viernes, 31 de enero de 2014

Anexo II: Un nuevo libro de Vandervelde sobre el estado; Lenin, 1918

«Un marxista debería aclarar que sólo traidores al socialismo podrían actualmente eludir el explicar que es imprescindible la revolución proletaria —del tipo de la Comuna, del tipo de los Soviets o, supongamos, de un tercer tipo—, que es imprescindible prepararse para ella, hacer entre las masas propaganda para la revolución, rebatir los prejuicios pequeñoburgueses contra ella, etc». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; La revolución proletaria y el renegado Kautsky, 1918)


Sólo después de haber leído el libro de Kautsky ha llegado a mis manos el de Vandervelde: «El socialismo contra el Estado» —París, 1918—, Aun sin quererlo, se impone la comparación de ambos libros. Kautsky es el guía ideológico de la II Internacional (11:89-1914). Vandervelde, su representante oficial, como presidente que es del Buró Socialista Internacional. Los dos simbolizan la plena bancarrota de la II Internacional, los dos encubren «hábilmente» con palabrejas marxistas, con toda la destreza de duchos periodistas, esa bancarrota, su propio fracaso y su paso al lado de la burguesía. Uno nos muestra con particular evidencia lo típico del oportunismo alemán que, pesado y teorizante, falsifica burdamente el marxismo, amputándole todo lo que la burguesía no puede aceptar. El segundo es una figura típica de la variedad latina —hasta cierto punto podría decirse euroccidental; es decir, de la Europa situada al oeste de Alemania— del oportunismo dominante, variedad más flexible, menos pesada, que falsifica el marxismo de un modo más sutil, sirviéndose del mismo procedimiento esencial.

Los dos tergiversan de raíz tanto la doctrina de Marx sobre el Estado como la de la dictadura del proletariado, dedicándose Vandervelde más bien al primer problema, y Kautsky al segundo. Los dos velan el nexo estrechísimo e indisoluble que liga ambos problemas. Los dos son revolucionarios y marxistas de palabra, y renegados que hacen todo lo posible por desentenderse de la revolución en la práctica. Ni uno ni otro tienen ni sombra de lo que impregna todas las obras de Marx y Engels, de lo que distingue al socialismo verdadero de su caricatura burguesa: el aclarar las tareas de la revolución, diferenciándolas de las tareas de la reforma, diferenciando la táctica revolucionaria de la táctica reformista, diferenciando el papel del proletariado en la destrucción del sistema, orden de cosas o régimen de la esclavitud asalariada, del papel del proletariado de las «grandes» potencias que comparte con la burguesía una pequeña porción de sus superganancias y superbotín imperialistas.

Veamos unos cuantos argumentos de los más esenciales de Vandervelde para respaldar el aserto.

Vandervelde cita a Marx y Engels con extraordinario celo, como Kautsky. Y como Kautsky, cita de Marx y Engels todo lo que se quiera menos lo que la burguesía en modo alguno puede aceptar, lo que distingue al revolucionario del reformista. Todo lo que se quiera de la conquista del poder político por el proletariado, porque eso lo ha circunscrito ya la práctica a un marco exclusivamente parlamentario. Pero ni una palabra de que Marx y Engels, después de la experiencia de la Comuna, creyeron necesario completar el Manifiesto Comunista, parcialmente anticuado, explicando una verdad: ¡la clase obrera no puede adueñarse simplemente de la máquina estatal existente, tiene que destruirla! Vandervelde, lo mismo que Kautsky, como si se hubieran puesto de acuerdo, guarda completo silencio acerca de lo más esencial de la experiencia de la revolución proletaria, lo que distingue a la revolución del proletariado de las reformas de la burguesía.

Lo mismo que Kautsky, Vandervelde habla de la dictadura del proletariado para desentenderse de ella. Kautsky lo hace, valiéndose de burdas falsificaciones. Vandervelde hace lo mismo con más sutilidad. En el apartado respectivo, el 4, La conquista del poder político por el proletariado, dedica el punto «b» al problema de la «dictadura colectiva del proletariado», «cita» a Marx y Engels —repito que omitiendo lo más importante, lo que se refiere a la destrucción de la vieja máquina estatal democrática burguesa— y concluye:

Anexo I: Tesis acerca de la Asamblea Constituyente, Lenin; 1918

«Para la transición del régimen burgués al socialista, para la dictadura del proletariado, la República de los Soviets de Diputados Obreros, Soldados y Campesinos no es sólo una forma de tipo más elevado de instituciones democráticas —comparándola con la república burguesa ordinaria, coronada por una Asamblea Constituyente—, sino la única forma capaz de asegurar el tránsito menos doloroso al socialismo». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; La revolución proletaria y el renegado Kautsky, 1918)


1. Era completamente justo que la socialdemocracia revolucionaria incluyera en su programa la reivindicación de la convocatoria de la Asamblea Constituyente, porque en una república burguesa la Asamblea Constituyente es la forma superior de democracia y porque al instituir el parlamento la república imperialista, con Kerenski a la cabeza, preparaba una falsificación de las elecciones y numerosas infracciones de la democracia.

2. La socialdemocracia revolucionaria, que reclamaba la convocatoria de la Asamblea Constituyente, desde los primeros días de la Revolución de 1917 subrayó más de una vez que la República de los Soviets es una forma de democracia superior a la república burguesa ordinaria, con su Asamblea Constituyente.

3. Para la transición del régimen burgués al socialista, para la dictadura del proletariado, la República de los Soviets de Diputados Obreros, Soldados y Campesinos no es sólo una forma de tipo más elevado de instituciones democráticas —comparándola con la república burguesa ordinaria, coronada por una Asamblea Constituyente—, sino la única forma capaz de asegurar el tránsito menos doloroso al socialismo.

4. En nuestra revolución la Asamblea Constituyente se reúne con arreglo a listas presentadas a mediados de octubre de 1917, en condiciones que imposibilitan que las elecciones a esa Asamblea Constituyente sean una expresión exacta de la voluntad del pueblo en general y de las masas trabajadoras en particular.

5. En primer término, la representación proporcional no expresa fielmente la voluntad del pueblo sino cuando las listas presentadas por los partidos responden a la división real del pueblo en grupos políticos que sean realmente los mismos que los que se reflejan en las listas. Y es sabido que en nuestro país, el partido que entre mayo y octubre tenía más adeptos en el pueblo y sobre todo entre los campesinos, el partido socialista-revolucionario, que presentó listas únicas a la Asamblea Constituyente a mediados de octubre de 1917, se ha escindido después de las elecciones a la Asamblea Constituyente y antes de que ésta se hubiese reunido. Por eso, incluso desde el punto de vista formal, la composición de los elegidos a la Asamblea Constituyente no responde ni puede responder a la voluntad de la masa de los electores.

Los enemigos del marxismo; Pavel Yudin, 1949

A partir del rechazo generalizado en el movimiento marxista-leninista del revisionismo titoista, los teóricos de esta rama del revisionismo moderno se sintieron con menos presión para expresar sus concepciones sobre el ejército, la cultura, el Estado, el partido, el frente, etc.

Precisamente una de las curiosidades de este artículo, es que el teórico soviético Pavel Yudin polemiza frente al teórico yugoslavo Edvard Kardelj sobre la democracia popular y su carácter, y más concretamente, sobre el concepto marxista-leninista de la dictadura del proletariado y el papel hegemónico de la clase obrera. Recomendamos especial atención en ese punto.

