Popular China supone la apertura de una ventana de oportunidad para nuestras dos naciones, Venezuela y España, en lo que respecta a poder salir de los yugos imperialistas depredadores que las atenazan». (Santiago Armesilla; Venezuela y la Leyenda Negra: mentiras e Historia de España, 2020)

«José Luis Centella: Se ha demostrado la prioridad del sector público, una planificación de la economía bajo diversas formas. (…) Se ha demostrado que la propiedad privada y la economía de mercado se ponen siempre al servicio del control estratégico del poder público, del gobierno. (…) De manera que la redistribución de la riqueza se plantea desde una sinergia entre el sistema socialista y una economía de mercado socialista que permite liberar las fuerzas productivas». (Partido Comunista de España; Acto «China en el nuevo escenario mundial», 19 de octubre de 2020)

«Todos estos hechos ponen manifiesto la superioridad de una sociedad con la economía planificada como la China que, finalmente y tras una batalla ejemplar en la que las personas fueron el centro de toda su gestión, no solo ha sido capaz de vencer la pandemia, sino que está en condiciones de ofrecer, junto a Cuba y sus brigadas médicas, su solidaridad internacionalista al mundo. HOY VENCER AL COVID-19. MAÑANA DERROTAR AL CAPITALISMO». (Partido Comunista de todos los Pueblos de España; 200.000 millones, no es un escudo, es un plan de rescate empresarial con un limitado anexo social, 2020)

El mensaje de los revisionistas cubanos y Cía. supone una arenga al proletariado mundial para que confíe el mantenimiento de la paz en las clases burguesas de los países imperialistas competidores del imperialismo estadounidense; es decir, los imperialistas rusos y chinos. Algo erróneo a todas luces, pues:

«Sólo cuando hayamos derribado, cuando hayamos vencido y expropiado definitivamente a la burguesía en todo el mundo, y no sólo en un país, serán imposibles las guerras». (Vladimir Ilich Uliánov; El programa militar de la revolución proletaria, 1916)

Sin duda hay un abismo entre el leninismo y el castrismo.

Pero esto no acaba aquí. ¿Quién no ha visto las declaraciones de «Granma» santificando la «vía china al socialismo» e incluso el gracioso denominador del «socialismo de mercado chino», en un alarde de recuperación de tesis revisionistas y hasta premarxistas de «inclusión del socialismo en el capitalismo»?

«Para cumplir ese propósito, afirmaron, China ya ha escogido su propia senda del desarrollo: el socialismo con peculiaridades chinas, en armonía con la naturaleza, con sus vecinos y con el mundo. (...) China ha adecuado con éxito las reglas del mercado a sus condiciones y necesidades concretas, sin abandonar el imperativo socialista de que nadie debe quedarse atrás». (Granma; Claudia Fonseca Sosa; China y la materialización de un sueño, 26 de junio del 2014)

Cuba nunca denunció el camino socialimperialista [5] en el cual se encaminaba claramente China a inicios de los 70, ni mucho menos el componente teórico que guiaba tal camino como fue el Pensamiento Mao Zedong, núcleo del revisionismo chino. Lejos de eso, se ha apoyado cada vez más en el país asiático lo que en el caso cubano redunda en apagar la crítica a cualquier régimen que le apoye política, económica o ideológicamente, como ya sabemos con otros ejemplos históricos de partidos y gobiernos a los que el revisionismo cubano ha rehusado denunciar por conveniencia oportunista.

¿Para más inri, alguien ha visto acaso a Castro u otro representante del gobierno cubano condenar los lineamientos ideológicos antimarxistas del revisionismo moderno del llamado «socialismo del siglo XXI», que además son países inundados por las multinacionales y los proyectos de potencias imperialistas?

