«La religión paraliza el pensamiento humano, somete al hombre a la promesa divina, en tanto la historia, la realidad, la deposita en lo abstracto en donde la verdad, toda la verdad es revelada por un ente imaginario, en ellas el poder pastoral es el instrumento de dominación final de la sociedad. El famoso filósofo Celso que vivió en el siglo II, fue testigo de los primeros cristianos, a los cuales describió como gentes similares a cualquier otros fanáticos de otras sectas religiosas previas, poniendo siempre por delante la fe a la razón y la explicación de sus creencias:
«Es preciso incluso que las creencias profesadas se fundamenten también en la razón. Los que creen sin examen todo lo que se les dice se parecen a esos infelices, presas de los charlatanes, que corren detrás de los metragirtos, los sacerdotes de Mitra, o de los sabacios y los devotos de Hécate o de otras divinidades semejantes, con las cabezas impregnadas de sus extravagancias y fraudes. Lo mismo acontece con los cristianos. Ninguno de ellos quiere ofrecer o escrutar las razones de las creencias adoptadas. Dicen generalmente: «No examinéis, creed solamente, vuestra fe os salvará»; e incluso añaden: «La sabiduría de esta vida es un mal, y la locura un bien». (Celso; Discurso verdadero contra los cristianos, Alianza Editorial, S. A., Madrid, 2009)
Calificaba a los seguidores de Jesús como sigue:
«Agrupó en torno suyo, sin selección, una multitud heterogénea de gentes simples, groseras y perdidas por sus costumbres, que constituyen la clientela habitual de los charlatanes y de los impostores, de modo que la gente que se entregó a esta doctrina nos permite ya apreciar qué crédito conviene darle». (Celso; Discurso verdadero contra los cristianos, Alianza Editorial, S. A., Madrid, 2009)
Algunos cristianos posteriores, han intentado esgrimir que «El Dios del Antiguo Testamento es un Dios de ira, severo, mientras que el Dios del Nuevo Testamento es un Dios de amor, piadoso, misericordioso».
Pero como se ve en el propio Nuevo Testamento, la severidad de Dios no cesa contra quién sea impío y se levante contra su verdad:
«Romanos 1:18 «En efecto, la cólera de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que aprisionan la verdad en la injusticia».
Considera a los no creyentes como:
«Romanos 1:30 «Llenos de toda injusticia, perversidad, codicia, maldad, henchidos de envidia, de homicidio, de contienda, de engaño, de malignidad, chismosos, detractores, enemigos de Dios, ultrajadores, altaneros, fanfarrones, ingeniosos para el mal, rebeldes a sus padres».
Y los sentencia a nada más y nada menos que a lo siguiente:
«Romanos 1:32 «Los cuales, aunque conocedores del veredicto de Dios que declara dignos de muerte a los que tales cosas practican, no solamente las practican, sino que aprueban a los que las cometen».
Tampoco hay que olvidar que mientras el Antiguo Testamento son una compilación de libros históricos, sapienciales y proféticos de los judíos que son reconocidos por los cristianos, el Nuevo Testamento, que supone la aportación propia de los «cristianos», narran hechos por medio de terceros sobre la vida de Jesús o de los Apóstoles, siempre escritos a posteriori de los presuntos acontecimientos:
«Pese a haber sido compuesto dentro de la segunda mitad del siglo I d. C., ninguno de los libros del Nuevo Testamento es obra de uno de los doce apóstoles originales, si bien algunos de sus autores les conocieron de cerca a ellos y a San Pablo –tal es el caso, por ejemplo, de San Marcos y San Lucas–». (E.O. James; Historia de las religiones, 1975)
La religión es enemiga del pensamiento filosófico, de la razón como instrumento del ser y del colectivo, sin olvidar que en sí mismas son dogmas antiquísimos nacidos en el seno de sociedades esclavistas de la edad de piedra, esa es la razón última por la que esa es la relación contemplada en el cristianismo entre dios y los hombres sea de amo y esclavos.