Pavel Yudin regaña no sin razón, las teorizaciones desviacionistas yugoslavas sobre que la dictadura del proletariado y la violencia revolucionaria no era parte intrínseca de la democracia popular; o sea de los regímenes de los países surgidos después de la Segunda Guerra Mundial que tenían deberes iguales –leyes en el establecimiento de la dictadura del proletariado y la construcción del socialismo inalterables– pero que se aplicaron de diferentes formas a la hora de desenvolverse; hablamos que existían ciertas características específicas como el camino en la toma de poder o la aplicación de las medidas que todos tarde o temprano tenían que implantar que se diferenciaban –inclusive entre ellos– respecto a la experiencia soviética en cuanto al ritmo, ya que no existía la misma resistencia por parte de las clases explotadoras, la misma influencia del partido comunista en las masas –incluso en la clase obrera, o las condiciones socio-económicas en cada país. Esto ya lo señalamos al comentar por ejemplo, el desarrollo de la democracia popular en Polonia, comparándola con la experiencia soviética o albanesa, analizando la toma de poder proletario del partido comunista en Polonia:

«Por ejemplo al implantarse la hegemonía política ya vemos una diferencia palpable si lo comparamos con la revolución albanesa, ya que en Polonia existían varios partidos burgueses y pequeño burgueses con mayor influencia en algunos aspectos que el Partido obrero Polaco al término de la guerra, a diferencia del Partido Comunista de Albania que gracias en parte a su gran labor de unión con las masas, tuvo un sendero más directo y fácil al haber eliminado a los pocos y traicioneros partidos burgueses que quisieron emergen, contando en la posguerra con una reacción mucho más desorganizada». (Intro de Bitácora de un Nicaragüense del post: Los «demonios» fuera de control; el ascenso de Gomulka al poder, 2013)

Para que se entienda mejor, los marxista-leninistas de entonces entendían de esta forma esto que decimos; la evaluación de las características nacionales específicas sin caer en el oportunismo nacionalista y desviacionista en cuanto a aplicar el marxismo-leninismo y sus leyes sobre la construcción del socialismo:

«Como se ha señalado, dicha tendencia a pasar por alto o a aminorar el camino polaco hacia el socialismo pretende trafican con la verdad, que es la siguiente; a pesar de ciertas características específicas, nuestro proceso no es algo cualitativamente diferente de la trayectoria general de desarrollo hacia el socialismo, el cual sólo difiere en la forma de la trayectoria general de desarrollo, una diferencia que de por sí surge precisamente por la victoria previa del socialismo en la Unión Soviética, una diferencia que se puede basar en la experiencia previa de la construcción socialista en la Unión Soviética, teniendo en cuenta las posibilidades que ofrece el nuevo período histórico y de las condiciones específicas de la evolución histórica de Polonia». (Bolesław Bierut, Para lograr la completa eliminación de las desviaciones derechistas y nacionalistas: discurso en el Pleno del Comité Central del Partido Obrero Polaco de septiembre, 1948)

Otro ejemplo lo tenemos en las aclaraciones de Georgi Dimitrov a estas concepciones titoistas en su partido:

«Algunos camaradas que en la discusión mencionaron el problema de la democracia popular, pusieron o estaban inclinados a poner el acento ante todo sobre las diferencias entre el régimen de democracia popular y el régimen soviético, cosa que puede llevar a conclusiones injustas y nocivas. De acuerdo con el planteamiento marxista-leninista el régimen soviético y el de democracia popular son dos formas de un mismo poder: el de la clase obrera en alianza y al frente de los trabajadores de la cuidad y campo. Se trata de dos formas de la dictadura del proletariado. La forma específica de la transición del capitalismo al socialismo en nuestro país no deroga ni puede derogar las leyes naturales, fundamentales, del período de transición del capitalismo al socialismo, comunes para todos los países. El paso al socialismo no puede efectuarse sin la dictadura del proletariado contra los elementos capitalistas y sin la organización de la economía socialista». (Georgi Dimitrov, Informe al Vº Congreso del Partido Obrero (comunista) Búlgaro, 1948)

Aprovechando estas diferencias históricas más que normales, ya que no hay dos experiencias calcadas, los revisionistas yugoslavos revisaron la teoría del marxismo-leninismo; tomaban al campesinado pequeñoburgués por su elevado número –como hacían los socialrevolucionarios en Rusia– como clase hegemónica del proceso, diluían al partido, su papel y funciones en el frente para no asustar a las clases explotadoras –como pretendieron en más de una ocasión los mencheviques–, sus relaciones con los países imperialistas se ponían bajo el mismo nivel que sus relaciones con la Unión Soviética y los países de democracia popular bajo la excusa de «conservar la vieja alianza antifascista» y las «nuevas condiciones creadas tras la Segunda Guerra Mundial» –tomando prestadas teorías de Mao y Browder–, lo que acabaría por poner la economía yugoslava a merced de los monopolios de los países capitalistas. Se intentaba crear la noción que el hecho de dirigir un ejército –sobre todo en lucha contra el imperialismo extranjero te convierte automaticamente en dominador de la teoría marxista, y en un acto que te daba crédito para el futuro. Y sobre todo, se aminoraba la lucha de clases queriendo presentar un «tránsito pacífico» al socialismo sin tocar las bases económicas e ideológicas del capitalismo  –algo ya visto en Kautsky, Bernstein o Bujarin–. 

Todo esto y mucho más, era algo ya comentado hacía tiempo por la Kominform, como mostraba su resolución del 28 de junio de 1948 donde se condenaron los puntos de vista desviacionistas de la dirección del Partido Comunista de Yugoslavia.

El documento:



Pavel Yudin, Los enemigos del marxismo –artículo publicado en el nº 12 del órgano de la Kominform; «Por una paz duradera, por una democracia popular»–, 1949

Dentro de la camarilla titoista de nacionalistas burgueses, Edvard Kardelj es reputado como un teórico patentado. 

El 28 de mayo del presente año, Edvard Kardelj pronunció en la Asamblea nacional yugoslava un discurso sobre los comités populares en Yugoslavia. 

Lo primero que salta a la vista es la fanfarronería pequeñoburguesa con la que declaró que ellos, es decir, Kardelj, Tito y sus adláteres, no se han equivocado jamás en su apreciación sobre el carácter de la democracia popular, que han sido los primeros en hacer un análisis marxista de los nuevos fenómenos del desarrollo del régimen de democracia popular, etc., etc. Acusando falsamente, al modo trotskista, al Partido Comunista (bolchevique) de la Unión Soviética y a los otros partidos comunistas, de confusión política e ideológica, Edvard Kardelj dijo: 

«En nuestro país, en la literatura y en la política de nuestro partido, no encontraréis en ninguna parte semejantes teorías y fenómenos». (1) (Edvard Kardelj, Discurso pronunciado en la Asamblea Nacional durante el 28 de mayo de 1949)

Nadie ha pensado nunca en considerar a Tito, Kardelj, Rankovitch, Djilas como marxistas. Ningún mérito suyo en marxismo aparece en la historia del movimiento comunista internacional  ni en la historia del movimiento comunista de Yugoslavia.

La banda titiosta que pretende tan ardientemente que su papel internacional ha consistido en: «desarrollar el marxismo», exclama; corrientemente, adjudicándose con desvergüenza los méritos del pueblo yugoslavo: ¡hemos organizado el movimiento guerrillero en Yugoslavia, hemos librado una guerra de liberación nacional y somos, por consiguiente marxistas! Pero nadie se atrevería a afirmar seriamente que un jefe de destacamento guerrillero es marxista por el mero hecho de que es comandante de guerrilleros. La camarilla titoista en su conjunto, no tiene muchas más razones que el aludido jefe de destacamento guerrillero para invocar el título de teóricos del marxismo. 

¿Quién puede considerar seriamente como marxista a Tito que decía que el programa del frente popular es también el programa del Partido Comunista de Yugoslavia? De esta afirmación se deduce que el frente popular, cuya composición social es tan diversa y comprende incluso kulaks y especuladores, dicta el programa al Partido Comunista de Yugoslavia. Edvard Kardelj se vanagloria de que los titoistas no han caído nunca en la confusión teórica en la apreciación de la democracia popular. Pues bien, he aquí lo que decía Tito en Zagreb en 1946 a propósito de la naturaleza de la democracia popular: 

«Decimos a los campesinos que son la base más sólida de nuestro Estado, no porque queramos ganar sus votos, sino porque lo son de hecho». (2) (Tito, Discurso pronunciado en Zagreb, 1946)

Todo eso es pura charlatanería socialista-revolucionaria, kulak, que excluye al proletariado en general como fuerza principal, dirigente, del régimen de democracia popular. En 1947, Milovan Đilas pretendía demostrar que:

«Es absolutamente erróneo e insensato convocar reuniones sindicales a parte de las reuniones del frente popular. Es preciso reunirlos de una sola vez porque el sindicato se encuentra también en el frente popular». (3) (Milovan Đilas discurso pronunciado en 1947)

Milovan Đilas rebaja de tal modo el papel de la clase obrera que encuentra inaceptables las reuniones separadas de obreros sindicados y que envía a éstos a las reuniones del frente popular donde se encuentran diseminados en la masa general de la población inscrita en el frente popular, masa que comprende incluso a kulaks y especuladores. En 1948, Moša Pijade, teórico en quiebra, afirmaba en el periódico «Borba» que en Yugoslavia los sindicatos, es decir la clase obrera, no habían desempeñado ningún papel en la lucha liberadora y que era esa la razón por la cual no constituían la fuerza principal en el sistema del régimen estatal de Yugoslavia. 