«Desde el balcón del Palacio de Miraflores, celebrando la contundente victoria electoral, Hugo Chávez Frías proclamó que los que habían votado por él lo habían hecho por el socialismo. También Chávez ha señalado la necesidad de avanzar hacia el socialismo del siglo XXI, un socialismo autóctono fundado en las realidades de nuestro tiempo y de nuestros pueblos. Va quedando atrás, para siempre, el «socialismo» del siglo XX europeo, aquel vencido «socialismo real» que no lo fue porque, precisamente, no fue socialismo. Recojamos las enseñanzas que de ello se derivan». (Armando Enrique Hart Dávalos; El «socialismo del siglo XXI», 8 de septiembre del 2007)

¿Y bueno señores, algunos de vosotros llegados a esta parte aún están en estado de shock y necesitan más pruebas que las piezas les encajen y desengañarse definitivamente? Bien, proporcionemos las últimas piezas del puzzle. Lanzamos las siguientes preguntas al lector que todavía duda:

¿Qué aguarda a un régimen que se ha pasado décadas basando toda su propaganda en pedir una solidaridad en la lucha contra el imperialismo –el estadounidense– al que ahora embellece debido a que busca como cerrar su acercamiento diplomático y por extensión acuerdos económicos? [6]

¿Qué coherencia revolucionaria y antiimperialista se puede esperar de un gobierno, que como decimos siempre, si bien no está neocolonizado por los Estados Unidos si lo está por otros imperialismos como el español cuyas inversiones campan a sus anchas por Cuba? [7]

Qué esperar de un dirigente que en «sus años de mozo» propagaba teorías extraídas del arsenal ideológico de los imperialismos occidentales como la teoría de la búsqueda del «nuevo orden económico mundial» [8], pidiendo limosnas económicas a los países imperialistas e industrializados.

Qué esperar de unos líderes tercermundistas que siempre negaron que el único orden económico que puede soluciona los problemas inherentes al capitalismo es la revolución proletaria, la industrialización y la planificación del socialismo marxista-leninista... que siempre tratará de hacer al país lo más autosuficiente posible, siendo esta la única forma de defender efectivamente la soberanía político-económica nacional.

Qué esperar de aquel que siempre ha apoyado a las teorías imperialistas recogidas por el revisionismo yugoslavo como la de los «países no alineados» [9] –aún existente–, que intentaba tapar la clara alineación de los países dependientes por su propia dependencia de los países imperialistas –un circo del cual Cuba formo parte en primera fila, desde donde defendía las tesis del socialimperialismo soviético debido precisamente a su alineamiento y encuadre en la política revisionista del jruschovismo–.

Qué esperar de quien apoyó obviamente las teorizaciones jruschovistas-brezhnevistas del socialimperialismo soviético como la famosa «división internacional del trabajo» y la «soberanía limitada» [10]: llegando a justificar los chantajes y agresiones del socialimperialismo en terceros países de su «campo socialista» o de países que pretendía integrar en él. O sino recordemos su apoyo a la teoría de los países de «vía no capitalista y orientación socialista» [11], que compraba el argumento del revisionismo soviético de que cualquier clase social, con o sin la dirección del partido comunista, podían encaminarse al «socialismo», y ayudaba a engañar al proletariado mundial con el carácter de clase de esos regímenes.

Qué esperar de aquel que se adhería a las teorizaciones del revisionismo chino que fueron creadas para consolidar el propio socialimperialismo chino como la teoría de los «tres mundos» [12], que como su hermana de los «no alineados» borraba las diferencias de clase dentro de los pretendidos Estados «no alineados» o del «tercer mundo» y minimizaba los evidentes lazos económicos, políticos y culturales de esos países con los imperialismos. Teorización infame, que para quien lo desconozca está sancionada en la constitución de Cuba de 2019, donde se «Promueve la unidad de todos los países del Tercer Mundo». Aquel que adoptó la teoría maoísta y premarxista de que «la agrictultura era la base de la economía», condenando así al país a la vieja explotación del azúcar y al neocolonialismo.

3) Este nuevo escándalo viene precedido de la ya de por sí lamentable actuación de su hermano y compinche ideológico Raúl Castro en la VII Cumbre de las Américas [13], en la cual se desvivió por darle un lavado de cara a Barack Obama –como si desde 2008 a 2015 no hubiera sido culpable de ninguna de las políticas imperialistas de los Estados Unidos– o tratando de embaucar a las masas populares americanas sobre el carácter del gobierno de Dilma Rousseff presentándolo como interesado en el bienestar general –creyendo que los trabajadores son estúpidos y no ven los problemas que precisamente tal gobierno ha provocado y la respuesta de repulsa del pueblo trabajador brasileño–:

«Y esta posición traicionera a los intereses de clase proletarios mundiales no es algo nuevo: la política internacional del revisionismo cubano siempre ha sido igual, apoyar a los regímenes que le convienen». (Equipo de Bitácora (M-L); Algunas reflexiones sobre los discursos en la VII Cumbre de las Américas, 23 de abril del 2015)

También este artículo presente de Castro viene precedido de la reciente y ridícula invitación al Patriarca Kirill [14], máximo representante de la Iglesia Ortodoxa rusa, a visitar Cuba. ¿Qué beneficios puede reportar la visita de uno de los mayores transmisores de prejuicios e idealismo religioso de Rusia? El mismo tipo de «beneficios ideológicos» que ha traído para la «cultura proletaria» cubana el advenimiento en su día del reconocido anticomunista Papa Juan Pablo II. De hecho tal evento sólo es la continuación de las «peregrinaciones» de estos «pajarracos» a tierras revisionistas, que por otro lado viene a reforzar las arraigadas creencias idealistas-religiosas que dominan Cuba: la santería, el catolicismo, y ahora el cristianismo ortodoxo al que se dice que se le va a construir iglesias. Continuarán pues, los ritos, concepciones y creencias arcaicas que lejos de erradicarse en Cuba se promueven, retrasando cualquier indicio de progreso social en materia cultural. Por supuesto los revisionistas cubanos a imitación de sus ídolos titoistas como Milovan Đilas o Edvard Kardelj, reclaman que la religión no supone un problema en la conciencia de las personas para construir el socialismo, y al igual que sus amigos «juches» Kim Il Sung o Kim Jong Il se atreven a aceptar la religión como parte de sus sociedades presuntamente socialistas –capitalista y burguesa a todas luces–, e incluso como hicieran los revisionistas argelinos –de Ben Bella–, libios –como Gadaffi– o nicaragüenses –como Daniel Ortega– se atreven mezclar abiertamente la religión nacional en su doctrina política para mantener dominadas a las masas trabajadoras. Recordemos que:

«Es un hecho bien conocido que la ideología religiosa siempre sirve y ayuda a las clases explotadoras para robar y oprimir a las masas trabajadoras. Esta es una herramienta para criar el sentimiento de impotencia en la gente ante el sufrimiento, la desgracia y la miseria. La ideología religiosa nubla la mente humana y paraliza su voluntad para la transformación de la naturaleza y la sociedad. Esta es la razón por la que Marx, como es bien conocido, comparó la religión con el opio. (...) Precisamente a causa de que la religión desempeña un papel reaccionario es la razón por la que ha gustado y cuenta con el apoyo de las clases dominantes. El lenguaje del capitalista, el revisionista, y el clérigo reaccionario es esencialmente la misma. El partido marxista-leninista no puede conciliar con la ideología religiosa y su influencia. La base teórica de la política y del programa del verdadero partido de la clase obrera es la filosofía marxista-leninista y no el idealismo y la religión. La lucha de clases para la construcción del socialismo no puede separarse de la lucha contra la religión». (Enver Hoxha; La autogestión yugoslava; teoría y práctica capitalista, 1978)

En términos reales la religión nunca va a aportar ningún beneficio a la sociedad cubana, quien niega esto y apoya la religión o cualquier otro rasgo reaccionario del gobierno cubano aludiendo a presuntas especificidades del país, es un vulgar oportunista, sirve como apologista de los nacionalistas, pero no como marxista-leninista. 

4) ¿Es la primera vez que Castro tiene estas posiciones antistalinistas? Ni mucho menos.

