«La aguda crítica y la autocrítica no causarán daño al partido. Lo fortalece ideológicamente. La ocultación de los errores sí es lo que puede debilitar al partido. Por otra parte, la defensa a ultranza de las posiciones equivocadas crea un grave peligro que, si no se toman medidas, puede dar lugar a una crisis aguda que causa enorme e irreparable daño no sólo al partido, sino a todo el país. (…) Debemos atesorar, como la niña de nuestros ojos, los logros ideológicos valiosos del Partido Obrero Polaco, su espléndida y gloriosa tradición de lucha contra los invasores, su trabajo creativo para sentar las bases de la Polonia Popular para la cual miles de miembros de nuestro partido sacrificaron sus vidas o dieron generosamente su trabajo. Nuestro partido tiene a sus líderes en alta estima, aprecia su contribución al trabajo y la lucha del partido y tiene confianza en ellos. Sin embargo, los considera sólo como ejecutores de la idea que guía el partido y la clase obrera. El partido pone la lealtad a la idea de la revolución y de la vigilancia hacia cualquier intento de contrabando de influencias ajenas nacionales o extranjeras, lo que es algo superior al apego personal a personas del partido. Ahí radica la fuerza de nuestro partido, que basará su trabajo no en el principio de líder, sino, sobre todo, de los esfuerzos colectivos de la población activa y todos los miembros». (Bolesław Bierut; Para lograr la completa eliminación de las desviaciones derechistas y nacionalistas, 1948)
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