Edvard Kardelj, en su discurso de la Asamblea nacional, generaliza la negación del papel dirigente de la clase obrera en los Estados de democracia popular y dice que:

«Para la dictadura de la clase obrera no es la violencia lo esencial como lo creen los pequeños burgueses». (4) (Edvard  Kardelj, Discurso pronunciado en la Asamblea nacional durante el 28 de mayo de 1949)

Por consiguiente, según Kardelj, solamente los pequeños burgueses piensan que la violencia es la característica esencial de la dictadura, del proletariado; según Kardelj la violencia no es obligada para la dictadura del proletariado. Así pues, ¡dictadura del proletariado sin violencia contra la burguesía! nuestro Edvard Kardelj, el nacionalista burgués, se desenmascara. Y todo eso lo presentan los oscurantistas de la camarilla de Tito como el «desarrollo del marxismo en las condiciones yugoslavas». 

Lenin hablaba de un señor del tipo de Kardelj cuando escribía: 

«En su definición de la dictadura, Kautsky se  ha esforzado por ocultar al lector la principal característica de ésta noción, a saber, la violencia revolucionaria». (5) (Lenin, La revolución proletaria y el renegado Kautsky, 1918)

jueves, 30 de enero de 2014

Servilismo ante la burguesía disfrazado de «análisis económico», Lenin; 1918

«La marcha de la revolución ha confirmado la certidumbre de nuestro razonamiento. Al principio, del brazo de «todos» los campesinos contra la monarquía, contra los terratenientes, contra lo medieval —y en este sentido, la revolución sigue siendo burguesa, democrática burguesa—. Después, del brazo de los campesinos pobres, del brazo del semiproletariado, del brazo de todos los explotados, contra el capitalismo, incluidos los ricachos del campo, los kulaks y los especuladores, y, en este sentido, la revolución se convierte en socialista. Querer levantar una muralla china artificial entre ambas revoluciones, separar la una de la otra por algo que no sea el grado de preparación del proletariado y el grado de su unión con los campesinos pobres es la mayor tergiversación del marxismo, es vulgarizarlo, remplazarlo por el liberalismo. Sería hacer pasar de contrabando, mediante citas seudocientíficas sobre el carácter progresivo de la burguesía en comparación con lo medieval, una defensa reaccionaria de la burguesía frente al proletariado socialista». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; La revolución proletaria y el renegado Kautsky, 1918)


Como ya hemos dicho, si el título del libro de Kautsky correspondiera al contenido, no debería llamarse «La dictadura del proletariado», sino «Paráfrasis de las invectivas burguesas a los bolcheviques».

Nuestro teórico vuelve a dar pábulo a las viejas «teorías» de los mencheviques sobre el carácter burgués de la revolución rusa, es decir, la antigua deformación que del marxismo hacían los mencheviques —¡y que Kautsky rechazó en 1905!—. Por fastidiosa que sea esta cuestión para los marxistas rusos, tendremos que detenernos en ella.

La revolución rusa es una revolución burguesa, decían todos los marxistas de Rusia antes de 1905. Los mencheviques, sustituyendo el marxismo por el liberalismo, deducían de ahí: por tanto, el proletariado no debe ir más allá de lo aceptable para la burguesía, debe seguir una política de conciliación con ella. Los bolcheviques decían que esto era una teoría liberal burguesa. La burguesía tiende a transformar el Estado al modo burgués, reformista, no revolucionario, conservando en lo posible la monarquía, la propiedad de los terratenientes, etc. El proletariado debe llevar a término la revolución democrática burguesa, sin permitir que lo «ate» el reformismo de la burguesía. Los bolcheviques formulaban del modo siguiente la correlación de fuerzas de las diversas clases en la revolución burguesa: el proletariado se gana a los campesinos, neutraliza a la burguesía liberal y suprime totalmente la monarquía, las instituciones medievales y la gran propiedad terrateniente.

El carácter burgués de la revolución lo revela la alianza del proletariado con los campesinos en general, porque los campesinos, en su conjunto, son pequeños productores que tienen por base la producción mercantil. Además, añadían ya entonces los bolcheviques, al ganarse a todo el semiproletariado —a todos los trabajadores y explotados—, el proletariado neutraliza a los campesinos medios y derroca a la burguesía: en esto consiste la revolución socialista, la diferencia de la revolución democrática burguesa —véase mi folleto de 1905 «Dos tácticas», reimpreso en la recopilación «En doce años», San Petersburgo, 1907).

Kautsky tomó indirectamente parte en esta discusión en 1905 [56], cuando, consultado por Plejánov, entonces menchevique, se pronunció en el fondo contra él, lo que originó entonces singulares burlas de la prensa bolchevique. Ahora no dice Kautsky ni una palabra de los antiguos debates —¡teme que lo desenmascaren sus propias declaraciones!—. Y así deja al lector alemán absolutamente imposibilitado para comprender el fondo del problema. El señor Kautsky no podía decir a los obreros alemanes en 1918 que en 1905 él era partidario de la alianza de los obreros con los campesinos, y no con la burguesía liberal, no podía decirles en qué condiciones propugnaba esta alianza, ni el programa que él proyectaba para esta alianza.

martes, 28 de enero de 2014

Del abandono del «stalinismo» al abandono del «leninismo», y de éste, al abandono del «marxismo» –evolución convencional del revisionismo–



«A día de hoy nadie excepto los enemigos se han atrevido a oponer Lenin a Stalin. Estas insinuaciones son hechas en intenciones hostiles, pero el movimiento internacional comunista y obrero está ya acostumbrado a las maniobras de los revisionistas; recordemos que antes se enmascaraban declarando que eran marxistas-leninistas pero no «stalinistas», mientras que ahora procuran oponer Lenin a Marx y discuten sobre la cuestión de saber si deben ser solamente «marxistas» o bien también «leninistas». Y pronto, completamente desenmascarados los traidores, dirán seguramente que también se oponen a Marx. Inventarán también para esto «teorías» adecuadas, que serán cualquier cosa, pero seguramente no comunistas, ni proletarias».  (Enver HoxhaLa autogestión yugoslava; teoría y práctica capitalista, 1978)

domingo, 26 de enero de 2014

¿Qué opinaba Edvard Kardelj –representante teórico del revisionismo yugoslavo– del eurocomunismo? Que constituía una «poderosa fuerza de acción del movimiento obrero mundial»; Equipo de Bitácora (M-L), 2014

El siguiente esbozo de cuatro, citas, pertenece al libro: «Direcciones del desarrollo del sistema político socialista de autogestión», también llamado fuera de Yugoslavia como: «Democracia y socialismo», una obra de 1977 del conocido teórico revisionista yugoslavo Edvard Kardelj. Estas citas fueron publicadas a modo de agradecimiento en el órgano del Partido Comunista de España: «Nuestra Bandera», en su Nº9 de marzo de 1977. Lo que se pretende demostrar con estas citas es la complicidad de entonces entre el revisionismo yugoslavo y el revisionismo eurocomunista, este último el cual recordemos estaba en auge y estas declaraciones de simpatía por parte de los yugoslavos suponían que podían anidar y ascender en influencia dentro del movimiento obrero bajo la bendición de Yugoslavia.

Hemos seleccionado sólo las citas que corresponden a la afirmación por parte del teórico yugoslavo de que el eurocomunismo es en sí; «la aplicación correcta de la doctrina de Marx, Engels y Lenin», y que su estrategia reformista de la «transición al socialismo por la vía democrática» es «acorde a la realidad de los países de Occidente».