«Creo que la política de Stalin en vísperas de la guerra fue una política totalmente errónea. (...) La URSS se ve muy atemorizada frente a aquella maniobra, veía que Hitler penetraba en el Danubio y en lugares estratégicos y nada, se le toleró todo aquello. Claro, eso estimuló el expansionismo de Hitler y el temor de Stalin, que lo lleva a algo que yo toda mi vida criticaré, porque pienso que fue realmente una violación flagrante de principio: buscar a toda costa la paz con Hitler para ganar tiempo. Nosotros en nuestra larga vida revolucionaria, en la historía ya relativamente larga de la Revolución Cubana, jamas hemos negociado un solo principio para ganar tiempo ni para ninguna ventaja de tipo práctico. Creo que aquello fue un error garrafal. No voy a decir que fuera su exclusiva culpa, creo que toda la política occidental lo arrastró hacia esa posición; pero él cae en aquel famoso Pacto Molotov-Ribbentrop, cuando ya los alemanes estaban empezando a exigir la entrega del corredor de Dantzig; hicieron una serie de exigencias sobre Polonia y en ese momento se produce el pacto. Toda mi vida, desde que he tenido conciencia política y conciencia revolucionaria, al analizar esos hechos, me pareció un enorme error cometido por la política exterior sovietica, cometido por Stalin en esos años en vísperas de la guerra.pienso que, ademas, el pacto de no agresión, lejos de dar tiempo, redujo el tiempo, porque en definitiva se desató la guerra. Claro que cuando Hitler ataca a Polonia, Inglaterra y Francia se quedaron sin ninguna otra alternativa, y se desato la guerra. ¿Qué consecuencias trajo la guerra? Todas aquellas acciones militares relámpago de Hitler, la invasión sucesiva de Noruega, posteriormente la ocupación de Bélgica y Holanda, el ataque a Francia, la derrota de Francia e Inglaterra en el territorio continental. Se incrementa el poderío de Hitler en toda Europa; entra oportunistamente Mussolini en la guerra creyendo que era el momento en que se desplomaba Francia, y cada mes que pasaba Hitler era más poderoso, cada mes que pasaba tenía más recursos humanos, más recursos materiales, combustibles, minerales, todo, y se iba haciendo un enemigo mucho más poderoso para la Unión Soviética». (Fidel Castro; Entrevista con Tomas Borge, 1992)

Sin duda que alguien como Castro nos hable de que los líderes cubanos jamas han negociado un solo principio para ganar tiempo ni para ninguna ventaja de tipo práctico, es cuanto menos, de risa. En resumidas cuentas, Castro rechaza la aceptación del Pacto Molotov-Ribbentrop.

Estas acusaciones hacia Stalin casualmente, coincide con las del maoísmo. Pero repasemos un poco de historia:

«La mayoría de los historiadores burgueses acepta que la actividad política de Stalin en vísperas del conflicto fue absolutamente genial y fue coronada por el éxito. No renuncian, sin embargo, a rodear esta política de cierto halo «maquiavélico» y «sin principios» para desprestigiar a Stalin en el plano de la «moral», para transformarlo todo en un turbio complot. 

En realidad los éxitos de Stalin en esta época se deben sin duda alguna a la aplicación por su parte de una política de principios, es decir, una política basada en criterios científicos marxista-leninistas y movida por el deseo de servir la causa revolucionaria del proletariado. 

Stalin supo apreciar desde un primer momento que la guerra que se iba aproximando tenía su origen en las contradicciones ínter imperialistas y en particular en la voluntad expansionista de la Alemania hitleriana cuyo potencial económico y militar requería un nuevo reparto del mundo entre las distintas potencias imperialistas. Stalin supo apreciar también que esta situación encerraba graves peligros para la URSS. Efectivamente la Unión Soviética –el primer país socialista del mundo– constituía, en el marco de las contradicciones a escala mundial, el enemigo de todas las potencias imperialistas; surgía por lo tanto el peligro de que la agresión hitleriana se desencadenara directamente en contra de la URSS, con el beneplácito de los mismos «adversarios» imperialistas de Alemania –las potencias imperialistas occidentales–. Por otra parte, éstas, no podían permitir un excesivo reforzamiento de Alemania, ni siquiera a expensas de la Unión Soviética. Pero podían aplazar su intervención en el conflicto hasta el momento en que lo estimaran más oportuno, reservando sus fuerzas, haciendo que el peso de la guerra recayera en primer lugar completamente sobre la URSS, desgastándola, al mismo tiempo que se debilitaría también Alemania. 

Stalin interpretó en este sentido el constante retroceder –hasta 1939– de las potencias occidentales ante el chantaje nazi-fascista. Su opinión era que este retroceder no era producto de la debilidad –como se debía demostrar más tarde, el Occidente era muy fuerte– sino del designio –sobre todo por parte del imperialismo británico– de evitar un conflicto con Alemania antes de que ésta entrara en guerra con la URSS. 