Ha de saberse, que en ningún momento esta relación es combatida por el sujeto principal del Nuevo Testamento –ese que algunos quieren creer, absurdamente de socialista–, e incluso hay alguna legitimación de esta práctica brutal en esa parte del texto. Aquí un resumen de versículos bíblicos que dan legitimidad al esclavismo:
«Éxodo 21:1-6: «Estas con las normas que has de dar: Cuando compres un esclavo hebreo, servirá seis años, y el séptimo quedará libre sin pagar rescate. Si entró solo, solo saldrá; si tenía mujer, su mujer saldrá con él. Si su amo le dio mujer, y ella le dio a luz hijos o hijas, la mujer y sus hijos serán del amo, y él saldrá solo. Si el esclavo declara: «Yo quiero a mi señor, a mi mujer y a mis hijos; renuncio a la libertad» su amo le llevará ante Dios y, arrimándolo a la puerta o a la jamba, su amo le horadará la oreja con una lezna; y quedará a su servicio para siempre».
«Éxodo 21:7-11: «Y cuando alguno vendiere a su hija por sierva, no saldrá ella como suelen salir los siervos. Si no agradare a su señor, por lo cual no la tomó por esposa, se le permitirá que se rescate».
«Éxodo 21: 20-21: «Y si alguno hiriere a su siervo o a su sierva con palo, y muriere bajo su mano, será castigado; mas si sobreviviere por un día o dos, no será castigado, porque es de su propiedad».
«Levítico 25:44: «Los siervos y las siervas que tengas, serán de las naciones que os rodean; de ellos podréis adquirir siervos y siervas. También podréis comprarlos entre los hijos de los huéspedes que residen en medio de vosotros, y de sus familias que viven entre vosotros, es decir, de los nacidos en vuestra tierra. Esos pueden ser vuestra propiedad, y los dejaréis en herencia a vuestros hijos después de vosotros como propiedad perpetua. A éstos los podréis tener como siervos; pero si se trata de vuestros hermanos, los israelitas, tú, como entre hermanos, no le mandarás con tiranía».
«Colosenses 3:22: «Esclavos, obedezcan en todo a sus dueños temporales, pero no con una obediencia fingida, como quien trata de agradar a los hombres, sino con sencillez de corazón, por consideración al Señor. Cualquiera sea el trabajo de ustedes, háganlo de todo corazón».
«Tito 2:9: «Que los esclavos obedezcan en todo a sus dueños y procuren agradarlos, tratando de no contradecirlos. Que no los defrauden, sino que les demuestren absoluta fidelidad».
«Efesios 6: 5—8: «Esclavos, obedezcan a sus patrones con temor y respeto, sin ninguna clase de dobles, como si sirvieran a Cristo; no con una obediencia fingida que trata de agradar a los hombres, sino como servidores de Cristo, cumpliendo de todo corazón la voluntad de Dios. Sirvan a sus dueños de buena gana, como si se tratara del Señor y no de los hombres, teniendo en cuenta que el Señor retribuirá a cada uno el bien que haya hecho, sea un esclavo o un hombre libre».
«Colosenses 3,22-23; 4,1: «Siervos, obedeced en todo a vuestros amos terrenales… Amos, haced lo que es justo y recto con vuestros siervos, sabiendo que vosotros también tenéis un Amo en los cielos».
«Pedro 2,18: «Criados, estad sujetos con todo respeto a vuestros amos; no solamente a los buenos y afables, sino también a los difíciles de soportar».
«Timoteo 5,9: «Cuantos están bajo yugo como esclavos que miren a sus propios amos como dignos de todo honor, para que el nombre de Dios y la doctrina no sean blasfemados».
Si al señor lector se le ocurre que lo contenido en la vieja ley, el viejo testamento, fue abolido por Jesús, aun cuando se empeñan en imprimirlo, creerlo y estudiarlo, debería leer esta legitimación de esa arcaica ley por el «Cristo para desengañarse:
Jesús refiriéndose al viejo Testamento dice:
«Mateo 5:18 «Les aseguro que no desaparecerá ni una y ni una coma de la Ley, antes que desaparezcan el cielo y la tierra, hasta que todo se realice».