Debemos recordar el simple porqué de la unión de la por entonces nueva corriente eurocomunista con el revisionismo yugoslavo:

«Los partidos revisionistas de Europa, como los de Italia, Francia y España, y tras ellos todos los demás partidos revisionistas de Occidente, niegan el leninismo, la lucha de clases, la revolución y la dictadura del proletariado. Todos se han metido en el camino del compromiso con la burguesía capitalista. Han bautizado esta línea antimarxista con el nombre de «eurocomunismo». (…) Los «eurocomunistas» pueden unirse a quienquiera que sea, a excepción de aquellos que luchan por el triunfo de la revolución y por la pureza de la ideología marxista-leninista». (Enver Hoxha; El imperialismo y la revolución, 1978)

En cuanto a porqué ambas corrientes revisionistas realizan una simbiosis en cuanto al pretendido tránsito pacífico, señalamos:

«Kardelj necesita estas falsificaciones con el fin de echar una mano a los «eurocomunistas», con los que está en completo acuerdo. Los partidos revisionistas de Italia, Francia y España han declarado que van a alcanzar el socialismo a través del desarrollo de la democracia burguesa y la libertad, a través de la fuerza del voto en las elecciones parlamentarias. De acuerdo con los «eurocomunistas» la capacidad de la clase obrera se expresa en la cuestión de en qué medida se va a ganar los puestos clave en la estructura de la sociedad capitalista y el Estado, así como en el funcionamiento de la sociedad. De esta manera, dicen, la transformación del carácter de las relaciones capitalistas de producción a las relaciones «autogestionadas» o «socialistas» de producción se harán posibles. Es precisamente en esta cuestión que la teoría titoista y la teoría del «eurocomunista» están en plena concordancia. Los «eurocomunistas» son obligados a aceptar el pluralismo político burgués europeo y la unidad entre los partidos burgueses, para llegar, supuestamente a través de reformas a poder adquirir los numerosos derechos de la clase obrera y, por esta vía, hasta incluso pasar a la sociedad «socialista». Kardelj llama a estos esfuerzos de sus amigos «cambios estructurales» llamados a promover infaliblemente el desarrollo de este proceso y a modificar la posición y el papel del mismo parlamento. Por lo tanto la teoría de Kardelj demanda que los partidos «comunistas» de Europa Occidental en las condiciones de la crisis del sistema capitalista deben conservar el sistema parlamentario cuyos logros democráticos –como él dice– no pueden ser negados, que se tiene que encontrar una forma adecuada para asegurar una alianza con las más amplias fuerzas «democráticas» de la clase obrera. A través de este tipo de alianza, acorde a la lógica revisionista, una situación favorable «democrática» puede ser creada en el sistema parlamentario, y a largo plazo este mimo sistema parlamentario –quién sabe cómo– será «transformado» en una potencia decisiva del pueblo. Este es el curso que el titoismo establece para los otros partidos revisionistas para llegar al poder de forma pacífica. En los Estados burgueses, sin embargo, son los capitalistas, las empresas nacionales, los carteles nacionales y las sociedades multinacionales los que tienen bien amarrado el poder. Estas fuerzas del capital detentan las llaves principales de la dirección de la economía y del Estado, dictan la ley y, a través de un proceso  democrático fraudulento, se designa un gobierno que estará a sus órdenes y actuará como un administrador oficial de la riqueza. La burguesía no salvaguarda su poder para entregarlo a los «eurocomunistas» sino para proteger sus intereses de clase, incluso con derramamiento de sangre si es necesario. Para dejar de ver esta realidad que la vida atestigua cada día necesitaríamos cerrar los ojos y disfrutar soñando despierto. Si los «eurocomunistas» conociéndoles en efecto, tienen éxito en la obtención de una o más posiciones en el gobierno burgués, será que de hecho, que llegaran allí como representantes y gendarmes del capitalismo, al igual que los otros partidos políticos burgueses y no como representantes del proletariado ni defensores de sus derechos allí». (Enver Hoxha; La «autogestión» yugoslava; teoría y práctica capitalista, 1978)

Vemos necesaria esta aclaración ante los lectores, ya que como expresamos hace tiempo:

«Aminorar la exposición del  revisionismo moderno –que siempre hemos denunciado– como puede ser el browderismo, titoismo, jruschovismo, maoísmo, eurocomunismo, el actual socialismo del siglo XXI, o cualquier reformismo o autor del socialismo utópico de los cuales estos revisionismos beben,  es lo mismo que perpetuar lo que Lenin llamaba: «la discordancia y la confusión ideológica» en el movimiento comunista». (Bitácora (M-L); Diferencias entre unidad entre marxista-leninistas y la unión ecléctica de pretendidos o simpatizantes de dicha doctrina, 2013)

Sin más, vemos el apoyo explícito de Edvard Kardelj a la corriente del eurocomunismo.

El documento:

Saludo entre Tito y Enrico Berlinguer, en la visita de este último a Yugoslavia el 1 de octubre de 1978

(1) «Los partidos comunistas de Europa occidental, cuya política se designa ahora con el vocablo inadecuado de «eurocomunismo», tienen, pues, incontestablemente razón de centrar su lucha política por el socialismo, en la defensa de la institución del pluralismo de las fuerzas políticas. En la situación que reina actualmente en los países de Europa occidental es, en efecto, el único medio realista de unir las fuerzas de la clase obrera y de asegurar su unión con las demás fuerzas democráticas del pueblo. Esta es, a su vez, la única manera de reforzar fundamentalmente las posiciones sociales y políticas de la clase obrera, de hacerla más apta para transformar la sociedad, y no solamente para criticarla». (1) (Edvard Kardelj; Democracia y socialismo, 1977)

(2) «Se discute mucho sobre el tema de si el término «eurocomunismo» es bueno o malo. Si no traduce, desde luego, la naturaleza profunda de este movimiento, expresa correctamente las condiciones históricas que lo determinan. En efecto, es un fenómeno propio de la Europa occidental y de algunos otros países, cuya estructura social y posición internacional son similares. No concierne a la idea de comunismo, sino a una vía específica que lleva a su realización. La política del «eurocomunismo» no es únicamente una cuestión de ideología, de teoría social y de política, aunque lo sea en cierta medida. Es, igualmente, una necesidad práctica para los partidos comunistas de Europa occidental». (2) (Edvard Kardelj; Democracia y socialismo, 1977)

(3) «Las divergencias que surgen entre los partidos comunistas y que son muy a menudo el reflejo de condiciones concretas, objetivas y subjetivas, en las que luchan, no deben, pues, impedirnos desentrañar la significación histórica general de ciertos fenómenos y movimientos. Por otra parte, es por esto por lo que no podemos considerar los nuevos enfoques en Europa occidental más que como parte integrante de los procesos sociales y progresistas en general y de la lucha por el socialismo. En el contexto global de estos procesos progresistas y socialistas, la política conocida ahora por el vocablo «eurocomunismo» constituye una poderosa fuerza de acción del movimiento obrero mundial». (3) (Edvard Kardelj; Democracia y socialismo, 1977)

(4) «En otras palabras, es evidente que la política de lo que se llama «eurocomunismo» es un producto específico de la situación que reina actualmente en Europa occidental, y que no podría ser tomada como una política universal, aplicable a todos los países del mundo. Por el contrario, en Europa occidental y en los países que tengan unas estructuras sociales y una posición internacional similares, no sólo está justificada, sino que incluso es de una importancia decisiva para reforzar las posiciones sociales de la clase obrera en las condiciones específicas de esta parte de nuestro continente. No hay duda de que la lucha por el socialismo continuará desarrollándose en un conjunto entrelazado de transformaciones revolucionarias radicales y de combates políticos librados con medios pacíficos, democráticos». (4) (Edvard Kardelj; Democracia y socialismo, 1977)



jueves, 23 de enero de 2014

La Constitución Soviética (1918)

«Vosotros, explotadores e hipócritas, habláis de democracia y, al mismo tiempo, levantáis a cada paso millares de obstáculos para impedir que las masas oprimidas participen en la vida política. Os tomamos la palabra y exigimos, en beneficio de estas masas, que ampliéis vuestra democracia burguesa, a fin de preparar a las masas para la revolución que os derribará a vosotros, los explotadores. Y si vosotros, los explotadores, intentáis hacer frente a nuestra revolución proletaria, os aplastaremos implacablemente». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; La revolución proletaria y el renegado Kautsky, 1918)