«¿Cómo ha podido ocurrir que los países no agresores que disponen de formidables posibilidades, hayan renunciado tan fácilmente y sin resistencia a sus posiciones y a sus compromisos en favor de los agresores? (...) La causa principal es que la mayoría de los países no agresores, y ante todo Inglaterra y Francia, renuncian a la política de la seguridad colectiva, a la política de resistencia colectiva a los agresores; que pasan a las posiciones de no intervención, a las posiciones de «neutralidad». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Informe ante el XVIIIº Congreso del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética, 10 de marzo de 1939) 

 Pero ¿se trataba de una auténtica política de neutralidad? Stalin contestaba que no: 

«En la política de no intervención se trasluce la aspiración, el deseo, de no impedir a los agresores que lleven a cabo su obra funesta; no impedir, por ejemplo, que el Japón se enrede en una guerra contra China, y mejor aún contra la Unión Soviética; no impedir, por ejemplo, que Alemania se hunda en los asuntos europeos, se enrede en una guerra contra la Unión Soviética; hacer que todos los beligerantes se empantanen profundamente en el cieno de la guerra, alentarlos para esto por debajo de cuerda, dejarles que se debiliten y agoten entre si, para luego, cuando ya estén suficientemente quebrantadas, aparecer en la liza con fuerzas frescas, intervenir, claro está, «en interés de la paz»y dictar a los beligerantes, ya debilitados, las condiciones de la paz». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; Informe ante el XVIIIº Congreso del Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética, 10 de marzo de 1939) 

La guerra de España, la agresión italiana en contra de Abisinia, la invasión japonesa de China y de Manchuria, la ocupación de Austria, de los Sudetes y por fin la conferencia de Munich y su desarrollo, confirmaron esta afirmación. En una primera fase, Stalin se orientó hacia una alianza de tipo defensiva con Francia e Inglaterra. El objetivo era el de desalentar a Hitler quitándole toda ilusión de poder enfrentarse a sus enemigos por separado. Pero los británicos perseguían justamente el objetivo de un enfrentamiento separado y frontal entre la URSS y la Alemania nazi. Hasta abril de 1939 los soviéticos insistieron en lograr esta alianza. El 17 de abril propusieron a Francia e Inglaterra un pacto de no agresión y de reciproco apoyo. Pero la respuesta inglesa fue inaceptable. Los ingleses pretendían de parte de la URSS una intervención inmediata en el caso de producirse una agresión en contra de Francia y de Inglaterra, pero no aceptaban una actitud correspondiente en el caso de una agresión alemana contra la URSS o en contra de los Estados del Báltico. 

Bajo estas circunstancias y en estas condiciones, un pacto con Francia e Inglaterra, lejos de desalentar a Hitler, le orientaría justamente en dirección de una agresión en contra del país de los Soviets. Por ello Stalin acabó inclinándose por un pacto con Alemania. Si la actitud inglesa hacía imposible un frente común entre los países que constituían el blanco potencial de las miras expansionistas alemanas, había que evitar que la URSS se convirtiera en el primer objetivo de la agresión nazi. Stalin entendió inmediatamente que este objetivo era alcanzable porque Alemania, que se encontraba cercada, no podía no valorar positivamente el ofrecimiento de la URSS; Hitler, además, presionaba sobre Polonia, y tenía interés en que la URSS mantuviera una actitud neutral. 

Este fue, muy en resumen, el trasfondo del pacto Von Ribbentrop-Molotov. Y este pacto precisamente ha dado origen a un sin fin de interpretaciones calumniosas y de falsas «teorizaciones». 

En su apreciación de las circunstancias Stalin se basó en un análisis de clase marxista-leninista. En primer lugar supo valorar a los adversarios de la URSS por lo que eran: potencias imperialistas agresivas. Stalin rehuyó cualquier análisis mecanicista y en su apreciación no se encuentra rasgo alguno de las brumosas y confusas teorías acerca del supuesto «ascenso» o «descenso» de éste o aquél imperialista como lo hacen hoy los revisionistas chinos. Stalin sabía muy bien que el conflicto que se acercaba podía asumir formas distintas y que no podía formularse una previsión exacta sobre «quién atacaría a quién». Por ello no encerró la política exterior de la URSS en un molde estrecho, basado en ideas preconcebidas sobre el desarrollo de los acontecimientos futuros. Su preocupación primordial fue: 1) mantener a la URSS al margen del conflicto, si ello resultaba factible; 2) hacer que la URSS, en caso de verse implicada en la guerra, interviniera en las mejores condiciones posibles.