Por tanto, Jesús, sus discípulos y seguidores que redactaron el Nuevo Testamento, admiten que solo puede se un buen cristiano quién acepte sin quitar «ni una coma de la Ley», el Viejo Testamento.
También vemos a Jesús complacido con el trato «humano» al esclavo, pero no en contra del esclavismo, de hecho, resulta sanando a un esclavo para que continúe siendo esclavo sin que le asalte ningún interés al respecto de la libertad del mismo.
«Lucas 7:2-10: «Había allí un centurión que tenía un sirviente enfermo, a punto de morir, al que estimaba mucho. Como había oído hablar de Jesús, envió a unos ancianos judíos para rogarle que viniera a curar a su servidor. Cuando estuvieron cerca de Jesús, le suplicaron con insistencia, diciéndole: «El merece que le hagas este favor, porque ama a nuestra nación y nos ha construido la sinagoga». Jesús fue con ellos, y cuando ya estaba cerca de la casa, el centurión le mandó decir por unos amigos: «Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres en mi casa; por eso no me consideré digno de ir a verte personalmente. Basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará. Porque yo —que no soy más que un oficial subalterno, pero tengo soldados a mis órdenes— cuando digo a uno: «Ve», él va; y a otro: «Ven», él viene; y cuando digo a mi sirviente: «¡Tienes que hacer esto!», él lo hace». Al oír estas palabras, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la multitud que lo seguía, dijo: «Yo les aseguro que ni siquiera en Israel he encontrado tanta fe». Cuando los enviados regresaron a la casa, encontraron al sirviente completamente sano.
En definitiva esta realidad es tan brutal, cruel e individualista por que existen las religiones con dioses absurdos…, y muchísima gente dispuestas a seguir sus arcaicas directrices basadas en el esclavismo de las civilizaciones que lo idearon…; que por otro lado, se han convertido en entidad cultural de los pueblos gracias a que las mismas eran y son instrumentos de dominación efectivas en manos de imperialistas y colonialistas». (Bitácora (M-L); El cristianismo, su Biblia y el esclavismo, 2012)
Nota: este artículo si bien es fruto del trabajo personal del camarada Pedro en aquellos días, el Equipo de Bitácora (M-L) en la actualidad ha corregido y añadido ciertas partes, por lo mismo que subraya todos sus pensamientos previos aquí contenidos.
«Es preciso incluso que las creencias profesadas se fundamenten también en la razón. Los que creen sin examen todo lo que se les dice se parecen a esos infelices, presas de los charlatanes, que corren detrás de los metragirtos, los sacerdotes de Mitra, o de los sabacios y los devotos de Hécate o de otras divinidades semejantes, con las cabezas impregnadas de sus extravagancias y fraudes. Lo mismo acontece con los cristianos. Ninguno de ellos quiere ofrecer o escrutar las razones de las creencias adoptadas. Dicen generalmente: «No examinéis, creed solamente, vuestra fe os salvará»; e incluso añaden: «La sabiduría de esta vida es un mal, y la locura un bien». (Celso; Discurso verdadero contra los cristianos, Alianza Editorial, S. A., Madrid, 2009)
Calificaba a los seguidores de Jesús como sigue:
«Agrupó en torno suyo, sin selección, una multitud heterogénea de gentes simples, groseras y perdidas por sus costumbres, que constituyen la clientela habitual de los charlatanes y de los impostores, de modo que la gente que se entregó a esta doctrina nos permite ya apreciar qué crédito conviene darle». (Celso; Discurso verdadero contra los cristianos, Alianza Editorial, S. A., Madrid, 2009)
Pero como se ve en el propio Nuevo Testamento, la severidad de Dios no cesa contra quién sea impío y se levante contra su verdad:
«Romanos 1:18 «En efecto, la cólera de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que aprisionan la verdad en la injusticia».
Considera a los no creyentes como:
«Romanos 1:30 «Llenos de toda injusticia, perversidad, codicia, maldad, henchidos de envidia, de homicidio, de contienda, de engaño, de malignidad, chismosos, detractores, enemigos de Dios, ultrajadores, altaneros, fanfarrones, ingeniosos para el mal, rebeldes a sus padres».