Como ya he señalado, la privación del derecho de sufragio a la burguesía no constituye un rasgo obligatorio e indispensable de la dictadura del proletariado. Los bolcheviques de Rusia, que habían proclamado la consigna de tal dictadura mucho antes de Octubre, tampoco hablaban de privar de derechos electorales a los explotadores. Este rasgo de la dictadura no procede «del plan» de ningún partido, sino que ha surgido por sí mismo en el curso de la lucha. El historiador Kautsky, claro, no lo ha notado. No comprende que la burguesía, cuando en los Soviets dominaban aún los mencheviques —partidarios de la conciliación con la burguesía—, se había apartado por propia iniciativa de los Soviets, los boicoteaba, se oponía a ellos he intrigaba contra ellos. Los Soviets surgieron sin Constitución alguna y subsistieron más de un año —desde la primavera de 1917 hasta el verano de 1918— sin Constitución alguna. El enfurecimiento de la burguesía contra la organización de los oprimidos, organización independiente y omnipotente —pues abarca a todos—, la lucha más desvergonzada, más egoísta y más vil de la burguesía contra los Soviets y, en fin, la complicidad manifiesta de la burguesía —desde los demócratas constitucionalistas hasta los eseristas de derecha, desde Miliukov hasta Kerenski— en la korniloviada [37] fue lo que preparó la exclusión formal de la burguesía del seno de los Soviets.

Kautsky ha oído hablar del complot de Kornílov, pero tiene un desprecio olímpico por los hechos históricos y el curso y las formas de la lucha, que determinan las formas de la dictadura: ¿qué tienen que ver, en efecto, los hechos si se trata de la democracia «pura»? Debido a esto, la «crítica» de Kautsky, dirigida contra la privación de derechos electorales a la burguesía, se distingue por una... melosa ingenuidad que sería enternecedora en un niño, pero que produce náuseas, tratándose de un hombre a quien todavía no se ha declarado oficialmente cretino.

«... Si, con el sufragio universal, los capitalistas hubieran quedado reducidos a una minoría insignificante, les habría costado menos resignarse con su suerte» (pág.33)... ¿Verdad que es encantador? El inteligente Kautsky ha visto muchas veces en la historia, y por experiencia de la vida cotidiana los conoce muy bien, a terratenientes y capitalistas que conceden beligerancia a la voluntad de la mayoría de los oprimidos. El inteligente Kautsky se mantiene firme en el punto de vista de la «oposición», es decir, en el punto de vista de la lucha parlamentaria. Así lo dice textualmente, «oposición» (pág.34 y otras muchas).

¡Oh, sabio historiador y político! Sepa usted que «oposición» es un concepto de lucha pacífica y exclusivamente parlamentaria, es decir, una noción que responde a una situación no revolucionaria, a la ausencia de revolución. En la revolución nos encontramos con un enemigo que es implacable en la guerra civil; ninguna jeremiada reaccionaria de pequeño burgués, temeroso de esa guerra, como lo es también Kautsky, hará cambiar en nada este hecho. Es ridículo enfocar desde el punto de vista de la «oposición» los problemas de una guerra civil implacable cuando la burguesía está dispuesta a cometer todos los crímenes —el ejemplo de los versalleses [38] y sus tratos con Bismarck dicen bastante a todo el que no vea la historia como el Petrushka de Gógol [39]—, cuando la burguesía llama en su auxilio a Estados extranjeros e intriga con ellos contra la revolución. Lo mismo que Kautsky, «consejero del embrollo», el proletariado revolucionario debe encasquetarse el gorro de dormir y conceptuar de simple «oposición» legal a esta burguesía que organiza revueltas contrarrevolucionarias como las de Dútov, Krasnov y los checoslovacos [40] y prodiga millones a los saboteadores. ¡Qué profundidad de pensamiento!

Lo único que a Kautsky le interesa es el aspecto formal y jurídico del asunto, de modo que al leer sus razonamientos sobre la Constitución soviética no podemos menos de recordar las palabras de Bebel de que los jurisconsultos son gente reaccionaria hasta la médula. «En realidad -escribe Kautsky- no se puede privar de derechos únicamente a los capitalistas. ¿Qué es el capitalista en sentido jurídico? ¿Un hombre que posee bienes? Incluso en un país tan adelantado en el terreno económico, como Alemania, cuyo proletariado es tan numeroso, la instauración de una república soviética privaría de derechos políticos a grandes masas. En 1907, el número de personas —comprendidas sus familias— ocupadas en los tres grandes grupos —agricultura, industria y comercio— ascendía en el Imperio alemán a unos 35 millones de empleados y obreros asalariados y 17 millones de productores independientes. Por tanto, el partido puede muy bien ser mayoría entre los obreros asalariados, pero minoría en la población» (pág.33).

viernes, 17 de enero de 2014

La lucha obrera del barrio de Gamonal extiende las protestas por todo el Estado español

Sobre las lucha desarrollada en Burgos hay que comprender que:

1. Se trata una vez más de un estallido espontaneo a la luz de los abusos del Estado, y de la clase burguesa que lo tienen en su poder independientemente del partido político que ocupe ese poder, en ese sentido no presenta mayor perspectiva que un resultado inmediato y concreto para las demandas sociales del mismo.

2. El efecto dominó que se está produciendo es a efectos de solidaridad. Es decir, es una solidaridad con una lucha que sigue siendo en el planteamiento concreto marginal en comparación las mayúsculas contradicciones existentes.

3. Esa protestas han demostrado —nuevamente— a las masas que la izquierda institucional, y su condena de las protestas, —desde el PSOE hasta IU— es parte esencial del engranaje político-económico que permite mantener el sistema de explotación. Resulta evidente pues que al día de hoy y a pesar de que existen condiciones objetivas y subjetivas para un proceso revolucionario, el proletariado español sigue careciendo de un partido de vanguardia proletaria que conduzca las luchas obreras. Compréndase que un estallido popular espontaneo sin conducción marxista-leninista puede terminar en democracia burguesa e incluso en fascismo.

4. Una vez más se ha demostrado que el «pacifismo» no es un instrumento de lucha sino un inflado fetiche pequeñoburgués que no arrojó respuestas durante casi tres meses de protestas, que el problema solo fue evidenciado y atendido cuando hubo lucha popular abierta.

El documento:


Este miércoles se han secundado en varias ciudades del Estado español concentraciones y manifestaciones de apoyo a la lucha obrera que llevan a cabo los trabajadores y trabajadoras del barrio de Gamonal, en Burgos, contra un millonario proyecto urbanístico en un contexto de altos índices de desempleo y pérdida de derechos laborales.

En la ciudad de Madrid, miles de personas se dieron cita en la emblemática plaza de la Puerta del Sol, considerada la cuna del Movimiento 15M o de “los indignados”, un estallido social que en 2011 abarrotó las plazas de asambleas populares y protestas contra la desigualdad y la injusticia del sistema capitalista.

Los asistentes quisieron mostrar su solidaridad con las protestas vecinales del barrio de Gamonal y sumarse a la petición de libertad de los detenidos en los incidentes registrados. Convocados por diversos movimientos y colectivos sociales, la marcha comenzó a las siete de la tarde con consignas de apoyo al barrio burgalés: “Gamonal no quiere bulevar”, “Detenidos libertad”, “Antidisturbios fuera de Burgos”, “Libertad a los presos por luchar” y “Viva Gamonal”.

Uno de los asistentes a la concentración, Javier, explicó que “Gamonal es un ejemplo de lucha que los madrileños tenemos que apoyar en todo momento” y ha sostenido que “los vecinos de Burgos no están en la calle solo por el bulevar, sino que saben que hay un trasfondo mucho más importante detrás”. Otro de los asistentes, Jesús, manifestó que los vecinos del barrio de Gamonal “no quieren bulevar pero el alcalde quiere hacerlo a toda costa porque algo tiene que haber para pillar”.

Pablo Iglesias Turrión...¿saltó la talanqueta?

Varios puntos:

1. Pablo Iglesias Turrión, trotskista militante sería erróneo denominarlo reformista pues pertenece a una rama salida del menchevismo, es un ideólogo pequeñoburgués que bebe directamente de las tesis de Francis Fukuyama como así se los expresamos en su momento además de su tendencia postmoderna de eliminar el papel de vanguardia del proletariado y depositarlo en eso que él ha denominado como «precariado», según sus palabras ese segmento de la clase media empujados a la precariedad laboral.