El segundo punto implicaba la necesidad de «ganar tiempo» y la idea de evitar el aislamiento de la URSS y, sobre todo, su intervención en la guerra en una situación de inferioridad y sin aliados. Para lograr estos objetivos, debido a la naturaleza de clases del enemigo y de los potenciales aliados, había que mantener la absoluta independencia de acción de la política soviética, adaptándola al desarrollo de los acontecimientos. 

Aunque Stalin sabia que Alemania representaba el principal peligro de agresión en contra de su país, entendió perfectamente que las contradicciones entre la URSS y Alemania eran de naturaleza distinta de las contradicciones entre Alemania y los demás países imperialistas; por ello jamás consideró a las potencias occidentales como aliados «naturales» de la URSS y supo crear las condiciones de la alianza con espíritu táctico, sacando todas las ventajas posibles a partir de una postura independiente, sin encajonarse en una «alianza» predeterminada que muy probablemente le hubiera dejado solo frente al enemigo». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Biografía política de Stalin, 1979)

En el diario de Dimitrov se registra como después de firmar el pacto de no agresión con Alemania de 1939. Stalin decía el 7 de septiembre de 1939: «El pacto de no agresión es hasta cierto punto una ayuda de Alemania». «Nosotros preferimos acuerdos con los llamados países democráticos». «¡Pero Inglaterra y Francia querían paja para sus graneros sin coste alguno!». Sobre la política exterior de las potencias occidentales y la URSS. Recomiendo el artículo de Bill Bland sobre el Pacto de no agresión soviético-alemán de 1939 y el de la Guerra de Finlandia de 1940.

El 25 de noviembre de 1940 la URSS ofrecería un pacto de asistencia y cooperación mutua a la Bulgaria del rey Boris, la cual fue rechazado y finalmente sufriría la invasión de la Alemania nazi. Si Stalin hubiera querido «no molestar» a la Alemania nazi, es bastante obvio que la Internacional Comunista (IC) no hubiera emitido el 1 de mayo un comunicado donde se decía que la Segunda Guerra Mundial era una guerra imperialista entre potencias que habían instigado las unas a las otras el atacar a la URSS, se hubiera ahorrado el citar que países como Grecia, China o Yugoslavia, en cambio eran pueblos que luchaban una lucha justa por su independencia –la primera invadida por Italia y la segunda por Japón y la tercera por Alemania–. ¿Qué tenía que ganar la URSS con esa declaración después de la guerra fronteriza con Japón de 1939 o la Guerra de Invierno con Finlandia de 1939-40? Absolutamente nada. En el propio diario de Dimitrov así como otros documentos oficiales y no oficiales se registra la ayuda que los soviéticos otorgaron a los comunistas de varios países: Grecia, Francia, China, Yugoslavia, Bulgaria, Polonia... la lista es interminable.

Esto desmonta eso que trata de presentar Castro sobre que Stalin no hizo nada para parar a Hitler o para ayudar a los países agredidos por el nazismo. Se puede discutir si la política soviética era la más adecuada, pero no negar la historia en sí.

Igualmente, resulta gracioso ver a Castro decir estas cosas, no solo porque él haya sido el ejemplo clásico de un demagogo sumiso al imperialismo, sino porque en muchas ocasiones los voceros del revisionismo cubano han tratado de distorsionar varios episodios de la historia para justificar sus actuales pactos cubanos contra los imperialistas:

«Todos los partidarios de la teoría de los «tres mundos», para justificar sus compromisos sin principio con el imperialismo estadounidense y la burguesía internacional, especulan, tergiversando la verdad histórica, con el pacto de no agresión soviético-alemán de 1939, así como con la alianza anglo-soviético-estadounidense durante la Segunda Guerra Mundial.

El pacto soviético-alemán de no agresión era una manera hábil de aprovechar las contradicciones interimperialistas por parte de Iósif Stalin. En esa época la agresión hitleriana contra la Unión Soviética era inminente. Era el periodo en que la Alemania nazi había invadido Austria y Checoslovaquia, y la Italia fascista Albania, en que se había realizado los Acuerdos de Múnich de 1938 y la máquina de guerra alemana avanzaba velozmente hacia el Este. La Unión Soviética concluyó con Alemania no una alianza sino un pacto de no agresión, después de que las potencias occidentales se negaran a responder al llamamiento de Stalin a actuar conjuntamente con el Estado soviético para frenar a los agresores nazifascistas, y cuando se vio claramente que estas potencias azuzaban a Hitler contra el país de los soviets. El pacto soviético-alemán de 1939 frustró estos planes y dio tiempo a que la Unión Soviética se preparase aún más en adelante para enfrentar la agresión nazi.