Y los sentencia a nada más y nada menos que a lo siguiente:
«Romanos 1:32 «Los cuales, aunque conocedores del veredicto de Dios que declara dignos de muerte a los que tales cosas practican, no solamente las practican, sino que aprueban a los que las cometen».
Tampoco hay que olvidar que mientras el Antiguo Testamento son una compilación de libros históricos, sapienciales y proféticos de los judíos que son reconocidos por los cristianos, el Nuevo Testamento, que supone la aportación propia de los «cristianos», narran hechos por medio de terceros sobre la vida de Jesús o de los Apóstoles, siempre escritos a posteriori de los presuntos acontecimientos:
«Pese a haber sido compuesto dentro de la segunda mitad del siglo I d. C., ninguno de los libros del Nuevo Testamento es obra de uno de los doce apóstoles originales, si bien algunos de sus autores les conocieron de cerca a ellos y a San Pablo –tal es el caso, por ejemplo, de San Marcos y San Lucas–». (E.O. James; Historia de las religiones, 1975)
La religión es enemiga del pensamiento filosófico, de la razón como instrumento del ser y del colectivo, sin olvidar que en sí mismas son dogmas antiquísimos nacidos en el seno de sociedades esclavistas de la edad de piedra, esa es la razón última por la que esa es la relación contemplada en el cristianismo entre dios y los hombres sea de amo y esclavos.
Ha de saberse, que en ningún momento esta relación es combatida por el sujeto principal del Nuevo Testamento –ese que algunos quieren creer, absurdamente de socialista–, e incluso hay alguna legitimación de esta práctica brutal en esa parte del texto. Aquí un resumen de versículos bíblicos que dan legitimidad al esclavismo:
«Éxodo 21:1-6: «Estas con las normas que has de dar: Cuando compres un esclavo hebreo, servirá seis años, y el séptimo quedará libre sin pagar rescate. Si entró solo, solo saldrá; si tenía mujer, su mujer saldrá con él. Si su amo le dio mujer, y ella le dio a luz hijos o hijas, la mujer y sus hijos serán del amo, y él saldrá solo. Si el esclavo declara: «Yo quiero a mi señor, a mi mujer y a mis hijos; renuncio a la libertad» su amo le llevará ante Dios y, arrimándolo a la puerta o a la jamba, su amo le horadará la oreja con una lezna; y quedará a su servicio para siempre».
«Éxodo 21:7-11: «Y cuando alguno vendiere a su hija por sierva, no saldrá ella como suelen salir los siervos. Si no agradare a su señor, por lo cual no la tomó por esposa, se le permitirá que se rescate».
«Éxodo 21: 20-21: «Y si alguno hiriere a su siervo o a su sierva con palo, y muriere bajo su mano, será castigado; mas si sobreviviere por un día o dos, no será castigado, porque es de su propiedad».
«Levítico 25:44: «Los siervos y las siervas que tengas, serán de las naciones que os rodean; de ellos podréis adquirir siervos y siervas. También podréis comprarlos entre los hijos de los huéspedes que residen en medio de vosotros, y de sus familias que viven entre vosotros, es decir, de los nacidos en vuestra tierra. Esos pueden ser vuestra propiedad, y los dejaréis en herencia a vuestros hijos después de vosotros como propiedad perpetua. A éstos los podréis tener como siervos; pero si se trata de vuestros hermanos, los israelitas, tú, como entre hermanos, no le mandarás con tiranía».
«Colosenses 3:22: «Esclavos, obedezcan en todo a sus dueños temporales, pero no con una obediencia fingida, como quien trata de agradar a los hombres, sino con sencillez de corazón, por consideración al Señor. Cualquiera sea el trabajo de ustedes, háganlo de todo corazón».
«Tito 2:9: «Que los esclavos obedezcan en todo a sus dueños y procuren agradarlos, tratando de no contradecirlos. Que no los defrauden, sino que les demuestren absoluta fidelidad».