2. Su exaltación mediática surge de la mano de los medios de comunicación de la clase dominante, lo que resulta de imprescindible análisis, sobre todo por el hecho de que precisamente surge en un momento en que la crisis económica galopante está dando lugar a la convergencias de condiciones objetivas y subjetivas para un proceso revolucionario que trastoque a la dictadura de la burguesía. Eso sí, se carece de una organización de vanguardia verdaderamente proletaria y marxista-leninista, un resultado de las traidores tesis del eurocomunismo de Carrillo y compañía. Para nosotros no cabe dudas, Pablo es una construcción de los poderes hegemónicos en un momento en que otras opciones han fracasado como Beatriz Talegón.

3. En ese proyecto quedan englobados conocidos y reconocidos traidores a la clase obrera y a los pueblos, es el caso del otanista, por defecto proterrorista Alba Rico, véase caso libia, Túnez, y todo eso que pretenden «primavera árabe».

4. Si uno es capaz de aguantar las tertulias donde este hombre aparece, puede observar que sus análisis no se diferencian de lo que lo que Georges Marchais decía décadas atrás. Al igual que el eurocomunista francés, esta figura juega a dos frentes; criticar y condenar el marxismo-leninismo 
él lo llama «stalinismo», y promover a su vez nuevas corrientes que puedan servir para su eclecticismo ideológico y que no estén muy desacreditadas todavía, en este caso, el «socialismo del siglo XXI».

5. Por lo antes expresado y por otros muchísimos elementos ideológicos, Pablo Iglesias y su organización no es ni de lejos una respuesta a los problemas coyunturales del proletariado español, e incluso es parte de las contradicciones que impiden la organización y asalto al poder del mismo.

El documento:


Del «yes we can» del genocida de masas al «podemos» del trotsko televisivo

Según se informa desde el diario digital "Público", el mediáticamente conocido Pablo Iglesias Turrión, profesor de la Universidad Complutense y participante como tertuliano en algunas de las principales cadenas televisivas, se presentará a los próximos comicios europeos.

De acuerdo a la información que difunde "Público.es", Iglesias responde al llamado de "distintos intelectuales y personalidades" para presentarse a las elecciones al Parlamento Europeo, que tendrán lugar el próximo mes de mayo.

De acuerdo con lo que se aclara en la nota de "Público", esta iniciativa dice responder al interés mostrado por el mediático Pablo Iglesias por constituir una candidatura que "convoque a la gente a ser protagonista y no espectadora".

El proyecto cuenta con el respaldo de "personalidades" vinculadas a La Tuerka, un programa televisivo de debate dirigido por el propio Iglesias. Entre estas personalidades se encuentran Juan Carlos Monedero, Jaime Pastor, y el polémico escritor Santiago Alba Rico, que en su día apoyara la intervención de la OTAN en Libia.

En un comunicado suscrito por estas personalidades y titulado con el ilustrativo epígrafe de "Mover ficha", se manifiesta que "es la ciudadanía la que tiene que decidir, no la minoría egoísta que nos ha traído hasta aquí" y que, por ello, "esta iniciativa defenderá un cambio radical en el panorama político español". El documento, que hace mención de los movimientos sociales que apoyan esa iniciativa electoral, tampoco precisa de qué forma y con qué fuerzas se cuentan a la hora de defender "el cambio radical" que anuncian.

Que no osen los Soviets convertirse en organizaciones estatales


Los Soviets son la forma rusa de la dictadura del proletariado. Si el teórico marxista que escribe un trabajo sobre la dictadura del proletariado hubiera estudiado de veras este fenómeno —en lugar de repetir las lamentaciones pequeñoburguesas contra la dictadura, como hace Kautsky, cantando las melodías mencheviques—, habría comenzado por dar una definición general de la dictadura, y después habría examinado su forma particular, nacional, los Soviets, criticándolos como una de las formas de la dictadura del proletariado.

Claro que nada serio puede esperarse de Kautsky después de su «interpretación» liberal de la doctrina de Marx sobre la dictadura. Pero es curioso en el más alto grado ver cómo aborda el problema de los Soviets y cómo lo resuelve.

Los Soviets, escribe, recordando su aparición en 1905, crearon «una forma de organización proletaria que era la más universal —umfassendste— de todas, porque comprendía a todos los obreros asalariados» (pág.31). En 1905 los Soviets no eran más que corporaciones locales; en 1917, se han convertido en una organización que se extiende a toda Rusia.

«Ya ahora —prosigue Kautsky— tiene la organización soviética una historia grande y gloriosa. La que le está reservada es aún más grande, y no sólo en Rusia. En todas partes se observa que, contra las gigantescas fuerzas de que dispone el capital financiero en sentido económico y político, son insuficientes —versagen: esta palabra alemana dice algo más que «insuficientes» y algo menos que «impotentes»— «los antiguos métodos del proletariado en su lucha política y económica. No puede prescindirse de ellos; siguen siendo indispensables para tiempos normales, pero de cuando en cuando se les plantean problemas para cuya solución son impotentes, problemas en que el éxito se cifra tan sólo en la unión de todos los instrumentos de fuerza políticos y económicos de la clase obrera» (32).

Sigue una disquisición en torno a la huelga de masas, después de lo cual afirma que «la burocracia de los sindicatos», tan necesaria como los sindicatos mismos, «no es apta para dirigir las gigantescas batallas de las masas que son cada vez más características de nuestros tiempos»...

Sobre el aparente «antirevisionismo» del revisionismo chino


«Su «antirevisionismo» hacia los jruschovistas no ese basa en la ideología marxista-leninista. Ellos no luchan frente al revisionismo soviético sobre estos principios. Al contrario, para los chinos, todo lo que se declare antisoviético es bueno, y se puede marchar con él, independientemente de que estos elementos antisoviéticos sean; los revisionistas titoistas, traidores al marxismo-leninismo, agentes de los estadounidenses, los revisionistas rumanos, que posean lazos con el imperialismo estadounidense, la reacción europea u otra reacción burguesa. Para ganarte la simpatía de los chinos, sólo necesitas ser antisoviético. Este camino antimaxista está llevando a China a un callejón sin salida, a un curso donde sino rectifican, les lleva a la traición». (Enver HoxhaBajo una línea antimarxista
Reflexiones sobre China, Tomo II, 27 de julio de 1971)

lunes, 13 de enero de 2014

¿Puede haber igualdad entre el explotador y el explotado?

«No puede haber igualdad real, efectiva, mientras no se haya hecho totalmente imposible la explotación de una clase por otra». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; La revolución proletaria y el renegado Kautsky, 1918)


Kautsky argumenta así:

(1) «Los explotadores han constituido siempre una pequeña minoría de la población» (pág.14 del opúsculo de Kautsky).

Esto es una verdad indiscutible. ¿Cómo deberemos razonar partiendo de ella? Podemos razonar como marxistas, como socialistas; entonces habremos de basarnos en la relación entre explotados y explotadores. Podemos razonar como liberales, como demócratas burgueses; entonces habremos de basarnos en la relación entre mayoría y minoría.

Si razonamos como marxistas, tendremos que decir: los explotadores transforman inevitablemente el Estado —porque se trata de la democracia, es decir, de una de las formas del Estado— en instrumento de dominio de su clase, de la clase de los explotadores, sobre los explotados. Por eso, aun el Estado democrático, mientras haya explotadores que dominen sobre una mayoría de explotados, será inevitablemente una democracia de explotadores. El Estado de los explotados debe distinguirse por completo de él, debe ser la democracia para los explotados y el aplastamiento de los explotadores; y el aplastamiento de una clase significa la desigualdad en detrimento suyo, su exclusión de la «democracia».