En lo referente a la alianza anglo-soviético-estadounidense, es sabido que fue concluida cuando la Alemania hitleriana, después que había ocupado Francia y estaba en guerra con Inglaterra, desencadenó su feroz agresión contra la Unión Soviética, cuando la lucha contra las potencias del Eje adquirió un claro y acentuado carácter antifascista y libertador. Hay que recalcar que en aquel tiempo, Iósif Stalin y la Unión Soviética nunca y en ningún caso preconizaron y llamaron al proletariado y a los partidos comunistas a que desistieran de la revolución y se unieran con la burguesía reaccionaria. Incluso cuando Earl Browder renunció a la lucha de clases y predicaba la conciliación de clases, porque supuestamente así lo exigían los intereses de la alianza anglo-soviético-estadounidense, fue estigmatizado por Stalin y el movimiento comunista como revisionista y renegado de la revolución Véase la obra de Enver Hoxha: «Eurocomunismo es anticomunismo» de 1980.

Como se ve, nada justifica los compromisos y las alianzas sin principio de los chinos con el imperialismo estadounidense y con las diversas fuerzas reaccionarias. La analogía histórica que quieren hacer los revisionistas chinos es infundada». (Enver Hoxha; El imperialismo y la revolución, 1978)

5) La pregunta sería: ¿queda alguien con agallas para defender tanto trabajo contrarrevolucionario de décadas; y a tales defensores de las más variopintas causas imperialistas y revisionistas?

Esta nueva declaración demuestra por enésima vez lo que los marxista-leninistas hemos repetido: ni Fidel Castro ha sido nunca marxista-leninista, ni en Cuba se ha desarrollado una revolución socialista, pues como hemos dicho siempre: ni un partido marxista-leninista nace de la unión de partidos no marxistas –como fueron los que compusieron el Partido Comunista de Cuba– ni los líderes marxista-leninistas se hacen en unas semanas –por lo que nadie cree la epifanía de Fidel de volverse marxista-leninistas y menos bajo el estudio de las obras de los jruschovistas–, por ende, el socialismo no se construye espontáneamente con conceptos revisionistas del marxismo-leninismo, creer lo contrario, es banalizar el marxismo-leninismo.

El joven barbudo Castro no pasó nunca de haber sido un peón en el ajedrez mundial del socialimperialismo soviético, un nacionalista populista de los muchos que hubo en los años 60 disfrazándose de marxistas por moda, un titoista campeón del no alineamiento y un maoísta tercermundista. Como vemos los desarrollos de hoy para el revisionismo cubano son igual de canallas pero con el detalle que algunas de las piezas del tablero han cambiado.

Como último colofón a esta broma de artículo, Fidel Castro hasta para parecer marxista-leninista se muestra como un demócrata burgués; los marxista-leninistas no «pedimos nuestro derecho a ser marxista-leninistas» como dice en su articulo, sencillamente lo somos, lo ejercemos sin más, sin pedir permiso a la burguesía, moleste a quién moleste. Tampoco no es una opción que se escoge entre las variadas doctrinas existentes, no es que nos sea una opción a elegir, pues sabemos que en realidad es la única opción posible dentro de la pugna entre revolución y reacción, que es la única vía si queremos estar en consonancia con nuestra conciencia revolucionaria y nuestro espíritu de honestidad y justicia.