«Efesios 6: 5—8: «Esclavos, obedezcan a sus patrones con temor y respeto, sin ninguna clase de dobles, como si sirvieran a Cristo; no con una obediencia fingida que trata de agradar a los hombres, sino como servidores de Cristo, cumpliendo de todo corazón la voluntad de Dios. Sirvan a sus dueños de buena gana, como si se tratara del Señor y no de los hombres, teniendo en cuenta que el Señor retribuirá a cada uno el bien que haya hecho, sea un esclavo o un hombre libre».
«Colosenses 3,22-23; 4,1: «Siervos, obedeced en todo a vuestros amos terrenales… Amos, haced lo que es justo y recto con vuestros siervos, sabiendo que vosotros también tenéis un Amo en los cielos».
«Pedro 2,18: «Criados, estad sujetos con todo respeto a vuestros amos; no solamente a los buenos y afables, sino también a los difíciles de soportar».
«Timoteo 5,9: «Cuantos están bajo yugo como esclavos que miren a sus propios amos como dignos de todo honor, para que el nombre de Dios y la doctrina no sean blasfemados».
Si al señor lector se le ocurre que lo contenido en la vieja ley, el viejo testamento, fue abolido por Jesús, aun cuando se empeñan en imprimirlo, creerlo y estudiarlo, debería leer esta legitimación de esa arcaica ley por el «Cristo para desengañarse:
Jesús refiriéndose al viejo Testamento dice:
«Mateo 5:18 «Les aseguro que no desaparecerá ni una y ni una coma de la Ley, antes que desaparezcan el cielo y la tierra, hasta que todo se realice».
Por tanto, Jesús, sus discípulos y seguidores que redactaron el Nuevo Testamento, admiten que solo puede se un buen cristiano quién acepte sin quitar «ni una coma de la Ley», el Viejo Testamento.
También vemos a Jesús complacido con el trato «humano» al esclavo, pero no en contra del esclavismo, de hecho, resulta sanando a un esclavo para que continúe siendo esclavo sin que le asalte ningún interés al respecto de la libertad del mismo.
«Lucas 7:2-10: «Había allí un centurión que tenía un sirviente enfermo, a punto de morir, al que estimaba mucho. Como había oído hablar de Jesús, envió a unos ancianos judíos para rogarle que viniera a curar a su servidor. Cuando estuvieron cerca de Jesús, le suplicaron con insistencia, diciéndole: «El merece que le hagas este favor, porque ama a nuestra nación y nos ha construido la sinagoga». Jesús fue con ellos, y cuando ya estaba cerca de la casa, el centurión le mandó decir por unos amigos: «Señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres en mi casa; por eso no me consideré digno de ir a verte personalmente. Basta que digas una palabra y mi sirviente se sanará. Porque yo —que no soy más que un oficial subalterno, pero tengo soldados a mis órdenes— cuando digo a uno: «Ve», él va; y a otro: «Ven», él viene; y cuando digo a mi sirviente: «¡Tienes que hacer esto!», él lo hace». Al oír estas palabras, Jesús se admiró de él y, volviéndose a la multitud que lo seguía, dijo: «Yo les aseguro que ni siquiera en Israel he encontrado tanta fe». Cuando los enviados regresaron a la casa, encontraron al sirviente completamente sano.
En definitiva esta realidad es tan brutal, cruel e individualista por que existen las religiones con dioses absurdos…, y muchísima gente dispuestas a seguir sus arcaicas directrices basadas en el esclavismo de las civilizaciones que lo idearon…; que por otro lado, se han convertido en entidad cultural de los pueblos gracias a que las mismas eran y son instrumentos de dominación efectivas en manos de imperialistas y colonialistas». (Bitácora (M-L); El cristianismo, su Biblia y el esclavismo, 2012)
Nota: este artículo si bien es fruto del trabajo personal del camarada Pedro en aquellos días, el Equipo de Bitácora (M-L) en la actualidad ha corregido y añadido ciertas partes, por lo mismo que subraya todos sus pensamientos previos aquí contenidos.
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