Si argumentamos en liberal, tendremos que decir: la mayoría decide y la minoría se somete. Los desobedientes son castigados. Y nada más. No hay por qué hablar del carácter de clase del Estado en general ni de la «democracia pura» en particular; no tiene nada que ver con la cuestión, porque la mayoría es la mayoría y la minoría es la minoría. Una libra de carne es una libra de carne, y nada más. Kautsky razona exactamente así:

(2) «¿Qué motivos hay para que la dominación del proletariado tomase o haya de tomar una forma que sea incompatible con la democracia?» (pág.21). Después explica, con frase larga y redundante, hasta con una cita de Marx y con estadísticas electorales de la Comuna de París, que el proletariado posee la mayoría. Conclusión: «Un régimen con tan hondas raíces en las masas no tiene motivo alguno para atentar contra la democracia. No siempre podrá abstenerse de la violencia cuando se haga uso de ella contra la democracia. Sólo con la violencia puede contestarse a la violencia. Pero un régimen que sabe que cuenta con las masas usará de ella únicamente para defender la democracia, y no para suprimirla. Cometería un verdadero suicidio si quisiera suprimir su base más segura, el sufragio universal, profunda fuente de poderosa autoridad moral» (pág.22).

domingo, 12 de enero de 2014

Democracia burguesa y democracia proletaria

«Siendo el Estado una institución meramente transitoria, que se utiliza en la lucha, en la revolución, para someter por la violencia a los adversarios, es un absurdo hablar de un Estado libre del pueblo: mientras el proletariado necesite todavía del Estado, no lo necesitará en interés de la libertad, sino para someter a sus adversarios, y tan pronto como pueda hablarse de libertad, el Estado como tal dejará de existir» (Friedrich Engels, en su Carta a Bebel del 28 de marzo de 1875)



El problema que tan atrozmente embrolla Kautsky, se plantea en realidad así.

Si no es para mofarse del sentido común y de la historia, claro está que no puede hablarse de «democracia pura» mientras existan diferentes clases, y sólo puede hablarse de democracia de clase. (Digamos entre paréntesis que «democracia pura» es, no sólo una frase de ignorante, que no comprende ni la lucha de clases ni la esencia del Estado, sino una frase completamente vacía, porque en la sociedad comunista la democracia, modificándose y convirtiéndose en costumbre, se extinguirá, pero nunca será democracia «pura».)

La «democracia pura» es un embuste de liberal que embauca a los obreros. La historia conoce la democracia burguesa, que reemplaza al feudalismo, y la democracia proletaria, que sustituye a la burguesa.

Cuando Kautsky consagra casi decenas de páginas a «demostrar» la verdad de que la democracia burguesa es más progresiva que el medievo, de que el proletariado debe utilizarla obligatoriamente en su lucha contra la burguesía, eso no es sino charlatanería liberal, que embauca a los obreros. En la culta Alemania, lo mismo que en la inculta Rusia, se trata de una perogrullada. Lo que hace Kautsky es arrojar su «sabia» tierra a los ojos de los obreros, hablándoles con aire grave de Weitling, de los jesuitas del Paraguay y de otras muchas cosas para pasar por alto la esencia burguesa de la democracia contemporánea, es decir, de la democracia capitalista.

Kautsky toma del marxismo lo que los liberales admiten, lo que admite la burguesía (la crítica del medievo, el papel progresivo que desempeñan en la historia el capitalismo en general y la democracia capitalista en particular) y arroja por la borda, calla y oculta en el marxismo lo que es inadmisible para la burguesía (la violencia revolucionaria del proletariado contra la burguesía para aniquilar a ésta). Por ello, dada su posición objetiva, sea cual fuere su convicción subjetiva, Kautsky resulta ser inevitablemente un lacayo de la burguesía.

viernes, 10 de enero de 2014

Como ha hecho Kautsky de Marx un adocenado liberal

Tómese la siguiente nota como una aproximación al pensamiento marxista-leninista, de especial importancia en estos tiempos de «recuperación» del discurso de la segunda internacional —socialdemócratas— por los «neorevisionistas postmodernos» del «socialismo del siglo XXI». Se verá pues que el discurso de entonces no era cualitativamente diferente al que hoy sostienen los «traidores teóricos» del «unitarimo entre clases antagónicas», del «cambio de condiciones históricas»,  etc.

Una cita previa:

«La dictadura revolucionaria del proletariado es un poder conquistado y mantenido mediante la violencia ejercida por el proletariado sobre la burguesía, un poder no sujeto a ley alguna». (Vladimir Ilich Uliánov, Lenin; «La revolución proletaria y el renegado Kautsky», 1918)

El documento:




El problema fundamental que Kautsky trata en su folleto es el del contenido esencial de la revolución proletaria, es decir, el de la dictadura del proletariado. Se trata de un problema de gran importancia para todos los países, sobre todo para los avanzados, más aún para los beligerantes, y particularmente en el momento actual. Puede decirse sin exagerar que es el problema principal de toda la lucha de clase del proletariado. Por ello es imprescindible estudiarlo con atención.

Kautsky plantea el problema del modo siguiente: «La oposición de las dos corrientes socialistas» (es decir, bolchevique y no bolchevique) es «la oposición de dos métodos radicalmente distintos: el democrático y el dictatorial». (pág.3)

Observemos de paso que llamando socialistas a los no bolcheviques de Rusia, es decir, a los mencheviques y eseristas, Kautsky se guía por su denominación, es decir, por la palabra, y no por el lugar que efectivamente ocupan en la lucha del proletariado contra la burguesía. ¡Magnífico modo de concebir y de aplicar el marxismo! Pero ya hablaremos de esto con más detalle.

Ahora hemos de fijarnos en lo principal: el gran descubrimiento de Kautsky sobre la «antítesis fundamental» de los «métodos democrático y dictatorial». Es la clave del problema. Es la esencia del folleto de Kautsky. Y se trata de una confusión teórica tan monstruosa, de una apostasía tan completa del marxismo, que es preciso reconocer que Kautsky ha dejado muy atrás a Bernstein.

El problema de la dictadura del proletariado es el problema de la actitud del Estado proletario frente al Estado burgués, de la democracia proletaria frente a la democracia burguesa. Parece que está claro como la luz del día. ¡Pero Kautsky, como un profesor de instituto, momificado por la repetición de textos de historia, se vuelve tozudamente de espaldas al siglo XX, da la cara al XVIII y por centésima vez, en una larga sucesión de párrafos de un aburrimiento infinito, sigue rumia que te rumia los viejos conceptos sobre la actitud de la democracia burguesa hacia el absolutismo y el medievalismo!

lunes, 6 de enero de 2014

Enmiendas y adiciones al proyecto de Constitución (de la URSS); Stalin, 1936

«La enmienda al artículo 17 del proyecto de Constitución. Esta enmienda propone eliminar completamente del proyecto de Constitución el artículo 17, que dice que las Repúblicas Federadas conservan el derecho de separarse libremente de la URSS. Yo creo que esta proposición no es acertada y que, por lo tanto, el Congreso no debe aprobarla. La URSS es una unión libre de Repúblicas Federadas iguales en derechos. Eliminar de la Constitución el artículo referente al derecho de separarse libremente de la URSS significa violar el carácter voluntario de esta unión. ¿Podemos nosotros dar este paso? Yo creo que ni podemos ni debemos darlo. Se dice que en la URSS no hay ni una sola república que quiera separarse de ella y que, por tanto, el artículo 17 no tiene importancia práctica. Naturalmente, es cierto que no hay ni una sola república que desee separarse de la URSS. Pero de ello no se desprende, ni mucho menos, que no debemos fijar en la Constitución el derecho de las Repúblicas Federadas a separarse libremente de la URSS. En la URSS no hay Repúblicas Federadas que quieran aplastar a otra República Federada. Sin embargo, de ello no se desprende, ni mucho menos, que deba eliminarse de la Constitución de la URSS el artículo que trata de la igualdad de derechos de las Repúblicas Federadas». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; «Sobre el proyecto de constitución de la URSS»; 1936)
 


Pasemos a las enmiendas y adiciones al proyecto de Constitución hechas por los ciudadanos durante la discusión del proyecto por el pueblo entero.

La discusión del proyecto de Constitución por el pueblo entero ha dado, como se sabe, un número bastante considerable de enmiendas y adiciones. Todas ellas han sido publicadas en la prensa soviética. En vista de la gran variedad de las enmiendas y de su distinto valor, lo mejor sería, a mi juicio, dividirlas en tres categorías.

