«El marxismo-leninismo la entiende como una deshumanización, desvalorización, inferiorización y negación progresiva de sí mismo, como una expresión de la realidad cultural en la que los sujetos se encuentra inmersos, y determinada por las relaciones sociales existentes que inducen a la deformación de la conciencia individual y colectiva así como a la «objetivación» de los seres humanos por su condición de servidumbre a los bienes que este crea y que otros se apropian —incluida la cultura—; y aunque podemos asumir que su primera expresión es individual, tiene una profunda incidencia en la conciencia colectiva a través de lo que conocemos como «sentido común». Compréndase que la actividad productora no aliena por si misma como pudo haberse entendido, sino que es una característica propia de la actividad productora bajo la aparición propiedad privada y la división del trabajo; de hecho sobra decir que es un fenómeno íntimamente ligado a los procesos de industrialización capitalistas. La manipulación alienadora impide que los sujetos elijan libremente, pues la finalidad de esta es «orientarlos» hacia la posesión del objeto, lo que lo convierte invariablemente en una mercancía perfectamente integrada en los procesos de intercambio. En esta la postrimetría del capitalismo, los sistemas productivos no solo crean productos, sino que fabrican conductas para posibilitar la existencia de la sociedad de consumo que le es inherente, lo que implica la pérdida de las características propias de cada sujeto y del colectivo en favor de una condicionalidad que se ha desplazado hacia la supremacía; por ejemplo: la cultura neoliberal. La alienación económica se vincula a la política, psicológica, cultural, religiosa, etc, es la piedra angular del resto». (Bitácora (M-L); Terminológico, 2013)
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