***

Con razón Enver Hoxha dijo en su día que uno de los requisitos de todos los pueblos y en especial de los pueblos latinoamericanos era superar la mistificación creada por el castrismo y otras ideologías revisionistas y sumisas al imperialismo:

«Para realizar estas tareas, llevar a cabo la revolución, conquistar la completa independencia nacional, instaurar las libertades democráticas y el socialismo, deben luchar en muchas direcciones, contra la oligarquía burguesa y latifundista nativa, contra el imperialismo estadounidense, así como contra los diversos servidores del capital, del imperialismo y del socialimperialismo, tales como los revisionistas pro soviéticos y castristas, los revisionistas pro chinos, los trotskistas y otros». (Enver Hoxha; El imperialismo y la revolución, 1978)

El castrismo es una ideología barata infecta de tercermundismo y demagogia pseurevolucionaria, en su día fue bien refutada por los marxistas, pero ante la avalancha del triunfo general del revisionismo, fue rehabilitada en casi todos los lugares, es menester volver a desmontarla de arriba a abajo, barriendo al paso a todo sentimentalista que ante las evidencias siga defendiendo a bufones como Castro». (Equipo de Bitácora (M-L); Crítica a la última broma de Fidel Castro en el 70 aniversario de la victoria soviética sobre el fascismo, 9 de mayo de 2015)

Anotaciones de Bitácora (M-L):



[3] Mijaíl Kilev; Sobre la preparación para la defensa del país y de la Gran Guerra Patria, dirigidas por I. V. Stalin, 1997

[4] Para ver el carácter imperialista de Rusia, recomendamos el artículo de Emiliano Cervi y Salvatore Vicario «Sobre el imperialismo ruso» de 2014

[5] Para ver el carácter socialimperialista de China, recomendamos la lectura de la obra de Vincent Gouysse: «El despertar del dragón» de 2010.

[6] Equipo de Bitácora (M-L); Sobre el acercamiento de Cuba y EEUU [Recopilación Documental], 2014

[7] Equipo de Bitácora (M-L); Crítica al artículo: «La nueva Ley de Inversión Extranjera en Cuba romperá con el bloqueo fuera de EEUU», 2014

[8] Teoría del nuevo orden económico [Etiqueta del blog Bitácora Marxista-Leninista con varias entradas y documentos sobre tal rama del revisionismo]

[9] Teoría de los países no alineados [Etiqueta del blog Bitácora Marxista-Leninista con varias entradas y documentos sobre tal rama del revisionismo]

[10] Vincent Gouysse; Las teorías del socialimperialismo soviético para engañar a los pueblos y justificar su explotación neocolonial, 2007

[11] Nesti Karaguni; La esencia reaccionaria de la teoría revisionista soviética de la «orientación socialista», 1984

[12] Teoría de los tres mundos [Etiqueta del blog Bitácora Marxista-Leninista con varias entradas y documentos sobre tal rama del revisionismo]


3 comentarios:

  1. Fidel tendria que haber Industrializado Cuba cuando pudo, ahora tiene que agarrarse a los imperios de europa y asia no le queda otra. Aun asi respeto mucho a Fidel como comandante de la revolucion aunque luego de leer un texto sobre Cuba hoy hace poco me decepciono las politicas poco comunistas o mejor dicho poco lucidas de Fidel. Me sorprende que un tipo como el prefiera vivir de azuar y no de industrias.

    Saludos!

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  2. Ajuan como hemos explicado en todos nuestros documentos (precisamente apoyándonos muchas veces en declaraciones de los cubanos y simpatizantes) el modelo económico de Cuba tras la toma de poder del movimiento 26 de julio fue la teoría maoísta de "tomar la agricultura como base de la economía", esa forma de ver la economía fue acompañada de la adhesión a la teoría imperialista de la división internacional del trabajo, que en formas revisionistas, los jruschovistas-brezhnevistas la decoraron con el nombre de la "división socialista internacional del trabajo", empezando los 80 se abrió las puertas al capital extranjero y pasados los 90 la economía es estructuró tomando el turismo como base fundamental del sustento económico cubano. Cuba por tanto no ha tenido ni tiene actualmente la intención de construir una industria, las teorías económicas revisionistas no son de ahora, al igual que los conceptos sobre todos temas como partido, lucha de clases, cultura proletaria, no son revisiones de ahora, sino de siempre, solo que con el tiempo mutan: si por ejemplo en los 60 hacían propaganda para que los pueblos se unieron al socialimperialismo soviético ahora lo hacen para Rusia.

    Todo esto lo puedes ver en los documentos de las anotaciones.

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  3. Toda la Secreta fortuna sobre FideL Castro pasa por el Havana InternationaL Bank de Londres,fundado en Gran Bretaña desde eL 3/0ctubre/1972 pues fue un 0portunista Burgués Simpatizante con eL Yugoslavo TlT0

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