«El capitalismo de Estado fue al lado del sector socialista, una forma de organización económica adoptada por la Unión Soviética al salir de la guerra civil, cuando la economía debilitada exigía el concurso de los capitalistas rusos y extranjeros en ciertos límites y por un tiempo determinado bajo el control del Estado proletario. Lo importante a retener es que, el capitalismo de Estado, retroceso provisionalmente necesario, no representó en ningún caso una forma de transición hacia el socialismo, habiendo sido éste realizado por la ampliación del sector socialista y el desarrollo de la cooperación campesina. (...) En la producción capitalista de Estado los beneficios van a parar a manos de los capitalistas y que esta forma de producción está basada en la existencia de dos clases antagónicas: la burguesía que posee los medios de producción y el proletariado, explotado, que los hace funcionar. Sin embargo en los países de democracia popular sólo la clase obrera está representada en las empresas del Estado, y esta clase, aliada a todas las categorías de trabajadores, posee los principales instrumentos y medios de producción. Es decir, que las empresas del Estado no trabajan para los capitalistas, sino para el mejoramiento de la situación material de los trabajadores». (Naum Farberov; Las democracias populares, 1949)
martes, 29 de abril de 2014
El capitalismo de Estado no significa la construcción del socialismo
«El capitalismo de Estado fue al lado del sector socialista, una forma de organización económica adoptada por la Unión Soviética al salir de la guerra civil, cuando la economía debilitada exigía el concurso de los capitalistas rusos y extranjeros en ciertos límites y por un tiempo determinado bajo el control del Estado proletario. Lo importante a retener es que, el capitalismo de Estado, retroceso provisionalmente necesario, no representó en ningún caso una forma de transición hacia el socialismo, habiendo sido éste realizado por la ampliación del sector socialista y el desarrollo de la cooperación campesina. (...) En la producción capitalista de Estado los beneficios van a parar a manos de los capitalistas y que esta forma de producción está basada en la existencia de dos clases antagónicas: la burguesía que posee los medios de producción y el proletariado, explotado, que los hace funcionar. Sin embargo en los países de democracia popular sólo la clase obrera está representada en las empresas del Estado, y esta clase, aliada a todas las categorías de trabajadores, posee los principales instrumentos y medios de producción. Es decir, que las empresas del Estado no trabajan para los capitalistas, sino para el mejoramiento de la situación material de los trabajadores». (Naum Farberov; Las democracias populares, 1949)
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