El rasgo distintivo de las enmiendas de la primera categoría consiste en que no tratan cuestiones de la Constitución, sino cuestiones de la labor cotidiana de los futuros órganos legislativos. Varias cuestiones sobre seguros, algunas cuestiones sobre la edificación koljósiana, algunas cuestiones sobre la edificación industrial, cuestiones de finanzas: tales son los temas de estas enmiendas. Al parecer, sus autores no ven claramente la diferencia entre las cuestiones constitucionales y las cuestiones de legislación corriente. Precisamente por ello quieren introducir en la Constitución el mayor número posible de leyes, con vistas a hacer de la Constitución algo así como un código de leyes. Pero una Constitución no es un código de leyes. Una Constitución es una ley fundamental, y nada más que una ley fundamental. Una Constitución no excluye, sino que presupone el trabajo cotidiano de los futuros órganos legislativos. Nuestra Constitución ofrece la base jurídica para la futura actividad legislativa de esos órganos. Por ello, las enmiendas y adiciones de esta índole deben ser pasadas, a mi juicio, a los futuros órganos legislativos del país, puesto que no guardan una relación directa con la Constitución.

En la segunda categoría debe incluirse las enmiendas y adiciones que tienden a introducir en la Constitución reseñas históricas o declaraciones sobre lo que el poder soviético todavía no ha logrado y debe lograr en el futuro. Consignar en la Constitución las dificultades que el partido, la clase obrera y todos los trabajadores han vencido durante largos años en la lucha por la victoria del socialismo; indicar en la Constitución el objetivo final del movimiento soviético, es decir, la edificación de la sociedad comunista completa: tal es el contenido de esas enmiendas, que se repiten en numerosas variantes. Creo que las enmiendas y adiciones de esta índole deben también dejarse a un lado, puesto que no guardan una relación directa con la Constitución. La Constitución es el registro y la consolidación legislativa de las conquistas ya obtenidas y aseguradas. Si no queremos alterar este rasgo principal de la Constitución, no debemos llenarla de reseñas históricas sobre el pasado o de declaraciones sobre las futuras conquistas de los trabajadores de la URSS. Para eso tenemos otros medios y otros documentos.

Crítica burguesa del proyecto de Constitución (de la URSS); Stalin, 1936

«Varios partidos y, por consecuencia, la libertad de partidos, sólo pueden existir en una sociedad en la que existen clases antagónicas, cuyos intereses son hostiles e irreconciliables; en una sociedad donde, por ejemplo, hay capitalistas y obreros, terratenientes y campesinos, kulaks y campesinos pobres, etc. Pero en la URSS ya no hay clases como los capitalistas, los terratenientes, los kulaks, etc. En la Unión Soviética no hay más que dos clases: los obreros y los campesinos, cuyos intereses, lejos de ser hostiles, son, por el contrario, afines. Por lo tanto, en la URSS no hay base para la existencia de varios partidos y, por consiguiente, para la libertad de esos partidos. En la URSS sólo hay base para un solo partido: el Partido Comunista. En la URSS sólo puede existir un partido, el Partido Comunista, que defiende valientemente y con toda consecuencia los intereses de los obreros y los campesinos. Y que no defiende mal los intereses de estas clases es un hecho que no puede ponerse en duda». (Iósif Vissariónovich Dzhugashvili, Stalin; «Sobre el proyecto de constitución de la URSS»; 1936)



Unas cuantas palabras sobre la crítica burguesa del proyecto de Constitución.

La actitud observada por la prensa burguesa del extranjero ante el proyecto de Constitución, ofrece, indudablemente, cierto interés. Por cuanto la prensa extranjera refleja la opinión de distintos sectores de la población en los países burgueses, no podemos pasar por alto la crítica que esta prensa ha desplegado contra el proyecto de Constitución.

La reacción de la prensa extranjera ante el proyecto de Constitución se manifestó al principio como una tendencia a silenciar el proyecto de Constitución. Me refiero, en este caso, a la prensa más reaccionaria, a la prensa fascista. Este grupo de críticos consideró que lo mejor sería silenciar el proyecto de Constitución, presentar las cosas como si tal proyecto no existiera en absoluto. Alguien puede decir que la táctica del silencio no es crítica. Pero no es cierto. El método del silencio, como método especial de pasar por alto los hechos, es también, aunque, cierto, tonta y ridícula, una forma de crítica. (Hilaridad general. Aplausos.) Pero el método del silencio no les dio resultado. Al fin se han visto obligados a abrir la válvula y a informar al mundo de que, por muy triste que sea, el proyecto de Constitución de la URSS existe, y no solamente existe, sino que está empezando a ejercer una influencia perniciosa en las mentes. Y no podía ser de otra manera, porque, al fin y al cabo, en el mundo hay una opinión pública, lectores, gentes que quieren saber la verdad de los hechos, y es completamente imposible mantenerlos mucho tiempo en las garras del engaño. Con el engaño no se puede ir muy lejos...

El segundo grupo de críticos reconoce que el proyecto de Constitución existe en realidad; pero considera que no encierra gran interés, ya que no es, en esencia, un proyecto de Constitución, sino un pedazo de papel, una promesa vana, dada para hacer cierta maniobra y engañar a la gente. Y a esto añaden que la URSS no podía dar un proyecto mejor, ya que la URSS misma no es un Estado, sino solamente un concepto geográfico (hilaridad general), y puesto que no es un Estado, su Constitución no puede ser una verdadera Constitución. Un representante típico de este grupo de críticos es, aunque parezca extraño, la Deutsche Diplomatisch-Politische Korrespondenz, órgano oficioso alemán. Esta revista dice claramente que el proyecto de Constitución de la URSS es una promesa vana, un engaño, una «aldea Potemkin». Declara sin vacilar que la URSS no es un Estado; que la URSS «no es más que un concepto geográfico exactamente definido» (hilaridad general); que la Constitución de la URSS no puede, en vista de ello, reconocerse como una verdadera Constitución.

Particularidades esenciales del Proyecto de Constitución (de la URSS); Stalin, 1936

Mientras en las constituciones de los Estados burgueses se reconocen «amplias» «libertades políticas» —siempre que no cuestionen las bases fundamentales del capitalismo—, estas mismas constituciones no reconocen las «libertades económicas», en tanto el Estado burgués no asume como obligación propia que esos derechos políticos —los sociales son el resultado de estas dos «libertades»— sean cumplidos, así por ejemplo se reconoce el derecho al trabajo, la vivienda, la salud, la alimentación, etc, pero no se crea ningún mecanismo para dar cumplimiento real a esos derechos reconocidos. En el caso de un Estado socialista, su constitución además de reconocer las «libertades políticas» de sus ciudadanos ha de reconocer las «libertades económicas» que a la postre son las que permiten dar aplicación real a las primeras dando lugar a todas las «libertades sociales derivadas», o derechos de segundo orden.

El documento:



¿De qué manera se han reflejado en el proyecto de la nueva Constitución todos estos cambios producidos en la vida de la URSS?

En otras palabras: ¿Cuáles son las características principales del proyecto de Constitución sometido al examen de este Congreso?

A la comisión de la Constitución se le encomendó que introdujese modificaciones en la Constitución de 1924. El trabajo de la Comisión ha dado por fruto un nuevo texto de la Constitución: el proyecto de la nueva Constitución de la URSS. Al redactar el proyecto de la nueva Constitución, la comisión ha partido del principio de que una Constitución no debe confundirse con un programa. Eso quiere decir que entre un programa y una Constitución existe una diferencia esencial. Mientras un programa formula lo que todavía no existe y lo que hay que alcanzar y conquistar en el futuro, una Constitución, por el contrario, debe tratar de lo que existe ya, de lo que ya ha sido alcanzado y conquistado. Un programa se refiere principalmente al futuro, y una Constitución, al presente.

Dos ejemplos, a título de ilustración.

Nuestra sociedad soviética ha conseguido ya realizar el socialismo en lo fundamental; ha creado un régimen socialista; esto es, ha realizado lo que, en otros términos, los marxistas denominan fase primera o inferior del comunismo. Eso quiere decir que en nuestro país se ha realizado en lo fundamental la primera fase del comunismo, el socialismo. (Prolongados aplausos.) El principio básico de esta fase del comunismo es, como se sabe, la fórmula: «De cada cual, según sus capacidades; a cada cual, según su trabajo». ¿Debe reflejar nuestra Constitución este hecho, el hecho de que hayamos conquistado el socialismo? ¿Debe basarse sobre esta conquista? Sin duda alguna. Debe hacerlo, porque el socialismo es para la URSS algo que ya se ha alcanzado y conquistado.